Macro (by Yudy Sauw)

what a beautiful boy. Phiddipus audax, male.

Hamadryas velutina. (x).

Beautiful Damselflies

Megalopyge opercularis

Megalopyge opercularis - Southern flannel moth

Family: Megalopygidae

Unknown, Will’s Cigarettes, Butterfly Cards, 1931

Qué agresiva parece la naturaleza

con tanto animal listo y dispuesto a atacar

hasta que recordamos

que con nuestra apariencia inofensiva

y nuestra falta de “armas” corporales

cazamos, matamos, amputamos, cortamos y talamos.

Aura de suerte

Cuando un animal, 

una planta, 

un objeto,

pueden repartir fortuna

(nos dan buena o mala suerte)

están cargados de una especie de magia.

Lo creo verdaderamente,

no creo que sea aleatorio

y podrán decirme supersticioso

pero creo que lo contrario es aburrido

y en esta mariquita no quiero ver una mancha

escojo ver el dibujo de un corazón.

Diminuto

Me fascina su pequeñez, su complejidad que solo revela una mirada detallada. Desde nuestros ojos tontos y distraídos cuando pasa un insecto volador no lo vemos como más que una molestia. Pero hay tantas clases, y dentro de las clases tan diversos tipos y apariencias.

La magnitud de la diversidad es tal que es difícil de imaginar y la sofocamos con nuestros estereotipos y nuestro desinterés. Le negamos un espacio en nuestros imaginarios a seres que pueden potenciar nuestra curiosidad y nuestra creatividad e inspirarnos.

Además, son todos muy peculiares y coloridos. Permitirnos decir "qué raro", "qué interesante" o simplemente "wow" en vez de reaccionar con asco nos permitiría reconocer como cada uno tiene su propio personalidad que denuncian unos ojos gigantes, unos movimientos repentinos, o un abdomen móvil. Evitar las opiniones comunes es una forma de resistencia, examinar los detalles es una forma de luchar contra una mirada impuesta desde un único plano y solo hacia nosotros mismos.

Cambiar nuestra perspectiva es encontrar secretos y cosas ocultas maravillosas. Es imaginar todo un mundo de otro tamaño en el que no medimos metros sino centímetros o hasta milímetros, y las plantas son mucho más grandes que nosotros. Vale la pena pensar en el mundo pequeño como un espacio que compartimos y no solo lo que pisamos

Si realmente perciben el tiempo de una forma distinta, podría significar que su relación con el futuro es de verlo llegar lentamente al presente, de conocerlo antes de que suceda desde un presente que avanza despacio. Tal vez cuando frotan sus patas realmente están planeando cómo enfrentarán lo que se acerca y las maneras, maliciosas, tal vez, en que aprovecharán su conocimiento.

Si he aprendido algo de usar tanto las palabras es que hay que dejar a ciertas cosas hablar por sí mismas. Las imágenes a veces merecen el silencio. Así que sin escribir nada más invito más bien a leer con cuidado los colores, las sombras y las líneas de este insecto y las sensaciones que genera.

Tempus moscae

Su mano azotó la mesa con fuerza, pero revisó y no la había golpeado. La mosca volaba de nuevo y otra vez se paraba sobre la mesa, aunque un poco más lejos del alcance de sus golpes. "No he logrado darle, me está estresando" "Es porque esos bichos como que perciben el tiempo distinto a nosotros." "¿O sea ven el futuro?" "No, creo que sienten como si el tiempo pasara más despacio, así que pueden ver si algo se avecina más rápidamente." "O sea ven el futuro" "Pues de la misma forma que todos podemos ver el futuro inmediato." "Que prevea esto, entonces" dijo, y volvió a mandarle un golpe que, en efecto, pudo prever, de manera que se deslizó bajo la mano que la habría aplastado.

Cansada del jueguito la mosca se alejó de los dos hombres y voló hacia el jardín. Descansó sobre una hoja y consultó los posibles futuros que la esperaban, pues sí, podía y ese par de humanos estúpidos no sabían nada. Supo que el humano que se le acercaba apuntándole con el objeto rectangular y negro que todos parecían tener no era una amenaza y que tampoco debía seguir volando hacia lo más frondoso del jardín, pues justo ahí había una telaraña con una araña preparada para atraparla. Entonces decidió que el lugar donde se había posado y en cambio aprovechó para burlarse de la araña y su trampa ineficiente.

Etimología entomológica: “Escarabajo”

Aquí es casi obvio lo que se puede decir sobre el nombre, pero no significa que haya que dejar de mencionarlo. Sobre todo porque es una divertida coincidencia que la evolución desde el latín haya resultado en una palabra de carácter tan aparentemente intencional, pues cuando quedan boca (y cara) arriba terminan impotentes e inútiles como si su anatomía respetara y fuera fiel a la semántica. Y muchas veces terminan muertos, como si los hubiera matado contradecir su semántica.

Las abejas y la reina

Había una vez una reina llamada Valentina que cuidaba el reino más grande del mundo. Ella tenía muchos poderes con los que cuidaba de su reino y le ganaba a los malos. Con su poder de fuego alejaba a los monstruos que atacaban su reino. Con su poder de hielo congelaba lagos enteros para salir a patinar y con un chasquido podía hacer muñecos de nieve. Con su poder de electricidad podía darle energía a ciudades enteras y activar todas las luces y juguetes que tenía en su castillo ¡hasta podía volverse invisible!

Así que, la reina tenía el reino más hermoso y con sus poderes podía tener todo lo que quería, pero lo que más le gustaba era el jardín de su palacio. Esta era su parte favorita por las deliciosas y dulces frutas que allí crecían, por las flores coloridas que encontraba con las que adornaba su castillo y sus vestidos y porque de allí le traían una miel que le gustaba muchísimo y con la que preparaba exquisitos postres. Pero le encantaba sobre todo porque su jardín atraía unicornios que la llevaban a pasear por los bosques de árboles altos y por las playas calientes de su reino.

Su jardín, y todo su reino, solo tenía un problema para ella: estaba lleno de bichos. A Valentina no le gustaban los bichos. De no ser porque era muy valiente, hasta se podría decir que les tenía miedo. Ella sabía que los insectos picaban, y lo que quería era poder estar tranquila con sus unicornios. Entonces decidió usar sus poderes para acabar con todos los insectos que se encontraba en sus paseos. Comenzó sacando a las abejas, pues sabía por muchas de sus amigas y por lo que le dijeron los animales que vivían en su jardín que ellas picaban muy duro. Así, dejó de toparse con las abejas en sus paseos y pudo recorrer sus jardines sin preocuparse por que la picaran, pero seguía viendo demasiados insectos como mariposas, hormigas, moscas, escarabajos y hasta mosquitos. Muchos de estos tenían unas apariencias extrañas que le causaban desagrado y no quería ni imaginarse cómo cada insecto podría picarla, morderla, envenenarla o hacerle quién sabe qué daños si tenía la oportunidad. La reina decidió no arriesgarse y exilió de sus jardines a todos los insectos que encontró.

Entonces pudo pasear más tranquila de lo que nunca había paseado. Nada la fastidiaba y no había nada en sus jardines que la preocupara. Pero después de unos días, sus flores empezaron a marchitarse, sus árboles ya no daban frutas y hacía rato no tenía miel para sus postres. Los jardines se volvieron tristes y grises, había menos animales y los unicornios le dijeron que no iban a poder volver, pues no tenían ya qué comer en los alrededores, y la naturaleza alrededor de su palacio había perdido la magia y la belleza que en un principio los atraía. Todo esto ponía muy triste a Valentina, entonces decidió que se tomaría unas vacaciones, pues el ambiente en su palacio se había vuelto realmente aburrido. Fue muy lejos, y visitó unos jardines hermosos y frondosos para recordar lo que una vez habían sido los alrededores de su castillo. Entonces vio que estos estaban llenísimos de insectos. Por un segundo casi sale corriendo para evitar que la picaran y molestaran, pero tras detenerse un momento se dio cuenta de que cuando las abejas y las mariposas se posaban sobre las flores, estas parecían felices, y sus colores se volvían más vibrantes. También notó que en los alrededores sí se vendía miel, y que los árboles tenían abundancia de frutas. En ese instante tuvo una idea, y volvió lo más rápido que pudo a su castillo. Allí leyó unos libros antiquísimos que estaban guardados en su biblioteca y aprendió muchas cosas sobre los insectos, entre ellas que no era la única reina de su reino. Entonces supo lo que necesitaba hacer.

La reina Valentina fue a visitar a una abeja reina a una de las colmenas que se habían formado después de que echó a los insectos de su jardín. Allá pidió perdón a las abejas y las invitó de vuelta a su jardín. La abeja reina aceptó a cambio de que se esforzara por arreglar el jardín, y que plantara ciertas flores que daban un néctar que le gustaba a ella y sus trabajadoras. La reina hizo caso y, una vez las abejas, y con ellas otros insectos, se mudaron de vuelta a sus jardines la naturaleza se recuperó. Como plantó las flores que más le gustaban a las abejas, el jardín quedó más lindo de lo que jamás había estado, y aprendió lo importantes que este y otros insectos son como polinizadores, que ayudan a que haya cada vez más flores y frutas y mantienen sanas a muchas plantas.

La fuerza del escarabajo

De una polilla se puede decir que revolotea, el vuelo de una mariposa es elegante y, aunque no se puede decir lo mismo necesariamente de una mosca, tiene una agilidad y una ligereza en su vuelo impresionantes. De por sí su vuelo es deslumbrante y desde el punto de vista evolutivo parece planeado. Pero los escarabajos son otra cosa. Mientras que los otros parecen hacerlo sin esfuerzo, los escarabajos se preparan, se posicionan con cuidado y hacen un gesto que asemeja a un vehículo calentando motores. Tienen una masa que no parecería poder elevarse. Son algo torpes, lentos, y con sus patas hacen una fuerza impresionante que me lleva a verlos como un insecto del suelo. Me hace imaginar que son perezosos, hace que se me olvide que tienen alas ocultas para volar, o al menos pienso que preferirían no usarlas. Es raro, cuando atrapo uno con la mano no lo hago con la despreocupación con la que  atrapo cualquier otro insecto pues alcanzo a pensar que tienen la fuerza de separar mis dedos para escapar. La contradicción es entre su robustez y la fragilidad de las alas, en ser completamente vulnerable al quedar boca-arriba y poder moverse libremente por los aires. Y sin embargo, vuela, y su pesadez cuelga de sus alas y atraviesa el aire como un proyectil.

Escultores

Me pregunto si algunos insectos Saben que son artistas a su modo Cuando arman sus colonias Y modelan el paisaje.

Las ruinas que dejan Y sus edificaciones Muestran cuidadosa artesanía En su firmeza y complejidad.