LA JAULA
Afuera hay sol. No es más que un sol Pero los hombres lo miran y después cantan. Yo no sé del sol. Yo sé la melodía del ángel y el sermón caliente del último viento.
Sé gritar hasta el alba cuando la muerte se posa desnuda en mi sombra. Yo lloro debajo de mi nombre.
Yo agito pañuelos en la noche y sedientos de realidad bailan conmigo Yo oculto clavos para escarnecer a mis sueños enfermos. Afuera hay sol. Yo me visto de cenizas.
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Replica of a turrilitid ammonite is from the Cretaceous Seas diorama at the American Museum of Natural History in New York City. Members of the ammonite family Turrilitidae are characterized by shells that are not typical tight spirals—a condition known to paleontologists as heteromorph.
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Cien vistas del monte Fuji - Dazai Osamu
Mañanas y tardes enteras sin dejar de contemplarlo. Así es como se me pasaban aquellos días desalentadores. A finales de octubre, llegó de Yoshida una caravana de cinco automóviles llenos de prostitutas. Pensé que debía de ser su único día libre en todo el año. Las observé desde la ventana de mi cuarto. Entre el tumulto de colores de sus ropas, las chicas salieron de los coches como palomas mensajeras liberadas de sus jaulas sin saber bien adónde dirigirse. Se agruparon juguetonas, se empujaban, se reían. Cuando el nerviosismo y la curiosidad inicial se calmaron, el grupo se dispersó. Algunas se dedicaron a elegir postales de un expositor que había en la posada, otras se quedaron boquiabiertas al contemplar la montaña. Por alguna razón, me resultaba una escena sombría que casi no se podía mirar. A pesar de que yo era un hombre solitario recluido allí como un eremita, a pesar incluso de estar dispuesto a morir por ellas, no tenía nada que ofrecerles si se trataba de felicidad. Lo único que podía hacer era contemplarlas. Aquellos que sufren deben sufrir. Los que caen deben caer. No tenía nada que ver conmigo. El mundo era así. Por tanto, fingí indiferencia, a pesar de lo cual sentía algo más que un leve dolor.
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Basta
basta
no quiero más de muerte
no quiero más de dolor o sombras basta
mi corazón es espléndido como una palabra
mi corazón se há vuelto bello como el sol
que sale vuela canta mi corazón
es de temprano un pajarito
y después es tu nombre
tu nombre sube todas las mañanas
calienta el mundo y se pone
solo en mi corazón
sol en mi corazón.
Juan Gelman
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Si hubieras sido tu, lo que en las sombras, anoche...
Si hubieras sido tú, lo que en las sombras, anoche…
A Xavier Villaurrutia
Si hubieras sido tú, lo que en las sombras, anoche,
bajó por la escalera del silencio
y se posó a mi lado,
para iniciar el cauce de acentos en vacío
que, me imagino, será el lenguaje de los muertos.
Si hubieras sido tú, de verdad, la nube sola
que detuvo su viaje debajo de mis párpados
y se adentró en mi sangre,
amoldándose a mi dolor reciente
de una manera leve, brisa, aroma,
casi contacto angelical soñado…
Si hubieras sido tú,
lo que apartando la quietud oscura
se apareció, tal como si fuera tu dibujo
espiritual, que ansiaba convencerme
de que sigues, sin cuerpo, viviendo en la otra vida.
Si hubieras sido tú la voz callada
que se infiltró en la voz de mi conciencia,
buscando incorporarte en la palabra
que tu muerte expresaba con mis labios.
Si hubieras sido tu, lo que al dormirse
descendió como bruma, poco a poco,
y me fue encarcelando
en una vaga túnica de vuelo fallecido…
Si hubieras sido tú la llama llama
que inquemante creó, sin despertarme
ni conmover el lago del azoro:
tu inmaterial presencia,
igual que en el espejo emerge
la imagen, sin herirle
el límpido frescor de su epidermis.
Si hubieras sido tú…
Ya despierto, después de la vigilia,
o del sueño o del ensueño,
me pregunto a mí mismo:
¿Quién más pudo venir a visitarme?
Recuerdo que, contigo solamente,
platicaba del amoroso asedio
con que la muerte sigue a nuestra vida.
Y hablábamos los dos adivinando,
haciendo conjeturas,
ajustando preguntas, inevitando respuestas,
para quedar al fin
sumidos en derrota,
muriendo en vida por pensar la muerte.
Ahora tú ya sabes descifrar el misterio
porque estás en su seno, pero yo…
En esta incertidumbre secretamente pienso
que si no fuiste tú, lo que en las sombras, anoche,
bajó por la escalera del silencio
y se posó a mi lado,
entonces quizá fue
una visita de mi propia muerte.
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… Quien ama nunca sabe lo que ama ni sabe por qué ama, ni lo que es amar… Amar es la eterna inocencia, y la única inocencia es no pensar.
Fernando Pessoa, “El cuidador de los rebaños” (fragmento)
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