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31/08/2010 - 04/07/2013 - 10/07/2013 - 01/01/2017 - 06/04/2017
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23/12/2012 - 09/05/2016 - 04/04/2017 - 21/07/2017
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19/01/2014 - 28/10/2014 - 08/10/2016
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04/09/2011 - 21/04/2016
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23/12/2012 - 28/12/2014 - 17/06/2017
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04/05/2014 - 11/11/2015 - 04/05/2017 - 28/05/2017 - 18/10/2017
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24/01/2017
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30/03/2013
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26/02/2010 - 19/10/2014 - 14/10/2017
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16/01/2013 - 12/03/2014
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31/03/2013 - 13/06/2013 - 02/02/2015 - 13/08/17 - 02/09/17
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Salvando Las Distancias
Para encarar el desarrollo de este trabajo, se busca un disparador conceptual de índole relativamente personal, pero que, a la vez, permita un reflejo efectivo en el observador de la obra. Se parte de una circunstancia personal: El hecho de tener dos hogares, y el tránsito entre ellos, tarea rutinaria, repetida hasta el hartazgo por años, en la cuál atravieso gran parte de la ciudad (ya que ambos hogares están en barrios muy distanciados, uno céntrico y otro periférico), y la desconfiguración del lugar que eso plantea.
Se plantea, entonces, un recorrido largo (de 15,1 kilómetros según Google Maps), pero con un relato acotado, y que se desarrolla en dos capas paralelas: Una física, tangible, la del libro, y una virtual, intangible, que se va atando al libro a lo largo del desarrollo del mismo, por medio de la utilización de códigos que conducen a las distintas plataformas que albergan el resto de los contenidos de la entrega (como esta versión “completa” del ensayo, por ejemplo).
De la misma manera que Ana Claudia García plantea que las instalaciones son lugares dónde se presenta un espacio practicado, que se antepone a la idea de no lugar (tan propia, también, de entornos urbanos como el analizado), el planteo aquí es tomar un lugar que se encuentra totalmente despojado de “identidad”, ya que lo uso de manera puramente funcional, intentando atravesarlo lo más rápido posible, y revertir dicho proceso.
A través de un enfoque flâneurista, la idea es cambiar el punto de vista, y realizar el recorrido que usualmente se efectúa de manera totalmente automática con muchísima más atención al entorno y al detalle, sin limitaciones temporales, buscando adoptar el rol de un paseante urbano, en una posición crítica a la urbanización descarriada, y dotando de identidad dichos lugares. Se busca “salvar las distancias” que separan los dos hogares y, en una suerte de lectura personal, el buscar en esas distancias una suerte de significado mayor, metafórico, a lo que implica esa separación, ese distanciamiento familiar, no necesariamente desde una lectura melancólica o triste, si no, más bien, de lo que implica una vida contemporánea en estas circunstancias, visibilizando una situación de carácter extremadamente común, pero que, aún así, se suele negar en cierta forma.
Resumiendo, se busca pasar del rol de un mero pasajero en tránsito por las avenidas de una ciudad, al rol de un observador comprometido, con una visión particular, y que sea esta misma visión la que genere una resignificación del lugar, la que le devuelva identidad.
El partido conceptual, podría resumirse entonces en la frase “salvando las distancias”, que titula el libro, por la ambigüedad que la misma propone: La de querer funcionar como conciliación entre dos partes (rol que yo siento personalmente que adopto en mi vida cotidiana), y la de querer, en el sentido más literal de la palabra, “salvar” el espacio que existe entre estos dos lugares, sacándolo de su carácter de no lugar, y dándole una nueva “alma” a través del proceso de paseo y registro por el mismo. Y, a través de este proceso personal, se busca un poco activar la “memoria colectiva” de la que habla Arguiles al referirse a las instalaciones: Busca colocar al espectador en una suerte de posición crítica, a través de la cuál, si la obra consigue llegarle, se haga los mismos planteos, o similares, a los que yo me hice al analizar este espacio.
Ya adentrándonos en el carácter algo más técnico de la obra, pero sin dejar de lado lo conceptual, me parece interesante para esta etapa traer tanto conceptos de Flusser como de Machado, y también algunos relativos a la muestra de Pastorino, ya que en torno a ellos es que se diagramará la bajada gráfica del trabajo. De Flusser me interesa tomar la idea de programa, y ver como ella aplica a la fotografía móvil. Los celulares, por defecto, traen una serie de posibilidades bastante limitadas, y un programa bastante simplificado. Pero el aparato resulta totalmente capaz, y es a través del uso de distintas aplicaciones que se puede tomar un control mucho mayor del mismo (que nunca resulta total, porque el programa del celular, tanto desde su aspecto físico como informático, tiene limitaciones que no es posible sortear mediante el uso de apps, pero sí es posible “estirarlo”). De Machado, me interesa la idea de que la fotografía funciona como símbolo, ya que no es una huella fiel, indicial, literal, de la realidad, si no que existe en un plano más de representación, en la que se introducen determinados elementos (como barridos, colores poco fieles, o demás) que no existen en el mundo físico. Y de Pastorino, me interesa el juego que realiza, mezclando un imaginario puramente figurativo con elementos para nada figurativos, producto de dichos “defectos” de la fotografía que nombra Machado, y que él sabe usar a su favor.
La idea, entonces, es, por un lado, jugar con estos defectos, que en la fotografía móvil cobran otras dimensiones. Se busca llevar el programa al máximo, tomando el mayor control sobre la fotografía que el aparato permita (esto es, usar aplicaciones que permitan fotografiar manualmente, realizar enfoques sumamente cercanos, la utilización de lentes especiales para permitir diversos efectos ópticos, y demás). Y se busca dar una mirada personal, más allá de todo esto.
De lo charlado con La Ferla, rescato profundamente la idea de jugar con la percepción háptica, con lo no figurativo. Es la idea, en el recorrido, hallar tomas dónde el objeto en cuestión deje de identificarse como tal, y sea más la sensación física de la observación lo que guíe la percepción. Se busca salir del plano figurativo, a través del uso de técnicas como las nombradas en el párrafo anterior, como por el uso de planos extremadamente cercanos.
Este tipo de tomas buscan, en cierta forma, reconfigurar la mirada, y aportar a lo planteado al comienzo de darle identidad al lugar: En el acto de observar desde un punto de vista que “nadie” observa usualmente, se pretende hallarle un nuevo sentido a ese recorrido, y deshacer el proceso por el cuál el mismo perdió su identidad en primer lugar.
“Deconstruir la imagen para reconstruir el camino”, que sería la otra cara del partido conceptual, la cara más pesada. A través del acto “terrorista” de destruir la imagen, de sacarla del plano de lo entendible, y de convertirla en una suerte de vehículo de sensaciones más viscerales, se busca generar una conexión mayor con quién se adentre en el libro, al desafiarlo constantemente. Dicha conexión luego servirá de puente para, en la instancia digital, presentar imágenes del pasado sacadas en los mismos lugares. Las mismas, de carácter ya figurativo, buscarán mostrar la otra cara del relato: La cara humana, la cara más emocional, la cara de las relaciones (presentes y pasadas), y la cara “del autor” en la cuestión.
El uso de los datos de geolocalización servirá para la construcción de dicho relato, en el cuál las fotos seguirán una linealidad en base a su posición en el mapa, e irán reconstruyendo, de esta manera, dichas identidades: Por un lado, en el libro, desde el discurso de “lo inentendible”, buscando que la persona se compenetre en esas imágenes, y por el otro, en la plataforma virtual, mediante una reminiscencia permanente al pasado.
Quizás, en cierta forma, es un acto irónico: Usar la plataforma que posee miles de años de antigüedad para un planteo “vanguardista” y puramente digital, a la vez que la plataforma digital da lugar a un planteo más “tradicional” y nostálgico, dónde existen hasta piezas generadas con cámara analógica. Una inversión de roles entre el medio y el mensaje contenido.
Retomando, se busca, entonces, un contraste fuerte, ya que la foto se presenta en el libro casi deconstruída, al límite de la figuración y su existencia como tal, mientras que al lugar se lo intenta reconstruir en este mismo proceso. Y es que, justamente, el planteo conceptual aquí es que para poder reconstruir la identidad de un lugar machacado por años de tránsito, hay que deconstruir nuestra mirada sobre ese lugar. De nada sirve un análisis “fotográficamente bello” del mismo. Es necesario, entonces, plantear una mirada que se posicione en el límite de todo: Del programa, de la figuración, del significado, etcétera. De esta manera, se llamará a la reflexión sobre el lugar, ya que en sí no estoy mostrando el lugar, si no sus detalles. Y dichos detalles se hayan en una suerte de estado de ensueño, ya que no responden a nada que la persona pueda identificar claramente. Llaman a un espectador activo, que se adentre en el imaginario de ese mundo, y que se preocupe por desanudarlo. Llaman a un análisis detenido sobre la imagen. Y, que de ese análisis, se desprenda una reflexión sobre el lugar y sobre el entorno, sobre la vida en la urbe, sobre las distancias, y sobre como decidimos recorrerlas.
Y luego, en la plataforma virtual, este proceso se revierte, y el lector, ya compenetrado, se halla con el costado humano: Fotos en Tumblr que funcionan como ventanas al pasado, y relatos de índole sumamente personal situados sobre los puntos en el mapa de Google, que devuelven la humanidad que quizás se perdió en ese proceso de desconfiguración de la imagen fotográfica.
Esta multiplicidad de capas entre lo real y lo intangible de la virtualidad evoca a lo planteado por André Lemos cuándo hablaba de espacios que se generaban por sobre los espacios físicos. La idea fue generar un paralelismo, en el cuál el libro actúa como espacio físico, y Tumblr, el Mapa en Google Maps, y YouTube, actúan como una capa que interacciona con este, enriqueciéndolo, y generando otras instancias, de la misma forma que Google Maps genera un enriquecimiento sobre la capa física de la ciudad a través de cartografiar y marcar en ella lugares de interés, y de la misma forma que Pokémon Go genera espacio de intercambio virtuales para que comunidades florezcan en torno a lugares (o no lugares) que antes quizás tenían otro uso social, o no tenían ninguno. El libro intenta, con esta dualidad, generar un paralelismo, una metáfora, si se quiere, de estos procesos
En dos instancias del trabajo, se busca llevar un paso más allá la deconstrucción de la fotografía, al reemplazar determinadas fotos por las intepretaciones maquínicas de las mismas. Esto es, se le dio la foto a una red de inteligencia artificial, la cuál la intentó interpretar, y, en lugar de la foto, se colocó dicha interpretación, junto con otros datos técnicos de la misma. Esta instancia, de cualquier manera, es muy breve y esporádica, y solo se enmarca dentro de la entrega impresa, puesto cae del lado más deconstructivo de la imagen.
Finalmente, se buscó trasladar esta idea de lo háptico al audio, a través de la grabación de 5 piezas, que luego fueron expandidas en tiempo, para sacarlas del plano figurativo, y entrelazadas nuevamente con la entrega de la forma antes nombrada, en una suerte de espacio híbrido entre el planteo del libro y de las otras piezas digitales.
La ruta planteada para este recorrido sería la que efectúa el tren Mitre entre las estaciones Rivadavia y Barrancas de Belgrano, y de ahí, el recorrido del 55, desde Barrancas de Belgrano hasta Rivadavia y Puán, pasando, entre otros lugares, por Plaza Italia y Parque Rivadavia.
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Introducción
Este es el costado virtual del libro. No es una unidad independiente, ni dependiente, ni distinta, ni igual: Es simplemente una capa más, que existe en paralelo a lo tangible, de la misma manera que los puntos de interés en Google Maps existen en paralelo al terreno real. Y de la misma manera que se entraman estas relaciones entre lo virtual y lo real en la vida diaria, el libro y este costado funcionarán en paralelo, en perfecta armonía.
Bienvenido a lo virtual.
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