Colina

Yo hacía mis primeros pinitos en la banda derecha del equipo de mi pueblo. Un jugador con velocidad y desborde y con poca precisión en los centros. Que le vamos a hacer. Cada uno tiene la pierna que tiene. Y además derecho cerrado. Decir que uno puede ser zurdo cerrado y no pasa nada y si es derecho cerrado cualquiera te dice te grita ¡¡dale con la zurda¡¡

Pues aquel domingo venía a pitarnos Colina, uno de los árbitros italianos que más fama tendría. El tipo ya tenía ínfulas y ya traía ese aspecto como de muñeco japonés panga ( si es que eso existió en alguna serie animada).

Bueno pues con lo de la fama de Colina y tal todo el mundo estaba despistadísimo. El mister nos dijo “al albitro lo traten bien que es famoso”.

Y a mi algo que no me cuadraba.

A la primera no me pita una falta clarísima y a la segunda viene a tratar de convencerme que el balón se había salido unos centímetros por la banda CENTÍMETRI me dice. Y yo me había aprendido dos o tres insultos pa que me entendiera así que le digo VAI A PRENDERTI IL CULO y el tipo me saca la roja mirándome con esos ojos de ET. Los de la banda no entendían nada. Claro, en mi pueblo no se habla apenas italiano-

David Giménez Alonso

Nuestra vida siempre

La final de la copa del mundo 78 la vi en la cancha de River en la San Martín alta. Para estacionar el auto mi Renault 6, dimos vueltas y vueltas hasta que cerca de la estación Nuñez del tren conseguí un lugar, y de ahí caminando hasta el estadio. En la entrada vimos a Julio Iglesias, el cantante, y a varios actores, era un mundo de gente para ver Argentina- Holanda, la final. Era un día nublado de junio. Arriba en la platea San Martín mientras tomábamos un café con mi vieja lo veo a Chacho Fort con un amigo y nos saludamos, que incongruencia él tendría que haber estado en la cancha como médico con el equipo de la selección ya que estuvo los 4 años con el plantel! Y por una mala jugada del médico Oliva lo dejó afuera. 

Salen los equipos y caen papelitos por todas partes desde las tribunas, al grito de vamos, vamos argentina! Papelitos caían de las gradas en lo alto parecía un campo de nieve! Y todo era el celeste y blanco por todas las tribunas con las banderas, y luego la gente en las calles festejando quién iba a pensar que no eran los ruidos de balas del tiro federal sino a lo que se referían los bien informados era el centro de tortura y detención de la escuela de mecánica de la armada, el horror siempre nos ganó. Empezó muy bien la selección argentina e hizo un gol Kempes contra el arco que da a la avenida del Libertador. Luego el segundo tiempo empatan los holandeses, y casi sobre el final pegan un tiro en palo del arco del pato Fillol que tuvo una actuación destacada salvando muchos goles, se hizo un silencio total en el estadio. Fuimos a tiempo suplementario y allí Argentina sacó fuerzas de flaquezas y metió 2 goles, Bertoni y Kempes. Fue un festejo inigualable, la entrega de la copa, Passarela, Ardiles, Tarantini, todos. 

Luego en vestuarios fue el general de la dictadura y los jugadores valientes ni lo saludaban, ni bola. Uno se tocó los huevos antes de darle la mano. Había un mundo adentro de ese estadio. Después el abrazo del alma en esa foto del muchacho sin brazos al pato Fillol captada por el fotógrafo del pañuelo amarillo al cuello. Después bajamos, y fuimos a buscar el auto que estaba como a 20 cuadras. Cuando llegamos a casa estaban haciendo un asado! Al son de dale campeón!! Nuestra vida siempre fue una mentira. 

Pablo Queralt

Pep

Pep nunca habla alemán en la intimidad. Se lo reserva para las ruedas de prensa. Pep era un cinco, organizador por delante de la defensa y su pelo oscuro cautivaba a los esperanzados herederos de Julio Alberto y Calderé. Vaya sí que lo logró, Alfonso Arús vestido de Baquero en Força Barça mientras celebramos el gol al Kaiserlaurten. Víctor Muñoz que abandona la Sampdoria para salvar al Zaragoza de la peste de Maneiro. Ya apuntaba Pep maneras. Jugaban con tres defensas, Koeman y Ferrer. Juan Carlos a veces, pero sonaba demasiado Borbón. Johan entre chupachups y pitillo fichó a Pablo Alfaro pero es que no daba para el puesto. Pep se rascaba la coronilla y le decía su madre: “Deja que te harás agujero”. Agujero en la memoria, como la que uso para escribir esto, Pep, no tendría mérito buscar contradicciones en la red. Pep se sentaba en una banqueta en una librería de Zaragoza y a su alrededor todos sentían que se transmutaban de regionalistas de izquierdas a soberanistas del este. Miguel Pardeza ya había escrito algún relato y traía el pelo escaso de casa. Pep ganó la medalla de oro en las Olimpiadas y se reía en la parte de atrás del autobús con Clemente por poner a Salinas de delantero. 

“No se la pasaré a Quique Estebaranz por nada del mundo...se lo digo así, Míster”. Todos los que reciben el tratamiento de Míster caerán en desgracia al cruzar la puerta de los cielos. El que más, Ángel Cappa. Con K queda todo un poco mejor. Nandrolona e independencia. Pero el que no respeta la democracia eres tú...sacar puros y urnas y luego cobrar los euros cubiertos de nafta. “Ven aquí, Josep, que te pongo bien el agal”, le dice Xavi al Míster. Dos ligas en Tenerife y dos lacitos, el último bajo el abrigo para que no le pongan más multas.

 Por lo menos Pep aguantó el nombre desde el principio, no como mi Narcís Juliá o mi Robert Fernández. Todos los cromos mienten menos del de Chapi Ferrer. Pep podría ganar más dinero colocado de ministro de educación y deporte en la república pero es generoso y le cede el carguico a su hermana. Cómo organiza Pep, foulard y pantalón pitillo, pegado a la raya, pidiéndole un autógrafo a Maradona. Dice Bernardo Schuster que no verá la final de la Copa del Rey porque van a pitar el himno de España. Pep se escandaliza y si tú no lo haces vendrá por la noche Shakira a por ti. Ya te gustaría. Ya te probarás, como de mearte en la cama.

Octavio Gómez Milián

Para el remate de una vida. 

Este es un poema de Alfredo Martínez sobre la Cello suite Nº 1 de J.S. Bach. La idea original es de Javier López Clemente con su versión del poema de Víctor Hugo Morales “Barrilete Cósmico”. 

BALDANO - con B de Borges-

Yo soy un seguidor a full de JV. Lo he visto un montón de veces. Dos. En la primera le hice una pregunta estúpida en una especie de charla que dio con Angel Cappa en nuestra ciudad. Me encanta hacer preguntas estúpidas. No le digan a nadie que yo iba a ver a Cappa, el Errol Flyn del fútbol argentino. Un tipo que vive en zona.

JV vive también en zona. En una buena zona. En la zona más acomodada del sitio donde viva.

La segunda vez que vi a JV fue en Arco. Iba con muy buen aspecto al lado de la señora , paseando por los amplios pasillos. Ignoro si compró algún Sorolla. Igual es coleccionista, como yo o como Manolo Escobar.

Hablo de Valdano o Baldano, por borgeizarlo, a propósito de su último escrito en El País.

Habla de que el fútbol no tiene que pedir perdón. Habla de “el miedo”. Y acaba diciendo ¿ y si el fútbol tuviera mejor corazón de lo que la gente cree?

Mira Valdano, para ese recaú no hacía falta alforjas. El sistema capitalista claro que es así. Si tú o CR7 generáis miles de millones de euros es normal que CR7 cobre 31 millones de euros al año.

Pero que te están diciendo que esto no está bien montaú así. Que igual, el concepto del juego, al que tú tanto aludes, tiene poco que ver con 31 millones al año.

También te digo que el que puede, carga peso.

DAVID LIQUEN

CRUSOE

Es martes. Hoy por la mañana tenía RDC, pero no tengo muchas ganas de meditar. Así es que abro la ventana, para airear, y me pongo a leer El País. Ha muerto Michael Robinson. Empiezo a leer y me pongo a llorar. Se que estoy flojo. Estoy escribiendo una necrológica.

En una necrológica tienes que contar de donde venía el tipo, y a donde fue. Yo se poco de Robinson. A veces no entendíamos lo que decía. Es como si yo hablara en inglés. Yo no se hablar en inglés. Hablaba poco en las retransmisiones y entonces leo una frase suya: “No nos dan el micrófono para que hablemos, sino para que podamos hablar”.

Voy a hablar poco. Ha muerto Robinson de cáncer y los futboleros andamos un poco tristes.

En casa somos del Liverpool. Lucas S. y Ana G. desde que nació Fabio se tatuaron en la muñeca Nunca caminarás solo.

Pues eso, Robinson, pues eso.

“Barrilete cósmico” es un poema de Víctor Hugo Morales recitado y editado por Javier López Clemente. 

Primera colaboración en audio para La Cola de Vaca. 

El fútbol donde se merece

David Giménez

No se si saben ustedes que “esto” va a poner el fútbol donde se merece. No se si lo saben. Yo a veces soy de repetir la frase para crear un momento enfático.

Pues bien. No es normal que estés todo el día hablando de fútbol. No es normal que la alegría o tristeza propia dependa de Neymar. No es normal.

Mi teoría va a ser que ahora es el momento de los listos.

Hace algunos años, hice los cursos esos con la Federación Aragonesa de Fútbol de entrenador.

Pues bien. El profesor de psicología, me dijo por lo bajini, que todos los profesores veían como futuro entrenador a Victor Fernández. Por su curriculum, nivel de estudio, claridad de ideas, etc.

El tiempo les ha dado la razón, VF, un no jugador, una persona seria y trabajadora, en eso del deporte, ha estado ahí. Ha trabajado en equipos, ha ganado algún título y ha deambulado por las primeras ligas. Me suena a que dice pocas tontadas sobre el proces o sobre el Coronavirus o sobre Agnelli.

Donde quiero llegar es a que hay que sentar a los expertos prudentes para reconducir esto del fútbol y que piensen en que hay que poner el ojo en las tres palabras de la canción, SALUD DINERO Y AMOR.

En la mesa de trabajo tiene que estar VF. Vayan proponiendo.

El gesto torcido de la rebeldía

Miguel Ángel Tapia

¿Por qué alguien que nace y crece en una zona con dificultades sociales y económicas no se comporta en su madurez con humildad cuando el poder del dinero hace acto de presencia en su vida? Hay muchos casos de futbolistas sumidos en la irracionalidad. No son conscientes en diferentes etapas de sus trayectorias profesionales que son unos privilegiados, que deben ejercer de modelos para unas generaciones ávidas de ídolos. Aquellos que cumplan con el papel de enseñar los valores más auténticos de un ser humano: humildad, ambición, solidaridad, generosidad…

Carlos Tévez se crió en un barrio de Buenos Aires con escasísimas opciones de soñar. En “Fuerte Apache” la violencia y la delincuencia marcaban la ruta cotidiana de sus villeros. El fútbol le salvó la vida. Su destino parecía otro. Afortunadamente, el crimen y la cárcel no se proyectaron en su mente. Un caso muy similar al de Diego Armando Maradona y su añorado poblado Villa Fiorito.

El bonaerense se formó en el modesto Club Atlético All Boys, se consolidó en Boca Juniors, el club de sus amores, y maduró en el extranjero. Aterrizó en Corinthians por mediación de un grupo de inversión. Río de Janeiro era la pasarela para su estrellato internacional. Triunfó aunque sus enfrentamientos con sus compañeros y con la prensa brasileña le pasaron factura. Su soberbia resultó ser contraproducente en sus años posteriores. En Inglaterra, su fichaje por el West Ham United fue muy extraño. Se convirtió en un producto de un agente iraní que mercantilizó con su talento. Se sentía un bicho raro en un país y una liga con una estructura cultural y deportiva ajena a su pasado como profesional. Aun así, logró cautivar a los supporters de la entidad del East End londinense con sus goles y su anhelo por evitar un descenso de categoría. Se vistió de superhéroe. Sir Alex Ferguson no dudó en lanzar sus tentáculos con la misión de atrapar al delantero que robó los corazones de los hammers. En Old Trafford saboreó el éxito, pero no digirió bien que el técnico escocés no ejecutara la opción de compra de su cesión de dos años en el club de Mánchester. Traspasó una línea muy peligrosa para enrolarse en el City de Mancini. Desde el otro vecindario retó a Fergie tras la consecución del título de liga. Sin embargo, el límite de sus veleidades alcanzó su punto más álgido con sus desencuentros públicos con el entrenador italiano. Su imagen se deterioró y salió por la puerta de atrás.

En Italia encontró su redención. La Juventus le ofreció la posibilidad de redimirse. Y lo consiguió. Amasó una gran cantidad de dinero en su cuenta corriente, pero la codicia se apoderó de su ser. ¿Cuál fue su siguiente destino? ¡China! La burbuja de Tévez en Shanghai explotó mucho antes de lo previsto. Era la crónica de una muerte anunciada. Se le garantizó un contrato de unos ¡40 millones de euros netos por temporada! Y, además, vivía a cuerpo de rey. Con todos los lujos, en una zona solo al alcance de los más pudientes. Rodeado de familia y amigos que formaron un séquito numeroso. Incomprensiblemente no se adaptó a la cultura del país asiático. La traición al club que apostó por él fue especialmente funesta. Regresó a su hogar y en Boca está viviendo su particular retiro.

El tiempo libre es uno de los privilegios de los deportistas, y en concreto de los futbolistas. La mayoría de los mortales se encuentra en una realidad paralela. El sacrificio diario de un ciudadano por llevar comida a su hogar no permite que en sus horas de asueto pueda acceder a otras actividades. A veces, y en la mayoría de los casos, el dinero y las ganas juegan un papel fundamental para desarrollarlas. El “Apache”, durante su estancia en el Reino Unido, no concedió ninguna entrevista a la televisión de aquel país en inglés. Creyó que no le hacía falta para sobrevivir y comunicarse con el resto de la población británica. Él ya tenía los recursos monetarios suficientes para que otros facilitaran su estancia en el extranjero. Tampoco entendió que era un subordinado. Que desobedecer a sus jefes no le reportaba nada positivo. Su comportamiento dejaba bastante que desear. La humildad se cultiva. Es una virtud que nace en el corazón y se manifiesta en la forma de hablar; es saber aprovechar nuestras cualidades y capacidades sin hacer alarde de ello; pero también, reconocer nuestras debilidades para entender y tratar bien a los demás. Quizás para él sea demasiado tarde.    

El partido

Volveremos a brillar. 

Mi patio del Colegio

Mi patio del colegio es Rosebud. Mi paz, mi felicidad. Vuelvo a ese lugar cada vez con más frecuencia. Eso es la edad. Y también agradecimiento por lo afortunado que fui en mi infancia. Tendría siete u ocho años; patio del Colegio Público Césareo Alierta, La Romareda, Zaragoza. Liga de futbito local.

Mi padre casi nunca me venía a ver (no, no es una queja de peli americana; en una familia numerosa hay que repartir tareas y emociones). Yo era un jugador normal, capaz de una genialidad o incluso dos, como de la cagada más monumental. Vamos, la historia de mi vida.

(¡Hay penalti en Las Gaunas!)

En un momento del partido, se produce un penalti (o como yo lo llamaba, penati). El entrenador, que en paz descanse y al que dedico este recuerdo, padre de mi amigo Víctor Arce, grita desde la banda:

-¡Que lo tire Luis!

Miré de reojo a mi padre, que estaba henchido de orgullo.

-Buena jugada, míster- pensé.

Lo de menos es el gol... Aunque debo decir que Alan Shearer y yo éramos gemelos de lanzamientos de penatis.

Los tontos

A mi me va a tocar hablar de los tontos. Debe de ser por que ando cerca.

Esta historia empieza con un francés de dos diecisiete que juega en la nba ( no lo voy a poner con mayúsculas, no lo voy a poner) y se llama Gobert. Además de jugar bien al baloncesto, tener pasta, ligar con chislider ( eso debe de ser quesoalgo, lo que he puesto yo) y demás, quieren ser graciosos. Y va el tonto y le preguntan por el coronavirus y toca todas las cositas que tenía alrededor.

Tenía coronavirus.

Vayamos al fútbol que es lo nuestro.

Hay un pavo, que mira que entiendo de fútbol yo, pero no logro saber si es buen futbolista o malo.

Diego Costa. Pudiera ser, que fuera bueno, pero al ser tonto, fuera malo.

A la salida del partido con el City le quieren parar los periodistas y les tose. En broma. El sonríe.

Me voy a mirar como se dice tonto en brasileiro. O memo.

Futbolecciones

Sucedió hace unas semanas en el Stadium Casablanca. Un partido entre dos equipos alevines. Los rojos ganan a los verdes. En la grada hay muchos padres, quizá más de cincuenta. El partido transcurre tranquilo. Los rojos marcan bastantes goles. A partir del cuarto, no hay aplausos ni celebraciones. Juegan todos, hay armonía. Cuando el partido acaba, el resultado supera la media docena. Los dos equipos se acercan a la banda para aplaudir y agradecer los ánimos. Los padres de ambos equipos devuelven el aplauso con orgullo. Los niños se retiran al vestuario acompañados por sus entrenadores. Sin embargo, uno de los pequeños con equipaje verde se queda unos segundos más y busca a alguien entre la grada. Parece contento, casi eufórico. Está rojo por el esfuerzo del partido, pero tiene fuerza y pulmón para gritar con alegría: “Mamá, mamá”. Entre el grupo de aficionados de ambos equipos se produce un segundo de silencio, un espacio de tiempo mágico. El niño encuentra a su madre y dice: “¡Mamá, ha aparecido mi abrigo!” Otro segundo de magia. Entonces, alguien grita “¡bravo!” y las dos aficiones rompen en una ovación que resuena más que el mejor de los goles. Algunos padres hacen la ola. Hay risas y gestos de emoción. Ha aparecido el abrigo. Cincuenta hombres y mujeres acaban de recordar lo que están haciendo en un campo de fútbol en una mañana de sábado. Acaban de recibir una pequeña lección de un niño que les dice que no importa tanto el resultado como recorrer juntos el camino. Y si puede ser abrigados, mejor. Vemos de vez en cuando en los telediarios noticias tristes de padres que pierden los papeles en los partidos de sus hijos. Vemos agresiones y batallas campales con niños como testigos. Son una excepción. Los escándalos y las broncas en el fútbol base tienen su sitio en el telediario porque nos escandalizan. Las historias pequeñas como esta no tienen hueco porque son lo habitual. Somos mejores de lo que creemos, pero nos hacen pensar lo contrario. El mal vende más. La historia mínima de este niño merece un espacio y se lo hacemos aquí para que recordemos que después del partido, la vida continúa y, a veces, aparece el abrigo.

El idiota

Hay algo peor que no saber perder: no saber ganar.