cicl​:

mejillas tiñéndose de un rubor fácil y perceptible por cualquiera al percatarse lo fácil que simon se desacía del cierre de aquel sueter y lo expuesta que quedaba su piel. mirada deslizándose a un lado, concentrándose en el cachorro que investigaba cada uno de los rincones presentes mientras sus pensamientos se dispersaban hacia cualquier sitio. por un momento hasta tiene la impresión que su respiración se detuvo. “¿es un prototipo más antiguo?” inquiere, voz titubeando que va adquiriendo seguridad luego que carraspea al menos una vez “¿estás aún trabajando en la otra o has descartado el proyecto?” y mirada ahora si yace en sus facciones, porque si bajaba un poco más se encontraba con un torso a medio cubrir que no deseaba mirar. con suerte el carmesí de sus mejillas había desaparecido lo suficiente como para ser imperceptibles a la mirada de simon. historia le sorprende, nunca antes la había escuchado y era la primer vez que le contrarie se sumaba a hablar del tema sin huir o suplicar para que se detuviera. mordisqueó el inferior de su labio, un poco intranquilo por aquello que llegaba a su canal auditivo “que irresponsable” murmura, completamente sorprendido y encontrando que historia se ponía cada vez más intensa a medida que los detalles aparecían. escalofrío recorriendo su cuerpo, una pésima sensación que se instalaba en su estómago y un pesar por lo que elle había vivido incluso sin saber quién era el ser querdio fallecido. “lo siento mucho” muscita “debe haber sido muy difícil para ti” y no sabe porqué menciona aquella frase en pasado cuando hay algo dentro suyo que sabe que es parte de los demonios que aún le atormentan “¿es por eso que la escondes?” susurra, su mano sujetando aquella perteneciente a la prótesis con la delicadeza que siempre acostumbraba. era aquella la parte que simon parecía más odiar de sí misme, y era también la que ciel más quería demostrarle que era perfecta “¿te recuerda todo tu pesar?” y de verdad le gustaría entender psique impropia. “para mi, mis prótesis son un castigo” le explica “las llevo así porque no quiero olvidar que me equivoqué. que hice algo que no debí hacer” su voz nunca ha abandonado ese hilo de voz que comenzó cuando cercanía se hizo presente. no necesitaba hacerlo cuando sabía que era escuchado perfectamente, es ahí que suspira porque no es algo de lo que suela hablar con tanta transparencia. mas simon le había compartido aquella historia con confianza, se sintió capaz de hacerlo también. de confiar en él “use magia prohibida cuando mis padres murieron, quería revivirlos, pero las cosas no salieron bien evidentemente” y una mueca se forma en sus labios, porque idea aún seguía presente en él. sabía que la próxima vez que lo intentara tendría éxito, mas ahora necesitaba algo distinto pues ya no poseía los cadáveres de sus progenitores. “sí y no” responde a interrogante y por un instante cree que no está hablando coherentemente, que aquella expresión de miedo salió tan natural y presa de confidencia mantenida que ni siquiera pudo controlarla. “de alguna forma u otra, arruinarlo es mi talento” y se ríe, una burla hacia sí mismo que parece tomar con humor, mas en el fondo conforma sus inseguridades más grandes. aquellas que no comparte y oculta tras un actuar tan despreocupado e impulsivo. cuando siente palma ajena sobre su rostro, no puede evitar el recargar una parte de sí para sentirle más cerca y posar su propia mano sobre el dorso de la misma “no sabes lo que dices” suena a que le regaña, mas las palabras yacían ahí atoradas en su garganta y querían ser liberadas. sensaciones de que aquella conversación poseía tensiones que antes no estaban y con lentitud le aparta del tacto de su rastro, mas no libera el agarre sobre sus dígitos. pequeña ancla que le ayuda a proseguir con su diálogo “ya lo arruine contigo también, ¿no te das cuenta?” ¿o simplemente lo estaba ignorando? “nada entre nosotros se siente natural ahora, pero a pesar de eso no quiero marcharme. no quiero evitarte” confiesa, lo había intentando, pero al final podía admitir que se sentía más alegre desde que se topó con elle de aquella manera tan casual y repentina “sé que las cosas están extrañas ahora, pero no quiero que te alejes” no como todos los demás lo hacían cuando sus errores se volvían evidente y amenaza de angustia parecía llegar a sí. esa que podría terminar en lágrimas que siempre ocultaba, que no permitía que nadie más viese y menos de que presencia frente a simon se convirtió en reclamo de adjetivo negativo que le recordaba a figura paterna. ¿si simon le veía ser así débil le daría mas razones para marcharse? no era lo que quería. suspiro jalando de ese pequeño agarre que aún mantenía con elle, atrayéndole cerca hasta poder descansar mentón sobre su cabeza y mano libre en una de sus mejillas “lo siento por todo” se disculpó “no puedo cambiar mi sentir, pero no planeo cruzar esa línea otra vez. sólo dame tiempo para que volvamos a ser simon y ciel, como antes, pero no te marches en el proceso” pide, incluso si por momentos era incómodo quería pelear por ese vínculo que mantenían “por favor” y presionó sus párpados junto a suplica, erradicando todas posibilidades que llanto se hiciese presente. al contrario, sólo había calma y un latir que esperaba ansioso el aceptar de su propuesta. 

Simon no se percata de la reacción que desencadena parte de su cuerpo al descubierto, simplemente continúa limpiando hasta terminar. "El que uso ahora es más antiguo y robusto, el que viste en el banquete es un proyecto que abandoné hace un año. Todavía hacía falta integrarle mucha de la funcionalidad de mis prótesis actuales pero no me dio tiempo; sólo quería aprovechar que, en esencia, parecía una mano... normal. Quería sentirme como el resto, nada más," exhala, como si aquello hubiera sido un peso que se había cansado de llevar en la espalda. Sí, quería verse con los demás. Y sí, detestaba en lo que se había convertido. ¿Qué ciencia tenía combatirlo u ocultarlo cuando Ciel había pedido conocerle a profundidad? "No sé si lo retome... En estos momentos me estoy enfocando en otra cosa," hay un mohín pequeñísimo pues cree que allí, exactamente en ese punto, es donde encuentra algo que no puede compartir. ¿Cómo se tomaría Ciel si supiera que quería traer a su hermano a la vida? Una de las razones por las que siempre se negaba a hablar de ello con cualquiera era porque estaba consciente de que pretendía hacer algo... prohibido. Además de que parecía que nadie entendía sus razones. La idea se había vuelto en una responsabilidad que rozaba en la obsesión, y desde entonces se le hacía imposible ver las cosas desde otra perspectiva. "No fue solo su culpa. Nosotros-- yo también había bebido. Ni siquiera tenía una edad apropiada y de todos modos le insistí que me acompañara a esa fiesta. Es... En parte también es mi responsabilidad," no se da cuenta pero, a medida que habla, sus palabras van agarrando aceleración. No podía hablar el tema y no remarcar que su decisión había tenido cierto peso en el resultado de aquella noche. Esa era su manera de admitir había pecado y, al mismo tiempo, castigarse. "La escondo porque..." Ha bajado la cabeza en algún punto. Sólo se da cuenta de ello cuando la mano de Ciel entra en su campo de visión. Entonces extiende los dedos y se permite apreciar cómo se ajustaba el guante. "Siento un odio increíble hacia mí cuando la veo. Porque es un recordatorio, ¿sabes? Esto no está, igual que no está él," el labio inferior le tiembla al mismo momento en que su mano busca la de Ciel para aferrarse. Cuando Ciel decide abrirse de a podo es cuando Simon busca mirarle, prácticamente dispueste a recibir cualquier grado de información que se sintiera capaz de entregarle. No se había hecho ninguna idea y aún así se sorprende profundamente cuando todo le es revelado. "Tú-- ¿intentaste revivirlos?" De repente los ojos se le abren más de la cuenta. No podía creer lo que estaba escuchando-- ¿Ciel sabía cómo se llevaba a cabo aquello? "¿Cómo--? ¿Por qué falló? ¿Qué hace falta para que sí funcione una segunda vez?" Da un paso hacia adelante con una curiosidad hambrienta. "Entonces es por eso que..." La oración queda sin completar porque al descender la vista aprecia la extremidad que tanto se parecía a la suya. Sólo entonces se da cuenta de la ironía que siempre les había unido; uno había perdido parte de una extremidad al perder alguien importante, el otro al intentar recuperarlo. Al final se encontraban en una posición similar, acompañades de las mismas carencias y... Y solos. Porque aunque Ciel tuviera a River, y Simon a veces le envidiara por ello, una corazonada le decía que aquello no había terminado allí. Quizá había sido la mueca. Quizá había desarrollado un sexto sentido que se veía reforzado cada que aprendía un poco más del menor. El Ciel que conocía era terco, seguramente no se había rendido... Entonces, ¿le ayudaría? Simon se humedece brevemente el labio inferior. "Tu talento no es arruinarlo," insiste con eventuales palabras ásperas. En ningún momento comparte aquella risa. De hecho, escucharle intentar burlarse de sí mismo sólo le hace molestar. "Detente,” ordena haciendo uso de su voz más seria. “No. No arruinaste nada conmigo," una vez empieza a negar con la cabeza, no para mientras prosigue con su discurso. "Nada de esto ha sido tu culpa; yo--” traga algo de saliva. “Yo soy quien se siente culpable. Detesto la idea de haberte herido, de no haber sabido reconocer lo que era un momento vulnerable para ti...” Le mira con orbes que derrochan emociones que no se atreve a compartir. Porque sabe que debió imponer límites. Porque no debió dejarse llevar por un impulso y un anhelo, ni siquiera cuando este llevaba en su pecho varias semanas. "No sé cómo sacarme de la cabeza que no soy-- la compañía equivocada para ti. No sé, no tengo ni la más remota idea de cómo hacerlo,” confiesa por fin, y porque ese era su problema sentía que debía ser paciente con Ciel, por eso no hacía más que tratarle como algo frágil. “Pero escúchame bien, por favor; sin importar eso me niego a dejarte. Somos amigos, ¿no? Ya conoces esa cursilería que todos dicen, siempre están en las buenas y en las malas," y aunque no le gusta escuchar aquella súplica mientras se le aferra en silencio, SImon le deja. Algo en su pecho se apretaba porque aún cuando sabía que su petición de seguir siendo amigos podía ser algo egoísta, Ciel estaba dispuesto a cumplírselo. “Ya te lo dije esa noche... Eres muy importante. Y no pienso dejarte, no importa la circunstancia,” después de una pausa corta, Simon se aparta para buscarle los ojitos. Quería que aquella promesa quedara sellada con toda su honestidad. “Aunque...” Inhala profundo, luego exhala. “Aunque me tires un helado encima.” Con aquella bromita y una sonrisa tenue es que intenta suavizar un poco el ambiente. “Ya encontraremos una manera de que esto salga adelante, ¿de acuerdo, bebé gigante?” Acusa con cariño en su voz mientras le peina el cabello hacia los lados. De repente parece que se le habían alborotado. “Estaremos bien. Confía en mí. Sólo necesitamos un poco de... tiempo.”

dvesan​:

“no. no es divertido ser una hornilla errática con pies,” asegura en medio de una risa, siendo algo que ya había experimentado, aquel temor que siempre le había invadido, el convertirse en una bomba de tiempo, en ser aquello que siempre habían esperado que fuese, una desgracia absoluta. al menos, no había sido así por su pirokinesis. “ajá… reprimirlo nunca trae nada bueno. puede ser bastante peligroso. lo más fácil es crear el fuego, lo difícil es controlarlo, apagarlo. hay personas que lo crean con emociones negativas, con la ira como combustible, pero–” niega con la cabeza, explicando con tanta claridad como puede, como recuerda que se lo explicaron en su momento. “no es la manera. luego se vuelve más difícil de controlar, y el tener que recurrir a una emoción negativa lo vuelve igual de negativo,” las malas intenciones, el deseo de dañar. se lo había dicho a yunho en algún momento, no todo tenía que ser destrucción con el fuego. una mezcla de orgullo, y una sensación cálida en su estómago a la que no le puede dar nombre, se asienta al verle tan segure, certeza que siempre había admirado en el génesis cuando le escucha. él también lo sabía, sabía que podría lograrlo, justo como lo había hecho con la transmutación. sólo esperaba ser capaz de verle lograrlo. parpadea un par de veces cuando confusión contraria se muestra, incredulidad invadiendo su facciones y alcanzando brillo de sus ojos. ¿no lo había dejado claro ya? ¿no se lo había dicho también en la feria? ¿o era que lo había olvidado, que realmente había estado tan ebrio que ya no recordaba nada de aquello que había asegurado? “quiero ayudarte. me gusta hacerlo. pensé que ya lo había dicho antes…” recuerda en voz baja, dedicándole una sonrisita que se le siente forzada y que le duele en el pecho. por que cada vez le sentía más lejos, y no sabía cómo tomarlo, cómo tratar con aquello. ¿debería simplemente dejarle seguir, ignorar todo lo que había dicho, simplemente dejarle en paz? le dolía pensar que era lo que simon quería, que a pesar de sus palabras que aseguraban que no iba a dejar de verlo, era lo que en verdad deseaba, que en un par de semanas había cambiado su opinión por él de manera tan drástica, que una vez más, se encontraba con el rechazo que había recibido toda su vida. “como quieras,” responde eventualmente, sin energías para negarse y continuar con insistencia, simplemente encogiéndose de hombros y manteniendo la mirada al frente, no le iba a poner un precio a algo que deseaba dar de tan buena voluntad, pero si simon creía que debía pagarle– estaba seguro que no iba a poder hacer nada contra elle. “bien. no debería ser tan complicado… si apenas está empezando, deberíamos empezar por lo básico, ya sabes, no correr antes de aprender a caminar y todo eso…” comienza, siguiendo el camino que dicta contrarie, pensando en cómo había iniciado él, en todo lo que había hecho y qué podía aplicar entonces. no ve llegar aquellas preguntas, que apenas alcanzan canal auditivo le hacen detenerse en seco, juraría que el aire escapa de sus pulmones y deja en sí sólo la sensación de dolorosos recuerdos atravesándole el pecho. no puede evitar el impulso de llevarse la mano al estómago, donde agujero parece haberse asentado con una lacerante punzada. porque había escuchado aquellas preguntas antes, de otra vez, y con algunas palabras cambiando, pero con el mismo fin. “yo–” comienza, el habla escapándosele por varios segundos, su garganta y labios secándose repentinamente. porque lo escucha en su cabeza, casi podía sentirlo. ‘oh, mi daesan… nunca he deseado nada tanto como ver la biblioteca de alejandría, ¿sabes? sería el mejor regalo que alguien podría darme…’ había sido la primera vez que le había dicho algo al respecto, después de ya más de un año de estar con él, sospechas que fueron nulas en su momento. “no –ya no puedo ayudarte con eso, lo siento, no– no puedo,” responde eventualmente, su voz escapando ahogada, casi dolida, cuando se tiene que dar media vuelta y buscar recomponerse, calmar el raudo latido de su corazón y las inmensas, estúpidas ganas de llorar. debe pensarlo bien, debe –simon no le haría algo así, se repite una y otra vez. además ya no era de utilidad, ya no pertenecía a alejandría, ya no —no podía volver a arruinarlo, ¿verdad? se frota con fuerza los ojos, intentando respirar de manera profunda, controlar su respiración agitada, procurando volver a prioridad, a aquello por lo que habían salido de ese lugar y se encontraban cerca a esa fuente. su prioridad debería ser el ayudarle. “tu –tu pirokinesis,” recuerda en voz alta, intentando formar una sonrisa en los labios que termina siendo apenas una tensa línea, mientras se vuelve hacia elle, iniciando camino hacia la  fuente, su mirada puesta en los adoquines que adornan el suelo. “por eso estamos aquí,” funciona más como un recordatorio para sí mismo, mientras busca en el bolsillo de su pantalón un pedazo de papel, un ticket de compra de algo, prendiéndole fuego enseguida y apagándolo apenas quedan sólo las cenizas. ignora el sutil temblor en sus manos cuando le pone en un extremo de la fuente. “sé que no parece mucho, pero al inicio es difícil crear algo de la nada, al menos cuando no viene de las emociones…” comienza con explicación, manteniendo la mirada fija en revoltijo de cenizas sobre la fuente de piedra, evitando a toda costa, la opuesta. 

"¿Con qué lo creas tú?" Interviene la explicación sin darse cuenta. No podía imaginarse a Daesan siendo movido por emociones negativas, al menos no específicamente la ira. Aunque si tuviera que hablar por sí misme... Sonaba algo que podía funcionarle. Así que anota mentalmente, para cuando tenga que practicar a consciencia la propagación de algún fuego. "Mmmm, entiendo," asiente, no queriendo entrar en una discusión que no tenía sentido si Simon no había experimentado lo que planteaba... todavía. Quién sabe si en un futuro lograba dominarlo de ese modo y, al final, terminaba llevándole la contraria a Daesan. "Lo sé, sé que me quieres ayudar, y podrías seguir haciéndolo... Bajo ciertos lineamentos. Échame una mano pero no sin recibir nada a cambio." Porque le estaba costando permitírselo. Sobre todo cuando le había asegurado que se quedaría con elle de una manera tan incondicional; lo que desconocía el Frafald era precisamente a causa de esa incondicional es que sentía que terminaría hiriéndole, tal cual le habían herido otras personas en el pasado. Quizá Daesan no lo entendía, pero esa era la única manera en la que se le ocurría que podía protegerle. (En algún momento la inhalación profunda que da le sabe a temblor que aprieta su pecho. Pero debía ser fuerte. Debía resistir.) "Bien, claro, puedo ser un buen estudiante," pero sólo cuando se lo proponía de verdad. En el colegio siempre había sido un individuo resaltante. ¿Sus calificaciones? En la posición más alta de las listas. Incluso ahora, en Ogma, solía tener un desempeño impecable en la mayoría de las asignaturas. Está cavilando internamente sobre cuánto podría dedicarle a aquellas prácticas, cuando nota que Daesan se detiene a sus espaldas. Simon se gira y le mira, trata de entender qué es lo que ha ocurrido o qué lo ha desencadenado. Mientras le niega una respuesta e incluso le oculta el rostro, Simon le mira con una expresión dura. Le juzga, básicamente. "¿De qué hablas? ¿Todavía queda algo de ese orgullo terco de Alejandría en ti? Tampoco pensaba meterme en esos pasillos, seguramente están llenos de mierda de rata y telarañas." Si las palabras son ásperas, es por el desdén profundo que siente por aquel aquelarre y porque no entiende lo que ha ocurrido. En ningún momento había pretendido usar aquella información a su favor, lo suyo era simple curiosidad. La confusión se mantiene invariable incluso cuando el mayor retoma el caminar y pasa por delante de Simon, quien parece anclado en su lugar. Sabe que algo ha ocurrido, algo ha disparado su pregunta tonta, y no sabe qué es. Pero entiende que lo que les reúne es un tema en específico y que no debería indagar de más cuando se ha prometido a sí misme que no husmearía en la vida de Daesan, así que eventualmente sus pies le llevan a cruzar la poca distancia que le aleja de la fuente. Mira el papel, el fuego, y las cenizas. Los ojos le suben hacia Daesan, luego vuelven a descender. La admiración que sentía por él se avivaba incluso en las acciones más pequeñas, sin siquiera poder avivarlo (o el otro ser testigo). "¿Cómo se supone que haré que algo salga de la nada?" Frunce el ceño mientras se rebusca en los bolsillos. De allí también consigue una factura arrugada. Ni siquiera se molesta en alisarla, simplemente la deja sobre la palma. El viento le hacía temblar levemente... Pero eso era todo lo que ocurría. Simon tomó asiento en el borde de la construcción de la fuente y volvió a intentarlo, esta vez dando una inhalación profunda como paso previo. Quémate, quémate, quémate, piensa. También piensa en la facilidad en que Daesan había creado aquel círculo de fuego, dos semanas atrás. En cómo se había alzado y les había envuelto... En cómo el hombre le había estrechado en ese preciso instante, besado incluso. No sólo había sido la última vez que sintió sus labios, ni siquiera había podido dejar de pensar en ello desde entonces. Con la mandíbula tensa y la vista desenfocada, el papel arde repentinamente. Simon sólo lo nota cuando el calor le lame con violencia el guante, con lo que retira la mano, la agita en el aire y hasta la frota contra sus ropas. El papel se va quemando en el aire y para cuando llega al suelo no es más que un conjunto de cenizas. “Eh-- uh-- eso no salió tan bien como me hubiera gustado,” refunfuña bajito y con las mejillas encendidas. La verguenza y enojo se entremezclaban en su interior.

riverm​:

     ‘ en realidad fue mi culpa por haberte arrastrado, aunque también pensé que sería más general de lo que realmente fue ’ indica, quizá porque los teóricos del arte siempre buscan hacer espacio a elitismos allá donde pisan, como si no ser conocedor indica automáticamente una clase social inferior. en todo caso, verle reaccionar termina por hacerle reír. ‘ no ~ sólo quiero saber si está bueno, si el balance entre cacao y leche es el óptimo, o si está demasiado amargo o dulce ’ comparte, cual muestra de que precisa de casi un informe de resultados pero, observándole, cree que le ha gustado, y con eso es más que suficiente. ‘ hace años que no lo hago así, por lo que se precisa entrenamiento ’ luego, le hace un gesto con la cabeza para que emprendan camino al exterior. ‘ a mi ex no le gustaban los dulces ~ háblame de una red flag más grande que esa ’ vira iris, por supuesto, pero el gracejo vence. ‘ puede que tenga que ver ’ alza las cejas, como si de un elemento misterioso se tratase. ‘ pero sí, quiero regalarle a varios amigues también, sólo que tú te estás llevando la primicia ’ anima, llevando palmas al interior de la chaqueta, haciéndose paso hasta la zona ajardinada del exterior. ‘  ¿y bien? ¿algo interesante? ’ iris van a observarle desde la esquina de los ojos. ‘ yo he conseguido un montón de libros ~ ’ dedica, como si fuese algo de lo que presumir, terminando por tomar asiento sobre el césped. ‘ pero siento que está siendo más aburrida que otros años, ¿será que cuánto más mayor eres menos magia tiene? ’

“Mmm, diría que está bueno. A menos que quieras regalárselos a un catador profesional de comida, no puedo decirte que tendrá la misma opinión,” oculta los labios detrás del dorso de su mano en lo que continúa masticando, lentito y con total gusto porque sí, en efecto mostraban un buen equilibrio en el sabor. “¿Hacías estas cosas más chico? ¿Para qué? Oh, no me digas-- se los regalabas a tus amigos en San Valentín, o a tus crushes--” le examina, más queriendo encontrar una respuesta por su cuenta que desconfiando de la verdad que pudieran ofrecerle. En su interior ya ha barajeado la opción del ex, mas no la quiere mencionar cuando recuerda el cómo River había querido que simplemente ignorara el tema la primera vez que le presionó tras ello. Esta vez, por suerte, es el otro quien da el paso en el tema. “Ahí lo tienes, un ejemplo más de las mil y un maneras en la que tu ex era un imbécil.” Porque no necesita recibir nueva información para juzgar al desconocido con aquella dureza. “¿Interesante? No sé...” Piensa en qué ha hecho antes de encontrarse con el menor. ¿Vagar entre la gente? ¿Ven los libros de lejos porque ni ganas tenía de hojearlos? O... Oh. De fondo escucha a River hablar con algo que podría considerar nostalgia, mientras que Simon se mordisquea el labio inferior y se debate en si debía compartir lo que le había ocurrido más temprano. Siempre podía ser un accidente, una fluctuación extraña en su magia-- como podía ser que no. “Quemé un libro,” suelta de repente, pero antes de que se le juzgue ya está intentando arreglarlo: “y no fue intencional, lo juro,” frunce el ceño, medio inclinade hacia su compañero para que le escuchara bien a pesar de la voz baja. “¿Te ha pasado alguna vez? ¿Que quemas algo porque sí?” Y si pregunta, es porque River se había criado entre brujos. Si había alguien que podía tener alguna idea, seguramente era él. “Puede ser síntoma de otra cosa además de... Piroquinesis, ¿o no?” Mientras espera por la respuesta, un nuevo chocolatito termina entre sus labios.

ltheo​:

‘ una lástima — habrías conquistado todos los corazones de aquí ’ si bien dedica a le genesis una pequeña sonrisita de diversión, la misma desaparece un poquito cuando le escucha. con un vistazo al libro afectado, de sus labios se escapa un largo suspiro. su ruta de aprendizaje para controlar la piroquinesis no fue la más adecuada, ni mucho menos con métodos que pudiera utilizar también para aconsejarle. pero sabe lo difícil que es no saber manejar algo tan peligroso como las llamas; recuerda el miedo que él mismo sentía cada vez que se alzaban frente a sí de pequeño, así como todas las quemaduras que aún continúan en su cuerpo en forma de cicatrices. ‘ supongo que el libro no te gustó ’ se atreve a bromear un poco, poniéndose de pie. ‘ estar rodeade de tantas personas podría resultar peor, ’ da una mirada de soslayo a uno de los guardias del concejo, que también se la devuelve. con un movimiento de cabeza, le indica a simon que le siga. ‘ solía pasarme que perdía el control mayormente cuando tenía muchas emociones negativas— enojo, tristeza, ansiedad, estrés… supongo que eso viene de la mano de despertar con un poder nuevo ’ baja la voz cuando pronuncia última oración, queriendo que sea solo le otre quien le escuche. por su parte, lo único que ha causado maravilla nueva es miedo — y, por consecuencia, sueño. ‘ ¿te sientes así? ’

Mira a Theo ponerse de pie, tratando de deducir qué era lo que quería hacer. ¿Que le siguiera? Pero sin proponérselo termina siguiendo la mirada del muchacho hasta que la atención le recae en el guarda. Entonces esconde de nuevo el libro en el mismo lugar de donde lo había sacado. Aquello le enseñaba que debía tener cuidado de ahora en más. “No podría decir que soy una bola de emociones positivas. Mucho menos últimamente--” acompaña al contrario al ponerse de pie y seguirle, siempre de cerca para mantener aquella conversación en un perfil bajo. Tiene el ceño fruncido mientras intenta recordar cada uno de los problemas con los que ha tenido que lidiar las últimas semanas; comienza por el despido, termina en... asuntos del corazón. “La misma pregunta me hacía el terapeuta y nunca avanzamos. ¿Podemos saltárnoslas e ir hacia lo verdaderamente útil? Y no me digas que mindfulness. Eso nunca funcionó,” cruza los brazos bien apretado por delante. Si tenía que ser honeste, había una ansiedad extraña en la boca de su estómago. “¿Cuánto te tomó dominar lo más básico? Sólo no quiero... Ser una hornilla descompuesta andante.”

dvesan​:

considera su respuesta cuidadosamente. no deseaba mentirle a simon, pero tampoco quería que la verdad fuese un detractor, que fomentara aquella confusión, aquel miedo, que posiblemente estaba sintiendo. “¿a mí? me tomó unos cuatro años…” admite, mas apresurándose a explicar con cuidado, con una paciencia que parecía potenciar cuando se encontraba en presencia del de génesis, que nacía de lo más profundo de su ser y buscaba ser otorgada de manera tan libre a contrarie. “pero te he contado un poco cómo fue. lo suprimí por –mucho tiempo. olvidaba que lo podía hacer hasta que algún arranque, alguna emoción demasiado fuerte, hacía que volviera a detonarse,” le mira con atención, dejando que la seriedad que merecía el tema se mostrara en facciones, hasta que continúa y nota de nostalgia logra colarse. “pero también conozco a personas que lo dominaron en meses,” su expareja lo había hecho, recuerda. siempre había escuchado con cierta envidia la manera en que parecía manejarse tan libre con su habilidad, que la traía consigo como algo más natural, parte de quién era. era lo que intentaría que simon lograra, piensa, las posibilidades de que elle fuese capaz de tener algo que le había sido negado a él provocando una sensación cálida en su pecho. en verdad quería hacerlo. “estoy seguro que tú podrías hacerlo en menos… no conozco a nadie más capaz que tú,” comenta con suavidad. tal vez, aquel pensamiento escapa de sus labios sin su permiso, siendo pronunciado con la sinceridad desbordante que los pensamientos dedicados a elle suelen traer. en medio de toda la confusión que sentía, de la incertidumbre que su relación le provocaba, de eso sí podía estar seguro. “debes aprender a canalizarlo. imagino que debe ser parecido a la telekinesis, o a la transmutación. también hay amuletos que te pueden ayudar. puedo hacerte uno,” ofrece con una nota de emoción en habla, comenzando a pensar en todas las opciones que podría tener, sus labios frunciéndose ligeramente mientras lo considera, aire pensativo invadiéndolo. había sido un subidón de emoción del que baja rápidamente, palabras contrarias le hacen descender la mirada al suelo, forzando una pequeña sonrisa. “yo no —no soy tu única opción. si no quieres que lo haga yo—” levanta los hombros en un gesto débil, intentando restarle importancia. “conozco a varias personas que también dominan la pirokinesis y podrían ayudarte,” timbre de voz intenta mantenerse sereno, a pesar de malestar que aún causaba el trato que podría rayar en la indiferencia. ¿en qué momento había acabado así? “pero me gustaría hacer esto por ti,” confiesa, intentando ser tan claro como podía, “si me dejas,” termina con un intento de sonrisa, más sincero. “sé que no,” coincide, asintiendo una vez y mirándole fijamente, frente a él y tan cerca, que está tentado de, aunque sea, tomar su mano. un gesto que no se completa, que simplemente deja un sabor amargo en su boca. “están demasiado ocupados juzgando a los poetas… o cuidando sus secciones prohibidas,” se encoge de hombros, como si no entendiera aquello. pero lo ha visto, y sabe qué es lo que ocurre en esos eventos, invasivos de lo sagrado que consideraban la biblioteca. al menos, tenía una excusa para estar a solas con elle, se sentía como si hubieran pasado semanas y semanas. camina a su lado, mirándole de soslayo. “¿dónde te sientes más cómode? muchos escogen lugares cercanos a cuerpos de agua. realmente –no importa, ¿sabes? no voy a dejar que te pase nada.” o que se saliera de control.

¡¿Cuatro años?! Los ojos de Simon se abrieron de una manera desmedida, prácticamente delatando la exclamasión que no llegó a su boca. “No pouedo esperar cuatro maldito años siendo una hornilla errática con pies. Pero, de acuerdo, supondré que la respuesta es... No reprimirlo,” inhala profundo y con los dedos de una mano se masajea la sien. Al menos en Genesis y donde vivía no sentía que hubiera tanto peligro pues los artículos inflamables se encontraban en menor cantidad. Sin embargo, cuando se trataba de emociones fuertes... No podía decir lo mismo. Últimamente su lado emocional parecia más indomable que nunca. “¿Meses?” Entonces la cabeza de Simon sube rápidamente, quizá buscando corroborar que no ha imaginado lo que ha querido escuchar. “Lo haré en ese tiempo y menos,” zanja con su seguridad usual. Las cosas no podían ser de otro modo si a lo largo de su vida se había acostumbrado a dominar todo lo que se propusiera con relativa facilidad. Si había alguien perseveramente, ese era el Genesis. “Quieres hacer algo que pueda ayudarme...” Repite con ligera desconfianza. No le extrañaba que ese fuese su ofrecimiento, al fin y al cabo todavía llevaba consigo el amuletito fabricado a punta de vampiria. Su inseguridad ahora era aceptar o no. ¿No le dejaría eso en una especie de deuda? “Está bien, pero sólo si me dejas pagar por ello,” ofrece sin pensarlo demasiado. Un par de obsequios estaban bien, ¿pero favores? El orgullo obtuso de Simon le impedía aceptar aquello que le hacía sentir como con cuentas por saldar. Incluso si esa persona se trataba de Daesan; no se aprovecharía de su eterna amabilidad. Al final ,es el mismo Daesan quien le ofrece la salida: Optar por otro que le ayude con la piroquinesis. Más allá de las recomendaciones que pudiera tener el Frafald, Simon estaba segure de que conocía un par que podían cumplir con aquella función. ¿Acaso el Theo de Frafald no podía ser uno? Habían conversado poco y le transmitía confianza... Aunque no el grado de confianza de Daesan. “Está bien, como digas. Intentemos... Juntes. Si no funciona, busco a otra persona que me eche una mano,” habla con la mayor moderación posible, no permitiendo que ninguna emoción en específico sea palpable en su voz. “Secciones prohibidas,” suelta una risita que termina como una exhalación a través de su nariz. Casi lo había olvidado. “¿Es muy difícil penetrar la seguridad de Alejandría? ¿Qué se necesita para hacerlo?” Le mira con una curiosidad transparente. Mientras continúan su camino hacia afuera de las instalaciones, Simon piensa en una respuesta. Siente un cosquilleo extraño cuando le asegura que le cuidará. Le cuidará. Pero no tiene que cavilarlo demasiado porque después de varios metros se alza una plaza, la cual cuenta con una bonita fuente esculpita de la que emanaba el agua suficiente. “¿Allá funcionará?” Señala con la barbilla por delante, en ningún momento atreviéndose a mirarle a los ojos. Empezaba a notar que no hacerlo le facilitaba bastante la interacción.

cicl​:

          asintió a aquello con naturalidad sin replicar como usualmente lo haría, sin buscar defensa de aquella deuda que le estaba siendo impuesta y sobre todo sin pelear con palabras del contrarie. nada parecía salir con la habitualidad que acostumbraba y por momentos sentía que ya no eran simon y ciel, que ya no eran quienes solían ser cuando estaban juntos. se removió un poco en su sitio, intentando no dejar en evidencia la incomodidad que esa nueva asimilación le dejaba. procura no observarle cuando se deshace de prendas y sólo se concentra en la toalla húmeda que había humedecido, ni se percata que son sus orejas las que adquieren tonalidad rojiza hasta decorar sus pómulos. mas cuando simon se vuelve a poner el sueter es que el horror cambia por completo sus facciones “no, no” suelta de repente sujetando el mismo desde dobladillos inferiores y jalándolo para que la tela no choque con abdomen impropio “simon…” y no puede evitar reirse, quizá es la primer vez que la risa escapa con naturalidad en presencia del contrarie desde los últimos sucesos “eres un tonto” lo acusa y esta vez lo observa antes de murmurarle, como si encontrarse con sus facciones le arrebataran parte de su seguridad “tienes que limpiarte primero o ensuciarás el suéter, estás todo pegajoso” y le extiende la toalla húmeda con la mano que poseía libre, esperando que la tomase y se limpiara. “¿no le pasará nada si se mancha con helado?” cuestiona, sintiéndose aliviado que así fuese el caso y en aquel momento no puede evitar dejar escapar la interrogante que parecía llevar hace tiempo como un nudo en su garganta “¿qué pasó?” y se refiere al pasado del contrarie “¿cómo es que se volvió parte de ti?” ¿había simon utilizado magia prohibida como él también? ¿tendría el mismo peso sobre sus hombros cada vez que observaba su prótesis de saber que había fracasado? si se concentraba en aquellos asuntos, todo lo demás se volvía secundario. demasiado pequeño. si podía ignorar su propio sentir quizá las cosas entre ambos podrían volver a la normalidad. cuando atención de conversación se vuelve sobre simba no puede evitar observar a simon con cierta admiración, tiene talento con los animales o al menos eso le dejaba entre ver, sin embargo es él que dea salir aquellas palabras en voz alta “tengo miedo…” dos simples palabras que no solía revelar a nadie más, mucho amenos a alguien como river a quien no deseaba preocupar, pero con simon ahora era distinto “tengo miedo de arruinarlo” peor, estaba convencido que tarde o temprano lo haría, que cuidar a simba era algo imposible para alguien como él.

“¿No, no?” Repitió tras Ciel, sin captar hacia donde iba con la negativa. Mucho menos cuando esta se veía acompañada por una risa. Quizá era su expresión de tonta confusión la que le está haciendo reír... Quién sabe. “Ah, eso--” murmura y baja la vista, logrando apreciar el espacio que se ha formado cuando Ciel ha alejado la prenda de su cuerpo. Tenía razón. “Está bien,” parpadea lento, recibiendo la toallita con una mano mientras que con la otra se baja el cierre del suéter. Al crear la abertura suficiente se frota por encima de la piel. Tiene la vista enfocada en la tarea así que no aprecia las reacciones de su compañero mientras responde pregunta tras pregunta. “No pasará nada. Podría sumergirla en agua y seguirá funcionando a la perfección.” Porque aquella era el proyecto en el que había trabajado casi por dos años después del accidente, claramente contaría con características que la harían diferente a cualquier otra. “La que viste esa noche, que parecía casi como una mano de verdad... Ese es un prototipo nuevo. Luce bien, pero no funciona-- tan bien. Necesito mejorarla en muchos aspectos.” Termina soltando una exhalación suave. “¿Mnh?” De repente sube la mirada, quizá inquiriendo por mero acto reflejo. No le gustaba hablar de ese tema en específico pero-- pero era Ciel. Estaba bien. “Fue un accidente automovilístico. Sí, nada muy mágico de mi parte. El conductor había ingerido más del alcohol legal... Mucho más. En fin, estaba como una cuba,” menea la cabeza al mismo tiempo que inhala profundo y exhala, siempre con una lentitud premeditada. La última vez que habló de todo aquello terminó con un ataque de pánico y no quería verse en la misma situación. “De todos modos, lo que más me dolió no fue perder esto. Sino... La persona que estaba en el copiloto. Todos dicen que fue un milagro que yo no hubiera muerto también,” murmura cada vez más bajito. No creía que aquello habría sido una suerte. No cuando era Jerome quien ya no estaba con elle. “¿Y tú?” Arquea las cejas, todavía enfocade en Simba. Aunque no por mucho. “¿Mnh? ¿Miedo?” Simon se ve subiendo la cabeza rápidamente, confundide por su respuesta. Entonces se pone de pie y deja de acariciar a Simba, con ambas manos por delante y mientras se pellizcaba la punta de los guantes. “¿De qué? ¿Lo dices por Simba?” La confusión en su rostro se hace más aguda. Por un momento cree haber perdido el hilo a la conversación. “No arruinarás nada. Serás un buen dueño,” opta por acortar la distancia y posarle una mano sobre el hombro. Esta desciende, aprieta ligeramente por encima del codo. Quería brindarle un poco de bienestar aún si no sabía de dónde había surgido aquel comentario. “Te contaré las cosas que yo sé sobre perros, ¿te parece? Llevo meses cuidando a los de mi maestra, algo de conocimientos tengo,” le dedica un amago de sonrisa. Incluso se anima a alzar la misma palma para presionarla contra un costado de su rostro. Quizá las cosas no estaban completamente normales entre ellos, pero eso no quitaría el que Simon siempre quisiera apoyarle. “¿Sabes por qué no arruinarás nada también? Porque estoy contigo. Cuando tengas un problema, ven conmigo y lo solucionaremos juntes.”

cicl​:

          “supongo que a simba le gustan las frutas también”  reconoce y maldice internamente ¿no podía tener otros gustos? ¿por qué aquellos que eran más particular del contrarie debían también ser visualizados en el can? suspira con pesadez, siendo traído de regreso a conversación cuando interrogante fluye con naturalidad de labios ajenos “claro” responde con simpleza “fue mi culpa, te lo debo” y se siente extraño. siente que es él el único incómodo en esa conversación y que para simon todo ha continuado como si nada. aquel pensamiento simplemente parece estrujar con mayor facilidad esa zona en su pecho que aún duele y agradece ir delante porque por un instante siente su mirada se vuelve vidriosa. para cuando llegan al baño, compostura vuelve a normalidad “al baño, parece ser siempre su salvación” explica ingresando, recordando que también ebrio lo había llevado allí una vez. cierra la puerta una vez que ambos se encuentran en el interior y así se permite liberar a simba finalmente para que corretee sin temor a perderse. De su mochila retiró una pequeña toalla de mano que -afortunadamente- había llevado y la humedeció junto al lavabo “tendrás que quitártela” musitó, con dígitos tirando del dobladillo de su prenda superior hacia abajo, indicándole que la misma debía desaparecer “me preocupa, ya tu sabes…” se refería a su protesis, había sobrevivido a un poco de agua ¿pero qué sucedía si helado caía sobre ella? “a river se le ocurrió que era una buena idea darme uno y claramente no lo es” expresa, no era que no quisiese al can, en absoluto, era sólo que le ponía en exceso ansioso y le costaba acostumbrarse a la idea de que ahora era su responsabilidad.

En otro momento habría querido bromear por un poco más de tiempo. Esta vez guardó silencio los primeros segundos, asintió y aceptó con toda la simpleza del mundo. “Está bien. Me debes un helado, me aseguraré de que no lo olvides.” Aquella fue una de las pocas veces que no habló con maldad o travesura. Paciencia. Podía parecer que no, pero claro que Simon podía mostrarla. “Puff, esta vez no ha sido mi culpa,” lleva la contraria con un mohín pequeño, no pensándolo demasiado cuando ingresan al baño y este termina siendo cerrado desde adentro. Sólo cuando cae en cuenta de que es su turno de retirarse la prenda, es que se siente un poco... insegure, demasiado consciente de que habría un par nuevo de ojos que le estarían observando. De todos modos se hace de tripas corazón, porque es Ciel y con él nunca debía preocuparse. Para no darle demasiadas vueltas al asunto se saca el suéter y lo deja sobre el lavabo que no estaba siendo usado, y luego hace lo mismo con la camisa. Esta la entrega, mientras que el suéter vuelve a su cuerpo. Al subir la cremallera la deja a medio torso. “Mi...” Parpadea, tratando de seguirle el hilo a la preocupación. Cuando cae en cuenta que habla de la prótesis, rápidamente niega con la cabeza. “No te preocupes. La de aquel día era un protitipo especial que no estaba... completamente listo. Este es a prueba de agua, como el resto que uso en mi día a día,” mueve la muñeca por delante, demostrándole que no sólo no había ningún problema en su funcionamiento sino que los movimientos eran tan suaves como los de siempre. Casi como de una mano normal, de no ser porque la tela escondía su apariencia sintética. “Mmm. No creo que sea una mala idea, sólo necesitas enseñarle sobre límites,” hunde las manos en los bolsillos de su suéter mientras apoya la cadera contra la porcelana del lavabo contiguo. “Los perros son muy inteligentes, los mejores compañeros,” no se da cuenta pero empieza a sonreír mientras sigue al can con la mirada. “¿Verdad que sí, Simba? ¿Te volverás el mejor amigo de Ciel?” Su voz parece llamar la atención del animal porque este le empieza a olisquear. “Claro que sí porque ya eres un buen muchacho, claro que sí,” se acuclilla para rascarle detrás de las orejas mientras hace uso de un tono de voz más dulce y juguetón, mismo que solía ser exclusivo para Zeus. “¿Quieres conocer a Zeus y Poseidón algún día? ¿Te gustaría? Podrían ser tus hermanos mayores.”

sccut​:

‘ ¿ah? ’  niega después, alzando el que tiene dibujos de crucigramas.  ‘ este es el mío. ’  le explica, dejándolo sobre mesón cercano para después enseñarle ese otro ejemplar.  ‘ y este de espiritismo es el que me quiero llevar. ’  entrecierra los ojos, tildando su rostro hacia un costado.  ‘ me temo que la última pregunta no la entendí. ’

Simon parpadea en lo que absorbe el escenario. Ni siquiera se le había cruzado por la cabeza el participar en algo así, por lo que no tenía ni idea de cómo era la dinámica de la entrega de libros. “Ya, olvida lo que dije antes,” sacude una mano por delante como buscando borrar la conversación para comenzarla desde cero. “Pues métetelo en el bolso y sal corriendo. Nadie se dará cuenta, yo haré que no vi nada.”

dvesan​:

retroceso opuesto no pasa desapercibido (y si experimenta una ya conocida punzada en su pecho, intenta ignorarla), lo hace tensarse y retroceder entonces también medio paso, pronunciando una disculpa en un murmullo. lo último que deseaba era incomodarle, siempre se lo había dicho, el convertirse en una molestia, en una carga… una parte de él quisiera ser capaz de controlar el tiempo, de volver a como todo era antes de aquella noche en el puerto. le extrañaba, también la familiaridad y las charlas sin tensión, las sonrisas y las bromas. las extrañaba demasiado. le escucha con atención, asintiendo una vez y considerándolo, intentando procesar lo que estaba ocurriendo, y lo que implicaba que simon fuera capaz de invocar la pirokinesis. “al inicio esto ocurre mucho…” explica, con voz grave y controlada, apaciguadora, incluso deslizando una pequeña sonrisa sobre sus labios. “¿alguna vez te conté cómo fue la primera vez que lo hice? le prendí fuego a la televisión de casa de mis padres…” comparte con la misma curvatura sobre sus labios ,intentado hacerle entender, de alguna manera, que no estaba haciendo nada malo. aunque él también lo pensó durante muchos años. combate el impulso de acercarse, percatándose de lo débil que era cuando se trataba de simon cuando se percata de que su diestra se ha estirado ligeramente, como si buscara abrazarle, atraerle a sí mismo. baja brazo de inmediato, culpándose internamente por lo que pudo haber causado otro impulso de la nueva maravilla de contrarie. “sé que –al principio puede sentirse como una carga, como– una preocupación más,” inicia, su cuerpo inclinándose ligeramente hacia el opuesto, como si aquella distancia que conservaba por comodidad opuesta clamara ser rota. “pero hay formas de lidiar con ello —no. de controlarlo,” corrige, comprensión tiñendo cada una de sus palabras, porque si alguien entendía cómo podía sentirse como una maldición, era él. “puedo –¿puedo ayudarte?” inquiere, detestando el calor que le asciende las mejillas, el nerviosismo tan obvio que lo invade. no sabe cómo manejará el volver a encontrarse con rechazo. 

Escucha pacientemente lo que Daesan comparte desde su experiencia. Entendía de lo que hablaba, sabía que aquellas muestras espontáneas de magia ocurrían especialmente en un inicio y que poco se podía hacer para evitarlas. Ya le había pasado con la telequinesis y la transmutación. La diferencia ahora era que... Ninguna de las anteriores le había hecho sentir como un peligro andante. Solo entonces empezaba a darse cuenta que era un encendedor rodeado de un mundo inflamable: montañas y montañas de libros. “¿Te tomó mucho dominarlo desde ese evento?” Pregunta respecto al incendio del televisor, al menos para hacerse una idea sobre lo que puede esperar o no. Al mismo tiempo trata de ignorar la manera en que el brazo del contrario parece haberle buscado. También ignora, aunque no con más éxito, lo mucho que deseó que el gesto se completara y que ahora estuviese abrazándole. Independientemente del punto en el que se encontrara la amistad entre ellos, ahora era Simon quien no sabía cómo acercársele. “¿Qué formas son esas?” Y al atreverse a preguntar, la postura se le relaja levemente. Debió imaginarse que si alguien le podía ayudar era él, incluso se lo había garantizado cuando bromeaban sobre el día en que podría desarrollar la maravilla. Entonces no había alcanzado a imaginar las vueltas que podría dar el universo. Cuando escucha la última de las preguntas, Simon guarda silencio. Era exactamente lo que estaba pensando. “Sería una estupidez de mi parte negar esa ayuda,” concede después de algunos segundos. “Pero... Que sea en un lugar donde no haya libros, por favor,” hace una muequita de desagrado, “por más que no soporte a Alejandría, no quiero causar ningún problema.” Avanza el paso que le detiene frente a Daesan. Piensa, piensa, y cree que es el momento indicado para decir algo... Pero sus labios entreabiertos se terminan de cerrar. “Vámonos antes de que se den cuenta de que hice eso,” hunde las manos en los bolsillos de su chaqueta y se dispone a caminar fuera del pasillo. Al menos hacia el exterior.

riverm​:​

      ha de darle un golpecito con el codo cuando le escucha quejarse, en la parte final de la explicación, lo último que se necesita son palabras que resuenen por encima. por suerte, nadie se percata, y al igual que el resto, termina por aplaudir en el cese. ‘ simon … ’ vira iris con gracia, no pudiendo contener la risa para hablarle. ‘ ¿recuerdas esa noche en el museo? es casi lo mismo ’ pero termina por inclinarse un poco más a elle, dedicándole una sonrisa traviesa para hablar: ‘ sólo que ahora no perderé el tiempo en buscar algo que te guste ~ ’  le molesta, alejándose de vuelta para colocar sobre regazo la mochila que trae consigo. ‘ porque ya lo tengo ’ alza cejas, tendiéndose una pequeña bolsa con chocolate. ‘ necesito un conejillo de indias, dime cómo están ’  pide, apretando labios en un mohín de súplica. ‘ estos son especiales para ti porque están rellenos de fresa ’ indica, recordando que contrarie gusta de las frutas. al final, se pone en pie, dándole una palmada en rodilla para que hiciera lo mismo. ‘ vamos a dar una vuelta ~ ’  

No siente ninguna vergüenza por expresar su desagrado, por eso se alza de hombros sin pizcas de preocupación. “Quizá la persona detrás del micrófono deba tomar nota de las críticas, ¿no te parece? Hacer su discurso un poco más... coherente.” Reflexiona haciendo uso de otras palabras, aun cuando el sentimiento que estas transmiten es el mismo. Al mismo tiempo River parece no prestarle mucha atención porque se enfoca en lo suyo, o en lo que lleva en la mochila, que sabría Dios qué era. “Pero--” y su instinto es arrugar la nariz, pero sólo por la mención del conejillo de indias. “No me va a dar dolor de estómago, ¿no? Porque eso suena a que quieres experimentar conmigo y todavía no sabes cuáles serán las consecuencias,” recibe la bolsita y procede a examinar del interior mientras se pone de pie. Lo que más le gustaba de aquel concepto era precisamente el interior. “Mmmm, ¿sueles cocinar estas cosas?” Toma uno de los chocolates, le examina a ojo bien de cerca, ¡incluso lo huele!, y al final le roba un mordisquito. El sabor de la fresa no tarda en aparecer en su paladar. “Mmmm,” asiente como si realmente fuese un catador de comida. Parece que lo aprueba. “¿Harás más? ¿Esto tiene que ver con la cuestión que estás organizando para San Valentín?” Entre las preguntas roba más mordiscos, al menos hasta acabarse el chocolate que tiene en los dedos.

dvesan​:

tal vez, es culpable de inconscientemente (y que nadie diga lo contrario) buscar un rostro familiar en la multitud, como si lección no fuera aprendida, y como si continuara buscando una confirmación más directa de que no le quería ver. le ve no muy lejos de donde está, y considera por un momento simplemente dejarle estar. elle tampoco se acerca, y debería de ser la pista que necesita para darse media vuelta e irse de allí. pero no lo hace, porque se queda estático en su lugar por un momento, con su mirada puesta en el contrario. y entonces, ocurre. el conocido fuego, en aquella conocida acción (lo había vivido en carne propia, le había ocurrido a él también en algún momento eso mismo), que le deja frío y provoca que su ceño se frunza ligeramente, confusión bañando las facciones del mayor mientras, cuidadoso, se acerca a donde está le génesis. le ayuda con el fuego, con un movimiento casi flojo de sus dedos atrayendo energía cálida para absorberle, extinguirla. “eso no lo hice yo…” inicia, aunque está seguro que simon ya lo sabe. en un intento, muy malo, de aligerar un poco situación. “fuiste –¿fuiste tú?” inquiere, desviando su mirada de facciones conocidas para inclinarse a tomar el libro que había estado en fuego un momento atrás. un momento más de silencio, cuando se obliga a preguntar por lo bajo “¿desde cuándo?” ciertamente no la última vez que le vio, pero entonces, ¿cuándo? 

En cuanto Daesan se acerca, Simon retrocede inconscientemente. No sabe si para darle espacio de que lidie con la situación elle no puede, o siguiendo el instinto que todavía le hacía sentir ligeramente incómode. ¿Por qué? Todavía no lo sabía con exactitud. “Yo--” junta las manos por delante, pellizcándose la puntita de los guantes. Se sentía como si le hubieran descubierto haciendo algo terrible, espantoso... Pero no debía ser así. Sólo se trataba de Daesan. El Daesan de siempre. “Sí, fui yo,” abandona la postura nerviosa con brazos que estira en vertical y que finalizan en puños cerrados. “No... No sé, desde hoy,” hace su mejor esfuerzo por mantenerse firme. Hasta un ceño fruncido enmarca su mirada. No era la primera vez que ocurría, sino la tercera. Las dos primeras pensó que había sido nada más que un accidente. “Apareció solo, yo... No es que haya buscado desarrollarlo. Simplemente--” y baja la mirada, con los labios entreabiertos permitiendo la salida de el resto de las palabras. “Simplemente está pasando,” murmura. Las palabras le escaseaban para continuar. Había fantaseado con la idea de aprender piroquinesis y que fuese Daesan quien le ayudara a dominarlo, el problema era que no sabía si podía o quería pedirle aquello. “No tocaré más libros. Con eso será suficiente.”

cicl​:

         cuando mirada se encontró con víctima de su propia torpeza y reconoció el par de orbes que le observaban sintió que el tiempo se detuvo, sus labios se entreabrieron y las palabras desaparecieron por completo. rubor presente se volvió imposible de ocultar. su aliento deteniéndose y en aquel momento no pudo evitar que todo aquello que había estado reprimiendo resurgiera libremente culpa de una cercanía que le sometió a revivir últimos roces compartidos. ladridos del can lo llevaron a volver en sí, a salir de ese trance y esperó que no se haya perdido en mirada impropia más tiempo de lo normal. sus manos se posaron sobre hombros impropios para impulsarse a ponerse de pie y ni se percató de desastre que dejó detrás y que ahora tanto él como simon tenían rastros de helado sobre sus torso. “no comas eso” regañó, atención hacia el can que buscaba lamer rastros de helado sobre el suelo a un lado del contrarie. se inclinó para sujetarlo, levantándose una vez más para enfrentar la presencia de simon situado a su lado. ¿en algún momento recuperaría la valentía para mirarle directamente? no era hoy que le esquivo casi de inmediato “ven conmigo” y apenas atrapó la tela de la manga de su prenda con la punta de sus dedos para guiarle a uno de los baños que habían cerca. ¿por qué no podía limpiarse él sólo? pensó mientras su pulso se agitaba con nerviosismo que antes no experimentaba. “¿de qué era el helado a simba parece haberle gustado?” intentó sacar conversación sin observarle, quería fingir que nada de lo sucedido haía sido real y que nada cambió entre ambos. incluso cando internamente no se sentía de aquella forma.

Dos de sus dedos intentan retirar lo máximo posible de helado de la camisa, no sin una muequita de desagrado porque ahora la mano terminaría pegajosa también. Allí es cuando Ciel le llama y le insta a moverse de aquel modo tan particular. Simon parpadea un par de veces, pero no llega a hacer mención de nada. Simplemente le sigue en silencio. Ya habían hablado por mensajes y nada había parecido extraño entre ellos... ¿Un poco incómodos? En un principio, sí, pero luego fluyeron bien. Sin embargo, ahora que estaban cara a cara el aura que les envolvía era diferente. Como si ninguno supiera muy bien cómo actuar. (Simon lo entendía, sobre todo si el contrario le rehuía a sus ojos.) “Era... mango.” Le gustaban más los helados de frutas que aquellos demasiado a base de leche. “¿Me comprarás otro para reponerlo?” Molesta un poquito, tal cual lo hubiera hecho en otro momento aunque no pudiendo recurrir a su tono juguetón usual. Ahora parecía que tenía que caminar sobre vidrios rotos. Pero, y una vez más se lo repitió mentalmente: lo entendía. Así que tan sencillo como que sería paciente y esperaría a que las cosas volvieran a la normalidad. “Explícame a dónde nos dirigimos exactamente. Sólo necesito una servilleta.” Y probablemente una camisa nueva, pues la tela se le terminaría adhiriendo a la piel. “Y... ¿Es tuyo?” Ladeó la cabeza, aun si el gesto pasaría desapercibido completamente. “No sabía que tenías un cachorro.”

A veces creía entender por qué estaba allí: Necesitaba entretenerse, quizá convencerse de que la gente de Alejandría no era la secta satánica que siempre se había imaginado. Pero, contrario a lo que había esperado, su paciencia se empezaba a agotar por el más puro sueño. Podrían no ser una secta satánica, pero sí el aquelarre más aburrido de toda la maldita isla. “Me rindo, no sé para qué estoy aquí, ni siquiera me gusta este tipo de literatura,” refunfuña mientras hace pasar las páginas con excesiva brusquedad. Está por terminar de hojear el ejemplar cuando alguien muy bien conocido entra en el campo de visión que tiene por delante. Entonces su cuerpo se tensa instantáneamente, se aferra con fuerza al libro... Y, espontáneamente, el artículo arde. La primera respuesta de Simon es soltarle. La segunda... pisotearle para extinguir las pocas llamas que tenía. “Mierda, mierda, mierda.” Si lo que había querido era no llamar la atención del mayor, eso era precisamente lo que había logrado. @dvesan

Esta vez podía decir que se había esforzado. Atendió a cada palabra, tradujo (o eso quiso creer) cada metáfora... Y aún así al final quedó con nada. “No entiendo una mierda de lo que dice,” refunfuña bajito para la persona a su lado y con ambos brazos cruzados por delante. Aquello era casi como repetir la noche del museo. Menos de cinco segundos después el público que le rodea coincide entre aplausos y vítores. “’¿Uh? ¿Se acabó? Ni siquiera-- ¿pensé que apenas comenzaba?” Mira alrededor, sin animarse a acompañar el ánimo festivo. “Olvídalo, me rindo. No sé siquiera para qué vine. ¿Hay algo verdaderamente entretenido aquí?” @riverm​

ltheo​:

cansancio se hace notar en facciones, consecuencia de noche de sueño interrumpido, y que se acentúa aún más mientras escucha interpretación de un poema que, honestamente, no comprende. ‘ deberías pasar tú luego, ’ opina, tras dejar salir un notable bostezo, en cuanto gira el rostro (apoyado contra una de sus manos) para enfrentar a su acompañante. ‘ si haces freestyle ni siquiera se darán cuenta, creo yo — podrías citar esa escena de 22 jump street y yo te hago porras desde aquí, también ’

Las comisuras se le alzaron en una mueca de... asco. Nunca le habían gustado los poemas. “No me he acercado a ti para eso, basta,” algo en su interior le decía que podría estar burlándose de sí misme; claramente el tipo de espectáculos que insinuaba eran cosas que Simon haría jamás. “Me dijeron que eres bueno con la piroquinesis, ¿no? Porque necesito tu ayuda,” entreabrió la mochilita que llevaba y mostró un libro parcialmente quemado. Simon subió los ojos con sorpresa. “Nunca he podido manipular la piroquinesis... Hasta hoy. Y no sé qué mierda hacer.”

aaerith​:

“no, lo siento, no sé nada de libros que no sean fanfiction o de wattpad” responde sin dejar de mirar la pantalla de su switch sentada en el suelo como si no pasara gente y tuviera que casi saltar sus piernas. tal vez se tendría que haber quedado en su casa. @starters7m​

“Sí, bueno, se te nota que los libros no son lo tuyo,” rueda los ojos con desdén, “te estoy preguntando por la switch. Estoy vendiendo los juegos de la mía. ¿No te interesa?”

cicl​:

          no era su intención el ingresar a la feria mientras le daba un paseo a simba, mas debió asegurar que aquella correa estuviese bien puesta y no confiar en las habilidades ajenas. can preso de su curiosidad se escabulló de su alcance ingresando al sitio y cuando el embla fue a su alcance sus pasitos comenzaron a adquirir cada vez más velocidad. corriendo como si no hubiese un mañana a simba no le importó que el sitio estaba repleto de gente, menos que ciel no fuese capaz de seguirle el ritmo. demasiado concentrado en que el cachorro no se metiera en ningún recoveco su cuerpo terminó colisionando contra el de alguiel más. choque suficiente como para que ambos terminasen en el suelo y el cachorro a unos pasos sentado observando el espectáculo como si nada fuese su culpa. “l-lo siento” murmuró totalmente apenado. 

Estaba por llevarse una cucharadita de su helado cremoso a la boca... cuando el impacto que tuvo con un segundo cuerpo hizo que su postre terminara estampándose sobre el torso. Ahora sobre el suelo, y con su tacita volcada en el piso, Simon guardó silencio. Alzó lentamente los ojos y los posó sobre Ciel. Frunció los labios. Pensó en lo mucho, muchísimo que quería quejarse.. Pero no dijo nada. Al menos nada de lo que cruzó su mente. “Está bien,” masticó las palabras con lentitud, poco a poco poniéndose de pie y sacudiéndose la tela posterior de sus pantalones. “¿Me ayudarás aunque sea a buscar algo con qué limpiarme?”