Cuatro

Mi infancia fue bastante normal, por lo menos la primera parte de ella.

Cuando tenía 5 años mis papás se separaron, lo que no causó un gran impacto en mi vida en su momento. Me fui a vivir con mi mamá y mis hermanos a una casucha pero estabamos bien, yo estaba bien.

El distanciamiento que tuve con mi papá no fue muy grave ya que de por sí no lo veía mucho. No tengo muchos recuerdos de él antes de la separación, solo la de un día en particular.

Vino a nuestra pieza, en la que dormía Juan (el mayor), Ale (el del medio) y yo (las más chiquita), y nos empezó a contar un cuento para dormir o por lo menos esa fue su primera intención ya que lo único que logró fue despertarnos más con todas las boludeces que decía. Me acuerdo que le pedía que contara como si fuera todo rosa, una de mis primeras obsesiones las manifesté con los colores.

La historia no tenía sentido pero era divertida. Cada pedido que le hacíamos para que apareciera en la historia, él las seguía al pie de la letra, creo que para vernos felices.

Ese día lo tengo como el último recuerdo de ellos juntos. No me acuerdo de la mudanza, del día que nos dijeron que se separaban, no me acuerdo de haberlo despedido, no me acuerdo de nada. Tengo un vacío entre ese recuerdo y vivir en la casucha.

Tres

Siento el contraste de luz al ver que ésta está iluminada con el sol.

El cuarto está lleno de vida, esa vida que se siente a mitad del día, cuando todos están almorzando, menos yo que recién me levanto.

Comienzo mi rutina: café, galletitas dulces, videos. No cambia nunca, no importa el momento del día, siempre lo empiezo igual. Puede variar el tipo de vídeo que veo aunque últimamente se tratan sobre asesinatos, casos sin resolver y misterios.

Me sumerjo en esas historias como si fuera parte de ellas, un protagonista secundario que tiene el poder de contarlas desde su punto de vista pero no el suficiente como para volver atrás y cambiar la historia.

Creo que así me siento en realidad, un personaje secundario en mi propia vida pero me estoy yendo por las ramas. Necesito expresar lo que me motivó a escribir desde un principio y para eso tengo que retroceder un poco.

Dos

Todos los días lo mismo. ¿Para qué voy a levantarme si siempre es igual?

Ya es el tercer día consecutivo que me planteo quedarme en la cama, con la única excepción de levantarme para ir al baño. Diría que estoy en una etapa depresiva pero no es eso, es vagancia. Pura y estúpida vagancia que no me quiere, y la verdad no quiero tampoco que me deje ir. Cómo siempre, termino levantándome. Ir al baño, lavarme la cara, por los dientes ya ni me molesto. Vuelvo a la habitación a oscuras. Miro con gran cariño a la cama antes de dejarla a mis espaldas para ir hacia la cocina.

Uno

Contengo mi sonido al llorar para no despertar a mi amada que está acostada al lado mío. Todavía no supero la muerte de mi hija pero no puedo mostrarme débil sabiendo que ella lo vivió de una manera peor.

Pensar que hasta hace 2 meses las cosas marchaban bien, pero tuvo que venir ese desgraciado a terminar con nuestras vidas.

Doy vuelta la almohada para que no se sienta la humedad de mis lágrimas y me levanto para ir al baño, no sin antes mirar a mi mujer para confirmar que no me escuchó.