Tumgik
#sale en tromba al primera media hora
armatofu · 1 year
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juegaelgallego · 5 years
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Pulsión de muerte (*)
  Aburrirse nunca. En las dos semanas que siguieron a la derrota con Deportivo Riestra como local, en Deportivo Español se sucedieron ─entre otros─ los siguientes hechos. 1) Facundo Talín, zaguero titular, se desgarró: permanecerá inactivo durante al menos veintiún días. 2) En la sede social se llevó adelante una asamblea de socixs para modificar el estatuto vigente desde 2003; se acortó la lista de integrantes de Comisión Directiva (acorde a la masa societaria actual), se planteó un calendario de llamado a elecciones menos nutrido (acorde a la situación económica y la masa societaria actuales), se “normalizó” la conducción de transición que había quedado vigente tras el suicidio del Presidente y las sucesivas renuncias de los vicepresidentes; por último, se designó una comisión de cinco socios para llevar adelante las riendas del club hasta tanto se convoque a nuevas elecciones, lo que ocurrirá en los meses de abril y mayo. En ningún momento se planteó incrementar la masa societaria con alguna estrategia, ni se habló del comodato que ─a punto de cumplir un año de estar vencido─ sigue siendo insólitamente un tema tabú. 3) En una nueva inspección del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, se decidió no habilitar el Estadio España para el partido contra Flandria, después de que sí fuera habilitado para los partidos contra Tristán Suárez y Deportivo Riestra; los tiempos antes del encuentro por la fecha #26 serían insuficientes para responder al requerimiento de los “planos de evacuación”: Español perdería su localía, el encuentro se aplazaría veinticuatro horas, y se jugaría en la cancha de Defensores de Belgrano, sin público. La lista de avatares no incluyó el punto que, a priori, parecía más obvio ─sobre todo después de la nueva derrota ante Acassuso por 1 a 0, y el empate ante Talleres 1 a 1 después de empezar en ventaja, completando los ochenta minutos que habían quedado pendientes tras el grotesco que motivó la suspensión en la fecha #20─: Ernesto Perisé continuaba siendo el director técnico.
  A jugar al Bajo… Núñez. Lunes feriado. Carnaval en la República Argentina. Deportivo Español llega a esa cancha minúscula que se esconde atrás de un Megatlón y un Starbucks, y en la que juega de local un equipo que increíblemente está en la segunda división. La estadística es demoledora: último en la tabla de posiciones, a 0,002 punto de perder la categoría, habiendo caído en tres de los últimos cuatro partidos (y obtenido en el otro un 0 a 0 milagroso que debió ser derrota contra San Miguel), hilvanando once partidos sin ganar y acumulando apenas tres victorias en veinticinco presentaciones. Una campaña de descenso. Enfrente, un equipo que volvió a su categoría “natural” tras dos veranitos en la BNacional, que había arrancado muy mal en la primera ronda, y que a partir de un cambio de timón en la conducción técnica ─lógico─ logró no sólo enderezar el rumbo, sino ubicarse en el G4 que pelea el quinto ascenso, acumulando cinco triunfos en fila en condición de visitante, incluyendo un resonante 4 a 0 en Floresta. Un condimento más adornaba la previa: durante toda la madrugada y la mañana del lunes había llovido mucho, y aunque a la hora de dar inicio al juego el sol brillaba sobre el Juan Pasquale, el suelo estaba blando y pesado. ¿Aprovecharía Español esa anomalía?
  No. Cinco minutos hicieron falta para que el poste de Figueroa temblara en la tarde carnavaleña. No iba a ser la única vez que Flandria sacudiría el vertical en ese primer tiempo. El arquero españolista volaba de palo a palo haciendo inexplicable que el marcador siguiera en cero. Un deja vu de tres lunes atrás en Los Polvorines. La imagen del falso local es la de un boxeador al que le entraron seis trompadas de lleno en el rostro sin esgrimir defensa, y que milagrosamente llegó a la campanada sin haber besado el suelo del ring. La explicación encuentra su origen en la dirección técnica ─desde esta página se viene fatigando al respecto hace meses─ y también adentro del campo: los laterales son un verdadero corso en este día festivo donde cualquier murga se florea; los volantes creativos brillan por su ausencia: hasta Robledo es reemplazado; y el peso ofensivo es casi nulo, con PL10 cargándose al equipo al hombro a sus treinta y siete años, y HK9 esperando que alguna vez le llegue una pelota limpia. Apenas se salvan del aplazo el consolidado Figueroa en la valla, los centrales ─tuvo que desgarrarse Talín para que Pérez Serra, el mejor zaguero españolista desde el regreso a la BMetro, vuelva al once titular─ y Collante. Una suerte de columna vertebral en la zona baja (¿sería lumbar?) mientras el resto del esqueleto se desmorona como un castillo de cartas.
  Cuando perder es ganar, y viceversa. Una derrota en el Bajo Núñez significaría la eyección de Perisé del banco de suplentes, y, posiblemente, el regreso de Eduardo Pizzo (ay) a la conducción del equipo. Español hizo todos los méritos en esa primera etapa no sólo para irse en desventaja sino para embarcarse en una derrota de proporciones épicas como la sufrida en Villa Crespo. ¿Hasta cuándo?, era la pregunta, casi unánime. Como dijo alguna vez Leandro N. Alem en tiempos en que el partido radical no daba vergüenza, que se rompa pero no se doble. Preferible perder (y perder mal) a volver a sumar un puntito y seguir estirando este despropósito de campaña. Pero no. A Español, a éste Español, le encantan los problemas. Los volvió su estado de normalidad. Los disfruta. Casi podría decirse que encuentra ahí la fuente de su goce. Masoquismo. Autodestrucción. Vaya pulsión de muerte, gallego. Minuto 81. Flandria no asedia como en la mitad inicial. Perisé sumó un poroto con la entrada de Maza en lugar de Lugli media hora antes. Ahora saca a un ingrávido Vázquez y mete a un pibe a jugar los últimos diez. Se llama Thiago Nuss, es delantero, y nació en este siglo, caramba. Tiene una cara de pibe que asusta (a los propios). Una va a tener, se escucha detrás del alambrado. Minuto 83. Contragolpe españolista. Un pase largo, otro más, para que Haberkon corra al vacío en diagonal izquierda desde tres cuartos de cancha para el lado del banderín del córner. En las diminutas extensiones de esta canchita, la pelota indefectiblemente tiene que cruzar el área durante el recorrido. Ruggiero sale, apurado y calculando mal. ¿Hará penal? HK9 anticipa y la puntea antes que el guardameta, que decide con buen tino no arrojarse al piso porque sabe que puede cometer infracción. La pelota se va un poco larga. Haberkon corre casi hasta la línea de fondo seguido por un defensor de Flandria. Los fotógrafos se hacen a un lado: la tromba va hacia ellos y los aparatos son demasiado caros. El delantero de Español llega, y en un mismo movimiento domina y observa el área, donde ve a dos defensores de amarillo tratando de cerrar el primer palo, un arco desguarnecido por Ruggiero que salió atolondrado y todavía no volvió, y una camiseta de blanco, solita mi alma, esperando el centro al lado del punto penal. Ahí va la pelota, antes de que Haberkon se estrelle contra las colchonetas reglamentarias. El de blanco es Thiago Nuss, el que recién entró, el pibe que acaba de cumplir dieciocho. Está solo. Recibe la pelota. Tiene el arco de frente. Domina, se perfila para su pierna hábil, y le sale un tiro rasante, algo débil, demasiado al medio del arco, adonde el defensor que cierra el primer palo tal vez podría llegar si le queda resto para ese esfuerzo. No es un defensor, es un volante: Sebastián Mayorga, viejo conocido de las huestes españolistas que el año pasado se mudó a Jáuregui, vaya uno a saber por qué. La pelota va derecho hacia sus piernas, hace una carambola en cada uno de sus tobillos, y termina pidiendo permiso en el fondo del arco. Es el gol de Español, la conquista menos pensada, tal vez la más injusta, seguro la diana que aporta tanto oxígeno como confusión al mismo tiempo. Son tres puntos vitales, qué novedad; son, también, tres puntos que dejarán al DT sentado en el banco al menos una semana más. Nada de eso le importa a Nuss, que ensaya su festejo inaugural en Primera, y que mira al cielo cuando Vigliano pita el final, sin saber que esta noche no va a poder dormir así nomás.
  Desvelo. Este cronista confiesa que la noche inmediatamente posterior al partido, por razones muy diferentes a las del pibe Nuss, durmió peor que las que le siguieron a cada una de las derrotas de Español en cascada. Esperaba que se anunciara de una vez el fin de ciclo y que un manto de sentido común cayera las últimas doce fechas sobre el Bajo Flores. No sucederá. A la vez, volver a ganar tras cuatro meses y ocho días se sintió como hacer un trote sin dolor después de una fractura de fémur. Que el árbol no tape el bosque: el panorama es sombrío, el equipo está último, y la permanencia sigue dependiendo de las malas performances de los rivales. Duele admitir después de un triunfo que no podrá garantizarse la continuidad en la categoría ni siquiera ganando un puñado de partidos más. Español sumó tres puntos casi sin querer y tres días de alivio. El viernes visitará el Monumental de Villa Lynch tratando de estirar esta mini racha de dos partidos sin perder, siempre con un ojo en lo que hagan J.J. y Saca, especialmente, y un oído en lo que suceda con Talleres, CADU, San Miguel, Cole y Almirante, sabiendo que todavía debe jugar contra cinco de esos siete. Después de enfrentar al Furgón vendrán en la misma semana los dos punteros, una verdadera carnicería. Tras esa picadora de carne, comenzará la cuenta regresiva y podremos saber, finalmente, si este experimento de afrontar un torneo anual sin DTs culminará con la debacle anunciada, o si la suerte ─protagonista estelar en la tarde del Bajo Núñez─ le volverá a sonreír a la escuadra roja.
  BMetro 2018 / 2019 ─ Fecha #26 ─ Estadio Juan Pasquale (local Deportivo Español)
Español 1 ─ 0 Flandria
   (*) esta entrada está dedicada a F.P. que en interminables e intensas conversaciones presenciales y por whatsapp aportó algunas de las ideas que aquí se desarrollan
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