Achinó sus ojos al momento de pensar qué chica había visto con tal descripción. Sin embargo, dejó el pensamiento para después.—Exacto, luego veré quién es.—Aseguró. Separó su mano luego de la presentación, devolviéndola a su costado derecho.—No soy nueva, ya tengo varios meses acá. Así que no te equivocas.—Le dio la razón sonriéndole con cortesía.

"Es castaña, alta, y tiene ondas en su cabello. Suele estar con más destacadores de los que puede mantener en sus manos pero sí, supongo que cuando la veas, lo sabrás." Luke se encogió de hombros, dejando que todo el peso de su cuerpo terminara en una de sus extremidades inferiores. "Oh, es un gusto, Silvana." Comentó con una pequeña sonrisa decorando sus facciones, estrechando su diestra con la ajena para darle un pequeño apretón. "¿Qué es lo que estudias aquí? Preguntaría si eres nueva, pero tengo la leve impresión que no. Dime si me equivoco, por favor."

Entre su pequeño bolso, encontró su cargador. Lo conectó cerca de la mesa de noche compartida, dejando reposar el aparato sobre ella.—No probé el pastel de esta mañana.—Suspiró con exageración.—Debió estar rico.—Ese comentario le causó un pinchazo en su estómago; era el hambre que salió a molestar.—Yo estoy bien, no puedo quejarme.—Respondió nada más.

Eso explica porque estas aquí de nuevo. — Murmuró al ponerse de pie y revisar las cosas que tenía en su bolso, planeaba adelantar alguno de sus trabajos para la universidad para así tener más tiempo libre por la tarde.— He tenido mejores días, pero no puedo quejarme, el pastel del desayuno era bastante bueno. — Se encogió de hombros, bromeando.— ¿Cómo estas tu?

Pudo sentir un alivio al tener su aparato devuelta con ella, se dispuso a revisarlo unos cuantos segundos. Sin verle nada extraño, regresó la mirada al rubio, aún con el teléfono a nivel de su pecho.—Gracias, Samuel.—Le agradeció agregando un ademán ante las palabras.—Cuando eres una persona anticuada, necesitas a alguien quién pueda ayudarte.—Un hombro se alzó, apretando los labios.—Pero creo que buscaré tutoriales por Youtube la próxima vez.—Terminando de decirlo, echó otras cuantas risas.

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Ella tomó la silla contraria, apartándola para sentarse a una distancia considerable.—Está bien, muchas gracias.—Le agradeció, teniendo de vuelta su teléfono. Se dispuso a guardarle y echar un suspiro.—Sólo por ocio, ya sabes… Selfies y cosas que me llaman la atención.—Explicó, moviendo su mano en un ademán.

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Le dedicó una pequeña sonrisa y se dejó caer en una de las sillas que rodeaba la mesa de la muchacha. —No hay problema, pero espero que recuerdes lo que te dije. No lo desinstalé y no creo que eso haya sido la causa.— Miró hacia todos lados, buscando una respuesta a aquello, pero no encontró nada. —¿Te gusta sacar fotos con el móvil? 

Su idea de venir a la cafetería era otra, pensaba comprarse algo ligero pues había estado comiendo algo de chatarra estos últimos días. Sin embargo, la invitación del asiático la hizo cambiar de opinión. ¿Quién podía resistirse a una pizza? Nadie. Sí, tienes mente de obesa, Silvana. Pensó.—Si me lo dices con ese entusiasmo, está bien.—Aceptó con una sonrisa tímida, caminando tras él.

Se tranquilizó cuando escuchó a la desconocida reír, pues así sabía que no estaba molesta ni nada por el estilo. —Me alegro en verdad. —Suspiró aliviado mientras que se sacudía el pantalón. —Ah, creo que eso sería apropiado. —Volvió a reír, pero entonces observó como aún quedaba bastante pizza y sonrió de oreja a oreja. —Ah, qué genial. No me he quedado sin mi amada pizza. —Dramatizó. —¿Quieres una rebanada? Yo invito. Así me sentiré mejor. Anda, ven, ¡Vamos!

Su altura era inferior a la del joven, así que usó las puntillas de sus pies para observar lo que hacía. En pocos momentos, ya tenía su teléfono de vuelta. Suspiró frunciendo ligeramente el ceño.--¿Está muy mal?—Parpadeó dos veces, devolviendo la mirada al celular. Era nuevo, ¿y ya lo había dañado? Qué cosas.—Esto de la tecnología no es lo mío.—Pensó en voz alta sin importarle la presencia ajena. Guardó su celular en el bolsillo de la falda roja.—Arquitectura…--Admiró con los labios curveados hacia abajo.—Suerte con eso, Topher.—Sonrió pronunciando su nombre.—Yo soy Silvana.--.

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Sus ojos color del cielo, continuaban inspeccionando el aparato, hasta encontrar un botón que -creía- sería la respuesta. Humedeció su labio inferior y devolvió el teléfono a su dueña— Salva lo que necesites en una computadora o memoria externa, luego te ayudo, hay que formatearlo —le dijo con una imperceptible sonrisa figurando en sus labios— Oh, es un libro de arquitectura, no creo que te parezca muy interesante. Tengo un examen en dos días —se puso de pie entonces, porque a pesar de todo, el suizo era un caballero— Mi nombre es Topher, por cierto —se presentó, extendiendo su mano.

La propuesta era interesante, por lo que giró su cabeza viendo a sus alrededores, buscando dicha descripción.--¿Sabes qué categoría es? Porque si es Bronce, creo que conocería a algunos.—Ladeó la cabeza, volviendo su atención a ella.--¿No se dio cuenta que se llevó la carpeta equivocada? ¡Qué distraída!—Dio un respingo, virando los ojos por el suceso ajeno.

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—No lo hiciste —le sonrió de vuelta, prácticamente en otro caso, ella hubiera sido la que interrumpiese a la rubia. Danelle miró la carpeta en sus manos, idéntica a la suya y sonrió— ¿Lo es? Gracias —miró a la chica y bufó—. Quiero decir, no es mía. O bueno sí… confundimos carpetas —explicó algo cansada—, conoces a esta chica uh —miró el nombre en la carpeta y lo dijo—. Estudia economía, segundo año, castaña, alta, ojos claros —describió—. Si sabes quien es tal vez yo pueda ayudarte con tu móvil. Conozco a alguien que lo puede ayudar. Es un total Geek.

--¿Sabes de esas aplicaciones que borran lo que crea innecesario para el teléfono? Bueno, supongo que es de esas.—Encogió los hombros con naturalidad.—Pero creo que buscaré ayuda o tiraré el teléfono a la basura.—Agregó riendo ligeramente.

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Pega un respingo al escuchar la voz de una persona. Realmente no se esperaba que alguien le hablase, aunque tampoco le importa demasiado: -¿El antivirus te ha borrado todas las fotos? ¿Era un antivirus de verdad o una de esas aplicaciones dudosas del teléfono? -pregunta algo nerviosa. Tampoco es que entienda mucho de teléfonos.

Twitter:

.@raven_le: Por lo menos con este tiempo, puedes tomar todo el chocolate caliente que quieras.

@sil_ana: Cierto, lástima que la cafetería esté cerrada en estos momentos.

Twitter:

@sil_ana: Me quejaba por el frío, pero entendí que estamos en Diciembre...

ooc;

Contestaré todo mañana, mi internet me está dando una batalla horrible. Bye♥

Suspiró, pensó en que no debió dejarle el teléfono a aquel compañero de clases; había hecho un desastre. De todas formas, negó confundida, no sabía nada sobre esa aplicación.—Según limpia todo lo que tenga “sucio”...—Hizo comilla al aire.—El teléfono. No lo instalé yo, un compañero de clases quiso ayudarme.—Rió para sí misma.

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Ya había olvidado qué hacía en el edificio de los bronce cuando la rubia le habló y al escuchar su duda frunció su ceño.— ¿No será un anti-virus falso? —Preguntó tomando el celular y dirigiéndose directamente a configuraciones para luego ir a aplicaciones.— ¿Todas? Debe ser falso.

Al darse cuenta del libro que llevaba en manos aquel joven de cabello cenizo, mordió su labio inferior, sintiendo la imprudencia a preguntar si podría ayudarle. Sin embargo, mostró una cálida sonrisa, rogando que las mejillas no se mostrasen llenas de color rosa.—Si no puedes, no te preocupes. Eso me pasa por dejar que toquen mi teléfono.—Se permitió reír. Asintió ante la pregunta, recogiendo sus hombros.—Sí, sólo eso. Lo demás sigue a salvo.—Aseguró. Prestó atención, ahora, al libro que leía. Ladeó la cabeza por mera curiosidad, achinando sus ojos.--¿Qué leías, por cierto?—Allí alzó la mirada, viéndole por debajo de sus pestañas.

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Si bien no asistía a la cafetería para comprar, lo hacía para leer. Extraño era que pudiese concentrarse en un lugar desértico como la biblioteca; prefería sentir el ruido de algunos estudiantes. Su concentración se vio interrumpida por una voz que jamás reconocería, alzó su vista para encontrarse con un precioso rostro de facciones delicadas y bien parecidas. Sonrió— Bueno, admito que no soy un experto en tecnología, pero… Mis genes deberían ayudar en algo —soltó, enarcando ambas cejas y sosteniendo el aparato— ¿Sólo borraste las fotos? —cuestionó al examinar el teléfono.

Esperó que la rubia pidiese su respectiva comida, aprovechando de buscar algún asiento disponible en la cafetería y planeando invitarle a acompañarla un rato. Dejó que tomase de su malteada, arrugando la nariz ante el comentario.—No te preocupes, yo suelo ser así también—Concordó con ésta. Dio un paso hacia atrás, haciendo un ademán con la mano invitándola a caminar con ella.--¿Nos sentamos juntas?—Propuso.

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Los orbes azules parpadearon varias veces ante la pelirroja presente. Su pequeña sonrisa se deshizo y un gesto de disculpas hizo; encogiendo los hombros.—Lamento entonces haberte interrumpido.—Sus labios se curvearon hacia abajo, guardando el teléfono en el bolsillo de su falda roja.—Por cierto, bonita carpeta.—Quiso ser más gentil halagando su material.

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Esa chica de su clase de Macro-economía se había llevado su carpeta de apuntes, Danelle sabía que no era su culpa que tuvieran carpetas iguales, más ¡Vamos! ¿No se habría dado cuenta ya? Gracias al cielo alguien que se apiadó de ella le dijo dónde podría encontrar a la chica, más al llegar a la cafetería del edificio Bronce, Danelle no obtuvo rastros ni de ella, ni de su carpeta. Estaba por preguntarle a una rubia que yacía sentada en uno de los lugares, cuando ésta se dirigió a Danelle.

—Uh, no. Lamento decepcionarte, pero la tecnología y yo no nos llevamos muy bien —dijo con toda seguridad y una mueca desganada.

--Oh, te entiendo demasiado.—Pudo sentirse cómoda al ligero cambio de la chica y al ver su sonrisa, le devolvió una cálida.—Quizá en el jardín te pueda coger mejor la señal.—Le aconsejó, pues era de la categoría que goza del privilegio de ir a tan prestigioso lugar. Negó ante la pregunta.—Estoy bien, sólo estaba ordenando mis quehaceres.—Le mostró la agenda que llevaba en sus manos.

— Estaba intentando hablar con mi padre, pero la señal se cae siempre— bufó con el ceño fruncido — Tampoco tenía algo importante así que da igual de alguna u otra forma— sonrió — ¿No se te ha perdido nada? 

Intentó observar qué tanto movimiento hacía los dedos ajenos en la pantalla de su teléfono, con ayuda de sus manos afincó la barbilla en los nudillos. Rió con suavidad, cerrando los ojos momentáneamente.—Oh, gracias al cielo que no he interrumpido nada.—Suspiró agradando el fingido alivio aún con la sonrisa en su rostro.—Por cierto, soy Silvana.—Intentó hacer una reverencia, por lo que le salió un asentimiento.—Ese programita me lo instaló un compañero de clases, pues creía que mi teléfono estaba poseído.—Comentó el anécdota permitiendo reírse de nuevo.

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