Pues ya ha salido nuestro último libro. Aquí podréis encontrar cuentos de hadas macabros, búsquedas de críptidos que dan sentido a la vida y mujeres de cuyos cuerpos brotan multitud de setas. Todo protagonizado por personajes LGTBQ+ y con el cambio climático como monstruo. ¿Qué más queréis?

Recordando a la Susan Sontag escatológica.

El 29 de septiembre a las 19:00 estaré en la librería Espai Llavors de L'Hospitalet de Llobregat moderando esta charla entre Layla Martínez y Sarai Herrera, autoras de los libros «Carcoma» y «La genealogía del ciervo», respectivamente, y también de dos de los relatos que aparecen en esta antología que publicamos en Horror Vacui. Yo hablaré poquito, que las protagonistas son ellas. Venid a vernos.

Simone Weil

Cuaderno de alucinaciones

5 de abril de 2023

Mido mi estado de ánimo por el tiempo que dedico a pensar en el suicidio. Si no estoy mal, no suelo dedicarle tiempo. Un poco mal: unos minutos al día. Triste: media hora. Triste y decepcionado: más de una hora al día. Hundido en el abismo: paseos nocturnos por los puentes de mi barrio.

Podría decir que llevo un tiempo triste y decepcionado, pues, aunque pienso bastante en el suicidio, no he vuelto a merodear los puentes de mi barrio desde hace al menos unos meses. 

Me parece cuanto menos curioso esa obsesión con los puentes. Es algo como muy literario. A falta de un revólver en la cabeza o en el pecho, un último salto al vacío. Como Paul Celan. Claro que Celan, como es bien sabido, sufrió el infierno de los campos de concentración, ¿cuál es el mío? 

En el fondo lo sé, pero cuando uno intenta comparar el espanto de su propia biografía, por terrible que parezca, al horror supremo de la de otras, no puede sino sentir cierta vergüenza. Aunque, ¿fue realmente la experiencia de los campos lo que acabó con la vida del poeta? 

Justo ahora, mientras escribía esto, ha venido a mi memoria aquel escritor rumano, Ilarie Voronca, que, en plena II Guerra Mundial, convencido de haber encontrado la fórmula para ser feliz mientras luchaba en las trincheras, empezó a escribir un ensayo al respecto que llevaba por título Pequeño manual de la perfecta felicidad. Tras vencer la guerra, viajó a su país de origen, donde fue aclamado por su valor en combate y por sus obras literarias. Tres meses después de eso, volvió a París y se suicidó, dejando su manual inacabado. Si fue por la experiencia traumática de la guerra, ¿cómo es posible que en ese momento se sintiera tan feliz? ¿Acaso al reformular sus horrores les dio el poder para asesinarlo? ¿Fue volver a la vida normal, a la hipocresía, a la falta total de sentido lo que le hizo matarse? ¿Quién puede saberlo? 

Es fácil descender a los infiernos; noche y día sus oscuras puertas están abiertas de par en par; pero volver a subir, desandar el camino y restituirse a un aire superior... he ahí el reto, la tarea.

Virgilio

Te molesta/incomoda que la gente reblogee anotaciones de tus diarios?

Me da lo mismo. Las entradas del diario que comparto son lo bastante ambiguas como para no sentirme del todo desprotegido y, al mismo tiempo, sé que quien quiera malinterpretarlas, las malinterpretará. Al final, comunicarse es también correr el riesgo de ser malinterpretado.

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Pongo por aquí esto también. Es el nuevo libro de la editorial. Nos ha costado sangre, sudor y lágrimas reunir a algunas de las mejores y más siniestras autoras del panorama español para realizar el libro. Espero que os interese :)

Cuaderno de alucinaciones

19 de febrero de 2023

Me desperté recordándote. Abrí los ojos y me sentí muy débil, muy triste, muy solo y recordé que tu carne ya no estaba en este mundo. Vino a mi memoria aquel barranco donde jugábamos, aquella cicatriz en medio de esa barriada maldita que nos marcó con tanta violencia. Te invoqué porque un día compartimos la misma herida, esa que terminó contigo y que a mí me mantiene suspendido en una vida que no quiero vivir. Muchas veces durante estos meses he sentido el peso de llevar tu tumba a cuestas, como el que lleva el cadáver de una quimera de la que no puede ni quiere desprenderse. Recuerdo que una vez me dijiste que te cortabas para poder ver esas heridas invisibles que te destrozaban por dentro, para materializar su existencia y no volverte loco; que toda aquella sangre era como memoria hecha líquido. Yo no tenía miedo. Las veía y te preguntaba por los motivos, por el dolor, por su profundidad. Hablábamos de aquello como podríamos haber hablado de cualquier otra cosa. Eso era lo que más te gustaba de mí, que, a diferencia de los demás, yo no te tenía miedo. Hoy pienso que si tus restos pudieran sangrar, me echaría a tu lado, te abrazaría y bebería de tu sangre. Quizás por la misma razón por la que tú te cortabas: para hacer visible aquello a lo que no logro dar sentido. 

Lo que tengo por leer (adquiridos en La tejedora de Córdoba):

·La literatura no es lugar para pobres. Sergio Chesán @sergchesan.

Interesante artículo en formato fanzine, editado en Piedra, papel, libros. Se analizan -y se desmienten mitos también- factores determinantes en esta sociedad capitalista a la hora de leer y escribir (clase social, nivel adquisitivo, tiempo...).

·Mujeres de pluma. Escritoras y censoras durante el franquismo. De Piedra, papel, libros.

Repaso al papel ejercido por las mujeres en la literatura durante la dictadura fascista en España.

·Cauterio, de Lucía Lijtmaer. Edita Anagrama.

Novela que presenta los problemas de dos mujeres en espacios temporales distintos: Barcelona en el 2014 y El Salem norteamericano de la caza de brujas en el siglo XVI.

Cuaderno de alucinaciones

23 de enero de 2023

A veces me sorprendo contemplando la belleza de algo que siempre estuvo ahí pero nunca vi y recuerdo que Cixous decía que somos incapaces de ver una rosa si no nos salta a la vista, que hay que fabricar una mirada para envolver y cubrir el espacio abierto por su florecimiento. Y qué difícil desactivar el piloto automático, enfrentarse a la mirada prefabricada y tratar de desensamblarla para hacer, con las piezas que nos dieron, una mirada nueva.  Sobre todo cuando uno vive agotado por el trabajo, angustiado por la pobreza y aturdido por un mundo que nos incita a reaccionar ante todo, a no perdernos nada, por poco que nos afecte, y a dar, por supuesto, nuestra opinión, también prefabricada, sobre cualquier mínimo acontecimiento.

Cuaderno de alucinaciones

5 de diciembre de 2022

Anoche, mientras era atacado una vez más por el insomnio, tuve una revelación. Hace ya un tiempo que odio la felicidad, me parece un instrumento de control social y, bajo mi experiencia, todas las personas que se declaran felices o que estás empeñadas en serlo, acaban siendo unas personas asquerosas y crueles a más no poder. Hasta ahora podía entender por qué las personas que la desean son tan crueles: no hace falta sino ahondar un poco en la filosofía Mr. Wonderful y su velado llamamiento a conseguir lo que quieres pasando por encima de todo el mundo y a culpar a los sufrientes de su dolor. Pero me faltaba la pieza que explicara, contrariamente a lo que muchos filósofos han pensando a lo largo de la historia, por qué las personas que se perciben felices o que se sienten felices son tan crueles. Y la razón principal es que, una vez saboreada la felicidad, harían cualquier cosa con tal de no perderla. Con cualquier cosa quiero decir que son capaces de ignorar el dolor de los demás, de hacer como que no existe, de cambiar por completo, de reordenar todo el mundo de sus afectos, de escupir a quien dirigieron palabras de ternura poco atrás, etc., tan solo por mantenerse ahí, por atesorar su felicidad y dormir sobre ella como un dragón sobre una montaña de oro. Es por eso que la felicidad está irremediablemente maldita.  

Cuanta más clara conciencia tenía del bien y de las cosas «bellas y sublimes», tanto más me hundía en mi cieno y tanto más capaz me sentía de sepultarme en él definitivamente. [...].  Entonces me roía interiormente. Me roía, me desgarraba a dentelladas, bebía largamente mi amargura, me saciaba de ella de tal modo, que al fin experimentaba una especie de debilidad vergonzosa, maldita, en la que saboreaba una verdadera voluptuosidad.

Fiódor Dostoyevski. Memorias del Subsuelo. 

Por cierto, a principios de año (voy muy desactualizado, sí), la editorial Piedra Papel Libros me pidió esta adaptación de un artículo que escribí para convertirlo en un fanzine. Como el fanzine sí que es para pobres, solo vale 1,50€. 

Tengo esto un poquito abandonado, pero hace ya unos tres meses que sacamos el segundo libro de la editorial. Se trata de «Desquiciada», de Juliet Escoria, una autoficción muy crítica con el sistema psiquiátrico estadounidense y que refleja con bastante crudeza el disciplinamiento al que se ven sometidos los cuerpos de las mujeres en la adolescencia.