¿A donde fuiste de vacaciones, rubia? A mi me hubiera gustado pasarme por América, pero mi orgullo es más fuerte.

¡Es lindo estar de nuevo aquí!

La verdad me ha sentado genial esta temporada con mis padres, pero extrañaba este lugar y la gente.

—no pudo evitar sentirse mal al oír la conversación telefónica de la muchacha— eh.. ¿estás bien? —preguntó preocupado y con voz leve.

¡Gracias mamá!

—dijo con el tono elevado después de colgar el teléfono— No tenias que recordarme que mi hermano se largó por mi culpa, pero gracias —murmuró sarcástica—

—Trato hecho.— rió observando la pantalla desinteresadamente, no entendiendo demasiado sobre la televisión sueca.— Puede que sea graduado con honores, pero no soy ningún genio.— mordió su labio levemente. — Aunque puedo intentar si me das un estímulo. ¿Qué gano si adivino tu nombre?

...

—No hay porqué, creo que a la próxima te mostraré donde la venden, así me reembolsas ésta. —Bromeó, mirando al chico de reojo. —Podrías, si… Pero creo que sería más divertido que lo averiguaras por ti mismo, no lo sé.

Echó unas carcajadas, volviendo a probar un poco del contenido del tazón con su dedo índice. —Muchas gracias, linda vecina.— sonrió una vez más. —¿Puedo preguntar tu nombre?

...

—Oh, lo siento… Que desconsiderado de mi parte, quiero decir, tienes toda la razón… Deberías tomar todo el tazón, hambriento y adorado vecino. —Soltó una carcajada, rodando sus ojos y comiendo de su mousse, mientras seguía observando la televisión.

Ahogó una pequeña risa, acomodándose en el asiento. —Oh por favor, ¿no serás compasiva con tu hambriento vecino? —hizo de sus labios un puchero, intentando no echarse a reír. —¿Por favor? 

...

Enarcó una de sus cejas sorprendida de lo que había hecho el chico y abrazó el tazón a sí misma. —Creo que de haberlo pedido, te hubiera dado, ¿sabes?, ahora te quedas sin mousse. —Hizo una mueca y le sacó la lengua al chico, comiendo de su mousse, sin prestarle mucha atención a éste.

—Al pasar caminando, introdujo su dedo en el tazón para probar un poco de la mousse.— Sí, tienes razón. —sonrió, echándose en el sillón junto a ella.

...

—Ésta cosa es super adictiva. —Musitó para sí misma comiendo un poco de la mousse de chocolate que tenía en el tazón, mientras veía la pantalla de la recepción.

Yo no tenía con quién pasarlo, por lo que me fui a festejar por ahí. —se encogió de hombros— Ven, te invito a tomar algo. ¿quieres, o tienes miedo de aceptar invitaciones de un extraño? —sonrió levemente.—

¿Es normal que todavía tenga resaca?

Somos dos, compañera.

¿Es normal que todavía tenga resaca?

No volveré a tomar, lo juro.

—Aún se encontraba un poco somnoliento por el viaje en avión, pero igual estaba entusiasmado de estar finalmente en Suiza. Sonrió al entrar al hotel y ver los adornos navideños esparcidos a lo largo de la recepción, desde pequeño que no sentía la magia de las festividades. Buscó con la vista a la recepcionista, pero no se la veía por ningún lado, por lo que optó por pedirle ayuda a una persona que se encontraba por allí.— Disculpa. —tocó su hombro, no quería molestar.— Soy nuevo por aquí y no estoy muy familiarizado con este gran edificio.