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Cuándo niña
Cuando niña solía mentir para evitar que mis padres me dieran con el cinto, no me portaba mal pero me gustaba salir a jugar con los amiguitos de la cuadra y durar horas fuera de casa. Hoy de adulta, sigo mintiendo pero ahora lo hago para poder vivir.
Cuándo niña tenía inquietudes, hambre de saber y aprender muchas cosas, tenía sueños y anhelos, en ellos no incluía la vida que hoy tengo; más sin embargo puedo decir que he sido arquitecta de mi propio destino.
Ahora que soy una mujer madura, he comprendido muy bien que los sueños no se pierden solo se postergan, el hambre de saber y aprender es mi día a día aún sin una preparación académica, que mis inquietudes no son las de cuando niña, pero son interesantes y las demás cosas las estoy viviendo conforme pasa el tiempo. Pero nunca he dejado de perseguir mis anhelos, esos siempre serán los mismos, ser feliz.
Cuando niña, no sabía lo que significaba toda esa revolución dentro de mi, los latidos del corazón, el cosquilleo en el sur donde un día dijo mi mamá que debía cuidar como lo más preciado y esa mirada que muchos miraban en mi, como si estuviera diciendo algo en silencio.
Hoy he crecido, ya se lo que significa la revolución de emociones, los latidos del corazón y ese cosquilleo que un hombre no pasa desapercibido, y eso que era más preciado le dió paso a la concepción de un hijo durante 9 meses y fue lo más increíble que pude haber tenido, hoy las miradas suelen decir lo mismo pero ahora si tiene una repercusión, ellos echan a andar la imaginación con simplemente mirarme y eso algunas veces me halaga y otras me hostiga.
Cuando niña no tenía malicia en mi cabeza, la inocencia era parte de mi existir, la única quizá en mi generación que era ajena a sus propios alcances en cuanto a pensamiento, actitud e ingenuidad.
Ahora me gobierna la maldad, pero la apasionada la que gusta a los hombres, la que se convierte en lujuria y lascivia pero, con toques de inocencia para hacerlos enardecer más.
Cuando niña viví a destiempo, la adolescencia fue una etapa crucial, actuaba sin pensar, sin miedo, era más valiente para expresar lo que sentía y quería.
Hoy no me queda más remedio que callar y omitir mi forma de pensar, de ver las cosas en las cuales no siempre estoy de acuerdo, pocas veces he defendido mi convicción, hoy medito demasiado las cosas antes de hacerlas, ya no soy tan valiente como antes, solo un poco para mantenerme de pie.
Cuándo niña, buscaba mil motivos y pretextos para permanecer fuera de casa, el tiempo me era insuficiente para poder jugar todos los juegos y convivir con las amigas.
Hoy en día, ya no salgo ni a la esquina, estoy tan cansada del trabajo y la cotidianidad que lo único que hago es llegar a casa y tumbarme en la cama, dormir por horas porque siempre tengo sueño, despertar y volver a dormir más.
Cuándo niña, pensaba en el futuro, lo que sería de mi en este tiempo, me preguntaba si, lograría todo lo que en ese momento estaba soñando e idealizando y, entre tantas preguntas era si sería feliz.
Ahora pienso más en el pasado de cuando era niña y lo único que dolía eran las cuerizas que me daba mi mamá, los raspones al caer, en estos tiempos el dolor es más interno, melancólico, del alma. He logrado medianamente lo que soñaba, lo demás era una fantasía, y las cosas que idealicé no fueron las mismas que pensé. Hoy idealizo personas y situaciones que no han sido del todo satisfactorias pero que dejaron un aprendizaje importante.
Cuando niña, mi primer ilusión de amor fue a los 11 años cuándo un adolescente me robó mi primer beso, la sensación fue indescriptible en su momento que solo podía sentir como aceleraba mi corazón.
Ahora que soy toda una mujer, me guio por la química antes de llegar a ese nivel, me hice selectiva después de una ilusión, uso mi intuición para saber que es real y busco márgenes de error para no volverme a equivocar.
Cuándo niña, empecé a escribir la historia de mi vida día a día, no había momento en que mi pequeño diario de hojas de color hecho por mi no tuviera un fragmento de mis aventuras cotidianas, dónde incluía ese beso que me robaron a los 11 años y que aceleró mi proceso de transición de la niñez a la adolescencia, anécdotas escolares y los problemas familiares que había en casa, la familia nunca será perfecta y si lo es, sólo es hipócresia.
Si mi madre no me hubiera encontrado mi pequeño diario, hoy a mis 44 años continuaría escribiendo mi autobiografía, narrando aventuras, momentos de alegría y amargura, secretos nunca antes revelados de mi verdadera esencia, la persona que fui que soy y seré antes que el destino me diga hasta aquí.
Cuando niña lidiaba con unos demonios llamados infelicidad, insomnio y soledad, la incomprensión me llevaban a mirar el botiquín de la casa con mucha curiosidad, me imaginaba y si?
Había tanto ruido tanta soledad que no sabía a qué lado hacerme, ya no era tan social, había perdido el interés por los juguetes, y las amigas ya me parecían algo sosas e infantiles. Había crecido demasiado rápido, eramos de la misma edad pero yo ya pensaba diferente. Me gustaba estar y a la vez escapar, todo cuanto tenía y quería era solo por un instante, luego huía y me refugiaba en el vicio del silencio, un walkman, mis audífonos y mi pequeño diario de colores, que sabía todo de mi.
Hoy en día esos pensamientos suicidas han quedado atrás, tengo un motivo que vale la pena para renacer y volver a vivir, retomar aquellos sueños postergados, tomar el teléfono y decirle a quién lo merece
-¡te amo! Disfrutar de la vida y sus placeres, sonriendo luchando a cada instante por permanecer fuerte y poderosa.
Cuándo niña todo es más fácil, no hay drama, lloras, te enojas, lo olvidas, lo superas y continúas con tu vida.
Siendo adultos es más difícil superar el drama, todo duele más de lo normal pero ya no somos unos niños, somos lo que un día soñamos cuando jugábamos, dejamos de lado esa inocencia, la ingenuidad de nuestras sonrisas, aunque nunca dejamos de ser niños, lo que un día queríamos ser cuando fuéramos grandes y eso somos; grandes.
@MadyQuinRo.
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Marionetas
Hoy miro sus fotos y suelo recordar la calidez de sus brazos, la tersura de su piel...
Eran noches de lluvia intensa cuando la habitación de aquel motel se llenaba de vapor, por el calor de nuestros cuerpos, el amor inundaba el aire. Éramos más que simples mortales buscando ahogar mil y un sentimientos en la mar de un exquisito placer.
La luna fue la única testigo que nos cubrió con su luz, nadie más que él y yo sabíamos que había mucha locura tras la puerta de aquellas 4 paredes.
Pero nunca le dije lo feliz que era en el momento, no del sexo en sí, sino cuando el preámbulo alteraba mis sentidos, cuando su mirada me observaba de cerca y me callaba a besos, y al terminar el acto, la calidez de sus labios y la ternura de sus brazos me envolvía hasta quedarnos dormidos.
Todo era magia, calor, ternura y pasión.
Era algo prometedor, el futuro estaba escrito, el amor era débil y temeroso pero fuerte para sentirse presente hoy a pesar del tiempo, la distancia y el silencio transcurridos.
-Si quiero! _Dice el corazón,- ok responde la mente. Y de la mano se van arriesgandolo todo, la mente con miedo al olvido y el corazón dispuesto a sangrar de dolor...
Más sin embargo, siempre hubo algo en contra que nos separó, la frialdad de su mirada, la venganza de mis palabras condenaron nuestra relación. Él mentía y yo, yo comencé a fingir que sus caricias enardecían mis sentidos, la penumbra dejó de brillar entre mis ilusiones; había amor y mucho, pero no la fuerza para sostener tanto deseo.
También había sueños que se habían roto de tajo, promesas que se esperaba cumplir, y sin embargo todo se fue a la mierda...
... Ambos perdieron yo tiempo y oportunidad de volver amar, él la mejor persona que pudo haber conocido, el impulso de un amor verdadero, la posibilidad de una familia, todo absolutamente todo.
El destino sabe jugar conmigo, con él con la vida en sí, nos usa como marionetas y mueve nuestros hilos, alterando el curso de nuestro futuro, nos aleja y nos acerca, nos incita a una vez más a sumirnos en su juego sin juicio, sin miedo, sin nada más que arriesgarse a curar cicatrices que seguramente dejará en su piel y en mi corazón.
No sé, no tengo miedo de sentir de probar de escuchar lo que va decir, ya nada duele, nada cala, solo quiero que me haga suya bajo la luz de la luna, ella sabe lo que fue, lo que pasa dentro nuestro.
MadyQuinRo
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bella confusion
Si,
Quiero arder en las brasas de ese fuego otra vez, sentirme suya haciendo fricción, hundirme nuevamente en ese mar de emociones contenidas, probar repetidas ocasiones de ese manjar llamado placer que tiene su piel.
Embriagarme del sabor cálido de su aliento que me hacía estremecer, olvidar el pasado y volver a comenzar.
Se que la oscuridad promete gemidos, tiernas mentiras de amor, el sudor de dos pieles que se encuentran con un mismo ideal : explorar con sexualidad lo que hay en mi mente y en su corazón,
Desvelar lo que hay en su interior, algo llamado sentimientos disfrazados de deseos, más que sexo, hacer el amor, con sus manos en mis pechos y las mías en su corazón...
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Aún Lo Extraño
Es de noche y los extraño, hay demasiados recuerdos a detalle aún impregnados en mi piel. No sé cuándo ni cómo pero sé que lo intenté, alejarme fue algo difícil, quererlo fue tan fácil que, quería quedarme ahí, sabiendo que no habría más motivos que un rato de placer, sábanas tibias y la posteridad que sólo duraba segundos…
… Esa hermosa posteridad, lo bueno de aquellos momentos de fricción, era cuándo terminaba el acto en si; me abrazaba y charlábamos hasta quedarse dormido, me gustaba verle dormir, me encantaba observar su semblante, la pasividad con la que dormía plácidamente sin miedo a nada, creo que era el único momento en el cuál realmente se mostraba tal como era, con sus defectos e inseguridades, jovial, juguetón, soñador y temeroso en algunos aspectos a juzgar por sus pláticas, no sé decir ahora si me estaba enamorando de verdad pero, me gustaba estar a su lado aunque los tiempos fueran intermitentes, había algo en él que me hacía olvidar que mi corazón tenía sentimientos por otro ser…
Si me hubiera propuesto olvidar, quizá ya no sentiría absolutamente nada cuando pienso en él, me hizo presa de su ghosting, donde iba y venía, donde la efusividad de sus mensajes, fueron esporadicos hasta que un día el silencio se apoderó de los dos. Era bonito, soñar entre sus brazos, desear despertar un día a su lado, sentir su piel llena de juventud, sus caricias llenas de intensidad, sus besos que incitaban a perderse en la penumbra en el vaivén como las olas del mar que vienen y van, con ritmo armonía y excitación, pero sin amor…
Aquí es dónde debo decir que los recuerdos despiertan la libido de mi ser, naufragabamos en la mar de un instante cada vez más libre, más intenso, dónde no existían ni la fragilidad ni la vergüenza al dejarnos llevar por el deseo, era como si la misma inercia nos invitara con el silencio y después los gemidos, los abrazos y los muchos te quiero que salían de sus labios…
En el fondo sabía que mentía, que sus palabras solo eran producto de la emoción, de besarme de sentir que entre mis brazos también había calor humano, pero él nunca supo que yo lo sabía y de antemano, fingía placer para no herir sus sentimientos, a ningún hombre le hace feliz saberse incapaz de satisfacer a una mujer. Aunque el fingir sonaba tan bien de mí, había algo en lo que no podía mentir, su mirada cálida y llena de vacío y soledad se asomaba cada vez que me besaba, cuando olía mi cuello y me susurraba al oído esos “te quiero”. Quería engañarme a mi misma pensando que eran reales aunque la realidad fuera más cruel que yo misma conmigo, pero así con todo, disfruté de esas noches, que siempre llovía, el viento podía ser helado con la lluvia engalando la noche pero esa habitación emanaba el mismo calor de nuestros cuerpos bajo la sabana donde el sudor no era en la piel sino en la fricción de nuestros sexos que ardían contagiosamente, se rebelaban exigiéndo más.
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