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LOS MÉTODOS DE HIGIENE MENSTRUAL:LA VERDADERA REVOLUCIÓN FEMENINA
Alexandra Caballero Guzmán
Médica, Magíster en salud sexual y reproductiva
Bogotá-Colombia
Contacto:  [email protected]
INTRODUCCIÓN
La higiene menstrual es un problema importante que afecta cada mes a las  mujeres desde la adolescencia hasta de la menopausia. El objetivo del manejo de la higiene menstrual es pasar por la menstruación sin percances como las manchas o llamar la atención indebidamente, en las mejores condiciones de higiene y que no afecte la salud[i]. En todo el mundo las mujeres han desarrollado estrategias personales para hacer frente a la menstruación, que varían de un país a otro y dependen  de sus condiciones socioeconómicas, preferencias personales, las tradiciones locales, nivel educativo, las creencias culturales y el acceso a los recursos como agua y saneamiento ambiental. Una mujer normal tendrá durante 3.000 días en promedio la menstruación, por lo que el  acceso y uso de  productos para el manejo de la higiene femenina pueden liberar  a las mujeres de la  preocupación por ocultarla y  aumentar  su participación en la educación y en el trabajo.
Menstruación
Según la real Academia Española[ii], menstruación es la acción de menstruar o evacuar la sangre procedente de la matriz, que todos los meses evacúan naturalmente las mujeres y las hembras de ciertos animales. La menstruación es la descarga del revestimiento  del endometrio, que sucede cuando la mujer ovula y no se ha embarazado, tradicionalmente se conoce como sangre menstrual, término que no es completamente cierto, porque no solo contiene  células sanguíneas, sino moco,  hormonas, células  epiteliales y células madre según las investigaciones de (Patel y colaboradores,(2008)[iii], (Rossignoli y cols ,2013)[iv] (Yang y cols , 2013)[v], además de acuerdo con los estudios Cranenbroeck y cols  en 2014[vi] la sangre menstrual tiene una mayor cantidad de linfocitos T, células NK (Natural Killers), y anticuerpos como el CD56 comparada con la sangre periférica.
Cotton candy.  Jen Lewis; Photographer: Rob Lewis.
La menstruación  es un fenómeno biológico, que hace parte del ciclo vital femenino, al que  durante la historia se le ha dado significado social, cultural  y religioso,  que ha definido normas y comportamientos de género según Barthiya en 2013[vii]. Alarcón-Nivia[viii] expone que la menstruación  en la mayoría de las culturas se asocia con  debilidad, enfermedad, impureza.  Durante siglos se les impidió a las mujeres hacer parte de las actividades religiosas y el contacto sexual durante estos días. Para las grandes  religiones del mundo  consideran la menstruación como una enfermedad o “inmundicia” todo hombre que la tocare era considerado contaminado. Las religiones musulmana, católica y judía consideran como impura a la mujer que tiene el fluido menstrual, así como la cama y cualquier objeto que ella toque durante este periodo, además prohíben las relaciones sexuales al considerarlas como fuente de impureza, y  aún en este siglo en algunas regiones rurales las mujeres son excluidas de  sus viviendas en espera de que sean purificadas.
Hasta el siglo pasado, según el mismo autor, la mujer no hacía parte de las actividades económicas durante sus días de sangrado, por lo que la menstruación era vista como una discapacidad temporal, y la mujer se quedaba  confinada al ámbito doméstico, en espera a que ésta pasara.  Aunque es un evento normal en la vida de las mujeres, aun en este contexto  se  les impedía preparar alimentos, regar las plantas, y se le atribuía toda clase de cualidades mágicas y maléficas basadas en la relación entre la sangre y el ocultismo (Ferrer, Gili, Bosch, 1999). [ix]
Métodos de Higiene Menstrual
De acuerdo con Freidenfelds [x] en el siglo XX la menstruación, se convirtió en un tema fisiológico, parte del ciclo menstrual, por lo que el tema fue dominado por los médicos, en su mayoría hombres; se estudia y es vista entonces, desde lo normal y lo anormal o patológico, las mujeres  van a los profesionales para normalizar sus ciclos menstruales, que el médico les diga que hacer, para reestablecer la normalidad.  Durante la primera y segunda guerras mundiales debido a la incorporación  femenina a la fuerza laboral,  las mujeres tienen que ir a las fábricas,  por lo que se hace necesario desarrollar métodos para la recolección de la sangre y que permitan que pasen más tiempo en sus trabajos, en las líneas de producción de armamento y provisiones. Esta situación hizo que se desarrollaran los primeros Métodos de Higiene Menstrual (MHM) con características modernas, esto es, que fueran desechables y permitieran una mayor absorción del flujo.
Para  dar solución a este problema se inventaron productos de higiene femenina  desechables  producidos en masa, aparecen en  1920 Estados Unidos las toallas higiénicas, que para entonces eran relativamente costosas, de difícil acceso para mujeres de clase media y en regiones apartadas de las grandes ciudades; eran promocionadas en medios impresos como periódicos y revistas femeninas como parte del bienestar femenino, su uso marcó un significativo cambio en las condiciones sociales y económicas de las mujeres que se incorporaron a la vida productiva.  Las mujeres rápidamente entendieron que el uso de estos productos les daba cambios positivos en el manejo de sus cuerpos y la libertad que ganaban con ello, la historiadora  Lara Freidenfelds concluyó que en siglo XX los avances tecnológicos en la higiene menstrual y el cambio en las actitudes culturales hicieron que la experiencia de menstruar fuera mejor aceptada, siendo un gran factor que favoreció la libertad femenina para poder trabajar fuera de sus hogares y acceder a la educación. Los productos para el manejo de la higiene menstrual  y su consumo cambiaron dramáticamente  en el siglo pasado según Vostral [xi], disminuyendo su espesor, incorporando pegamentos y haciéndolos parte de la vida cotidiana
La menstruación pasa entonces, a ser un tema de mercado de consumo, las campañas publicitarias usan el miedo, la ignorancia y la vergüenza de las mujeres a su sangre menstrual, para vender los productos de higiene. Sin embargo es interesante que pese al uso casi universal de estos productos de higiene femenina, no han cambiado las percepciones de las mujeres sobre la menstruación, se sigue considerando como limitante de algunas actividades físicas  como el deporte y la natación, además  de ser parte de las “desgracias femeninas”.  Las campañas de mercadeo  se promocionan en términos de “libertad” o como disminución del stress relacionado con el hecho de que se “note”, “tenga fugas”, “manche el colchón”,  “huela mal”, “no pueda ir a la piscina”, todas ellas con claras connotaciones negativas[xii] [xiii].
Los productos de higiene femenina como ya se mencionó, cambiaron durante el siglo pasado, aunque el tema del secreto, discreción y potencial vergüenza asociada a no usarlas aún prevalecen en la publicidad (Park,1996), mostrando por un lado las ventajas de su uso en términos de libertad, y las desventajas de no usarlas en términos de “quedar expuestas”; por lo que el tabú menstrual continúa teniendo una fuerte presencia en los imaginarios sociales[xiv]. La mayoría de las niñas reciben la información de estos productos en avisos publicitarios, pero no conocen cómo se utilizan, qué precauciones deben tener, las posibles reacciones adversas y otro tipo de recomendaciones porque la publicidad no lo informa, los cursos de educación sexual generalmente no mencionan el tema y los padres cuentan con escaso conocimiento científico, para poder orientarlas en el tema (Bobel, 2006)[xv].
Las toallas higiénicas  y protectores diarios son  hechos de celulosa  blanqueada  o materiales sintéticos, con químicos desodorantes para aromatizar y películas plásticas para retener la sangre[xvi], son las más conocidas y populares, gracias a la facilidad de uso y adquisición son percibidas como inofensivas por las mujeres, aunque se reportan problemas como irritaciones vulvares y alergias asociadas a los químicos [xvii] [xviii] [xix].  Se ha reportado la presencia de dioxinas en algunas toallas sanitarias, aunque su absorción no ha sido estudiada ampliamente, estudios japoneses alertan sobre el riesgo que podría representar  su uso prolongado en la salud femenina[xx].
El otro Método de Higiene Femenina de producción masiva es el tampón,  inventado en 1948 generalmente está hecho de algodón blanqueado; es promovido como el método que provee más libertad, promocionado  como” invisible”, “sin olor”, seguro, efectivo e higiénico. Este producto es usado en menor proporción, por la dificultad  para  su uso, el mayor costo comparado con las toallas higiénicas  y los prejuicios sobre el insertar objetos en la vagina, la manipulación de la sangre y el no poder ser usado siendo virgen; aunque se promociona como una alternativa más segura a las toallas higiénicas, existe la posibilidad de presentar shock tóxico y muerte[xxi][xxii] aunque hay un consenso en que este ha disminuido durante los últimos 20 años, debido principalmente a las campañas educativas para su uso seguro, en 2012 se presentaron más de 400 casos de esta enfermedad a nivel mundial[xxiii].
La Agencia de los Estados Unidos para la protección del Ambiente (USEPA) en 1998 encontró que las toallas higiénicas y los tampones eran fabricados con algodón blanqueado y que ese proceso era hecho usando dióxido de cloro y pequeñas cantidades de dioxinas (Novack, 2014)[xxiv]. El tema es tan preocupante que en el año 2014 la congresista Estadounidense Carolyn B. Maloney introdujo al congreso un proyecto de Ley para estudiar los efectos sobre la salud de los productos de higiene menstrual y dio instrucciones al Instituto Nacional de Salud (NIH) para investigar el uso de aditivos químicos como  dioxinas, fibras sintéticas y otros químicos como clorados, y fragancias y sus posibles riesgos para la salud[xxv]. Esta situación llevó a la FDA a monitorizar la presencia de una amplia lista de contaminantes en los productos de higiene, se encontraron niveles de dioxinas en materias primas y en tampones y  no se encontraron en toallas higiénicas, copas menstruales o esponjas [xxvi] [xxvii].
En 2015 el gobierno de Estados Unidos Promulgó la Ley Robin Danielson, nombrada así en honor de una mujer muerta por shock tóxico debido al uso de tampones, esta Ley  promueve la salud menstrual  de niñas y mujeres y fomenta la investigación para el uso de productos de higiene femenino sin contaminantes químicos[xxviii].
Cada año las mujeres de Estados Unidos usan aproximadamente 20 millones de toallas higiénicas y tampones.  Estos tienen un valor de más de 2 billones de dólares[xxix].  Una mujer  usa en promedio 13 productos higiénicos por ciclo, 163 por año y 6.500 toallas o tampones en su vida fértil, estos tienen un gran impacto ambiental y económico especialmente en mujeres en condiciones de pobreza o áreas rurales[xxx].
Los movimientos ecologistas de los años 1990 se preocupan por el daño ambiental que producen estos dispositivos desechables, inician campañas para que las mujeres utilicen productos de higiene amigables con las mujeres y con el medio ambiente, naturales y reutilizables como esponjas marinas, toallas de tela reusables, y una pequeña copa de “silicona” que recoge internamente la sangre conocida como la copa menstrual, hacen parte de la  nueva gama de opciones (Stewart,Powell, Greer, 2009)[xxxi] .
Conclusión
El manejo de la menstruación es un tema de derechos humanos, justicia social y libertad femenina; es imperioso cambiar los imaginarios sociales que la asocian con desecho, impureza y vergüenza; cuando las mujeres aprendan  y valoren el contenido real del flujo menstrual, sus potenciales usos médicos y en terapias regenerativas; conozcan las diferentes opciones disponibles para su manejo, con sus ventajas y desventajas, puedan tomar decisiones informadas, basadas en la evidencia científica se resignificará la menstruación y su manejo, pudiendo ser la “Verdadera revolución femenina”; pero para que esto sea posible, debe haber un trabajo conjunto de los sectores políticos, educativos, económicos y de las instituciones de la salud.
“Es simple: las mujeres y las niñas tienen derechos humanos y tienen períodos. Una cosa no debe oponerse a la otra”.
“Los derechos humanos se ven afectados negativamente cuando las mujeres y las niñas no pueden manejar la menstruación con dignidad, pero los derechos también deben estar en el centro de cualquier solución”.
                                                                                                            Hannah Neumeyer, directora de derechos humanos de WashUnited.
[i] Newton VL. Status passage, stigma and menstrual management:‘Starting’and ‘being on’.Social Theory & Health[Internet]2012[citado 18 Jul 2016];10(4): 392-407.Disponible en: http://link.springer.com/article/10.1057/sth.2012.13#page-1
[ii] Real Academia Española.  Diccionario de la lengua española [Internet]2014[citado 18 Jul 2016] Disponible en:http://dle.rae.es/?id=OvZVWCY
[iii]Patel A, Eulsoon P, Kuzman A. Multipotent menstrual blood stromal stem cells: Isolation, characterization, and differentiation. 2008. Cell Transplantation 17 (3): 303-9.
[iv]Rossignoli F, Caselli A, Grisendi G,et al. Isolation, characterization, and transduction of endometrial decidual tissue multipotent mesenchymal stromal/stem cells from menstrual blood. 2013 BioMed Research International  : 901821-14..  Disponible en:http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3626323/?tool=pmcentrez
[v]Yang L,  Li X, Zhao H, et al . Efficient induction of pluripotent stem cells from menstrual blood. 2013 Stem Cells and Development ;22 (7): 1147-55.
[vi]Cranenbroek, B. van, M. E. A. Spaanderman, R. R. Scholten, J. Donckers, O. W. H. van der Heijden, J. H. Schutten, R. G. van der Molen, M. ter Meer, and I. Joosten. 2014. Menstrual blood closely resembles the uterine immune micro-environment and is clearly distinct from peripheral blood. Human Reproduction 29 (2): 303-14.
[vii]Bhartiya A. Menstruation, Religion and Society. International Journal of Social Science and Humanity [Internet] 2013 [citado 15 Oct 2015];3 (6):523-27. Disponible en:
http://search.proquest.com.ezproxy.unbosque.edu.co/docview/1441426061?pq-origsite=summon
[viii] Alarcón-Nivia, Miguel Ángel. Algunas consideraciones antropológicas y religiosas alrededor de la menstruación.Rev Colomb Obstet Ginecol56 (2005): 35-45. Disponible en: http://www.scielo.org.co/pdf/rcog/v56n1/v56n1a05
[ix] Ferrer V, Gili M, Bosch E. Mitos y realidades en torno al ciclo menstrual: análisis de la sintomatología asociada.Estudios de Psicología [Internet]. 1999 [citado 7 Oct 2015];20 (63): 21-32. Disponible en:
http://www.tandfonline.com.ezproxy.unbosque.edu.co/doi/pdf/10.1174/02109399960256739
[x]Freidenfelds, Lara. 2009. Modern period: Menstruation in twentieth-century America. Baltimore: Johns Hopkins University Press.
[xi]Vostral, Sharra Louise. 2000. Conspicuous menstruation: The history of menstruation and menstrual hygiene products in america, 1870--1960.ProQuest Dissertations Publishing.
[xii]Cattaneo, Jessica Serena. 2000. The relationship between menstrual ideology and practice in the lives of women in south-western ontario.ProQuest Dissertations Publishing.
[xiii] O Bryen J.Encyclopedia of gender and society.  London : SAGE Publications, Inc. 2009; 549-53
[xiv]Park SM. From sanitation to liberation?: The modern and postmodern marketing of menstrual products. Journal of Popular Culture 1996 Fall;30(2):149-168.
[xv]Bobel C. “Our revolution has style”: Contemporary menstrual product activists “Doing feminism” in the third wave. Sex Roles [Internet].2006 [citado 21 Oct 2015];54 (5): 331-45. Disponible en:
https://www.umb.edu/editor_uploads/images/cla_d_o/Our_Revolution_has_Style_Bobel_2006.pdf
[xvi] https://www.accessdata.fda.gov/scripts/cdrh/cfdocs/cfcfr/cfrsearch.cfm?fr=884.5425
[xvii]Wilhelm D., P. Elsner, H. L. Pine, and H. I. Maibach. 1991. Evaluation of vulvar irritancy potential of a menstrual pad containing sodium bicarbonate in short-term application.The Journal of Reproductive Medicine 36 (8): 556-60.
[xviii] Farage, Miranda, Peter Elsner, and Howard Maibach. 2007. Influence of usage practices, ethnicity and climate on the skin compatibility of sanitary pads.Archives of Gynecology and Obstetrics275 (6): 415-27
[xix]Fujimura, Tsutomu, Noriko Sato, Yutaka Takagi, Atsushi Ohuchi, Hironori Kawasaki, Takashi Kitahara, Yoshinori Takema,  and Ronald L. Rizer. 2011. An investigator blinded cross-over study to characterize the cutaneous effects and suitability of modern sanitary pads for menstrual protection for women residing in the USA. Cutaneous and Ocular Toxicology 30 (3): 205.
[xx]Ishii, Satoko, Ritsuko Katagiri, Toshiyuki Kataoka, Mitsuhiro Wada, Shigeo Imai, and Kanji Yamasaki. 2014. Risk assessment study of dioxins in sanitary napkins produced in japan. Regulatory Toxicology and Pharmacology : RTP 70 (1): 357-62.
[xxi]Schuchat, A., and C. V. Broome. 1991. Toxic shock syndrome and tampons. Epidemiologic Reviews 13 : 99-112.
[xxii]Gupta, S., A. Sahdev, S. Forsythe, P. Wright, and R. Wray. 1994. Tampon-induced toxic shock syndrome.Postgraduate Medical Journal 70 (827): 669-75.
[xxiii]Dixit, Shreya, Gayle Fischer, and Carola Wittekind. 2013. Recurrent menstrual toxic shock syndrome despite discontinuation of tampon use: Is menstrual toxic shock syndrome really caused by tampons? The Australasian Journal of Dermatology 54 (4): 283-6.
[xxiv]Novack S.. Are your menstrual products poisoning you? 2014National Journal Daily.
[xxv] http://www.theguardian.com/commentisfree/2015/apr/20/tampon-safety-research-legislation
[xxvi]http://www.fda.gov/ScienceResearch/SpecialTopics/WomensHealthResearch/ucm134825.htm
[xxvii] http://www.fda.gov/MedicalDevices/Safety/AlertsandNotices/PatientAlerts/ucm070003.htm
[xxviii] https://www.congress.gov/bill/114th-congress/house-bill/1708
[xxix] http://www.theguardian.com/commentisfree/2015/apr/20/tampon-safety-research-legislation
[xxx] Beksinska M. Better menstrual management options for adolescents needed in South Africa: What about the menstrual cup?.  South African Medical Journal 2015; 15 (5): 331-40
[xxxi] Stewart K, Powell M, Greer R. An alternative to conventional sanitary protection: Would women use a menstrual cup? J Obstet Gynecol. 2009;29:49–52.
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La copa menstrual: una gran desconocida
Alexandra Caballero Guzmán
Médica, Magíster en salud sexual y reproductiva
Bogotá-Colombia
Contacto:  [email protected]
La experiencia de la menstruación es parte inherente a la vida de la mujer, no es común  referirse a ella o a las problemáticas económicas, ambientales y de salud que presenta su manejo. La ONG Wash United  propuso el 28 de mayo como el Día mundial de la higiene menstrual. Este es un primer paso para llamar la atención acerca de los tabúes y criterios sociales y culturales con respecto a la menstruación, así como promover su manejo como aspecto fundamental en  la educación sexual integral de niñas y jóvenes. Aquí, una interesante y valiosa reflexión en torno a la copa menstrual, una gran desconocida, sus pros y contras.
La menstruación es una realidad biológica que no debería limitar la vida o las actividades cotidianas, menos aún, para que la mujer sea “puesta en evidencia”, dado que es un fenómeno  normal en la vida reproductiva de la mujer. Sin embargo, esta “normalidad” fisiológica tiene  significados negativos que le han atribuido la cultura y la sociedad (House, Mahon & Cavili, 2012); aún en la época actual persisten el estigma, la vergüenza y el silencio, que hacen que los temas relacionados con el manejo de la higiene menstrual no sean habituales (Ahmed y Kabita, 2008). La posibilidad de realizar las actividades diarias y la manera de afrontar los diferentes aspectos de la vida femenina están relacionados con la seguridad, la comodidad y la confianza que resultan del manejo adecuado de la menstruación(Sumana y Colaboradoras 2015). Por lo anterior, el desarrollo de metodologías modernas, reutilizables y novedosas, que respondan a estas problemáticas en términos de comodidad, discreción, higiene y economía son necesarias  permitirles la libertad de realizar sus actividades diarias sin temor a ser verse expuestas, la posibilidad de practicar deportes y tener relaciones sexuales sin problema; esto es que puedan disfrutar de su vida plenamente sin que la menstruación sea un impedimento.
La higiene menstrual tiene en el mercado para su manejo diferentes  productos, entre ellos se encuentran: métodos desechables como toallas higiénicas, tampones de algodón o de fibra de bambú y los reutilizables como toallas de tela, ropa interior absorbente, esponjas marinas y las copas menstruales (Sumper y Torondel, 2013). El mercado de la higiene menstrual es muy lucrativo; en Estados Unidos, por ejemplo, se venden aproximadamente 20 millones de toallas higiénicas y tampones al año, con un mercado de más de 2 billones de dólares (Maloney, 2015).
La fabricación del tampón comercial y de la toalla higiénica tiene un gran impacto ambiental. El 60% del peso de una toalla higiénica corresponde a pasta fluff, proveniente del cultivo de pino; estas plantaciones eliminan parte del bosque tropical. Para hacerse una idea, en Argentina, al año se usan 10.140 toneladas de pasta fluff en toallas y tampones, que generan residuos en 3.380 millones de toallas y tampones. (Felitti, 2016). Las toallas higiénicas y protectores diarios son hechos de celulosa blanqueada o materiales sintéticos, con químicos desodorantes para aromatizar y películas plásticas para retener la sangre, son las más populares y las que son mejor percibidas como inofensivas por las mujeres, aunque se reportan problemas como irritaciones  de la vulva femenina asociadas a los químicos. Se ha reportado la presencia de dioxinas en ellas, aunque su absorción no ha sido estudiada. De otra parte, la disposición final de productos como toallas higiénicas y tampones genera una gran cantidad de material de riesgo biológico no reciclable, no biodegradable que contribuye a la contaminación del medio ambiente y que se disminuiría en gran medida con el uso de métodos reutilizables; esta situación, además desde el punto de vista sanitario presenta un riesgo  para las personas que manipulan estos desechos y más aún si se tiene en cuenta que podrían tener enfermedades de transmisión por vía sanguínea como la hepatitis B o el HIV (Sommer,2015).
Con respecto a los aspectos económicos, una mujer usa en promedio, trece productos de higiene por ciclo, esto es  163 por año y 6.500 en su toda su vida fértil. Estos costos tienen un impacto en la canasta familiar, y  no son tenidos en cuenta de manera rutinaria. Si se tiene en cuenta el valor de estos productos, afecta negativamente a aquellas en condiciones de pobreza o áreas rurales, quienes por falta de recursos económicos, al no poder adquirir productos comerciales, se ven obligadas a utilizar materiales como trapos o periódicos, lo que puede causarles problemas de salud como infecciones, exclusión social porque no pueden asistir a sus actividades normales (Beksinska, 2015).
¿Qué es la copa menstrual, cómo se usa?
La copa menstrual es un dispositivo de látex, silicona o elastómero termoplástico, flexible, en forma de taza, que se inserta en la vagina para recolectar la sangre, y se mantiene en su lugar por succión (Segen's Medical Dictionary). Aunque desconocida, no es una invención reciente, las primeras patentes de estos dispositivos intravaginales hechos de caucho, se dieron en 1932 en Estados Unidos; en la década de 1980 se fabricaron en látex, pero se presentaron alergias que obligaron a descontinuarlas; en el Reino Unido en 1998 se patentaron las primeras copas de silicona médica hipoalergénica. En el último decenio, han aparecido en diferentes formas y tamaños de acuerdo con los distintos cuerpos y cantidades de flujo; en los últimos años se ha incorporado materiales como el elastómero termoplástico. Este dispositivo ha evolucionado, por ejemplo  la copa Looncup tiene un sensor que recopila información sobre la cantidad de líquido en ella y le informa a la mujer a través de una aplicación.
El material flexible del que está hecho la copa permite insertarla en la vagina de forma comprimida; esta se ubica el cuello del útero y se acomoda a su alrededor. Una vez allí, por un mecanismo de succión, queda sujeta por lo que no hay peligro alguno de que se desplace. Se recomienda vaciarla cada 6 u 8 horas. Para retirarla, se toma por el cabo, que queda expuesto en la vagina, se presiona el fondo de la copa para liberar el vacío y se retira. Puede lavarse con agua y a final del uso en cada periodo, se esteriliza con agua caliente. Un estudio en niñas nepalesas mostró que la  satisfacción con el uso de la copa mejora con el tiempo, encontrando una satisfacción del 98 %, luego de 6 meses de uso continuo, ya que  este es el tiempo que  se considera como la curva de aprendizaje (Oster, 2011).  La copa requiere de tiempo para que la mujer conozca su cuerpo, el dispositivo y logre adquirir la experiencia necesaria para usarla con confianza; algunas mujeres manifiestan inquietudes para realizar su lavado en baños públicos, pero realmente no es necesario hacerlo entre vaciados; basta con tener las manos limpias y eliminar  completamente su contenido antes de reinsertarla nuevamente.
Además de su practicidad al uso y de su ventaja costo-beneficio, la copa menstrual es un método de higiene femenina seguro y saludable.  Un estudio realizado con 406 mujeres en Estados Unidos (North y Oldham, 2011) demostró la seguridad de la copa menstrual. En él, se realizaron exámenes ginecológicos, colposcopia, uroanálisis, pH vaginal y Gram de flujo cada mes y durante un periodo de tres meses. Se encontró que no hubo modificaciones en la flora vaginal por microorganismos asociados con vaginosis bacteriana (G.Vaginalis, Cándida A y Bacteriodes); los niveles de Lactobacilus se mantuvieron en niveles normales, y el examen pélvico, la colposcopia y pH vaginal no mostraron alteraciones.  
La copa, un dispositivo transformador
La principal ventaja de la copa menstrual es que su uso resignifica la menstruación. La principal queja femenina es la molestia que implica el tener que usar toallas higiénicas o tampones, la posibilidad de  “mancharse”,  de que “se note”, el mal olor y las limitaciones físicas y sociales que conlleva; con el uso de este método claramente  se tiene una  mejoría en esta experiencia; además de que produce un cambio en la autopercepción del cuerpo femenino ya que al ser un dispositivo insertable, obliga a quien la utiliza a explorar y conocer sus genitales; cuanto más se usa, más confianza se adquiere, y según muchas usuarias, la relación y el concepto de la sangre menstrual se transforman, llegando a aceptarla con total naturalidad, lejos de tabúes y limitaciones culturales.
La copa tiene muchas ventajas; por ser un método intravaginal, no se ve, no tiene olor, es discreta y puede ser empleada hasta por doce horas continuas. Así mismo, el balance normal de la flora vaginal no se altera; ya que la sangre menstrual se recoge dentro de la copa, y por eso el fluido no entra en contacto con las bacterias de la flora vaginal, lo que disminuye la posibilidad de presentar flujos vaginales. La copa permite, además, realizar actividades acuáticas y deportivas de alto impacto de manera segura. Cuando la copa se inserta de manera adecuada, “no se siente”; las mujeres que la utilizan, relatan mejoría en la movilidad, facilidad de uso, sensación de limpieza y mejoría en la confianza y privacidad al no dejar rastros delatores cuando se realiza el cambio en los baños públicos.
El African Population and Health Research Center (APHRC) en Kenia, como parte de un programa para mejorar la calidad de vida de las mujeres, realizó campañas de donaciones de copas menstruales para niñas y sus madres en regiones rurales en el 2010, con el fin de mejorar el manejo de la higiene menstrual. Las adolescentes y mujeres que la usaron, encontraron con el uso de la copa menstrual una mejoría en su situación económica al no tener que destinar dinero en otros métodos de higiene; destacaron una mayor sensación de higiene, y manifestaron una mejora en la asistencia escolar, así como la disminución de consultas médicas por irritaciones y flujos vaginales. Así, el uso de la copa brindó a las mujeres la oportunidad para abordar temáticas relacionadas con la salud sexual y reproductiva y como una puerta para el acceso a servicios de salud en relación con la detección del cáncer cervical, infecciones de transmisión sexual o enfermedades relativas a la salud reproductiva.
Una copa tiene una vida útil de hasta diez años, por lo que es el método de higiene femenina más costo-eficiente y respetuoso con el medio ambiente.  Este método además, permite el desarrollo de un pensamiento ecológico femenino, en que además de las ventajas económicas, derivadas de su uso, plantea una responsabilidad personal ambiental frente a la producción de los métodos de higiene tradicionales y la disposición de sus desechos.
Su desventaja: La falta de conocimiento
La principal desventaja que tiene la copa menstrual es la falta de conocimiento de su existencia, debida principalmente a los profesionales de la salud, quienes no la ofrecen como un método de higiene, por cuanto este tema no hace parte de los aspectos abordados en forma rutinaria en la educación sexual de las niñas y jóvenes.  Cuando  las mujeres solicitan información, se encuentren con profesionales que no las pueden orientar adecuadamente sobre su uso, sus ventajas, complicaciones y precauciones. La falta de información científica sobre el tema, hace que en revistas como Semana, Cromos y Fucsia sean entrevistados profesionales de la ginecología que indican formas inadecuadas de uso. Por ejemplo, aconsejan insertarla en la parte baja de la vagina, en lugar de alrededor del cuello uterino; entre las contraindicaciones mencionadas en estas publicaciones está su uso durante las relaciones sexuales, cuando esta una de las ventajas de este dispositivo, debido a que al estar el flujo contenido en la copa, no existen inconvenientes de fugas, lo que hace que las relaciones durante este período puedan realizarse, de manera cómoda para la mujer
Existen otras situaciones ya de tipo personal, que una vez conocido el método interfieren con la posibilidad de ser usada y son aquellas relacionadas  principalmente con el rechazo a la manipulación de la sangre y del propio cuerpo –pese a que mediante una buena manipulación, el contacto con la sangre se hace mínimo–; la dificultad en su inserción y remoción por desconocimiento de la anatomía y fisiología femenina, y algunas dudas para realizar el vaciado, el cambio y la higienización de la copa (Beksinska, 2015).
Otro aspecto importante es la poca posibilidad que tienen las mujeres de las zonas rurales o de poblaciones vulnerables de conocer este método de higiene. Solo las mujeres que tienen acceso a internet o a revistas femeninas la conocen; su venta es aún muy exclusiva en el país, no se encuentra en tiendas de salud ni en supermercados, su venta se limita a distribuidores por ventas web. Pareciera entonces que el mercado no quiere abrir un espacio verdadero a esta otra posibilidad de higiene femenina, y esto se puede entender por los grandes ahorros que genera en términos de su costo-beneficio; el precio promedio de una copa menstrual hoy es de $80.000, y su vida útil es de diez años, claramente eso representa una ventaja gigantesca para las consumidoras, pero no para las empresas productoras de productos de higiene femenina.
Entre los problemas que se pueden presentar por la mala utilización están la posibilidad de aparición de síndrome de shock tóxico, que es una enfermedad potencialmente mortal, causada por toxinas bacterianas que ingresan al torrente sanguíneo (Mitchell, 2015) y el riesgo de producir endometriosis o adenomiosis (Stacey, 2003), cuando  se supera las doce horas continuas, sin el debido vaciado del flujo menstrual.
En defensa de su uso y promoción
El manejo de la higiene menstrual es un tema no sólo biológico, tiene profundas implicaciones sociales, culturales, económicas y hasta de carácter ambiental que lo hace un tema de  especial importancia y que es poco abordado, pese a ser una situación universal y que afecta la calidad de vida de las mujeres durante su vida fértil.  La falta de conocimiento de opciones diferentes a las tradicionales no permite que las mujeres puedan decidir libremente si optar por un método desechable o reutilizable como la copa menstrual, por lo que es fundamental que la sociedad en su conjunto sepa de su existencia, sus ventajas, desventajas y recomendaciones de uso.
La copa menstrual es un método efectivo y seguro; teniendo la precaución de vaciarla cada seis u ocho horas, se evitan las posibles  consecuencias negativas. Los profesionales de la salud deben estar al tanto de este nuevo método de higiene a fin de poder orientar y atender las inquietudes de las mujeres que usen este dispositivo. Otro aspecto de interés son aquellas mujeres en estado de vulnerabilidad económica o social; en los mercados donados para las emergencias por desastres naturales o civiles no se tiene en cuenta este método de higiene, que podría ser una solución efectiva para las mujeres afectadas, y podría además, ayudar a paliar las desigualdades socioeconómicas relacionadas con el género. Además, tiene un alto impacto favorable para el medio ambiente al ser reutilizable y no generar desechos que tardan muchos años en ser biodegradados.
La copa menstrual es un método de higiene femenino moderno, reutilizable, económico, amigable con el medio ambiente, que permite a las mujeres hablar sobre el tema, empezar a cambiar los preconceptos sobre la menstruación y construir una relación personal, íntima y única con sus cuerpos y su sangre. Sin duda, la copa menstrual puede brindar grandes ventajas en la calidad de vida, salud sexual y en la economía femenina. Se hace necesario entonces que la comunidad universitaria y los profesionales de la salud la conozcan, y de esta manera, se le ofrezca a las mujeres la posibilidad de conocer este método para la gestión de su menstruación, de modo que cada una decida si usarla o no, basada en información científica y de acuerdo con sus preferencias.
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