Tumgik
softnessbunnie · 3 years
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Capítulo 15
Mark
No me sentía muy bien.
Hace algunos minutos, mi corazón comenzó a latir como loco. Me sentía enfermo del estómago y apenas podía concentrarme lo suficiente como para poner un estúpido pie frente al otro.
La sensación era vagamente familiar. También lo era la falta de aire. Había experimentado esta misma clase de infierno cuando le habían disparado a Jin, pero ahora no tenía ningún sentido. Relativamente hablando, en cierto modo se encontraba a salvo aquí, al menos de psicópatas con armas, y no había razón para que alguien lo lastimara. Bueno, no en este momento, pero sabía que a Jiu le habían hecho cosas para obligar a mi hermano a mutar humanos.
Un cálido hormigueo explotó a lo largo de mi nuca cuando el guardia y yo nos dirigimos por el pasillo hacia el piso de medicina. Jin se encontraba cerca. Bien.
Pero la sensación enfermiza, ese inusual presentimiento de presión y terror creciendo en mi pecho, sólo empeoraba mientras más me acercaba a él.
Esto no estaba bien. No estaba nada bien.
Me tropecé, casi perdiendo el equilibrio, y eso trajo a mi mente una enorme dosis de “qué demonios”. Yo nunca me tropezaba. Tenía un equilibrio maravilloso. O un balance. Como sea.
El imitador barato de Rambo se detuvo frente a una de las muchas puertas sin ventanas e hizo esa cosa con el ojo. Se escuchó un pequeño clic y la puerta se abrió. Todo el aire se escapó de mis pulmones en el momento en el que le di un buen vistazo a la habitación.
Mi peor pesadilla se había vuelto realidad, surgiendo a la vida con una claridad y detalle espeluznante.
Nadie se encontraba junto a él, pero había personas en la habitación, aunque en verdad no las veía. Todo lo que podía ver era a Jin. Estaba acostado boca abajo, con la cabeza hacia un lado. Su rostro se encontraba atrozmente pálido y tenso, con los ojos apenas abiertos. Una fina capa de sudor cubría su frente, haciéndola brillar.
Santo Dios, había demasía sangre esparramándose de la espalda de Jin, cayendo hacia la camilla en la que se encontraba, y derramándose hacia las cazuelas debajo de la mesa.
Su espalda... su espalda era un desastre mutilado. Había músculos abiertos y hueso expuesto. Parecía como si Freddy Krueger hubiese puesto sus garras sobre él. Estaba bastante seguro de que su columna se encontraba... ni siquiera podía terminar ese pensamiento.
Quizá pasó un segundo desde que había entrado a la habitación y me lancé hacia adelante, empujando al idiota del guarda fuera de mi camino.
Titubeé cuando llegué a su lado y lancé mis manos hacia adelante para poder aguantarme. Aterrizaron sobre la sangre, su sangre.
—Jesús —susurré—. Jin... oh, Dios, Jin...
Sus pestañas no se movieron. Nada. Un mechón de cabello se encontraba pegado a su frente cubierta en sudor.
Mi corazón latía erráticamente, luchando por mantener el ritmo, y sabía que no era el mío el que estaba fallando. Era el de Jin. No sabía cómo había sucedido esto. No era que no me importaba, porque sí quería saberlo, pero no era lo más importante en este momento.
—Te tengo —le dije, sin ponerle atención a nadie más en la habitación—. Voy a arreglar esto.
Aún no hubo respuesta, maldije y me giré, preparándome para despojarme de mi piel humana, porque para arreglar esto... necesitaría absolutamente todo lo que poseía.
Mi mirada se encontró con la de Nancy durante un segundo. —Eres una perra.
Golpeó la pluma contra su sujetapapeles e hizo un sonido de desaprobación. —Necesitamos cerciorarnos de que puedas sanar de nuevo en lo que se considera un nivel catastrófico. Esas heridas fueron hechas precisamente para que fuesen letales, pero se tomaran su tiempo, no como una lesión de estómago o alguna obstrucción en otras partes variadas de su cuerpo. Tendrás que sanarlo.
Algún día mataría a esta tipa.
La ira aumentó, avivándome, y cambié a mi forma verdadera; un rugido se elevó desde lo más profundo de mi alma. La mesa tembló. Los utensilios en la bandeja clamaron y se tambalearon hacia afuera. Las puertas de los gabinetes se abrieron.
—Jesús —murmuró alguien.
Coloqué mis manos sobre Jin. Kitten, estoy aquí. Aquí estoy, bebé. Haré que esto desaparezca. Todo esto.
No hubo respuesta, y el picante sabor del miedo me abrazó. Mis manos irradiaron calidez, y la luz blanca teñida de rojo se tragó a Jin. Vagamente escuché a Nancy decir—: Es hora de avanzar hasta la fase de mutación.
 ***
 Sanar a Jin me había dejado exhausto. Eso hizo que todos en la habitación tuviesen mucha suerte, ya que, si pudiese mover mis piernas, no había duda de que podría eliminar al menos dos de ellos antes de que pudiesen ponerme las manos encima.
Intentaron sacarme de la habitación después de haber curado a Jin. Estaban locos si creían que los dejaría solos con él. Nancy y Dasher se marcharon hace un rato, pero el doctor se quedó, revisando los signos vitales de Jin. Se encontraba bien, había dicho. Estaba perfectamente sano.
Quería asesinarlo.
Y creo que lo sabía, ya que se mantuvo muy lejos de mi alcance.
El doctor eventualmente se fue. Sólo Archer se quedó. No dijo una palabra, lo que estuvo jodidamente bien para mí. El poco respeto que había adquirido por el hombre murió en el momento en que me di cuenta que había estado en esta habitación durante todo el tiempo en que... en que le hicieron todo esto. Sólo para comprobar que era lo suficientemente fuerte para traerlo de vuelta del borde de la muerte.
Sabía lo que venía ahora: un torrente sin fin de humanos medio muertos.
Sacando ese hecho fuera de mi cabeza, me enfoqué en Jin. Me senté junto a la cama, en la estúpida silla de ruedas en la que había estado Nancy, sosteniendo su mano inmóvil, y acariciándola en círculos con mi pulgar, esperando de algún modo llegar hasta él. Aún no se había despertado, y esperaba que hubiese estado desmayado durante todo el proceso.
En algún momento, una enfermera había venido para limpiarlo. No quería a nadie cerca de él, pero tampoco quería que Jin se despertara cubierto en su propia sangre. Quería que se despertara y no recordara esto, absolutamente nada de esto.
—Yo me encargo —dije, levantándome.
La enfermera sacudió la cabeza. —Pero yo...
Tomé un paso hacia ella. —Yo lo haré.
—Déjalo que lo haga —dijo Archer, con los hombros tensos—. Vete.
La enfermera parecía como si fuera a discutir, pero finalmente se fue.
Archer apartó la mirada cuando le quité toda esa ropa mojada de sangre y comencé a limpiarle la espalda. Su espalda... se encontraba cubierta de cicatrices—perversas marcas rojas y con mal aspecto debajo de sus omóplatos—que me recordaban uno de esos libros que había traído a casa sobre un ángel caído a quien le habían arrancados las alas.
No sé por qué esta vez le habían salido cicatrices. La bala había dejado una leve marca en su pecho, pero nada como esto. Quizá haya sido por todo el tiempo que me tomó sanarlo. Quizá fue porque el agujero de la bala era muy pequeño, y esto... esto no lo era.
Un bajo sonido inhumano se arrastró por mi garganta, alarmando a Archer. Junté la poca energía que me quedaba y terminé de cambiarlo. Luego me senté de nuevo y tomé su pequeña mano. El silencio en la habitación era tan denso como la niebla, hasta que Archer lo rompió.
—Podemos llevarlo de vuelta a su habitación.
Presioné mis labios a sus nudillos. —No voy a dejarlo.
—No sugerí eso. —Hubo una pausa—. No me dieron ninguna orden en específico. Puedes quedarte con él.
Una cama sería mucho mejor para él, me imaginé. Forzando mi cuerpo a levantarse, apreté la mandíbula al deslizar mis brazos debajo de su cuerpo.
—Espera. —Archer se acercó hasta nosotros, y me giré, con un gruñido en mis labios. Se echó para atrás, levantando las manos—. Sólo iba a sugerir que podía llevarlo. No luces como si pudieses caminar en este momento.
—No lo tocarás.
—Yo...
—No —gruñí, elevando el ligero peso de Jin—. No sucederá.
Archer sacudió la cabeza, pero se volteó, dirigiéndose hacia la puerta.
Satisfecho, giré a Jin en mis brazos lo más cuidadosamente que pude, preocupado de que su espalda le causara algún dolor. Cuando estuve seguro de que así estaba bien, tomé un paso adelante y luego otro.
El viaje de regreso a la habitación fue tan fácil como caminar descalzo en un suelo cubierto de hojillas de afeitar. Mi nivel de energía se encontraba al mínimo. Acostarlo en la cama y gatear a su lado drenó toda la poca energía que me quedaba. Quería levantar la manta para que no tuviese frío, pero mi brazo era como una piedra entre nosotros.
En cualquier otro momento hubiese preferido llevar a Nancy a una cena romántica que aceptar la ayuda de Archer, pero no dije nada cuando levantó la manta y la acomodó sobre nosotros.
Abandonó la habitación, y finalmente, Jin y yo estuvimos solos.
Lo observé hasta que ya no pude mantener los ojos abiertos por más tiempo. Y luego conté cada respiro que tomaba hasta que ya no pude recordar cuál era el número anterior. Y cuando eso sucedió, repetí su nombre, una y otra vez, hasta que fue lo último que pensé antes de deslizarme al olvido.
 Jinyoung
Me levanté sobresaltado, jadeando por aire y esperando que me quemara desde adentro hacia afuera, esperando que el dolor aún siguiese allí destruyendo cada pizca de mi ser.
Pero me sentía bien. Inflamado y adolorido, pero por todo lo demás me encontraba bien, considerando lo que había sucedido. Extrañamente, me sentía desprendido de lo que el doctor había hecho, pero estando aquí acostado, aún podía sentir las manos fantasmas en mis muñecas y tobillos, sujetándome contra la camilla.
Mi estómago se estremeció con una sensación fea, con tumultos de emociones que partían desde la ira y llegaban a la impotencia. Lo que habían hecho para demostrar que Mark podía curar heridas fatales fue horrendo, y esa palabra se sentía demasiado leve en comparación, no era lo suficientemente grave o severa.
Forcé mis ojos a abrirse, sintiéndome repulsivo e incómodo en mi propia piel.
Mark se encontraba durmiendo profundamente junto a mí. Sombras negras cubrían sus mejillas. Debajo de sus ojos había ojeras oscuras, de un color púrpura por el agotamiento. Sus mejillas se encontraban pálidas y sus labios abiertos. Varias ondas de cabello oscuro cubrían su frente. Nunca antes lo había visto tan exhausto. Su pecho subía continuo y a la par, pero el miedo corría por mis venas.
Me apoyé sobre un codo y me incliné hacia él, colocando una mano sobre su pecho. Su corazón latía bajo mi palma, ligeramente acelerado debido al ritmo del mío.
Al mirarlo dormir, esa fea masa de emociones tomó nueva forma. El odio la revestía, cristalizándola hasta crear un duro armazón de rabia y amargura. Mi mano se apretó en un puño contra su pecho.
Lo que me habían hecho era reprensible, pero lo que habían obligado a hacer a Mark iba más allá de eso. Y sólo se pondría peor a partir de este momento. Comenzarían a traer humanos, y cuando fallara al mutarlos con éxito, me lastimarían para castigarlo.
Me convertiría en Jiu, y a él en Matthew.
Exhalé un largo suspiro, apretando con fuerza mis ojos. No. No podía permitir que esto ocurriera. No podíamos permitir que esto ocurriera. Pero en realidad, ya estaba sucediendo. Pedazos de mi ser se habían vuelto oscuros por lo que había hecho y lo que habían forzado en mí. ¿Y si todas esas cosas feas seguían amontonándose—lo cual seguirían haciendo—cómo podríamos ser diferentes? ¿Cómo podríamos no convertirnos en Jiu y Matt?
Entonces me golpeó.
Abrí los ojos y mi mirada recorrió los amplios pómulos de Mark. No era que tenía que ser más fuerte que Jiu, porque estaba segura de que ella había sido muy fuerte y que aún lo era. No era que Mark tenía que ser mejor que Matthew. Ambos teníamos que ser más fuertes y mejores que ellos, que Daedalus.
Bajando la cabeza, besé suavemente los labios de Mark, y en ese momento juré que saldríamos de esto. No sólo era Mark prometiéndomelo.
Esta situación no recaída solamente en sus manos.
Ambos lo haríamos, juntos.
De pronto su brazo se movió hasta envolver mi cintura, y me tiró contra su cuerpo. Un llamativo ojo miel se abrió. —Hola —murmuró.
—No quise despertarte.
La esquina de su boca se elevó. —No lo hiciste.
—¿Has estado despierto durante un rato? —Cuando su sonrisa se amplió, sacudí la cabeza—. Así que, ¿simplemente te quedaste allí acostado y me dejaste observarte como una raro?
—Básicamente, Kitten. Pensé en dejarte que miraras todo lo que quisieses, pero luego me besaste y, bueno, me gustaría involucrarme un poco más en ese asunto. —Ambos ojos se abrieron, y como siempre, mirarlos fijamente resultaba una cualidad bastante estimulante—. ¿Cómo te sientes?
—Estoy bien. En realidad, me siento genial. —Recostándome junto a él, acomodé mi cabeza en su brazo, y su mano me abrazó, enredándose en mi cabello—. ¿Qué hay de ti? Sé que eso debió haberte agotado mucho.
—No deberías preocuparte por mí. Lo que ellos...
—Sé lo que hicieron. Sé por qué lo hicieron. —Incliné hacia abajo la barbilla al deslizar una mano entre nosotros. Se tensó cuando el dorso de mis nudillos rozó su estómago—. No mentiré. Me dolió terriblemente. Cuando lo estaban haciendo, quería... Ni siquiera quieres saber lo que quería, pero estoy bien gracias a ti. Pero odio lo que te obligaron a hacer.
Su respiración acarició mi frente, y hubo silencio por un largo rato. —Me asombras. —Fue todo lo que dijo.
—¿Qué? —Levanté la mirada. —Mark, no soy asombroso. Tú lo eres. ¿Las cosas que puedes hacer? ¿Lo que has hecho por mí? Tú...
Presionó un dedo sobre mis labios, callándome. —Luego de todo lo que pasaste, ¿estás más preocupado por mí? Sí, me asombras, Kitten, en verdad lo haces.
Sentí una sonrisa tirando de mis labios, y se sentía casi un poco extraño querer sonreír luego de todo lo que sucedió. —Bueno, ¿qué te parece esto? Ambos somos asombrosos.
—Me gusta. —Bajó su boca hasta la mía, y el beso fue dulce y tierno, tan consumidor como los otros, ya que ofrecía una promesa, una promesa de más, de un futuro—. Sabes, no te he dicho esto lo suficiente, y debería decírtelo a cada oportunidad que se me presente, pero te amo.
Jadeé. Escucharlo decir esas palabras nunca dejaba de afectarme profundamente. —Sé que lo haces, aunque no lo digas todo el tiempo. —Alcé la mano y recorrí con las puntas de mis dedos sobre la curva de su mejilla. —Te amo.
Los ojos de Mark se cerraron, y todo su cuerpo se tensó. Pareció absorber esas palabras dentro de sí.
—¿Cuán cansado estás? —pregunté luego de un par de minutos de quedármele viendo como un tonto.
Su brazo se apretó a mí alrededor. —Muy cansado.
—¿Ayudaría si pasas a tu verdadera forma?
Dio un pequeño encogimiento. —Probablemente.
—Entonces, hazlo.
—¿No eres un poco mandón?
—Cállate y pásate a tu verdadera forma para que puedas sentirte mejor. ¿Qué te parece? ¿Suficientemente mandón para ti?
Se rio suavemente. —Lo amo.
Empecé a señalar que comenzaba a ponerse demasiado cómodo con esa palabra que empieza con A, pero se giró ligeramente y presionó sus labios contra los míos una vez más. Este beso era más profundo, más hambriento y urgente. Aún con los ojos cerrados, podía ver la luz blanca cuando comenzó a cambiar. Jadeé sorprendido, perdiéndome en la calidez y la intimidad del momento. Cuando se separó, apenas podía abrir los ojos de lo brillante que era.
—¿Mejor? —pregunté en voz alta, lleno de emoción.
Su mano encontró la mía. Era extraño ver esos dedos recubiertos de luz entrelazándose con los míos, apretándose a su alrededor. Mejoré en el momento en que despertaste.
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softnessbunnie · 3 years
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Capítulo 14
Mark
Teníamos que salir de allí. Lo más pronto posible, no lo más tarde. Eso era todo en lo que podía pensar.
Cuando nos llevaron a nuestras habitaciones, miré a Archer un poco más diferente y jodidamente más cerca. El soldado siempre me había parecido distinto, pero nunca me habría imaginado que era algo diferente a humano.
No había sentido nada raro de él, ni una maldita cosa que no sea esta vibra, pero me di cuenta de que Jin parecía a gusto con él. Aparte de unas pocas respuestas sarcásticas, que de toda la gente no podía poner su contra, parecía un tipo bastante agradable.
Y, francamente, no me importaba qué demonios era. Sabiendo que era algo diferente sólo significaba que tenía que observarlo con más cuidado. Lo que si importaba era el hecho de que estaban criando niños aquí.
Eso me molestó muchísimo, y también me enfureció.
En cuanto se cerró la puerta detrás de mí, me dirigí hacia el baño. Jin tuvo la misma idea. Un segundo después, la puerta se abrió y entró, cerrándola silenciosamente a su espalda.
Su rostro se encontraba pálido. —Me dan ganas de vomitar.
—Bueno, déjame quitarme del camino, entonces.
Sus cejas se fruncieron. —Mark, ellos... —sacudió la cabeza, con los ojos muy abiertos—. No hay palabras para esto. Va más allá de cualquier cosa que pude haber imaginado.
—Lo mismo digo. —Me apoyé en el lavabo mientras él se sentaba al borde de la tapa cerrada—. Matthew nunca te mencionó nada de eso, ¿verdad?
Negó con la cabeza. Matt rara vez hablaba de su tiempo con Daedalus, y cuando lo hacía, por lo general le contaba a Jin. —No, pero dijo que algunas de las cosas eran dementes. Probablemente hablaba de esto.
Antes de decir algo más, me cambié sin avisar a mi verdadera forma. Lo siento, dije cuando hizo una mueca. Luc me había advertido que las cosas aquí volarían mi mente. Hablando de eso, noté algo acerca de los ojos de Archer y Micah... ¿y quién tiene el mismo tipo? Luc también tiene esa rara línea borrosa.
Diablos, debería haber sabido que ese chico no era un híbrido normal. Es un origen.
Jin pasó las palmas de sus manos sobre sus muslos. Cuando se sentía nervioso, siempre estaba inquieto. Normalmente me parecía lindo, pero odiaba el por qué que había detrás de ello en este momento. Esto va más allá de nosotros, dijo. ¿Cuántos niños crees que tienen? ¿Cuántas personas están ahí fuera en el mundo, haciéndose pasar por seres humanos normales?
Bueno, eso no es más diferente a nosotros pretendiendo ser normales.
Nosotros no somos súper humanos que pueden tirar una persona al suelo con el doblar de nuestros puños.
Envidiaba un poco esa habilidad. Sí, una lástima, porque eso sería muy útil cuando alguien te está poniendo de los nervios.
Su mano salió disparada, golpeando mi pierna. ¿Y qué diablos fue eso?
Ella, esa malvada mujer en traje de pantalón, no mencionó nada acerca de eso.
Casi todas las mujeres que visten trajes de pantalón son malvadas.
La cabeza de Jin se inclinó hacia un lado. Bueno. Tengo que estar de acuerdo con eso, pero, ¿podemos enfocarnos?
Podemos hacerlo ahora que estás de acuerdo. Estiré la mano y pellizqué su nariz, lo que me ganó una mirada asesina. Tenemos que largarnos de aquí y rápido.
Estoy de acuerdo. Empujó mi mano cuando fui por su nariz otra vez. No te ofendas, pero no tengo ningún deseo en hacer ningún bebé raro contigo en este momento.
Me atraganté con mi risa. Serías bendecido de tener un hijo mío. Admítelo.
Rodó sus ojos. En serio, tu ego no conoce límites, no importa la situación.
Oye. Me gusta ser constante.
Eso eres, dijo, la voz era seca en mis pensamientos.
Por mucho que me encanta la idea de todo el proceso de hacer un bebé contigo, nunca va a suceder en estas circunstancias.
Un bonito rubor cubrió sus mejillas. Me alegro de que estemos en la misma página, amigo.
Me eché a reír.
Necesitamos conseguir el LH-11 y de alguna manera ponernos en contacto con Luc. Eso suena imposible para mí. La mirada de Jin vagó hacia la puerta cerrada. Ni siquiera sabemos dónde está guardado.
Nada es verdaderamente imposible, le recordé. Pero creo que necesitamos otro plan.
¿Alguna idea? Se pasó las manos por el cabello. Tal vez podríamos dejar a los orígenes sueltos en el recinto.
Apuesto a que eso podría causar distracción suficiente. O tal vez podrías tomar la forma de uno de los empleados aquí...
Eran buenas ideas, pero tenía problemas: Apuesto a que Daedalus tenía defensas en caso de que un Luxen se transformara en otra persona, y ¿cómo podríamos llegar al otro edificio para dejar salir un montón de súper soldados miniatura?
Jin se giró hacia mí, mordiéndose el labio inferior mientras se acercaba.
Sus dedos se deslizaron a través de la luz y me tocó el brazo. Todo mi cuerpo se sacudió. En mi verdadera forma, era hipersensible. No eran muy buenas ideas, ¿verdad?
Eran grandes ideas, pero...
No fáciles de llevar a cabo. Deslizó su mano por mi brazo, inclinando la cabeza hacia un lado mientras su mirada vagaba sobre mí. Mi luz se reflejaba en sus mejillas, dándole un brillo rosáceo. Era hermoso, y estaba tan, pero tan desesperadamente enamorado de él.
Su barbilla se alzó, y contuvo el aliento, con los ojos muy abiertos.
De acuerdo, al parecer escuchó ese pensamiento.
Lo hice. Una pequeña sonrisa dividió sus labios. Me gustó escucharlo. Mucho.
Arrodillándome para estar a su mismo nivel, tomé su mejilla. Prometo que esto no va a ser nuestro futuro, Kitten. Yo a ti te daré... una vida normal.
Sus ojos brillaron. No espero una vida normal. Sólo espero una vida contigo.
Sí, eso hizo cosas locas en mi corazón. Como que dejó de latir por un momento, y estuve muerto frente a él por un segundo. A veces, no creo que yo...
¿Qué?
Sacudí la cabeza. No importa. Bajé la mano y retrocedí, rompiendo el contacto. Luc dijo que sabría cuando llegue a tener el LH-11. Es evidente que a quien tiene aquí tiene que ser cercano a nosotros. ¿Alguien en quien puedas pensar que podría ser un amistoso?
No sé. Los únicos con los que realmente he estado son el doctor, el sargento, y Archer. Se detuvo, arrugando la nariz. Hacía eso cada vez que se concentraba. Sabes, siempre pensé que Archer podría estar en el Equipo No Demente, pero sabiendo que es uno de ellos—un origen—no sé qué pensar de él.
Pensé en eso por un momento. Ha sido bueno contigo, ¿no?
Algo del color subió por sus mejillas. Sí, lo ha sido.
Cuento hasta diez antes de continuar, dije: ¿y los demás no lo han sido?
No respondió inmediatamente. Hablar de esas cosas no va a ayudarnos a salir de aquí.
Lo más probable es que no, pero...
—Mark —dijo en voz alta, con los ojos entrecerrados. Necesitamos un plan para salir de aquí. Eso es lo que necesito. No es una sesión de terapia.
Me puse de pie. No lo sé. La terapia puede ayudar a ese temperamento tuyo, Kitten.
Como sea. Cruzó los brazos, con los labios fruncidos. Así que, ¿volviendo a otras opciones? Parece que todo va a ser un Ave María. Y todo lo que intentemos, si nos descubren, estaremos total e irrevocablemente jodidos.
Conteniendo el aliento, cambié de nuevo a mi forma humana, luego sacudí los hombros hacia fuera. —Suena bien —concordé.
 Jinyoung
Pasaron los días, y aunque no había más orígenes corriendo furiosamente a través del recinto, y nadie intentaba coaccionarnos a Mark y a mí de intentar hacer bebés como si no hubiera un mañana, la general sensación de malestar se había apoderado de mí.
Mis pruebas de resistencia se habían retomado, pero no implicaban ningún otro híbrido. Por alguna razón, me mantuvieron lejos de los demás, aunque sabía que todavía se encontraban allí. Durante mis pruebas, me vi obligado a utilizar la Fuente para una versión desquiciada de prácticas de tiro.
Menos las armas y las balas.
Por mi cabeza aún volaba mi cabeza la idea de que en realidad me estaban entrenando, como si hubiera sido reclutado por el ejército. Hacía más o menos un día, mientras estábamos en el baño, le había preguntado a Mark sobre el otro Luxen de nuevo.
Una mirada de sorpresa alumbró en su rostro. —¿Qué?
Tener una conversación sabiendo que probablemente estábamos siendo escuchados era difícil. Muy rápido y en voz baja, le había dicho acerca de Shawn y lo que Dasher había dicho.
—Eso es una locura. —Había sacudido la cabeza—. Quiero decir, estoy seguro de que hay Luxen por ahí que odian a los humanos, ¿pero una invasión? ¿Miles de Luxen poniéndose en contra de la humanidad? No creo eso.
Y me di cuenta de que no lo hacía. Quería creerlo, también. No creí que tuviera motivos para mentirme, pero Daedalus tenía muchas caras. Una de ellas tenía que ser verdad.
Todo esto era mucho más grande que Mark y yo. Queríamos salir de aquí, tener un futuro en el que no éramos un experimento científico loco o controlado por una organización secreta, pero lo que Daedalus hacía con los orígenes tenía implicaciones de gran alcance que iban más allá de lo que cualquiera de nosotros podría entender.
Me quedé pensando en las películas de Terminator, acerca de cómo las computadoras se volvieron conscientes de sí mismas y luego bombardearon el mundo hasta acabarlo. Sacamos las computadoras y las reemplazamos con los orígenes. Mierda, los reemplazamos con Luxen, Arum o híbridos, y tenemos un evento apocalíptico en nuestras manos. Cosas como esta nunca terminan bien en las películas o libros. ¿Por qué en la vida real sería diferente?
Tampoco habíamos llegado muy lejos en nuestros planes de fuga. Como que apestábamos en eso, y quería estar enojado con Mark por exponerse a esto sin un plan, pero no pude, porque lo había hecho por mí.
Fue en algún momento después de la comida que Archer se presentó y me condujo al salón de medicina. Esperaba ver a Mark, pero lo habían llevado antes. Odiaba no saber lo que estaba pasando con él.
—¿Qué vamos a hacer hoy? —pregunté, sentado en la mesa. Estábamos solos en la habitación.
—Estamos esperando al doctor.
—Eso lo noté. —Eché un vistazo a Archer y respiré hondo—. ¿Qué se siente? ¿Ser un origen?
Se cruzó de brazos. —¿Qué se siente ser un híbrido?
—No lo sé. —Me encogí de hombros—. Supongo que me siento como que he sentido siempre.
—Exactamente —respondió—. No somos tan diferentes.
Era completamente diferente de todo lo que había visto. —¿Conoces a tus padres?
—No.
—¿Y eso no te molesta?
Se produjo una pausa. —Bueno, no es algo con lo que me he obsesionado. No puedo cambiar el pasado. Hay muy poco que puedo cambiar sobre las cosas.
Odiaba el tono suave de su voz, como si nada de esto le afectara en lo absoluto. —Así que, ¿tú eres lo que eres? ¿Y eso es todo?
—Sí. Eso es todo, Jinyoung.
Subí las piernas y me senté con ellas cruzadas. —¿Fuiste criado aquí?
—Sí. Crecí aquí.
—¿Alguna vez viviste en ningún otro sitio?
—Lo hice por un corto período de tiempo. Una vez que me hice mayor, nos mudaron a una ubicación diferente para nuestra formación —hizo una pausa—. Estás haciendo un montón de preguntas.
—¿Y? —Apoyé mi barbilla sobre mi puño—. Tengo curiosidad. ¿Alguna vez has vivido por tu cuenta, en el mundo exterior?
Su mandíbula se flexionó, y luego sacudió la cabeza.
—¿Alguna vez has amado?
Abrió la boca y volvió a cerrarla. No contestó.
—Lo has hecho. —Sabía que tenía razón. No pude ver sus ojos bajo la boina, y su expresión no había cambiado, pero lo sabía—. Pero ellos no te lo permiten, ¿verdad? ¿Así que nunca has estado en una escuela normal? ¿Ido a un Applebee’s?
—He estado en un Applebee’s —respondió secamente—. Y en un Outback, también.
—Bueno, felicidades. Lo has visto todo.
Su boca se torció. —Tu sarcasmo no es necesario.
—¿Has estado alguna vez en un centro comercial? ¿Has ido a una librería normal? ¿Te has enamorado? —Lancé preguntas a diestra y siniestra, sabiendo que probablemente lo estaba incomodando—. ¿Te has disfrazado para Halloween y has hecho dulce o truco? ¿Celebras la Navidad? ¿Alguna vez has comido un pavo cocido y fingido que era bueno?
—Estoy asumiendo que tú has hecho todas esas cosas. —Cuando asentí, dio un paso adelante, y de repente se encontraba justo frente mi cara, inclinándose tan bajo que la boina tocó mi frente. Me sorprendió, porque no lo había visto moverse, pero me negué a retroceder. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios—. También asumo que tienes un punto para todas estas preguntas. Que tal vez quieres probar que de alguna manera que no he vivido, que no he experimentado la vida, todas las cosas mundanas que realmente dan una razón persona para vivir. ¿Es eso lo que estás tratando de hacer?
Incapaz de apartar la mirada de él, tragué. —Sí.
—No tienes que demostrar eso o señalármelo —dijo, luego se enderezó. Sin hablar en voz alta, oí sus siguientes palabras en mis pensamientos—: Ya sé que realmente no he vivido un solo día de mi vida, Jinyoung. Todos nosotros sabemos eso.
Di un grito ahogado por la intrusión de su voz y en la desesperanza sombría de sus palabras. —¿Todos ustedes? —susurré.
Asintió mientras daba un paso atrás. —Todos nosotros.
La puerta se abrió, silenciándonos. El doctor Roth entró, seguido por el sargento, Nancy, y otro guardia. Nuestra conversación inmediatamente cayó fuera de mis pensamientos. Ver al sargento y a Nancy juntos no traía buenas noticias.
Roth se dirigió directamente a la bandeja y empezó a jugar con los instrumentos allí. Mis venas se helaron cuando tomó un bisturí. —¿Qué está pasando?
Nancy se sentó en una silla colocada en la esquina, con un portapapeles en la mano. —Tenemos más pruebas que completar, y necesitamos seguir adelante.
Recordando la última prueba que implicó un bisturí, palidecí. —¿Me dan detalles?
—Puesto que has demostrado que has sufrido una mutación estable, ahora podemos centrarnos en el aspecto más importante de las habilidades Luxen —explicó Nancy, pero yo en realidad no la miraba. Mis ojos se encontraban fijos en el Dr. Roth—. Mark ha demostrado tener un notable control sobre la Fuente, como se esperaba. Ha pasado todas sus pruebas, y la última curación que hizo en ti fue un éxito, pero tenemos que asegurarnos de que pueda curar heridas más graves antes de que podamos traer sujetos.
Mi estómago cayó y mis manos temblaron al apretar el borde de la mesa. —¿Qué quieres decir?
—Antes de que podamos traer humanos, hay que asegurarse de que puede curar una lesión grave. No hay ninguna razón para someter a un ser humano a ello si no puede hacerlo.
Oh Dios...
—Puede sanar heridas graves —le espeté, retrocediendo cuando el médico se puso delante de mí—. ¿Cómo crees que me he mutado en primer lugar?
—A veces eso sólo es un golpe de suerte, Jinyoung. —El sargento Dasher se trasladó al otro lado de la mesa.
Inhalé aire, pero mis pulmones parecían haber dejado de funcionar. Daedalus apenas podía replicar la mutación, y había sometido a Jiu y a Matthew a cosas terribles, intentando hacer que Matthew mutara otros seres humanos. Lo que Daedalus no sabía era que tras la curación debía haber unas ganas verdaderas, una necesidad. Necesidad y ganas como el amor. Por eso era tan difícil de replicar.
Casi les dije eso para salvar mi propio pellejo, pero luego me di cuenta de que probablemente no haría ninguna diferencia. Will no me había creído cuando se lo dije. No había ninguna ciencia detrás de eso. Hacía toda la cosa de la curación casi mágica.
—Hemos aprendido de la última vez, que el tener a Mark en la habitación durante el procedimiento no es una buena idea. Él será traído después de que hayamos terminado —continuó Dasher—. Acuéstese boca abajo, Jinyoung.
Un poco de alivio me invadió cuando me di cuenta que sería demasiado difícil cortarme el cuello estando acostado sobre mi vientre, pero aun así me detuve. —¿Y si no puede curarme? ¿Y si sólo fue un golpe de suerte?
—Entonces todo el experimente habrá terminado —dijo Nancy desde su rincón—. Pero creo que tú y yo sabemos que no será el caso.
—Si sabes que no será el caso, entonces ¿por qué tienes que hacer esto? —No era sólo el dolor lo que intentaba evitar. No quería que trajeran Mark para acá y lo hagan pasar por esto. Había visto lo que le había hecho a Matthew, lo que haría a cualquiera.
—Tenemos que hacer pruebas —dijo el Dr. Roth, su mirada compasiva—. Lo sedaríamos, pero no tenemos forma de saber cómo eso afectaría el proceso.
Mis ojos volaron hacia Archer, pero desvió la mirada. No había ayuda allí. No existía ayuda en ningún lugar de esta sala. Esto iba a suceder, e iba a apestar como el culo de un burro.
—Acuéstese sobre su estómago, Jinyoung. Cuanto antes lo haga, más rápido habrá terminado. —El sargento Dasher colocó las manos sobre la mesa—. O nosotros mismos lo voltearemos.
Miré hacia arriba, bloqueando mi mirada con la suya, y cuadré los hombros. ¿Realmente creyó que sólo iba a hacer esto de buena gana y hacerme el fácil ante todos ellos? Estaba muy equivocado.
—Entonces va a tener que voltearme. —le dije.
Me puso sobre mi estómago con extrema rapidez. Fue bastante vergonzoso lo rápido en que me dio la vuelta con la ayuda del otro guardia que había llegado con ellos. Dasher sostenía mis pies, y el guardia tenía mis manos atadas a los lados de mi cabeza. Me removí como un pez durante unos segundos antes de darme cuenta de que no estaba haciendo ningún bien.
Todo lo que pude levantar fue mi cabeza, lo cual provocaba que mis ojos diesen hacia el pecho del guardia. —En el infierno hay un lugar especial para ustedes.
Nadie respondió, bueno, no en voz alta.
La voz de Archer llenó mi cabeza. Cierra los ojos y respira profundamente cuando te lo indique.
Demasiado asustado para incluso prestar atención a lo que estaba diciendo o darle mucha importancia a que intentaba ayudarme, me faltaba el aliento.
La parte de atrás de mi camisa fue levantada y el frío aire se precipitó sobre mi piel, enviando una oleada de escalofríos por mi columna vertebral hasta mis hombros.
Oh Dios. Oh Dios. Oh Dios. Mi cerebro se cerraba, el miedo se aferraba las garras afiladas.
Jinyoung.
El frío filo del bisturí recayó sobre mi piel, justo debajo de mi hombro.
Jinyoung, ¡respira profundo!
Abrí la boca.
Hubo un rápido movimiento del brazo del doctor y un fuego abrazador encendió mi espalda, trayendo un intenso dolor profundo y ardiente que abrió mi piel y músculo.
No respiré profunde. No pude.
Grité.
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softnessbunnie · 3 years
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Capítulo 13
Mark
Uh… —murmuré.
Los ojos del niño eran púrpuras como dos joyas de amatista con extrañas líneas alrededor de las pupilas, iguales a los de Luc. Y lucían fríos y planos mientras escaneaban a los oficiales delante de él.
El Dr. Roth dio un paso adelante. —Micah, ¿qué estás haciendo? Sabes que no debes estar en este edificio. ¿Dónde está tú...?
Varias cosas sucedieron extremadamente rápido y, de verdad, no me lo habría creído si no lo hubiese visto con mis propios ojos.
El niño levantó una mano, y hubo una sucesión de varios estallidos de balas saliendo de los rifles. El jadeo horrorizado de Jin dio a entender que pensaba lo mismo que yo. ¿En serio le iban a disparar a un niño?
Pero las balas se detuvieron, como si el niño fuera un Luxen o híbrido, pero no era uno de mi especie. Lo habría sentido. Tal vez era un híbrido, porque esas balas impactaron contra una resplandeciente pared azul a su alrededor.
La luz azul se expandió, tragándose las balas—docenas de ellas—e iluminándolas como luciérnagas azules. Colgaron en el aire durante un segundo y luego estallaron hasta desaparecer. El niño cerró los dedos hacia adentro, como si les hiciera señas para que vinieran a jugar con él, y de una forma total a lo Magneto, las armas de fuego volaron de las manos de los oficiales, zumbando hacia el niño. Ellas, también, se detuvieron en el aire y se iluminaron con tonos vibrantes de azul. Un segundo más tarde, las armas eran polvo.
Las manos de Jin se clavaron en mi espalda. —Santa...
—Mierda —finalicé.
El Dr. Roth intentaba hacerse paso entre los soldados. —Micah, no puedes...
—No quiero volver a ese edificio —dijo el niño con una voz que era extrañamente aguda y plana al mismo tiempo.
Washington el Idiota se movió, sosteniendo una pistola. El Dr. Roth gritó, y la cabeza de Micah dio media vuelta. El rostro del guardia palideció, y Micah cerró el puño. Washington cayó al suelo de rodillas, agarrándose la cabeza mientras se doblaba. Tenía la boca abierta en un grito silencioso, y la sangre vertía de sus ojos.
—¡Micah! —El Dr. Roth empujó a un oficial fuera del camino—. ¡Eso es malo! ¡Malo, Micah!
Malo—¿eso era malo? Se me ocurrían decenas de palabras más adecuadas para la situación que malo.
—Demonios —susurró Jin—. El niño es como Damien de La profecía.
Me habría reído, porque con el pelo castaño en corte de hongo, delgado, y con sonrisa pícara, lucía exactamente como el pequeño Anticristo.
Excepto que no era gracioso, porque Washington se encontraba de bruces en el suelo, y el extraño niño ahora me miraba con esos ojos color púrpura.
Diablos, no me gustaban los niños raros.
—Él iba a hacerme daño —dijo Micah, sin apartar los ojos de mí—. Y ustedes van a hacer que me vaya a mi habitación. No quiero volver a mi habitación.
Varios de los oficiales se echaron hacia atrás cuando Micah dio un paso adelante, pero el Dr. Roth se mantuvo en su sitio, ocultando la jeringa detrás de la espalda. —¿Por qué no quieres ir a tu habitación, Micah?
—Una mejor pregunta es, ¿por qué te está mirando a ti? —susurró Jin.
Verdad.
Micah cautelosamente se movió alrededor de los oficiales, que ahora lo rodeaban. Sus pasos eran ligeros y muy felinos. —Los otros no quieren jugar conmigo.
¿Había más como él? Querido Dios...
El médico se volvió, sonriéndole al muchacho. —¿Es porque no estás compartiendo tus juguetes?
Jin se atragantó con lo que sonaba como una risa casi histérica.
Los ojos de Micah se deslizaron hacia médico. —Compartir no es la forma de afirmar la dominación.
Santo. Jodido. Infierno.
—Compartir no siempre significa que estás otorgando el control, Micah. Te hemos enseñado eso.
El niño se encogió de hombros mientras regresaba su mirada hacia mí. — ¿Quieres jugar conmigo?
—Uh... —No tenía ni idea de qué decir.
Micah ladeó la cabeza hacia un lado y sonrió. Dos hoyuelos aparecieron en sus mejillas redondas. —¿Puede jugar conmigo, Dr. Roth?
Si ese médico decía que sí, iba a tener un serio problema con esto.
El Dr. Roth asintió. —Estoy seguro de que más tarde puede, Micah, pero en este momento necesito que regreses a tu habitación.
El labio inferior del niño pequeño sobresalió. —¡No quiero ir a mi habitación!
Casi esperaba que su cabeza comenzara a girar, y tal vez lo habría hecho, pero el médico salió disparado hacia adelante, con la jeringa en mano.
Micah giró y gritó mientras hacía una bola con sus pequeñas manos. El Dr. Roth soltó la jeringa y cayó sobre una rodilla. —Micah —dijo con voz entrecortada, presionando las manos contra sus sienes—. Tienes que parar.
Micah pisoteó. —No quiero...
Saliendo de la maldita nada, un dardo golpeó el cuello del niño. Sus ojos se abrieron, y luego sus piernas cedieron. Antes de que cayera de bruces, corrí hacia adelante y tomé al diablillo entre mis brazos. El niño era extraño como el infierno, pero, aun así, era un niño.
Subí la mirada y vi al sargento Dasher de pie a la derecha. —Buen tiro, Archer —dijo el sargento.
Archer deslizó la pistola en su funda con un gesto brusco.
Me volví hacia Micah. Tenía los ojos abiertos, y clavados en los míos. No se movía en absoluto, pero el niño estaba allí, completamente funcional. —¿Qué demonios? —susurré.
—Que alguien lleve a Washington a la sala de medicina y asegúrense de que sus cerebros no están codificados por completo —ordenó Dasher—. Roth, lleva al niño a una sala de examen inmediatamente y averigua cómo fue capaz de salir del edificio B, y ¿dónde demonios está su rastreador?
Roth se puso en pie, frotándose la sien. —Sí... sí, señor.
Dasher se acercó a él, con los ojos brillantes y la voz baja. —Si lo hace de nuevo, se dará por terminado. ¿Entiendes?
¿Terminado? Jesús. Alguien apareció a mi lado y tomó al niño. Casi no quise soltarlo, pero era algo ilógico. La mano de Micah capturó la parte delantera de mi camisa y se aferró mientras el oficial lo recogía.
Esos extraños ojos eran aún más extraños de cerca. El círculo en torno a las pupilas era irregular, como si el negro se hubiera desangrado en los bordes.
Ellos no saben que existimos.
Aturdido, me eché hacia atrás, rompiendo el agarre sobre mi camisa. Oí la voz del niño en mi cabeza. Imposible, pero había sucedido. Observé con incredulidad mientras el oficial lo ahora cargaba y lo alejaba. Lo que era más extraño aún, era que eso había sido exactamente lo mismo que Luc había dicho.
Ese niño no era como Jin y yo. Ese niño era algo completamente diferente.
 Jinyoung
Santa mierda en una galleta...
Un niño había desarmado a unos quince hombres y probablemente hubiera hecho un infierno mucho peor si Archer no lo hubiera tranquilizado.
Para ser honesto, ni siquiera sé lo que vi o lo que era el niño, pero Mark parecía mucho más asustado de lo que yo me sentía. Un miedo se instaló dentro de mí. ¿El niño le había hecho algo?
Apartándome de la pared, me apresuré hacia Mark. —¿Estás bien?
Se pasó una mano por el pelo mientras asentía.
—Alguien tiene que llevar a éstos dos de vuelta a sus habitaciones —dijo el Sargento Dasher, tomando una respiración profunda para luego ladrar más pedidos. Archer se acercó a nosotros.
—Espera. —Puse un brazo alrededor de Mark, negándome a ceder—. ¿Qué fue eso?
—No tengo tiempo para esto. —Los ojos de Dasher se estrecharon—. Llévalos de vuelta a sus habitaciones, Archer.
La ira creció dentro de mí, amarga y poderosa. —Haz tiempo.
La cabeza de Dasher voló hacia mí, y me fulminó con la mirada. Mark sintonizaba la conversación, fijando su atención en el sargento. Los músculos bajo mi mano se flexionaron. —Ese chico no era un Luxen o un híbrido —dijo—. Creo que nos deben una respuesta.
—Es lo que llamamos un origen —respondió Nancy, que venía detrás del sargento—. Como un nuevo principio: el origen de las especies perfectas.
Abrí mi boca, luego la cerré fuertemente. ¿El origen de las especies perfectas? Me sentía como si hubiera caído de cabeza en una película muy mala de ciencia-ficción, excepto que esto era muy real.
—Adelante, Sargento. No tengo tiempo para ellos. —Le levantó la barbilla, reuniéndose con la mirada incrédula de Dasher—. Y quiero un completo reporte sobre cómo y por qué se han producido dos incidentes con los orígenes en cuestión de veinticuatro horas.
Dasher exhaló con fuerza por la nariz. —Sí, señora.
Estaba algo sorprendido cuando chasqueó los talones juntos y giró, pero mis sospechas sobre que Nancy era la única quien dirigía el show fueron confirmadas.
Extendió un brazo hacia una de las puertas cerradas. —Vamos a sentarnos.
Manteniendo un brazo alrededor de Mark, seguí a Nancy a una pequeña habitación donde sólo había una mesa redonda y cinco sillas. Archer se unió a nosotros, siempre nuestra sombra, pero permaneció en la puerta, mientras que los tres nos sentábamos.
Mark dejó caer un codo sobre la mesa y una mano en mi rodilla mientras se inclinaba, con sus brillantes ojos fijos en Nancy. —De acuerdo. Así que este chico es un origen. O lo que sea. ¿Qué significa eso exactamente?
Nancy se recostó hacia atrás en su silla, cruzando una pierna sobre la otra. —Aún no estábamos preparados para compartir esto con ustedes, pero considerando de lo que fueron testigo, realmente no tenemos otra opción. A veces las cosas no salen según lo planeado, por lo que debemos adaptarnos.
—Claro —dije, poniendo mi mano sobre Mark. Sus dedos se entrelazaron con los míos, y nuestras manos unidas descansaron sobre mi rodilla.
—El Proyecto Origen es el mayor logro de Daedalus —comenzó Nancy, con la mirada inquebrantable—. Irónicamente, comenzó como un accidente hace más de cuarenta años. Comenzó con uno y ha crecido hasta más de un centenar en el presente. Como dije antes, a veces lo que planeamos no sucede. Así que debemos adaptarnos.
Eché un vistazo a Mark, y se veía como desconcertado y tan impaciente como me sentía, pero sentía una repugnante sensación de hundimiento. En cierto nivel sabía que todo lo que estábamos a punto de escuchar iba a volar nuestras mentes.
—Hace cuarenta años tuvimos a un hombre Luxen y a un híbrido femenino que él había mutado. Ellos, muy parecidos a ustedes dos, eran jóvenes y enamorados. —Su labio superior se curvó en regocijo desdeñoso—. Se les permitía verse entre sí, y en algún momento durante su estancia con nosotros, la mujer quedó embarazada.
Oh, cielos.
—Al principio no nos dimos cuenta, no hasta que ella comenzó a mostrar barriga. Verán, en ese entonces, no habíamos probado las hormonas relacionadas con el embarazo. Por lo que hemos reunido, es muy difícil para un Luxen concebir con otro, por lo que no cruzó por nuestras mentes que uno sería capaz de concebir a un ser humano, híbrido o no.
—¿Es eso verdad? —le pregunté a Mark. La fabricación de bebés no era algo de lo que habláramos—. ¿Es difícil para los Luxen concebir?
La mandíbula de Mark se tensó. —Sí, pero no podemos concebir con los seres humanos, hasta donde sé. Es como un perro y un gato reuniéndose.
Ew. Hice una mueca. —Linda comparación.
Mark sonrió.
—Tienes razón —dijo Nancy—. Los Luxen no pueden concebir con seres humanos, y en su mayor parte, no pueden concebir con un híbrido, pero cuando la mutación es perfecta, completa a un nivel celular, y si parece que hay un verdadero deseo, se puede.
Por alguna razón, un calor se arrastró hasta mi cuello. Hablar de bebés con Nancy era peor que tener que hablar de sexo con mi madre, y eso había sido lo suficientemente malo como para que me diesen ganas de golpearme a mí mismo en el estómago.
—Cuando se descubrió que la híbrida estaba embarazada, el equipo se dividió entre si convenía o no terminar con el embarazo. Eso puede sonar duro —dijo en respuesta a la forma en que Mark se puso rígido—, pero hay que entender que no teníamos idea de lo que el embarazo podría hacer o cómo sería un niño de un Luxen con un híbrido. No teníamos idea de lo que tratábamos, pero afortunadamente la terminación fue vetada, y nos dieron la oportunidad de estudiar este fenómeno.
—¿Así que... así que tuvieron un bebé? —pregunté.
Nancy asintió. —La duración del embarazo fue normal para los estándares humanos, entre ocho y nueve meses. Nuestro híbrido fue un poco prematuro.
—Los Luxen toman alrededor de un año —dijo Mark, y me estremecí, pensando que era un infierno de mucho tiempo para estar atrapadas las mujeres llevando trillizos—. Pero como dije, es difícil.
—Cuando nació el bebé, no había nada notable en su apariencia, con la excepción de los ojos del niño. Eran púrpura, que es un color humano extremadamente raro, con un círculo oscuro ondulado alrededor del iris. Los análisis de sangre mostraron que el bebé había adoptado ADN tanto humano como Luxen, que era diferente del ADN mutado de un híbrido. No fue sino hasta que el niño empezó a crecer que nos dimos cuenta de lo que eso significaba.
No tenía idea de lo que significaba.
Una sonrisa apareció en la cara de Nancy, una auténtica, como la de un niño en la mañana de Navidad. —La tasa de crecimiento fue normal, como cualquier niño humano, pero el niño mostraba signos significativos de inteligencia desde el inicio, aprendiendo a hablar mucho antes que un niño normal, y las pruebas de inteligencia tempranas al niño dieron como resultado más de doscientos en coeficiente intelectual, lo cual es raro. Sólo la mitad de uno por ciento de la población tiene un CI de más de ciento cuarenta. Y había algo más.
Recordaba que Mark me había dicho que los Luxen maduraban más rápido que los humanos, y no en el aspecto físico, sino en el intelecto y las habilidades sociales, lo que parecía dudoso teniendo en cuenta la forma en que actuaba a veces.
Él me lanzó una larga mirada, como si supiera lo que pasaba por mi mente. Apreté su mano. —¿Qué quieres decir con más? —preguntó, volviéndose hacia Nancy.
—Bueno, en realidad, ha sido ilimitado y sigue siendo una experiencia de aprendizaje. Cada niño, cada generación parece tener capacidades diferentes. —Una cierta luz llenó sus ojos al hablar—. El primero fue capaz de hacer algo que ningún híbrido había sido capaz de hacer. Podía sanar.
Me senté de nuevo, parpadeando rápidamente. —Pero... ¿pensé que sólo los Luxen podían hacer eso?
—Creíamos lo mismo hasta que Ro llegó. Lo nombramos por el primer Faraón Egipcio documentado, quien se creía que era un mito.
—Espera. ¿Ustedes lo nombraron? ¿Y sus padres? —pregunté.
Se encogió de hombros, y esa fue toda la respuesta que nos dio. —La capacidad de Ro para sanar a otros y a sí mismo corría paralela a la capacidad Luxen, obviamente heredada de su padre. A lo largo de su infancia, fuimos capaces de saber que podía hablar telepáticamente, no sólo con Luxen e híbridos, sino que también con los humanos. El ónix y diamante mezclado no tuvieron ningún efecto sobre él. Tenía la velocidad y la fuerza de un Luxen pero era más rápido y más fuerte. Y como el Luxen, podía aprovechar la Fuente con la misma facilidad. Su capacidad para resolver problemas y elaborar estrategias a una edad tan joven se encontraba por las nubes. Lo único que él y los otros orígenes no han sido capaces de hacer es cambiar su apariencia. Ro fue el espécimen perfecto.
Requerí uso cuantos minutos para digerir esto, y cuando lo hice, algo se destacó entre todo lo que había dicho. Era una palabra pequeña pero muy poderosa. —¿Dónde está Ro ahora?
Un poco de luz salió de sus ojos. —Ro ya no está con nosotros.
Lo que explicaba el uso del tiempo pasado. —¿Qué le ha pasado?
—En pocas palabras, murió. Pero no fue el último. Varios más han nacido, y pudimos aprender cómo era posible la concepción. —Emocionada, empezó a hablar más rápido—. El factor más interesante es que la concepción puede ocurrir entre cualquier hombre Luxen y mujer híbrida que haya sido transformada con éxito.
Mark liberó su mano mientras se recostaba contra la silla. Sus cejas se fruncieron en alerta. —¿Así que Daedalus consiguió tener de la nada un montón de Luxen cachondos e híbridos que estaban dispuestos a hacerlo mientras se encontraban aquí? Porque se me hace extraño. Este lugar realmente no es lo más romántico. En realidad, no establece el estado de ánimo.
Mi estómago se revolvió ante la dirección a la que sus preguntas se dirigían, y el aire se hizo denso en la habitación. Había una razón para que Nancy estuviese siendo tan abierta con nosotros. Después de todo, Mark y yo éramos los “especímenes perfectos” mutados a nivel celular, según el Dr. Roth.
La mirada de Nancy se volvió fría. —Te sorprenderías lo que la gente enamorada hace cuando tiene un momento de intimidad. Y en realidad, sólo toma unos minutos.
Y de repente, el hecho de que podíamos compartir un cuarto de baño también tenía sentido. ¿Nancy esperaba que Mark y yo cediéramos a nuestra lujuria salvaje y trajéramos bebés Mark al mundo? Pero había un gran problema en su lógica.
Dios mío, pensé que vomitaría cuando lo confirmó.
—Después de todo, les hemos permitido pasar unos momentos solos aquí y allá, ¿verdad? —Su sonrisa oficialmente me dio mala espina—. Y ustedes dos son jóvenes y muy enamorados. Estoy segura de que van a hacer uso de tu tiempo libre, tarde o temprano.
El Sargento Dasher no había mencionado nada de esto durante su discurso promocional sobre la protección del mundo de una invasión alienígena o de curar enfermedades. Por otra parte, Daedalus tenía muchos lados. Él lo había dicho.
Mark abrió la boca, sin duda para decir algo que me haría querer golpearlo, así que lo interrumpí—: Se me hace difícil creer que hayas tenido mucha gente que... bueno, ya sabes.
—Bueno, en algunos casos, los embarazos eran puramente accidentales. En otros casos, asistimos el proceso.
El aire vino a mi cuerpo, pero quedó atrapado en mis pulmones. —¿Asistir?
—No es lo que piensas —Se echó a reír, y el sonido fue agudo y angustioso—. Hubo voluntarios durante los años, Luxen e híbridos que entienden lo que realmente es Daedalus. En otros casos, hicimos la fecundación in vitro.
Los nudos se movieron por mi garganta como bilis, lo que era algo malo porque mi boca se encontraba abierta. No había nada que me detuviera de escupir.
Un músculo en la mandíbula de Mark se movía con demasiada fuerza, punzante. —¿Qué? ¿Daedalus sirve como una de esas páginas como Parejas.com para Luxen e híbridos?
Nancy le envió una mirada tosca, y no pude evitar el estremecimiento de repulsión. In vitro significaba que tenía que ser un híbrido hembra para llevar al bebé. No importaba lo que ella decía, dudaba de que todos estuvieran dispuestos.
Las pupilas de los ojos de Mark habían comenzado a brillar. —¿Cuántos de ellos tienen?
—Cientos —repitió—. Los más jóvenes se mantienen aquí, y a medida que crecen, se mueven a diferentes lugares.
—¿Cómo los estás controlando? Por lo que parecía, apenas tenías control alguno sobre Micah.
Sus labios se tensaron en una fina línea. —Utilizamos rastreadores que por lo general los mantienen donde se supone que están. Sin embargo, de vez en cuando, encuentran maneras de escaparse. Los que no son controlables son tratados.
—¿Tratados? —susurré, horrorizado por la dirección en la que estaba yendo mi imaginación.
—Los orígenes son superiores en casi todos los sentidos. Son destacables, pero pueden llegar a ser muy peligrosos. Si no lo han asimilado, entonces tienen que ser tratados en consecuencia.
Mi imaginación había sido exacta. —Oh, Dios mío...
Mark golpeó su mano contra la mesa, haciendo que Archer se moviese hacia adelante, pasando la mano por su arma. —¿Básicamente estás creando una raza de bebés en tubos de ensayo, y si no son aceptables, los matas?
—No espero que lo entiendas —respondió Nancy de manera uniforme mientras se levantaba y se colocaba detrás de la silla. Tomando la parte posterior—. Los orígenes son especies perfectas, pero al igual que con cualquier raza de ser o criatura, existen... fallas. Sucede. Los aspectos positivos y potenciales superan el lado más desagradable.
Sacudí mi cabeza. —¿Qué es exactamente lo positivo de esto?
—Muchos de nuestros orígenes han crecido y se han integrado en la sociedad. Los hemos entrenado para que puedan llegar a la cima del éxito. Cada uno ha sido adaptado desde el nacimiento para asumir un cierto papel. Se convertirán en médicos de habilidades inigualables, investigadores quienes permitirán descubrir lo desconocido, senadores y políticos que serán capaces de ver el panorama completo y traer un cambio social. —Se detuvo y se volvió hacia donde Archer se encontraba de pie—. Y algunos se convertirán en soldados de talento sin precedentes, uniéndose a las filas de los híbridos y humanos, creando un ejército que será imparable.
Los pelos minúsculos de mi nuca se levantaron mientras poco a poco me retorcía en la silla. Mis ojos se encontraron con Archer. Su expresión era impasible. —¿Tú eres...?
—¿Archer? —dijo Nancy, sonriendo.
Apartando la mano de la empuñadura de su arma, alcanzó la altura de su ojo izquierdo con dos dedos. Hizo un movimiento de pellizco y un lente de contacto de color salió, dejando al descubierto un iris que era brillante como una joya amatista.
Aspiré una bocanada de aire. —Mierda...
Mark maldijo por lo bajo, y ahora tenía sentido por qué sólo Archer era quien nos custodiaba a Mark y a mí. Si era algo parecido a Micah, podía manejar cualquier cosa que le lanzáramos.
—Bueno, no eres sólo un copo de nieve especial —murmuró Mark.
—Ese soy yo. —Los labios de Archer se arquearon en una media sonrisa—. Es un secreto. No queremos que los demás oficiales y soldados estén incómodos a mí alrededor.
Lo que explicaba por qué no había ido todo sobrehumano sobre Micah y le había disparado con una pistola tranquilizante en su lugar. Mil preguntas se apresuraron a la punta de mi lengua, pero me quedé en silencio por las implicaciones de lo qué y quién era él.
Mark se cruzó de brazos mientras se centraba en Nancy de nuevo. — Interesante revelación y todo, pero tengo una pregunta más importante que hacerte.
Ella extendió los brazos de manera acogedora. —Adelante.
—¿Cómo determinas quien trae los bebés al mundo?
Oh Dios, mi estómago se tensó aún más, y me incliné, agarrando el extremo de la mesa.
—Es muy sencillo, en realidad. Además del in vitro, buscamos a Luxen e híbridos como ustedes dos. —Los ojos de Mark se abrieron de par en par al igual que los míos. Archer a nuestro lado soltó una risilla por lo bajo, como si hubiera podido leer nuestras mentes. —Lo sabemos, por desgracia ninguno de los dos puede embarazarse y llevar adelante un parto, pero ya tuvimos situaciones similares en el pasado y con el paso de los años encontramos la manera de llevar a cabo nuestro objetivo.
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softnessbunnie · 3 years
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Capítulo 12
Jinyoung
¿Edificio B? Recordé vagamente escuchar a alguien mencionar otro edificio bajo tierra, anexo a este, pero no tenía idea de quién o qué había almacenado ahí. Aunque estaba cien por ciento listo para averiguarlo. Fuera lo que fuera, parecía nefasto, porque el Sargento Dasher abandonó la habitación sin decir otra palabra.
Nancy le seguía los talones. —Llévelos de vuelta a sus aposentos.
¿Doctor? —Hizo una pausa—. Probablemente quiera unirse a nosotros. —Y luego se marcharon.
Me giré hacia Archer. —¿Qué está pasando?
Me miró insinuando que era tonta por preguntar. Arrugué el ceño. — ¿Qué hay en el edificio B?
El otro soldado se adelantó. —Haces demasiadas preguntas y necesitas aprender a callarte.
Parpadeé. Eso fue todo lo que se requirió para que Mark tuviera al fornido guardia estampado contra la pared. Mis ojos saltaron.
—Y tú necesitas hablarle con un poco más de modales —gruñó.
—¡Mark! —chillé, preparándome para el ónix.
Pero éste nunca llegó.
Mark quitó sus dedos de la garganta del soldado, uno por uno, y dio un paso hacia atrás. El soldado se desplomó contra la pared. Archer no hizo nada.
—¿Lo dejaste hacer eso? —acusó el guardia, señalando a Archer—. ¿Qué demonios?
Archer se encogió de hombros. —Tenía razón. Necesitas aprender modales.
Suprimí las ganas de reírme porque Mark miraba al soldado como si quisiera arrancarle la cabeza. Apresurándome hacia Mark, envolví mi mano en la suya y la apreté. Él me miró, sin verme al principio. Luego bajó la cabeza, rozando sus labios en mi frente. Sentí que la presión se me escurría por los hombros. Dudaba que Archer permitiera un segundo intento.
—Lo que sea —Soltó al hombre, girando sobre sus talones, saliendo de la habitación y dejando a Archer solo ante nosotros.
No parecía preocupado.
El viaje de regreso a nuestras celdas no tuvo altibajos hasta el momento en que Archer dijo: —Nop, ustedes dos no estarán juntos.
Me giré hacia él. —¿Por qué no?
—Mis órdenes son ponerlos en sus habitaciones... plural. —Tecleó el código—. No hagan esto más difícil. Si lo hacen, todo lo que ellos harán es mantenerlos separados por más tiempo.
Comencé a protestar, pero el mohín de su boca me dijo que no sería convencido. Inspiré, confundido. —¿Al menos nos dirás lo que hay en el edificio B?
Archer miró a Mark y luego a mí. Finalmente murmuró una palabrota y dio un paso hacia delante, bajando la barbilla. Mark se tensó a mi lado, y Archer le dio una mirada de advertencia. En voz baja, dijo: —Estoy seguro de que se lo mostrarán en algún momento, y ustedes probablemente desearán que nunca lo hubieran hecho. Los Orígenes se guardan en ese edificio.
—¿Los Orígenes? —repitió Mark, frunciendo el ceño—. ¿Qué demonios es eso?
Archer se encogió de hombros. —Eso es todo lo que puedo decirles. Ahora, por favor, Jinyoung, entra a tu habitación.
Mark tensó la mano alrededor de la mía, se inclinó sobre mí, atrapando mi mentón con la otra mano e inclinándome la cabeza hacia atrás.
Su boca estaba sobre la mía, y el beso... el beso fue feroz, duro y de esos que marcaban, haciéndome arrugar los dedos de los pies dentro de las zapatillas mientras me robaba el aliento. Mi mano libre cayó en su pecho al tiempo que el toque de nuestros labios reajustaba mis entrañas. A pesar de la audiencia, un calor delicioso se elevó mientras él nos acomodaba, tirando de mí hacia su cuerpo.
Archer exhaló sonoramente.
Alzando la cabeza, Mark me hizo un guiño. —Todo estará bien.
Asentí, y apenas recordaba caminar hasta mi cuarto, pero ahí me encontraba, mirando fijamente hacia la cama en la que Mark se había sentado antes, mientras la puerta era cerrada con llave tras de mí.
Me llevé las manos a la cara, perplejo por un minuto o dos. Cuando me había quedado dormido el día anterior, me sentía físicamente exhausto de utilizar La Fuente, y emocionalmente devastado por lo que había hecho.
Mientras me acostaba en la cama, mirando al techo, la desesperación me había invadido, y aún ahora, tenía su agarre sobre mí.
Pero las cosas eran diferentes. Tenía que seguir diciéndome eso para evitar que la desolación tomara el control por completo. Enterrando lo que había hecho probablemente no era algo que los terapeutas por todo el país sugerirían como práctica sana, pero tenía que hacerlo. Esas horas antes de dormirme...
Sacudí la cabeza.
Ahora las cosas eran diferentes. Mark estaba allí. Hablando de eso, tenía el presentimiento de que se encontraba cerca. El hormigueo había desaparecido, pero sabía que estaba cerca, lo sentía a un nivel atómico.
Me giré, enfrentando la pared, entonces recordé la puerta en el baño.
Dando media vuelta, me apuré hacia allí e intenté mover el tirador de la puerta. Cerrado. Esperando que mis sospechas fueran ciertas, toqué. —¿Mark?
Nada.
Presioné la mejilla contra la madera fresca, cerrando los ojos mientras abría las manos y las ponía sobre la puerta. ¿En serio creía que nos iban a poner en celdas contiguas unidas por un baño? Pero bueno, habían mantenido a Matthew y a Jiu juntos desde el principio, ¿no era eso lo que había dicho Matt? Pero mi suerte no era...
La puerta se abrió y caí hacia adelante. Unos brazos fuertes y un pecho duro me atraparon antes de alcanzar el piso.
—¡Kitten!
Levanté la mirada, el corazón latiéndome con fuerza. —¡Compartimos un baño!
—Ya veo. —Una pequeña sonrisa apreció, sus ojos brillaban.
Agarrando puñados de su camisa, me mecí sobre los talones de mis zapatillas. —No puedo creerlo. ¡Estás en la celda contigua a la mía! Todo lo que nosotros...
Las manos de Mark aterrizaron en mis caderas, su agarre era firme y seguro, y luego su boca estaba sobre la mía, continuando ese aplastante beso que habíamos comenzando en el pasillo. Él me movía hacia atrás al mismo tiempo. De algún modo, y en realidad sólo por el hecho de saber que tenía habilidades, se las arregló para cerrar la puerta detrás de nosotros sin quitarme las manos de encima.
Sus labios... se movían sobre los míos, tentadores, suaves y profundamente, como si nos besáramos por primera vez. Sus manos se deslizaron, y cuando me topé con el lavabo, me levantó, así podía estar apoyado en el borde. Él seguía empujando hacia adelante, separando mis rodillas con sus caderas. El calor latente regresó, era una llama que quemaba más brillante con el lento y profundo beso.
Mi pecho se alzó con rapidez mientras me aferraba a sus hombros, casi completamente perdido en él. Había leído suficientes novelas románticas para saber que un baño y Mark era de lo que estaban hechas las fantasías, pero...
Me las arreglé para romper el contacto, aunque no fue mucho. Nuestros labios se rozaron cuando dije—: Espera, necesitamos...
—Lo sé —me cortó.
—Bien. —Le puse las manos temblorosas en su pecho—. Estamos en la misma sintonía...
Mark me besó una vez más, provocando la pérdida de mis sentidos.
Se deleitaba en su exploración, mordisqueándome el labio hasta que un gemido rasposo que me hubiera avergonzado en otro momento se me escapó.
—Mark...
Atrapó con su boca lo que fuera que yo iba a decir. Sus manos subieron por mi cintura, deteniéndose cuando las puntas de sus dedos rozaron la parte baja de mi pecho. Todo mi cuerpo se estremeció, y supe enseguida que, si no detenía esto, gastaríamos tiempo muy valioso.
Me retiré, tragando el aire que sabía a Mark. —Deberíamos estar hablando.
—Lo sé. —Esa media sonrisa apareció—. Es lo que he estado intentando decirte.
Me quedé boquiabierto, —¿Qué? ¡No has estado hablando! Has estado...
—¿Besándote hasta perder el sentido? —preguntó inocentemente—. Lo siento. Es todo lo que quiero hacer mientras estoy aquí. Bueno, no todo lo que quiero hacer, pero lo más cercano a todo lo que...
—Lo entiendo —gruñí, deseando abanicarme la cara. Recostándome en el espejo plástico, dejé caer las manos en mi regazo. Tocarlo no ayudaba, y esa sonrisa de suficiencia en su rostro tampoco—. Vaya.
Con las manos exactamente donde se habían detenido bajo mi pecho, se recostó y presionó su frente contra la mía, en voz baja dijo—: Quiero asegurarme de que tu mano está bien.
Fruncí el ceño. —Lo está.
—Necesito asegurarme. —Se inclinó un poco hacia atrás, sus ojos encontrando los míos de manera significativa, y entonces lo comprendí.
Cuando vio el entendimiento en mi rostro, sonrió. Un segundo después, estaba en su forma verdadera, tan brillante en la pequeña habitación, que tuve que cerrar los ojos.
Dicen que no hay cámaras aquí dentro, pero sé que la habitación tiene micrófonos, dijo. Además, tampoco confío en el hecho de que nos dejen tener acceso el uno al otro. Tienen que saber qué haríamos esto, así que probablemente haya una razón.
Me estremecí.
Lo sé, pero dejaron a Matthew y Jiu juntos hasta... Saqué ese pensamiento de mi cabeza. Estábamos perdiendo tiempo. ¿Qué te dijo Luc?
Dijo que puede ayudarnos a salir de aquí, pero no entró en detalles. Aparentemente tiene gente de aquí en su nómina, y dijo que ellos me encontrarían una vez que le consiguiera algo... algo que mencionaste. LH-11.
La estupefacción me estremeció.
¿Por qué querría eso?
No lo sé.
Las manos de Mark se movieron por mis caderas, y luego me quitó del lavamanos. Moviéndose demasiado rápido para poder asimilarlo, se sentó sobre la tapa cerrada del inodoro y me acomodó sobre su regazo. Su mano se movió por mi espalda, presionando mi nuca hasta que mi mejilla descansó sobre su hombro. El calor de su verdadera forma no era sobrecogedor como lo había sido la primera vez.
En realidad, no importa, ¿cierto?
Saboreé su abrazo.
¿Importa? Esa cosa se la dan a los humanos que están enfermos. ¿Por qué Luc querría eso?
Honestamente, no podría ser peor que lo que Daedalus está haciendo con eso, sin importar que digan para cuántas cosas buenas lo están utilizando.
Era muy cierto. Suspiré. No me atrevía a tener esperanzas sobre aquello. Si Luc de veras estaba de nuestro lado y podía ayudarnos, todavía había un montón de obstáculos en nuestro camino. Casi imposibles.
Lo he visto antes. Tal vez estemos cerca de eso otra vez.
Necesitamos estarlo.
Pasaron unos momentos y luego dijo:
No podemos quedarnos aquí para siempre. Tengo el presentimiento de que están permitiendo esto, y si abusamos de ello, nos separarán.
Asentí. Lo que no entendía era por qué permitirían esta visita sin supervisión. Algo que podíamos hacer cuando quisiéramos. ¿Intentaban demostrarnos que no nos mantendrían separados? Después de todo decían que no eran los enemigos aquí, pero había demasiado que no entendía de Daedalus, como con Blake...
Estremeciéndome, volteé la cabeza hacia su hombro y respiré profundamente. Quería purgar la memoria de Blake de mi cabeza, hacer como que nunca hubiera existido.
—¿Jin?
Alzando la cabeza, abrí los ojos y me di cuenta de que ya no se encontraba en su forma verdadera.
—¿Mark?
Sus ojos vagaron por mi rostro. —¿Qué te han estado haciendo aquí?
Me congelé, nuestras miradas se encontraron por un instante, y luego lo empujé, alejándome unos pasos. —Nada en realidad. Solo exámenes.
Dejó caer las manos sobre sus rodillas dobladas y dijo suavemente: —Sé que es más que eso, Jin. ¿Cómo te hiciste esas marcas en la cara?
Me miré al espejo. Mi complexión era pálida, pero no había rastro de las peleas. —No deberíamos hablar de esto.
—No creo que les importe que hablemos de esto. Las heridas han desaparecido, de cuando te sané, pero se hallaban ahí antes... débiles, pero estaban. —Se puso de pie, aunque no se acercó—. Puedes hablar conmigo. Deberías saberlo a estas alturas.
Mis ojos giraron hacia él. Dios, sí que lo sabía. Lo había aprendido por las malas el invierno pasado. Si le hubiera contado mis secretos, Sooyoung todavía estaría vivo y probablemente ninguno de nosotros estaría en esta situación.
La culpa me agrió el estómago, pero esto era diferente. Contarle sobre los exámenes y las pruebas de estrés solamente lo enojarían, y actuaría en consecuencia. Además, admitirle que yo había matado a Blake, y no tanto en defensa propia, era horrible. No quería pensar en ello, mucho menos hablarlo.
Mark suspiró. —¿No confías en mí?
—Sí. —Abrí los ojos como platos—. Confío en ti con mi vida, pero yo, sólo... No hay nada que decir sobre lo que ha estado sucediendo aquí.
—Creo que hay mucho que decir.
Sacudí la cabeza. —No quiero discutir sobre ello.
—No estamos discutiendo. —Salvó la distancia entre nosotros, y puso sus manos en mis hombros—. Sólo estás siendo testarudo, como siempre.
—Mira quién habla.
—Una película genial —replicó—. Miro muchas películas viejas en mi tiempo libre.
Rodé los ojos, pero le sonreí.
Acunó mi mejilla mientras bajaba su mentón, mirándome a través de sus gruesas pestañas. —Estoy preocupado por ti, Kitten.
Mi pecho se apretó. Raramente admitía que estaba preocupado por algo, y eso era lo último que quería que hiciera. —Estoy bien, lo prometo.
Continuó mirándome, como si pudiera ver a través de mí, justo a través de mis mentiras.
Mark
Pasaron horas desde que Jin y yo nos separamos y me trajeron una pobre excusa de cena a la habitación. Intenté mirar televisión, incluso dormir, pero era jodidamente difícil cuando sabía que él se encontraba justo al lado, o cuando lo escuchaba moviéndose por el baño. En una ocasión, que podría haber sido a mitad de la noche, lo escuché caminar hacia la puerta, y supe que se hallaba ahí, parado, luchando contra la misma necesidad que yo. Pero teníamos que ser cautelosos. La razón que fuera que tuvieran para ponernos en un espacio que podíamos compartir no podía ser nada bueno, y no quería arriesgar el que nos reubicaran, separándonos.
Pero estaba preocupado por él. Sabía que escondía cosas, guardando lo que fuera que hubiera pasado antes de que yo llegara hasta él. Así que como un idiota sin control me levanté y abría la puerta del baño.
Se encontraba oscuro y silencioso, pero estaba en lo correcto. Jin se hallaba ahí, de pie, con los brazos a los costados e increíblemente tieso. Verlo así me hizo un agujero en el pecho. No podía pararse o estarse quieto por más de veinte segundos, pero ahora...
Lo besé gentilmente y le dije—: Ve a dormir, Kitten. Así los dos podemos descansar.
Asintió y dijo esas dos palabras que nunca fallaban en hacerme caer de rodillas. —Te amo.
Entonces se hallaba de vuelta en su habitación y yo en la mía.
Finalmente, pude dormir.
Cuando llegó la mañana, también lo hizo Nancy. Nada como ver su rostro estirado y su plástica sonrisa a primera hora de la mañana.
Esperaba reunirme con Jin, pero me llevaron al piso médico para más análisis de sangre y luego a la habitación de hospital de la que Jin había hablado.
—¿Dónde está la niña? —pregunté, escaneando las sillas buscando a la pequeña que Jin había mencionado, pero no encontré ninguna—. Creo que su nombre era Lori o algo así.
La expresión de Nancy permaneció neutral. —Desafortunadamente, no respondió como esperábamos. Falleció hace unos días.
Mierda. Esperaba que Jin no lo supiera. —¿Le estaban dando el LH-11?
—Sí.
—¿Y no funcionó?
Ella aguzó la mirada. —Estás haciendo muchas preguntas, Mark.
—Oye, ustedes me tienen aquí, lo más probable es que estén usando mi ADN. ¿No crees que puedo estar un poco curioso al respecto?
Me mantuvo la mirada un momento y luego se volteó hacia uno de los pacientes a quien le estaban cambiándole una bolsa de fluidos. —Piensas demasiado, y ya sabes lo que dicen sobre la curiosidad.
—¿Qué es, probablemente, el dicho más cliché y estúpido de todos los tiempos?
Uno de los costados de sus labios se alzó. —Me agradas, Mark. Eres un dolor en el trasero y un sabelotodo, pero me agradas.
Le di una sonrisa forzada. —Nadie puede negar mi encanto.
—Estoy segura de que es cierto. —Hizo una pausa cuando el Sargento entró en la habitación, conversando en voz baja con uno de los doctores—. A Lori le administraron LH-11, pero su reacción no fue favorable.
—¿Qué? —preguntó él—. ¿No curó el cáncer?
Nancy no respondió y eso fue todo. De algún modo me imaginé que la reacción no favorable se debía a algo más que a no curar el cáncer. —¿Sabes lo que creo? —dije.
Ella ladeó la cabeza. —Solo puedo imaginarlo.
—Jugar con ADN humano, híbrido y alienígena probablemente sea pedir un mundo de problemas. En realidad, no saben lo que tienen.
—Pero estamos aprendiendo.
—¿Y cometiendo errores? —pregunté.
Ella sonrió. —No existen tales cosas como los errores, Mark.
No estaba tan seguro de eso, pero entonces mi atención cambió hacia la ventana al fondo de la habitación. Entrecerré los ojos. Podía ver a otro Luxen ahí dentro. Muchos de ellos lucían tan felices como un niño en Disneylandia.
—Ah —sonrió Nancy, asintiendo hacia la ventana—. Veo que lo notaste. Están aquí porque quieren ayudar. Si sólo hubieras sido más entusiasta.
Bufé. Quién sabía por qué esos Luxen se encontraban allí, felices como lombrices, a mí no me importaba. Entendía que había partes de Daedalus que, de hecho, intentaban hacer el bien, pero también sabía lo que le habían hecho a mi hermano en el proceso.
A mí alrededor se arremolinaban médicos y técnicos de laboratorio.
Algunas de las bolsas enganchadas a los pacientes tenían un extraño líquido brillando en su interior, muy parecido a lo que sangrábamos en nuestra forma verdadera. —¿Eso es LH-11? —pregunté, señalando hacia las bolsas.
Nancy asintió. —Una de las versiones, la más nueva, pero eso en realidad no te concierne. Tenemos...
Una sirena sonó, cortando sus palabras con un chillido que explotaba los tímpanos. Las luces del techo parpadearon de un color rojo. Los pacientes y doctores miraron a su alrededor, alarmados. El Sargento Dasher salió como una bala de la habitación.
Nancy maldijo por lo bajo girando hacia la puerta. —Washington, escolte al Sr. Tuan de vuelta hacia su habitación inmediatamente. —Señaló hacia otro guardia—. Williamson, cierre esta habitación. Nadie entra ni sale.
—¿Qué sucede? —pregunté.
Me lanzó una mirada antes de salir taconeando. Ni por todo el infierno quería regresar a mi habitación cuando las cosas se ponían obviamente divertidas. Afuera, en el pasillo, la iluminación era tenue y el parpadeo de la luz roja causaba un efecto estroboscópico. El guardia del momento se adelantó, y el caos se coló a sus anchas en el corredor.
Los soldados salieron a borbotones de las habitaciones, cerrándolas y haciendo guardia frente a ellas. Otro soldado vino por el pasillo, aferrando un walkie-talkie en un puñado de nudillos pálidos. —Tenemos actividad en el elevador diez, saliendo del edificio B. Ciérrenlo ahora.
Ajá, el infame edificio B atacaba de nuevo.
Más alejado por el pasillo, otra puerta se abrió, y lo primero que vi fue a Archer, luego a Jin. Él tenía la mano sobre la parte carnosa de su codo.
Detrás, se encontraba el doctor Roth. Entrecerré los ojos cuando vi una malévola jeringa en su mano. Se adelantó a Jin y Archer, dirigiéndose directamente al tipo del walkie-talkie.
Jin giró, su mirada encontrándome. Me acerqué. De ningún modo iba a no estar a su lado cuando las cosas se salieran de control, lo que cual estaba pasando aparentemente.
—¿A dónde crees que vas? —demandó Washington, la mano yendo hacia el arma en su muslo—. Tengo órdenes de llevarte a tu habitación.
Me giré despacio hacia él, de espalda a los tres elevadores frente a nosotros. Todos se detuvieron en pisos diferentes con las luces en rojo. — Exactamente, ¿cómo se supone que llegaremos a mi habitación?
Entrecerró los ojos. —¿Por las escaleras?
Ese tonto tenía razón, pero ni que me importara. Me giré, y su mano se aferró en mi hombro. —Me detienes, y te mato —le advertí.
Lo que sea que Washington vio en mi rostro debió haberle asegurado que no bromeaba, porque no interfirió cuando me sacudí su agarre y me dirigí hacia Jin, dejando caer un brazo sobre sus hombros. Su cuerpo estaba tenso.
—¿Estás bien? —pregunté, mirando a Archer. Él también tenía la mano en su arma, pero no nos miraba. Sus ojos estaban en el elevador del medio.
Escuchaba algo por su auricular, y por la mirada en su rostro, no estaba feliz.
Jin asintió, quitándose una hebra de cabello que se había escapado de lugar y se hallaba sobre su cara. —¿Alguna idea de lo que está pasando?
—Algo sobre el edificio B. —El instinto me dijo que tal vez estar en nuestras habitaciones sería algo bueno—. ¿Esto nunca ha pasado antes?
Jin sacudió la cabeza. —No. Tal vez sea un ejercicio de prácticas.
Las puertas dobles al final del pasillo se abrieron de golpe, y una ola de oficiales con trajes de SWAT entró, armados hasta los dientes con rifles y escudos en las caras.
Reaccionando inmediatamente, puse un brazo alrededor de la cintura de Jin y lo empujé contra la pared, protegiéndolo con mi cuerpo. —No creo que sea un entrenamiento.
—No lo es —dijo Archer, sacando su arma.
La luz sobre el elevador central parpadeó del piso siete al seis y luego al cinco.
—Creía que los elevadores estaban bloqueados —demandó alguien.
Los hombres vestidos de negro se adelantaron, poniendo una rodilla en el suelo frente al elevador. Alguien dijo—: Bloquear los elevadores no lo detendrá. Lo sabes.
—No me importa —gritó el hombre hacia el radio—. Apaguen el maldito elevador antes de que llegue al máximo nivel. Echen cemento por el conducto si es necesario. ¡Paren el maldito elevador!
—¿Detener qué? —miré a Archer.
La luz parpadeó en el piso cuatro.
—Origen —dijo, un músculo saltó en su barbilla—. Hay una escalera a la derecha, al final del pasillo. Les sugiero que vayan ahí ahora.
Mi vista se fue hasta el elevador. Parte de mí quería quedarse aquí y ver qué demonios era un origen y por qué actuaban como si el monstruo de Cloverfield fuera a salir del conducto del elevador, pero Jin estaba aquí, y obviamente lo que estuviera a punto de caernos encima no era amistoso.
—¿Qué demonios les pasa últimamente? —murmuró uno de los hombres de negro—. Han estado moviéndose sin parar.
Todos mis músculos se tensaron. —Absolutamente no.
Un ding rebotó a través de toda la planta, señalando que el elevador había llegado. Estaba a un segundo de recoger a Jin y lanzarlo sobre mi hombro. Él también lo vio, y su mirada era retadora. Luego la dirigió sobre mi hombro y volteé la cabeza. Las puertas del elevador se abrieron despacio. Las armas se prepararon y los seguros fueron quitados.
—¡No disparen! —ordenó el Dr. Roth, batiendo la jeringa como si fuera una bandera blanca—. Puedo encargarme de esto. Lo que sea que hagan, no disparen. No...
Una sombra pequeña salió del elevador, luego una pierna apareció,
cubierta en pantalones negros, luego un torso y diminutos hombros.
Me quedé boquiabierto.
Era un niño... un niño. Probablemente no pasaría de los cinco años, y se adelantó hacia un montón de hombres adultos con grandes y entrenadas armas apuntándole.
El niño sonrió.
Y las cosas se salieron de control.
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softnessbunnie · 3 years
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Capitulo 11
CAPITULO 11
Jinyoung
Una parte de mí todavía creía que estaba soñando. Que me despertaría y Mark se habría ido. Estaría a solas con mis pensamientos, atormentado por lo que había hecho. El miedo y la vergüenza me impedían hablarle de Blake. Asesinar a Will había sido una cosa.
Un acto de defensa propia, y el hijo de puta había logrado pegarme un tiro, ¿pero Blake? Eso había sido un acto de ira y nada más.
¿Cómo podría Mark mirarme de la misma manera, sabiendo que era un asesino? Porque eso era lo que había hecho, había asesinado a Blake.
—¿Estás conmigo? —preguntó.
—Sí. —Apartando los pensamientos preocupantes, lo toqué.
Honestamente, no dejaba de tocarlo, recordándome a mí mismo que estaba realmente allí. Pensaba que él hacía lo mismo, pero siempre había sido del tipo delicado, algo que amaba de él. Quería más. Había un impulso desesperado de perderme en él, de una manera en que sólo habría sido capaz de hacer con Mark.
Recorrí su labio inferior con la yema de mi dedo. Un músculo se flexionó en su mandíbula, y sus ojos se iluminaron. Mi corazón dio una pequeña voltereta divertida, y cerró sus hermosos ojos, su cara tensa. Empecé a alejar mi mano.
Él tomó mi muñeca. —No lo hagas.
—Lo siento. Es sólo que... —Mi voz se apagó, inseguro de cómo explicarlo.
Una media sonrisa apareció en su rostro. —Puedo tratar. ¿Puedes tú?
—Sí. —En realidad no, admití para mí mismo. Quería subirme a él. Que no hubiera nada entre nosotros. Yo lo quería. Pero las travesuras divertidas no eran apropiadas dada la situación, y el exhibicionismo no era algo de lo que quería disfrutar. Así que me decidí por la segunda mejor opción. Entrelacé mis dedos con los suyos—. Me siento mal de estar feliz de que estés aquí.
—No lo estés. —Abrió los ojos, y sus pupilas brillaban como diamantes—. Sinceramente, no quiero estar en ningún otro lugar.
Solté un bufido. —¿En serio?
—En serio. —Me besó suavemente y rápidamente se retiró—. Parece una locura, pero es verdad.
Quería preguntarle cómo pensaba conseguir sacarnos de aquí. Tenía que haber un plan. Con suerte. No me podía imaginar que hubiera irrumpido en Daedalus sin pensar en una salida. No era como si yo no hubiera estado pensando en cómo escapar. Simplemente no había ruta de escape previsible.
Me lamí los labios. Los ojos de Mark se encendieron.
—¿Y si...? —Tragué, manteniendo la voz baja—. ¿Y si este es nuestro futuro?
—No. —Abrazó mi cintura, me atrajo hacia delante, y un instante después me apretó contra su frente. Su boca se movió en contra de la zona sensible debajo de mi oreja mientras hablaba en un susurro—: Este no es nuestro futuro, Kitten. Te lo prometo.
Aspiré una bocanada de aire. Los recuerdos de estar tan cerca de él, no le habían hecho justicia alguna a la realidad. La dureza de su pecho contra el mío revolvía mis pensamientos, pero fueron sus palabras las que inundaron mi cuerpo con calor. Mark nunca prometía algo que no pudiera cumplir.
Metiendo la cabeza en el espacio entre su cuello y hombro, aspiré el olor del jabón y el aroma a naturaleza que era únicamente suyo. —Dilo —le susurré.
Su mano se deslizó por mi espalda, dejando una estela de escalofríos. — ¿Qué diga qué, Kitten?
—Ya lo sabes.
Frotó la barbilla en mi cabello. —Amo... a mi auto, Dolly.
Mis labios se fruncieron en una pequeña mueca. —No es eso.
—Oh. —Su voz goteaba inocencia—. Lo sé. Amo Investigadores de fantasmas.
—Eres un idiota.
Se rió suavemente. —Pero tú me amas.
—Sí. —Presioné un beso en su hombro.
Hubo una pausa, y sentí su ritmo cardíaco acelerarse. El mío lo igualó rápidamente. —Te amo —dijo con la voz ronca—. Te amo más que a nada.
Me dejé descansar contra él, probablemente relajándome por primera vez desde que había llegado allí. No era que me sintiera más fuerte porque él estaba allí, aunque de alguna manera así era. Pero ahora tenía a alguien a mi lado, alguien que cuidaba mi espalda. No estaba solo en esto, y si hubiera sido al revés, yo hubiera hecho lo mismo que él había hecho. Dudaba...
La puerta de la celda se abrió de repente, y Mark se puso rígido como yo. Por encima de su hombro vi al Sargento Dasher y a Nancy Husher.
Detrás del dúo increíblemente fantástico, estaba Archer y otro guardia.
—¿Estamos interrumpiendo? —preguntó Nancy.
Mark resopló. —No. Decíamos lo triste que estábamos de que ustedes no nos visitaran.
Nancy juntó las manos. En su traje de pantalón negro, parecía un anuncio caminante de las mujeres que odian el color. —Por alguna razón, lo dudo.
Mi agarre en la parte delantera de la camisa de Mark se tensó mientras mis ojos saltaban al sargento. Su mirada no era abiertamente hostil, pero, de nuevo, no me decía mucho. Se aclaró la garganta. —Tenemos trabajo que hacer.
Increíblemente rápido, Mark se sentó, y de alguna manera había maniobrado su cuerpo para que yo quedara detrás de él. —¿Trabajar en qué? —preguntó, enroscando los dedos entre sus rodillas—. Y no creo que haya tenido el honor de conocerlo.
—Ese es el Sargento Dasher —le expliqué, tratando de moverme así no estaba detrás de él. Se movió, bloqueándome una vez más.
—¿Ah así? —La voz de Mark se volvió baja y peligrosa, y mi estómago se hundió—. Creo que lo he visto antes.
—No lo creo —respondió Dasher de manera uniforme.
—Oh, lo hizo. —Nancy hizo un gesto hacia mí—. Le mostré el video del primer día que Jinyoung estuvo aquí y su encuentro con él.
Cerré los ojos y murmuré una maldición. Mark iba a matarlo.
—Sí, lo he visto. —Cada palabra fue acentuada con lo que yo sabía era una mirada de muerte. Abrí un ojo. Dasher no parecía completamente imperturbable. Las líneas alrededor de su boca eran tensas—. Guardé esas imágenes en un lugar muy especial —finalizó Mark.
Puse una mano en su espalda. —¿Qué trabajo tenemos que hacer?
—Necesitamos algunas pruebas conjuntas, y luego de eso, veremos — respondió Dasher.
Mis músculos se tensaron, algo que Mark indudablemente notó. ¿Más pruebas de resistencia? No podía asegurar si irían bien con Mark involucrado.
—No es nada demasiado complicado o intensivo. —Nancy se hizo a un lado, haciendo un gesto hacia la puerta—. Por favor. Cuanto antes empecemos, más rápido se habrá terminado.
Mark no se movió.
Nancy nos miró con calma. —¿Tengo que recordarte lo que has prometido, Mark?
Le lancé una mirada penetrante. —¿Qué prometiste?
Antes de que pudiera responder, Nancy lo hizo. —Se comprometió a hacer todo lo que pidiéramos sin causar problemas si lo llevábamos contigo.
—¿Qué? —Me quedé mirándolo. Cuando no dijo nada, casi quise pegarle. Sólo Dios sabía lo que le harían hacer. Tomando una respiración profunda, me deslicé a su alrededor y me levanté. Un segundo más tarde, él se puso de pie delante de mí. Metiendo mi pelo hacia atrás, me deslicé en mis zapatillas de deporte.
No dijimos nada mientras salíamos al pasillo. Eché un vistazo a Archer, pero él miraba de cerca a Mark. Yo ya no debía ser una amenaza. Cuando nos detuvimos frente al ascensor, sentí la mano de Mark envolverse alrededor de la mía, y un poco de la tensión dejó mis hombros. ¿Cuántas veces había entrado en estos ascensores? Había perdido la cuenta, pero esta vez era diferente.
Mark estaba aquí.
Nos llevaron a la planta de medicina y a una habitación que alojaba dos pacientes. El Dr. Roth nos esperaba, con una expresión ansiosa mientras nos conectaba a un medidor de presión arterial.
—He estado esperando mucho tiempo para ejecutar las pruebas en alguien como tú —le dijo a Mark, con voz aguda.
Mark arqueó una ceja. —Otro fan. Los tengo en todas partes.
Murmuré—: Sólo tú lo verías como algo bueno.
Él me lanzó una sonrisa.
El color acentuó las mejillas del doctor. —No es frecuente conseguir un Luxen poderoso como tú. Habíamos pensado que Matthew lo sería, pero...
La cara de Mark se volvió oscura. —¿Trabajó con mi hermano?
Oh, oh.
Con los ojos muy abiertos, el Dr. Roth miró hacia donde Nancy y el Sargento Dasher se encontraban. Se aclaró la garganta mientras desenvolvía las esposas. —Su presión arterial es idéntica. Perfecto. Ciento veinte sobre ochenta.
Nancy escribió en un portapapeles que podía jurar que acababa de aparecer en sus manos. Me moví en la silla, cambiando mi atención de nuevo a Mark. Miraba al doctor como si quisiera sacarle información a golpes.
El Dr. Roth comprobó nuestros pulsos a continuación. El pulso en reposo estaba en cincuenta, lo que aparentemente era una buena señal, ya que Roth prácticamente tarareaba. —La proporción de Jinyoung estaba en más de sesenta antes, y la presión arterial en los niveles más altos. Parece que, con su presencia, sus proporciones se optimizaron, igualando las suyas. Esto es bueno.
—¿Por qué es bueno? —le pregunté.
Sacó un estetoscopio. —Es una buena indicación de que la mutación está en un nivel celular perfecto.
—O una indicación de que soy muy muy impresionante —sugirió Mark fríamente.
Eso le valió una pequeña sonrisa del doctor, y mi ansiedad se elevó. Uno podría pensar que Mark estuviera siendo normalmente engreído. Ser arrogante era una buena cosa, pero yo había aprendido que sus respuestas inteligentes podrían significar que estaba a un segundo de explotar.
—Corazones latiendo en perfecta sincronía. Muy bien —murmuró Roth, girándose hacia a Dasher—. Pasó la prueba de esfuerzo, ¿verdad? ¿No hay signos externos de desestabilización?
—Él lo hizo perfectamente, como esperábamos.
Aspiré una bocanada de aire, presionando mi mano en mi estómago.
¿Había hecho lo que esperaban? ¿Significaba eso que esperaban que matara a Blake? Ni siquiera podía pensar en eso.
Mark me miró. Sus ojos se estrecharon. —¿Qué son exactamente estas pruebas de resistencia?
Abrí la boca, pero no supe qué decir. No quería que él supiera lo que había sucedido, lo que había hecho. Me volví a Dasher, y su expresión era cuidadosa. Recé para que el hombre tuviera sentido común. Si le decía sobre los combates, era probable que Mark perdiera el control.
—La prueba de resistencia es lo típico —explicó—. Estoy seguro de que Jinyoung puede decírtelo.
Sí, por supuesto, lo típico, si tener el trasero golpeado y asesinar eran cosas normales, pero de una manera retorcida, me gustó la mentira. —Sí, por completo lo típico.
La duda cruzó las facciones de Mark cuando se giró de nuevo hacia el doctor. —¿Estas pruebas de resistencia fueron las mismas que hizo Matthew? Nadie respondió, lo cual fue suficiente respuesta. Mark estaba muy quieto, pero su mirada era aguda, y su boca se apretaba en una línea dura.
Luego se acercó y tomó mi mano entre las suyas, el gesto gentil tan en desacuerdo con su actitud.
—Entonces, podemos pasar a la fase más importante de nuestro trabajo hoy. —El Dr. Roth se acercó a un carro lleno de utensilios—. Una de las cosas más notables de nuestros amigos extraterrestres es su capacidad de curar, no sólo a ellos, también a otros. Creemos que desbloquear esa habilidad nos proporcionará la información necesaria para reproducir la función de curar a otros que sufren de diversas enfermedades.
El doctor tomó algo, pero su mano lo escondió cuando se giró de nuevo a nosotros. —El propósito del siguiente ejercicio, Mark, es ver lo rápido que puede sanar. Tenemos que ser capaces de ver esto antes de que podamos seguir adelante.
La ansiedad que me había estado atacando explotó como una bala de cañón. Esto sólo podría estar llevando a una cosa.
—¿Dígalo? —preguntó Mark en voz baja.
Roth visiblemente tragó mientras se acercaba a nosotros, y me di cuenta de que Archer y otro guardia también se acercaban. —Necesitamos que sanes a Jinyoung —dijo.
Su mano se apretó alrededor de la mía, y Mark se inclinó hacia delante. —¿Sanarlo de qué es exactamente? Porque estoy un poco confundido. Ya me he ocupado de los hematomas, lo cual, por cierto, me gustaría saber cómo aparecieron-
Mi pulso golpeaba mientras miraba a mis alrededores. Los puntos negros estaban por todas partes, y tuve la sensación de que estábamos a punto de reencontrarnos con el abrazo amoroso del ónix.
—No va a ser nada grave —explicó el médico suavemente—. Sólo un pequeño rasguño que apenas sentirá. Entonces voy a hacer algunas pruebas de sangre y vigilar los signos vitales. Eso es todo.
De repente, en todo lo que podía pensar era en Matthew y Jiu, en todas las cosas que le habían hecho a Jiu para forzar a Matthew a sanar a otros. Las náuseas me abordaron, y me sentí mareado. Dasher no había actuado como si tener a Mark aquí fuera una prioridad, pero ahora que lo estaba, íbamos a ver todos los lados del Daedalus. ¿Y cómo podían empezar a usar a otras personas para sanar hasta saber el verdadero alcance de sus habilidades?
—No. —Mark hervía—. No vas a hacerle daño.
—Lo prometiste —dijo Nancy—. ¿Tengo que recordártelo constantemente?
—No estuve de acuerdo con hacerle daño —respondió, las pupilas de sus ojos comenzaron a brillar.
Archer se acercó más. El otro guardia se trasladó a la pared, cerca de un botón muy desagradable a la vista. Las cosas estaban a punto de empeorar, y el Dr. Roth mostró lo que había en su mano, Mark se puso de pie, dejó mi lado y se movió frente a mí.
—No va a pasar, amigo —dijo, cerrando las manos en puños.
Luz se reflejaba en el bisturí de acero que Roth sostenía. El buen doctor dio un sabio paso atrás. —Te prometo que apenas lo sentirá. Soy médico. Sé cómo hacer un corte limpio.
Los músculos de la espalda de Mark se tensaron. —No.
Nancy hizo un sonido de impaciencia mientras bajaba el portapapeles.
—Esto puede ser fácil, o puede llegar a ser muy difícil.
Su cabeza giró en su dirección. —¿Difícil para ti o para mí?
—Para ti y para Jinyoung. —Dio un paso hacia adelante, muy valiente o muy estúpida—. Siempre podemos contenerte. O podríamos hacer esto y acabar de una vez. La elección es tuya.
Mark parecía que iba a ponerlos en evidencia, y yo sabía que iban a pasar por ello. Si él o yo dábamos batalla, llenarían esta sala con ónix, detenerlo hasta que me hicieran lo que quisieran, y luego liberarlo. De cualquier manera, esto iba a suceder. La decisión era nuestra. Ir por el camino limpio, o por el sucio.
Me levanté sobre mis piernas que se sentían débiles. —Mark.
Me miró por encima del hombro. —No.
Forzando una sonrisa que se sentía rara, me encogí de hombros. —Va a suceder de cualquier manera. Confía en mí. —El dolor se reflejó en su rostro ante las tres últimas palabras—. Si no hacemos esto, entonces se acabó. Estuviste de acuerdo con esto.
—No estuve de acuerdo con esto.
—Lo sé... pero estás aquí, y... —Y esto era por qué no lo quería aquí. Girando hacia el doctor, le tendí la mano—. Él no va a permitir que nadie haga esto. Voy a tener que hacerlo yo mismo.
Mark me miró con incredulidad. El doctor se giró hacia Nancy, quien asintió. Era evidente que su posición, la que fuera, usurpaba la del Sargento.
—Adelante —dijo Nancy—. Confío en que Mark sepa qué va a pasar si decide usar ese cuchillo de una muy mala manera.
Le lancé a la mujer una mirada de odio mientras el frío instrumento llegaba a mi palma. Haciendo acopio de todo mi valor, me dirigí a Mark.
Todavía me miraba como si estuviera loco. —¿Listo?
—No. —Su pecho subió con una respiración profunda, y una cosa muy rara pasó. La impotencia se había deslizado en sus ojos, volviéndolos de un tono de verde musgo—. Jin...
—Tenemos que hacerlo.
Nuestros ojos se encontraron, y luego me tendió la mano. —Yo lo haré.
Me puse rígido. —De ninguna manera.
—Dámelo, Jin.
Había varias razones por las que no le daba el bisturí. Sobre todo, porque no quería que se sintiera culpable por ello, y también tenía miedo que lo convirtiera en un proyectil. Me moví un poco, abriendo la mano izquierda.
Nunca me había cortado antes, al menos no a propósito. Mi corazón latía rápido y mi estómago saltaba. El borde del bisturí era agudo, por lo que supuse que no necesitaría mucha presión para hacer el arañazo.
La posé sobre mi mano abierta, apretando los ojos.
—¡Espera! —gritó Mark, haciéndome saltar. Cuando levanté la vista, sus pupilas se veían completamente blancas—. Necesito estar en mi verdadera forma.
Ahora yo lo miraba como si estuviera loco. Muchas veces se las había arreglado estando en su forma humana. Sólo se convertía en un objeto brillante cuando las cosas iban en serio. No tenía ni idea de lo que iba a hacer.
Se giró hacia Nancy y el Sargento, que llevaban miradas de sospecha. — Quiero asegurarme de hacer esto rápido. No quiero que sufra, y no quiero una cicatriz.
Parecían creerlo, porque Nancy asintió con aprobación. Mark respiró hondo y, a continuación, su cuerpo comenzó a brillar. Estaba cambiando. El contorno de su figura comenzó a desaparecer, la ropa y todo. Por un segundo, me olvidé que nos encontrábamos en la habitación, que sostenía un bisturí a punto de cortar mi propia carne, y que éramos básicamente prisioneros de Daedalus.
Verlo asumir su verdadera forma era algo impresionante.
Justo antes de que se desvaneciera por completo, comenzó a tomar forma de nuevo. Brazos. Piernas. Torso. Cabeza. Por un breve instante, pude verlo, realmente verlo. Su piel era transparente, como una medusa, y la red de venas estaba llena de un resplandor nacarado. Los rasgos eran de Mark, pero más nítidos y definidos, y entonces brillaba tanto como el sol. Una forma humana teñida con luz roja que era tan hermosa a la vista, que las lágrimas llenaron mis ojos.
Realmente no quiero que hagas esto.
Como siempre, oír su voz en mi cabeza fue un shock. No creía alguna vez poder acostumbrarme. Empecé a responder verbalmente, pero me detuve. No deberías haber venido aquí, Mark. Esto es lo que quieren.
La cabeza luminosa se inclinó hacia un lado. Venir aquí por ti era lo único que podía hacer. No significa que tenga que estar de acuerdo con todo. Ahora has esto antes de que cambie de idea y vea si realmente no puedo aprovechar la Fuente y matar a alguien.
Mi mirada se posó en el bisturí, y me encogí. Agarrando bien el mango, pude sentir varios ojos en mí. Tan cobarde como soy, cerré mis ojos, dirigí la hoja hacia abajo en mi palma, y corté.
Siseé ante el brote de dolor y tiré el bisturí, observando el ligero corté inmediatamente burbujear de sangre. Era como un corte de papel, pero un millón de veces.
Jesús, Santa María madre de Cristo en muletas, se oyó la voz de Mark.
No estoy seguro de que sea así, le dije, apretando mi mano contra la quemadura.
Estaba vagamente consciente del doctor agachándose y levantando la hoja mientras miraba hacia arriba. La luz de Mark me rodeaba mientras extendía su mano, con los dedos cada vez más visibles a medida que rodeaban mi mano herida.
Abre, dijo.
Negué con la cabeza, y su suspiro fantasmal rebotó alrededor de mi cabeza. Suavemente abrió mi mano, su toque era tan cálido como ropa recién sacada de la secadora. Hombre, eso dolió más de lo que pensaba.
Hubo un gruñido que reemplazó el suspiro. ¿De verdad creías que no te iba a doler, Kitten?
Lo que sea. Dejé que me guiara hasta la silla y me senté, mirando cómo se ponía de rodillas delante de mí, con la cabeza inclinada. El calor estalló sobre mi palma mientras empezaba a hacer su cosa.
—Asombroso —susurró el doctor Roth.
Mis ojos estaban fijos en la brillante, cabeza inclinada de Mark. El calor que emanaba de él llenaba la habitación. Me acerqué y puse mi mano sana en su hombro. Su luz parpadeó, y el rojo en los bordes disminuyó una pulgada o menos. Interesante.
Sabes lo que me gusta cuando me tocas en esta forma. Su voz envió un escalofrío por mi espalda.
¿Por qué tienes que hacer que todo suene tan sucio? Pero no retiré mi mano.
Su risa me recorrió, y para entonces, el dolor en mi mano se había detenido. Yo no soy el que tiene la mente sucia, Kitten.
Puse los ojos en blanco.
Sus dos manos rodearon la mía, y estaba seguro de que en ese momento ya estaba curado. Ahora deja de distraerme.
Solté un bufido. ¿Yo? Eres un idiota.
—Fascinante —murmuró el doctor Roth—. Se están comunicando. Nunca deja de sorprenderme cuando lo veo.
Mark no le hizo caso. Tomé esta forma para decirte que hablé con Luc antes de ir al Monte Weather.
Me senté con la espalda recta, atento. ¿Tuvo algo que ver con esto?
No, y le creo. Va a ayudarnos a salir. Necesito...
—Muéstranos tu mano, Jinyoung. —La voz de Nancy se entrometió.
Quería ignorarlo, pero cuando levanté la vista, vi al otro guardia acercándose a Mark con lo que parecía una pistola eléctrica en la mano.
Moví mi mano de Daemon y les mostré.
—¿Felices?
—Mark, toma tu forma humana —ordenó Nancy con voz cortada.
Un latido pasó, y luego Mark se levantó. En su verdadera forma, parecía más alto y era un infierno mucho más intimidante. Su luz parpadeó una vez, más roja que blanca, y luego se atenuó.
Se quedó allí, menos que una luciérnaga. Sólo sus ojos ardían con luz blanca. —No sé si te has dado cuenta de esto o no, pero no me gusta que me ordenes hacer cosas.
Nancy ladeó la cabeza. —No sé si te has dado cuenta de esto o no, pero estoy acostumbrada a que las personas cumplan mis órdenes.
Una sonrisa apareció en su rostro. —¿Has oído hablar del refrán: “Capturas más leones con miel que con vinagre”?
—Creo que es “Capturas más abejas”, y no leones —murmuré.
—Lo que sea.
El doctor Roth examinó mi mano. —Notable. Sólo una línea de color rosa pálido. Probablemente desaparecerá por completo en una hora. —Se volvió hacia Nancy y Dasher, prácticamente vibrando de emoción—. Otros Luxen han sanado en esta cantidad de tiempo, pero el corte no queda completamente sellado.
Como si Mark necesitara sentirse especial.
El médico negó con la cabeza mientras lo miraba fijamente. — Realmente increíble.
Me pregunté si el buen doctor iba a besarlo.
Antes de que pudiera empezar a babear sobre Mark, la puerta se abrió de golpe y un oficial sin aliento apareció, con las mejillas sonrosadas del color de su pelo alborotado.
—Tenemos un problema —anunció, tomando varias respiraciones profundas.
Nancy le dio una mirada maliciosa, y no pude dejar de pensar que el tipo de la puerta probablemente gritaría después por irrumpir aquí.
Dasher se aclaró la garganta. —¿Cuál es el problema, Collins?
Los ojos del oficial rebotaron por la habitación, moviéndose sobre Mark y yo antes de lanzarse de nuevo a nosotros y finalmente decidirse por el Sargento. —Hay un problema en el edificio B, señor, en el noveno piso. Se requiere su atención inmediata.
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softnessbunnie · 3 years
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CAPITULO 10
Mark
Me dejaron limpiarme en una zona comunitariamente vacía. Al principio no quería perder el tiempo. Tenía que llegar a Jin, pero no me dieron muchas opciones, lo cual resultó ser algo bueno, porque yo lucía como algo salido directamente de las montañas. La barba en mi rostro estaba fuera de control. Después de un afeitado y una ducha rápida, me puse los pantalones de chándal negro y la camisa blanca que me habían dado. El mismo uniforme estándar que utilizaban desde hacía años. Nada como vestirnos a todos de la misma forma para hacernos sentir como un rostro sin nombre en una multitud.
Cuando había estado allí antes, todo se trataba sobre mantenernos en control. A mí parecer, Daedalus no era diferente.
Casi me reí cuando la realización me golpeó. Probablemente siempre había sido Daedalus el que dirigía el espectáculo, incluso cuando yo había sido integrado hacía tantos años.
Cuando el guardia regresó, era el mismo idiota de antes, y lo primero que hizo fue comprobar la hoja de la navaja plástica.
Levanté una ceja. —No soy tan estúpido.
—Es bueno saberlo —fue la respuesta—. ¿Listo?
—Sí.
Se hizo a un lado, abriéndome el camino otra vez hacia el pasillo.
Mientras nos dirigíamos a otro ascensor, se mantuvo pegado a mi cadera. —Estás tan cerca de mí, hombre, que siento como si tuviera que llevarte a cenar o algo así. Por lo menos debería saber tu nombre.
Golpeó el suelo. —La gente me llama Archer.
Mis ojos se estrecharon. Había algo en él que me recordaba a Luc, y demonios si eso era un buen presagio. —¿Ese es tu nombre?
—Es con el que nací.
El tipo era tan encantador como... bueno, como yo en un mal día.
Volteando la mirada hacia el número rojo en el ascensor, lo vi bajar constantemente. Mi estómago se retorció. Si Nancy estaba jodiendo conmigo, y Jin no se encontraba aquí, estaba a punto de averiguarlo.
No sé lo que haría si no lo estaba. Probablemente me volvería loco.
No pude evitar lo que salió de mi boca después—: ¿Lo has visto... a Jin?
Un músculo se flexionó en la mandíbula de Archer, y mi imaginación comenzó a correr a toda velocidad hasta que respondió.
—Sí. Me lo han asignado. Estoy seguro de que te gustaría mucho.
—¿Está bien? —le pregunté, ignorando la broma.
Se volvió hacia mí y la sorpresa cruzó su rostro. El intercambio de insultos y ataques no estaba en mi lista de cosas por hacer en ese momento. —Él puede... él puede que esté como se esperaba.
No me gustó la forma en que sonó. Tomando una respiración profunda, me pasé la mano por el pelo húmedo. La imagen de Jiu enloqueciendo vino a mi cabeza. Un temblor recorrió los músculos de mi brazo. No había duda en mi mente que no importaba en qué condición estuviera Jin, podía manejarlo.
Lo ayudaría a ponerse mejor. Nada en este mundo podía detener eso, pero no quería que él experimentara algo que pudiera dañarlo.
Como matar a Blake seguramente lo habría hecho.
—La última vez que lo comprobé, estaba dormido —dijo, cuando el ascensor se detuvo—. No ha estado durmiendo bien desde que lo trajeron, pero hoy parece estar compensándolo.
Asentí lentamente y lo seguí por el pasillo. Entonces pensé en lo valientes que eran para darme sólo un guardia, pero, por otra parte, sabían lo que yo quería, y yo sabía lo que estaba en riesgo si hacía algo estúpido.
Mi corazón se aceleró, mis manos se abrían y cerraban de forma esporádica a los lados. La energía ansiosa me rodeaba, y cuando nos acercamos al centro de la amplia sala, sentí algo que no había sentido en demasiado tiempo.
Un cálido hormigueo recorrió la parte posterior de mi cuello.
—Él está aquí. —Mi voz sonó ronca.
Él volvió la vista hacia mí. —Sí. Está aquí.
No necesité decirle que había tenido mis dudas, que una parte de mí se había aferrado a la fría posibilidad de que hubieran jugado con mi debilidad.
Debe haber estado escrito por toda mi cara, y ni siquiera me importaba disimularlo.
Jin estaba aquí.
Archer se detuvo ante una puerta y dio un golpe en el código después de hacer una pequeña lectura visual. Hubo un suave chasquido al desbloquearse. Me miró, con la mano en el picaporte. —No estoy seguro de cuánto tiempo voy a darte.
Luego abrió la puerta.
Como si estuviera caminando a través de arenas movedizas, o en un sueño, me moví hacia adelante sin sentir el suelo bajo mis pies. El aire parecía espesarse, ralentizando mi progreso, pero en realidad estaba corriendo la maldita puerta y todavía no me movía lo suficientemente rápido.
Con los sentidos completamente alerta, entré en la celda, vagamente consciente de la puerta cerrándose detrás de mí. Mi mirada se disparó directamente a la cama pegada a la pared.
Mi corazón se detuvo. Todo mi mundo se detuvo.
Caminé hacia delante, y mi paso vaciló. Sólo en el último segundo posible, me sorprendí a mí mismo cayendo de rodillas al suelo. Mi garganta y mis ojos ardían.
Jin estaba acurrucado sobre su lado, frente a la puerta, pareciendo terriblemente pequeño en la cama. El largo de su cabello color chocolate caía sobre su mejilla. Él estaba dormido, pero sus rasgos lucían tensos como si ni siquiera descansando estuviera completamente cómodo. Sus pequeñas manos estaban metidas debajo de la barbilla redondeada, y los labios entreabiertos.
Su belleza me golpeó con fuerza, como un relámpago directamente en el pecho. Me quedé allí inmóvil, por cuánto tiempo no lo sabía, sin poder apartar los ojos de él, y luego di dos largas zancadas que me llevaron hasta el borde de la cama.
Mirándolo detenidamente, abrí la boca para decir algo, pero no había palabras. Me quedé boquiabierto, y podía jurar que Jin era el único capaz de hacerme eso.
Me senté a su lado, mi corazón latía con fuerza mientras él se removía, pero no se despertó. Una parte de mí odiaba la idea de despertarlo. De cerca, pude ver las sombras oscuras florecer bajo las gruesas pestañas como manchas débiles de tinta. Y, honestamente, me sentía feliz —no, emocionado— con sólo estar en su presencia, incluso si eso significaba que pasaría todo el tiempo mirándolo.
Pero no podía evitar las ganas de tocarlo.
Poco a poco, extendí la mano y cuidadosamente aparté los sedosos mechones de pelo hacia atrás, lejos de su mejilla. Ahora podía ver los tenues hematomas en su pómulo, una sombra descolorida de color amarillo. También había un corte fino en su labio inferior. La ira se apoderó de mí. Aspiré profundamente, dejando que el aliento saliera a duras penas.
Colocando una mano en el costado de su rostro, bajé la cabeza y le di un suave beso en el corte del labio, prometiendo en silencio que haría pagar muy caro a quien haya sido responsable de las heridas y el dolor que había pasado. Instintivamente, dejé que el calor sanador se deslizara de mí a él, borrando los moretones de la vista.
Sentí un suspiro suave y cálido en mi boca, y levanté la mirada, incapaz de apartarme demasiado. Las pestañas de un adormecido Jin revolotearon y los hombros se levantaron mientras él aspiraba una respiración profunda. Esperé con el corazón en la garganta.
Lentamente abrió los ojos, y su mirada gris era poco definida mientras se movía sobre mi cara. —¿Mark?
El sonido de su voz, ronca por el sueño, era como volver a casa. El ardor en mi garganta se convirtió en una bola. Inclinándome hacia atrás, puse la punta de mis dedos en su barbilla. —Hola, Kitten —dije, mi voz sonando demasiado ronca.
Me observó mientras la nubosidad en su mirada se despejaba. —¿Estoy soñando?
Mi risa salió estrangulada. —No, Kitten, no estás soñando. Realmente estoy aquí.
Un latido pasó, y entonces se levantó sobre los codos. Una sola hebra de cabello le cayó sobre la cara. Me enderecé, dándole más espacio. Mi ritmo cardíaco comenzó a aumentar a una velocidad supersónica, igualando suyo. Entonces estaba sentado completamente, con las manos en mi cara.
Cerré los ojos al sentir la suave caricia ir directo hasta mi alma.
Jin deslizó sus manos sobre mis mejillas, como si estuviera tratando de convencerse a sí mismo de que era real. Puse mi mano sobre las suyas y abrí los ojos. Los suyos estaban amplios y húmedos, brillando con lágrimas. —Está bien —le dije—. Todo va a estar bien, Kitten.
—¿Cómo... cómo estás aquí? —tragó—. No entiendo.
—Vas a estar enojado. —Le di un beso a su palma abierta. Me deleité con el estremecimiento que recorrió su cuerpo—. Me entregué.
Se echó hacia atrás, pero me aferré a sus manos, sin dejarlo alejarse. Y sí, yo era egoísta. No estaba dispuesto a dejar de tocarlo. —Mark, ¿qué...? ¿En qué estabas pensando? No deberías...
—No iba a dejar que pases por esto solo. —Deslicé las manos por sus brazos, acunando sus codos—. No había manera de que pudiera hacerlo. Sé que no es lo que querías, pero esto no es lo que yo quería.
Dio una pequeña sacudida con la cabeza, y su voz fue apenas un susurro. —¿Pero tu familia, Mark? Tu...
—Tú eres más importante. —En el momento en que esas palabras salieron de mi boca, supe que eran ciertas. La familia siempre había venido primero para mí, y Jin era una parte de mi familia, una parte más importante. Era mi futuro.
—Pero las cosas que van a hacer que hagas... —La humedad en sus ojos aumentó, y una lágrima se escapó, deslizándose por su mejilla—. No quiero que pases por...
Atrapé la lágrima con un beso. —Y yo no voy a dejar que pases por esto solo. Eres mi... eres mi todo, Jin. —Al escuchar su suave inhalación, sonreí de nuevo—. Vamos, Kitten, ¿realmente esperabas algo menos de mí? Te amo.
Sus manos cayeron a mis hombros, flexionando hasta que sus dedos se clavaron a través del algodón de la camisa, y me miró durante tanto tiempo que empecé a preocuparme. Luego saltó hacia delante, envolviendo los brazos alrededor de mi cuello y prácticamente abordándome.
Riendo contra la cima de su cabeza, me sorprendí antes de caerme. Un segundo él estaba a mi lado, y al otro sobre mi regazo, envolviendo los brazos y piernas a mí alrededor. Éste—éste era el Jinyoung que conocía.
—Estás loco —susurró contra mi cuello—. Estás completamente loco, pero te amo. Te amo tanto. No quiero que estés aquí, pero te amo.
Deslicé la mano por su espalda, curvando los dedos contra la espalda baja. —Nunca me cansaré de oírte decir eso.
Se apretó contra mí, enterrando los dedos en el cabello de mi nuca. —Te extrañé mucho, Mark.
—No tienes ni idea... —me quedé sin palabras en ese momento. Estar tan cerca de él después de tanto tiempo, era el tipo más dulce de tortura. Cada vez que respiraba, lo sentía en cada parte de mi cuerpo, en algunas zonas más que otras. Muy inapropiado, pero él siempre tuvo una poderosa influencia sobre mí. El sentido común saltó por la ventana.
Se echó hacia atrás, sus ojos buscando los míos, y luego eliminó la distancia, y, maldita sea, el beso fue medio inocente, medio desesperado y completamente perfecto. Mi puño en su espalda se tensó cuando ladeó la cabeza, y aunque el beso comenzó como algo dulce, me encargué desde allí.
Lo profundicé, arrojando cada temor en él, cada minuto que habíamos estado separados, y todo lo que sentía por él. Su gemido entrecortado me sacudió, y cuando se movió casi me deshizo.
Agarré sus caderas y lo empujé hacia atrás. Era lo último que quería hacer. —Las cámaras, ¿recuerdas?
El color se arrastró por su cuello y hacia las mejillas. —Oh, sí, en todas partes menos...
—El baño —facilité, atrapando el destello de sorpresa en su rostro—. Me han puesto al corriente.
—¿Todo? —Cuando asentí, el color rosado de sus mejillas desapareció, y rápidamente se escabulló fuera de mi regazo. Se sentó a mi lado, con la mirada al frente. Pasó un momento largo, y tomó una respiración profunda—. Estoy... feliz de que estés aquí, pero me gustaría que no lo estuvieras.
—Lo sé. —No me ofendió esa declaración.
Se colocó el pelo hacia atrás. —Mark, yo...
Puse dos dedos debajo de su barbilla e incliné su rostro de nuevo hacia el mío. —Lo sé —dije de nuevo, buscando sus ojos—. Vi algunas de las cosas, y me dijeron sobre...
—No quiero hablar de eso —dijo rápidamente, deslizando las manos sobre sus rodillas dobladas.
La preocupación aumentó dentro de mí, pero me forcé a sonreír. —Está bien. Eso está bien —deslicé el brazo alrededor de sus hombros, atrayéndolo hacia mí. No hubo resistencia. Se fundió en mi costado, doblando sus dedos en mi camisa. Lo besé en la frente. Mantuve mi voz baja—. Voy a sacarnos de esto.
Su mano se cerró alrededor de mi camisa y levantó la cabeza. — ¿Cómo? —susurró.
Me incliné, presionando cerca de su oído. —Confía en mí. Estoy seguro de que nos están mirando, y no quiero darles ninguna razón para separarnos en éste momento.
Asintió en comprensión, pero su boca se tensó. —¿Has visto lo que han estado haciendo aquí?
Negué con la cabeza, y él tomó una respiración profunda. En voz baja, me contó acerca de los humanos enfermos que trataban, los Luxen y los híbridos. Mientras hablábamos, nos tendimos en la cama, uno frente al otro. Me di cuenta de que pasaba por alto un montón de cosas. Por un lado, no habló de nada de lo que había estado haciendo o cómo obtuvo esos moretones.
Supuse que tenía que ver con Blake y que por eso no dijo nada sobre el tema, pero mencionó a una niña llamada Lori que se estaba muriendo de cáncer. Un aspecto contraído apareció cuando hablaba de ella. Jin no había sonreído ni una vez. La comprensión me fastidió, amenazando con arruinar el reencuentro.
—Dijeron que ahí afuera hay Luxen malos —dijo—. Por eso me tienen aquí, para aprender a luchar contra ellos.
—¿Qué?
Se puso tenso. —Dijeron que había miles de Luxen que querían hacer daño a los seres humanos y que iban a venir aún más. ¿Supongo que no te dijeron nada de eso?
—No. —Casi me reí, pero luego me acordé de lo que había dicho Ethan.
No había manera de que eso podría haber tenido algo que ver con lo que él decía. ¿O sí? —Me dijeron que quieren más híbridos. —Una mirada de preocupación cruzó su rostro, y deseé no haberlo dicho.
—¿Qué tipo de cáncer tiene Lori? —le pregunté, pasando la mano por su brazo. No había dejado de tocarlo. Ni una sola vez desde que había entrado en la habitación.
Las puntas de sus dedos descansaban en mi barbilla, y nos encontrábamos tan cerca como podíamos, pero que a la vez parezca apropiado, considerando que teníamos los ojos puestos en nosotros. —El mismo tipo de cáncer que tuvo mi padre.
Apreté su mano. —Lo siento.
Sus dedos siguieron la curva de mi mandíbula. —Sólo la vi una vez, pero no lo está haciendo demasiado bien. Le están dando algún tipo de tratamiento que consiguen de los Luxen e híbridos. Lo llaman LH-11.
—¿LH-11?
Asintió y luego frunció el ceño. —¿Qué?
Mierda, eso era lo que quería Luc. Lo cual me hace preguntarme, ¿qué diablos quiere Luc de un suero que Daedalus usa en los humanos enfermos? Su ceño se profundizó, y llené el espacio insignificante entre nosotros, manteniendo la voz baja. —Te lo diré más tarde.
El entendimiento apareció, y acercó un poco más la pierna para que descansara contra la mía. Contuve la respiración, y un tipo diferente de conocimiento se deslizó en los ojos de Jin. Se mordió el labio inferior, y me tragué un gemido.
Ese color bonito bordeó sus mejillas de nuevo, lo que no ayudaba a la situación. Llevé la mano hacia su brazo, los sentidos se intensificaron cuando se estremeció. —¿Sabes lo que daría por un poco de intimidad ahora mismo?
Sus pestañas bajaron. —Eres terrible.
—Sí.
Su expresión se ensombreció. —Siento que hay un gran reloj colgando sobre nosotros en éste momento, como si nos estuviéramos quedando sin tiempo.
Probablemente era cierto. —No pienses en eso.
—Es un poco difícil no hacerlo.
Hubo una pausa, y le acaricié la mejilla, pasando suavemente mi pulgar sobre el hueso delicado. Pasaron varios minutos.
—¿Has visto a mi madre?
—No. —Quería decirle por qué, y decirle más, pero divulgar cualquier información en éste punto era un riesgo. Sin embargo, tuve una idea. Podría tomar mi verdadera forma y hablar con él de esa manera, pero dudaba que los poderes fueran reconocidos así. No estaba dispuesto a correr el riesgo en este momento—. Pero Mina ha estado manteniendo un ojo en ella.
Jin mantuvo los ojos cerrados. —Extraño a mi mamá —susurró, y mi corazón se rompió—. Realmente la echo de menos.
No sabía qué decir, ¿y qué podía decir? Lo siento no sería suficiente.
Entonces, mientras buscaba una distracción, me permití a mí mismo volver a familiarizarme con los ángulos de su cara, la columna elegante de su cuello, y la pendiente de sus hombros. —Dime algo que no sepa.
Pasó unos momentos antes de que hablara. —Siempre he querido un Mogwai.
—¿Qué?
Las pestañas de Jin todavía abanicaban sus mejillas, pero por fin estaba sonriendo, y algo de la presión se alivió de mi pecho. —Has visto Gremlins, ¿verdad? ¿Recuerdas a Gizmo? —Cuando asentí, se echó a reír. El sonido era ronco, como si no hubiera reído en mucho tiempo. Y supuse que no lo había hecho—. Mamá me dejó verlo cuando era un niño, y yo estaba obsesionado con Gizmo. Quería uno de esos más de lo que quería cualquier cosa en el mundo. Incluso le prometí a mamá que no le daría de comer después de medianoche ni lo mojaría.
Apoyé la barbilla sobre su cabeza y sonreí ante la imagen de la pequeña bola de pelo de color marrón y blanco. —No lo sé.
—¿Qué? —Se acurrucó más cerca, metiendo sus dedos en el cuello de mi camisa.
Lanzando el brazo alrededor de su cintura, tomé lo que se sintió la primera respiración en semanas. —Si yo tuviera un Mogwai, totalmente le daría de comer después de la medianoche. Ese gremlin con cresta sería un tipo duro.
Se rio de nuevo, el sonido tintineó dentro de mí, y me sentí cerca de 450 kilos más ligero. —¿Por qué no me sorprende? —dijo—. Deberías haberte vinculado con el gremlin.
—¿Qué puedo decir? Es mi personalidad brillante.
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softnessbunnie · 3 years
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Capitulo 9
Jinyoung
Mis piernas dolían mientras seguía a Archer, cojeando por el camino hacia la sala de entrenamiento. ¿Con quién tendría que luchar hoy? ¿Mo? ¿El chico con la cresta? ¿O sería la chica con el cabello rojo realmente lindo? No importaba. Me patearían el trasero. La única cosa que sí sabía era que no dejarían que ninguno de los otros híbridos me matase. Era demasiado valioso. Archer ralentizó su paso, permitiéndome alcanzarlo. No ha dicho nada desde que dejé mi celda ayer, pero ya estaba acostumbrada a sus silencios. No podía descifrarlo, sin embargo. No parecía apoyar algo de todo aquello, pero nunca lo admitió. Tal vez era sólo un trabajo para él. Nos detuvimos frente a las puertas que había llegado a odiar. Tomando una profunda respiración, las atravesé cuando se abrieron. No tenía sentido retrasar lo inevitable. El Sargento Dasher me esperaba dentro, vestido con el mismo uniforme que había usado desde la primera vez que lo vi. Me preguntaba si tendría un suministro interminable de ellos. Si no era así, tendría una cuenta enorme en la lavandería. Éstas eran cosas estúpidas en las que pensar antes de obtener un gran moretón. Dasher me observaba. Desde el breve vistazo de mi reflejo en el espejo empañado del baño, sabía que me veía terrible. En el lado derecho de mi rostro, mi mejilla y mi ojo tenían un feo tono púrpura y estaban hinchados. Mi labio inferior, partido. El resto de mi cuerpo lucía como revoltijo de moretones. Él sacudió su cabeza y dio un paso al costado, permitiéndole al Dr. Roth revisarme. El doctor me tomó la presión sanguínea, escuchó mi respiración y luego iluminó mis ojos. —Se ve un poco cansado —dijo, metiendo el estetoscopio debajo de su bata de laboratorio—. Pero puede participar de la prueba de esfuerzo.
—Sería lindo si de hecho participa —gruñó uno de los tipos en los paneles de control—, y no se quede ahí parado.
Le disparé una mirada, pero antes de que pudiera abrir mi boca, el Sargento Dasher me cortó. —Hoy va a ser diferente —dijo. Doblando mis brazos, fijé mis ojos en él. —No. No lo será. No lucharé contra ellos.
Levantó su barbilla. —Quizás te hemos introducido en la prueba de esfuerzo incorrectamente. —Vaya —dije, sonriendo interiormente ante la forma en que sus ojos se estrecharon—. ¿Qué parte de todo esto es incorrecto? —No queremos que pelees por pelear, Jinyoung. Queremos asegurarnos de que tu mutación es viable. Puedo ver que no estás dispuesto a herir a otro híbrido. Una pequeña pizca de esperanza se encendió dentro de mí, como una semilla frágil asomando a través la tierra. Quizás quedarme de pie, acumulando todos esos moretones, había servido de algo. Era un pequeño paso que probablemente no significaba nada para ellos, pero para mí lo era todo. —De todas formas, debemos ver tus habilidades bajo mucho esfuerzo. — Se movió hacia los tipos en los paneles, y mi esperanza se rompió y quemó. La puerta se abrió—. Creo que aceptarás más esta prueba. Oh Dios, no quería caminar por esas puertas, pero forcé un pie delante del otro, negándome a mostrar una pizca de debilidad. La puerta se cerró detrás de mí y enfrenté la otra puerta, esperando, mientras en mi estómago se formaban nudos. ¿Cómo en el mundo podrían hacer esto aceptable? No había nada que pudiera... En ese instante, la otra puerta se abrió y Blake dio un paso dentro. Me atraganté con una risa amarga mientras él se contoneaba en la sala, apenas prestando atención al cierre de la puerta detrás de él. De repente, las palabras de Dasher, sobre que sería más aceptable, cobraron sentido. Blake frunció el ceño cuando se detuvo frente a mí. —Luces como la mierda. La ira creciente se desató. —¿Y te sorprende? Sabes lo que hacen aquí. Empujó los dedos por su cabello mientras sus ojos se movieron por mi rostro. —Jinyoung, todo lo que tenías que hacer era usar la Fuente. Estás haciendo esto más difícil.
—¿Yo estoy haciendo...? —Me detuve, mientras la ira hervía dentro de mí. La Fuente se agitó en mi vientre y sentí el vello de mi cuerpo elevarse—. Estás loco. —Mírate. —Ondeó su mano hacia mí—. Todo lo que tienes que hacer es hacer lo que te piden y habrías evitado todo esto. Doy un paso hacia adelante, mirándolo. —Si no nos hubieras traicionado, habría evitado todo esto en primer lugar. —No. —Una mirada triste se movió por su rostro—. Habrías terminado aquí sin importar qué hiciera. —No estoy de acuerdo. —No quieres estar de acuerdo. Tomé una profunda respiración, pero la ira estaba acabando con lo mejor de mí. Blake se movió para poner su mano en mi hombro, pero lo golpeé, alejando su brazo. —No me toques. Me miró por un momento, y luego sus ojos se entrecerraron. —Como te dije antes, si te quieres enojar con alguien, enójate con Mark. Él hizo esto. No yo. Eso fue todo. Toda la rabia y frustración acumulada azotaron a través de mí como un huracán categoría cinco. Mi cerebro se apagó, y cambió sin pensar. Mi puño pasó rozando su mandíbula, pero La Fuente se había asomado al mismo tiempo. Un rayo de luz se disparó de mi mano y lo dio vuelta. Se sostuvo de la pared, dejando salir una risa de sorpresa. —Maldición, Jinyoung. Eso duele. Energía crepitó por mi columna vertebral, fundiendo mis huesos. — ¿Cómo te atreves a culparlo por esto? ¡No es su culpa! Blake se dio la vuelta y se inclinó contra la pared. Sangre goteaba de su labio, por lo que la limpió con el dorso de la mano. Un extraño brillo penetró en sus ojos y luego se empujó de la pared. —Esto es completamente su culpa. Levanté mi brazo y otro rayo de energía salió disparado hacia adelante, pero él lo esquivó, riendo mientras se daba la vuelta, con los brazos a los costados. —¿Eso es lo mejor que tienes? —me incitó—. Vamos. Prometo que lo haré fácil para ti, Kitten. Ante el uso de mi apodo—el apodo que Mark me dio—lo perdí. Blake se encontraba sobre mí en un segundo. Me lancé hacia un lado, haciendo caso omiso a la protesta dolorosa de mis músculos. Su brazo se abrió ampliamente y la luz de color blanco-rojo crujió. Giré en el último segundo, evitando por poco un impacto directo. Dejando que la descarga de energía crezca en mí una vez más, envié otra explosión a través de la habitación, golpeándolo en el hombro. Se tambaleó hacia atrás, sus manos cayendo en las rodillas mientras se doblaba. —Creo que puedes hacerlo mejor que eso, Kitten. Furia ardiente cayó sobre mis ojos como un velo. Lanzándome hacia adelante, lo derribé como a un defensor de futbol americano. Fuimos al suelo en un enredo de piernas y brazos. Aterricé sobre él, balanceando mi brazo hacia atrás y bajándolo repetidamente. No veía realmente qué era lo que golpeaba, sólo sentía la llamarada de dolor en mis nudillos mientras conectaban con la carne. Blake empujó sus brazos entre los mío y los alejó, quitándome el equilibrio. Me tambaleé por un segundo, y luego levanté las caderas y rodé. Caí sobre mi espalda, eliminando el aire de mis pulmones. Apunté a su cara, empeñada en arrancarle los ojos. Atrapó mis muñecas y las llevó sobre mi cabeza mientras se agachaba. Un corte se había abierto debajo de su ojo izquierdo, y su mejilla empezaba a hincharse. Una gran cantidad de satisfacción corrió dentro de mí. —¿Puedo preguntarte algo? —Sonrió Blake, convirtiendo las manchas de color verde en sus brillantes ojos—. ¿Alguna vez le has dicho a Mark que me besaste? Apuesto a que no. Cada respiro que daba lo sentía en cada parte de mi cuerpo. Mi piel se volvió hipersensible a su peso y proximidad. El poder creció, y la habitación pareció teñirse de un brillante color blanco. La furia me consumió, guiando cada respiro y enganchándose de cada célula. Su sonrisa se amplió. —Justo como nunca me dijiste cuánto te gustaba acurrucarte... El poder brotó de mí, y de repente ya no me encontraba en el suelo— ambos ya no estábamos en el suelo. Nos encontrábamos levitando varios metros en el aire. Mi cabello caía hacia atrás y el suyo sobre sus ojos. —Mierda —susurró Blake. Volteándonos hacia arriba, liberé mis muñecas de su agarre y golpeé su pecho con las manos. Asombro se extendió por su pálido rostro un segundo antes de volar hacia atrás, chocando contra la pared. El cemento crujió y la fisura se expandió como una malvada telaraña. Toda la habitación tembló con el impacto mientras la cabeza de Blake fue hacia atrás y luego la dejó caer hacia adelante. Parte de mí esperaba que se sostuviera antes de golpear el suelo, pero no lo hizo. Golpeó con un sonido carnoso que borró toda la ira dentro de mí. Como si hubiera estado sostenido por hilos invisibles que habían sido cortados, aterricé en la punta de mis pies y di un dudoso paso al frente. —¿Blake? —grazné. Él no se movió. Oh, no... Mis brazos temblaban, comencé a arrodillarme, pero algo oscuro y pegajoso salió de debajo de su cuerpo. Mi mirada fue hacia la pared. Una huella del tamaño de Blake era claramente visible, una forma alcanzando por lo menos un metro de cemento. Oh Dios, no... Lentamente, bajé la mirada. Sangre se acumulaba debajo de su cuerpo inmóvil y se filtraba por el suelo de cemento gris, extendiéndose hacia mis zapatillas. Tropezando hacia atrás, abrí mi boca, pero ningún sonido salió. Blake no se movió. No rodó con un gemido. No se movió para nada. Y la piel visible de sus manos y antebrazos ya estaban palideciendo, convirtiéndose en un fantasmal color blanco que se destacaba con el contraste tan marcado del rojo de su sangre. Blake se encontraba muerto. Oh Dios mío. El tiempo se detuvo y luego aceleró. Eso significaba que el Luxen que lo había mutado también lo estaba, porque así era como funcionaba. Estaban unidos, como Mark y yo, y si uno moría... el otro también. Blake se lo merecía, en más de un sentido. Incluso yo había prometido matarlo, pero las palabras... las palabras eran una cosa. Las acciones eran algo completamente diferente. Y Blake, incluso con todas las cosas terribles que hizo, era un producto de las circunstancias. Sólo me provocaba. Había matado sin quererlo realmente. Él había nos traicionado para salvar a otro. Justo como yo lo hice... y haría. Mi mano temblaba mientras la presionaba contra mi boca. Todo lo que le dije volvió en una oleada. Y en ese pequeño segundo cuando cedí ante la furia—en cuestión de milésimas—yo había cambiado, me había convertido en algo que no estaba seguro si alguna vez podría deshacer. Mi pecho subió rápidamente al mismo tiempo que mis pulmones se comprimieron dolorosamente.
El intercomunicador se encendió, el zumbido inicial asustándome en el silencio absoluto. La voz del Sargento Dasher llenó la habitación, pero no podía quitar mis ojos de la forma sin vida de Blake. —Perfecto —dijo—. Pasaste la prueba de esfuerzo. Era demasiado... terminar aquí, tan lejos de mi mamá y Mark, y de todo lo que conocía, luego la prueba y los enfrentamientos posteriores con los híbridos. ¿Y ahora esto? Era demasiado. Dejando caer mi cabeza hacia atrás, abrí mi boca para gritar, pero no había sonido. No hice nada cuando Archer entró y gentilmente puso la mano sobre mi hombro, pareciéndose mucho a la aprobación de un padre. Luego, me sacaron de la sala de entrenamiento y me llevaron hacia una oficina, donde el Dr. Roth esperaba para sacarme sangre. Trajeron a una Luxen mujer para curarme. Los minutos se transformaron en horas, pero todavía no dije ni sentí.
Mark
Ser esposado con metal cubierto de ónix, con los ojos vendados durante cinco horas y luego ser puesto en algún vuelo, no era mi idea de diversión.
Supongo que tenían miedo de que estrellara su avión, lo cual era estúpido. Me estaba llevando a donde quería ir. No sabía dónde era eso, pero sabía que tenía que ser a donde tenían a Jin.
Y si no se encontraba allí, iba a enloquecer.
Una vez que el avión aterrizó, me llevaron rápido a un coche que nos esperaba. Por debajo de la venda, podía ver una luz brillante, y el olor era realmente seco y ácido, vagamente familiar. ¿El desierto? Durante el viaje de dos horas, me golpeó. Estaba volviendo al lugar que había maldecido por casi trece años.
El Área 51.
Sonreí. Mantenerme con los ojos vendados no tenía sentido. Sabía a dónde íbamos. Todos lo Luxen, una vez descubiertos, eran procesado en un lugar remoto, alejado de la Base Aérea de Edwards. Era joven, pero nunca olvidé la sequedad del aire o el lejano paisaje árido del Lago Goom.
Cuando el vehículo se detuvo, suspiré y esperé a que abrieran la puerta a mi lado. Manos se posaron en mis hombros, y fui sacado del auto, pensando que quien sea que tenía sus manos en mí, era realmente afortunado de que las mías estuvieran esposadas en mi espalda, o alguien dejaría el trabajo con una mandíbula rota.
El calor seco del desierto de Nevada cayó mientras me llevaban varios metros, y luego una ola de aire frío me golpeó, levantando las hebras de cabello de mi frente. Nos encontrábamos en un elevador antes de que me quitaran la venda.
Nancy Husher me sonrió. —Lo siento por eso, pero debemos tomar precauciones.
Busqué sus ojos. —Sé dónde estamos. He estado aquí antes.
Una pequeña ceja se levantó. —Muchas cosas han cambiado desde que eras un niño, Mark.
—¿Me puedo quitar estas? —dije, moviendo mis dedos.
Echó un vistazo a uno de los soldados camuflados. Era joven por lo que podía decir, la boina de color caqui ocultaba la mayor parte de su rostro. — Quítale las esposas. No nos dará ningún problema. —Me miró—. Creo que Mark sabe que este lugar está equipado con un sistema de defensa a base de ónix.
El guardia dio un paso al frente, sacando una llave. La fuerza en su mandíbula decía que no parecía muy seguro de creerle, pero abrió las esposas. Rasparon a lo largo de la piel en carne viva de mis muñecas mientras las quitaban. Sacudí mis hombros, aliviando los músculos contraídos. Marcas rojas rodeaban mis muñecas, pero no era tan malo.
—Me comportaré —dije, sonando mi cuello—. Pero quiero ver a Jin ahora.
El elevador se detuvo y las puertas se abrieron. Nancy salió, y el soldado me hizo avanzar. —Hay algo que necesitas ver primero.
Me detuve en seco. —Eso no era parte del trato, Nancy. Tú quieres que esté de acuerdo con esto, yo quiero ver a Jin ahora.
Miró sobre su hombro. —Lo que voy a mostrarte tiene que ver con Jinyoung. Luego lo verás.
—Quiero... —Me di vuelta, mirando al guardia respirar en mi cuello—. En serio, amigo, necesitas retroceder, ahora.
El tipo era media cabeza más bajo y no tenía ninguna de las extraordinarias habilidades patea-culos que yo poseía, pero no retrocedió. — Sigue. Caminando.
Me tensé. —¿Y si no lo hago?
—Mark —llamó Nancy, su voz mezclada con impaciencia—. Lo único que haces es retrasar lo que quieres.
Tanto como odiaba admitirlo, tenía razón. Enviándole al idiota una última mirada prometedora, me di la vuelta y seguí a la mujer por el pasillo. Todo era blanco a excepción de los puntos negros en la pared y techos.
No recuerdo mucho sobre el interior del edificio, pero sé que había muy pocos lugares a los que tenía permitido ir. La mayor parte del tiempo nos mantenían en el piso de la comunidad hasta que habíamos sido integrados y liberados.
Estar aquí de nuevo no me sentaba bien por miles de razones.
Nancy se detuvo frente a una puerta y se agachó. Una luz roja se encendió y brilló justo en su ojo. La luz del panel se volvió verde y la puerta se abrió. Esto iba a resultar difícil, y me pregunté si, en caso que tome la forma de Nancy, los sistemas estarían preparados para reconocer eso. Por otra parte, me sentía tan drenado como el suelo del desierto, por lo que sea que equipaba el edificio, así que no me sentía seguro de lo que podría lograr.
Dentro de la sala circular, había varios monitores manejados por hombres en uniformes. Cada pantalla mostraba diferentes habitaciones, pasillos o pisos.
—Déjennos —anunció ella.
Los hombres se levantaron de sus puestos y salieron a toda prisa de la habitación, dejándonos a Nancy y a mí, con el idiota que vino con nosotros.
—¿Qué me vas a mostrar? —pregunté—. ¿La Eurocopa?
Frunció los labios. —Esta es una de las muchas salas de control colocadas en todos los edificios. Desde aquí, podemos monitorear todo en Paradise Ranch.
—¿Paradise Ranch? —reí amargamente—. ¿Así es como lo llaman ahora?
Se encogió de hombros y se volvió hacia una de las estaciones, sus dedos volando sobre el teclado. —Todas las habitaciones son grabadas. Eso nos ayuda a controlar la actividad por varias razones.
Pasé mi mano por la picazón creciendo en mi mejilla. —Bien.
—Una de nuestras preocupaciones cuando nos traen nuevos híbridos es asegurarnos de que no sean un peligro para sí mismos o para otros —comienza, cruzándose de brazos—. Es un proceso que tomamos muy seriamente, y vamos por varias rondas de pruebas para asegurarnos que son viables.
Realmente no me gustaba a dónde iba aquello, si tenía que ver algo con Jin.
—Jinyoung ha demostrado que tiene algunos problemas y puede llegar a ser muy peligroso.
Apreté la mandíbula, tan fuerte que me sorprendió que mis dientes no se rompieran. —Si hizo algo, fue porque la provocaron.
—¿En serio? —Nancy presionó un botón en el teclado y la pantalla de arriba a la izquierda se encendió.
Jin.
Todo el aire salió de mis pulmones. Mi corazón se detuvo y luego aceleró.
Jin se hallaba en la pantalla, sentada con su espalda presionada contra la pared. La imagen era borrosa, pero era él—era él. Tenía la ropa que usó la noche que la capturaron en Monte Weather, y eso fue hace semanas. La confusión aumentó con rapidez. ¿Cuándo fue tomado eso? No podía ser una transmisión en vivo
Su cabello colgaba a los costados, tapando su hermosa cara. Empecé a decirle que levantará la mirada, pero me di cuenta en el último minuto que me haría ver como un imbécil.
—Cómo puedes ver, nadie está cerca de ella —dijo Nancy—. Ese que está en la habitación es el Sargento Dasher. Está haciéndole la entrevista inicial.
De repente, la barbilla de Jin se levanta y se pone de pie, corriendo alrededor de un hombre alto con un uniforme militar. Al segundo siguiente, golpea el suelo. Me quedo horrorizado viendo como Jin se marchita, y luego uno de los hombres desengancha una manguera de agua de la pared.
Nancy accionó un botón y la imagen cambió. Me tomó un segundo recuperarme de la última escena y entender lo que estaba haciendo ahora, pero cuando lo hago, pura rabia me ilumina al rojo vivo.
En la pantalla se encontraban Jin y el maldito de Blake, poniéndose en guardia. Él se dio giró, agarrando una lámpara, pero él se precipitó hacia adelante, bloqueándolo. Cuando se volvió hacia él, el orgullo creció dentro de mí. Ese era mi Kitten, con garras y todo.
Pero lo siguiente me hizo buscar una salida de la habitación. Blake había interceptado su golpe, retorcido su brazo y girado por la habitación. El dolor se registró en el rostro de Jin y entonces lo tenía sobre su espalda, sujeto contra la cama.
Vi rojo.
—Esto no está pasando ahora —dijo Nancy calmadamente—. Fue hace un tiempo, cuando él llegó. Está silenciado.
Respirando pesadamente, me volví hacia la pantalla. Luchaban y Blake obviamente lo había dominado. Él seguía peleando, sin embargo, inclinando su espalda, y su cuerpo retorciéndose bajo el de Blake. La violencia aumentó en mí, impulsada por una rabia potente y un nivel de impotencia que nunca había sentido antes, y tenía el sabor de la sangre de Blake. Mis manos se convirtieron en puños, quería destrozar la pantalla, siendo que su cara no se hallaba frente a mí.
Cuando lo sacó de la cama y vi que lo arrastraba por el suelo, fuera de la pantalla, me giré hacia Nancy. —¿Qué ocurrió? ¿A dónde lo lleva?
—Al baño, donde no hay cámaras. Creemos en una especie de intimidad. —Hizo clic en algo y el video avanzó unos minutos, Blake apareció por la derecha. Se sentó en la cama—su cama—y Jin lo hizo segundos después, completamente empapado.
Di un paso al frente, exhalando por mi nariz. Intercambiaron unas palabras y luego Jin se giró, abrió el armario y agarró algunas ropas.
Desapareció de nuevo en el baño.
Blake dejó caer su cabeza en sus manos.
—Voy a malditamente matarlo —prometí a nadie en particular, pero era una promesa que iba a cumplir. Pagaría por eso—por todo—de una forma u otra.
El soldado se aclaró la garganta. —Blake ya no es un problema.
Lo enfrenté, respirando entrecortadamente. —¿Te importaría decirme por qué?
Presionó sus labios juntos. —Está muerto.
—¿Qué?
—Está muerto —repitió el tipo—. JInyoung lo mató hace dos días.
El suelo pareció desaparecer debajo de mí. Mi primera respuesta fue negarlo, porque no quería creer que Jin hubiera hecho algo así, que tuviera que pasar por eso.
La pantalla se apagó y Nancy me observó. —La razón por la que te estoy mostrando esto no es para molestarte o hacerte enloquecer. Necesitas ver con tus propios ojos que Jinyoung demostró ser peligroso.
—No tengo dudas de que, si Jin realmente hizo eso, tuvo sus razones. —Mi corazón dio un vuelco en mi pecho. Necesitaba verlo. Si había hecho eso... no podía soportar pensar en lo que debería estar pasando—. Y yo lo habría hecho también, si estuviese en sus zapatos.
Nancy chasqueó la lengua suavemente, e inmediatamente la agregué a mi lista de “Va A Morir Dolorosamente”. —Detesto pensar en ti siendo tan inestable, también —dice.
—Jin no es inestable. Todos estos videos lo muestran defendiéndose, o asustado.
Nancy hace un sonido de desacuerdo. —Los Híbridos pueden ser tan impredecibles.
Encuentro sus ojos y sostengo la mirada. —También los Luxen.
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softnessbunnie · 3 years
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Capitulo 8
Jinyoung
Después de la desastrosa sesión de entrenamiento, conocía el sabor del verdadero miedo cada vez que alguien se acercaba a mi puerta. Mi corazón martilleaba dolorosamente hasta que el sonido de pasos se desvanecía, y cuando la puerta finalmente se abrió, revelando a Archer con mi comida de la noche, casi vomité.
No tenía apetito.
No pude dormir esa noche.
Cada vez que cerraba los ojos, todo lo que podía ver era a Mo de pie delante de mí, más que lista para patear mi trasero en todas las formas posibles desde el domingo. El vasto vacío que había nublado sus ojos se había convertido rápidamente en determinación. Mi paliza podría no haber sido tan severa si yo hubiera luchado, pero no lo había hecho. Luchar con ella habría sido incorrecto.
Cuando la puerta se abrió a la mañana siguiente, sólo había dormido unas pocas horas. Era Archer, y en su tranquila manera, me indicó que le siguiera.
Enfermo del estómago, no tenía otro remedio más que ir a dónde fuera que me dirigiera. Las náuseas aumentaron mientras nos montábamos en el elevador hasta el piso que albergaba las salas de formación. Tomó todo de mí no salir del ascensor y agarrarme a una de las barras por mi vida.
Pero me llevó detrás de la habitación en la que habíamos estado antes a través de unas puertas dobles, y luego descendiendo más hasta un vestíbulo, donde atravesamos otro par de puertas.
—¿Adónde vamos?
Él no respondió hasta que nos detuvimos frente a una puerta de acero que brillaba por la abundancia de ónix y diamantes. —Hay algo que el Sargento Dasher quiere que veas.
Sólo podía imaginar lo que había detrás de la puerta.
Colocó su dedo contra el panel de seguridad, y la luz pasó de rojo a verde. Siguieron clicks mecánicos. Contuve la respiración mientras él abría la puerta.
El espacio interior estaba iluminado por una sola bombilla tenue en el techo. No había sillas ni mesas. A la derecha había un gran espejo que iba a lo largo de la pared.
—¿Qué es esto? —pregunté.
—Algo que debe ver —dijo el Sargento Dasher detrás de nosotros, haciendo que saltara y me girara. ¿De dónde demonios había venido? —. Algo que espero asegurará que no vamos a tener una repetición de la última sesión de entrenamiento.
Crucé los brazos y alcé la barbilla. —No hay nada que pueda mostrarme que vaya a cambiar eso. No voy a luchar con otros híbridos.
La expresión de Dasher siguió siendo la misma. —Como expliqué, debemos asegurarnos que usted es estable. Ese es el propósito de estas sesiones de entrenamiento. Y la razón por la que debemos asegurarnos de que es fuerte y capaz de aprovechar la Fuente, está tras este espejo.
Confundida, miré a Archer. Él estaba de pie cerca de la puerta, su rostro ensombrecido por la boina. —¿Qué hay al otro lado?
—La verdad —respondió Dasher.
Solté una carcajada que hizo que la piel arañada de mi rostro picara. — ¿Entonces tiene una habitación llena de militares delirantes al otro lado?
Su mirada era tan seca como la arena mientras se estiraba, accionando un interruptor en la pared.
De repente la luz explotó, pero provenía de detrás del espejo. Era un espejo unidireccional, como en las comisarías de policía, y la habitación no estaba vacía.
Mi corazón se sacudió en mi pecho y di un paso hacia delante. — ¿Qué...?
Había un hombre en el otro lado, sentado en una silla, y no voluntariamente. Bandas de ónix cubrían sus muñecas y tobillos, inmovilizándole. Un mechón de cabello rubio blanquecino cubría su frente, pero alzó lentamente la cabeza.
Era un Luxen.
La belleza angular lo delató, y también lo hicieron los vibrantes ojos verdes, ojos que me recordaron tanto a Mark que un dolor atravesó mi pecho y envió una bola de emoción directamente a mi garganta.
—¿Puede... puede vernos? —pregunté. Parecía que sí. Los ojos del Luxen estaban fijos en donde estaba yo.
—No. —Dasher se movió hacia delante, inclinándose contra el espejo.
Había un pequeño interfono al alcance de su mano.
Había dolor grabado en el hermoso rostro del hombre. Las venas se hincharon a lo largo de su cuello mientras su pecho se alzaba en una respiración entrecortada. —Sé que estás allí.
Miré a Dasher bruscamente. —¿Está seguro de que no nos puede ver?
Él asintió.
De mala gana, regresé mi atención a la otra habitación. El Luxen estaba sudando y temblando. —Él... él siente dolor. Esto está muy mal. Es un completo...
—Usted no conoce a quien está sentado al otro lado del este espejo, Sr. Park. —Movió un botón del intercomunicador—. Hola, Shawn.
Los labios del Luxen se torcieron hacia un lado. —Mi nombre no es Shawn.
—Ese ha sido el nombre que se te ha dado durante muchos años. —Dasher negó con la cabeza—. Él prefiere su verdadero nombre. Como usted sabe, eso es algo que no podemos pronunciar.
—¿Con quién estás hablando? —exigió Shawn, su mirada aterrizando de forma desconcertante en donde estaba yo—. ¿Otro humano? ¿O incluso mejor? ¿Una abominación... un maldito híbrido?
Jadeé antes de poder contenerme. No era lo que había dicho, sino el desagrado y el odio que supuraba cada palabra.
—Shawn es lo que llamarías un terrorista —dijo el Sargento, y el Luxen en la otra habitación se mofó—. Pertenece a una célula que habíamos estado vigilando durante un par de años. Planeaban destruir el Golden Gate Bridge durante la hora punta. Cientos de vidas...
—Miles de vidas —interrumpió Shawn, sus ojos verdes volviéndose más luminosos—. Habríamos matado a miles. Y luego habríamos...
—Pero no lo hicieron. —Dasher sonrió entonces, y mi estómago cayó.
Probablemente era la primera sonrisa verdadera que le había visto a ese hombre—. Los detuvimos. —Me miró por encima de su hombro—. Él fue el único que pudimos traer con vida.
Shawn se rió con aspereza. —Puedes haberme detenido, pero no has logrado nada, mono ingenuo. Somos superiores. La humanidad no es nada en comparación con nosotros. Ya lo verás. Han cavado sus propias tumbas, y no pueden detener nada de lo que está por venir. Todos ustedes...
Dasher apagó el intercomunicador, cortando la diatriba. —He oído esto muchas veces. —Se volvió hacia mí, con la cabeza inclinada hacia un lado—. Esto es con lo que estamos tratando. El Luxen de esa habitación quiere matar a los humanos. Hay muchos como él. Es por eso que hacemos lo que estamos haciendo.
Sin palabras, miré fijamente al Luxen mientras mi cerebro volvía lentamente a lo que acababa de suceder. El intercomunicador estaba apagado, pero la boca del hombre todavía estaba moviéndose, el odio crudo filtrándose de sus labios. El tipo de animosidad ciega que demuestran todos los terroristas, no importa quién o qué sean, estaba tallada en su rostro.
—¿Entiende? —preguntó el Sargento, atrayendo mi atención.
Envolviendo mis brazos alrededor de mi cintura, negué con la cabeza lentamente. —No puede juzgar a toda una raza basándose en unos pocos individuos. —Las palabras sonaron vacías para mí.
—Cierto —coincidió Dasher tranquilamente—. Pero eso sería sólo en el caso de que estuviéramos tratando con humanos. No podemos mantener a estos seres con el mismo estándar moral. Y créame cuando le digo que ellos no nos mantienen con los suyos.
 ***
 Las horas se convirtieron en días. Los días probablemente en semanas, pero no podía estar realmente seguro. Ahora comprendía cómo Matthew no pudo mantener la noción del tiempo. Todo se mezclaba aquí, y no podía recordar la última vez que había visto el sol o el cielo nocturno. No me servían el desayuno como el primer día que me había despertado, lo cual me arrebataba la hora del día, y la única forma en que sabía que habían pasado un total de cuarenta y ocho horas era cuando me llevaban con el doctor Roth para los análisis de sangre. Lo había visto unas cinco veces, tal vez más.
Había perdido la cuenta.
Había perdido muchas cosas. O se sentía de esa manera. Peso. La habilidad de sonreír o reír. Lágrimas. La única cosa que retenía era la ira, y cada vez que me enfrentaba con Mo u otro híbrido que no conocía —ni siquiera importaba llegar a conocerle a causa de lo que teníamos que hacer— mi ira y frustración aumentaban. Me sorprendía que pudiera sentir tanto, todavía.
Pero no me había rendido aún. No había luchado durante ninguna de las pruebas de estrés. Era mi único medio de control. Me negaba a luchar contra ellos, golpearlos o llegar a matarlos si las cosas se salían de control. Era como una versión real, aunque desordenada de Los Juegos del Hambre.
Los Juegos del Hambre para híbridos alienígenas.
Empecé a sonreír, pero hice una mueca cuando el movimiento tiró de mi labio desgarrado. Yo podía haberme negado a ir en modo Terminator contra ellos, pero los otros híbridos no hacían lo mismo. Tanto es así, que algunos de ellos hablaban mientras me pateaban el culo. Me decían que tenía que luchar, que tenía que prepararme para el día en que los otros Luxen vinieran y para los que ya estaban aquí. Era obvio que ellos creían sinceramente que los verdaderos villanos eran los Luxen. Ellos podían haber estado tragando la idea, pero yo no. Aun así, había una pequeña parte de mí que se preguntaba cómo podía Daedalus controlarlos tanto si no había algo de verdad en lo que estaban diciendo.
Y luego estaba Shawn, el Luxen que quería matar a miles de humanos. Si iba a creerle a Dasher, había muchos más como él allí afuera, esperando para apoderarse de la Tierra. Pero pensar siquiera que Mark o Mina eran parte de algo así... no podía siquiera considerarlo.
Forzando a mis ojos a abrirse, vi la misma cosa que veía siempre después de ser arrastrado fuera de la sala de formación y depositado —mayormente inconsciente— en mi celda. El techo blanco con pequeños puntos negros, una mezcla de ónix y diamante.
Dios, odiaba esos puntos.
Tomé una profunda respiración y grité, deseando inmediatamente no haberlo hecho. Un dolor agudo irradió a través de mis costillas debido a una patada de Mo. Todo mi cuerpo vibró. No había ninguna parte de mí que no doliera.
Un movimiento desde el rincón más alejado de mi celda, junto a la puerta, atrajo mi atención. Lenta y dolorosamente, giré la cabeza.
Archer estaba allí de pie, retorciendo un paño en su mano. —Estaba empezando a preocuparme.
Me aclaré la garganta y abrí la mandíbula, haciendo una mueca. —¿Por qué?
Él se adelantó, la boina como siempre ocultaba sus ojos. —Estuviste inconsciente durante un tiempo, esta vez. El más largo hasta ahora.
Volví a girar mi cabeza hacia el techo. No me había dado cuenta de que él estaba manteniendo un registro de mis palizas. No había estado aquí otras veces cuando yo desperté. Tampoco había estado Blake. No había visto a ese idiota en un tiempo, y ni siquiera estaba seguro de que él siguiera aquí.
Solté una respiración más lenta y más larga. Por triste que fuera, cuando despertaba, me perdía los momentos de olvido. No era siempre sólo un gran vacío negro. A veces soñaba con Mark, y cuando despertaba me aferraba a esas débiles imágenes que parecían desdibujarse y desaparecer al minuto que abría los ojos.
Archer se sentó en el borde de la cama, y mis ojos se abrieron de golpe.
Mis doloridos músculos se tensaron. Aunque él resultó no ser tan malo, pero considerando todas las cosas, yo no confiaba en nadie.
Levantó un paquete. —Es sólo hielo. Parece que podrías necesitarlo.
Lo miré con recelo. —Yo no... no sé cómo luce.
—¿Te refieres a la cara? —preguntó, palmeando el paquete—. No se ve bonita.
No se sentía bonita. Haciendo caso omiso de los latidos de mi hombro, intenté sacar el brazo de debajo de la manta. —Yo puedo hacerlo.
—No parece que puedas levantar ni un dedo. Quédate quieto. Y no hables.
No sabía si debería estar ofendido por la parte de no hablar, pero entonces él presionó el paquete de hielo contra mi mejilla, haciendo que absorbiera una fuerte bocanada de aire.
—Podrían haber hecho que uno de los Luxen te sanara, pero tu negativa a luchar no va a hacerlo más fácil para ti. —Presionó la bolsa de hielo hacia abajo, y yo retrocedí—. Intenta mantener eso en mente cuando vayas a la sala de entrenamiento la próxima vez.
Empecé a fruncir el ceño, pero me dolió. —Oh. Así que es mi culpa.
Él negó. —Yo no he dicho eso.
—Luchar contra ellos es incorrecto —dije después de unos pocos segundos—. No voy a ser autodestructivo. —O al menos esperaba no serlo—. Hacerles eso es... inhumano. Y no voy a...
—Lo harás —dijo simplemente—. No eres diferente a ellos.
—Nada diferente. —Empecé a sentarme, pero él me inmovilizó con una mirada que me hizo volver a tumbarme—. Mo ni siquiera parece humana ya. Ninguno de ellos lo hace. Son como robots.
—Están entrenados.
—¿En... entrenados? —farfullé mientras él movía el hielo hasta mi barbilla—. Ellos están inconscientes...
—No importa lo que son. ¿Si sigues haciendo esto? No defenderte, no darle al Sargento Dasher lo que quiere, vas a seguir siendo un saco de arena humano. ¿Y qué soluciona eso? Uno de estos días, uno de esos híbridos te matará. —Bajó la voz, tan baja que me pregunté si los micrófonos podrían captarlo—. ¿Y qué pasa con el que te mutó? Él morirá, Jinyoung.
La presión se cerró sobre mi pecho y una clase totalmente diferente de dolor salió a la superficie. A la vez, vi a Mark en mi cabeza —esa sonrisa exasperante siempre presente en su expresiva cara— y le eché de menos tan desesperadamente que un ardor se arrastró hasta mi garganta. Mis manos se cerraron bajo la manta mientras un agujero se abría en mi pecho.
Varios minutos pasaron en silencio, y mientras yo yacía allí, mirando fijamente su chaqueta blanca y marrón de camuflaje, busqué algo que decir, cualquier cosa que expulsara el vacío de mí, y por fin se me ocurrió algo.
—¿Puedo hacerte una pregunta?
—Probablemente no deberías hablar más. —Cambió la bolsa de hielo a su otra mano.
Ignoré eso, porque estaba bastante seguro de que iba a volverme loco si seguía en silencio. —¿Hay realmente Luxen ahí afuera que quieren tomar el control? ¿Otros como Shawn?
Él no respondió.
Cerrando los ojos, dejé escapar un suspiro de cansancio. —¿Va a matarte simplemente responder la pregunta?
Otro momento pasó. —El hecho de que estés preguntando es respuesta suficiente.
¿Lo era?
—¿Hay humanos buenos y humanos malos, Jinyoung?
Pensé que era extraño cómo dijo humanos. —Sí, pero eso es diferente.
—¿Lo es?
Cuando el paquete de hielo aterrizó en mi mejilla una vez más, no se sintió tan mal. —Creo que sí.
—¿Porque los humanos son más débiles? Ten en cuenta que los humanos tienen acceso a las armas de destrucción masiva, al igual que los Luxen. ¿Y de verdad crees que los Luxen no saben lo que sucede aquí? —preguntó
tranquilamente, y yo me quedé inmóvil—. Hay algunos que, por sus propias razones, apoyan lo que hace Daedalus, mientras que otros temen perder la vida que han construido aquí. ¿De verdad quieres una respuesta a esa pregunta?
—Sí —susurré, pero estaba mintiendo. Una parte de mí no quería saber.
Archer movió la bolsa de hielo otra vez. —Hay Luxen que quieren tomar el control, Jinyoung. Hay una amenaza, y si ese día llega, cuando los Luxen tengan que tomar partido, ¿de qué lado estarán? ¿Dónde estarás tú?
 Mark
Estaba como a diez segundos de romperle el cuello a alguien.
¿Quién sabía cuántos días habían pasado desde que Nancy hizo la pequeña reunión de bienvenida al Monte Weather? ¿Un par? ¿Una semana o más? Demonios si lo sabía. No tenía ni idea de qué hora era o cuánto tiempo había pasado. Una vez que me hubieron escoltado dentro, Nancy había desaparecido, y una gran cantidad de mierda estúpida procedió a ocurrir: un examen, análisis de sangre, físico y el interrogatorio más frívolo a este lado de las Montañas Blue Ridge. Seguí adelante con todo sólo para acelerar el proceso, pero luego absolutamente nada sucedió.
Estaba recluido en una habitación —probablemente el mismo tipo de habitación en la que el trasero de Matthew había estado una vez— poniéndome más furioso a cada segundo. No podía acceder a la Fuente.
Podía, sin embargo, tomar mi verdadera forma, pero lo único bueno que hizo fue iluminar la habitación cuando oscureció. Nada exactamente útil.
Caminando la longitud de la celda, no pude evitar preguntarme por enésima vez si Jinyoung estaba haciendo lo mismo en otro lugar. No la sentía, pero el extraño vínculo entre nosotros sólo parecía funcionar si estábamos cerca.
Todavía había una oportunidad, una pequeña astilla de esperanza de que él estuviera en Monte Weather.
Quién sabía qué hora era cuando la puerta de mi habitación se abrió y tres aspirantes a muñecos de acción me hicieron un gesto. Pasé junto a ellos, sonriendo cuando uno al que golpeé con el hombro masculló una maldición.
—¿Qué? —le desafié, enfrentando al guardia, listo para una pelea—. ¿Tienes algún problema?
El tipo se burló. —Sigue adelante.
Uno de ellos, un alma muy valiente, me empujó en el hombro. Moví mi mirada hacia él, y retrocedió, amilanado. —Sí, creo que no.
Y con eso, los tres comandos me guiaron por el pasillo que era casi idéntico al que llevaba a la habitación en la que encontramos a Jiu. Una vez en el elevador, descendimos un par de pisos, y luego salimos a otro corredor poblado de varios militares, algunos de ellos en uniforme y otros en traje. Todos ellos le dieron un amplio margen a nuestro pequeño grupo feliz.
Mi ya inexistente paciencia se hizo más delgada en el momento en el que nos detuvimos enfrente de dos puertas dobles, oscuras y brillantes. Mis sentidos arácnidos me estaban diciendo que la cosa estaba recubierta con ónix.
Los comandos hicieron alguna mierda secreta de ardillas con el panel de control, y las puertas se abrieron, revelando una larga mesa rectangular. La habitación no estaba vacía. Oh, no. Dentro estaba mi persona favorita.
Nancy Husher se sentaba a la cabecera de la mesa, con las manos cruzadas delante de ella y el cabello recogido en una cola de caballo. —Hola, Mark.
Yo no estaba de humor para tonterías. —Oh. ¿Sigues por aquí después de todo este tiempo? Y yo que pensé que te habías desecho de mí.
—Nunca me desharía de ti, Mark. Eres demasiado valioso.
—Eso ya lo sé. —Me senté sin que me lo dijeran y me incliné hacia atrás, cruzando los brazos. Los soldados cerraron las puertas y formaron guardia frente a ellas. Les lancé una mirada desdeñosa antes de pasar a Nancy—. ¿Qué? ¿Nada de análisis de sangre ni pruebas hoy? ¿No hay un sinfín de preguntas estúpidas?
Nancy estaba claramente luchando para mantener su fría fachada.
Rogué a cualquiera fuera el Dios que estaba allí fuera, lograr presionar cada botón que la mujer tenía. —No. No hay necesidad de nada más de eso. Tenemos lo que necesitábamos.
—¿Y qué es eso?
Uno de sus dedos se movió hacia arriba y luego se quedó inmóvil. — Crees que sabes lo que Daedalus está tratando de hacer. O al menos tienes tus suposiciones.
—Sinceramente, no me importa una mierda lo que su pequeño grupo raro está haciendo.
—¿No? —Una delgada ceja se alzó.
—Nop —dije.
Su sonrisa se extendió. —¿Sabes lo que pienso, Mark? Eres un montón de bravatas. Una boca inteligente con muchos músculos que la respalden, pero en realidad no tienes control en esta situación, y en el fondo lo sabes. Así que mantén en funcionamiento tu boca. Me resulta divertido.
Mi mandíbula se apretó. —Vivo para entretenerte.
—Bien, es bueno saber eso, y ahora que lo hemos aclarado, ¿podemos continuar?
Cuando asentí, su mirada sagaz se afiló. —Primero quiero dejar claro que, si en algún momento supones una amenaza para mí o para cualquier otra persona, tenemos armas aquí que detestaría usar contigo, pero lo haré.
—Estoy seguro que detestarías hacer eso.
—Lo haría. Hay armas de PEP, Mark. ¿Sabes lo que eso representa? Proyectiles de Energía Pulsada. Interrumpe longitudes de onda electrónica y la luz a un nivel catastrófico. Un disparo y es fatal para tu especie. No me gustaría perderte. O a Jinyoung. ¿Entiendes lo que estoy diciendo?
Mi mano se cerró en un puño. —Lo entiendo.
—Sé que tienes tus suposiciones respecto a Daedalus, pero esperamos cambiar eso durante el transcurso de tu estancia con nosotros.
—Mmm, ¿mis suposiciones? Oh, ¿te refieres a cuando tú y tus esbirros me hicieron creer que mi hermano estaba muerto?
Nancy ni siquiera parpadeó. —Tu hermano y su novia estaban en manos de Daedalus por lo que Matthew le hizo a Jiu, por su seguridad. Sé que no lo crees, y eso no me concierte. Hay una razón por la que los Luxen tienen prohibido sanar a humanos. Las consecuencias de este tipo de acciones son muy amplias, y en la mayoría de los casos desembocan en cambios inestables en el ADN dentro del cuerpo humano, especialmente fuera de ambientes controlados.
Incliné la cabeza ante eso, recordando lo que le pasó a Nayeon. —¿Qué se supone que significa eso?
—Incluso si los humanos sobreviven a la mutación con nuestra ayuda, todavía hay una posibilidad de que las mutaciones sean inestables.
—¿Con su ayuda? —Me reí fríamente—. ¿Disparar a gente con Dios sabe qué es ayudarlos?
Ella asintió. —Era eso o permitir que Jinyoung muriera. Eso es lo que habría sucedido.
Me quedé inmóvil, pero mi ritmo cardiaco se disparó.
—A veces las mutaciones se desvanecen. A veces los matan. A veces las soportan, y luego la gente entra en combustión bajo el estrés. Y a veces la soportan perfectamente. Tenemos que determinar eso, porque no podemos permitir híbridos inestables en la sociedad.
La ira se arremolinó a través de mí como un tren de carga. —Lo haces sonar como si estuvieran haciéndole un favor al mundo.
—Lo estamos. —Se inclinó hacia atrás, deslizando sus manos sobre la mesa—. Estamos estudiando a los Luxen y a los híbridos, tratando de curar la enfermedad. Detenemos híbridos potencialmente peligrosos antes de que hieran a personas inocentes.
—Jin no es peligroso —dije entre dientes.
Nancy inclinó la cabeza hacia un lado. —Eso todavía está por verse. La verdad es que él nunca ha sido probado, y eso es lo que estamos haciendo ahora.
Me incliné hacia delante muy lentamente, y la habitación empezó a llenarse con un brillo blanco. —¿Y qué significa eso?
Nancy levantó una mano, haciendo aguardar a los tres secuaces junto a la puerta. —Jinyoung ha probado mostrar signos de ira extrema, un sello distintivo de la inestabilidad en un híbrido.
—¿En serio? ¿Jin está enojado? ¿Podría ser porque lo estás manteniendo prisionero? —Las palabras sabían a ácido.
—Él atacó a varios miembros de mi equipo.
Una sonrisa se extendió por mi rostro. Ese es mi chico. —Siento mucho oír eso.
—También yo. Tenemos muchas esperanzas respecto a ustedes dos. ¿La forma en que trabajan juntos? Es una relación simbiótica perfecta. Muy pocos Luxen y humanos han alcanzado eso. En su mayoría, la mutación actúa como un parásito en el humano. —Ella cruzó los brazos, estirando la tela marrón de la chaqueta de su traje—. Ustedes podrían significar mucho para lo que estamos intentando lograr.
—¿Que se supone es curar enfermedades y salvar a gente inocente? — bufé—. ¿Y eso es todo? ¿De verdad crees que soy estúpido?
—No. creo que eres totalmente lo opuesto a estúpido. —Nancy exhaló a través de la nariz mientras se inclinaba hacia delante, descansando sus manos sobre la mesa gris oscuro—. El objetivo del Daedalus es cambiar el panorama de la evolución humana. Hacerlo requiere métodos drásticos a veces, pero el resultado final vale la pena cada mancha de sangre, gota de sudor y lágrima.
—¿Mientras no sea su sangre, sudor y lágrimas?
—Oh, he dado todo a esto, Mark. —Sonrió—. ¿Y si pudiera decirte que no solo podría erradicarse alguna de las enfermedades más virulentas, sino que podríamos detener las guerras antes incluso de que empezaran?
Y allí estaba, me di cuenta. —¿Cómo harían eso?
—¿Crees que cualquier país querría luchar contra un ejército de híbridos? —Ladeó la cabeza—. ¿Sabiendo de lo que uno exitosamente mutado es capaz?
Parte de mí estaba disgustado por las implicaciones. La otra mitad estaba simplemente enojada. —¿Creando híbridos, de modo que puedan luchar estúpidas guerras y morir? ¿Torturaste a mi hermano por esto?
—Tú dices torturar, yo digo motivar.
Bien, este era uno de esos momentos en mi vida en los que realmente quería golpear a alguien a través de un muro. Y creo que ella sabía eso.
—Vamos al grano, Mark. Nosotros necesitamos tu ayuda, tu colaboración. Si las cosas van sin problemas para nosotros, las cosas irán sin problemas para ti. ¿Qué hace falta para llegar a un acuerdo?
Nada en este mundo debería haberme hecho considerar esto. Iba contra la naturaleza; así de incorrecto era. Pero yo era un hombre que hacía trueques, y cuando llegara el momento, no importaba qué quería el Daedalus, qué quería Luc, había una única cosa que importaba. —Sólo hay una cosa que quiero.
—¿Y eso es?
—Quiero ver a Jin.
La sonrisa de Nancy no se desvaneció. —¿Y qué estás dispuesto a hacer para lograr eso?
—Cualquier cosa —dije sin dudar, y lo dije en serio—. Haré cualquier cosa, pero quiero ver a Jin primero, y quiero verlo ahora.
Una luz calculadora llenó sus ojos oscuros. —Entonces estoy segura de que podemos pensar en algo.
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softnessbunnie · 3 years
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Capitulo 7
Jinyoung
Se sentía como una eternidad desde que me dieron de comer puré de patatas y albóndigas. Estaba demasiado inquieto como para encender la TV. Esperar en silencio me llevó a pasear por la longitud de mi celda. Mis nervios se estiraban hasta el punto de que cada vez que oía pasos fuera de la habitación, mi corazón saltaba en mi garganta y me alejaba de la puerta.
Estaba temeroso, reaccionando a cada sonido. Al no tener idea de la cantidad de tiempo que pasaba, o incluso qué día era, me sentía como si estuviera atrapado en una burbuja sin aire.
Pasando por centésima vez delante de la cama, reflexioné sobre lo que sabía. Había gente que quería estar allí, humanos y Luxen, probablemente también algunos híbridos. Estaban probando el LH-11 en pacientes con cáncer, y Dios sabía lo que realmente era el LH-11. Una parte de mí podía entender que los Luxen realmente estuvieran allí porque querían ayudar. Encontrar la cura a enfermedades mortales era importante. Si Daedalus simplemente me hubiera preguntado, sin mantenerme encerrado en una celda, con gusto hubiera dado mi sangre.
No podía quitarme de la cabeza lo que el Sargento Dasher me había dicho. ¿Realmente había nueve mil Luxen, o más, conspirando por ahí contra los humanos? ¿Cientos de miles de ellos podrían venir a la Tierra en cualquier momento? Mark había mencionado a otros antes, pero ni una sola vez había dicho nada sobre que su tipo, aunque sea una pequeña colonia, estuviera esperando para conquistarnos.
¿Y si eso era cierto?
No podía serlo.
Los Luxen no eran los chicos malos. Los Arum y Daedalus sí. La organización podría tener un empaque bonito, pero estaba podrida por dentro.
Pasos sonaron fuera de la habitación, y salté un buen par de centímetros en el aire. La puerta se abrió. Era Archer.
—¿Qué está pasando? —pregunté, inmediatamente alerta.
La boina, que parecía permanentemente conectada a su cabeza, le ocultaba los ojos, pero su mandíbula estaba apretada. —Estoy aquí para llevarte a las salas de entrenamiento.
Puso la mano sobre mi hombro, y me pregunté si realmente pensaba que iba a tratar de huir. Quería hacerlo, pero no era tan estúpido. Todavía. —¿Qué pasa en las salas de entrenamiento? —pregunté cuando estuvimos en el ascensor.
Él no respondió, lo que no era muy tranquilizador y me enfurecía. Lo menos que estas personas podían hacer era decirme lo que estaba pasando.
Traté de hacer caso omiso a su mano, pero estuvo pegada a mi hombro todo el camino.
Archer era un hombre de pocas palabras, y eso me ponía aún más nervioso y asustadizo, pero era más que eso. Parecía que había algo diferente en él. No podía asegurarlo, pero estaba allí.
Para cuando llegamos al piso de entrenamiento, mi estómago se revolvió. El pasillo era idéntico al de la planta médica, excepto que había un montón de puertas dobles. Nos detuvimos en una y, luego de teclear un código, las puertas se abrieron.
Blake y el Sargento Dasher estaban en la habitación. Dasher se giró hacia nosotros, sonriendo con fuerza. Había algo diferente en su expresión. Un indicio de desesperación en sus ojos marrones oscuros que me desconcertó. No podía dejar de pensar en los resultados de las pruebas de sangre.
—Hola, Sr. Park —dijo—. Espero que se haya tomado el tiempo para descansar.
Bueno, eso no sonaba bien.
Dos hombres en batas blancas se sentaban frente a una serie de monitores. Las habitaciones en la pantalla parecían acolchadas. Mis dedos estaban entumecidos por apretarlos con tanta fuerza.
—Estamos listos —dijo uno de los hombres.
—¿Qué está pasando? —pregunté, odiando cómo mi voz se rompió a mitad de la frase.
La expresión de Blake estaba en blanco, mientras que Archer tomaba posesión de su puesto como centinela en la puerta.
—Necesitamos ver el alcance de sus habilidades —explicó el Sargento
Dasher, moviéndose para pararse detrás de los dos hombres—. Dentro de este ambiente controlado, será capaz de utilizar La Fuente. Sabemos por nuestras investigaciones anteriores que usted tiene algún tipo de control, pero lo que no sabemos es la medida de sus capacidades. Los híbridos que se han mutado con éxito pueden reaccionar tan rápido como los Luxen. Ellos pueden controlar La Fuente igual de bien.
Mi corazón dio un salto. —¿Para qué sirve esto? ¿Por qué necesitan saber? Obviamente fui mutado con éxito.
—Realmente no lo sabemos, Jinyoung.
Fruncí el ceño. —No lo entiendo. Anteriormente, usted dijo que era fuerte...
—Así es, pero nunca ha utilizado constantemente sus habilidades, o las ha usado completamente lejos del Luxen que lo mutó. Es posible que haya estado alimentándose de su capacidad. Y un híbrido puede parecer que ha sido mutado con éxito, pero hemos descubierto que mientras más utilizan La Fuente, más inestables se vuelven. Tenemos que probar para encontrar cualquier tipo de imprevisibilidad en su mutación.
Sus palabras se hundieron y tenían sentido. Quería huir de la habitación, pero estaba clavado en el suelo. —¿Así que quiere ver si básicamente me auto-destruyo cómo...? —Como Nayeon, pero no podría decir su nombre en voz alta. Cuando no lo confirmó ni negó, di un paso hacia atrás. Todo un nuevo horror salió a la superficie—. ¿Qué pasa si lo hago? Quiero decir, sé lo que me pasará a mí, pero ¿qué pasa con...?
—¿El que lo ha mutado? —preguntó, y yo asentí—. Puede decirlo, Sr. Park. Sabemos que fue Mark Tuan. No hay necesidad de tratar de protegerlo.
Aun así, no diría su nombre. —¿Qué sucederá?
—Sabemos que el Luxen y el humano que muta se unen en un nivel biológico, si la mutación se mantiene. No es algo que entendamos por completo. —Hizo una pausa y se aclaró la garganta—. Sin embargo, para aquellos que se vuelven inestables, la conexión se anula.
—¿Se anula?
Asintió. —El vínculo biológico entre ambos se rompe. Posiblemente debido al hecho de que, en esos casos, la mutación no era tan fuerte como sospechábamos. Realmente no lo sabemos todo, aún.
Un estremecimiento de alivio rodó a través de mí. No era que no tuviera un sentido de auto-preservación, pero al menos sabía que si explotaba, Mark todavía estaría vivo. Pero me estanqué, no queriendo entrar en esa habitación—. ¿Eso es lo único que rompe el vínculo?
El Sargento no respondió.
Mis ojos se estrecharon. —¿No cree que tengo derecho a saber?
—Todo a su tiempo —respondió—. Ahora no es el momento.
—Creo que es un buen maldito momento.
Sus cejas se alzaron con sorpresa, lo que me enfureció aún más.
—¿Qué? —dije, levantando mis manos. Archer se acercó a mí, pero no le hice caso—. Creo que tengo derecho a saberlo todo.
Su sorpresa se desvaneció, reemplazada por una expresión fría. —Este no es el momento.
Me mantuve firme, mis manos cerrándose en puños. —No veo que haya un mejor momento.
—Jinyoung... —La suave advertencia de Archer fue ignorada, y se acercó más, su pecho casi contra mi espalda.
—No. Quiero saber qué más puede romper el vínculo. Es evidente que algo puede. También quiero saber cuánto tiempo de verdad creen que me pueden mantener aquí. —Una vez que la tapa salió de mi boca, no había forma de cerrarla—. ¿Qué pasa con la escuela? ¿Quieren a un híbrido loco, corriendo sin educación? ¿Qué pasa con mi madre? ¿Mis amigos? ¿Qué pasa con mi vida? ¿Mi blog? —Bueno, mi blog era gravemente la menor de mis preocupaciones, pero maldita sea, era importante para mí—. Han robado mi vida, ¿y creen que yo debería estar aquí y aceptarlo? ¿Que no debería exigir respuestas? ¿Saben qué? Pueden besarme el trasero.
Cualquier calor que hubiera habido en la expresión del Sargento Dasher se había esfumado. Me devolvió la mirada, y en ese momento, me di cuenta de que probablemente tendría que haber mantenido la boca cerrada. No tendría que haber dicho esas palabras, porque la mirada que me dio fue aterradora.
—No voy a tolerar un lenguaje grosero. Y no tolero a los niños de boca inteligente que no entienden lo que está pasando. Hemos tratado de hacer esto lo más cómodo posible para usted, pero todos tenemos límites, Sr. Park. No va a cuestionarme, o a nadie de mi equipo. Vamos a hacerle saber las cosas cuando creamos que es el momento adecuado, y no antes. ¿Entiende?
Podía sentir cada respiración que Archer tomaba, y parecía haberse detenido, esperando por mi respuesta. —Sí —escupí—. Entiendo.
Archer respiró.
—Bien —dijo el Sargento—. Ya que todo ha quedado claro, vamos a seguir adelante.
Uno de los hombres en los monitores pulsó un botón y una pequeña puerta se abrió hacia la sala de entrenamiento. Archer no me soltó hasta que estaba dentro de la habitación. Luego lo hizo.
Me di la vuelta mientras él retrocedía hacia la puerta, con los ojos como platos.
Empecé a pedirle que no me deje, pero desvió la mirada rápidamente. Y luego se fue, cerrando la puerta tras de él.
Con el corazón desbocado, recorrí la habitación con la mirada. Tenía unos seis metros por veinte, con piso de cemento, otra puerta en el lado opuesto, y las paredes no estaban acolchadas. Nop. Yo no iba a tener esa suerte. Las paredes eran blancas con desgastes de rojo. ¿Eso era... sangre seca?
Oh, Dios.
Pero el miedo desapareció a medida que la conciencia me pateaba. La fiebre de poder fue pequeña al principio, una estampida que se sentía como puntadas de dedos arrastrándose por mis brazos, pero creció rápidamente, extendiéndose a mi centro.
Fue como tomar una bocanada de aire fresco por primera vez. El entumecimiento y el cansancio se alejaban, reemplazados por un murmullo de energía en la parte posterior de mi cabeza, zumbando en mis venas y llenando la frialdad de mi alma.
Mis ojos se cerraron, y vi a Mark en mi cabeza. No porque yo realmente pudiera verlo, sino porque sentía que aquello me recordaba a él.
Cuando La Fuente se envolvió a mí alrededor, me imaginé estando en los brazos de Mark.
Un intercomunicador hizo clic por encima de mí, y la voz del Sargento Dasher llenó la habitación, haciendo que mi cabeza se sacudiera. —Tenemos que poner a prueba su habilidad, Jinyoung.
No quería hablar con ese idiota, pero sí quería terminar con aquello. — Está bien. Así que, ¿quiere que llame a La Fuente o qué? —Tiene que hacerlo, pero necesitamos probar su capacidad en situaciones de estrés.
—¿Situaciones de estrés? —susurré, mirando alrededor de la habitación. La inquietud se desplegó en mi vientre, extendiéndose como una maleza nociva, amenazando con ahogarme—. Me siento bastante estresado en estos momentos.
El intercomunicador hizo clic de nuevo. —Ese no es el tipo de estrés del que estamos hablando.
Antes de que tuviera la oportunidad de entender sus palabras, un fuerte estruendo resonó a través de la pequeña habitación. Me di media vuelta.
Frente a mí, la otra puerta comenzó a abrirse, centímetro a centímetro. La primera cosa que noté fue un par de pantalones de chándal negros, como los que yo llevaba puestos, y luego una camisa blanca que cubría unas caderas estrechas. Mi mirada se arrastró hacia arriba, y dejé escapar un grito de sorpresa.
De pie delante de mí estaba una chica que había conocido antes. Se sentía como hacía toda la vida, pero la reconocí inmediatamente. Su cabello rubio estaba recogido en una cola de caballo, revelando una cara bonita, compensada por contusiones y arañazos.
—Mo —me dijo, dando un paso hacia adelante.
La chica que había estado en la jaula junto a la mía cuando Will me había mantenido cautivo, me estaba mirando. Me había preguntado muchas veces qué había sido de ella, y supuse que ahora lo sabía. Un latido pasó, me dijo su nombre otra vez, y entonces me golpeó con una claridad sorprendente. Estaba mostrando el mismo inmenso vacío que Nayeon tenía cuando había estado en mi habitación.
Mi corazón se hundió. Dudaba que hubiera algo que pudiera hacer para recordarle a la chica quien era yo.
Entró en la habitación y esperó. Un momento después, la voz del intercomunicador zumbó, y el Sargento Dasher habló—: Mo te ayudará en la primera ronda de las pruebas de estrés.
¿Primera ronda? ¿Había más de una? —¿Qué es ella...?
Mo arrojó su mano, y La Fuente crujió en sus nudillos. El shock me mantuvo inmóvil hasta el último momento posible. Me lancé a un lado, pero la ráfaga de luz blanquecina teñida de azul chocó contra mi hombro. El dolor estalló y corrió por mi brazo. El impacto me hizo girar, y apenas pude mantener el equilibrio.
La confusión se arremolinaba mientras agarraba mi hombro, no me sorprendió encontrar el material quemado. —¿Qué demonios? —exigí—. ¿Por qué...?
Otra explosión me hizo caer de rodillas, ya que pasó silbando justo por donde había estado de pie. Golpeó la pared detrás de mí, esfumándose. En un abrir y cerrar de ojos, Mo estaba justo frente a mí. Empecé a ponerme de pie, pero su rodilla se acercó, golpeándome en la barbilla y tirando mi cabeza hacia atrás. Estrellas me cegaron al caer de nuevo sobre mi trasero, aturdido.
Agachándose, Mo me tomó de mi caballo y me levantó con sorprendente facilidad. Su mano se balanceó, otro golpe dándome justo debajo del ojo. Esa explosión de dolor causó que mis oídos sonaran, e hizo algo más.
Alejó el estupor que tenía.
De repente, entendí la prueba de estrés, lo que me asqueó y horrorizó. Tenía que creer que, si Daedalus sabía todo, entonces tenían que haber sabido que había conocido a Mo. Que verla aquí, en mejor forma física de lo que había estado en esa jaula, no sólo me golpearía con la guardia baja, sino que me confirmaría la inutilidad de luchar contra ellos.
Pero querían que yo peleara... que luchara contra Mo, utilizando La Fuente. ¿Por qué más, aparte de conseguir mi trasero entregado en una bandeja de plata, me causarían tan grande estrés?
Otro golpe me encontró justo debajo del ojo. Ella había puesto una enorme cantidad de fuerza en él. Un sabor metálico surgió en mi boca, y llamé a La Fuente, justo como el Sargento quería.
Pero Mo... era mucho más rápida que yo, mucho mejor.
Mientras me daban la paliza de mi vida, me aferré a la pequeña pizca de esperanza que tenía: Mark no sería sometido a esto.
Mark
Ocultando la camioneta de Nichkhun varios kilómetros lejos del acceso que llevaba a Monte Weather, esperé que cualquiera que lo encontrara, lo devolviera en una pieza. Era muy suave y fácil de manejar, no tanto como Dolly, pero no muchos autos lo eran.
Viajé por el último par de kilómetros en mi verdadera forma, corriendo a través de la maleza. Llegué a la carretera de acceso en cuestión de minutos, y segundos más tarde estaba en la cúspide de la selva, mirando hacia la valla demasiado familiar que rodeaba el recinto.
Sin duda alguna, había más guardias de servicio. Por lo menos tres de ellos junto a la puerta, y podía apostar a que había más en el interior. Las cámaras y los sistemas de seguridad no iban a estar apagados esta vez.
Tampoco quería que lo estuvieran.
Quería que me atraparan.
Matthew probablemente habría creído que no lo había pensado lo suficiente. Había mucho en juego, no sólo mi futuro, sino también mi familia y la de Jin. Una vez que el DOD se diera cuenta de que estaba aquí, las cosas iban a ponerse difíciles. Entrar no sería el problema, y si lograba obtener lo que fuera que Luc quería, él nos sacaría. Eso si no estaba mintiendo. Si lo estaba, encontraría otra manera.
Una parte de mí esperaba que Jin estuviera todavía allí, que Daedalus no lo hubiera movido a otra ubicación. Probablemente era algo absurdo de esperar, porque tenía la sensación de que una gran dosis de decepción se dirigía hacia mí.
Así que, sí, quería ser atrapado, pero no iba a hacer esto fácil para ellos.
Saliendo de la cubierta de los árboles, dejé que mi forma humana se afianzara bajo un fuerte rayo de luz solar. Los guardias fueron ajenos a mi presencia al principio, y a medida que me acercaba, la conversación que tuve con Jinyoung, la noche en que finalmente admitió sus sentimientos hacia mí, vino a mi mente.
Le había dicho que juntos teníamos una buena clase de locura, y yo no había sabido cuán realmente cierto era aquello, hasta este momento. Porque lo que iba a hacer era realmente, verdaderamente, una locura.
El primer guardia, que estaba sacando algo —¿un teléfono celular? — fuera de sus pantalones negros, dirigió sus ojos a la deriva a través de los árboles. Su mirada se movió sobre mí y luego comenzó a correr. El teléfono cayó de sus dedos, y gritó, con una mano yendo al arma en su muslo, y la otra hacia el micrófono en su hombro. Dos guardias más llegaron detrás de él, sacando sus armas.
Era tiempo de montar el espectáculo.
Invocando La Fuente, me quedé en mi forma humana, pero vi el momento justo en el que ellos supieron lo que era. Tal vez fueron mis ojos. El mundo estaba teñido de un resplandor brillante.
Una serie de sonidos estallando me dijo que los guardias no estaban jugando.
Levanté la mano y las balas parecieron golpear una pared invisible. En realidad, era la energía reflejando las balas. Podría haberlas mandado de vuelta hacia los guardias, pero lo único que hice fue detenerlas. Cayeron al suelo sin causar daño.
—Yo les recomendaría no intentar eso otra vez —dije, bajando la mano.
Por supuesto, no escucharon. ¿Por qué? Eso sería demasiado fácil.
El guardia en el frente descargó su arma, y detuve todas las balas. Después de unos segundos, estaba tan harto de eso. Dándome la vuelta, extendí un brazo hacia atrás, hacia los árboles. Ellos comenzaron a temblar. Las ramas se sacudían, haciendo girar una cascada de agujas verdes en el aire. Tirando hacia adelante, me di la vuelta.
Miles de agujas se dispararon a través del aire, acelerando hacia adelante. Se separaron a mí alrededor, dirigiéndose directamente a los estúpidos guardias y estrellándose contra ellos, convirtiéndolos en alfileteros humanos. No los mataron, pero sus gruñidos de dolor y sorpresa fueron una indicación de que tuvo que haberles dolido. Los guardias estaban de rodillas, las armas olvidadas en el suelo junto a ellos. Agitando la mano, envié las armas volando por el bosque, para nunca tener que verlas otra vez.
Me moví hacia adelante, pasando con una sonrisa. Invocando La Fuente, una vez más, dejé que el crujido de energía bajara por mi brazo. Un rayo de luz golpeó la puerta de la cerca eléctrica. Una explosión de color blanco detonó, bailando a través de la cadena de enlace, fritando el poder de la valla, y dejando un bonito y cómodo agujero para que pudiera caminar a través de él.
Acechando los cortos pastizales que habíamos atravesado antes, tomé una respiración profunda mientras las puertas de Monte Weather se abrían.
Un maldito ejército de oficiales apareció, vestidos como si estuvieran listos para el Armagedón o un operativo del equipo SWAT. Sus rostros estaban cubiertos con escudos, como si eso fuera a ayudarles. Arrodillándose, alzaron una docena de rifles semiautomáticos contra mí. Detener tantas balas resultaría difícil.
La gente iba a morir.
Apestaba, pero no me detendría.
A continuación, una figura alta y delgada apareció a la vista, saliendo del túnel poco iluminado. Los hombres que vestían uniformes de color negro se separaron, sin apartar sus rifles de mí, el tiempo suficiente como para permitirle a la mujer vestida con recato navegar fácilmente su camino hacia frente.
—Nancy Husher —gruñí, mis manos apretándose en puños. Había conocido a la mujer durante años. Nunca me gustó, eso agravado por el hecho de ella trabajaba para Daedalus, y sabía la verdad sobre lo que había sucedido con Matthew.
Su boca se extendió formando su famosa sonrisa de labios apretados, la que decía que estaba a punto de meter un puñal en tu espalda mientras te besaba en la mejilla. Ella era justo a quién esperaba encontrar.
—Mark Tuan —dijo, juntando las manos—. Te estábamos esperando.
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softnessbunnie · 3 years
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Capitulo 6
Mark
Después de despedirme de Matthew y Jiu, dejé la casa justo cuando amanecía. Lo que había pasado con Jiu perseguía cada uno de mis pasos. Parecía estar un poco mejor, pero no lo sabía. Sin embargo, no tenía dudas de que Matt cuidaría de ella.
Regresé la mirada a la casa. Una fría y distante parte de mí se dio cuenta de que tal vez no vería este lugar, a mi hermano y hermana, nunca más. Saber eso no disminuía mi determinación.
Me dirigí en la dirección contraria a la colonia, ganando velocidad.
Aunque me mantuve en mi forma humana, me moví más rápido de lo que podía ser rastreado.
Dawson me había dicho más temprano que mi auto había sido dejado ilegalmente en lo de Nichkhun, lo cual ayudaba a desviar a los agentes policiales locales que no habían sido enviados por el DOD y se encontraban realmente preocupados por otro grupo de adolescentes desaparecidos.
Me tomó menos de cinco minutos hacer el camino hasta la casa de Nichkhun en medio de la nada. Bajé la velocidad cuando llegué a su camino de entrada, espiando su camioneta.
Sonreí.
Necesitaba salir del estado, al menos llegar a Virginia. Podía viajar el camino entero en mi verdadera forma. Demonios, probablemente sería incluso más rápido, pero me agotaría y sabía con seguridad que la pequeña reunión que iba a tener en el Monte Weather sería agotadora.
Considerando lo molesto que me encontraba con Nichkhun en este momento, iba a disfrutar "tomar prestado" su auto, ya que el mío llamaría la atención de aquellos con los que no tenía tiempo de lidiar. Me deslicé en el asiento del conductor, estiré la mano hacia abajo y tiré de la válvula escondida entre los cables.
Cuando Matthew y yo éramos pequeños, solíamos manipular los cables para encender autos con nuestros dedos solo para pasar el rato y reírnos en el centro comercial de Cumberland. Nos tomó un par de intentos hasta que descubrimos la carga exacta que necesitábamos para hacer que arrancara y no freír las computadoras o el sistema de cableado entero. Entonces los cambiábamos de lugar en el aparcamiento y observábamos cómo salían los dueños y se quedaban atónitos al ver que sus autos habían sido movidos.
Nos aburríamos con facilidad cuando éramos niños.
Envolví mis dedos alrededor de los cables y envié una pequeña descarga a través de ellos. El auto chisporroteó y el motor se encendió.
Todavía tenía el toque mágico.
Sin perder tiempo, salí como el infierno de la entrada de Nichkhun y me dirigí a la autopista. No había manera de que él fuera tan compresivo como Matthew, al menos no por el momento.
Mi hermano se había encargado de algunas cosas por mí. Había puesto suficiente dinero para mantenernos a Jinyoung y a mí por un par de años en una cuenta que meticulosamente había mantenido fuera del radar solo en caso de que la mierda se fuera cuesta abajo algún día.
Y finalmente la mierda se había ido cuesta abajo.
Matthew y Mina también habían estratégicamente escondido cuentas "oh, diablos", al igual que los Yook. Nichkhun nos había dicho que lo hiciéramos. Solía pensar que era paranoia, pero, demonios, había sido inteligente. De ninguna manera podría volver y tampoco Jin. Tendríamos que encontrar una manera de hacer que pudiera ver a su mamá, pero ninguno de nosotros podría quedarse cuando la sacara de allí. Sería demasiado peligroso.
Pero antes de dirigirme al Monte Weather, tenía una pequeña visita que hacer.
Blake no pudo haber sido el único que nos jodió.
Había un híbrido adolescente que tenía que dar muchas explicaciones.
 ***
 Un poco después del mediodía, guardé el auto de Nichkhun detrás de la desmoronada gasolinera en la misma calle que el club de Luc. No es como que el camino lleno de baches y tierra realmente fuera una ruta. Lo último que quería era que supieran sobre mi llegada. Algo acerca de Luc andaba mal y de una gran manera. El hecho de que es o era sólo un adolescente y se encargaba de un club, era una gran pista de ello. Y se hallaba aquí fuera, con otros Luxen, y ¿desprotegido de los Arum?
Sí, algo en el chico era raro.
Manteniéndome en forma humana, corrí a través de las hierbas y me metí en la zona arbolada detrás de la gasolinera. El sol brillante se filtraba a través de las ramas y el cálido aire de mayo me acariciaba mientras volaba por encima del suelo desnivelado. Segundos más tarde, despejé la fila de árboles y llegué al campo descuidado.
La última vez que había estado aquí con Jinyoung, el campo no era nada más que un terreno de hierba congelado. Ahora los juncos llegaban a mis vaqueros y los dientes de león cubrían el suelo. Jin tenía algo por los dientes de león. No podía mantener los dedos apartados de ellos cuando habíamos estado entrenando con el ónix. Desde el momento en que aquella maleza comenzó a salir del pasto, los arrancaba y sacaba la parte superior.
Una sonrisa irónica estiró mis labios mientras patinaba hasta detenerme en frente de la puerta sin ventanas. Demente Kitten.
Puse las manos sobre la puerta de acero, deslizándolas hasta el centro, intentando sentir los huecos o cerraduras para manipularlos. No había manera de que esta puerta fuera a desbloquearse muy pronto.
Dando un paso atrás, observé el frente del edificio. Bajo y sin ventanas, más como un almacén que una discoteca. Di la vuelta por el costado, pateando cajas de cartón vacías del camino. En la parte trasera había un muelle de carga.
Perfecto.
Presionando las palmas en la pequeña abertura entre las puertas, oí el maravilloso sonido de las cerraduras abriéndose. Rápidamente abrí la puerta y me metí dentro de la oscura zona de depósito. Deslizándome a través de las sombras, me mantuve cerca de la pared, con la mirada barriendo los blancos contenedores y las pilas de papeles. Había un olor distintivo a alcohol en el aire.
Otra puerta se aproximaba adelante y la abrí. En cuanto me metí en el angosto pasillo recubierto de pizarrones con personas de palito—¿qué demonios? —dibujadas sobre ellos, el cabello en la parte trasera de mi cuello se levantó, y un escalofrío corrió a través de mi espina dorsal.
Arum.
Salí disparado por el pasillo, a segundos de convertirme en mi forma verdadera. En cambio, me detuve de golpe, cara a cara con la punta de un rifle.
Eso podría doler.
El orgulloso dueño del arma era ese enorme tipo El Gorila, que aún usaba un overol. —Manos arriba y ni siquiera pienses en ponerte brillante conmigo, chico bonito.
Con la mandíbula apretada, levanté las manos. —Hay un Arum aquí.
—No me digas —dijo.
—¿Así que Luc está trabajando con los Arum también?
—Luc no está trabajando para nadie. —El dio un paso al frente, con los ojos entrecerrados—. ¿Dónde está ese chico con el que normalmente estás? ¿También anda dando vueltas por aquí?
Observó detrás de mí, y tomé ventaja de esa distracción momentánea.
Mi mano salió disparada antes de que pudiera reaccionar. Le arranqué el arma de la mano y la di vuelta. —¿Qué se siente tener esto apuntado a tu cabeza? —pregunté.
Las fosas nasales del enorme tipo se ensancharon. —Nada bien, en realidad.
—Eso creí. —Mi dedo picaba en el gatillo—. Me gustaría mantener mi cara bonita intacta.
Él sofocó una risa. —Y sí que tienes una cara bonita.
Banjos comenzaron a sonar en mi cabeza.
—Oh, mira —dijo una nueva voz—. Se formó un vínculo amoroso.
—No tanto —dije, envolviendo mi mano libre alrededor de la pistola.
—¿Creíste que no sabía que te encontrabas aquí?
Sin sacar los ojos del enorme tipo, sonreí. —¿Importa?
—Sí, si intentabas sorprenderme, supongo que importa. —Luc salió sin prisa de las sombras y se metió en mi línea de visión. Vestía unos pantalones de correr negros y una camiseta que decía "Los Zombies También Necesitan Amor". Qué lindo—. Puedes bajar el arma, Mark.
Sonriendo fríamente, dejé que el calor abarcará mi mano. Calidez llameó y olor a metal quemándose flotaron en el aire. Cuando la pistola quedó inservible, se la entregué de vuelta al enorme tipo.
El gorila bajó la mirada al arma y suspiró. —Odio cuando pasa esto.
Observé a Luc subirse a la barra y balancear las piernas como un niño quisquilloso. Bajo la tenue luz, el aura curiosamente coloreada alrededor de sus ojos parecía estar borrosa. —Tú y yo tenemos que...
Dándome la vuelta rápidamente, dejé escapar un gruñido mientras mi forma humana se desintegraba. Me abalancé a través de la pista de baile vacía, dirigiéndome directamente hacia la masa de sombras formándose debajo de la jaula.
El Arum se giró, un segundo antes de que chocáramos el uno con el otro, como dos rocas cayendo por una colina, lo vi en su verdadera forma: oscuro como la medianoche y brillante como el cristal. El impacto sacudió las paredes y agitó las jaulas colgando del techo.
—Oh, vamos —dijo Luc—. ¿No podemos llevarnos todos bien?
El Arum envolvió sus brazos alrededor de mi cintura mientras lo golpeaba contra la pared. El yeso se partió y salió volando por el aire. No me dejó ir. El hijo de puta era fuerte.
Dándome la vuelta, me soltó y su brazo humeante salió en busca de mi pecho. Me moví hacia el costado, levantando el brazo para hacer estallar al molesto bastardo con todas mis fuerzas.
—Chicos. ¡Chicos! No peleen en mi club —gritó Luc, sonando irritado.
Lo ignoramos.
La energía crujía por mis palmas, retratando fuego blanco en el aire.
No sabes con quién te estás metiendo, siseó el Arum, enviando sus palabras directo a mi cráneo, lo cual solo me molestó. Solté la bola de energía.
Dio de lleno contra su hombro.
Se apartó bruscamente y luego giró la cabeza hacia mí, inclinándola a un costado. Su forma se volvió más sólida.
La estática chisporroteó en mis brazos. La luz pulsó a través de la habitación. Este tipo realmente comenzaba a ponerme de los nervios.
—No haría eso si fuera tú —dijo Luc—. Hunter está muy, muy hambriento.
Estaba a punto de mostrarle a Luc lo que pensaba sobre su consejo cuando una figura apareció por el pasillo que llevaba a su oficina. Era una mujer —una mujer linda— de cabello rubio, que era muy humana. Sus ojos estaban agrandados. —¿Hunter?
Qué. Demonios.
Distraído, el Arum miró hacia la mujer casi al mismo tiempo que la Fuente se evaporó de mí. Debió haberse comunicado con ella, porque la mujer frunció el ceño y dijo—: Pero él es uno de ellos.
La cabeza de Hunter se volvió hacia mí, y su pecho se elevó mientras daba un paso atrás. Un segundo después, era un hombre delante de mí, casi de mi estatura. Cabello oscuro y esos malditos ojos pálidos de Arum fijos en mí.
—Serena —dijo—. Vuelve a la oficina de Luc.
La mujer frunció el ceño aún más, recordándome tanto a Jin que mi pecho dolió. —¿Disculpa?
La cabeza de él se movió rápidamente hacia ella, con los ojos entrecerrados. Un instante después, el enorme tipo fue dando zancadas hacia donde se encontraba, envolviendo un brazo alrededor de los hombros de la mujer. —Este no es el lugar en el que necesitas estar ahora mismo.
—Pero...
—Vamos, tengo unas cosas que mostrarte —dijo.
Hunter lo miró de mala gana. —¿Qué cosas?
El enorme tipo le guiñó un ojo por encima de su hombro. —Cosas.
Mientras desaparecían por el pasillo, los labios del Arum se curvaron. —No me gusta esto.
Luc rió secamente. —Ella no es su tipo.
Espera. ¿Qué demonios pasaba? ¿Un Arum con una humana?
—¿Quieres bajar la luz? —dijo el imbécil—. Me estás dejando ciego.
La energía ondeaba a través de mí y quería golpear mi puño contra su cara, pero él no se encontraba atacando, lo cual era extraño. Y estaba con una humana con la que realmente parecía estar, lo cual era incluso más bizarro.
Tomé mi forma humana. —No me gusta tu tono.
Él sonrió.
Mis ojos se estrecharon.
—Ustedes dos deberían jugar limpio. —Luc juntó sus manos de una palmada—. Nunca se sabe cuándo necesitarán un aliado improbable.
Hunter y yo nos miramos. Ambos resoplamos. Dudoso.
El chico se encogió de hombros. —De acuerdo. Entonces, este es un día muy emocionante para mí. Tengo a Hunter, que no necesita apellido y solo aparece cuando quiere algo o alguien de quién alimentarse, y tengo a Mark Tuan, que luce como si quisiera hacerme físicamente daño.
—Eso es bastante correcto —gruñí.
—¿Te importaría decirme por qué? —preguntó.
Mis manos se curvaron en puños. —Como si no lo supieras.
Sacudió la cabeza. —En realidad, no lo sé, pero arriesgaré una respuesta. No veo a Jinyoung y no lo siento. Así que asumo que su pequeña irrupción en Monte Weather no fue muy bien.
Doy un paso adelante, con la rabia dando vueltas dentro de mí.
—¿Te metiste en Monte Weather? —Hunter soltó una risa—. ¿Estás loco?
—Cállate —dije, manteniendo los ojos en Luc.
Hunter hizo un sonido profundo. —Nuestra mutua bandera blanca de amistad va a desaparecer si me callas otra vez.
Le dirigí una breve mirada. —¡Cállate!
Sombras oscuras se amontonaron en el hombro del Arum, y me paré frente a él por completo. —¿Qué? —dije, levantando las manos en el aire en un gesto universal de "ven a mí"—. Tengo un montón de energía contenida que me encantaría desquitar en alguien.
—Chicos —suspiró Luc, deslizándose de la barra—. ¿En serio? ¿No pueden ser amigos?
Hunter lo ignoró, dando un paso al frente. —¿Crees que puedes derrotarme?
—¿Creerlo? —me burlé, poniéndome cara a cara con el alíen—. Lo sé.
El Arum rió mientras me daba un empujón en el pecho con un largo dedo. ¡Un empujón en el pecho! —Bueno, vamos a averiguarlo.
Agarré su muñeca, con los dedos envolviéndose alrededor de su fría piel.
—Hombre, realmente eres...
—¡Suficiente! —gritó Luc.
Al siguiente segundo me encontraba aplastado de espalda contra un costado del club y Hunter del otro lado, a varios centímetros del suelo. La expresión del Arum casi igualaba la mía. Ambos luchando contra el agarre invisible, pero ninguno de los dos podía hacer una mierda para bajarse.
Luc se movió al centro de la pista. —No tengo todo el día, chicos. Tengo cosas que hacer. Una siesta que quiero tomar esta tarde. Hay una nueva película en Netflix que quiero mirar, y un jodido cupón para un Whopper Jr. gratis que está gritando mi nombre.
—Uh... —dije.
—Mira. —Luc se giró hacia mí, con una expresión confusa. En ese momento, pareció más viejo de lo que sabía que era—. Supongo que crees que de alguna manera fui parte de la captura de Jinyoung. Estás equivocado.
Me burlé. —¿Y debería creerte?
—¿Luzco como si me importara una mierda que me creas? Tú te metiste en Monte Weather, una fortaleza gubernamental. No se requiere mucha imaginación para suponer que algo salió mal. Hice lo que prometí.
—Blake nos traicionó. Daedalus tienen a Jin.
—Y yo te dije que no confiaras en nadie que tuviera algo que ganar o perder. —Luc exhaló rudamente—. Blake es... bueno, es Blake. Pero antes de juzgar, pregúntate a ti mismo, ¿cuántas personas crucificarías para traer a Jinyoung de regreso?
El agarre en mí se soltó y me deslicé por la pared, cayendo de pie.
Mientras observaba al adolescente, le creí. —Tengo que traerlo de vuelta.
—Si Daedalus tienen a tu chico, puedes ir despidiéndote de él —dijo Hunter, desde el otro lado de la habitación—. Son algo jod...
—¿Y tú? —interrumpió Luc—. Te dije que te quedaras en mi oficina. No escucharme no es como obtienes algo de mí.
Hunter se encogió incómodamente de hombros y un segundo después, se encontraba parado en el suelo, luciendo tan adorable como un pitbull.
Luc nos dirigió a ambos, miradas oscuras. —Entiendo que tengan problemas —grandes problemas— pero, ¿adivinen qué? No son los únicos alienígenas que están preocupados. Hay problemas más grandes de los que ustedes tienen. Sí, lo sé, difícil de creer.
Observé a Hunter, que se volvió a encoger de hombros y dijo—: Alguien no tomó su leche caliente esta mañana.
Me reí disimuladamente.
La cabeza de Luc se movió hacia él, y mierda si no podía creer que me encontraba parado en una habitación con un Arum sin estar matándolo, aunque él tampoco estaba tratando de matarme. —Tienes que estar feliz de que me agradas —dijo Luc en voz baja—. Mira, necesito hablar con Mark. ¿Puedes ir a hacer algo? Si no, ¿tal vez puedas ser de ayuda?
El Arum rodó los ojos. —Sí, tengo mis propios problemas. —Comenzó a girarse hacia el pasillo y luego se detuvo, observándome—. Nos vemos pronto.
Le levanté el dedo del medio como despedida.
Cuando desapareció por el corredor, Luc se giró hacia mí y se cruzó de brazos. —¿Qué pasó?
Viendo que no tenía nada que perder, le dije lo que había ocurrido en Monte Weather. Dio un silbido bajo y sacudió la cabeza. —Hombre, lo siento. Realmente lo siento. Si Daedalus lo tiene, entonces no...
—No lo digas —gruñí—. Para mí no está perdido. Logramos sacar a Jiu. Tú saliste.
Luc parpadeó. —Sí, sacaron a Jiu, pero Jinyoung fue atrapado en el proceso. Y yo... no soy como Jinyoung.
No sabía qué demonios significaba eso. Dándole la espalda, me pasé los dedos con fuerza por el cabello. —¿Sabías que Blake nos traicionaría?
Hubo una pausa. —Y de ser así, ¿qué harías?
Una risa amarga salió de mí. —Te mataría.
—Comprensible —respondió imparcialmente—. Déjame hacerte una pregunta. ¿Habrías ayudado igual a tu hermano de saber que Blake los traicionaría?
Enfrentándome a Luc, lentamente negué mientras la verdad me golpeaba de lleno en el pecho. Si hubiera sabido que Jin no volvería a casa, no creo que hubiese dicho que sí, y no podía poner en palabras el hecho de que lo hubiera elegido a él por encima de mi hermano.
Inclinó la cabeza hacia un lado. —No lo sabía. Eso no significa que confiara en Blake. No confío en nadie.
—¿Nadie?
Ignoró la pregunta. —¿Qué quieres de mí, dado que obviamente no vas a intentar matarme? ¿Quieres que vuelva a deshacerme de la seguridad? Puedo hacer eso. Sería un regalo, pero también una misión suicida. Te estarán esperando.
—No quiero que te deshagas de nada.
Me miró, confundido. —¿Pero vas a ir tras él?
—Sí.
—Te atraparán.
—Lo sé.
Me miró durante tanto tiempo que creí que el chico podría haber sufrido una convulsión. —¿Entonces de verdad viniste aquí para darme una paliza?
Mis labios se retorcieron. —Sí, en serio.
El chico sacudió la cabeza. —¿Tienes idea en qué te estás metiendo?
—Sí. —Me crucé de brazos—. Y sé que una vez que me tengan, querrán que haga híbridos.
—¿Alguna vez has visto gente morir, una y otra vez? ¿No? Pregúntale a tu hermano.
No dudé. —Él vale cualquier cosa por la que tenga que pasar.
—Hay cosas peores —dijo tranquilamente—. Si tú y Hunter pudieran dejar a un lado sus diferencias por dos segundos, él probablemente te lo diría. Hay cosas que hacen allí que te volarán la cabeza.
—Más razones para que saque a Jin de allí.
—¿Y cuál es tu plan? ¿Cómo lo vas a sacar? —preguntó curioso.
Buena pregunta. —No he llegado tan lejos todavía.
Luc me observó un momento, luego se echó a reír. —Buen plan. Me gusta. Solo algunas cosas podrían ir mal con ello.
—¿Cómo saliste, Luc?
Inclinó la cabeza hacia un lado. —No quieres saber lo que hice. Y no harás lo que yo hice.
Un escalofrío subió por mi piel. Le creía.
Luc dio un paso atrás. —Tengo que encargarme de este otro asunto, así que...
Mi mirada se deslizó al pasillo. —Trabajando con los Arum, ¿eh?
Su boca se torció. —Los Arum y Luxen no son tan diferentes. Están tan jodidos como ustedes.
Qué divertido. No lo veía de ese modo.
Luc bajó el mentón y maldijo. Levantando la mirada hacia mí, dijo—: La mayor debilidad de Daedalus es su arrogancia. Su necesidad de crear lo que jamás debería ser creado. Su necesidad de controlar lo que nunca podría ser controlado. Están jugueteando con la evolución, amigo mío. Eso jamás termina bien en las películas, ¿verdad?
—No, no lo hace. —Comencé a darme la vuelta.
—Espera —llamó, deteniéndome—. Puedo ayudarte.
Me enfrenté a él, con la cabeza inclinada hacia un costado. —¿A qué te refieres?
Los ojos color púrpura de Luc, tan parecidos a los de Ethan que era inquietante, se encontraron con los míos. Había algo raro en los de él, sin embargo, tenían una línea alrededor de las pupilas. —Su mayor defensa es que el mundo no sabe que existen. No saben que nosotros existimos.
No pude apartar la mirada, y decidí que este chico era algo espeluznante.
Él sonrió, entonces. —Tienen algo que yo quiero y apuesto a que está donde tienen a Jinyoung.
Mis ojos se entrecerraron. Todo el juego del ojo por ojo jamás me sentaba bien. —¿Qué quieres?
—Ellos tienen algo llamado LH-11. Lo quiero.
—¿LH-11? —Fruncí el ceño—. ¿Qué demonios es eso?
—El inicio de todo y el final del comienzo —dijo misteriosamente, y un extraño brillo llenó sus ojos púrpuras—. Lo sabrás cuando lo veas. Consíguelo para mí y me aseguraré de que salgas de donde sea que estés.
Lo miré fijamente. —No dudo de tus impresionantes habilidades, pero, ¿Cómo puedes sacarnos a Jin y a mí de un lugar si ni siquiera sabes dónde está?
Arqueó una ceja. —Debes dudar de mis impresionantes habilidades si estás preguntando y no deberías. Tengo gente en todos lados, Mark. Iré hablando con ellos y me dejarán saber cuándo aparezcas.
Riendo suavemente, sacudí la cabeza. —¿Por qué debería confiar en ti?
—Jamás te he pedido que confíes en mí. Tampoco tienes otra alternativa. —Hizo una pausa, y mierda si no tenía un punto—. Consígueme el LH-11 y me aseguraré de que tú y tu Kitten salgan de cualquier pozo del infierno en el que los tengan. Es una promesa.
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softnessbunnie · 3 years
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Capitulo 5
Jinyoung
En el momento en que Blake y yo salimos de mi celda, dos chicos militares nos rodearon. Uno de ellos era Archer. Ver su rostro familiar no trajo sentimientos borrosos y cálidos. Tanto él como el otro tipo estaban fuertemente armados.
Nos llevaron hacia el ascensor, y estiré mi cuello tratando de ver alrededor, para tener idea de lo que me rodeaba. Había varias puertas como la mía, y se veían igual que el pasillo del Monte Weather. Una mano pesada cayó en la parte baja de mi espalda, sorprendiéndome.
Fue Archer.
Me lanzó una mirada que no pude descifrar, y luego estaba en el ascensor, apretado entre él y Blake. Ni siquiera podía levantar mi mano para alejar mi cabello del sudor frío que se aferraba a la parte posterior de mi cuello sin golpearlos.
Archer se inclinó hacia delante, apretando un botón que no podía ver debido a su gigantesco cuerpo. Fruncí el ceño, dándome cuenta que ni siquiera sabía cuántos pisos tenía este lugar.
Como si leyera mi mente, Blake me miró. —Estamos bajo tierra en este momento. La mayor parte de la base lo está, excepto por los dos niveles superiores. Estás en el séptimo piso. Piso siete y seis son viviendas para... bueno, visitantes.
Me pregunté porque me estaba diciendo esto. El diseño tenía que ser información importante. Era como... si confiara en mí con ese conocimiento, como si ya fuera uno de ellos. Alejé la ridícula idea de mi cabeza. —¿Quiere decir prisioneros?
Archer se tensó a mi lado.
Blake ignoró eso. —En el quinto piso viven los Luxen que están aún asimilando.
Dado que los últimos Luxen llegaron cuando Daemon y su familia lo hicieron, hace más de dieciocho años, no podía imaginar lo que aún estaban asimilando. Mi conjetura era que esos Luxen creían que no “encajarían” con los humanos por una razón u otra. Me estremecí.
Y, ¿bajo tierra? Odiaba la idea de estar bajo tierra. Era muy parecido a estar muerto y enterrado.
Me moví para salir entre ellos, di un paso atrás mientras di una profunda respiración. Blake me miró con curiosidad, pero fue Archer quien colocó un brazo en mi hombro, guiándome hacia delante así no estaba detrás de ellos, como si le fuera a dar una puñalada Ninja en sus espaldas con mi cuchillo invisible.
El ascensor se detuvo y las puertas se abrieron. Inmediatamente atrapé el olor de pan fresco y carne cocida. Mi estómago rugió con vida, gruñendo como un troll.
La frente de Archer subió.
Blake se rió.
Mis mejillas ardían. Es bueno saber que mis sentimientos de orgullo y vergüenza todavía estaban intactos.
—¿Cuándo fue la última vez que comiste? —preguntó Archer. Era la primera vez que él hablaba desde que había estado con él y el Dr. Roth.
Dudé. —No... no lo sé.
Frunció el ceño, y miró hacia otro lado mientras salíamos al ancho pasillo iluminado. Honestamente no tenía idea de qué día era ni cuántos días había estado. Hasta cuando olí la comida, ni siquiera había pasado hambre.
—Te reunirás con el Dr. Roth —dijo Blake, comenzando a dirigirse hacia la izquierda.
La mano en mi hombro se apretó, y aunque quería alejarla, me quede muy quieto. Archer parecía que sabía cómo romper un cuello en seis segundos.
La mirada de Blake fue de la mano de Archer hasta su cara.
—Va a ir a comer primero —dijo Archer.
Blake protestó. —El doctor está esperando. Así que...
—Pueden esperar un par de minutos más para que el chico pueda comer algo.
—Como sea. —Blake levantó la mano en la manera que decía: es tu problema, no el mío—. Se lo diré.
Archer me condujo hacia la derecha. Sólo entonces me di cuenta que el otro chico militar se había ido con Blake. Por un segundo, todo dio vueltas cuando comenzamos a caminar. Él caminaba como Mark, dando pasos largos y rápidos. Luché para mantenerme tratando de absorber todos los detalles de dónde estaba. Lo que no era mucho. Todo era blanco e iluminado como una pista brillante. Unas puertas idénticas se alineaban a ambos lados del pasillo sin fin. El murmullo de las conversaciones a puerta cerrada era apenas perceptible.
El aroma de la comida se hizo más fuerte, y luego nos encontramos con unas puertas dobles de vidrio. Las abrió con su mano libre. Me sentía como si estuviera siendo escoltado a la oficina del director en lugar de una cafetería con apariencia normal.
Varias mesas cuadradas y limpias estaban separadas en tres filas. La mayoría de la parte delantera estaba ocupada. Archer me llevó a la primera mesa vacía y me empujó para sentarme. No soy un gran fan de ser maltratado, le lancé una mirada.
—Quédate aquí —dijo, y giró sobre sus talones.
¿Dónde diablos él pensaba que iría? Lo vi caminar hacia el frente donde una corta fila de personas esperaba.
Todavía podía hacer una carrera y correr el riesgo de no saber a dónde ir, pero mi estómago se desplomó ante la perspectiva. Sabía cuántos pisos estaban encima. Escaneé la habitación y mi corazón se hundió. Pequeños puntos negros de muerte estaban por todas partes, y las cámaras no estaban tan ocultas. Alguien probablemente me miraba ahora.
Hombres y mujeres en batas de laboratorio estaban a mí alrededor, ninguno de ellos me daba más que una mirada superficial al pasar. Me senté incómodamente recto, preguntándome lo común que era para ellos ver un adolescente secuestrado muerto de miedo.
Probablemente más de lo que quería saber.
Estamos aquí para detenerlos.
Las palabras de Blake volvieron a mí y contuve el aliento. ¿Detener a quién? ¿Cómo los Luxen podían ser los chicos malos? Mi mente corría atrapado entre el deseo de entender lo que quería decir y en no confiar en nada de lo que decía.
Archer volvió con un plato de huevos y tocino en una mano y una caja de leche en la otra. Las colocó frente a mí sin decir palabra y luego colocó un tenedor de plástico.
Me quedé mirando el plato mientras se sentaba frente a mí. Un nudo se formó en mi garganta mientras acerqué mi mano lentamente, cerniéndome sobre el tenedor. De repente recordé lo que Blake había dicho de su estancia aquí, sobre cómo todo estaba cubierto con ónix. ¿Sería eso cierto? El tenedor era obviamente inofensivo, y ya no tenía idea de qué creer.
—Está bien —dijo.
Mis dedos se envolvieron en el tenedor de plástico y cuando nada dolió, di un suspiro de alivio. —Gracias.
Me miró, su expresión me decía que no entendía por qué le estaba dando las gracias y yo también me lo preguntaba. Me sorprendió su amabilidad o al menos vi eso como bondad. Podría haber sido como Blake y el otro tipo que no dieron nada por mi hambre.
Me comí mi comida rápidamente. Todo era muy raro en un nivel doloroso. No habló y no me quitó los ojos de encima ni una vez, como si estuviera en estado de alerta por alguna travesura. No estaba seguro de que era lo que él esperaba que hiciera con un tenedor y un plato de plástico. Una vez, su mirada parecía atraída por mi mejilla izquierda, y no estaba seguro de qué era lo que estaba mirando. No me miré en el espejo cuando me preparaba.
La comida sabía cómo aserrín en mi boca, y mi mandíbula dolía por masticar, pero limpié el plato, pensando en que necesitaría la energía.
Cuando terminé, el plato y el utensilio fueron dejados sobre la mesa. El brazo de Archer estuvo sobre mi hombro otra vez. Nuestro viaje de regreso fue silencioso y un poco más lleno de gente. Nos detuvimos frente a un cuarto cerrado. Sin llamar, abrió la puerta.
Otra sala médica.
Paredes blancas. Gabinetes. Bandejas con instrumental médico. Una mesa con... estribo.
Di marcha atrás, sacudiendo la cabeza. Mi corazón latía rápido y loco mientas mi mirada iba entre el Dr. Roth y Blake, quién estaba sentado en una silla de plástico. El otro tipo que se había ido con Blake se fue a algún otro lugar.
La mano de Archer se apretó y antes de que pudiera salir completamente por la puerta, me detuvo. —No lo hagas —dijo en voz baja, lo suficientemente alto sólo para que yo lo escuchara—. Nadie quiere una repetición de lo de ayer.
Mi cabeza se giró hacia él, mis ojos se encontraron con sus ojos azules. — No quiero hacer esto.
No parpadeó. —No tienes opción.
Las lágrimas acudieron a mis ojos mientras sus palabras se hundieron. Miré al doctor, luego a Blake. En la última mirada, un músculo estallaba en su mandíbula. La desesperanza de todo esto me golpeó. Hasta ese momento, no sabía lo que realmente estaba pensando. Todavía tenía algo que decir en lo que iba a suceder alrededor de mí y a mí.
El Dr. Roth aclaró su garganta. —¿Cómo se siente hoy, Jinyoung?
Me entraron ganas de reír, pero mi voz salió como un graznido. —¿Qué piensa?
—Va a ser más fácil. —Se hizo a un lado, moviéndome a la mesa—. Especialmente cuando tengamos esto hecho.
La presión se cerró sobre mi pecho y mis manos se abrieron y cerraron en mis costados. Nunca antes había tenido un ataque de pánico, pero estaba bastante seguro que estaba a segundos de tener uno. —No los quiero en la habitación. —Las palabras vinieron rápidas y ásperas.
Blake miró a su alrededor y luego se puso de pie, rodando los ojos. — Esperaré afuera.
Quería darle una patada mientras caminaba, pero Archer todavía seguía allí. Me giré hacia él, mis ojos se sentían como si pudieran salir de mi cabeza.
—No —dijo, moviéndose delante de la puerta. Juntó las manos—. No me voy.
Quería llorar. No podía pelear. La habitación, como el pasillo y la cafetería, tenían paredes brillantes. No hay duda que era la mezcla de ónix y diamantes.
El médico me dio una de esas espantosas batas de hospital y luego señaló una cortina. —Puede cambiarse ahí detrás.
En una neblina entumecida, me fui detrás de la cortina. Mis dedos sacaban a tientas mi ropa y luego me coloqué la bata. Al salir detrás de la cortina, mi cuerpo estaba caliente y frío, mis piernas se debilitaron cuando caminé hacia delante. Todo era demasiado brillante y mis brazos se sacudieron cuando me coloqué sobre la mesa acolchada. Apreté los pequeños lazos de la bata, incapaz de levantar la mirada.
—Voy a tomar un poco de sangre en primer lugar —dijo el doctor.
De todo lo que sucedió a continuación o estaba bien híper consciente o completamente nublado. La nitidez de la aguja mientras se deslizaba en mis venas, la sentí hasta mis dedos de los pies, luego, el leve tirón de un tubo que estaba siendo colocando encima de la aguja. El doctor me estaba hablando, pero realmente no lo escuchaba.
Cuando ya todo estaba hecho, y tenía mis ropas otra vez, me senté en la mesa, mirando las zapatillas blancas que me había dado. Eran de mi talla, una combinación perfecta. Mi pecho subía y bajaba en respiraciones profundas y lentas.
Estaba entumecido.
El Dr. Roth explicó que los análisis de sangre iban a estar listos. Algo sobre revisar el nivel de mutación y una serie de análisis de mi ADN. Me sentía muy enfermo, no quería hacer nada que no sea respirar.
Después de que todo estaba dicho y listo, Archer se acercó y me llevó fuera de la habitación. No dijo nada en todo el tiempo. Cuando puso su mano en mi hombro, me encogí de hombros para alejarla, no quería ser tocado por nadie. No colocó su mano en mi hombro otra vez.
Blake estaba apoyado en la pared fuera de la oficina, sus ojos se abrieron cuando la puerta se cerró detrás de nosotros. —Finalmente. Se nos hace tarde.
Mantuve mis labios sellados, porque si abría la boca para decir algo, iba a llorar. Y no quería llorar. No en frente de Blake o Archer o alguno de ellos.
—Bien. —Blake sacó la voz cuando comenzamos a caminar por el pasillo—. Esto debería ser divertido.
—No hables —dijo Archer.
Blake hizo una mueca, pero se mantuvo en silencio hasta que nos detuvimos en frente de las puertas dobles cerradas, eran del tipo que se ven en los hospitales. Apretó un botón negro en la pared y las puertas se abrieron, revelando al Sargento Dasher.
Iba vestido como antes, con el uniforme militar completo. —Me alegra que finalmente se una a nosotros.
Esa risa nerviosa y loca brotó de mi garganta. —Lo siento. —Otra risa escapó.
Los tres tipos me lanzaron una mirada, Blake era el más curioso, pero sacudí la cabeza y di un profundo respiro. Sabía que tenía que mantener la calma. Tenía que tomar atención y guardar mi buen juicio para mí. Estaba mucho más allá de las líneas enemigas. Volverme loco y vapuleado con ónix no me iba a ayudar. Tampoco vivir bajo la histeria buscando un rincón para moverme.
Era difícil —probablemente la cosa más difícil que hecho— pero lo hice.
El Sargento Dasher giró sobre sus talones. —Hay algo que me gustaría mostrarle, Jinyoung. Espero que esto haga las cosas fáciles para usted.
Lo dudaba, pero lo seguí. El corredor se dividía en dos pasillos, y se dirigió por la derecha. Este lugar era un masivo laberinto de salas y habitaciones.
El Sargento se detuvo frente a una puerta. Había un panel de control en la pared con una luz roja al nivel de los ojos. Se puso delante. La luz se volvió verde, hubo un sonido suave de succión y la puerta se abrió, revelando una gran habitación cuadrada llena de médicos. Era un laboratorio y una sala de espera en uno. Di un paso, inmediatamente haciendo una mueca por el olor a antiséptico. La vista y el olor me trajeron una ola de recuerdos.
Reconocí la habitación, había estado en lugares como éste antes.
Con mi papá cuando estuvo enfermo. Había pasado mucho tiempo en una habitación como ésta cuando estaba recibiendo tratamiento para el cáncer. Me paralicé.
Había varias estaciones en forma de U en el centro del lugar, cada uno mostraba diez sillones que yo sabía que eran cómodos. Muchos estaban ocupados con gente —humanos— en cada etapa de la enfermedad. Para ser optimista, los que tenían ojos brillantes eran recién diagnosticados, apenas sabían dónde estaban y todos estaban conectados a bolsas de líquidos y algo que no parecía quimioterapia. Era un líquido claro, pero brillaba bajo la luz, como cuando Mina se desvanecía.
Los médicos vagaban, revisando bolsas y hablando con los pacientes. Al fondo había varias mesas largas donde la gente se asomaba en microscopios y medía la medicina. Algunos estaban en computadores, sus batas blancas ondeaban alrededor de las sillas.
El Sargento Dasher se detuvo a mi lado. —Esto es familiar para usted, ¿no?
Lo miré fijamente, sólo vagamente consciente de que Archer estaba pegado a mi otro lado y que Blake había dado un paso atrás. Obviamente, él no era tan hablador cerca de su Sargento. —Sí. ¿Cómo lo sabe?
Apareció una pequeña sonrisa. —Hemos hecho nuestra investigación. ¿Qué tipo de cáncer tenía su padre?
Me estremecí. Las palabras cáncer y padre seguían cargando un golpe poderoso. —Tenía cáncer cerebral.
La mirada del Sargento Dasher se movió a la estación más cercana a nosotros. —Me gustaría que conociera a alguien.
Antes de que pudiera decir algo, dio un paso adelante, y se detuvo en uno de los sillones que estaban cerca. Archer asintió, y de mala gana me moví para poder ver lo que el Sargento estaba observando.
Era un infante. Quizás de nueve o diez con el tono de piel cetrina y la cabeza calva, no podía decir si era una chica o chico, pero los ojos del infante eran de un azul brillante.
—Ésta es Lori. Es una paciente nuestra. —Le dio un guiño a la niña—. Lori, éste es Jinyoung.
Lori colocó esos grandes y amables ojos sobre mí mientras extendía su mano pequeña y terriblemente pálida. —Hola, Jinyoung.
Tomé su mano fría y la sacudí, sin saber qué otra cosa hacer. —Hola.
Su sonrisa apareció. —¿Estás enfermo, también?
No sabía qué decir. —No.
—Jinyoung está aquí para ayudarnos —dijo el Sargento Dasher cuando la niña retiró su mano de la mía, metiéndola debajo de una manta, gris pálido—. Lori tiene grado cuatro, linfoma primario del sistema nervioso.
Quería alejar la mirada, porque era cobarde y lo sabía. Era el mismo tipo de cáncer que mi padre. Casi terminal. No parecía justo. Lori era demasiado joven para algo como esto.
Le sonrió a la niña. —Es una enfermedad agresiva, pero Lori es muy fuerte.
Asintió fervientemente. —¡Soy más fuerte que la mayoría de las chicas de mi edad!
Forcé una sonrisa mientras me movía a un lado, permitiéndole al médico revisar unas bolsas. Sus ojos de bebé azul brillantes rebotaban entre nosotros tres. —Me están dando medicina para que me sienta mejor —dijo, mordiéndose el labio inferior—. Y esta medicina no me hace sentir tan mal.
No sabía qué decir, y no podía hablar hasta que nos apartamos de la chica y nos trasladamos a un rincón en el que no estábamos en el camino de nadie. —¿Por qué me está mostrando esto? —pregunté.
—Entiende la gravedad de la enfermedad —dijo, moviendo su mirada al suelo del laboratorio—. Como el cáncer, las enfermedades autoinmunes, infecciones por estafilococos y tantas cosas más pueden robar a una persona su vida, algunas veces antes de que comience. Décadas se han gastado en vano en buscar la cura del cáncer o el Alzheimer. Cada año, una nueva enfermedad surge, capaz de destruir la vida.
Todo eso era cierto.
—Pero aquí —dijo, abriendo los brazos—, tomamos una postura contra la enfermedad con su ayuda. Su ADN es valioso para nosotros, al igual que la composición química de los Luxen. Podemos inyectarle el virus del Sida, y no se enfermaría. Lo hemos tratado. Lo que sea que está en el ADN Luxen, hace que tanto ellos como los híbridos sean resistentes a todas las enfermedades humanas conocidas. Es lo mismo para los Arum.
Un escalofrío me recorrió la espalda. —¿En serio le está inyectando a los híbridos y a los Luxen enfermedades?
Asintió. —Lo hacemos. Esto nos permite estudiar cómo el cuerpo de los híbridos o de los Luxen combaten la enfermedad. Esperamos ser capaces de replicarlo, y en algunos casos hemos tenido éxito, especialmente con LH-11.
—¿LH-11? —pregunté, mirando a Blake ahora. Estaba hablando con otro chico, uno que estaba siendo administrado con fluidos. Se reían. Parecía... normal.
—Replicación de gen —explicó el Sargento—. Reduce el crecimiento de tumores inoperables. Lori ha respondido bien. LH-11 es un producto de años de investigación. Esperamos que sea la respuesta.
No sabía que decir cuando mi mirada cruzó la habitación. —¿La cura del cáncer?
—Y muchas, muchas más enfermedades, Jinyoung. Esto es de lo que se trata Daedalus, y tu ayuda hace esto posible.
Apoyado en la pared, coloqué mis palmas. Parte de mí quería creer lo que estaba viendo y oyendo —que Daedalus sólo estaba tratando de encontrar la cura de las enfermedades— pero sabía mejor las cosas. Creer eso era como creer en Santa. —¿Y eso es todo? ¿Estás tratando de hacer del mundo un lugar mejor?
—Sí. Pero en diferentes formas, fuera del ámbito de la medicina, para hacer del mundo un lugar mejor. De maneras en que tú puedes ayudar para hacer del mundo un mejor lugar.
Sentí como si estuviera dándome argumentos para venderme algo, pero incluso en la posición en que estaba, podía reconocer lo poderoso que podría ser una cura para esas enfermedades mortales, cuanto cambiaría el mundo para mejor. Cerrando mis ojos, respiré profundo. —¿Cómo es eso?
—Ven —Dasher tomó mi codo, sin darme muchas opciones. Me llevó hasta el extremo opuesto del laboratorio, donde una sección de la pared parecía ser una ventana cerrada. Golpeó la pared. Las persianas se enrollaron, haciendo una serie de chasquidos mecánicos. —¿Qué ves?
El aire salió de mis pulmones. —Luxen —susurré.
No había duda en mi mente que las personas sentadas en sillones a juego en el otro lado de la ventana, dejando que los doctores tomaran su sangre, no eran de por aquí. Su belleza era un claro indicativo. Además, era un hecho ya que muchos de ellos estaban en su verdadera forma. Su suave resplandor llenaba la habitación.
—¿Alguno de ellos parece que no quisiera estar aquí? —preguntó en voz baja.
Colocando mis manos en la ventana, me incliné. Los que no se veían como una bombilla humana estaban sonriendo y riendo. Algunos estaban comiendo y otros conversando. La mayoría de ellos eran mayores, en sus veinte o treinta años, supuse.
Ninguno parecía un rehén.
—¿Lo hacen, Jinyoung? —preguntó.
Sacudí la cabeza, totalmente confuso. ¿Estaban aquí por su propia voluntad? No podía entender cómo.
—Ellos quieren ayudar. Nadie los está obligando.
—Pero me estás obligando —le dije, consciente de que Archer estaba ahora detrás de nosotros—. Forzaste a Jiu y a Matthew.
El Sargento Dasher ladeó la cabeza hacia un lado. —No tiene por qué ser así.
—¿Por qué lo niegas?
—Hay tres tipos de Luxen, Sr. Park. Hay los que son como los que están al otro lado de la ventana, Luxen que entienden cómo su biología puede mejorar nuestras vidas. Luego están los que se han asimilado a la sociedad y que suponen poco o ningún riesgo.
—¿Y el tercer grupo?
Estuvo en silencio por un momento. —El tercer grupo es el que las generaciones anteriores de nosotros habían temido a la llegada de los Luxen. Hay aquellos que desean tomar el control de la Tierra y subyugar a la humanidad.
Mi cabeza se giró hacia él. —¿Qué?
Sus ojos se encontraron con los míos. —¿Cuántos Luxen crees que hay, Sr.Park?
Sacudí la cabeza. —No lo sé. —Mark mencionó una vez cuántos pensaba que estaban aquí, pero no podía recordar la cantidad—. ¿Miles?
Dasher habló con autoridad. —Hay alrededor de cuarenta y cinco mil habitando la Tierra.
Guau, eso era un montón.
—Alrededor del setenta por ciento de los cuarenta y cinco mil han sido asimilados. Un diez por ciento se puede confiar por completo, como los de la otra habitación. ¿Y el último veinte por ciento? Hay nueve mil Luxen que quieren ver a la humanidad bajo su pulgar, y nueve mil que pueden ejercer tanto la destrucción como una pequeña cabeza nuclear. Apenas los mantenemos bajo control y todo lo que se necesitaría para un levantamiento completo es tener más Luxen de su lado. Pero, ¿quiere saber otro número sorprendente?
Mirándolo, no tenía idea de qué decir.
—Déjame preguntarle algo, Sr. Park. ¿Dónde exactamente piensas que Mark Tuan, su familia, y sus amigos encajan?
—¡Ellos no están interesados en someternos como una mosca! —Solté una carcajada—. Insinuar eso es ridículo.
—¿Lo es? —Hizo una pausa—. No puede realmente conocer a alguien de verdad. Y estoy seguro de que cuando conoció a Mark y su familia, nunca asumió lo que eran, ¿verdad?
Me tenía con eso.
—Tiene que admitir que, si son tan buenos en ocultar el hecho de que ni siquiera son humanos, lo buenos que deben ser en ocultar algo tan invisible como su lealtad —dijo—. Olvidas que no son humanos, y no lo son, puedo asegurártelo, aparte del diez por ciento en que confiamos.
Abrí mi boca, pero las palabras no salían. No lo hice —no podía— creer lo que decía, pero dijo todo eso sin una pizca de desprecio. Como si estuviera simplemente declarando los hechos, al igual que un médico le dice al paciente que tiene cáncer terminal.
Se giró hacia la ventana y levantó la barbilla. —Se especula que hay cientos de miles de Luxen por ahí, en el espacio, que se desplazaron a otros puntos del universo. ¿Qué crees que pasaría si ellos vinieran aquí? Recuerda, todos son Luxen que han tenido poco o no contacto con la humanidad.
—Yo... —Un escalofrío viajó por mi columna y sobre mis hombros. Girando la atención a la ventana, vi a un Luxen parpadear en su verdadera forma. Cuando hablé, no reconocí mi propia voz—. No lo sé.
—Nos destruirían.
Aspiré una bocanada de aire, aun no queriendo creer lo que estaba diciendo. —Eso suena un poco extremo.
—¿En serio? —Hizo una pausa, sonando curioso—. Mira nuestra propia historia. Una nación más fuerte haciéndose cargo de otra. Las mentalidades de los Luxen e incluso la de las Arum no son diferentes de la nuestra. Darwinismo básico.
—La supervivencia del más apto —murmuré y por un momento casi pude verlo. Una invasión de proporciones de Hollywood y sabía lo suficiente sobre los Luxen para saber que si muchos vinieron aquí, y si quisiesen hacerse cargo, lo harían.
Cerrando mis ojos, sacudí la cabeza otra vez. Me estaba jodiendo la mente. No había un ejército de Luxen a punto de invadirnos. —¿Qué tiene que ver esto conmigo?
—¿Además del hecho de que eres fuerte como es el Luxen que te mutó, y tu sangre podría ayudarnos a estar un paso más cerca de un exitoso LH-11? Nos encantaría volver a estudiar la conexión entre usted y la persona que te mutó. Muy pocos han sido capaces de hacerlo con éxito y sería un logro tener otro Luxen que puede mutar otros seres humanos y crear híbridos que sean estables.
Pensé en todos los humanos que Matthew fue forzado a mutar y ver morir.
No podía soportar que Mark tuviera que pasar por eso, crear humanos que sólo...
Di una respiración profunda. —¿Eso es lo que pasó con Nayeon?
—¿Quién?
—Sabes quién es —dije, con voz cansada—. Ella fue mutada, pero era inestable. Vino detrás de mí y se autodestruyó. Ella era... —buena persona. Pero me detuve, porque me di cuenta que, si el Sargento supiera algo de Nayeon, no hablaría o simplemente no le importaría.
Unos momentos pasaron antes de que él continuara. —Pero eso no es lo único que trata Daedalus. Tener aquí al Luxen que te mutó sería genial, pero eso no es en lo que estamos enfocados.
Lo miré fijamente y mi ritmo cardíaco se limitó. La sorpresa se transportó a través de mí. ¿No estaban concentrados en atraer a Mark?
—Te queríamos a ti —dijo el Sargento Dasher.
Se sentía como si el suelo se moviera bajo mis pies. —¿Qué?
Su expresión no era ni fría ni caliente. —Mire, Sr. Park, necesitamos ayuda para tratar con nueve mil Luxen. Y cuando el resto de los Luxen venga a la Tierra —y lo harán— necesitaremos todo nuestro arsenal para salvar a la humanidad. Eso significa híbridos como tú y esperamos que muchos más, que puedan pelear.
¿Qué demo...? Estaba seguro de que me metí en un universo alternativo.
Mi cerebro prácticamente hizo implosión.
Dasher me miró de cerca. —Así que la pregunta es, ¿quieres estar con nosotros o en contra de tu propia especie? Debido a que tendrá que hacer su elección, Sr. Park. Entre los tuyos o los de la persona que te mutó.
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softnessbunnie · 3 years
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Capitulo 4
Jinyoung
Mi cerebro se apagó y algo mucho más primitivo y agresivo que el infierno se apoderó de mí. Sentí el horrible y puntiagudo sentimiento de traición. Sin pensarlo, mi puño conectó con lo que parecía ser el pómulo de Blake. No fue un golpe débil, tampoco. Cada pedacito de ira y odio reprimido que sentía hacia él se concentró en ese golpe.
Dejó escapar un gemido de dolor mientras mi mano volvía a su rostro. — Jinyoung...
—¡Bastardo! —Balanceándome de nuevo, mis nudillos se estrellaron contra su mandíbula esta vez.
Soltó otro gruñido de dolor cuando se tambaleó hacia atrás. —Jesús.
Giré, agarrando una pequeña lámpara junto a la cama, y sin previo aviso, la luz de la habitación se encendió. No estaba seguro de cómo lo hizo. Si mis habilidades no funcionaban aquí, entonces las de Blake tampoco. Un resplandor súbito me tomó por sorpresa, y Blake lo aprovechó.
Saltó hacia adelante, forzándome a tirar la lámpara. —No haría eso si fuera tú —advirtió.
—Vete al diablo. —Intenté pegarle otra vez.
Atrapó mi puño y lo retorció. El dolor agudo se disparó en mi brazo, y jadeé con sorpresa. Me hizo girar, lo pateé. Liberando mi brazo, evitó que lo golpeara con la rodilla. —Esto es ridículo —dijo, sus ojos color avellana se entrecerraron. La ira resplandecía con manchas verdes.
—Nos traicionaste.
Blake se encogió de hombros, y bueno, en cierto modo eso me cabreó más.
Me lancé sobre él como una especie de ninja —un ninja muy malo, ya que esquivó fácilmente el ataque. Mi pierna izquierda golpeó la cama, y al segundo siguiente él golpeó mi espalda. El aire salió de mis pulmones mientras intentaba frenar el impulso de su ataque, golpeando la cama con mi costado, reboté contra la pared.
Sus rodillas fueron sobre el colchón cuando se sostuvo de mis hombros, rodándome sobre la espalda. Le golpeé los brazos, y dejó escapar una maldición. Recuperando el control, intenté golpearlo una vez más.
—Basta —gruñó, agarrándome por la muñeca. Al momento siguiente ya inmovilizaba la otra. Me llevó los brazos por encima de la cabeza, se inclinó sobre mí, acercando su rostro a escasos centímetros del mío, y habló en voz baja—: Basta, Jinyoung. Hay cámaras por todas partes. No las puedes ver, pero están ahí. Nos están viendo en estos momentos. ¿Cómo crees que las luces se encendieron? No es magia, y podrían inundar toda la habitación con ónix. No sé tú, pero yo no lo encuentro muy atractivo.
Luché para empujarlo, y cambió de posición para que sus rodillas hicieran presión entre mis piernas, atrapándolas. El pánico creció lentamente dentro de mí, provocando que mi pulso se acelerara. No me gustaba su peso sobre mí. Me recordaba cómo logró colarse en mi casa en la noche y dormir a mi lado. Cómo me observo dormir. Las náuseas aumentaron rápidamente, y el pánico creció. —¡Suéltame!
—No lo creo. Es probable que me golpees de nuevo.
—¡Lo haré! —Lo empujé con las caderas, pero no se movió, y mi corazón latía tan rápido que era seguro que me diera un ataque al corazón.
Blake me dio una pequeña sacudida. —Tienes que calmarte. No voy a lastimarte. ¿De acuerdo? Puedes confiar en mí.
Con los ojos muy abiertos, solté una risa ahogada. —¿Confiar en ti? ¿Estás loco?
—No tienes otra opción. —Mechones color bronce caían sobre su frente.
Por lo general, su cabello estaba arreglado de una manera artísticamente complicada, pero hoy parecía haberse quedado sin gel.
Quería golpearlo otra vez, y luché contra el agarre, sin llegar a ninguna parte. —¡Voy a romperte la cara!
—Comprensible. —Me empujó hacia abajo, los ojos entrecerrados—. Sé que no tenemos la relación más estable...
—No tenemos ninguna relación. ¡No tenemos nada! —Respirando pesadamente, mis músculos dejaron de temblar. Pasó un buen rato mientras él me miraba, sus fosas nasales y boca formando una línea dura, molesta. Quería mirar hacia otro lado, pero eso sería una muestra de debilidad, y era lo peor que podría mostrar—. Te odio. —Parecía inútil decirlo, pero me hizo sentir mejor.
Se estremeció, y cuando habló, su voz fue apenas un susurro. —Odié mentirte, pero no tenía elección. Lo que te hubiera dicho se lo dirías a Mark y él se lo contaría a otros Luxen. Y no podía dejar que eso pasara. Tampoco Daedalus podía. Pero no somos los malos aquí.
Negué con la cabeza, estupefacto y cabreado. —¡Ustedes son los tipos malos! ¡Nos engañaste! Desde el principio. Todo ocurrió por tu culpa. Los ayudaste. ¿Cómo pudiste?
—Debíamos hacerlo.
—Esta es mi vida. —Lágrimas de ira humedecieron mis ojos, porque no tenía el control sobre mi vida ahora, en parte gracias a él, y me esforcé por mantener el nivel de voz—. ¿Algo de lo que dijiste fue verdad? ¿Chris? ¿Intentas sacarlo de aquí?
Blake no dijo nada durante un largo rato. —Habrían dejado que Chris se fuera en cualquier momento. La historia de ellos secuestrándolo contra su voluntad sólo era eso, una historia para que confiaras en mí.
—Hijo. De. Puta —siseé.
—Fui enviado para asegurarme de que la mutación se llevara a cabo. No sabían lo que mi tío y el Dr. Michaels planeaban, pero una vez que supieron que la mutación terminó, necesitaban saber quién te mutó y cuán fuerte eras. Esa fue la razón por la que volví esa noche... la noche que tú y Mark me dejaron escapar.
Nuestra compasión en esa noche fue el último clavo de nuestro ataúd.
Era tan irónicamente triste. Quería sacarle los ojos.
Dejó escapar un jadeo entrecortado. —Necesitábamos saber si eras lo suficientemente fuerte como para esto. Sabían que Matthew volvería por Jiu, pero querían ver hasta dónde podrías llegar tú.
—¿Esto? —susurré—. ¿Qué es esto?
—La verdad, Jinyoung, la pura verdad.
—Como si fueras capaz de decir la verdad. —Rodé el cuerpo, intentando quitármelo de encima. Murmurando otra maldición, se levantó, todavía sosteniéndome las muñecas, y me arrastró fuera de la cama. Mis pies descalzos se deslizaron sobre la baldosa mientras me dirigía hacia el baño—. ¿Qué estás haciendo?
—Creo que necesitas refrescarte —replicó, la mandíbula apretada. Intenté resistirme, pero todo lo que logré hacer fue frotar las plantas de los pies en carne viva contra el suelo. Una vez dentro del baño, cambié el peso a un lado y lo golpeé contra el lavamanos. Antes de que pudiera volver a atacarlo, me lanzó hacia atrás.
Me retorció los brazos, colocándome frente al borde de la ducha y me empujó para que aterrizara sobre mi culo. Una oleada de dolor se disparó sobre mi columna vertebral.
Blake entró a la ducha, una mano sujetó mi hombro, la otra llegó a ciegas hasta el grifo del agua. Un instante después, el agua congelada salió de la regadera.
Grité, intenté ponerme de pie, pero su otra mano se posó en mi hombro, inmovilizándome hasta que el agua helada me empapó. Farfullé, agitando los brazos para protegerme del frío. —¡Déjame salir de aquí!
—No hasta que estés listo para escucharme.
—¡No hay nada que puedas decir! —La ropa empapada se aferraba a la piel. El flujo constante de agua pegó el cabello a mi rostro. Ante el temor de que intentara ahogarme, intenté abofetearlo, pero me golpeó las manos.
—Escúchame. —Me agarró la barbilla, sus dedos clavándose en mis mejillas, obligándome a mirarlo a los ojos—. Cúlpame todo lo que quieras, ¿pero crees que no estarías aquí incluso si nunca me hubieras conocido? Si lo crees, estás loco. En el momento que Mark te mutó, tu destino fue escrito. Si quieres enojarte con alguien, debes enojarte con él. Él te puso en esta situación.
Blake siguió manteniéndome inmóvil. —Estás loco. ¿Culpas a Mark por esto? Me salvó la vida. Yo no habría...
—Te mutó, sabiendo que estaba siendo vigilado. No es estúpido. Tenía que saber que el DOD se enteraría.
En realidad, él y su familia no tenían conocimiento de los híbridos hasta que me convertí en uno. —Es tan típico de ti, Blake. Todo es culpa de los demás.
Sus ojos se entrecerraron, y las manchas verdes se profundizaron. —No lo entiendes.
—Tienes razón. —Le aparté las manos de mi cara—. Nunca lo haré.
Retrocediendo, sacudió la cabeza mientras yo salía de la ducha. Alargó la mano, cerró el grifo y agarró una toalla, arrojándola hacia mí. —No intentes golpearme de nuevo.
—No me digas qué hacer. —Usando la toalla, intenté secarme lo mejor que pude.
Apretó los puños. —Mira, lo entiendo. Estás molesto conmigo. Genial. Terminemos con eso, porque hay cosas más importantes en que centrarnos.
—¿Terminemos con eso? —Iba a estrangularlo con esta toalla.
—Sí. —Se apoyó contra la puerta cerrada, mirándome con recelo—. En serio, no tienes idea de lo que está pasando, Jin.
—No me llames así. —Exprimí la ropa con enojo e inútilmente.
—¿Estás lo suficientemente calmado? Tenemos que hablar, y tienes que escucharme. Las cosas no son como piensas. Y me gustaría haberte contado la verdad antes. No podía, pero ahora sí puedo.
Una risa ahogada se me escapó mientras sacudía la cabeza con incredulidad.
Sus ojos se entrecerraron, y dio un paso adelante. Mi espalda se tensó ante la advertencia, y no se acercó más. —Vamos a dejar una cosa clara. Si Mark estuviese encerrado en algún lugar, pasarías sobre los de tu raza y el niño Jesús sólo por liberarlo. Eso es lo que crees que yo hice. Así que no actúes como si fueras mejor que yo.
¿Yo lo haría? Sí, lo haría, pero la diferencia entre nosotros era que Blake buscaba la aceptación y el perdón después de haber dicho más mentiras que verdades. Y para mí, eso era pura basura.
—¿Crees que puedes justificar esto? Bueno, te equivocas. No puedes. Eres un monstruo, Blake. Un verdadero monstruo viviendo y respirando. Nada, no importa cuáles sean tus intenciones o cuál sea la pura verdad, jamás va a cambiar eso.
Un pequeño destello de ira brilló en su mirada.
Tomó todo mi control no enrollar la toalla alrededor de su cuello para lanzarlo contra la pared y luego intentar sacarle los ojos. Arrojé la toalla a un lado, temblando más por la ira que por la sensación de frialdad filtrándose a través de la ropa.
Se apartó de la puerta y di un paso atrás, en guardia. Frunció el ceño. — Daedalus no es el malo aquí. —Abriendo la puerta del baño, salió—. Esa es la realidad.
Lo seguí. —¿Cómo puedes decir eso con el rostro tan serio?
Se sentó en la cama. —Sé lo que estás pensando. Quieres luchar contra ellos. Lo entiendo. Lo hago. Y sé que te he mentido sobre casi todo, pero no creerías la verdad sin verla. Y una vez que lo hagas, las cosas serán diferentes.
No había nada en este mundo que me pudieran mostrar para que me hiciera cambiar de opinión, pero también reconocía que era inútil luchar contra él. —Necesito ponerme ropa seca.
—Esperaré.
Lo miré fijamente. —No te quedarás aquí mientras me desvisto.
Me miró con molestia. —Cámbiate en el baño. Cierra la puerta. Tu virtud está a salvo de mí. —Y luego me guiñó el ojo—. A menos que quieras que eso cambie, me alegraría ayudarte. Es algo aburrido por aquí.
Mi mano ardió por envolver una parte muy íntima de su cuerpo y retorcerla.
Las palabras que salieron de mi boca eran muy serias. Las sentí. Las creí. —Voy a matarte algún día —prometí.
Una irónica sonrisa apareció en su rostro cuando se encontró con mi mirada. —Ya has matado, Jinyoung. Sabes cómo se siente tomar una vida, aunque no eres un asesino. No eres así. —Percibió mi inhalación profunda con una mirada conocedora—. No aún, al menos.
Me di la vuelta, curvando las manos en puños.
—Como dije, no somos los tipos malos. Los Luxen lo son, y verás que no estoy mintiendo. Estamos aquí para detenerlos de dominar todo.
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softnessbunnie · 3 years
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Capitulo 3
Jinyoung
Me sorprendió que, con toda la confusión que tenía mi cerebro, fuera capaz de hacer algo tan normal como cambiarme de ropa —un par de pantalones para trotar y una camiseta gris de algodón. La forma en que la ropa me ajustaba era preocupante, incluso la ropa interior.
Como si supieran que iba a venir.
Como si alguien hubiera abierto mi cajón de ropa interior e investigara mi talla.
Quería vomitar.
En vez de pensar en eso, lo que sin duda conduciría a un arranque de furia que conseguiría que me llenaran el rostro de ónix y agua helada nuevamente, me concentré en mi celda. Oh, perdón. Mi “cuarto”, como el doctor Roth me dijo.
Era del tamaño de una habitación de hotel, unos buenos veinte metros cuadrados aproximadamente. El mosaico cubría el piso, sentía frío bajo mis pies descalzos. No tenía idea de dónde estaban mis zapatos. Había una cama doble metida contra la pared, una pequeña mesa a su lado, una cómoda y una televisión montada en la pared a los pies de la cama. En el techo estaban los temibles puntos negros del dolor, pero no había regaderas de agua en la habitación
Y una puerta al otro lado de la cama.
Caminé hacia ella, coloqué la punta de los dedos en la perilla y la abrí con cautela, esperando que una red hecha de ónix cayera sobre mí.
No sucedió.
Adentro había un pequeño cuarto de baño con otra puerta al final. Esa sí estaba bloqueada.
Me di la vuelta y regresé al dormitorio.
El viaje a mi celda no fue turístico. Salimos directamente de la habitación que desperté y entramos a un elevador que se abría en un pasillo en línea recta hacia la celda en la que estoy ahora. No tuve siquiera oportunidad de echar un vistazo al pasillo para ver cuántas otras celdas como la mía había.
Apostaba que serían muchas.
Sin saber qué hora era, ya que no sabía si era de noche o de día, me arrastré hasta la cama y jalé la sábana. Me senté y apreté mi espalda contra la pared, tirando de mis piernas contra mi pecho. Llevé la manta hasta mi barbilla y me senté frente a la puerta.
Estaba cansado —débil hasta los huesos. Mis ojos se sentían pesados, y mi cuerpo dolía por el esfuerzo de mantenerme en pie, pero la idea de conciliar el sueño me ponía paranoico. ¿Y si alguien entraba a la habitación mientras yo dormía? Eso me preocupaba. La puerta estaba bloqueada desde afuera, lo que significaba que podrían entrar a su antojo.
Para evitar quedarme dormido, me concentré en las mil preguntas girando en mi cabeza. El doctor Roth hizo esa disparatada declaración de que los Luxen estaban detrás de una guerra que comenzó hace quién sabe cuánto.
Incluso si fuera cierto, ¿qué importa ahora? Y no le creo. No cuando esta generación de Luxen son totalmente diferentes a lo que sus ancestros tenían planeado. Honestamente, ni siquiera entiendo por qué sacó el tema. ¿Para demostrar lo poco que yo conocía? ¿O hay algo más? ¿Y qué hay con Jiu? ¿En serio era peligrosa?
Sacudí la cabeza. Incluso si los Luxen comenzaron una guerra, cientos, si no miles de años atrás, eso no quiere decir que sean malos. Y si Jiu era peligrosa es porque probablemente algo le hicieron. No iba a dejar que me manipularan con sus mentiras, pero tenía que admitirlo, dijeron algo que me desconcertó.
Mi cerebro reflexionó sobre más preguntas. ¿Cuánto tiempo tienen planeado tenerme aquí? ¿Qué pasará con la escuela? ¿Mamá? Pensé en Nayeon. ¿La trajeron a un lugar como este? Aún no tenía idea de cómo terminó mutando, o por qué. Luc, el ridículamente inteligente e incluso terrible adolescente híbrido, me ayudó a entrar en el Monte Weather y me advirtió que nunca sabría qué ocurrió con Nayeon. No estoy segura si podría vivir con eso. Sin saber por qué terminó en mi habitación y auto destruyéndose. Y si yo terminaba como ella, o como los innumerables híbridos que el gobierno secuestraba, ¿qué pasaría con mi mamá?
Sin respuesta a cualquiera de esas preguntas, finalmente dejé que mi mente llegara a donde quería ir, donde intenté desesperadamente no llegar.
Mark
Mis ojos se cerraron mientras exhalaba. Ni siquiera tuve que intentar imaginarlo. Su rostro se reconstruyó a la perfección.
Sus anchos pómulos, esos labios llenos y casi siempre expresivos, y esos ojos —esos hermosos ojos amarillos que eran como dos tarros de miel, anormalmente brillantes. Sabía que mi memoria no le haría justicia. Tenía una belleza masculina que nunca antes vi en la vida real, sólo en los libros que leía.
Maldición, ya extrañaba mis libros.
En su verdadera forma, Mark era extraordinario. Todos los Luxen eran extraordinariamente hermosos; hechos de luz pura, eran impresionantes, como ver una estrella de cerca.
Mark Tuan podría ser tan espinoso como un erizo malhumorado, pero debajo de toda esa armadura, era dulce, protector e increíblemente desinteresado. Estaba constantemente preocupado por él. A pesar de nuestras discusiones.
Una lágrima resbaló por mi mejilla.
Descansando la barbilla contra las rodillas, limpié la humedad. Recé porque estuviera bien —tan bien como se podría estar. Que Nickhuk, Matthew, y Sungjae lograran mantenerlo a raya. Que no le permitieran hacer lo que quería: la misma cosa que yo haría si la situación fuera al revés.
A pesar de que quería —necesitaba— que me abrazara, este era el último lugar donde quería que estuviera. El último lugar.
Mi corazón dolió, intenté pensar en otras cosas —cosas mejores— pero los recuerdos no eran suficientes. Existía una gran posibilidad de que nunca lo volviera a ver.
Lágrimas se deslizaron de mis ojos apretados.
Llorar no resolvería nada, pero era difícil controlarlas cuando me sentía tan agotado. Mantuve mis ojos cerrados, contando lentamente hasta que el nudo de emociones crudas bajó por mi garganta.
 ***
 Salté al despertarme de golpe, mi corazón latiendo con fuerza y mi boca seca. No recordaba quedarme dormido, pero debí haberlo hecho. Un cosquilleo extraño subió por mi piel mientras tomaba una respiración profunda.
¿Tuve una pesadilla? No podía recordarlo, pero algo iba mal. Desorientado, lancé la sábana lejos y miré alrededor de la oscura celda.
Cada músculo de mi cuerpo se tensó cuando mis ojos notaron una sombra más oscura y pesada en la esquina de la puerta. Los pequeños vellos de mi cuerpo se erizaron. Contuve la respiración y el miedo hundió sus garras heladas en mi estómago, congelándome en mi lugar.
No estaba solo.
La sombra se apartó de la pared, moviéndose demasiado rápido. Mi primer instinto fue gritar que era un Arum, e intentar encontrar mi collar de ópalo, dándome cuenta demasiado tarde que ya no lo tenía conmigo.
—Sigues teniendo pesadillas —dijo la sombra.
El sonido de la voz fue familiar, el miedo dio paso a una rabia tan potente que sabía cómo ácido de batería. Me puse de pie antes de darme cuenta.
—Blake —espeté.
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softnessbunnie · 3 years
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Estoy subiendo una adaptación Jinmark, del libro “Origen”. Es el 4to de la saga de Lux, así que si no has leído los anteriores, te recomiendo no leer mis posts para no recibir ningún spoiler.
Cuando termine este libro, tal vez suba los anteriores adaptados a este shipp.
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softnessbunnie · 3 years
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Capitulo 2
Jinyoung
Mojado y helado hasta los huesos, me tiré en el piso. No tenía idea de cuánto tiempo había pasado desde que la primera dosis de ónix había sido liberada y la última explosión de agua helada me había golpeado en la espalda.
Ceder y dejarlos hacer lo que querían no parecía una opción al comienzo. Al principio el dolor valía la pena, porque de ninguna manera iba hacer esto fácil para ellos. Una vez que el ónix había sido lavado de mi piel y me pude mover de nuevo, corrí hacia la puerta. No estaba haciendo ningún progreso y para el cuarto ciclo de ser rociado con ónix y luego ahogado en él, estaba agotado.
Realmente agotado.
Una vez que fui capaz de levantarme sin derrumbarme, me arrastré hacia la fría mesa, en pasos lentos y adoloridos. Estaba bastante seguro que ésta tenía una capa muy fina de diamantes sobre la superficie. La cantidad de dinero que debió haber tomado para equipar la habitación —por no hablar de todo el edificio— con diamantes tenían que ser astronómica... y más a fondo explica el problema de la deuda de la Nación. Y realmente, de todo lo que tenía que pensar, eso no debería estar en la lista, pero creo que el ónix había hecho un cortocircuito con mi cerebro.
El sargento Dasher había ido y venido durante todo el proceso, reemplazado por hombres en uniforme militar. Las boinas que usaban le escondían la mayor parte del rostro, pero por lo que pude ver, no parecían mucho mayores que yo, tal vez en sus tempranos veinte años.
Dos de ellos estaban en la habitación ahora, ambos con pistolas atadas a sus muslos. Parte de mí estaba sorprendido de que no hubieran disparado los tranquilizantes, pero el ónix cumplió su propósito. El que llevaba una boina verde oscuro permanecía cerca de los controles, observándome, una mano en su pistola y la otra en el botón de dolor. El otro, con la cara escondida en la boina color caqui, vigilaba la puerta.
Puse mis manos en la mesa. A través de las tiras mojadas de mi empapado cabello, mis dedos parecían demasiado blancos y pastosos. Tenía frío y estaba temblando tanto que me pregunté si en realidad estaba experimentando una convulsión. —Ya... ya he terminado —dije con voz áspera.
Un musculo apareció en la cara del de la boina color caqui.
Traté de levantarme en la mesa, porque sabía que si no me sentaba me caería, pero el profundo temblor en mis músculos me hizo tambalearme a un lado. La habitación giró por un segundo. Podría haber un daño permanente.
Casi me reí, porque ¿qué tan bueno sería para Daedalus si me dañaban?
El Dr. Roth había permanecido todo el tiempo sentado en una esquina de la habitación, luciendo cansado, pero ahora estaba de pie, con el tensiómetro en mano. —Sostenlo sobre la mesa.
El de la boina color caqui vino hacia mí, determinación bloqueando su mandíbula. Di marcha atrás en un débil intento de poner distancia entre nosotros. Mi corazón latía con una fuerza increíblemente rápida. No quería que me tocara. No quería que ninguno de ellos me tocara.
Con mis piernas temblando, di otro paso hacia atrás, y mis músculos justo dejaron de funcionar. Golpeé el suelo fuerte con mi trasero, pero estaba tan entumecido, que no registré el dolor.
El de la boina color caqui me miró, y desde mi ventajoso punto de vista, pude ver toda su cara. Tenía los ojos azules más sorprendentes, y aunque lucía aburrido de esta rutina, parecía haber un cierto nivel de compasión en su mirada.
Sin decir una palabra, se inclinó y me recogió. Olía a detergente fresco, de la misma clase que usaba mi mamá y las lágrimas brotaron de mis ojos.
Antes de que pudiera batallar, lo cual hubiera sido inútil, me depositó en la mesa, sintiendo como si hubiera estado aquí antes.
Y lo había estado.
Otro vaso de agua me fue dado, el cual acepté. El doctor suspiró sonoramente. —¿Ya está fuera de su sistema la lucha contra esto, ahora?
Dejé caer el vaso de papel en la mesa y forcé mi lengua a moverse. Se sentía hinchada y difícil de controlar. —No quiero estar aquí.
—Por supuesto que no quiere. —Él colocó la pieza en mi pecho debajo de mi camisa, como lo había hecho antes—. Nadie en esta habitación, ni siquiera en este edificio, espera eso de usted; pero pelear con nosotros, antes de que incluso sepa qué planeamos, sólo va hacerle daño al final. Ahora, respire profundamente.
Aspiré, pero el aire quedó atascado. La línea de gabinetes blancos al otro lado de la habitación se volvió borrosa. No lloraría. No lloraría.
El doctor examinó mis movimientos, revisando mi respiración y mi presión arterial antes de hablar otra vez. —Jin... ¿puedo llamarle Jin?
Una breve, ronca carcajada se me escapó. Qué educado. —Por supuesto.
Él sonrió mientras colocaba el brazalete de presión sobre la mesa y luego daba un paso atrás, cruzando sus brazos. —Necesito hacer un examen completo, Jin. Le prometo que no dolerá. Será como cualquier examen médico que haya tenido antes.
El miedo se hizo una bola en mi interior. Crucé los brazos alrededor de mi cintura, temblando. —No quiero eso.
—Podemos posponerlo un poco, pero debe ser realizado. —Girándose, caminó hacia una de los gabinetes y sacó una manta de color marrón. Regresando a la mesa, la colocó sobre mis hombros—. Una vez que recupere su fuerza, vamos a llevarle a su cuarto. Allí será capaz de lavarse y ponerse ropa limpia y fresca. También hay un televisor si desea ver, o puede descansar. Es muy tarde y tendrá un gran día mañana.
Sostuve la manta cerca, temblando. Él lo hacía sonar como si estuviera en un hotel. —¿Un gran día mañana?
Asintió. —Hay un montón de cosas que necesitamos mostrarle. Esperamos que entonces entienda de qué se trata Daedalus verdaderamente.
Luché con el impulso de reírme otra vez. —Sé lo que son. Sé lo que...
—Sólo sabe lo que le han dicho —interrumpió el doctor—. Y lo que sabe es sólo una verdad a medias. —Él inclinó la cabeza a un lado—. Sé que está pensando en Matthew y Jiu. No sabe la historia completa detrás de ellos.
Mis ojos se estrecharon, y la respuesta llena de ira calentó mis entrañas.
¿Cómo se atreve a culpar a Matt y Jiu por lo que les hizo Daedalus? —Sé lo suficiente.
El doctor Roth miró al de la boina verde con los controles, y luego él asintió. El de boina salió en silencio de la habitación, dejando al doctor y al de boina de color caqui atrás. —Jin...
—Sé que básicamente los torturaron —lo interrumpí, la furia creciendo cada vez más—. Sé que trajeron gente aquí y obligaron a Matthew a sanarlos, y cuando no funcionó, esos humanos murieron. Sé que los mantuvieron alejados el uno del otro y usaron a Jiu para conseguir que Matthew hiciera lo que querían. Son peor que el demonio.
—No sabe toda la historia —repitió él uniformemente, completamente imperturbable por mis acusaciones. Miró al de boina color caqui—. Archer, ¿estabas aquí cuando Matthew y Jiu fueron traídos?
Me giré hacia Archer, y él asintió. —Cuando los sujetos fueron traídos, ambos fueron claramente difíciles de tratar, pero después de que la hembra pasará por la mutación, ella se volvió mucho más violenta. Se les permitió quedarse juntos hasta que se hizo evidente que había un problema de seguridad. Por eso fueron separados y eventualmente movidos a diferentes lugares.
Sacudí mi cabeza mientras acercaba la manta. Quería gritarles a todo pulmón. —No soy estúpido.
—No creo que lo sea —respondió el doctor—. Los híbridos son notoriamente desequilibrados, incluso los que han tenido una mutación exitosa. Jiu era y es inestable.
Se formaron nudos en mi estómago. Podía recordar lo loca que había actuado Jiu en la casa de Vaughn. Había parecido estar bien cuando la encontramos en Monte Weather, pero no siempre había sido así. ¿Estaban Matthew y los demás en peligro? ¿Podía siquiera creer cualquier cosa que estas personas me estaban diciendo?
—Por eso necesito hacerle un examen completo, Jin.
Miré al doctor. —¿Me está diciendo que soy inestable?
Él no respondió inmediatamente, y se sintió como si la mesa se hubiera caído debajo de mí.
—Hay una posibilidad —dijo él—. Incluso con las mutaciones exitosas, hay un problema de inestabilidad que surge cuando el híbrido utiliza la Fuente.
Apretando la manta hasta que las sensaciones regresaron a mis nudillos, obligué a mi corazón a bajar la velocidad. No estaba funcionando. —No le creo. No creo en nada de lo que me está diciendo. Matthew fue...
—Matthew fue un caso triste —dijo él, interrumpiéndome—, y pronto usted entenderá eso. Lo que pasó con Matthew no fue intencional. Él habría sido liberado eventualmente, una vez que nos aseguráramos que podía asimilar de nuevo. Y Jiu...
—Deténgase —gruñí—, no quiero escuchar ninguna de sus mentiras.
—No tiene idea, señorito Park, de lo peligrosos que son los Luxen y la amenaza que representan aquellos que han sido mutados por ellos.
― ¡Los Luxen no son peligrosos! Y los híbridos no lo seríamos, tampoco, si nos dejaran en paz. No les hemos hecho nada. No habríamos tenido que hacerlo. No estábamos haciendo nada hasta que ustedes...
—¿Sabe por qué los Luxen vinieron a la Tierra? —preguntó él.
—Sí. —Me dolían los nudillos—. Los Arum destruyeron su planeta.
—¿Sabe por qué su planeta fue destruido? ¿O el origen de los Arum?
—Ellos estaban en guerra. Los Arum estaban tratando de quitarles sus habilidades y matarlos. —Estaba totalmente al día en mi clase de Alien 101. Los Arum eran lo opuesto a los Luxen, más oscuridad que luz, y se alimentaban de ellos—. Y usted está trabajando con esos monstruos.
El doctor Roth sacudió la cabeza. —Al igual que en cualquier gran guerra, los Arum y los Luxen han estado peleando por tanto tiempo que dudo que muchos de ellos sepan siquiera lo que desató el enfrentamiento.
—¿Así que está tratando de decir que los Arum y los Luxen son como el intergaláctico de la Franja de Gaza?
Archer resopló ante eso.
—Ni si quiera sé porque estamos hablando de esto —dije, de repente tan cansado que no estaba seguro de poder pensar con claridad—. Nada de eso importa.
—Sí importa —dijo el doctor—. Le demostrará lo poco que verdaderamente sabe sobre esto.
—Bueno, ¿supongo que va a educarme?
Él sonrió, y yo quería quitar la mirada condescendiente de su rostro.
Lástima que eso requeriría soltar la manta y reunir fuerzas para hacerlo. —En su mejor momento, los Luxen eran la más poderosa e inteligente forma de vida en el universo entero. Al igual que en cualquier conjunto de especies, la evolución se desarrolló en respuesta, creando un depredador natural: los Arum.
Me quedé mirando al hombre. —¿Qué está diciendo?
Él se encontró con mi mirada. —Los Luxen no fueron las víctimas en su guerra. Fueron la causa de ella.
  Mark
—¿Cómo conseguiste salir? —preguntó Matt.
Había tomado todo de mí no estampar mi puño en su cara. Me había calmado lo suficiente como para que fuera poco probable que tirara abajo la casa. Todavía había una posibilidad, sin embargo. —Una mejor pregunta es, ¿cuántos me tomó derrumbar para llegar hasta aquí? —Me tensé, esperando. Matthew le puso seguro a la puerta—. No me contradigas en nada de esto, hermano. No serás capaz de detenerme, y lo sabes.
Él sostuvo mi mirada por un momento, luego maldijo mientras se hacía a un lado. Me deslicé por delante de él, con los ojos en la escalera.
—Mina está dormida —dijo él, pasando una mano por su cabello—. Mark...
—¿Dónde está Jiu?
—Aquí —dijo una suave voz desde el comedor.
Me di la vuelta y, demonios, fue como si la chica se hubiera materializado de humo y sombras. Había olvidado lo pequeña que era. Delgada y menuda, con un abundante cabello castaño y un puntiagudo, obstinado mentón.
Estaba mucho más pálida de lo que la recordaba.
—Hola. —Mi resentimiento no era con ella. Miré de nuevo a Matt—. ¿Crees que es sensato tenerla aquí?
Él se movió a su lado, envolviendo el brazo en sus hombros. —Teníamos planeado irnos. Nichkhun nos iba a establecer en Pennsylvania, cerca de South Mountain.
Asentí, la montaña contenía una buena cantidad de cuarcitas, pero no de una comunidad Luxen que supiéramos.
—Pero no queríamos irnos ahora —añadió Jiu en voz baja, sus ojos vagando alrededor de la habitación, sin fijarse en nada en particular. Ella estaba vestida con una de las camisetas de mí hermano y un par de pantalones de Mina. Ambos se la tragaban completa—. No parecía correcto. Alguien debería estar aquí con Mina.
—Pero no es realmente seguro para ustedes dos —señalé—. Nichkhun podría quedarse con Mina.
—Estamos bien. —Matthew inclinó su cabeza, dándole un beso en la frente a Jiu antes de clavarme una mirada seria—. Tú no deberías haber salido de la colonia. Te teníamos ahí para mantenerte seguro. Si la policía te ve o la...
—La policía no me verá. —Esa preocupación tenía sentido. Dado que Jin y yo estábamos presuntamente desaparecidos, o que habíamos escapado, mi reaparición plantearía un montón de preguntas—. Y tampoco lo hará la mamá de Jinyoung.
Él no parecía convencido. —¿No estás preocupado por el DOD?
No dije nada.
Sacudió la cabeza. —Mierda.
Junto a él, Jiu pasó su ligero peso de un pie a otro. —Irás tras él, ¿no es así?
—Diablos, lo hará —interrumpió mi hermano, y cuando no dije nada, soltó tal cantidad de maldiciones que me encontré realmente impresionado—. Joder, Mark. De entre todos los demás, yo sé mejor que nadie lo que sientes, pero lo que estás haciendo es una locura. Y, en serio, ¿cómo escapaste de la cabaña?
Caminando hacia adelante, lo rocé y me encaminé a la cocina. Era extraño estar de vuelta. Todo lucía igual —mesada de granito gris, electrodomésticos blancos, unas espantosas decoraciones country que Mina había colocado en las paredes, y la mesa de roble macizo.
Observé esa mesa. Como una ilusión, Jin apareció sentado en el borde.
Un profundo dolor me atravesó el pecho. Dios, lo extrañaba, y me mataba no saber realmente qué le estaba sucediendo o qué le estaban haciendo.
Pero una vez más, tenía una idea. Sabía lo suficiente de lo que le habían hecho a Matt y Jiu, y eso me enfermaba físicamente.
—¿Mark? —Él me había seguido.
Le di la espalda a la mesa. —No necesitamos tener esta conversación, y no estoy de humor para remarcar obviedades. Sabes lo que haré. Es la razón por la cual me colocaste en la colonia.
—Ni siquiera entiendo cómo saliste de ella. Había ónix por todo el lugar.
Cada colonia tenía cabañas cuyo propósito era alojar Luxen que se habían vuelto peligrosos para nuestra raza o los humanos, y que los Ancianos no querían llevar a la policía humana.
—Si hay fuerza de voluntad, hay manera. —Sonreí cuando sus ojos se entrecerraron.
—Mark...
—Estoy aquí para tomar algunas cosas y luego me iré. —Abrí el refrigerador y agarré una botella de agua. Tomando un sorbo, lo enfrenté.
Éramos de la misma altura, así que nos encontrábamos al mismo nivel visual—. Hablo en serio. No me presiones con esto.
Él se encogió, pero sus ojos verdes se encontraron con los míos. —¿No hay nada que pueda decir que sea capaz de hacerte cambiar de opinión?
—Nop.
Retrocedió un paso, acariciando su mandíbula. Detrás de él, Jiu se sentaba en una silla, con los brazos abrazando su cintura, y la mirada yendo en todas direcciones menos la nuestra.
Matthew se inclinó sobre la mesada. —¿Harás que te golpee hasta que me obedezcas?
La cabeza de Jiu se alzó bruscamente, y reí. —Me gustaría verte intentarlo, hermanito.
—Hermanito —se mofó, pero una débil sonrisa tiraba de sus labios. El alivio era evidente en el rostro de Jiu—. ¿Por cuántos segundos? —preguntó.
—Los suficientes. —Lancé la botella de agua en el bote de basura.
Varios minutos pasaron, y luego dijo—: Te ayudaré.
—Diablos, no. —Crucé mis brazos—. No quiero tu ayuda. No quiero que ninguno de ustedes forme parte de esto.
La determinación ajustó su mandíbula. —Mierda. Tú nos ayudaste. Es demasiado peligroso para que lo hagas por tu cuenta. Entonces, si vas a ser terco, y lo serás, como para ignorar el hecho de que me mantuviste amarrado, no voy a dejar que hagas esto solo.
—Siento haberte retenido. Ahora, sabiendo exactamente cómo te sentiste, hubiera irrumpido el maldito lugar la misma noche que llegaste a casa. Pero no voy a dejar que me ayudes. Mira lo que sucedió cuando estuvimos todos juntos. No puedo estar preocupado por ustedes. Los quiero a ti y a Mina lo más lejos posible del asunto.
—Pero...
—No voy a discutir contigo. —Coloqué mis manos en sus hombros y los apreté—. Sé que quieres ayudar. Lo aprecio. Pero si realmente quieres hacerlo, no intentes detenerme.
Matt cerró los ojos, con las facciones arrugándose mientras su pecho se alzaba bruscamente. —Dejarte hacer esto por tu cuenta no está bien. Tú no me dejarías hacerlo.
—Lo sé. Estaré bien. Siempre estoy bien. —Me incliné, descansando mi frente en la suya. Mientras tomaba los costados de su rostro, mantuve mi voz baja—. Acabas de recuperar a Jiu, y huir conmigo no está bien. Te necesita. Tú la necesitas a ella, y yo necesito...
—A Jinyoung. —Él abrió los ojos, y por primera vez desde que todo se había ido a la mierda en Monte Weather, encontré comprensión en su mirada—. Lo entiendo. En serio.
—Él también te necesita —susurró Jiu.
Matthew y yo nos separamos. Él se giró hacia ella. Todavía sentada en la mesa, sus manos se abrían y cerraban con rapidez en su regazo, en movimientos repetitivos.
—¿Qué dijiste, nena? —preguntó él.
—Jin lo necesita. —Sus pestañas se alzaron, y a pesar de que su mirada se encontraba fija en nosotros, no nos estaba realmente mirando—. Le dirán cosas al principio. La engañarán, pero las cosas que le harán...
Se sintió como si todo el oxígeno de la habitación hubiera sido absorbido. Matt estuvo a su lado de inmediato, de rodillas frente a ella para que no tuviera otra opción más que mirarlo. Tomó su mano en la suya y la llevó a sus labios. —Está bien.
Ella siguió sus movimientos casi obsesivamente, pero había un extraño resplandor acumulándose en sus ojos, como si estuviera alejándose cada vez más. El vello en mi nuca se erizó, y di un paso al frente. —Él no estará en Monte Weather —dijo Jiu, desviando su mirada sobre el hombro de mi hermano—. Lo enviarán lejos y le harán hacer cosas.
—¿Cómo qué? —Las palabras estuvieron fuera de mi boca antes de que pudiera detenerlas.
Matthew me lanzó una mirada sobre su hombro, pero la ignoré. —No tienes que hablar de esto, nena. ¿De acuerdo?
Un largo momento pasó antes que ella dijera algo. —Cuando lo vi a él con ustedes, lo supe, pero todos lucían como si lo supieran también. Es malas nuevas. Estuvo allí también, conmigo.
Mis manos se cerraron en puños cuando recordé la reacción de Jiu al verlo, pero tuvimos que hacerla callar. —¿Blake?
Ella asintió lentamente. —Todos ellos son malos. No es su intención serlo. —Su atención se desvió hacia Matthew, y susurró—: Yo no intento serlo.
—Oh, nena, tú no eres mala. —Él colocó una mano sobre su mejilla—. Tú no eres para nada mala.
Su labio inferior tembló. —He hecho cosas horribles. No tienes idea. He mat...
—No importa. —Él se sentó sobre sus rodillas—. Nada de eso importa.
Un temblor recorrió su cuerpo, y luego levantó la mirada, sus ojos encontrándose con los míos. —No dejes que le hagan esas cosas a Jinyoung. Ellos lo cambiarán.
No podía moverme o respirar.
Su rostro se arrugó. —Ellos me han cambiado. Cierro mis ojos, y veo sus rostros, los de todos. No puedo deshacerme de ellos sin importar lo que haga. Están dentro de mí.
Santo Dios...
—Mírame. —Matt guio su rostro de vuelta al suyo—. Estás aquí conmigo. Ya no te encuentras allí. Lo sabes, ¿cierto? Sigue mirándome. No hay nada dentro de ti.
Ella sacudió la cabeza con vigorosidad. —No. No lo entiendes. Tú...
Retrocediendo, dejé que mi hermano se encargara de eso. Le habló en tonos bajos, tranquilizantes, pero cuando ella se calmó, se quedó mirando hacia adelante, sacudiendo la cabeza de lado a lado lentamente, sus ojos y boca abiertos. No pestañeaba, ni siquiera parecía reconocer la presencia de mi hermano o la mía.
Nadie se siente en casa, concluí.
Mientras Matthew hablaba con ella de lo que sea que le estuviera afectando, el horror —real y verdadero horror— convirtió mis entrañas en hielo.
El dolor que se encontraba en los ojos de mi hermano mientras alejaba el cabello de su pálido rostro me carcomía. En ese momento, él lucía como si no quisiera nada más que cambiar de lugar con ella.
Me sostuve de la mesada detrás de mí, incapaz de alejar mi vista de allí.
Fácilmente era capaz de verme a mí mismo haciendo lo mismo. Excepto que no sería Jiu a quién sostendría entre mis brazos e intentaría traer a la realidad —sería Jinyoung.
 ***
 Estuve en mi habitación lo suficiente como para cambiarme de ropa. Estar allí era una bendición y una maldición. Por alguna razón me hacía sentir más cerca de Jin. Quizás fuera por lo que habíamos compartido en mi cama y todos esos momentos entes de entonces. También me hacía pedazos, porque él no estaba en mis brazos, y no se encontraba a salvo.
No sabía si alguna vez estaría a salvo de nuevo.
Mientras colocaba la camiseta limpia sobre mi cabeza, sentí a mi hermana antes de que hablara. Soltando un profundo aliento, me giré, encontrándola de pie en el marco de la puerta, llevando unos pijamas rosa fuerte que le había regalado para Navidad el año anterior.
Ella se veía tan mal como yo me sentía. —Mark...
—Si vas a empezar con que debo esperar y analizar mejor esto, puedes ahórratelo. —Me senté en la cama, pasándome una mano por el cabello—. No va a cambiar lo que quiero.
—Sé lo que quieres, y no te culpo. —Cautelosamente entró en mi habitación—. Nadie quiere verte lastimado... o peor.
—“Peor” es por lo que está pasando Jin en estos momentos. Él es tu amigo. O lo era. ¿Y te parece bien esperar? ¿Sabiendo lo que podrían estar haciéndole?
Ella se encogió, y sus ojos brillaron como esmeraldas bajo la luz tenue. — Eso no es justo —susurró.
Tal vez no lo era, y en cualquier otro momento me sentiría como un idiota por el golpe bajo, pero no podía reunir nada de simpatía.
—No podemos perderte —dijo después de unos segundos malditamente incómodos—. Tienes que comprender que hicimos lo que hicimos porque te amamos.
—Y yo lo amo a él —dije sin vacilación.
Sus ojos se abrieron en sorpresa, probablemente porque era la primera vez que me oía decirlo en voz alta —bueno, a alguien fuera de mi familia.
Desearía haberlo dicho con más frecuencia, especialmente a Jinnie. Es gracioso como siempre termina este tipo de mierda al final. Cuando estás metido profundamente en algo, nunca dices o haces lo que deberías. Es siempre luego de lo que ocurre, cuando es demasiado tarde, que te das cuenta de lo que deberías haber dicho o hecho.
No podía ser demasiado tarde. El que yo aún siguiera con vida era prueba de ello.
Lágrimas llenaron los ojos de mi hermana mientras decía con voz tranquila—: Él también te ama.
El ardor en mi pecho se expandió y trepó hasta mi garganta.
—¿Sabes? Siempre supe que le gustabas antes de que lo admitiera frente a mí o a él mismo.
Apenas sonreí. —Sí, yo también.
Mina enredó el largo de su cabello en sus manos. —Sabía que él... que sería perfecto para ti. Nunca se aguantaba tu mierda. —Ella suspiró—. Sé que Jin y yo tuvimos nuestros problemas por... Sooyoung, pero también lo amo.
No podía hacer esto —sentarme aquí y hablar sobre él como si estuviésemos en algún tipo de velorio u homenaje. Esta mierda era demasiado.
Ella tomó un pequeño suspiro, una señal segura de que estaba a punto de descargarse. —Desearía no haber sido tan dura con él. Es decir, Jin necesitaba saber que debería haber confiado en mí y todas esas cosas, pero si hubiera podido dejar eso atrás antes, entonces... bueno, sabes a qué me refiero. Hubiese sido mejor para todos. Odio la idea de que quizás jamás... —Se interrumpió a sí misma con rapidez, pero yo sabía a lo que estaba llegando. Quizás nunca vería a Jin de nuevo—. De todas formas, le pregunté antes de la graduación si estaba asustado sobre volver a Monte Weather.
Mi pecho se apretó como si alguien me tuviera atrapado en un abrazo de oso. —¿Qué respondió?
Mina dejó ir su cabello. —Dijo que lo estaba, pero Mark, fue tan valiente. Incluso se rio, y yo le dije... —Ella observó sus manos, su expresión encogida—. Le dije que tuviera cuidado, y que los mantuviera a ti y a Matt a salvo. Y ¿sabes?, dijo que lo haría, y lo hizo, de alguna manera.
Dios.
Acaricié mi pecho donde se sentía como si se hubiera abierto un hoyo del tamaño de un puño.
—Pero antes de haberle preguntado eso, él había estado intentando hablar conmigo sobre Sooyoung y todo eso, y lo interrumpí con esa pregunta. Él seguía tratando de hacer las paces, y yo continuaba rechazándolo. Probablemente me odiaba...
—Ese no es el caso. —Miré a Mina fijamente—. Él no te odiaba. Jin lo entendía. Sabía que necesitabas tiempo, y él... —Me puse de pie, de repente necesitando salir de esta habitación, de esta casa, y ponerme en marcha.
—El tiempo aún no se nos acaba —dijo ella tranquilamente, casi como si estuviera rezando... y diablos si eso no era doloroso—. Aún no.
La ira se encendió dentro de mí, y fue un gran esfuerzo no dejarla salir.
Porque mantenerme en aquella maldita cabaña no había sido más que una pérdida de tiempo. Tomando varias respiraciones profundas, hice la pregunta de la que no sabía si quería una respuesta—: ¿Has visto a su madre?
Su labio inferior tembló. —Sí.
Encontré la mirada de mi hermana y la sostuve. —Dime.
Su expresión decía que esa era la última cosa que quería hacer. —La policía estuvo en su casa todo el día después de que... volvimos. Hablé con ellos, y luego con su madre. La policía cree que ustedes dos huyeron juntos. O al menos eso es lo que le dijeron a su madre, pero creo que uno de ellos es un implante. Era muy jodidamente firme en esa idea.
—Por supuesto —murmuré.
—Su madre no lo cree, sin embargo. Ella conoce a Jinyoung. Y Matthew ha estado manteniendo un perfil bajo con Jiu y todo. Habría sido sospechoso para cualquiera con dos células en su cerebro. —Ella cayó sentada con las manos en su falda—. Fue muy duro. Su madre estaba tan perturbada. Puedo ver que piensa lo peor, especialmente luego de las “desapariciones” de Will y Nayeon —dijo Mina, usando comillas aéreas—. Se encuentra muy mal parada.
La culpa explotó como perdigones, dejando docenas de hoyos en mí.
La madre de Jinyoung no debería estar pasando por esto —preocupándose por su hijo, extrañándolo, y temiendo lo peor.
—¿Mark? No nos dejes. Encontraremos una forma de salvarlo, pero por favor no nos dejes. Por favor.
La observé en silencio. No podía hacer una promesa que no tenía intenciones de cumplir, y ella ya lo sabía. —Tengo que ir. Lo sabes. Tengo que ir por él.
Su labio inferior tembló. —Pero, ¿y qué si no lo recuperas? ¿Qué si te meten con él allí?
—Entonces, al menos, estaré con él. Estaré allí para él. —Caminé hacia mi hermana y tomé sus mejillas. Las lágrimas caían, amontonándose en mis dedos. Odiaba verla llorar, pero odiaba más lo que le estaba sucediendo a Jin—. No te preocupes, hermanita. Estamos hablando de mí. Sabes jodidamente bien que soy capaz de salirme de cualquier situación. Y sabes que lo sacaré de allí.
Y nada en este mundo me detendría.
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softnessbunnie · 3 years
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Capitulo 1
Jinyoung
Estaba ardiendo otra vez. Peor que cuando me enfermé por la mutación o cuando me rociaron ónix en el rostro. Las células mutadas en mi cuerpo brincaban como si estuvieran tratando de abrirse paso a través de mi piel. Quizás lo estaban. Se sentía como si estuvieran extendidas de par en par. La humedad se reunía en mis mejillas.
Pronto me di cuenta de que eran lágrimas.
Lágrimas de dolor y rabia, una furia tan potente que sabía a sangre en la parte posterior de mi garganta. O tal vez realmente lo era. Tal vez estaba ahogándome en mi propia sangre.
Mis recuerdos luego de que las puertas se cerraran eran brumosos.
Las palabras de despedida de Mark me perseguían a cada momento. Te amo, Jinyoung. Siempre lo hice. Siempre lo haré. Habían sido como un silbido mientras las puertas se cerraban, y me había quedado solo con los Arum.
Creo que trataron de comerme.
Todo se había vuelto negro, y luego había despertado en ese mundo en el que dolía respirar. Recordar su voz, sus palabras, calmó un poco la tormenta.
Pero entonces me acordé de la sonrisa de despedida de Blake, mientras sostenía el collar de Ópal, mi collar de Ópal, el que Mark me había dado justo antes de que las sirenas se apagaran y las puertas comenzaran a descender. Mi ira se encendió. Me habían capturado, y no sabía si Mark había logrado salir junto con el resto.
No sabía nada.
Forzándome a abrir los ojos, parpadeé ante las luces duras y brillantes sobre mí. Por un momento, no pude ver a causa de su brillante resplandor.
Todo tenía un aura. Pero finalmente se aclaró, y vi un techo blanco detrás de las luces.
—Qué bueno que esté despierto.
A pesar del ardor palpitante, mi cuerpo se tensó ante el sonido de una voz masculina desconocida. Traté de mirar a la persona que había hablado, pero el dolor se disparó por mi cuerpo, doblando mis dedos. No podía mover el cuello, los brazos, o las piernas.
Un terror helado bañó mis venas. Había bandas de ónix alrededor de mi cuello, muñecas, y tobillos, manteniéndome quieto. El pánico se desató, aprovechando el aire en mis pulmones. Pensé en las contusiones que Matthew había visto en el cuello de Jiu. Un estremecimiento de repulsión y miedo se sacudió a través de mí.
Escuché pasos acercándose, y un rostro, inclinado hacia un lado, llegó a mi campo de visión, bloqueando la luz. Era un hombre mayor, tal vez llegando al final de sus cuarenta años, con el cabello oscuro salpicado de manchas grises cerca del cuero cabelludo.
Llevaba un uniforme militar de color verde oscuro. Había tres filas de botones de colores sobre la parte izquierda de su pecho y un águila con las alas extendidas a la derecha.
Incluso con el dolor y la confusión nublando mi mente, sabía que este tipo era importante.
—¿Cómo se siente? —preguntó con voz nivelada.
Parpadeé lentamente, preguntándome si aquel hombre hablaba en serio.
—Todo... todo duele —dije con voz ronca.
—Son las bandas, pero creo que ya lo sabe. —Hizo un gesto a algo o alguien detrás de él—. Tuvimos que tomar ciertas precauciones cuando lo transportamos.
¿Transportarme? Mi ritmo cardíaco se levantó mientras lo miraba fijamente. ¿Dónde diablos estaba? ¿Todavía me encontraba en Monte Weather?
—Soy el sargento Jason Dasher. Voy a soltarlo para que podamos hablar y echarle un vistazo. ¿Ve los puntos oscuros en el techo? —preguntó. Mi mirada siguió a la suya, y entonces vi las manchas casi invisibles—. Son una mezcla de ónix y diamante. Usted sabe lo que hace el ónix, y si pelea con nosotros, esta habitación se llenará de él. Cualquiera sea la resistencia que haya construido no le ayudará aquí.
¿Toda la habitación? En Monte Weather, había sido sólo un soplo en el rostro. No una corriente sin fin.
—¿Sabía que los diamantes tienen el índice más alto de refracción de luz? A pesar de no tener los mismos efectos dolorosos del ónix, en cantidades suficientemente grandes y cuando se combina con este, tiene la capacidad de drenar a un Luxen, impidiéndole invocar la Fuente. Tendrá el mismo efecto en usted.
Era bueno saberlo.
—La habitación está equipada con ónix como una medida de seguridad —continuó, sus ojos de color marrón oscuro centrados en los míos de nuevo—. En caso de que de alguna manera sea capaz de acceder a la Fuente o atacar a cualquier miembro de mi personal. Nunca se sabe el alcance de las capacidades de los Híbridos.
En ese momento, no creía ser capaz de sentarme sin ayuda, y mucho menos, de volverme un ninja.
—¿Entiende? —Levantó la barbilla, mientras esperaba—. No queremos hacerle daño, pero vamos a neutralizarle si se vuelve una amenaza. ¿Entiende, Jinyoung?
No quería responder, pero también quería salir de las malditas bandas de ónix. —Sí.
—Bien. —Sonrió, pero la sonrisa se veía practicada y no muy amable—. No queremos que sufra. Eso es lo que hace Daedalus, y está lejos de ser lo que somos nosotros. Puede que no me crea en este momento, pero esperamos que llegue a comprender lo que hacemos. La verdad detrás de quiénes somos y quiénes son los Luxen.
—Es algo difícil de... creer en estos momentos.
El sargento Dasher pareció tomar eso como que valía la pena, y luego se agachó en algún lugar bajo la mesa fría. Oí un clic, y las bandas se levantaron por su cuenta, liberando mi cuello y tobillos.
Dejando escapar un suspiro tembloroso, poco a poco me levanté con el brazo temblando.
Partes enteras de mi cuerpo se sentían o bien entumecidas, o bien hipersensibles.
Puso una mano sobre mi brazo, y me estremecí. —No voy a hacerle daño —dijo—. Sólo quiero ayudarlo a sentarse.
Teniendo en cuenta que no tenía mucho control sobre mis piernas temblorosas, no estaba en condiciones de protestar. El sargento me tuvo sentada en unos segundos. Apreté los bordes de la mesa para no perder el equilibrio, mientras tomaba varias respiraciones. Mi cabeza colgaba de mi cuello como un fideo húmedo, y mi cabello se deslizaba sobre mi frente, protegiendo la habitación por un momento.
—Probablemente vaya a sentirse un poco mareado. Eso debería pasar.
Cuando levanté la cabeza, vi a un hombre bajo y calvo, vestido con una bata de laboratorio blanca, de pie junto a una puerta tan negra que brillaba en la habitación. Sostenía un vaso de papel en la mano y lo que parecía un manguito de presión manual en la otra.
Poco a poco, mis ojos recorrieron la habitación. Me recordaba a la oficina de un doctor raro, equipada con pequeñas mesas e instrumentos sobre ellas, gabinetes y mangueras negras enganchadas a la pared.
Con un gesto del sargento, el hombre de la bata de laboratorio se acercó a la mesa y cuidadosamente sostuvo el vaso en mi boca. Bebí con avidez. La frescura calmó la crudeza de mi garganta, pero lo hice demasiado rápido y terminé con ataque de tos que era a la vez fuerte y doloroso.
—Soy el doctor Roth, uno de los médicos de la base. —Puso el vaso a un lado, metió la mano en su chaqueta y sacó un estetoscopio—. Voy a escuchar su corazón, ¿de acuerdo? Y luego le voy a tomar la presión.
Salté un poco cuando presionó la fría pieza contra la piel de mi pecho.
Luego, la puso sobre mi espalda. —Tome una buena respiración profunda. —Cuando lo hice, él repitió sus instrucciones—. Bueno. Levante su brazo.
Lo hice, e inmediatamente noté la roncha roja rodeando mi muñeca.
Había otra encima de mi mano. Tragando saliva, aparté la mirada, a segundos de volverme loco por completo, sobre todo cuando mis ojos se encontraron con los del sargento. No eran hostiles, pero pertenecían a un extraño. Estaba completamente solo, con extraños que sabían quién era y me habían capturado con un propósito.
Mi presión arterial tenía que estar por el techo, porque mi pulso latía rápido, y la opresión en mi pecho no podía ser algo bueno.
A medida que el manguito de presión se apretaba, inhalé varias respiraciones profundas, entonces pregunté—: ¿Dónde estoy?
El sargento Dasher juntó las manos en su espalda. —En Nevada.
Lo miré, y luego a las paredes, todas blancas, a excepción de esos puntos negros brillantes. —¿Nevada? Eso está... del otro lado del país. Una zona horaria diferente.
Silencio.
Entonces se me ocurrió. Dejé escapar una risa ahogada. —¿El Área 51?
Hubo más silencio, como si ellos no pudieran confirmar la existencia de tal lugar. El maldito Área 51. No sabía si debía reír o llorar.
El doctor Roth liberó su agarre. —La presión arterial está un poco alta, pero hay que esperar. Me gustaría hacer un examen más intensivo.
Visiones de sondas y todo tipo de cosas desagradables iluminaron mi cerebro.
Me bajé de la mesa rápidamente, alejándome de los hombres, con piernas que apenas aguantaban mi peso. —No. Ustedes no pueden hacer esto. No pueden...
—Podemos —interrumpió el sargento Dasher—. En virtud de la Ley Patriota, somos capaces de detener, trasladar y retener a cualquier persona, humana o no, que represente un riesgo para la seguridad de la Nación.
—¿Qué? —Mi espalda chocó contra la pared—. No soy un terrorista.
—Pero es un riesgo —respondió—. Esperamos cambiar eso, pero como puede ver, su derecho a la libertad fue abandonado en el momento en que fue mutado.
Mis piernas se dieron por vencidas, me deslicé por la pared y me dejé caer. —No puedo... —Mi cerebro no quería procesar todo aquello—. Mi mamá...
El sargento no dijo nada.
Mi madre... Oh, Dios mío, mi mamá debía estar volviéndose loca. Estaría presa del pánico y devastada. Nunca superaría aquello.
Presionando las palmas contra mi frente, apreté los ojos, cerrándolos.
—Esto no está bien.
—¿Qué creía que pasaría? —preguntó Dasher.
Abrí los ojos, el aliento escapándoseme en ráfagas cortas.
—Al entrar en una instalación del gobierno, ¿creía que simplemente saldría y todo estaría bien? ¿Qué no habría consecuencias de tales acciones? —Se agachó delante de mí—. ¿O que un grupo de niños, extraterrestres o híbridos, sería capaz de llegar tan lejos como ustedes lo hicieron sin que se los permitiésemos?
La frialdad irradiaba sobre mi cuerpo. Buena pregunta.
¿Qué habíamos estado pensando? Habíamos sospechado que podría ser una trampa. Prácticamente me preparé para ella, pero no podía alejarme y dejar que Jiu se pudriera allí. Ninguno de nosotros podría haber hecho eso.
Miré al hombre. —¿Qué pasó con... los demás?
—Han escapado.
Alivio me recorrió. Al menos Mark no estaba encerrado en algún lugar. Eso me daba una especie de consuelo.
—Sólo necesitábamos capturar a uno de ustedes, para ser honesto. Ya sea usted, o al que le mutó. Teniendo a uno, llegaremos al otro. —Hizo una pausa—. En este momento, Mark Tuan ha desaparecido de nuestro radar, pero nos imaginamos que no permanecerá así por mucho tiempo. Hemos aprendido, a través de estudios, que el vínculo entre un Luxen y la persona que él o ella muta es bastante intenso.
Y de acuerdo a nuestras observaciones, ustedes dos son muy... cercanos.
Sí, mi alivio se estrelló e incendió en un glorioso fuego, y el miedo se apoderó de mí. No tenía sentido fingir que no tenía idea de lo que estaba hablando, pero yo nunca confirmaría que fue Mark. Nunca.
—Sé que está asustado y enojado.
—Sí, estoy sintiendo ambas cosas con fuerza.
—Eso es comprensible. No somos tan malos como piensa que somos, Jinyoung. Teníamos todo el derecho a utilizar métodos letales cuando le capturamos. Podríamos haber tomado a sus amigos. Pero no lo hicimos. —Se puso de pie, apretando sus manos de nuevo—. Verá que no somos el enemigo aquí.
¿No eran el enemigo? Ellos eran el enemigo, una amenaza mayor que un conjunto de Arum, porque tenían a todo el gobierno detrás. Porque podían simplemente capturar a la gente y llevarlos lejos de todo, de su familia, sus amigos, su vida entera... y salirse con la suya.
Estaba tan jodido.
A medida que la situación realmente se hundía en mí, un tenaz entendimiento de que debía mantenerme calmado se deslizó, y luego se desprendió completamente. Me inundó un severo terror, convirtiéndose en pánico, y creando un horrible lío de emociones impulsadas por la adrenalina. El instinto se hizo cargo, ese con el que no había nacido, pero que había sido moldeado por lo que me había convertido cuando Mark me había curado. Me puse en pie. Los dolores musculares gritaron en señal de protesta, y mi cabeza dio vueltas por el movimiento brusco, pero me mantuve de pie. El médico se movió a un lado, su rostro palideciendo mientras alcanzaba la pared.
El sargento ni siquiera había parpadeado. No tenía miedo de mis agallas. Llamar a la Fuente debería haber sido fácil, teniendo en cuenta todas las emociones violentas rodando dentro de mí, pero no había un impulso —similar al que se obtiene cuando estás sobre una gran montaña rusa—, o incluso un poco de electricidad estática sobre mi piel.
No había nada.
A través de una niebla de horror y pánico nublando mis pensamientos, se filtró un poco de realidad, y me acordé de que no podía usar la Fuente aquí.
—¿Doctor? —dijo el sargento.
Necesitando un arma, me lancé en dirección a la mesa con los pequeños instrumentos. No sabía lo que haría si me las arreglaba para salir de esa habitación. La puerta podría estar bloqueada. No pensaba más allá de ese mismo segundo. Sólo tenía que salir de allí. Ahora.
Antes de que pudiera llegar a la bandeja, el doctor dio una palmada contra la pared. Escuché el terrorífico y familiar sonido de la liberación de aire en una serie de pequeños fragmentos. No hubo otra advertencia. No hubo olor. Ningún cambio en la consistencia del aire.
Pero esos pequeños puntos en el techo y las paredes estaban liberando ónix, y no había escapatoria. El horror me ahogó. Respiré y un dolor al rojo vivo comenzó desde mi cuero cabelludo y corrió por todo por mi cuerpo. Como si estuviera siendo rociado con gasolina e incendiado, un fuego se apoderó de mi piel. Mis piernas cedieron, y mis rodillas agrietaron el suelo de baldosas. El ónix llenó el aire, raspándome la garganta y quemado mis pulmones.
Me acurruqué en una bola, los dedos arañando el suelo mientras mi boca estaba abierta en un grito silencioso. Mi cuerpo se convulsionó incontrolablemente mientras el ónix invadía cada célula. No había fin. No había esperanzas de que el fuego se extinguiera. Rápidamente, pensé en Mark y en silencio llamé su nombre, una y otra vez, pero no hubo respuesta.
No había nada más que dolor.
   MARK
 Treinta y un horas, cuarenta y dos minutos y veinte segundos habían pasado desde que las puertas se cerraron, separando a Jinyoung de mí. Treinta y un horas, cuarenta y dos minutos y veinte segundos desde la última vez que lo vi.
Treinta y un horas, cuarenta y dos minutos y veinte segundos llevaba Jin en las manos de Daedalus.
Cada segundo, cada minuto y cada hora que pasaban me volvían jodidamente loco.
Me habían encerrado en una cabaña de una sola habitación, que en realidad era una celda compuesta por todo lo que podía cabrear a un Luxen, pero eso no me detuvo.
Volé la puerta y al Luxen que me custodiaba hacia otra maldita galaxia.
Una amarga rabia surgió a través de mí, recubriéndome con ácido, mientras tomaba velocidad, alejándome de la hilera de cabañas, evitando el grupo de casas, y dirigiéndome directamente hacia los árboles que rodeaban la comunidad Luxen oculta bajo las sombras de Seneca Rocks. No había llegado a mitad de camino cuando vi una mancha blanca dirigiéndose directamente hacia mí.
¿Iban a tratar de detenerme? Sí, no iba a suceder.
Me detuve en seco, la luz pasó zumbando, y girando alrededor. Con la forma de un ser humano, se puso de pie justo delante de mí, tan brillante que el Luxen iluminó los árboles oscuros detrás de él.
Sólo estamos tratando de protegerte, Mark.
Justo como Nichkhun y Matthew pensaron que me protegerían sacándome de Monte Weather y encerrándome. Oh, tenía un hueso de tamaño nuclear que roer con ambos.
No queremos hacerte daño.
—Eso es una lástima. —Soné mi cuello. Detrás de mí, varios más se estaban reuniendo—. Yo no tengo problemas en hacerlo.
El Luxen delante de mí extendió los brazos. No tiene que ser de esta manera.
No había otra manera. Dejar que mi forma humana se desvaneciera era como quitarme ropa demasiado apretada. Un tinte rojizo se extendió sobre el césped como sangre. Vamos a terminar con esto.
Ninguno de ellos dudó.
Yo tampoco.
El Luxen salió disparado hacia adelante, una falta de definición en sus extremidades brillantes. Me sumergí, saltando detrás de él. Tomando sus brazos, golpeé mi pie en su espalda arqueada. Tan pronto como ese Luxen cayó, otro tomó su lugar.
Lanzándome a un lado, colgué al que venía corriendo hacia mí, y luego crucé, pasando muy cerca de un pie con mi nombre en él. Agradecía eso, el aspecto físico la pelea. Purgué cada pedacito de furia y frustración en cada puñetazo y patada, derribando tres más.
Un pulso de luz cortó a través de las sombras, apuntando directamente hacia mí.
Me agaché y di un puñetazo en el suelo. Tierra voló hacia el cielo como una onda de choque hacia el exterior que controló al Luxen, lanzándolo en el aire. Me levanté de un salto, agarrándolo tan intensamente que la luz brillante explotó, convirtiendo la noche en día por un breve momento.
Giré, lanzándolo como un disco.
Se estrelló contra un árbol y cayó al suelo, pero rápidamente se disparó sobre sus pies. Corrió hacia delante, la luz blanca teñida de azul arrastrándose detrás de él como la cola de un cometa. Lanzándose hacia mí como una bola nuclear de energía, dejó escapar un rugido de batalla inhumano.
Oh, ¿así que quería jugar de esa manera?
Me incliné hacia un lado, la bombilla esfumándose mientras pasaba.
Empujando la Fuente, me eché hacia atrás, dejando que la energía se disparara. Golpeé mi pie en el suelo, creando un cráter y otra onda hizo al Luxen perder el equilibrio. Lanzando mi brazo, dejé ir la Fuente. Voló de mi mano como una bala y lo golpeó en el pecho.
Cayó, con vida, pero sacudiéndose.
—¿Qué crees que estás haciendo, Mark?
Ante el sonido de la voz nivelada de Ethan Smith, me giré. El Anciano, en su forma humana, estaba varios metros más atrás, entre los caídos. Mi cuerpo se sacudió con energía sin gastar. No deberían haber tratado de detenerme.
Ninguno de ellos debería haberlo hecho.
Ethan juntó las manos delante de él. —No deberías estar dispuesto a poner en riesgo a tu comunidad por un chico humano.
Había una buena probabilidad de que fuera a destruirlo antes de la próxima semana. No es algo que vaya a discutir contigo. Nunca.
—Somos tu especie, Mark. —Dio un paso hacia delante—. Es necesario que te quedes con nosotros. Ir tras ese humano sólo...
Estiré mi mano, agarrando por el cuello al Luxen que estaba sigilosamente acercándose a mí. Girándome hacia él, los dos volvimos a la forma humana. Sus ojos estaban cargados de terror. —¿En serio? —gruñí.
—Mierda —murmuró.
Levantándolo en el aire, lo azoté contra el suelo. Tierra y rocas volaron en el aire mientras me enderezaba, volviendo a mirar a Ethan.
El Anciano palideció. —Estás peleando con tu propia especie, Mark. Eso es imperdonable.
—No estoy pidiendo su perdón. No estoy pidiendo una mierda.
—Serás desterrado —amenazó.
—¿Sabes una cosa? —Me aparté, manteniendo un ojo en el Luxen en el suelo, que había comenzado a moverse—. No me importa.
La ira salió de Ethan, y la expresión serena, casi dócil, desaparecido. —¿Crees que no sé lo que le hiciste a ese chico? ¿Lo que tu hermano le hizo a la otra? Ambos se han buscado esto. Es por eso que no nos mezclamos con ellos.
Los seres humanos no traen nada más que problemas. Vas a causar problemas, a hacer que nos observen de cerca. No necesitamos eso, Mark. Estás arriesgando mucho por un ser humano.
—Este es su planeta —dije, sorprendiéndome a mí mismo con esa afirmación, pero era verdad. Jin lo había dicho antes, y yo repetí sus palabras—. Nosotros somos los invitados aquí, amigo.
Los ojos de Ethan se estrecharon. —Por ahora.
Mi cabeza se inclinó hacia un lado con esas dos palabras. No hacía falta ser un genio para darse cuenta de que era una advertencia, pero ahora mismo, no era mi prioridad. Jinyoung lo era.  No me sigan.
—Mark...
—Lo digo en serio, Ethan. Si tú, o cualquier otro viene detrás de mí, no se los dejaré fácil como acabo de hacer.
El Anciano se burló. —¿Es que realmente vale la pena por todo esto?
Un viento frío se movió por mi espina dorsal. Sin el apoyo de la comunidad Luxen, estaría por mi cuenta, no sería bienvenido en cualquiera de sus colonias. Las palabras viajaban rápido, Ethan se aseguraría de ello. Pero no tuve un momento de vacilación.
—Sí —dije—. Cualquier cosa vale la pena por él.
Ethan aspiró una bocanada de aire. —Has terminado aquí.
—Puedes apostarlo.
Reboté a través de los árboles, corriendo hacia mi casa. Mi cerebro daba vueltas. No tenía un plan. Nada en concreto, pero sabía que iba a necesitar un par de cosas. Dinero era una de ellas. Y un auto. Correr todo el camino hacia Monte Weather no era una opción. Volver a casa iba a ser difícil, porque sabía que Mina y Matthew estarían allí, y tratarían de detenerme.
A esta altura, me gustaría ver que lo intentaran.
Pero mientras alcanzaba la cima de la colina rocosa y aceleraba, lo que Ethan había dicho ensombreció mi camino. Ambos se han buscado esto. ¿Lo habíamos hecho? La respuesta era simple y estaba justo frente a mí. Tanto Matthew como yo habíamos puesto a nuestros chicos en peligro, sólo por estar interesados en ellos. Ninguno de nosotros había planeado que se lastimaran, o que la curación las mutara en algo no del todo humano o Luxen, pero sabíamos que había riesgos.
Yo, especialmente, conocía los riesgos.
Era por eso que había alejado a Jinyoung desde un principio, había llegado a extremos para mantenerlo alejado de Mina y de mí. En parte, debido a lo que había pasado con Matthew, pero también porque los riesgos eran muchos.
Y sin embargo, había enterrado profundamente a Jin en este mundo.
Tomé su mano y prácticamente lo escolté hacia esto. Mira lo que consiguió. No tenía que suceder así.
Si alguien debería haber sido atrapado en Monte Weather, luego de que todo saliera mal, ese debería haber sido yo. No Jinyoung. Nunca él.
Maldiciendo por lo bajo, toqué un pedazo de tierra iluminada por plateada luz de luna, segundos antes de salir del bosque, y disminuir la velocidad sin intención de hacerlo.
Mis ojos fueron directamente a la casa de Jinyoung, y sentí una presión sobre mi pecho.
La casa estaba oscura y silenciosa, como había sido el año antes de que el se mudara. Sin vida, un vacío, oscuro intento de casa.
Me detuve al lado del auto de su madre y dejé escapar una respiración entrecortada que no hizo nada para aliviar la presión que se acumulaba en mi pecho. En la oscuridad, sabía que no podía ser visto, y si el Departamento de Defensa o Daedalus estaban buscándome, podían tomarme. Sería más fácil para mí.
Si cerraba los ojos, podía ver a Jinyoung saliendo de la puerta principal, vistiendo esa maldita camiseta que decía: Mi Blog es mejor que tu Vlog, y pantalones cortos... Esas piernas...
Hombre, había sido un idiota con él, pero él no había retrocedido. Ni por un segundo.
Una luz se encendió en mi casa. Un segundo más tarde, la puerta de entrada se abrió, y Matthew se quedó allí. La brisa se llevó su maldición suave.
Tenía que decir que Matt se veía mil veces mejor que la última vez que lo había visto. La mayoría de las sombras oscuras que habitaban debajo de sus ojos se habían ido. Algo de su peso había vuelto.
Como antes de que el Departamento de Defensa y Daedalus lo hubieran capturado, sería casi imposible diferenciarnos, a excepción de su más largo y lanudo cabello. Sí, él se veía espectacular. Tenía a Jiu de vuelta.
Sabía que sonaba amargo, pero no me importaba.
En el momento en que mis pies tocaron las escaleras, una onda de choque irradió de mí, agrietando el cemento de los escalones y haciendo sonar las tablas del suelo.
La sangre abandonó el rostro de mi hermano mientras daba un paso atrás.
Un sentido enfermo de satisfacción creció en mí. —¿No me esperabas tan pronto?
—Mark. —La espalda de Matt golpeó la puerta principal—. Sé que estás furioso.
Otra ráfaga de energía me dejó, golpeando el techo de la azotea. La madera se agrietó. Una fisura dividió el centro. Mi vista se tiñó cuando la Fuente me llenó, volviendo el mundo blanco. —No tienes ni idea, hermano.
—Queríamos mantenerte a salvo hasta que supiéramos qué hacer, cómo recuperar a Jin. Eso es todo.
Tomé una respiración profunda cuando me acerqué a Matt, para estar cara a cara con él. —¿Crees que encerrarme en la comunidad era la mejor respuesta?
—Nosotros...
—¿Creíste que podrías detenerme? —La energía escapó de mí, golpeando en la puerta detrás de Matt, volando las bisagras de la casa—.
Voy a quemar el mundo para salvarlo.
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