Tumgik
Photo
Tumblr media
El hacha estaba vieja y con el mango roto, lo que hacía realmente difícil mi labor. Los años me habían obligado a ser fuerte, alejado de la ciudad donde todo se conseguía con facilidad, había que hacer todo con las propias manos.
Como siempre, perdía la noción del tiempo. En donde vivía, muy lejos de mi primer hogar, no había campanas de las iglesias, anunciando el medio día y la hora de la eucaristía. Los únicos sonidos que había eran los de la naturaleza y quizás música, si decidía tocar un viejo instrumento de cuerdas que había conseguido en un pueblo cerca de un oasis, varias lunas atrás. Había edificado una casa de tronco y piedra, tosca pero servía a la perfección para su propósito. Era similar a la que fue destruida por los mercenarios del rey, con una diferencia de tamaño y sin duda alguna, estilo. Eso no me lo podía adjudicar, claro está. Los tachos de metal oxidados, en vez de tirarlos, estaban rellenos con flores silvestres que atiborraban el hogar con distintos aromas. Había una huerta a un costado, con distintos tipos de patatas y verduras, que en el pasado jamás hubiese probado. Podía pescar e intercambiar lo ganado por frijoles y harina, con eso podía vivir. Y mientras seguía siendo así, cada noche había una cena diferente, aunque sea por un detalle nimio.
Sophie, a mis ojos de simple mortal, era lo que llamaban una ninfa del bosque. Era capaz de hacer crecer hasta el más obstinado arbusto, de mantener las flores incluso cuando empezaban las heladas. Era gentil, me había rogado no cazar los ciervos que se acercaban y era imposible negarse a esa mirada, a ese corazón tan puro. No pasábamos hambre ni frío, no necesitábamos negociar a diario en el pueblo más cercano. Nuestro hogar era el bosque, con un pequeño río que desembocaba en un lago a un par de kilómetros. Ya no había castores que amenazaban con botar un árbol sobre mi roñosa cabaña… Ahora era magia la que nos rodeaba. Lo que hacía más increíble a Sophie, era que no poseía poderes extraordinarios. Su carisma y belleza era humana, incluso cuando parecía imposible que una fuese tan perfecta y etérea. Ella fluía entre los árboles, me amaba pese a ser bruto y reacio.
Ese día, por la mañana, un caballo con montura bebía de nuestro río, como si jamás hubiera probado el agua antes. Si cualquier otra persona se acercaba, apostaría la vida que salía corriendo de inmediato, pero Sophie se paró a su lado y con suavidad, acarició su lomo. No podía creerlo, y a la vez sabía que sería así. Ella le dio la espalda, y el animal parecía querer seguirla, pero no abandonó el río. Yo miraba desde la lejanía, derrumbando un árbol por pura necesidad. Cuidábamos los de nuestro entorno, pero los rumores de hordas de ladrones en los pueblos cercanos nos mantenían en casa, pese a que empezaba a escasear la harina. Sophie alimentaba con paja al caballo, y pareció despedirse de ella antes de marcharse, río abajo. Mi instinto hubiera sido atarlo a un tronco, pero ella lo dejó partir libre, lo cual admiraba y a veces no entendía. Ella era fuerte y sabia, había podido sobrevivir tiempos difíciles antes de encontrarnos el uno al otro, pero nunca endurecieron su corazón.
Me pasé la tarde cortando leña y llevándola al interior de la casa. Con ella manteníamos el calor y cocinábamos nuestra comida. El árbol nos sería suficiente para un largo tiempo, pensé, se venían tiempos de cambio y debíamos estar preparados.
Me lavé en el río, y entré al hogar, buscando a Sophie con la mirada. Ella estaba sentada, trenzando unas ramas flexibles y yo sin decir más, me arrodillé frente a ella, quitándole su artesanía y tomando sus manos. “Te ves especialmente radiante hoy”, era una palabra que había aprendido hace poco y me hacía sonreír. Ella me había enseñado a leer, y habíamos intercambiado pescado por unos libros que no estaban exactamente permitidos para el simple gentío. Me incliné, en una dirección que había llevado mi rostro tantas veces, pero me hospedé más arriba, en su abultado vientre. Con ambas manos, acaricié los costados de éste y besé allí, una y otra vez, “Vas creciendo fuerte, ¿verdad?”, dije al pequeño ser que habitaba allí, aún ajeno al mundo. Solíamos cantarle, incluso si no podía escucharnos. No sabíamos si era mujer u hombre, sólo sabíamos que le amaríamos incondicionalmente, para siempre. “No puedo esperar para conocerte”, froté mi rostro en su vientre, algo que la hacía reír y deseé tanto que nuestro retoño tuviera sus ojos de cielo, que sonreían con ella.
 Noches después, expresó un profundo dolor y me desesperé completamente, sin saber cómo actuar. No podía con ello, con su sufrimiento. En un día normal, hubiera traído a un médico a nuestro hogar, pero sus sollozos me decían que no había tiempo para ello. Aferraba su vientre, y el rompecabezas se armó repentinamente, al igual que el terror en mi mirada. “Todo está bien, todo está bien”, Sophie me repetía, acariciando mi cabello con sus cálidas manos, aunque podía oír el dolor en su tono. No sabía cómo lo hacía, pero sanaba mis pesares y pensaba con claridad. Al final, todo había caído en el lugar que le correspondía. El caballo volvió a nosotros, dos días atrás, y ya permitía que yo lo alimentara. Era algo que no creí posible, hasta que ella lo hizo. Ese saquito con oro, apenas habíamos tocado algunas monedas, cuando la cosecha no estaba lista y las provisiones se acababan. Até éste a una correa de la montura, y abrigué a Sophie, subiéndome al potro y a ella sentándola de lado en él, frente a mí. No era una posición cómoda, pero no permitiría sentarla detrás, tenía que verla en todo momento. “No podemos correr, ¿puedes aguantar?”, no quería apresurar al caballo, sabía que el galope podía agitarla innecesariamente, pero como si la vida nos sonriera, no había un alma en el sendero principal, donde ladrones a veces atacaban. “Estará todo bien, todo bien”, era mi turno de calmarla, aunque ella era demasiado fuerte, parecía que se desvanecería del dolor. Nos tomó menos de lo que pensaba, y ya estábamos a las afueras del tiempo, donde había un médico exiliado del castillo por sus pensamientos revolucionarios. Él nos tenía aprecio, y cuando tocamos su puerta, supo lo que sucedía. Nos invitó a pasar, sin perder el tiempo. En un par de minutos, la mujer de mi vida estaba postrada en una cama de sábanas blancas, conmigo sujetando su mano y secando el sudor de su frente con un paño húmedo y limpio. “La tendrás en tus brazos, piensa en eso. Al fin la tendremos”, le murmuraba, besando su sien y me concentraba en ella, mientras él y su esposa guiaban el parto, guiando a Sophie en el proceso. Prefería no mirar, no por rechazo, sino porque no podía soltarla, sabía que me necesitaba a su lado, y yo a ella, pese a que el esfuerzo descomunal no lo realizaba yo.
Si antes Sophie era la mujer más poderosa que conocía, cualquier noción pasada se había evaporado… Era increíble, al punto que me llegaba a dejar mudo, siempre esforzándose hasta que noté que, si seguía a ese ritmo, perdería la consciencia. Y así fue, justo después de escuchar el agudo llanto de un recién nacido.
 Era una niña, que fue lavada por la amable mujer del médico, mientras él le tomaba el pulso a Sophie. Yo estaba en el limbo, incapaz de moverme de su lado, sosteniendo su mano que no daba respuesta. Así, hasta que la mujer me entregó con una sonrisa un bulto pequeño, que, a mis ojos afligidos, era sólo una manta gruesa. Pero no, era Sophie. Era la criatura más pura que había conocido en mi vida, al igual que su madre. Era ella, porque no había otro ser que me derritiera el corazón más que la mujer que descansaba a mi lado. “Qué hermosa eres”, susurré, besando la frente del pequeño bebé y sentía mis ojos arder con lágrimas. De emoción, de desesperación, todo junto y todo sinónimo de cuánto las amaba. Había sucedido tan rápido, y mis deseos se habían vuelto realidad. “Al fin nos conocemos, mi hija”, seguía hablando bajo, abrazándola y acunándola con cariño, siempre mirando a su madre, esperando que despertara. El color de a poco volvía a sus mejillas, y supe que nuestra pequeña debía estar en sus brazos cuando despertara. “¿Sophie?”, dije en voz baja, acomodando a la bebé en su pecho, pero sujetándola todavía. Su madre poco a poco abrió los ojos y se encontró primero con mi rostro, preocupado y enamorado. No dudé en besar sus labios con suavidad, diciéndole lo bien que estaba, que estaba sana y salvo… Y cuando la consciencia la agarró por completo, se dio cuenta de la pequeña en sus brazos, llenándose sus hermosos ojos de lágrimas, del único tipo de éstas que permitía que no me partían el alma. Ella estaba feliz, yo lo estaba y me atrevía a decir que nuestra hija, también.
 Sophie había conseguido pergaminos cuando volvió a mí, y desde que la tuve en mis brazos otra vez, construyendo nuestro actual hogar, ella le escribía cartas a el ángel que crecía en su vientre. Había una para cada luna llena, y varias mañanas más tarde, decidió leérselas todas al bebé que la miraba desde un moisés. En el pueblo adoraban a ambas. Sophie había sido amable con cada uno de los habitantes, que no eran demasiados y parecía que todas las familias le obsequiaron algo por muy simple que fuera, por la llegada de nuestra hija. Nunca dejaba de sorprenderme su magia. Nunca creí posible siendo el más ermitaño de todo el universo antes de conocerla, que la gente tuviera corazón. Y se notó, en canastas de frutos, mantas e incluso juguetes de madera, que aún era muy pequeña para usar.
 Por la razón de su corazón tan dulce, los aldeanos no cuestionaron mis motivos al pedir ayuda. No requería oro ni sus alimentos, sólo manos. Algunas tejieron un arco, otras bordaban y viajaron, gastando las últimas monedas de mi saco en ello. Nuestra pequeña Grace (greek mythology to beauty, blossom, and joy) se podia sentar por si misma, y aplaudíamos aquello, sabiendo que ello le robaba sonrisas. Esa misma tarde, fue el momento que estábamos esperando con amigos del pueblo. Era lejísimo a pie, pero teníamos un caballo que no necesitaba atarlo para ser fiel, así llegábamos rápidamente si se necesitaba. Fui y volví, con un vestido que perteneció a la mujer que alguna vez fue parte de la aristocracia, antes de que a su marido le sugirieran el exilio permanente. Ya no podía usarlo, pero era sencillo y blanco. Sophie tenía prendas preciosas, que en algún momento fueron comunes, pero sus dedos tenían magia, no sólo para derretir donde me tocara, sino también para crear algo bello, sin embargo, este era especial. “Mira lo que te regalaron… Hay una fiesta de bodas, la chica quiere que lleves las flores”, le sonreí, animándola a ir, pese a que nuestra idea de entretención era ir al lago los tres y adorarnos el uno al otro cuando Grace dormía. Luego de unos cuantos besos, y razones para desvestirla, se animó a calzarse las nuevas prendas y yo sonreía tanto que me dolían las mejillas. “Radiante”, le dije con seguridad, y bañamos a nuestra pequeña con agua que entibiábamos en un tacho, vistiéndola con uno de sus mejores atuendos. Me vestí con mi mejor saco, y fuimos los tres en el caballo, sin prisa alguna, pese a que Grace se reía a carcajadas cada vez que galopábamos “rápido”
Llegamos, y la gente cubría el arco de mimbre que habían armado y decorado con hermosas flores, algo que se acostumbraba a hacer en las aldeas, sin embargo, hace muchos años no había un matrimonio. No había un sacerdote tan lejos de la ciudad a afueras del castillo y estábamos muy lejos de otros feudos. Un viejo sabio, que solía contarnos historias que parecían ambientadas cien años en el pasado, era de los pocos que sabía leer y sostenía un pergamino que tenía aires a reliquia. Cuando nos bajamos del caballo, Joy, como le colocamos, se apartó del camino, pero se mantuvo cerca. La mujer del médico sostuvo a Grace en sus brazos, y la novia le entregó un gran ramo de flores a Sophie. Pero la novia no estaba vestida de blanco, aunque no era sorpresa porque ese color no era común entre los aldeanos; sí en la realeza, y a mis ojos, Sophie era una reina.
La novia, una gran amiga de Sophie, la tomó del brazo y a medida que avanzaban por el pasillo de césped aproximándose al arco, las personas también formaban un camino, acomodándose para presenciar el acto. Grace estaba junto a las flores más bellas de aquel improvisado y sencillo altar, queriendo arrancarlas, y al ver a su madre cerca, estiró sus pequeños brazos, queriendo ser abrazada. Entonces, el anciano habló para apaciguar a la audiencia y la buena amiga del amor de mi vida, dio un paso al lado, a la vez que yo me aproximaba, parándome junto a Sophie. Aclaré mi garganta, y apenas nuestros ojos se encontraron, cualquier nervio se había disipado. Y entonces, hablé. “Sophie, mi ángel, prometo cuidar de ti y Grace hasta mi último aliento. Prometo honrarte, adorarte y respetarte hasta el fin de los tiempos, darte calor, compañía y todo mi amor, a ti y sólo a ti”, me acerqué a ella un poco más, tomando sus manos con cariño por encima del ramo de flores, con sólo éste separándonos, mirando aún sus ojos de cielo. Ante la mirada del bosque, del cielo y la tierra, ¿aceptarías ser mi esposa, uniéndonos como uno hasta la eternidad?”
Y el pueblo calló, podíamos todos jurar hasta que los pájaros dejaron de cantar sus melodías, recorriendo de rama a rama. El río relajó su corriente, y se sostuvo el aliento. Deseaba su ‘sí’, un sí de la mujer que ya me había una familia, vida y ganas de vivirla. Deseaba su sí para al fin llamarla mi mujer, mi esposa, en toda su libertad. Necesitaba ese sí, porque significaría que podría sellar la unión con un beso, y más que nada en el mundo, necesitaba besar esos labios que me sonreían para el resto de mis días, que en mi corazón ya eran míos como de ella, pero quería que los cuatro vientos se enteraran. Por eso guardé mi respiración, hasta que de sus labios salió una respuesta.
“James, yo…”
Tumblr media
0 notes
Video
vimeo
0 notes
Photo
Tumblr media
To my sun.
A ti, mi Dominique, te conocí en uno de los periodos más oscuros de mi vida. Nadie me puso allí, solito caí y rodé hasta que toqué fondo. Y sé que levantarme me hubiese resultado imposible, sin la idea de tu existencia a mi lado, sin la perspectiva de estar contigo. Eso me llehevó a mejorar, a desear dejar atrás mis días de sentirme miserable por estar vivo y lamentarme. Tú llenaste mi vida de pura luz, de risas, de tranquilidad y amor. Tú solita, sin ayuda de nada más que tu magia.
Te he escrito muchísimas palabras en todo este tiempo, y siento que jamás podré llegar al punto donde que te haya dado suficientes veces las gracias por elegirme. El límite no existe. No es algo que hayas hecho una vez nada más, es algo que haces cada día de nuestras vidas, en las buenas y las malas. Siempre nos encontramos al otro, nos elegimos y sé que seguirá siendo así, porque tengo fe ciega en que pertenecemos juntos.          
Yo sé que ha sido difícil en ciertos momentos, y que quizás más de una vez demostré lo peor, pero siempre quiero ser mejor y mejor para ti, desde el primer día. Me haces ser la mejor versión de mí mismo, el mejor padre y esposo que puedo ser. Aun así, siento que mereces tantísimo más y estoy decidido a dártelo.
Me gusta hablar de ti. Me gusta explorar tu idea, porque aún no logro sacarla del misterio y eso me asombra; tú me asombras. Hay detalles que una vez me enamoraron de ti y lo siguen haciendo cada día, como tu risa loca, tu forma de pensar y amar, personalidad y lo fiel a tus principios que eres, están llenos de recuerdos que no me podría quitar de la memoria incluso si pierdo la cabeza. No puedo olvidar cuando te reíste pegada a mi cara, en una de nuestras primeras citas, como también esas discusiones acerca de nuestros ideales, verte voltear tu corazón en lo que crees y siempre vivir por ellos, me es increíble. Eres realmente buena, Dominique. Eres buena de verdad.
En este mundo hay pocas personas como tú, que más allá de los momentos grises, tengan tanta luz que eclipsen lo que sea, que sean tan sensibles y amables con lo que pasa en este mundo… Eso me maravilla. Me dan ganas de arreglar con mis propias manos todos y cada uno de los problemas que puedan existir en la galaxia, así nada entristece tu precioso corazón. Y quizás tu mente no sea tan pura (ejem), pero tu corazón lo es y es mío, me lo he comido tres o cuatro veces… Sé de lo que hablo.
Quería que esta sorpresa de aniversario tuviera un lado serio, que es el que estoy desarrollando… Ya ves, no lo estoy escribiendo en Comics Sans. Porque te amo, porque mereces lo mejor de los dos mundos. Y sobre todo, porque ain’t playin’ when I say I fucking love you, my girl.
Aprovechando este medio audiovisual de alta calidad, quisiera expresar lo que siento por ti, además de profunda gratitud, deseo y amor.
Soy tan afortunado de tenerte, no puedo repetirlo lo suficiente. Me voy a desesperar. Hay tantas cosas que me fascinan de ti, que podría enumerarlas y descubrir el límite de palabras que permite Word. Por ejemplo: Tu pelo, tu boca, tu piel, tu cintura. OOoOoOooh. Me encanta que seas amable con la naturaleza y con quienes lo merecen. Me encanta que no hagas caso omiso al mundo, a lo que sucede y me encanta que siempre estés dispuesta a aprender, incluso de documentales de una hora de sirenas. Me encanta tu sensibilidad, lo adorable que eres y como pasas de ser un ángel de ternura, a puro fuego y me haces hervir con tus palabras, miradas y acciones. Eres realmente fascinante, me tienes completamente enamorado de ti. Ojalá poder erradicar cada gota de inseguridad de tu cuerpo, porque no creo que te des cuenta de lo maravillosa que eres. Me haces sentir vivo, feliz de poder compartir mi vida y hacer crecer una familia tan hermosa como la nuestra.
Así que quiero agradecerte, por cada vez que no te rendiste porque sabías que nosotros somos mucho más grandes que una discusión. Por aceptar mis disculpas cuando me equivocaba y siempre recibirme en tus brazos, aun cuando me portaba con el idiota más idiota de la vida. Yo sé que todo eso es posible porque sin lugar a duda, tienes el corazón más bondadoso y eres la mujer más comprensiva que existe. No hay como tú, eres completa y absolutamente extraordinaria. El día que comprendas cuan asombrosa eres, será el mismo que podrás dimensionar cuán enamorado de ti estoy, cuánto te amo, cuánto te necesito a mi lado para existir.
Quiero darte las gracias por ser mi mejor amiga, por tomarte el tiempo de conocerme y amarme tal como soy, incluso con mis fallas, que tanto daño te han hecho. De alguna forma, tu amor me ha hecho desear mejorarlas y querer superarme, nunca dar nada por garantizado.
Gracias por aceptar ser mi novia, querer formar una familia conmigo y casarte conmigo. Gracias por estar conmigo en las buenas y en las malas, salud y enfermedad. Gracias por ver series y películas, por recomendarme Rick and Morty y sentarte a mi lado a verla, incluso cuando ya conocías cada capítulo. Gracias por mostrarme qué es amar de verdad, incondicionalmente.
Gracias por todas nuestras aventuras, por probar cosas nuevas juntos. Por los viajes, por las risas, por todo lo que he aprendido a tu lado.
Ha sido un año increíble contigo, un año como esposa y esposo. Siento que nunca podré darte suficientemente las gracias por todo lo que has hecho por mi, por nosotros y todo lo que hemos crecido y realizado juntos. Lo siento tanto por cada vez que te herí, y quiero que sepas que enmendaré cada herida, cada mal rato. Te lo prometo.
Feliz aniversario, mi amor. Un año desde ese “sí” que marcó un nuevo capítulo en nuestras vidas, un “sí” que de marzo estaba deseando. Yo sé que estábamos destinados a estar juntos. Yo sé que eres la mujer perfecta para mí, y sé que soy perfecto para ti, en un modo que jamás entenderé. Esa es la única explicación a por qué funcionamos cómo funcionamos. Por qué, aunque caigamos, siempre regresamos y nuestro amor no se fractura. Pertenecemos juntos, y siempre lo haremos.
“La primera vez que te vi, Dominique, me encontré con una mujer sonriente, luminosa y jodidamente hermosa. Eran momentos en que mi vida parecía que no podía mejorar, estaba abatido y lo que menos había en mi era esperanza… Pero allí estabas, brillando, provocando lo que pensé que estaba extinto en mí, riendo con tu forma tan peculiar de hacerlo. Jamás olvidaré nuestras primeras veces: cuando nos besamos, nuestro primer… Tu voz formulando “Te amo” en respuesta al mío, saber que estabas enamorada de mi como yo de ti. Han sido momentos icónicos en mi vida, han marcado un “antes y un después”, en un camino que pese a que no siempre fue fácil, recorrería mil veces si te llevo de copiloto. Eres tan única en todos los sentidos imaginables, que para poder al fin estar contigo sabía que debía ser la mejor versión de mí, un mejor hombre. Y gracias a ti, soy algo mucho más grande que eso: soy increíblemente feliz, como nunca pensé que podía llegar a serlo. Lo soy cada vez que te veo, cada vez que pienso en ti… bueno, feliz y otras cosas. Estoy infinitamente agradecido con todo lo que me has dado, lo que me sigues dando cada día y de lo que me has salvado. Dominique, eres mi luz y vida, quien me ha enseñado lo que es amar, ser amado, paciente y menos pendejo. Me haces querer ser mejor cada vez, me haces tan bien todo el tiempo. Eres una mujer increíble. Y tanto como soy tuyo, eres mia: mi mejor amiga, mi best bro, mi cómplice en crimen, mi amante Dominiqua. Quien me hace reír, sonreír, mi inspiración, en quien confío, mis ganas de levantarme cada mañana e ir a la cama cada noche. Sé que he sido un buen novio para ti y me comprometo a mejorar cada día como tu esposo, amarte con todo lo que soy, respetarte y siempre serte fiel. Hacerte saber que eres el amor de mi vida y lo afortunado que soy por tenerte como esposa, como compañera. Me comprometo a “brrr brrr” , “lrlrlr” y que siempre toque Frank Sinatra, cantando si es necesario. Siempre y fuerte, todas las noches. Eres todo lo que soy, todo lo que deseo en esta vida, sólo tú y lo que te compone. Te amo, y lo haré hasta el fin de mis días, Dominique Notarianni”
Esos fueron mis votos, un año atrás. Siento cada palabra dicha, multiplicada por infinito, y cada vez más, segundo que pasa. Esos siguen siendo hoy, pero debo agregar un par más. “And I vow to keep updating them as we go. Because one set of vows, it can't cover a lifetime of growing and changing with you, of raising children with you. Falling more and more in love with you every day, Lily Aldrin, which is what I vow to do for the rest of my life” (Marshall Eriksen)
"Mi amor,
Me comprometo a mejorar de acá a un año mis habilidades para editar videos. Sé que es muy básico y me llevó quizás más tiempo y esfuerzo de lo normal, pero realmente quiero ser capaz de darte lo mejor. Mereces una película ganadora de mil Oscar. Mereces la vida entera con imágenes y música, lo mejor que el mundo tenga que ofrecer y quiero dártelo.
Me comprometo a ser más comprensivo y paciente. Quizás lleve trabajo, sin embargo, sé que es lo que necesitas y te lo daré Me comprometo a cuidarte aún más, a siempre nutrir nuestro amor y seguir creciendo junto a ti, conociéndote más y más, cada recoveco de tu ser. Prometo ser aún más pegote, por las malditas ganas que tengo de fundirme en ti.
Y sobre todo, me comprometo a llenarte de tulipanes, de caricias y amor, más y más cada día, hasta el fin de los tiempos. Te amo, mi amor, te amo con todo lo que soy y tengo. Te amo para siempre”
Espero que te haya gustado mi video, porque ya una simple carta no era suficiente. Sé que no es mucho, sé que es sencillo, pero todo mi amor va con él, también todas mis capacidades.   Te amo infinitamente, Dominique Notarianni. Te amo, te amaré siempre. Feliz aniversario, mi vida. Feliz 23 de septiembre. Feliz vida juntos, porque así es. Es perfecta, así como tú.
3 notes · View notes
Video
Surprise, bitch.
(Legal disclaimer: the last clip isn’t my property, it belongs to Sony Pictures Entertainment and Columbia Pictures)
0 notes