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Meses de frío.
Julio/Agosto 2023. Te lloré mucho, pato. Lloré cada una de las canciones que no escuché por ti. Lloré las flores que no te di, los viajes que no hicimos, los restaurantes que no visitamos y la vida que se me iba de las manos mientras pensaba en la horrible persona con la que estuviste. Lloraba mucho por darme cuenta que mi presente te hubiera encantado. Que, gracias a Dios, no me faltaba el dinero que no tenía cuando estaba contigo, que no me faltaban las ganas de viajar a otro país o probar nueva comida. Lloraba pensando en que no estabas cuando la venda en los ojos que tuve en los 3 caóticos años de nuestra historia no estaba más. Y que me tenías para ti cuando ya no me querías para ti.
Septiembre 2023. Mi negación fue extrema. No tengo mucho más que agregar. Te leí mucho mientras no estuviste. Lloraba mientras digería cada palabra de desesperación por el infierno que viviste conmigo y me prometía que nunca más haría sentir a alguien de la misma manera. Espero me hayas leído también. Ciego, sin pensar en que algún día volverías, te dediqué oraciones y frases, clamores malsanos que solo se quedaron en estos recuadros negros, pues no sé si llegaron a ti. De vez en cuando los leía con lágrimas en los ojos, pues me reclamaba el haberme sentido tan solo, sin dirección, sin más motivo que ser útil mientras tú ya estás con alguien más.
Octubre/Noviembre/Diciembre 2023. No recuerdo muy bien cuando te solté for good. Definitivamente fue después de verte con él en Misa. Algo en mí me hizo pensar en Piura como un lugar de tragedias, de sueños no cumplidos y mi cuerpo se llenó de ganas de no volver jamás. Recuerdo que fui valiente, pues me quedé sentado ahí, mirándote, mirándolos, con los ojos llenos de lágrimas y el corazón desesperado. Fue muy feo, pato. Intenté que me vieras, que sepas que estaba ahí. Creo que no lo logré. No he vuelto a pisar esa iglesia ever since.
Me enteré por fuentes cercanas a ti que tu nueva relación no fue algo de después de nosotros, sino que se fue gestando con el tiempo. El mismo tiempo que compartías conmigo. Que yo fui un adorno mal colocado del que te tenías que deshacer.
Creo que es lo único que te reclamo. El no haber levantado el teléfono cuando mis manos frías decidieron intentar comunicarme contigo por última vez. El no haberme contado, como tantas veces me negaste, el hecho de que tu nueva relación era con él. Imágenes pasan por mi cabeza al haber escrito “él”. La imagen de nosotros discutiendo en la esquina de tu casa mientras no me dejaste hablarle. La imagen de nosotros después del tétrico año nuevo en el que me porté como un cobarde malhombre y en el que me enteré que mentías. La imagen de nosotros después de Señor Perú. Y la imagen mía después de enterarme que me terminaste por él. Creo que te reclamo el no haberme transmitido la paz de saber que te estabas yendo por el mismo chico por el que me juraste que no me cambiarías y no porque no hice lo suficiente para mantenerte conmigo. Y sí, todavía me dolía.
Verano 2024. Me enfoqué en mí por primera vez en 7 años. El fútbol, las largas charlas, el trabajo y la soledad fueron acomodando mi vida en silencio. Poco a poco iba encontrando mi lugar en el mundo, como yo. Como Diego, otra vez. Supe que no estaba listo para querer a alguien más cuando caí en cuenta que aún me faltaba quererme a mí. Así, aprendí a ser ordenado con mi tiempo, con mis amigos, con el gusto que iba naciendo en mí y con la tarea aún sin acabar de dejar mi culpa atrás. Tomé Lima como mi hogar definitivo y supe que no quería estar en otro lugar. Ya a este punto conocí realmente a una persona que me empezó a transmitir paz. Y creo que yo a ella: algo que no pensé ser capaz de hacer.
Hoy. El frío abofeteó mi cara un año después de empezar este viaje. La vida, sin quererlo, siguió su curso. De alguna forma sané muchas cosas. Algunas no. Algunas siguen rondando por mi cabeza a manera de anécdota, de un dolor punzante pero no sangrante, a manera de saber que aún soy humano. Es extraño. A pesar de tener esas heridas de bala, sé que he encontrado la paz. Sé que el tiempo en la más profunda y real soledad me hizo atribuirlo a mis años más tontos. Sé que, a pesar de saber que fuiste tú la causante, pato, no hay reclamo en mi cabeza que no se haga con la voz baja y sin la más mínima pasión.
Hoy te he leído. Creo que tus belated thoughts de no creer en la fidelidad o la pseudotranquilidad de tu relación son eso: belated thoughts sobre un tiempo de soledad que no te tomaste. Un tiempo de soledad que acompañaste de él y de mí, al mismo tiempo. Por eso crees que debería enfocarme en una persona. Porque para ti, enfocarte en el presente es darle tu atención a alguien. Y no es así. Sonrío al pensar en que es la primera vez que me siento un pasito por delante de ti. Porque yo leo a Juancito y me acuerdo de cuando le mandabas besitos y ahora me llama para jugar fútbol los domingos. Veo mis fotos de la selección de Ingeniería y sonrío pensando en cómo salgo al costado de tu flaco, ese que me negaste. Salgo y río con Daniel. Alejandra me invitó a salir. Veo los estados de Kass. Y los de Johan. Y hablo abiertamente de lo mala persona que fui cuando estuve contigo. Porque aún me duelen algunas cosas, pero me duelen como yo, como Diego.
Creo que, para terminar, si no supero algunas cositas, es porque me dolieron y aún me duelen. No ha pasado el tiempo suficiente como para que dejes de doler. Al fin y al cabo, no pensaba volver a una relación hasta que haya sanado la que viví contigo. Es por eso que me permito estos espacios: porque no me define con quién estoy, sino cómo me siento. Ir construyendo algo con alguien más no me quita lo personal. No me quita el enfoque en mí, en mis tiempos, en mis procesos. Ya no le tengo miedo a decir abiertamente que estoy sanando heridas pasadas, ni ponerles nombre y apellido. Porque no es algo malo. Porque me cansé de mentir sobre lo que sentía. Porque no pensaba volver a entregar algo irreal o bajo las sombras. Prefiero eso que el querer apresurado.
Estas letras también forman parte de ese proceso. También forman parte de mi tranquilidad. Porque algo es cierto: busqué la paz en mí antes que buscarla en alguien más. Y qué bonito. Y qué bien.
- d.
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la vida da esas vueltas que uno no espera ni en sus pesadillas xd
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Amapolas de Leo Rizzi me lleva directamente a aquel domingo de Misa donde vi a la persona que más quería abrazando y besando al que fue mi mayor ansiedad por 2 años. Recuerdo también a su prima saludándome, a su hermano pequeño, ya de mi tamaño, al porte delicado de ella y al bigote horroroso de él juntándose ante mis ojos y al de Dios.
Recuerdo haberle rogado al cielo un poquito de paz, un poquito de amor propio y calmar las revoluciones de mi estómago. En esos momentos pasaron por mi mente todas las veces en las que fui la peor persona del mundo. Porque lo sabía. Porque lo sé. Porque dentro de mí sentía el merecimiento del paseo del karma ante mis ojos. Sentía el merecimiento de un escarmiento de ese tamaño. “Por todas las veces en las que la hice sentir que no merecía un amor bonito” pensé. Pensé también en que ese abrazo se parecía a tantos que viví con ella. Pensé en que ella estaría feliz.
Y, a pesar que me devolví a casa en pedazos, algo en mí había soltado el beso en la mejilla que le dio al que tantas veces me fue referido como el que “no tendría una relación con”. Y pensé en la última vez que hablé con ella. Y en las veces en las que la que fue enamorada de mi mejor amigo me confirmó todas mis sospechas. Algo en mí había soltado el dolor al que me había aferrado durante meses.
Los mismos meses que la persona que más quería ya estaba pasando de la mano con otro.
Con el que suena como Amapolas, de Leo Rizzi.
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caigo en cuenta que
nada de lo escrito en este blog
ha sido una indirecta
el dolor
la desesperación
el suspiro entre llantos
la ansiedad
la mucha ansiedad
y la aceptación
formaron parte de estos posts
directos
concisos y preocupados
escritos desde
un corazoncito de niño feliz
que se hizo pedazos
por el hombre cobarde en el que me convertí
en un momento
y se fue reconstruyendo
por el hombre arrepentido
y con ganas de ser mejor
que estoy
tratando
de ser
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me sorprendió la ansiedad que me causó escuchar el intro de Sex and the City. Literalmente esa musiquita me hizo temblar, qué bestia
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el año pasado me dolía este silencio,
gracias a Dios,
se quedó ahí
en el año
pasado
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La de cambiarme por otro (y ya que estamos, el que “nada que ver”) fue tu decisión, Nico. A qué vuelves ahora?
No te entiendo.
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me di cuenta que de las cosas que más me dolían era el hecho de haberme dado cuenta TAN tarde de lo mal que estaba haciendo todo
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es que sí, patito, de vez en cuando pienso en ti
no pienso en nosotros ni en tu nueva relación
mucho menos pienso en por qué terminamos
solo pienso en ti, como nico
como la sonrisa y la voz de niña que dejaste en mi cabeza
también tu cara de desesperación, llanto y decepción
tengo todo eso almacenado en mi mente
y aunque esté superando (o ya te haya superado en gran parte), aún me quedan retazos de tu recuerdo
retazos de tu forma de querer y todo lo que diste por mí
miro Lima y sé que no hubiera sido posible seguir juntos así de lejos, de desconfiados, de egoístas
lo sé, lo sé perfectamente
de alguna forma agradezco que te hayas fijado en alguien más y nos hayas dejado ir
sé que no hay ni habrá otra como tú
y eso es algo bueno
porque aprendí de mi mismo en el amor, también
aprendí que no fue suficiente con la voluntad de querer quererte
y todo el daño que hice por no haberme enamorado
como tú
sé que aún te quiero
porque te quiero
pero no es un querer de pareja
sino un querer
de
“gracias por haber estado ahí para mí”
así que gracias, nico
gracias, patito
-d.
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creo que te matarías de risa de quién es mi nuevo amigo jajaja
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La vida me hizo verte con él en Misa. Qué irónico. Apretaba mis puños para evitar el llanto y la ansiedad. Verte abrazarlo, verlo besarte y ser parte de ti fue doloroso. Bien doloroso. Pero, supongo, tenía que ser así.
Te quiero mucho, patito, espero sea la decisión correcta. Espero que haberlo elegido te traiga paz. Como creo que sí lo hace.
Gracias por haber sido parte de mi vida. Por haberme enseñado tanto. Por haberme querido tanto.
Desde hoy te suelto por siempre. Que seas feliz, pero que también pienses en mí de cuando en cuando y sepas que me quedé parado mirándote abrazarlo como una vez me abrazaste a mí.
Adiós.
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eso quiere decir que tengo que ponerme en el escenario de verte con él? pucha :/
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