Tumgik
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Howl's Moving Castle (2004) dir. Hayao Miyazaki
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Sé que hemos pasado demasiado tiempo lejos, también sé que no hemos podido olvidarnos.
Papittafritta
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The painting, is complete :3
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—Memorias de un Octubre Otoñal.
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Octavio Paz
fb: Literatura 451
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— El principito (2015)
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happy 4/20
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Charles Bukowski
fb: Filosofía, Arte y Poesía.
Créditos de la imagen a quien correspondan.
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Maravilloso desastre, Jamie McGuire
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i wish i could purr so my friends know im still happy even if m not saying anything
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our safe place
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Ya tiene un buen rato que no escribo aquí, quizá este diario de vida pasó a otro plano y ahora simplemente se dedica a recolectar lo que me gusta, con lo que me identifico, con lo que me duele. Sinceramente ignoro que me impulsa a mover mis dedos sobre las teclas del teléfono, en un torrente de letras que por un momento parecen carecer de sentido hasta que leo la oración completa, donde aparentemente cada palabra encaja con la anterior y con la siguiente como piezas de un rompecabezas.
Estoy desvariando ¿verdad? No me lo digas, quizá se me terminaron de zafar los tornillos y ahora sólo me imagino que escribo algo con significado, cuando probablemente sólo sea una lluvia sinsentido. Quizá sólo quiero contarte los disparates que me llegan de a momentos, como golpes de luz que cortan el cielo en miedo de una tormenta.
Estoy enamorada, sigo enamorada, de un hombre que ha visto dos décadas más que yo de este mundo lleno de locos que se dicen “normales”. Quiero hacerte saber que no creí que esto me volvería a suceder ¿sabes? Para tener sólo 23 primaveras, sentí que ya me habían quebrado el corazón las veces suficientes para no querer volver a experimentar lo que es “amar”, y eso tiene una explicación muy sencilla.
Siempre que amé, también lloré, sufrí, me perdí a mi misma en equivalencia.
No culpo a nadie más que a mí, que permití que hombres jugaran con mi psique y mi corazón como si de un balón se tratase. Patearon, poncharon, pisaron y prestaron a otros tantos lo que su suponía era de ellos, lo que ellos debían cuidar y habían prometido hacerlo.
Era un febrero cuando lo conocí ¿o era enero? Ya no recuerdo, no es que importe realmente, porque en aquel momento estaba con otra persona a la que le di regalos, a la que entendí con cada fibra de mi ser, pero pues en palabras sencillas le valió madre, de nuevo, no es relevante para esta historia porque todo lo que di en ese momento fue con cariño (supongo). Sin embargo, como cualquier cuento del que ya conoces el final, me aburrí cuando no íbamos ni a la mitad y lo tiré lejos.
Me cansé de los mismos cuentos, al menos los que siempre aterrizaban en mis manos nunca tenían el final que yo quería, ni siquiera el caballero que esperaba. Patética niña de cabellos de cobre que aceptaba cualquier cosa que apareciera a sus pies en el portal, su complejo de ambulancia nunca la dejó en paz.
Hasta que conoció a un hombre que buscaba la esperanza. Eso era nuevo ¿saben? Nunca pensé que encontraría alguien que buscara algo tan simple como eso, que desgraciadamente es difícil de encontrar. Era la primera vez que podía observar un espécimen tan inocente, aunque ya estuviera maltrecho por la vida, eso no quita que debo admitir que me asusté al pensar que era otro de esos falsos caballeros, de esos que te piden honestidad a cambio de mentiras, de esos que dicen rescatarte de la torre para meterte en un calabozo bajo tierra a que te pudras con los gusanos y la humedad.
Él nunca lo fue.
No quiso hacerse pasar por caballero de brillante armadura, ni quiso pintar su sangre de azul, tampoco me ofreció un castillo y tiaras de oro y diamantes. Me ofreció algo muchísimo más complejo, pero valioso: un lugar seguro. Me escuchó llorar, me escuchó gritar, me vio aislarme y no me dejó huir, al contrario, en cada intento de fugarme sujetaba mi mano con delicadeza, como si viera al gato herido que teme volver a ser abandonado.
Entendió el terror que me acongojaba el alma, ese pánico a quedarme sola pero como prefería la soledad a las malas compañías y se negó a ser mala compañía. Abrazó mis pedazos rotos, sus manos y las mías nos dedicamos a reconstruir lo que ni siquiera nosotros habíamos quebrado. Mis manos le sujetaron el alma, sus besos me regresaron la mía.
Entre sus mensajes crípticos, sus simbolismos, sus canciones, sus chistes malos, encontré pedazos de mi que no sé cómo llegaron a su posesión cuando yo ni lo conocía. Jugábamos a los detectives, ponía mi mente a trabajar con sus símbolos y sus letras revueltas, sus chistes malos me empezaron a hacer reír como si fuera el mejor comediante.
Quizá lo que en su momento más me sorprendió fue la forma en que empezó a consentirme, a procurarme, donde genuinamente me convertí en una prioridad, donde me protegían hasta de mi. Nadie entiende lo que es estar solo, a veces ni tú mismo entiendes tu soledad, hasta que llega alguien a arrebatarte de las garras del silencio que ensordece con una violencia que hace que todo arda en llamas.
Quemó hasta las cenizas las ideas terroríficas que tenía del amor y del ser amado, me ayudó a sentirme cómoda en la luz cuando durante años huí a la forma en que entraba por mis pupilas, dejándome ciega.
Sigo odiando el calor, excepto cuando es él quien me abraza por las noches antes de dormir y su piel que se adorna de tinta, me sujeta para no dejarme ir.
Ya no puedo detestar mi cuerpo, no cuando él me mira y sus ojos se iluminan, así como su virilidad empieza a reclamar tomarme en la cama. No puedo sentirme incómoda en mi piel cuando sus manos me recorren y su voz acaricia mis oídos, diciéndome “Eres una diosa”.
Hoy, a unos meses de compartir un año de pareja a su lado, digo con toda certeza que el enamoramiento sigue ahí, pero ha mutado en algo más: amor. De ese que es sincero, de ese que es fuerte, del que crece para aceptar los defectos, del que se aferra a la tierra con raíces profundas para que nadie lo arrebate de su suelo fértil.
Lo amo, lo amo, lo amo.
No se que tanto me debía la vida que me pagó con él.
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heart eye cat meme
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