Tumgik
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La Exquisita
Precio: 1,50 euros
Hoy vamos con otro gran clásico de Málaga. La Exquisita abrió sus puertas en 1934 y, al menos desde que yo tengo uso de razón, siempre ha sido sinónimo de calidad en la ciudad. Hace poco abrieron una tienda nueva en la Avenida de la Aurora y, como el otro día pasé por delante, decidí que había llegado el momento de afrontar esta esperada cata. Esperada especialmente por mi querido Julián, que me recomendó la palmera de chocolate de La Exquisita hace ya casi dos meses.
Una tendencia que me he encontrado desde que comencé estas entradas, y en la que probablemente más de una haya reparado, es que, por norma general, las mejores palmeras suelen ser las más caras. 2,70 euros la de Casa Mira, 2 euros la de Ávila, 1,50 euros la de DAZA teniendo en cuenta que es pequeñita... Lo bueno sale caro, que dirían en la televisión. Y, sin embargo, de vez en cuando nos encontramos casos como el de La Exquisita, en el que la calidad no está reñida con el precio.
La palmera de chocolate de La Exquisita está muy buena. El hojaldre está inconfundiblemente en su punto y, a diferencia de muchas de las mejores palmeras que he probado hasta el momento, esta no tiene regusto a mantequilla, sino más bien a caramelo. En este sentido, es un hojaldre ligero, que casi se deshace en la boca. Cubriéndolo, tiene una capa de chocolate glaseado que, francamente, no le hace un gran favor. Soy consciente de que habrá personas que prefieran este tipo de chocolate que parece tener una pátina de azúcar glas por encima, pero yo no estoy dentro de ese equipo. El resultado es un chocolate muy dulce y sin amargor alguno que, aunque está bueno, no crea contrastes, no toma riesgos, no plantea nada divertido. Y es una pena, porque otro tipo de chocolate sobre semejante hojaldre podría montar una auténtica fiesta de sabores a la que todos estaríamos invitados.
Pese a esta diatriba sobre el chocolate glaseado, lo cierto es que la palmera de chocolate de La Exquisita está como su propio su nombre. Mi queja, por llamarla de alguna forma, es más un lamento por el qué podría ser, que un reproche real. Estamos ante una palmera estupenda que, si bien no consigue llegar al olimpo de los hojaldres chocolateados, al menos sí que ofrece una merienda deliciosa y relativamente ligera.
Nota: 8/10
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Casa Mira
Precio: 2,70 euros
¿Vosotros sabíais que Casa Mira tenía palmeras de chocolate? Yo tampoco. Para los que ni siquiera conozcan el nombre, Casa Mira es una de las heladerías con más solera y mejor reputación de toda Málaga, con varios locales repartidos en distintos puntos del mismísimo centro de la ciudad. Entre sus credenciales, por ejemplo, está el ofrecer uno de los mejores helados de naranja con chocolate del mundo. Lo que yo no sabía es que, además, tenían palmeras de chocolate. Y menudas palmeras.
Lo primero que salta a la vista al poner sobre el plato el dulce de Casa Mira es que... bueno, morfológicamente hablando no es exactamente una palmera, o al menos no una canónica. De hecho, me resulta difícil no pensar a Keroppi, la rana de Hello Kitty, al mirarla. En serio, buscad a esa rana y decidme que no se parece. Dicho lo cual, no podría importarme menos la forma que tenga una palmera de chocolate si está buena. Y como voy a intentar articular lo mejor posible en los próximos párrafos, esta está tan disparatadamente deliciosa, que me la comería aunque tuviese la forma de un colon irritado.
Con solo ponerle las manos encima a la palmera de Casa Mira, ya sé que me va a gustar. El chocolate mancha. Los dedos se te quedan negros de chocolate al darle un pellizco y romper un trocito. Y eso es muy buena señal. El sonido que hace al romperse también es portador de buenas noticias: indica que el hojaldre está en su punto y que tiene la consistencia perfecta. Tests de tacto y oído superados.
Doy el primer mordisco y antes de darme cuenta estoy dando el segundo. Primero viene el sabor del hojaldre: dulce, con pinceladas de mantequilla y caramelo. Luego el del chocolate, tan amargo como se le intuye en la fotografía, pero mucho más delicioso de lo que una imagen puede insinuar. Y por último llega la combinación de ambos sabores, que bailan encima de mi lengua y juntos secuestran mi sentido del paladar. No quiero parecer exagerado, pero estoy escribiendo estas palabras y se me está haciendo la boca agua. Me gustaría decir que es broma. Pero no lo es.
Como ya he comentado alguna que otra vez, para escribir estas entradas normalmente me como solo media palmera de chocolate. La mayoría de ellas me duran un par de días, salvo que sean bastante pequeñitas, como las de DAZA. La palmera de chocolate de Casa Mira no es que me haya durado un día, es que me he comido un par en 48 horas. Y todo gracias a mi querida suegra, que no solo me ha descubierto que Casa Mira hace palmeras de chocolate, sino que además tuvo el buen ojo de comprar dos, por si acaso estaban tan buenas como parecían. Vaya si lo estaban.
Nota: 10/10
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Panadería el Mimbre
Precio: 1,80 euros
El Mimbre es una franquicia con mucha representación aquí en Málaga que, por lo que veo en su web oficial, cuenta con más de una docena de tiendas en la provincia. Es de esperar que para crecer hasta semejante tamaño es necesario ofrecer un mínimo de calidad. Y así es. La palmera de chocolate del Mimbre es otro ejemplo de manual de lo que hace ya unas semanas bautizamos como "palmera de merendeo".
El hojaldre de la palmera de chocolate del Mimbre está crujiente, el chocolate es sabroso, y el conjunto funciona a la perfección. Es un dulce eficiente, que cumple con su misión de endulzar el paladar y alegrar el día sin problemas, pero sin alardes. Es una palmera que, si se la pones por delante a las visitas, se la comerán con gusto, pero nadie preguntará de dónde es. Una palmera discreta.
Como siempre que comento una de estas palmeras buenas pero que no sobresalen, quiero hacer hincapié en que está rica. Que no sea memorable no quiere decir que no merezca la pena. Si estás pasando por delante del escaparate y te apetece algo dulce, lo más probable es que termines satisfecho. Otra cosa es que quieras hacerte un regalo en forma de palmera de chocolate, en cuyo caso, pues bueno, hay opciones mejores a menos de 300 metros.
Nota: 7/10
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Supeco
Precio: 1,49 euros
La palmera de chocolate de Supeco está envuelta en un plástico transparente estampado con varias pegatinas. En una pone el precio, que es el que he escrito un poco más arriba. Y en otra, la que más me llama la atención y me hace sonreír delante de la sección de bollería del supermercado, sencillamente pone "hecha aquí". ¿Qué quiere decir "aquí" en el contexto de esta palmera de chocolate? ¿Hecha en Málaga? ¿En Andalucía? ¿En ese mismo Supeco? La respuesta, a juzgar por la tercera pegatina en la que indica que se ha empaquetado ese mismo día, es que "aquí" quiere decir España, porque viene de Madrid. Parece que hoy en día hasta las palmeras de chocolate quieren huir de la capital. No las culpo.
Denominación de origen al margen, la palmera de chocolate de Supeco está sorprendentemente buena. Me ha pasado lo mismo que me pasó con la palmera del Día, que esperaba una basura infecta y me he encontrado con un dulce más que decente. En esta ocasión, es cierto que el hojaldre no está particularmente crujiente, pero lo compensa con un baño de chocolate sabroso que ya quisieran para sí muchas de las panaderías que he comentado en entradas anteriores.
Venía con ganas de escribir tres o cuatro párrafos muy negativos sobre cómo la calidad general del Supeco se plasma a la perfección en su palmera de chocolate. Pero me temo que no va a poder ser. En su lugar me he topado con una estupenda palmera de chocolate de merendeo, con un tamaño lo suficientemente grande para alimentar a una familia numerosa durante al menos dos tardes. Y todo ello por el precio de un brócoli. Al menos eso es justo lo que cuesta el brócoli en la frutería de debajo. El romanesco es ligeramente más caro, pero dura más, es más bonito y está igual de bueno.
Nota: 6/10
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Eroski
Precio: 1,49 euros
El otro día comentaba por aquí la gran cantidad de palmeras de chocolate del Eroski que he comido a lo largo de mi vida, fruto de ese ritual compartido con mi padre consistente en ir hacer la compra todos los sábados a primera hora de la mañana. Debido a que ya soy un adulto más o menos funcional e independizado, hemos dejado de llevar a cabo ese ritual. Lo que no ha impedido que mi señor padre me leyese y me regalase una palmera de chocolate del Eroski, por los viejos tiempos.
El mero tacto de esta palmera de chocolate me despierta tantos recuerdos como incomodidades. Por un lado, soy capaz de verme a mí, con dieciséis años, engullendo este dulce de proporciones titánicas como si mi fin de semana no pudiese empezar hasta que no quedase una sola miga. Y por otro lado, su tacto pringoso y blandurrio me da una bofetada de realidad que me devuelve al presente a toda velocidad.
Darle un pellizco a la palmera de chocolate del Eroski no es fácil. Repito, intentar arrancar un trozo de palmera con los dedos es realmente difícil. El "hojaldre" está tan blando, tan chicloso, que tengo que RETORCERLO para poder arrancar un pedazo. Es absurdo. Ninguna comida debería tener esta textura.
Cuando por fin consigo separar un jirón de palmera de chocolate, sin pensarlo dos veces, me la llevo a la boca. Y ahí vuelvo a verme, en la cocina de casa de mis padres, con un Nesquik encima de la mesa y este chicle de hojaldre y chocolate en la mano. Mastico un poco y empiezan a llegarme los sabores. No está buena. No está particularmente mala. Diría que las he probado peores. No con peor presentación, eso sí, pero sí con peor sabor.
Una parte de mí, la racional, quería tirar a la basura la palmera de chocolate del Eroski tras el segundo bocado. Pero la verdad es que me la comí entera. No de una sentada, claro, pero sí a lo largo de dos días en los que pude disfrutar de nostalgia gastronómica y chicle hojaldrado con ligero regusto a chocolate a partes iguales.
Nota: 3/10
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Pastelería DAZA
Precio: 1,60 euros
Como se puede apreciar en la fotografía, la palmera de chocolate de la Pastelería DAZA es muy pequeña. Gracias a que siempre uso el mismo plato para la foto, es fácil comprobar que tiene un tamaño algo más reducido que la palmera del DIA, de la que escribí unas líneas moderadamente positivas hace tan solo una semana, y que solo cuesta cincuenta céntimos. Por suerte, no estoy buscando la palmera más barata, sino la que está más buena. Y hoy tenemos una firme candidata a ese trono.
La Pastelería DAZA es un comercio chiquito y coqueto, con una variedad de dulces apabullante. Hacen algo que, si bien he visto en alguna que otra ocasión, es la primera vez que me encuentro a lo largo de esta segunda etapa como "crítico" de palmeras de chocolate: ofrecen palmeras de chocolate negro y palmeras de chocolate con leche. Sobre las que voy a escribir en estas líneas, como os podéis imaginar después de las turras que pego con lo mucho que me gusta el amargor del chocolate, es de las primeras.
El crujido de la palmera de chocolate de DAZA podría despertar a todo el edificio si me la hubiese intentado comer de madrugada. Es una salvajada. Por suerte la degustación tuvo lugar durante horario infantil y no hubo quejas en el vecindario, pero de verdad, el momento de partir la palmera por la mitad fue como cuando estás intentando dormir, todo está en silencio, y de pronto un mueble pega un crujido que atruena la casa entera. Ese crujido, no obstante, no es más que el heraldo del verdadero protagonista de la palmera de chocolate DAZA: su sabor.
El hojaldre de la palmera de DAZA está muy dulce, lo que quizá pueda ser un problema en la palmera de chocolate con leche... pero desde luego no lo es en la palmera de chocolate negro. El contraste es sencillamente perfecto. Ambos sabores, el dulce del hojaldre y el amargo del chocolate, se unen en una danza de placer a la que todos los sentidos están invitados. Es un equilibrio armónico, un trabajo digno de alquimistas.
Hace tan solo un par de días establecía el concepto de "palmera de chocolate de merendeo" para referirme a aquellas que, estando ricas, son completamente olvidables. La de DAZA es todo lo contrario. La palmera de chocolate de DAZA es de esas que deja su huella en el paladar, de las que tardas en olvidar, de las que quieres compartir con los demás... pero mejor no, porque es verdad que son algo pequeñitas y las quieres para ti solo.
9/10
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Panadería Confitería Inma
Precio: 1,40 euros
Se está convirtiendo en una bonita aunque peligrosa (para mi figura) tradición la de pasear con mi perro en busca de nuevas panaderías en las que encontrar nuevas palmeras de chocolate. Mi último hallazgo, bastante cerca de la Térmica, me sorprende con "palmerones" al más puro estilo "Kiki" nada más poner un pie en la tienda. Por suerte, también las tienen en tamaño persona. Y tras una breve transacción y un agradable paseo de vuelta que, en mi cabeza, contrarrestará las calorías de la palmera, me dispongo a probarla.
La de Panadería Confitería Inma es una palmera de chocolate buena, pero sin alardes. Está crujiente, es moderadamente sabrosa y el chocolate es discreto. Ya sabéis, de esos chocolates que están ahí encima, aportando lo justo y necesario. Como Lucas Vázquez: poniendo su granito de arena, cumpliendo con su cometido, pero sin llamar mucho la atención.
Muchas de las palmeras de chocolate que he estado probando últimamente siguen exactamente el mismo patrón: son palmeras buenas, de tamaño consideradle, que te dejan satisfecho y ya está. Excelentes para merendar una tarde, pero completamente olvidables al cabo de un par de días. Y, como ya llevo unas cuantas de estas y algo me dice que me voy a seguir topando con más, creo que voy a crear una nomenclatura para referirme a ellas: son palmeras de chocolate de merendeo.
De ahora en adelante, cuando me tope con una de estas palmeras de chocolate, seré mucho más breve porque francamente, igual que no tendría ningún problema en identificar la terriblemente insípida palmera de Delicia o la deliciosa palmera de Christian, sí que me costaría mucho diferenciar entre tres o cuatro de las últimas palmeras de chocolate que me he comido en las últimas semanas. Y la palmera de Inma, por suerte o por desgracia, cae en esta categoría. ¿Buena? Sí. ¿Olvidable? 100%.
Nota: 6/10
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DIA
Precio: 0,50 euros
Todos los sábados por la mañana, prácticamente desde que tengo memoria, he ido con mi padre a hacer la compra de la semana. A principios de los noventa recuerdo ir al Ecoahorro (cuando aún tenía esa simpática ardilla como mascota) y unos cuantos años más tarde al Eroski de Larios Centro. Y siempre que iba al Eroski me compraba una de sus palmeras de chocolate, que normalmente venían en un paquete de dos. Eran terribles.
Las palmeras de chocolate de supermercado, como ya pudimos comprobar hace unas semanas con el esperpéntico espécimen que me vendieron en MAS, suelen ser abominables. Las del Eroski, quizá con las que más experiencia he tenido, las recuerdo chiclosas y con enormes tropezones de azúcar, aunque está claro que eso es exactamente lo que buscaba por aquel entonces, porque repetía semana tras semana. Por eso, cuando mi querido cuñado me regaló una palmera del DIA, empecé a temerme lo peor.
Lo primero que me llamó la atención de la palmera de chocolate del DIA es su tamaño. Una de dos, o es una palmera muy pequeña, o es una palmerita muy grande. Sea cual sea el caso, lo agradezco. Tirar comida es algo que está muy feo, pero prefiero tirar a la basura una palmera de chocolate que está atentando contra mis papilas gustativas, antes que comérmela con repugnancia. Al fin y al cabo, mi estómago no tiene una bolsa de basura, el cubo sí.
Por suerte, no hizo falta abrir la papelera en esta ocasión. Para sorpresa mayúscula de un servidor y su editora (que también suele participar en las catas), la palmera de chocolate del DIA está buena. Sí, has leído bien. Yo tampoco esperaba estar escribiendo estas líneas, pero aquí estamos, declarando públicamente que la bollería del DIA, al menos el que queda cerca de mi casa, está buena. El chocolate tiene poco sabor, pero el hojaldre está crujiente, dulce y sabroso. Además, cuesta cincuenta céntimos de euro.
Quizá estoy poniendo el listón muy bajo. No lo sé. Quizá esperaba tener arcadas en el mismo momento en el que la palmera hiciese contacto con mis labios y, al no ser así, me he dejado llevar por la euforia. El caso es que la palmera de chocolate del DIA, contra todo pronóstico, está buena. ¿Qué será lo siguiente? ¿Volver a comprar una del Eroski y descubrir que, pese a lo chicloso, me siguen gustando?
Nota: 6/10
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Lidia Panadería Confitería
Precio: 1,40 euros
El otro día, de camino a comprar la palmera de chocolate de "la Kiki", vi una panadería de aspecto tradicional muy cerquita y, como ya he hecho otras veces, me hice una nota mental para volver al cabo de unos días a ver qué se cuece. Y lo que se cuecen son más palmeras de tamaños de portaviones a precio de derribo. Por mí no hay problema, total, todas me terminan durando al menos un par de días.
Como se puede apreciar en la fotografía, la palmera de chocolate de Lidia es lo suficientemente grande como para que la trabajadora considerase oportuno ponerle no uno ni dos, sino cuatro palillos. Repito. Cuatro palillos. Tal es el tamaño de la palmera de chocolate que, cuando Victoria me vio salir del local bandeja en mano, me preguntó alarmada que qué demonios había comprado. Al fin y al cabo, si algún día sufro una sobredosis de palmera de chocolate será ella la que tenga que lidiar con el problema. Mientras llega o no llega ese día, pienso seguir probando todas las palmeras de chocolate que pueda. Y no se preocupen por mi salud, que hoy para almorzar comí brócoli y espinacas. Las gallinas que entran por las que salen.
Volviendo al tema principal del texto, la palmera de chocolate de Lidia, nos encontramos ante un dulce que me recuerda a mí durante mi etapa en la ESO (Enseñanza Secundaria Obligatoria). Es una palmera de chocolate despreocupada y cumplidora, que aunque parece que va a por el aprobado raspado, al final llega la hora de la verdad y termina sorprendiendo a todos —especialmente al tonto del profesor de matemáticas— y te saca un notable. Es una palmera de chocolate muy evocadora, por si no había quedado claro.
El hojaldre está bueno y es muy crujiente. De hecho, diría que el que más migas ha dejado en el plato tras un par de pellizcos. El chocolate, como creo que se puede apreciar en la foto, no es particularmente oscuro, pero al menos tiene sabor. Es un chocolate que está rico, que consigue dejarte sabor durante unos instantes después de haber tragado. Es un chocolate, en definitiva, que funciona. Especialmente en combinación con el hojaldre.
Esto que me ha pasado con la Panadería Lidia es precisamente por lo que me encanta llevar este pequeño blog donde escribo sobre palmeras de chocolate. Es una panadería pequeña, de barrio, que no llama para nada la atención, y que está a escasos cincuenta metros de "la Kiki". Es un comercio en el que, de otra manera, no habría entrado nunca. Y hubiese sido una pena, porque sus palmeras no tienen nada que envidiar a las que se venden calle abajo. ¡Y encima estas cuestan diez céntimos más baratas!
Nota: 7/10
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Panadería Casa Kiki (Calle Gaucín)
Precio: 1,50 euros
Todos sabíamos que este día iba a llegar. "La Kiki" lleva siendo el referente malagueño en lo que a palmeras de chocolate se refiere desde hace más de treinta años. Es cierto que buena parte de su éxito se debe a la originalidad de sus palmeras, algunas de ellas del tamaño de una mesa camilla, otras con tarta de limón y merengue por encima, y otras tantas con las caras del Chiquito de la Calzada o de tu sobrino dibujadas en glaseado. En "la Kiki" todo vale. La pregunta es, excentricidades al margen, ¿cómo de buena está realmente la palmera de chocolate (normal) mas mítica de toda Málaga?
La respuesta corta es muy corta: está buena. La respuesta larga, como la propia palmera de chocolate de Casa Kiki, tiene mucha más enjundia y habla de la propia idiosincrasia de este, nuestro querido dulce orejón.
Lo primero que salta a la vista con la palmera de chocolate de "la Kiki" es su monumental tamaño. Quiero decir, mirad el plato y comparadla con algunas de las otras palmeras comentadas en el blog. Es monstruosa. Y esto no es casual. Casa Kiki es una panadería/pastelería de barrio, que comenzó en Portada Alta, se extendió a Carretera Cádiz, y con el reciente éxito de las palmeras gigantes ha conseguido colonizar nada menos que el Vialia, antiguo feudo de La Exquisita. Y la palmera de chocolate, en sí misma, es un dulce de barrio que podrá estar más buena o más mala, pero sabes que os va saciar a ti y a tu colega. Ese es su éxito original. Y ese es un éxito del que puede seguir presumiendo Casa Kiki.
Tamaño desmesurado a un lado, la palmera de chocolate de "la Kiki" es más que correcta. Cuando le pegas un pellizco, hace lo que una buena palmera debe hacer: crujir. Y cuando le das un bocado, sientes exactamente lo que una buena palmera debe hacerte sentir: satisfacción. El hojaldre está sabroso, pero sin pasarse; el chocolate está rico, pero sin tirar cohetes. Todo funciona bien. Todo está en su sitio. Es una palmera de chocolate que no puede desagradar, que difícilmente vas a comprar, morder y pensar: "he cometido un error". Es, en definitiva, un dulce que consigue sacar el máximo partido posible a los ingredientes con los que trabaja. Y de nuevo, se nota.
La palmera de chocolate de Casa Kiki no es la mejor palmera de la ciudad, pero sí que es una excelente representante de este popular dulce. El chocolate podría tener más personalidad y el hojaldre podría ser algo más fino, pero es evidente que esta elaboración no es casual. La de "Kiki" es una palmera grande, buena, bonita y barata, que puede erguirse orgullosa como la palmera del pueblo.
Nota: 7/10
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Panadería Hadavid Aromas y Sabores
Precio: 1,90 euros
Me encanta pasar por delante de una panadería/pastelería y ver que, además de muchos panes, dulces y pasteles, tienen mucha clientela comprando y haciendo cola. No solo me alegra que a personas que han tenido el valor de montar un negocio tan necesario como ese le vaya bien —al menos durante esos breves segundos en los que estoy pasando por delante— sino que me alegra pensar que la calidad de lo que ahí se vende merece no solo una pequeña inversión de dinero, sino también un poquito de tiempo esperando el turno a modo de propina.
Por eso cuando hace un par de semanas pasé por delante de Hadavid Aromas y Sabores y vi tremenda cola de personas en la puerta, me apunté una nota mental. También ayudó que todo tenía una pinta deliciosa, claro. Así que ayer, cuando volví a pasar por delante, me puse en la cola, esperé mi turno y me llevé una palmera de chocolate... y dos cruasanes y una galleta y no me llevé un pan de chocolate porque costaba casi tres euros, pero vamos, que de verdad, que todo tiene una pinta increíble.
Por desgracia, en cuanto llegué a casa, le hice la foto y le pegué el primer pellizco, comenzaron los problemas. La textura del hojaldre de la palmera de chocolate de Hadavid es mala. No es que no cruja, que sería lo deseable, es que prácticamente se dobla y contorsiona como si fuese elástica. Mala señal. El chocolate, por su parte, es de esos a los que por desgracia empiezo a habituarme: sin mucha personalidad. Es un chocolate discreto, de los que pasa desapercibido en las fiestas, de los que no elevan nunca la voz y para el día siguiente se te olvida qué cara tenía.
Hasta aquí todo mal. Pero. Como habéis podido comprobar aún no he hablado del sabor de la masa en sí y ha sido principalmente porque, pese a su textura, está buena. Tiene un sabor peculiar, que a Victoria —mi editora y alma gemela— por ejemplo desagradó, pero que a mí ha terminado por gustarme. Algo me dice que debe estar relacionado con el tipo de levadura o harina empleada en la palmera de chocolate, pero qué sé yo. El caso es que en boca el regusto es peculiar, con un punto ligeramente salado. Y, sinceramente, teniendo en cuenta la cantidad de palmeras que he probado sin chicha ni limoná, aprecio cuando una, al menos, tiene un sabor diferente.
Nota: 6/10
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Palmera de chocolate casera
Precio: incalculable
Espero no resultar de una sensiblería estomagante si digo que, si bien las palmeras de chocolate están muy bien, el amor correspondido de la persona al lado de la cual quieres despertar a diario está mejor. Mucho mejor. Por suerte, en esta fría y húmeda tarde de sábado malagueña, palmeras de chocolate y amor correspondido se han unido en un acontecimiento que, bueno, no hace sino reforzar mi pasión infinita por ambos.
La palmera de chocolate de Victoria es perfecta, como ella. Pero bueno, todos los que la conozcáis ya lo sabréis o al menos lo habréis intuido, así que intentaré centrarme en la repostería. Siento la divagación. Como decía, la palmera que hoy nos atañe es una auténtica delicia, con un hojaldre crujiente y ligero que, a diferencia de muchos otros que he probado a lo largo de las últimas semanas, tiene un sabor dulce perfectamente equilibrado.
El chocolate, puedo atestiguar, que para eso estaba presente durante la concepción del dulce, es del 51%. Y se nota. Es un chocolate con el toque de amargor perfecto para acompañar al dulzor del hojaldre. Menos amargor y la base de la palmera anularía completamente el sabor del chocolate. Más amargor y... seguiría estando muy buena, pero probablemente mataría un poco el contraste perfecto entre hojaldre y chocolate. Es un equilibrio muy difícil de conseguir, al que solo las mejores reposteras pueden aspirar. Suertudo que es uno.
Es posible, probable incluso, que esta crítica sea ligeramente más sesgada que las anteriores y las que estarán por llegar. Pero oye, la crítica por definición es algo absolutamente subjetivo y parcial —y si alguien os dice lo contrario es que os está intentando vender algo— así que me complace anunciar que estamos ante la mejor palmera de chocolate que he probado hasta el momento. Quién me iba a decir a mí que el ingrediente más importante a la hora de preparar una palmera de chocolate no era el chocolate, sino el amor.
Nota: 10/10
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Harina & Arte
Precio: 1,30 euros
Todas las palmeras de chocolate que he probado hasta ahora se venden a menos de quinientos metros de mi casa (lo cual puede llegar a convertirse en un problema muy serio), pero para comprar la que hoy nos ocupa me he tenido que desplazar la friolera de ochocientos metros. El soplo, debo decir, me lo dio mi querido cuñado, que con efecto inmediato queda contratado como ojeador oficial de La Palmera Ilustre.
La palmera de chocolate de Harina & Arte me genera dudas desde el principio. En cuanto ves las vitrinas de la pastelería queda claro que su especialidad son los cruasanes, no las palmeras. Su precio está por debajo de la media, lo cual no quiere decir nada, pero a veces sí que quiere decir algo. Y especialmente, su precio está por debajo de la media si tenemos en cuenta su gran tamaño, algo que de por sí nunca me da buena espina. Total, que me la llevo a casa, pero con el ceño muy fruncido, con la preocupación gastronómica de alguien que tuvo que tirar a la basura su última palmera de chocolate, porque ese era justo el lugar al que pertenecía.
Por suerte, si algo me han enseñado mis doscientas horas con Slay the Spire (y esta es una coñita para los que sepan de videojuegos) es a no juzgar un libro por su portada. Y la palmera de chocolate de Harina & Arte me lo recuerda al instante. En cuanto le pego el primer pellizco escucho un "crack" y veo cómo caen pequeños trozos de hojaldre y migas al plato. Me sorprendo. Se dibuja una sonrisa en mi rostro y, con la emoción del crujido, me llevo el trocito a la boca.
En cuanto empiezo a masticar se confirma lo que mis oídos me habían anticipado: el hojaldre está crujiente. Y no solo crujiente, también está bueno. El chocolate que lo recubre pasa un poco más desapercibido, pero lo entiendo perfectamente. Si mis manos hubiesen cocinado esa base, yo tampoco querría robarle protagonismo con un chocolate muy llamativo, ni demasiado amargo ni demasiado dulce. El chocolate se sienta en la parte de atrás y simplemente deja que el hojaldre conduzca. Plan perfecto.
Soy consciente de que llevo tres palmeras de chocolate en menos de una semana y voy a intentar bajar un poco el ritmo, porque esto no es sano. Dicho lo cual, cuando descubro lugares como Harina & Arte, siento que la sensación constante de empacho merece la pena. Ojalá más palmeras de chocolate tan genuinamente buenas y honestas como esta.
Nota: 8/10
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Panadería Supermercados MAS
Precio: 1,60 euros
El Supermercado MAS que hay cerca del paseo marítimo Antonio Banderas tiene una panadería-pastelería independiente que, coincidencias de la vida, está justo en frente de las ya mencionadas Ávila y La Canasta, formando así un peculiar Triángulo de las Bermudas del dulce. En principio no iba a catar la palmera de chocolate de MAS, porque al fin y al cabo se trata de una cadena de supermercados y ahí te suelen ofrecer basura recubierta de basura más oscura. Pero soy un ingenuo. Más de un domingo he pasado por esa calle y he visto solo la parte de panadería-pastelería abierta y con una generosa cola de personas esperando a comprar el pan, así que, en mi infinita tibieza mental, pensé que eso podía ser una buena señal. Qué equivocado estaba.
En mi descargo debo decir que, hasta el momento de probarla, la palmera de chocolate de Supermercados MAS no tenía mala pinta. Tamaño compacto, lo que siempre es buen indicativo; hojaldre fino, de nuevo un buen indicador de calidad; chocolate con aspecto de no estar petrificado. Todo parecía correcto. Todo parecía indicar que mis prejuicios contra la repostería de supermercado iban a sufrir un golpe que ni los de Tyson Fury. Pero no.
La palmera de chocolate de Supermercados MAS sabe exactamente a lo que la mayoría de las personas leyendo estas líneas está pensando. Sabe mal. Sabe industrial. Sabe a algo que años de evolución han enseñado a nuestro cuerpo a rechazar de forma instintiva. Además, no es un sabor repugnante que te haga escupir el trozo al suelo, no. Es algo más sutil. Es un sabor que te hace pensar: "ugh, no está buena, pero ya la he pagado, mejor sigo comiéndomela". Es el equivalente dulce a una hamburguesa de McDonalds: sabes que no es buena para ti, hay algo raro en el regusto que te deja en la boca, pero tampoco la vas a tirar, ¿no?
Pues sí, amigos y amigas, a veces hay que hacer caso a nuestros instintos. Comerte hasta el último bocado de esa hamburguesa no te va a devolver los tres euros que te ha costado, de la misma forma que terminarme esta palmera de chocolate no me va a devolver mi euro con sesenta. Por desgracia, hoy ganan los prejuicios y pierdo yo.
Nota: 2/10
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La Canasta
Precio: 1,50 euros (?)
La Canasta es uno de los grandes referentes de la repostería y la panadería malagueña. La primera tienda abrió sus puertas en 1983 y, desde entonces, han establecido numerosas sucursales a lo largo y ancho de toda la provincia, con la última de ellas a escasos doscientos metros de mi casa, compartiendo calle con Ávila, como ya mencioné hace solo un par de semanas.
La primera impresión con la palmera de chocolate de La Canasta no es particularmente buena. El tamaño es correcto— no es ni grande ni pequeña— pero el chocolate está petrificado y, todo sea dicho, no resulta apetecible: no termina de entrar por los ojos. Todos los dulces parecen la pera limonera bajo los focos amarillos de las pastelerías pero, como resulta evidente por la foto de arriba, no todos aguantan el tipo cuando llegan a casa.
Si la primera impresión no es buena, la segunda lo es menos. Le pego un pellizco a la oreja derecha de la palmera de chocolate y no hay crujido, no hay migas, no hay dedo manchado de chocolate. Es como haber pellizcado un tofu. Me temo lo peor. Como ya he dicho alguna vez: quiero que todas las palmeras de chocolate me gusten. Y por supuesto quiero que la palmera de La Canasta me guste, aunque no me lo ponga fácil.
Llega la hora de la verdad. El hojaldre es, tal como cabía esperar tras el primer contacto, demasiado tierno para su propio bien. Lo más decepcionante, sin embargo, no es su textura sino su sabor que, si bien no es desagradable, sí que pasa completamente desapercibido. Por suerte, gracias a que el hojaldre va de incógnito, el chocolate tiene ocasión de brillar. De nuevo nos encontramos ante una cobertura con cierto amargor que, como si se tratase de Messi jugando con Argentina, hace lo que puede por sacar adelante lo que cualquier otro día podría haber sido un fracaso tristísimo.
La palmera de chocolate de La Canasta me ha decepcionado. Como malagueño que desde pequeño ha ido en numerosas ocasiones a la tienda original en Avenida de la Aurora, sencillamente esperaba más. Que a ver, no es mala palmera. La Canasta no vende dulces malos. Pero cuando abres una sucursal nueva en un barrio con tanta competencia, no puedes ir a ganar 1-0. Porque ni Messi ni ese chocolate en su punto de amargor perfecto van a estar siempre ahí.
Nota: 6/10
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Panadería Ponce
Precio: 1,60 euros
Estoy seguro de que en la fotografía de arriba es imposible apreciar el tamaño absolutamente colosal y disparatado de la palmera de chocolate Ponce. Es, literalmente, el doble o el triple de grande que la palmera de Ávila, por poner un ejemplo reciente. Para algunos, los del "caballo grande ande o no ande", pueden ser buenas noticias; para otros, los que queremos comer alguna cosa más a lo largo del día, no.
El caso de la Panadería Ponce es bastante peculiar. Se trata de una panadería/pastelería pequeña que claramente lleva muchos años en el barrio y que tiene una clientela tan enorme como sus propias palmeras. No es extraño pasar por delante de su calle y ver una cola de entre cinco y diez personas esperando a entrar. Para comprar esta misma palmera he tenido que hacer cola detrás de seis personas. Lo cual, sinceramente, no solo hace que me alegre mucho por ellos sino que habla muy favorablemente del sabor de su pan. Una pena el sabor de sus palmeras.
Es curioso que Ponce y Delicia estén en la misma calle, porque además de acera, ambas comparten el mismo problema: la ausencia de sabor. Sí es verdad que las palmeras de chocolate de Ponce no son tan absurdamente insípidas y al menos el chocolate sabe ligeramente a chocolate. Pero no se puede decir lo mismo del hojaldre, cuyo sabor tristemente brilla por su ausencia. Y es una auténtica pena, porque sobre ese plato hay una auténtica montaña de hojaldre recubierto de chocolate.
Poniéndonos técnicos, el hojaldre sufre un problema bastante habitual, que es el de estar ligeramente blandito tirando a chicloso. Es algo muy extendido entre las palmeras de chocolate y a lo que no deberíamos acostumbrarnos, porque el hojaldre, aunque parezca increíble tener que recordarlo, debe estar crujientito, no tener la textura de un regaliz.
Pocas cosas me gustan más que invertir mi dinero en comercios locales. Y en Ponce, al igual que en Delicia, seguiré comprando pan o suizos, que los hacen estupendos, pero desde luego las palmeras de chocolate no son el fuerte de este barrio. Cada vez tengo más claro que el motivo detrás de esta "nueva" moda de vender palmeras de kinder, nutella, oreo, etcétera, es tan simple como que si bañas tu hojaldre en relleno de kinder, al final el único sabor que detectas es el del kinder, por lo que ya puedes sustituir el hojaldre por cartón pluma, que a ver quién es el guapo que se da cuenta.
Nota: 5/10
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Confitería La Delicia
Precio: 1,20 euros
Como ya mencioné en una de las entradas anteriores, actualmente vivo en la conocida barriada malagueña de las Delicias, por lo que era inevitable que al menos una de las panaderías/pastelerías de la zona se llamase "La Delicia" o algo muy similar. Por desgracia, y aunque me pese porque la verdad es que me caen muy bien, la palmera de chocolate de La Delicia es de todo menos deliciosa.
A simple vista, lo cierto es que esta palmera de chocolate me resulta apetecible. Ya he comentado que normalmente, cuanto más imperfecta y asimétrica, más me gustan. Por eso, supongo, voy con altas expectativas. Cuando la pellizco para coger un trozo —nunca le peguéis un bocado directamente a la palmera entera, por favor, que sois personas, no caballos— y la escucho crujir, mi optimismo permanece intacto. No es hasta que me la llevo a la boca que empieza la decepción.
El hojaldre no sabe a nada. El chocolate no sabe a nada. La palmera de chocolate al completo no sabe absolutamente a nada. Es como si de repente la palmera te contagiase COVID, te arrebatase todo rastro de los sentidos del olfato y el gusto, y tuviese la decencia de devolvértelos al instante, en cuanto sueltas el dulce al plato. Es algo que roza lo sobrenatural, lo incomprensible.
Al principio pensé que bueno, quizá sencillamente estaba ante una palmera de chocolate baja en azúcar, pero claro, entonces al menos el chocolate estaría amargo, como a mí me gusta. Este chocolate no está ni dulce ni amargo, simplemente no está. Es decir, está ahí porque lo ves, porque está tiñendo de negro el hojaldre, pero si la cata fuese a ciegas estoy seguro de que no tendría ni pajolera idea de qué estoy comiendo.
Ojalá todas las palmeras de chocolate me gustasen, pero si bien la Confitería La Delicia tiene muchas cosas buenas, como sus boniatos asados o sus pestiños, las palmeras de chocolate no entran dentro de este grupo. Es curioso, al final la sensación que deja esta palmera pasada unas horas es como la de las películas de Marvel: si tenía algo bueno, ya se te ha olvidado.
Nota: 4/10
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