Tumgik
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Las clases de Rubén
Camino a mi clase de canto, me encontré con Rubén, un tipo grande y muy musculoso y ojiverde, bastante guapo.
- a dónde vas pequeño?
- Voy a tomar mi clase de canto...
- Oh vaya, no sabía que cantabas, y qué tal lo haces?
- Jajajajaja, pues muy bien, y también canto *giño*
- Pues entonces me gustaría invitarte a que formaras parte de un concurso de canto en centro del pueblo
- Me encantaría, pero... tú me tienes que ayudar
- Si claro, si quieres mañana en mi casa a las 10:00AM
- Si, por supuesto, ahí nos vemos
Al día siguiente me levanté, puse en mi mochila algunas canciones y un enema, nadie sabía lo que pasaría.
Me duché bien y luego de eso me cambié y me puse unos jeans ajustados de la parte de atrás, siempre me hacían favores esos jeans; una playera color salmón y unos tenis. De ropa interior llevaba unos suspensorios por si acaso.
Siempre hemos tendido esa tenvion sexual a pesar de que yo tengo 16 y él tiene 40. Es todo un macho y eso a mi me prendía, y sabía que a él le gustaban los pasivos dejados, seguramente era una bestia.
Llegué, toqué la puerta, y abrió un
tipo musculoso en toalla. Desnudo, solo tenía ese trapo pegado al torso que escondía un bulto muy apetecible, y unas piernas fibrosas, un trasero espectacular.
- Disculpa, apenas me iba a meter a bañar, crees poder aguardar en la sala?
- Si claro, por mi está bien, toma tu tiempo
- Muy bien, no tardo
Lo esperé unos 15 minutos, hasta que me gritó:
- Oye chico, podrías tomar una toalla grande de mi cajón rojo? En mi cuarto, está al fondo del pasillo
- Claro, ya te la llevo
- Gracias chico
Caminé por el pasillo hasta dar con una puerta café, abrí la manija y entré en aquel cuarto, me sorprendí al ver lo que había en él:
Toda clase de juguetes sexuales, un muñeco inflable para simular sexo oral y sexo anal, muchos condones, con sensación fría, caliente, con textura, vibradores, dildos, consoladores del tamaño de mi brazo... este tipo estaba loco por el placer.
Abrí el cajón rojo de uno de sus tocadores, había una toalla pero también había una caja de regalo que decía “ábrelo, pequeño” y obviamente no me quedé con la duda, había un lubricante dilatador y dos condones, y una nota que decía “úsalo cuando estés listo, niño”, inmediatamente tomé la toalla y el lubricante y los condones.
- Se puede?
- Claro chico, sin pena
Para mi sorpresa la cortinilla de la bañera estaba totalmente abierta, dejándome ver el cuerpo desnudo de Rubén, pero sobre todo, su abultado paquete, siendo tocado por el agua.
- Aquí tienes tu toalla...
- Veo que encontraste tu obsequio, pequeñín
- Oh, entonces era para mi, pues siempre eh sido un jovencito preparado así que cuando quieras...
- Te ansío desde hace tiempo, y al fin me das la oportunidad de hacerte mío, no perderé más tiempo
Cerró la corriente del agua y se secó en 5 segundos, se veía excitado, y al mismo tiempo como un animal feroz cazando a su próxima presa... yo.
Con un par de pasos me alcanzó, lo tenía enfrente y parecía que me hiba a tratar como su puta personal, bien puesta para complacer sus deseos.
En fracción de segundo me abrazó por el trasero, me levantó del suelo y me llevó directo a su sillón.
Me sacó la playera de una, yo me deshice del calzado y antes de deshacerme de los jeans, me giró y le dió una buena olfateada a mi trasero caliente, y a diferencia de mi, él se puso unos tenis, sólo llevaba eso, unos tenis y realmente se veía muy delicioso.
Yo no me quedé con nada de ropa, mis suspensorios salieron volando y no supe dónde cayeron.
Me dio un buen beso en la boca y nuestras lenguas empezaron a bailar entre sí, con la saliva caliente de él, me giró de nuevo y la untó sobre todo el agujero que estaba estrecho, pues hace mucho una rica verga no entraba.
Se sentó en el sillón con una de sus piernas sobre el recargabrazos haciendo más fácil de ver su apetecible verga rasurada y sus grandes bolas llenas de leche caliente.
Me dispuse a saborear su polla jugosa, sabia a gloria, la saliva me salía a chorros y eso le hacía sentir más placer, mi lengua jugaba con la cabeza de su falo y no dejaba de mamarsela, tomó mi cabeza, y puso sus dos piernas sobre mis hombros como si fuese su sirvienta limpiándole los zapatos.
Rubén comenzó a guiar la mamada que le estaba haciendo, me empezó a penetrar la boca como si de un culo se tratase, me lo metía y me lo sacaba, hasta que me lo metió todo, hasta la punta de mi garganta, y mis labios empapados de saliva ya tocaban sus bolas jugosas, y no pudo más... soltó toda su gloriosa leche de macho en mi garganta y no me quedó más que trágala, el néctar de su experimentada polla.
Pero el tipo quería más y más, así que me recostó sobre el suelo, me hizo levantar mi trasero y comenzó a explotarlo con su boca, fue indescriptible, se agasajaba mis nalgas rojas, se las comía a mordidas y se empapaba cada vez más de su propia saliva, su lengua iba cada vez más dentro de mi ano estrecho, y luego me montó cual caballo, se puso arriba de mi y me empezó a follar el culo, se sentía tan bien, me sentí domado, me sentí bajo su total control.
Luego de azotarme con su insaciable verga, me puso en cuatro y me sujetó los brazos, como si estuviera agarrando las riendas de un caballo, solo que esta vez eran mis brazos y no era un caballo, sino mi adolorido trasero que pedía azotea sin piedad. Me lo hizo mucho tiempo, me puso unas embestidas dignas de un verdadero hombre.
Finalmente me cargó de frente a él y me insertó su gran inyección de lefa, me meció fuerte hacia atrás y hacia adelante, haciendo entrar y salir se verga a punto de estallar de mi por fin alimentado ano.
- Te voy a dejar como un pavo relleno
- Bombéame con tu deliciosa manguera!
Me empezó a taladrar como loco, mis nalgas rojas tronaban contra su pubis y al fin me explotó su rico semental dentro del ano, y al sentir el placer, y al sentir mi ano estrecho tan estimulado, mi verga también explotó y ambos temblamos del placer de habernos tocado la piel.
Al final no ensayamos pero lo disfruté, y al salir solo recibí un buen apreton de nalgas de su parte, había dejado a ese macho satisfecho, él necesitaba a un hombre pasivo y sumiso que se dejara maltratar por un macho y así lo hice.
En la noche recibí un mensaje de Rubén que decía “dejaste tus suspensorios en mi casa, pásate pronto por ellos, igual y te los puedes probar para mi, pequeña” sabía lo que significaba... tendría a Rubén dentro de mi más de una vez.
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