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Sintió la delicada mano de su bellísima novia temblar y eso enterneció su lado más humano al tratar de entender ese miedo cuando lo normal en las bodas es una novia sonriente. Momota podía hacerse una idea sobre lo que era para una chica criada como asesina el estar parada en el altar con un largo vestido blanco y frente a la presencia de una dama de ceremonias como Tojo. Maki Roll tenía miedo de lo que vendría porque casarse con alguien no es cosa de todos los días y menos pactar un futuro juntos.
“Maki Roll…” presionó la mano con una gentileza caliente que esperaba la calmara y borrara ese temor. “Voy a hacerte feliz, ya lo verás. Por eso no quiero que dudes ni un minuto más…nuestro tiempo es aquí y ahora” de una pequeña fuente tomó el anillo de oro con el cual iba a unir sus vidas. “Con este anillo, yo Kaito Momota, juró amarte en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la juventud y en la vejez…hasta el día que me muera” con cuidado colocó la alhaja en el anular y lo movió hasta asegurarlo. “Te amo, Harumaki. Te amo, Maki…”
Tojo no esperaba que algo así fuera a resultar, el evento en si, mas era sabido que Momota podía tener su lado serio a veces. Punto aparte, le resultaba algo gratificante el ver una escena así resultar en final feliz y sin interrupción alguna. “Habiendo así sellado su destino juntos, en el nombre de aquel que me confirió el poder para unirlos…”
Con su diestra hizo una particular seña en el aire, “En el nombre del padre, del hijo, y del espíritu santo” Con ambas manos cerro el libro donde claramente no había ningún guion escrito. “Yo los declaro marido y mujer”. Fuera de instinto dio una reverencia ante los recién casados, antes de decir “Puede besar a la novia”
El calor de la mano de Momota fue como una canción de cuna para dar paz a su agitado corazón. Tenía miedo por un paso tan grande en su vida y por lo que vendría pero ese miedo no podía ser mayor que su amor por el astronauta.
Pensándolo mucho mejor, finalmente levantó su mirada roja hacia los enormes ojos alegres del hombre espacial que la adoraba hasta la muerte y pudo recordar (entre toda esa confusión de sentimientos) lo mucho, mucho y mucho que ella también lo amaba.
Sabiendo eso la sonrisa de a poco se formó en su boca, bajando un poco la vista pero ya no por miedo sino por un mero gesto de tranquilidad. Los dedos dejaron de ser rígidos y dejó que su futuro compañero de vida colocara la alianza para hacerla suya hasta el último de los días. Entonces fue el turno de Maki para dar tanto la respuesta como para proceder con la ceremonia.
❤ } – “ …Acepto”– adiós a temer y pensar en lo peor. Quería a Momota y eso era todo lo que necesitaba saber. En silencio tomó la alianza más grande y la acercó al astronauta para colocársela. – “Y tú, Momota Kaito, ¿me aceptas?”– en la salud como en la enfermedad, en la riqueza como en la pobreza, en todo, hasta el último día.
Finalmente ella había recobrado la tranquilidad y se había decidido por dar el gran paso. No podía mentirse diciéndose que no estaba ansioso pero así como su sonrisa podía tener efectos únicos en la querida niñera, lo mismo le pasaba cuando la veía bien.
“Maki Roll…” admiraba el valor de Maki para sobreponerse a su pasado y sacar fortaleza de lo malo. Momota creció teniendo una vida feliz, llena de cariño y amistades, le costaba mucho ponerse en los zapatos de su amada, y aunque lo lograba suavemente estaba seguro que su imaginación no podría ser nunca una copia 100% acertada de la realidad. Aun así (con esas faltas) si estaba convencido de poder darle un tiempo feliz a su lado, por lo que ya no quiso esperar más y respondió a la preguntas. “No querría a ninguna otra persona” ella era única y como tal iba a reconocerla siempre, siempre y siempre como la mujer de sus sueños.
Mientras las palabras de la santa cerraban la unión, el astronauta tomó con ansias a la novia por los hombros y se le acercó hasta poder sentir su aliento. Este era el momento que esperó a lo largo del día y en cada segundo, desde que apareció la idea hasta verse los dos en el altar.
“…Voy a estar siempre contigo, mi amor…” se le acabaron las palabras. De a poco fue cerrando los ojos y juntando su boca con los suaves labios de la rosa salvaje que acababa de reclamar como suyo de aquí al día de su muerte.
○ Hilo Anterior ○ Orden: Saihara, @xcallmedictator, @nindread-fatalis
Las campanas resonaban con armonioso compás marcando el tiempo presente. La luz traspasando con su prisma refulgente los coloridos vitrales superiores. El hábito blancuzco nevado de la santa como obra central frente al altar. Y el oscuro breo de las telas sobre un fondo opuesto, luciendo a juego con las hebras juveniles sobre la cabeza. Estaba ahí, esperando como se le atribuye a los novios que deben de entregarse en matrimonio con el destino. La conjunción de todos los ornamentos dispuestos para un único momento.
⊰☆⊱ ──“…” ──sumergido en el mutismo, se preguntó a sí mismo cuáles eran los sentimientos que tenían que colmarlo mientras velaba por la llegada de su querido. Nunca en la vida se imaginó dar los votos y menos con una entidad en extremo diferente. Amoríos que devienen en extravagantes romances hasta que juran a los ojos de Dios, creyó que escenario así no viviría nunca por propia decisión, mas era ahora –el hoy– que se hallaba en cuerpo con las vestiduras de un verdadero novio y supo –lo supo– que era real.
ㅤAún no podía asimilar del todo lo que estaba ocurriendo, lo que ocurriría, lo que se venía en breve, el corazón le ganó y era un hecho, mas no estaba arrepentido en lo más mínimo de haber aceptado sin berrinches, ansioso estaba, como cualquier otra persona, pero seguía siendo el mismo de siempre. Tan “el mismo de siempre” que incluso siendo algo tan importante aquella boda, aceptó vestir prendas no esperadas con la intención de sorprender a su futuro esposo.
ㅤPasos firmes por la alfombra tendida en el piso dio.
ㅤ Si bien en un inicio se veía ligeramente avergonzado resultó ser algo fugaz, y recobró rápidamente la compostura. Torso cubierto en tela otoman lucía, con un fino escote transparente con encaje de flores y pedrería, esta vez nada cubría su cuello, tela a cuadrillé que normalmente cubría este, brillaba por su ausencia; a la altura de la cintura un moño del mismo material marcaba el fin de esta tela y el inicio de la delicada y voluminosa tela tul que finalizaba en una cola de capilla, reposaba sobre hebras moradas el velo y llevaba un blanco ramo de flores en mano, efectivamente lucía como “una bella novia” todo gracias a Shirogane. Moría de ganas de ver la reacción del joven que esperaba por él, le gustaría ver la reacción de los demás, pero su atención estaba en aquel joven.
ㅤEl breve, pero sin prisas, llegó a un lado del novio, extendiendo su mano para tomar la de este, dedicándole una de sus típicas sonrisitas y sin importarle la seriedad del momento, se acercó a él para así susurrarle.
ㅤㅤ「♚」⨟ ─Diría que Saihara-chan parece un príncipe.~ Pero en realidad sería como un rey.~ los príncipes y princesas tendrán que salir de nosotros, ¿No.~?
ㅤEra de esperarse que tuviera aún ese comportamiento algo juguetón, pero una vez dicho ello, tomó ligera distancia y dirigió su mirada a la chica frente a ambos sin borrar su sonrisa.
Como era de esperarse, mas no haria comentario al respecto, sentia algo simil a la paz al ver a aquellos polos opuestos bajo la misma luz sagrada frente a aquel efimero altar. Limitandose a abrir ‘la biblia’ para poder asi recitar aquello que daria por hecho lo, quizas, inevitable.
“Sin mas preámbulos, dare inicio a la ceremonia”
Aclarando su voz, la sacerdote Tojo sujetaba con ambas manos un rosario de distinguido morado y azul oscuro, lo cual no era casualidad, puesto era parte de todo lo que estaba pasando en el momento. “Hoy estamos aqui reunidos para unir a estas dos almas en sagrado matrimonio, Shuichi Saihara, y Kokichi Ouma”
Tal y como iba el guion, “Dispuestos a estar el uno al lado del otro, a pesar de cualquier adversidad que el destino les depare, para bien o para mal, en la salud y en la enfermedad, en la esperanza y en la desesperacion”
Levantando la mirada para ver a la pareja, esbozo una fugaz sonrisa antes de asentir hacia su dirección, “Pueden recitar los votos de matrimonio si asi lo desean”