Tumgik
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Bebé
Para muchas personas, el llanto de un bebé significaba felicidad, a muchas otras les parecía lindo o tierno. Yo lo detestaba con todo mí alma. Ese maldito chillido, que parece traído de criaturas diabólicas, salidas del mismísimo infierno. Me parecía horrible, y me asustaba mucho. Recuerdo aquella noche con total claridad, mis amigos y yo habíamos ido a una casa de una vieja del barrio. Que había muerto justo la noche de Halloween, dejándole la casa a su hija, la única heredera de aquella horrosa morada. Pero éramos pendejos. Estábamos aburridos, y aunque en Buenos Aires no era natural celebrar eso, nosotros lo hacíamos igual, solo por divertirnos un rato. No nos costó entrar a esa casa. Nos bastó con tirar la puerta de una patada. Una familia con dos hijos vivió ahí. Una nena de once años, y un bebé. El padre murió de un paro cardíaco. La madre enloqueció, y mientras el bebé lloraba, ella lo asfixió con una almohada, para después suicidarse. Solo sobrevivió la nena. Pasaríamos la noche ahí, en bolsas de dormir. La noche había transcurrido con normalidad. Decían que la casa era mala. Pero yo no creía en esas boludeces, para mí, era todo psicológico. Las tres de la mañana se hicieron presentes, mís amigos quisieron dormirse, pero yo les dije que quería recorrer la casa, la curiosidad mató al gato, dicen algunos. Subimos por las viejas escaleras de madera, hacia donde las habitaciones estaban. Entramos a la habitación matrimonial de lo que antes fue una familia. La cama estaba desecha, con polvo por toda la superficie, y un par de arañas (creo que arañas de rincón, si no me equivoco) rondando por el viejo y mugroso suelo de baldosas blancas. Encontramos el baño, había un frasco de pastillas para dormir ahí tirado, las que supuestamente uso la mujer para suicidarse. Llegamos a la pieza que era de los nenes. Una cama de una plaza con una frazada de lana azul estaba tendida. Mis amigos se fueron a dormir, los muy cobardes. La cuna del bebé, de madera, como de películas de terror. La toqué, y ahí lo vi. Era yo, casado con una mujer. Con dos hijos. Una nena de once años, y un bebé. Vi como la mujer asfixiaba al pequeño, que lloraba, lloraba como un maldito desquiciado. Ahí entendí lo que pasaba. El hombre, era yo. La mujer, mí esposa. Y esa asquerosa criatura, que lloraba como un demonio, mí hijo. M.C
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El Mundo Real
La música sonaba desde los auriculares hasta mis oídos, el volumen superaba el límite de seguridad. Pibes de primer año de secundaria corriendo por el patio. Estaba acostado en el pasto, mirando a mí alrededor, las mariposas volaban, y el olor a flores indicaba que hace un mes había empezado una calurosa primavera. Estaba intentando desviar mis pensamientos de vos. De tú sonrisa, de tus ojos hermosos y de tu cuerpo. No podía describir las miles de sensaciones que me causabas, todas eran hermosas. Te ví y me sonreíste, ahí supe que todo el esfuerzo que había hecho para sacarte de mis pensamientos, se fue a la mierda. Me diste un beso en la comisura de los labios, te acostaste al lado mío, me sacaste un auricular del oído sin pedirme permiso, y te pusiste a escuchar Lana del Rey conmigo. De reojo vi como me mirabas, quise visualizar a tus amigas pero se habían ido. Estábamos solamente vos y yo, en el mismo mundo, con ruido molesto de fondo. Te acercaste un poco más a mí, pegando tu cuerpo al mío, pero sin hacerme sentir incómodo. Acercaste tu mano a la mía, queriendo ser disimulada, pero fallaste miserablemente en el intento. Como si hubiesen sido creadas para estar juntas, tu mano y la mía se juntaron, entrelazando nuestros dedos. De tus labios floreció un 'Te quiero', tu voz lo hacía dulce. "Yo también, bebé" respondí mirándote a los ojos. 'Es un querer diferente, no como el nuestro' dijiste; como reflejo tus manos cubrieron tu cara. Me incorporé y me senté al lado tuyo. "Me pasa lo mismo" respondí con absoluta sinceridad. Imitaste el hecho de haberte sentado. Nuestros ojos hicieron contacto visual, mirabas mis labios, y mordiste los tuyos. Nos acercamos, podía sentir tu respiración pesada junto a la mía, y podia jurar por los dioses del Olimpo, que sentía el latir acelerado de tu corazón. 'Dejame besarte, por favor' dijiste en forma de susurro. "Podés hacerlo siempre que quieras" dije con la voz baja. Nuestros labios se juntaron en un suave beso, repleto en los sentimientos que teníamos en común. Mí alarma sonó, para devolverme al mundo real. En el cual, estoy en un hospital psiquiátrico, por el trastorno psicópata que tengo, y en la que vos, sos mí hermanastra.
M.C
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2015
Estaba acostado, observando las estrellas que brillaban en la oscuridad pegadas a mi techo desde que era un niño de unos nueve años. Los pensamientos llegaban a mi mente de forma espontánea. Había personas, situaciones pasadas y algunas futuras en ella. Y de entre toda esa maraña, te encontrabas tú. Tus ojos sacados directamente del mismísimo infierno. Podían llevar a cualquiera al borde de un precipicio si mantenías la mirada. Transmitían miles de emociones. Eso es lo que odiaba. Caías en ellos, y no había salida de aquel mar de chocolate. Tu sonrisa con dientes ligeramente amarillos de tanto fumar tabaco. Las pocas veces que habíamos juntado nuestros labios en un beso, me había asqueado del olor a whisky que emanaba tu aliento. Tenías problemas de confianza. Tus celos, asquerosamente tóxicos. Me habían advertido acerca de eso. Me decían que me traería problemas. Tenías cierto fetiche con personas menores a ti, lo cual te había metido a la cárcel en múltiples ocasiones. Pero eras una persona calculadora. Alguien psicópata. Sediento de la adictiva sensación que el control te causaba. Quedabas en libertad al alegar demencia. La gente era estúpida por creerte. No sé como pude terminar saliendo con alguien así. Me hiciste mierda, en todos los aspectos. Me hiciste sentir insuficiente, que era alguien que no valía nada. Me agrediste fisicamente. Solo porque fui una de las pocas personas que tuvieron el valor de enfrentarte. Pero a ti no te gustaba eso. Querías personas sumisas a tu lado. Pero no lo fui, y como reiteré, me lastimaste. ¿Quizá fue por eso que me apuñalaste hasta matarme aquél quince de agosto del año dos mil quince? M.C
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En La Oscuridad
Corres y corres.  Tomas vodka con tus falsos amigos, fumas marihuana con el propósito de sentirte aceptada por aquél grupo. Corres de ti, te da miedo ser una persona real. Tienes la capacidad de desnudarte sin mostrar la piel.
Me dices que estoy loca cuando marco esos pequeños detalles. Pero mentís. Noto que estás asustada. Tienes miedo de demostrar quien eres realmente. Estás asustada por tus emociones.
Noto que estás cansada de la actuación. Finges todo se encuentra bien. En realidad, todo dentro de tu cabeza es un edificio en ruinas.
¿Por qué no puedes confiar en mi?. ¿Éramos amigas?. ¿No es así?.
Buscas distracciones. Quieres alejarte de tu triste realidad un momento. Te provocas el vómito para hacerlo. Dices que te sientes viva cuando lo haces. Cada vez te hundes más, en varios pozos sin fondo, de los cuales, nadie podrá sacarte.
Quiero ayudarte, déjame conocer la versión de ti a las tres de la madrugada. Deja que conozca las partes que te asustan. Por favor, todos los extraños se han ido. Muestrame quien eres en la oscuridad.
Te destruyes a ti misma. Pero te llevas a todos los que te quieren contigo. Nos preocupamos por ti, dejanos sacarte de donde estás ahora, por favor. La oscuridad quiere llevarte consigo. Por favor, trata de evitarlo.
¿Sigues ahí? ¿Me escuchas? Te quiero.
M.C
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fugaz
la opresión que siento en el pecho es tan desgarradora como la hoja recién afilada de una navaja,
¿Cómo puede ser que seas tan mierda?
ayer era todo amor y risas,
¿Cómo puede ser que ahora te rías de mí?
es que no logro entender tu jodida personalidad,
si eres tan gilipollas cuando hay gente, te comportas como si no te importara nada de mi,
y en esas tardes en las que estas solo y aburrido me llamas para que te haga compañía como si no hubiese persona por elegir,
tus promesas tan de mierda de que me vas a cuidar y que siempre vas a estar ahí como mi hermano mayor,
me haces daño y no logro poder llevar tanto encima, se suponía que eras mi luz en tanta mierda que tengo derredor, eras la única persona que no se iba a burlar de mí,
¿Por qué?
¿Por qué me lastimas tanto?
siempre lo mismo, es como un círculo vicioso, tus palabras son como la droga, me hacen estar bien por segundos, como si fueses una estrella fugaz,
más tarde vuelvo a la realidad y
¡JODER!
como quema, necesito mas de ti porque no puedo seguir sin esas mentiras.
C.B
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Hermoso Primer Amor
Tus ojos eran marrones, tenían un brillo excepcional, comunicaban cualquier sentimiento, y podías ver a través de ellos, "Los ojos son el espejo del alma", dicen ciertas personas, y así era.Tu sonrisa, capaz de iluminar hasta la más profunda oscuridad. Te hacia sentir en casa, incluso si estabas perdido. Algo que hacia que te enamores sin siquiera desearlo.Tu cuerpo, era perfecto. Cada parte de él. Lo mires por donde lo mires. Con el ángulo que sea. Irradiaba perfección en su punto máximo.Tu personalidad. Llegué a acostumbrarme a ella con el pasar del tiempo. Cuando estabas de mal humor, podías enojarte por cualquier razón. Yo tenía el poder de cambiar eso. Podía hacer que pases de estar enojada a que estés feliz. En aquél estado, irradiabas toda la luz que había en tu cuerpo. Cuando estabas triste, hacías que el cielo llorase, y las paredes eran testigos de como te hacías daño de diversas formas, las cuales sólo conocía tu perversa mente.Hablo en pasado, porque todo esto ya no existía. El brillo de aquellos ojos marrones se apagó, causando vacío en mi alma.Tu sonrisa, no irradiaba luz, si no, oscuridad. Oscuridad de la más profunda.Tu cuerpo, seguía siendo perfecto. Pero tu calor corporal fue sustituido por una temperatura fría como un témpano, estabas pálida, tu cara blanca como papel. Parecías un fantasma.Tu personalidad, ya no existía. No quedaba nada de aquella chica que todxs tus amigxs y yo habíamos conocido.Decidiste que el lado malo ganara. Ganaron las negras en tu ajedrez interno. Las blancas salieron vencidas. ¿Fue por algo que yo hice? No sé por qué tomaste esa decisión, me dolió. Aún me duele. Te extraño, y siempre lo haré, hermoso primer amor.
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