Aquel poema en mi espalda

Desperté boca abajo, desnuda y a tu lado en la cama de aquel viejo motel. Aún no he abierto los ojos, pero siento tus dedos recorriendo mi espalda, trazando una línea a través de mi columna. No entiendo como un simple roce puede generar tanto deseo en mí, me gustaría comprender qué tienes y qué haces para que un sólo movimiento tuyo logre que yo me sienta así por ti. —Sé que estás despierta, Débora. Joder, como me encanta la piel de tu espalda, no creo que sepas cuánto quiero escribirte un poema sobre esta bella piel— dijiste entre pequeños mordiscos en esa zona. La verdad es que no creo que sepas tú como me gustaría llevar en mi cuerpo tus pensamientos, tus letras... esas letras que en más de una ocasión despertaron mil infiernos en mí. —Si quieres puedes sacar un marcador de mi bolso— me decidí a mirarte y en tus ojos sólo había fuego, esa mirada sólo podía terminar de elevar el deseo que me hacías sentir, si existía algo que podía terminar de excitarme era esa mirada. Te pusiste de pie para buscar mi bolso y yo desde mi celular decidí poner un poco de música, sí, la música clásica me ayudaría a relajarme un poco, a liberar un poco de todo eso que despiertas en mi. —Joder, qué cuerpo tan hermoso, estoy celoso de sólo pensar en que otros te miran y te desean—. Cerrando los ojos dije —Si es por celos yo podría tener celos de tu novia, después de todo acabas de pasar una noche conmigo, pero vas a regresar a ella esta noche—, una nalgada fue lo que me gané —Débora, mi niña zorra, no me importa los tuyos, me importan los míos y las ganas de matar a cualquier pendejo que te dice cosas. Ahora, déjame escribir lo que quiero sobre esa bella piel para poder hacerte gemir, jadear y chillar de placer—. Fuiste por ese marcador en mi cartera y luego te acercaste a la cama, recorriste mi espalda con tus manos haciéndome estremecer y comenzaste a escribir en mi espalda.

La madrugada nos espera para rajarnos el alma en cada beso, en cada caricia, para perdernos en la voluptuosidad de lo prohibido y natural. Como dos asteroides enloquecidos en medio de la noche que siguen la inercia de la destrucción. Déjame penetrarte, jugar con los ritmos y las temperaturas, perderme en el olor de tu cabello, en tus gemidos y rasguños. Ven a ser la hembra que necesito, llena de deseo y pasión, despojaré tus dulces capullos de miel y beberé de tus pechos mi redención. Haré círculos eternos en tu ombligo, eternos retornos de grisús suspiros; me transpiraras luciérnagas en la piel, me sembrarás estrellas. Te desharás, es la promesa, en gritos de placer como una hoja en el otoño. Abre tus piernas para mí, muéstrame la galaxia que cada noche se germina en tu cuerpo.

Carta

Cuando mis amaneceres eran mancebos, y aún en estos nuevos, buscaba besos —y mentes-—traviesos y tiernos que disfrutarán ser la inspiración de mi prosa, y de su escritor. Nunca los encontré —pero seguiré— ni tampoco curvas o sonrisas vehementes para ese fin. Pero me encontré, y a mala hora, con los tuyos: Una constelación disparada, inesperada y dispersa, que encajaba poco, más bien nada, con mi eclipse soñado, pero en fin tan tuyos y tan perfectamente colocados que se transforman, en esta ocasión, en el inmemorable numen de este escritor. Y me encuentro con el sinsabor de tu vuelo, o el mío, que nos deja en la ausencia de nuestras vidas.

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Mi fantasia sexual eres tú

He soñado tantas veces contigo que creo que ya no es una simple fascinación. Eres mi obsesión, mi fantasía no cumplida, mi frustración más grande. He soñado tantas veces contigo que sé cómo lucen tus ojos sin haberlos visto, sé cómo se sienten tus manos recorriendo mi piel cuando tu jamás me has tocado. Eres tú quien causa todos estos cambios en mí, quien provoca este escrito.

Tú, mi fantasía. Esto es lo que pasa cuando cruzas mi mente

Eres un hombre alto de manos gruesas, que poco o nada habla, y estas ahí, mirándome como si no creyera que me tienes enfrente; pero aquí estoy. Tu mirada me hace sentir rara, tímida; me perturba no saber que pasa por tu mente cuando me miras así. Estamos en un cuarto de hotel, después de beber unas copas de vino aquí hemos terminado, no sé qué hacer y por eso me dirijo al mini-bar para sacar cualquier trago que haya ―más alcohol es una excelente idea, terminaré de soltarme― encuentro una botella de whisky. La destapo y me la tomo toda de un solo trago, tampoco es que sea muy grande, tú sonríes.

Te doy la espalda, con cada segundo que pasa me siento más segura de que esto es mala idea, busco una ventana y prendo uno de mis cigarrillos. Te siento cerca, tus manos toman mi cadera y me halas hacia ti; tu cuerpo me recibe, mi culo se estrella contra tu verga, por acto de reflejo restriego mi culo contra tu verga. Me dices al oído que sabias que sería toda una perrita, que eso es lo que quieres; una perra, una puta, una mujer que te de mucho placer.

Me rompes la ropa, besas con fuerza y pasión, me lames y muerdes a tu gusto, dejas todo tipo de marcas diciendo que soy tuya. Pides que te diga que soy, que soy tu perra, tu puta. Metes un dedo en mí, jadeo. Dilo, repites mientras continuas con tu asalto, grito de placer y un azote es lo que recibo por mi desobediencia. Dilo, dilo o te puedes ir largando, dices y yo grito lo que me pides, grito mientras mis músculos internos se contraen contra tus dedos. Buena chica, me encantas, me encantas.

Siempre despierto en la misma parte del sueño, siempre me llevas al orgasmo después de sentir que me vas a romper en dos, después de sentir que soy tuya. Me enoja saber que no puedo llevarte al final de esto, yo quiero saber cómo gruñes cuando la satisfacción del orgasmo te atraviesa. Ven, Señor mío, ven y cuéntame como suenas y que caras pones cuando el placer puede contigo.

Si notas que regreso es porque no quiero perderte. Aunque me esté perdiendo yo.

Así te lo voy a mamar

Un buen oral debe comenzar siempre suave, debes coger la cabeza y chuparla, avanzar poco a poco para ir mojando todo el cuerpo de pene. Pero no es todo lo que quieres hacer, si quieres que sea algo que nunca olvide tienes que lamerle, chuparle, acariciarle los huevos mientras lo sigues masturbando; créeme les encanta.

La intensidad es importante. Hay hombres que les gusta que sea progresivo, hay hombres que les gusta la variación. Ellos te los mostrarán cuando te cojan la cabeza para llevarte su verga hasta el fondo de su garganta cómo les gusta más; nunca olvides que tu lengua es tu mejor arma, úsala incluso cuando estes chupando en garganta profunda. 

Y por ultimo, cuando lo vas a hacer venir masturbarlo mientas te concentras en su glande y con tu lengua le estimulas el frenillo. Y trágatelo siempre, la leche nunca se debe derramar.

😇

Te dejo hacer arte con mi cuerpo

Voulez-vous coucher avec moi, ce soir?