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fabylin · 7 months
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Cuánta melancolía trae consigo la lluvia cuando resuena en los techos y cae sobre los cristales. Tristeza y nostalgia me inundan porque en cada gota veo el rostro de mi amado, que ya no está.
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fabylin · 8 months
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fabylin · 10 months
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Una característica destacable de las rimas de Gustavo Adolfo Bécquer es la capacidad que tienen de evocar imágenes vívidas y crear atmósferas envolventes. El romanticismo impregna cada verso de las rimas adentrándose en la búsqueda del amor idealizado, pero expresando también la desilusión y el sufrimiento que conlleva. Este conjunto de rimas se encuentra dividido en cuatro etapas, en las que se hace notar el deterioro anímico del poeta (mientras que las primeras rimas no son más que una exploración de la poesía, el amor y la vida misma, las últimas son tremendamente desesperanzadoras). Dejo aquí unas cuantas:
- VII - Del salón en el ángulo oscuro, de su dueño tal vez olvidada, silenciosa y cubierta de polvo veíase el arpa. ¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas, como el pájaro duerme en las ramas, esperando la mano de nieve que sabe arrancarlas! ¡Ay! —pensé—. ¡Cuántas veces el genio así duerme en el fondo del alma, y una voz, como Lázaro, espera que le diga: "¡Levántate y anda!".
- XXII - ¿Cómo vive esa rosa que has prendido junto a tu corazón? Nunca hasta ahora contemplé en la tierra sobre el volcán la flor.
- XLII - Cuando me lo contaron sentí el frío de una hoja de acero en las entrañas; me apoyé contra el muro, y un instante la conciencia perdí de dónde estaba. Cayó sobre mi espíritu la noche, en ira y en piedad se anegó el alma. ¡Y entonces comprendí por qué se llora, y entonces comprendí por qué se mata! Pasó la nube de dolor.... Con pena logré balbucear breves palabras... ¿Quién me dio la noticia?... Un fiel amigo... Me hacía un gran favor... Le di las gracias.
- XLIII - Dejé la luz a un lado, y en el borde de la revuelta cama me senté, mudo, sombrío, la pupila inmóvil clavada en la pared. ¿Qué tiempo estuve así? No sé; al dejarme la embriaguez horrible del dolor, expiraba la luz y en mis balcones reía el sol. Ni sé tampoco en tan horribles horas en qué pensaba o qué pasó por mí; sólo recuerdo que lloré y maldije, y que aquella noche envejecí.
- LI - De lo poco de vida que me resta diera con gusto los mejores años, por saber lo que a otros de mí has hablado. Y esta vida mortal, y de la eterna lo que me toque, si me toca algo, por saber lo que a solas de mí has pensado.
- LVII - Este armazón de huesos y pellejo de pasear una cabeza loca cansado se halla al fin, y no lo extraño; pues, aunque es la verdad que no soy viejo, de la parte de vida que me toca en la vida del mundo, por mi daño he hecho un uso tal, que juraría que he condensado un siglo en cada día. Así, aunque ahora muriera, no podría decir que no he vivido; que el sayo, al parecer nuevo por fuera, conozco que por dentro ha envejecido. Ha envejecido, sí, ¡pese a mi estrella!, harto lo dice ya mi afán doliente; que hay dolor que, al pasar, su horrible huella graba en el corazón, si no en la frente.
- LX - Mi vida es un erial, flor que toco se deshoja; que en mi camino fatal alguien va sembrando el mal para que yo lo recoja.
- LXIII - Como enjambre de abejas irritadas, de un obscuro rincón de la memoria salen a perseguirnos los recuerdos de las pasadas horas. Yo los quiero ahuyentar. ¡Esfuerzo tan inútil! Me rodean, me acosan, y unos tras otros a clavarme vienen el agudo aguijón que el alma encona.
- LXIX - Al brillar un relámpago nacemos y aún dura su fulgor cuando morimos; ¡Tan corto es el vivir! La gloria y el amor tras que corremos sombras de un sueño son que perseguimos: ¡Despertar es morir!
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fabylin · 10 months
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En la edición revisada del diccionario de español moderno de Hakusuisha, la definición de kokoro dice así: ‹‹Corazón, mente, alma, espíritu, pensamiento…». Se trata, por tanto, de un concepto de difícil traducción que los no nativos en lengua japonesa debemos resignarnos a entender solo a medias, por mucho que nos empeñemos en desentrañar la complejidad de un término que se ajusta como anillo al dedo a una forma peculiar que tienen los japoneses de entender el mundo: curiosa, aparentemente sencilla, ambigua, pero en el fondo muy escurridiza. Kokoro es uno de esos términos ‘ambientales’ que implican una atmósfera determinada, una sensibilidad específica.
Dos años después del fin de la Era Meiji, Natsume Sōseki publica la primera entrega de la que sería considerada su obra maestra y, en general, una de las grandes obras de la literatura japonesa. Como bien lo explica la introducción escrita por Fernando Cordobés, esta obra maestra está profundamente ligada a la Era Meiji, que fue un período determinante en la historia de Japón, marcado por una serie de cambios políticos, sociales y culturales sumamente importantes. En ella, Japón experimentaba una gran modernización y occidentalización con el fin de igualar a las potencias extranjeras; debido a esto, los valores tradicionales japoneses se vieron amenazados y arribaron los choques entre la cultura tradicional y la influencia occidental. Kokoro se desarrolla dentro de este contexto histórico, mostrando tenuemente el retrato de una sociedad japonesa en plena transición.
A través de la historia de amistad entre un joven estudiante y un enigmático hombre mayor, Sōseki se sumerge en la exploración de temas universales como la soledad, la búsqueda de la identidad, el distanciamiento social, la antipatía por la humanidad, el remordimiento y cómo este sentimiento de culpa puede resultar insuperable. En resumidas cuentas, es una novela que ahonda íntimamente en la complejidad de las relaciones humanas y en los dilemas emocionales individuales. Los temas que explora Natsume Sōseki en su obra crean en el lector un ambiente impregnado de extrema fragilidad y melancolía.
Algo que me sorprendió a sobremanera fue la facilidad con la que se lee esta novela clásica. Yo, que me puedo quedar estancada en el mismo libro durante meses, digo que es una novela sencillamente escrita y extremadamente digerible (a pesar de que toca temas tan profundos) que me tomó menos tiempo en terminar del que me esperaba, pero esto no la hace menos notable, que no por nada es una de las novelas más sonadas cuando se habla de literatura japonesa.
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fabylin · 10 months
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En donde esté una piedra solitaria sin inscripción alguna, donde habite el olvido, allí estará mi tumba.
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fabylin · 11 months
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fabylin · 11 months
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Para entender la evolución de México necesitamos conocer su cultura, y dentro de esta, la disciplina artística preeminente: la pintura. Hace un par de días tuve la fortuna de pasar por un museo de mi ciudad con el único propósito de visitar la exposición de arte más grande que he visto hasta el momento: se trata de Tesauro. Seis términos de la pintura del siglo XX en México, colección de la Fundación BBVA. La muestra reúne un total de 81 obras de 53 artistas diferentes, que van desde pinturas, obras gráficas, esculturas, obras de arte objeto y una fotografía, entre las que predomina el número de obras pictóricas y gráficas. Seis apartados componen la exposición: «animales», «arte moderno», «arte popular», «hombres y masculinidad», «flores» y «paisajes», cada una de las cuales muestra el desarrollo del arte mexicano dentro de su temática. En ellas se exploran los temas de la exposición y la creación de una corriente artística mexicana fuera del marco europeo.
Mediante el recorrido por Tesauro se pueden apreciar algunas obras de importantes artistas mexicanos, como Rufino Tamayo, Leonora Carrington, David Alfaro Siqueiros, Helen Escobedo, Francisco Toledo y Joy Laville, entre otros. El gran número de artistas presentes en la exposición hacen de esta una muestra puramente interesante y diversa en todos los sentidos, pues es posible explorar múltiples estilos y visiones en relación con los distintos tópicos contenidos en la exhibición.
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fabylin · 11 months
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Durante un viaje —cuenta Chamisso en una carta—, perdí el sombrero, la manta de viaje, los guantes, el pañuelo de bolsillo, y todo lo que llevaba. Fouqué me preguntó si no había perdido también la sombra, y ambos nos representamos una desgracia semejante. En otra ocasión hojeé un libro de Lafontaine en el que un hombre complaciente, en medio de un grupo de personas, saca de su bolsa todos los objetos que le van pidiendo. Se me ocurrió que quizá si se le pedía de la forma conveniente, aquel hombre sería capaz de sacar de su bolsa un carruaje con sus caballos. Así quedó listo el Peter Schlemihl, y me puse a escribirlo en el campo, cuando el aburrimiento y el ocio me lo permitieron.
Quién diría que una de las obras más queridas de notables escritores alemanes como Thomas Mann y Heinrich Heine sería escrita en un contexto tan sencillo y con el único propósito de divertir a los hijos pequeños de un amigo. Además de usar esta anécdota como base para la historia, el romántico de von Chamisso también incorporó emociones y elementos significativos de su vida personal al personaje de Peter Schlemihl. Las diversas analogías y conexiones que existen entre su vida y su obra se pueden entender hojeando un poco su biografía.
La maravillosa historia de Peter Schlemihl trata la historia de un hombre que entrega su sombra a cambio de una riqueza económica, después de todo, ¿qué valor puede tener una simple sombra? Pues poco sabía él que el canje de su sombra traería consigo fatídicas consecuencias, entre ellas, la pérdida de su identidad y la expulsión de una sociedad prejuiciosa y superficial.
Vemos al rico Schlemihl huir de su casa una noche, a la luz de la Luna, envuelto en un amplio gabán, con el sombrero calado hasta los ojos, movido por el torturante deseo de pulsar la opinión pública, de escuchar lo que dicen de su destino los transeúntes. Le vemos humillarse bajo la compasión de las mujeres, las mofas de los jóvenes, el desprecio de los hombres, especialmente de los corpulentos, que «proyectan una sombra espléndida». Le vemos dirigirse tambaleante a su casa, con el corazón destrozado porque una muchacha dulce y encantadora que ha dirigido por azar sus ojos hacia él, al comprobar que no tiene sombra, se cubre el bello rostro con el velo y continúa su camino con la cabeza baja. Su remordimiento por el canje de su sombra no tiene límites —escribe Thomas Mann en el epílogo.
Y es imposible imaginar un final más bonito que el ideado por el poeta, tan alejado del optimismo infantil de los cuentos, «donde suele desembocar en el júbilo de boda», como dice Thomas Mann. En cambio, Adelbert escribe un final en el que Peter Schlemihl acepta su equivocación y vive con ella felizmente, se desprende de lo material y lo superfluo, y le da un sentido a su vida completamente distinto. Es un final que se agradece, pues se desvía del curso típico y esperado de un cuento infantil.
Dejo, por último, un fragmento del poema A mi viejo amigo Peter Schlemihl, que forma parte del prólogo:
Esto es lo que sé después de haber pasado diecinueve mil días sobre mí acumulando sabiduría: los que hemos concedido un ser a la sombra, vemos ahora a la sombra disfrazarse de ser.
Démonos la mano por encima de todo, Schlemihl. Sigamos avanzando y dejemos las cosas como están, por nada del Mundo nos preocupemos por tenerlas bien sujetas. Nos deslizamos ya cerca del fin. Que rían y cambien unos y otros; nosotros, después de la tempestad, dormiremos tranquilos un sano sueño en el puerto.
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fabylin · 1 year
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Dios sabe cuánto disfruto cualquier libro melancólico, y al ser este uno de ellos, no hace falta ni decir lo mucho que me ha gustado. La balada del café triste, cuya historia principal tiene el mismo nombre, recoge una novela corta (o un cuento bastante largo, según se quiera ver) y seis cuentos breves. En esta ocasión, fue Carson McCullers la elegida para introducirme al gótico sureño, y pienso que no pude haber elegido mejor, aunque al principio no me convenciese demasiado.
El amor, la soledad, el fracaso, la mentira, la traición y los defectos —tanto físicos como internos— son temas recurrentes en esta corta selección de cuentos, así como los niños y la música, que estuvieron también muy presentes en la vida de McCullers. La prosa tan cuidada de la autora y sus personajes marginados, solitarios y un tanto vacíos fue seguramente lo que más me atrajo del libro, así que si hay alguien por ahí casi tan melancólico como yo, ya les digo que esta colección puede ser una buena opción para leer en un fin de semana. Sin divagar demasiado, procederé a comentar cada uno de los relatos que figuran en la selección.
La balada del café triste. Exótica y contradictoria, esta nouvelle trata un fatídico triángulo amoroso. Es la demostración inmejorable de que las personas más inesperadas pueden ser un estímulo para el amor.
El amado teme y odia al amante, y con razón: pues el amante está siempre queriendo desnudar a su amado. El amante fuerza la relación con el amado, aunque esta experiencia no le cause más que dolor.
La persona más mediocre puede ser objeto de un amor arrebatado, extravagante y bello como los lirios venenosos de las ciénagas. Un hombre bueno puede despertar una pasión violenta y baja, y en algún corazón puede nacer un cariño tierno y sencillo hacia un loco furioso. Es sólo el amante quien determina la valía y la cualidad de todo amor.
Wunderkind. Probablemente uno de los relatos más personales de McCullers, tomando en cuenta su efímera faceta como pianista. Una historia tristísima para quienes alguna vez nos hemos sentido una completa decepción.
El jockey. El tema central del cuento anterior se puede ver también en este, aunque bastante más confuso y menos logrado. Para mí, este es el más flojo de todos los cuentos.
Madame Zilensky y el Rey de Finlandia. Es un relato que entretiene a pesar de no llevar a ningún lado. No hay mucho más que decir de este.
Dilema doméstico. Indudablemente mi favorito, aunque esto se deba más que nada a cuestiones extraliterarias que me llegaron de una manera más personal. Es una historia que expresa en cada una de sus letras la inmensa complejidad del amor. Es tan íntimo que dan ganas de llorar.
El transeúnte. La cotidianidad y la simpleza de este relato y del anterior hace que para mí sean los mejores. El final es un apapacho al corazón.
Un árbol, una roca, una nube. Es el cuento que le da cierre a la antología. Es simplemente un relato lindo escrito por el mero placer de escribir.
Después de haber revisado un poco la excéntrica vida de la escritora y sabiendo que gran parte de ella está unida a sus obras, me sobran ganas de seguir conociéndola a través de sus letras.
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fabylin · 1 year
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Cuán triste y aterrador es pensar que nuestra mera existencia depende solo de los recuerdos que otros tienen de nosotros; y cuando todos se hayan ido, yo jamás habré existido.
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fabylin · 1 year
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fabylin · 2 years
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¿Qué sentido tiene empujar por horas un trozo gigante de hielo hasta que este se haya desvanecido por completo? Para mí, tiene todo el sentido y a la vez ninguno.
En 1997, el arquitecto y artista belga Francis Alÿs recorrió por más de nueve horas las calles del centro de la Ciudad de México, impulsando con su cuerpo un hielo que al final terminaría disuelto y convertido en nada. ¿Con qué objetivo? ¿Cuál es la recompensa después de tanto tiempo y esfuerzo invertido en aquella tarea? Absolutamente ninguna, y ese es justo el objetivo de Alÿs: ilustrar el principio básico de que a veces hacer algo no conduce a nada.
Al mirar estas imágenes me di por aludida, pues es básicamente una representación gráfica del sentimiento —habitual en mí— de frustración, vacío e insatisfacción que trae consigo un esfuerzo vano y absurdo. Simbólicamente, el hielo es esa cosa en la que, inútilmente, depositamos todas nuestras ganas, tiempo y sacrificio, para que al final lo único que obtengamos de ello sea un resultado mínimo y desproporcional al esfuerzo que hicimos para obtener un mejor resultado. Con esta performance Francis señala y hasta se burla de la experiencia cotidiana de no lograr nada.
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fabylin · 2 years
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Bonita pintura elaborada por el acuarelista chihuahuense Eduardo Uranga Fernández, quien intervino como creador de la portada y las doce viñetas correspondientes a los cuentos del libro que a continuación comento.
Vengo hoy a hablar acerca de un libro que no me había decidido a leer nunca y que tenía años empolvado en los oscuros recovecos de mi estante desordenado. Doce cortos e interesantes cuentos conforman este volumen de Cuentos de Visconti, escritos por Ernesto Visconti Elizalde, un médico, profesor, poeta y escritor de relatos poco afamado nacional e internacionalmente, pero notablemente conocido en mi querida ciudad.
Como estos cuentos tocan temas muy variados entre sí y difícilmente se puede relacionar un cuento con otro, prefiero evitarme las generalizaciones y comentar de la manera más breve que me es posible cada una de las historias que conforman este libro de cuentos. Advierto que, al ser este un libro tan poco conocido, es casi imposible que alguien que esté leyendo esto vaya a leerse también los cuentos, por lo que no me abstendré de hacer algunos spoilers y revelar gran parte del argumento de los mismos.
La muerte viste de blanco. Es la anécdota con la que se da inicio a este volumen. El escéptico autor comparte algunas de sus tantas experiencias de esencia esotérica cuando solía ejercer como médico general en los antiguos e imponentes hospitales de la ciudad de Chihuahua. Pese a que no soy una persona muy crédula, esta anécdota disfrazada de cuento hizo que me preguntase qué tan factible es que un personaje etéreo vestido de blanco llegue a visitar nuestros moribundos cuerpos, para posteriormente guiar nuestras almas hacia el descanso eterno. Yo no lo creo tan probable, la verdad, pero el cuento estuvo bueno.
Desde la tumba. Este es uno de los tantos cuentos que Ernesto Visconti ha escrito relacionados con la Revolución Mexicana. Es una historia donde la venganza se hace presente, incluso después de la muerte. A pesar de no ser gran amante y conocedora de la Revolución Mexicana (y de la historia de México, en general), hay que decir que este cuento fue de mi agrado. Me gustó la informalidad del lenguaje que maneja, pues era necesaria en este caso.
Un acto de piedad. Otra de las anécdotas de Visconti que figuran en esta selección. Esta es la historia de un acto de bondad, que pasa a convertirse en desgracia, y que concluye con un acto de piedad (¿o asesinato?). La descripción explícita del hombre mutilado tras la explosión es algo difícil de leer, sobre todo teniendo en cuenta que es una historia verídica. ¡Pobre Indalecio!
Imaginación y magia. Un sabio y su discípulo se adentran a reflexionar sobre la humanidad y su ferviente deseo por alcanzar la inmortalidad. Este es seguramente mi cuento favorito del libro.
—La humanidad materialista que quiere ser inmortal en lo físico, desea seguir viviendo en salud y conservar los atributos de la juventud, para así disfrutar de las maravillas y goces del universo por tiempo indefinido. Del agua, del viento, del sol; en suma de la naturaleza. Y sobre todo para gozar de esas manifestaciones de vida, con su o sus parejas sexuales como la culminación del éxtasis vivencial. Esperan además compartir con los suyos las más convenientes formas de vida. Otros, aferrados a los bienes mundanos, desean la inmortalidad para disfrutar y conservar su poder económico o político; o bien, su destacada situación en la comunidad. Los menos exigentes, la desean solo para perpetuar sus facultades físicas. Difícilmente los enfermos y cansados, los infelices y los frustrados, los miserables y los esclavos, desean la inmortalidad. Por supuesto que también existen contados hombres sabios que aspiran a ella para intentar aprender en lo posible las enseñanzas del universo; como un camino de comprensión y acercamiento a lo divino o quizá hasta para enmendar faltas pasadas.
Con la presente. No hubo momento alguno en el que no se me oprimiera el corazón mientras leía la carta que le escribe un padre a su hija cuando se ve en la penosa necesidad de abandonarla, temiendo no volverla a ver.
Historia de Towí Venado. No recuerdo haber leído nunca algo similar a este cuento. Me agradó que la historia, repleta de elementos fantásticos, aconteciera en un lugar tan real como lo es la Sierra Tarahumara. El mensaje que deja está bastante claro, vale para cavilar sobre las faltas que la humanidad comete y nos lleva replantearnos nuestros actos.
Patria seca. Retrata la historia de una unida y numerosa familia mexicana que, por causas económicas y políticas, se va dañando y distanciando. Absolutamente todo el cuento se siente real, desde la trama hasta los diálogos. Se acerca bastante a la realidad en la que viven muchas familias mexicanas.
Cuento de nunca acabar. No me gustó. No me pareció entretenido ni tiene moraleja alguna. No creo que haya nada que se pueda rescatar.
Este era un rey. Tampoco este me gustó. Tal parece que al autor no se le da tan bien escribir sobre reyes, princesas y castillos. Fin del comentario.
Diego Chipawí y el secreto de la vida. Se nota que Visconti quería darle visibilidad al pueblo Tarahumara a través de sus cuentos. Lo más destacable del relato es la detallada descripción del paisaje.
La golondrina. En este se ve con más claridad la arraigada espiritualidad y creencias del escritor.
—¿Y cómo he de transformarme? —Muriendo, solamente muriendo. Para nacer, es necesario morir. —¿Has perdido el juicio, golondrina?, yo amo la vida. ¿Cómo voy a morir por mi mano? —¡No, hombre!, yo me refiero a otra muerte; muriendo primero en tus vicios y defectos, y naciendo después en tus virtudes y bondades. Que no haya un día de tu vida en que no hagas algo por los demás. Sirve a la humanidad como a ti mismo. —Difícil quehacer me propones, golondrina, ¿cómo he de preocuparme de esas cosas si tengo que sembrar mi campo? —En pocos años, tú, hombre, morirás; y este campo volverá a ser yermo. Solo monte y herbazal. Ni tus nietos te recordarán. Pregúntate: ¿No habrás dejado de sembrar el mejor campo, el que nunca se seca, y siempre da fruto? Tu cuerpo es un lastre, una etapa. Tu alma en cambio, no tiene barreras. ¡Transfórmate, libérala, acércate al ser! La golondrina reemprendió su vuelo y el joven la perdió de vista en el firmamento. El joven reinició su trabajo. El incidente pareció no haber tenido importancia. Pero en la mente del hombre, la semilla estaba sembrada.
Colofón. Con este cuento, que es el más corto de todos, concluye esta sugerente selección. Es tan breve que carece de trascendencia, pero al menos logra su objetivo humorístico.
Ya sé que antes dije que había poco que relacionara a estos cuentos entre sí, pero, pensándolo bien, un tema muy recurrente en varios de los cuentos es la muerte; también, el contexto histórico y político de México se hace patente en algunos de ellos.
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fabylin · 2 years
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Hace un par de meses terminé, después de tanto tiempo, la última y una de las novelas más representativas del escritor ruso Fiódor Dostoievski: Los hermanos Karamázov. Este es sin duda el libro que más me he demorado en terminar, y también el que más me ha costado comprender; de hecho, es una novela que sigue haciendo ruido en mi cabeza, llenándome de dudas a las que aún no logro encontrarles respuesta.
Dostoievski lleva esta obra mucho más allá y no se limita a ser una novela cuyo único objetivo es descubrir al asesino del cínico progenitor de los hermanos Karamázov. Es más bien este misterio la excusa perfecta para ahondar en cuestionamientos filosóficos, morales y religiosos, mismos que le confieren a esta obra su trascendencia histórica y el impacto que tiene sobre el lector.
Indudablemente, de lo más destacable de Los hermanos Karamázov es la entereza y complejidad con la que Dostoievski construye a sus personajes. Cada uno de estos personajes representan ideas, ideas que interactúan unas con las otras y se confrontan al mismo tiempo que los personajes portadores de dichas ideas lo hacen; el ejemplo perfecto de esto es la conversación que Iván y Aliosha tienen acerca de Dios y el sufrimiento de los niños: la racionalidad de Iván y la espiritualidad de Aliosha se entremezclan de una manera sublime, creando así uno de los capítulos más impactantes del libro, a mi juicio. Me parece necesario atribuirle una cosa más a Fiódor Dostoievski con respecto a sus personajes, y David Foster Wallace lo explica mejor de lo que yo lo haría en su libro de ensayos y reflexiones Hablemos de langostas:
Lo que pasa con los personajes de Dostoievski es que están vivos. Y con eso no quiero decir simplemente que estén trazados con éxito ni bien desarrollados ni que sean «redondos». Los mejores de ellos siguen viviendo dentro de nosotros, para siempre, después de que los conozcamos. [...] Estas y otras tantas criaturas de FMD están vivas —retienen lo que Frank llama su inmensa vitalidad— no porque sean simples tipos o facetas de seres humanos habilidosamente retratados, sino porque, al actuar en el seno de tramas verosímiles y moralmente atractivas, dramatizan las partes más profundas de todos los humanos, las partes más sumidas en conflictos, más graves: esas partes en las que hay más en juego.
Además, aunque no terminen nunca de ser individuos en tres dimensiones, los personajes de Dostoievski consiguen encarnar verdaderas ideologías y filosofías de la vida...
Si bien es cierto que hubo capítulos que fueron bastante tediosos de leer —debido a lo extensos que son y a la poca relevancia que parecen tener dentro de la obra—, considero que son necesarios (hasta cierto punto, pues bien se podría prescindir de algunos de ellos) para esclarecer ciertos aspectos de la novela y que el lector obtenga un mayor disfrute y entendimiento de la misma.
No creo que esta sea una obra para leer solo una vez y dejar en el olvido fácilmente, constantemente me veo releyendo algunos de sus pasajes más interesantes para analizarlos a profundidad y sacar mis propias conclusiones al respecto de los temas que se tratan.
Teniendo bastante más que decir pero no queriendo alargar aún más esto, me despido, no sin antes dejar unos cuantos fragmentos de Los hermanos Karamázov que marqué mientras leía:
En el pueblo hay un dolor silencioso y paciente, que se concentra en sí mismo y enmudece. Pero también hay un dolor ruidoso, que se traduce en lágrimas y lamentos, sobre todo en las mujeres. Este dolor no es menos profundo que el silencioso. Los lamentos sólo calman desgarrando el corazón. Este dolor no quiere consuelo: se nutre de la idea de que es inextinguible. Los lamentos no son sino el deseo de abrir aún más la herida.
—... «Todos creen. ¿Por qué?» Se dice que la religión tiene su origen en el terror que inspiran ciertos fenómenos de la naturaleza, pero que todo es una falsa apariencia. Y me digo que he creído toda la vida, que moriré y no encontraré nada, que entonces «sólo la hierba crecerá sobre mi tumba», como dice un escritor. Esto es horrible. ¿Cómo recobrar la fe? En mi infancia, yo creí mecánicamente, sin pensar en nada. ¿Cómo convencerme? He venido a inclinarme ante usted y a suplicarle que me ilumine. Si pierdo esta ocasión, ya no encontraré a nadie que me responda. ¿Cómo convencerme? ¿Con qué pruebas? ¡Qué desgraciada soy! Las personas que me rodean no se preocupan de esto, y yo sola no puedo soportar mis dudas. Estoy abrumada.
—... ¿El sufrimiento? No le temo, por cruel que sea. Antes le temía, pero ahora no le temo. Tal vez mañana no diga nada ante el tribunal. Siento en mí una energía que me permitirá hacer frente a todos los sufrimientos, con tal que pueda decirme a cada momento: «¡Existo!» Incluso en el tormento, aun en las convulsiones de la tortura, existo. Y atado a la picota, sigo existiendo; veo el sol, y si no lo veo, sé que brilla. Y saber esto es vivir plenamente.
«Hombre, no hagas sentir tu superioridad a los animales, que están exentos de pecado, mientras tú manchas la tierra, dejando a tus espaldas un rastro de podredumbre».
Dejo al último este conmovedor fragmento de lo que Iliusha le dice a su padre cuando siente cercana su propia muerte:
«Papá, cuando me entierren, echa migas de pan sobre mi sepultura. Así acudirán los gorriones, yo los oiré y será un consuelo para mí saber que no estoy solo».
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