Tumgik
enelterritorio · 10 years
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Sobre el modelo agroindustrial sojero
No conozco al tipo, pero me hace acordar a mi papá. Hace poco hablé con un pibe que estudia en Agronomía y me contó que ellos hacen investigaciones para Monsanto, que están becados. Cuando le pregunté que investigaban me dijo "transgénicos". Me sonó un poco cyberpunk pero a la vez muy cierto. Me lo decía como lo más normal del mundo.
- ¿Y qué onda con los trangénicos?
- No sabemos, es raro. Son mutantes.
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enelterritorio · 10 years
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Revista de crítica cultural y política
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enelterritorio · 10 years
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EL REGGAETÓN ME HIZO MENOS BOLUDA
por Candela Benetti
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Lara Artesi nació en Capital Federal y se crió en una familia de músicos con búsquedas espirituales. Cuando iba a la escuela primaria la llevaban a ver a Willy Crook, Lara era la nena que le sostenía los anillos mientras tocaba. Años después, cuando los Artesi se mudaron a un hotel en Pinamar, se encontraron y armaron una fecha en invierno en el bar del pueblo. El público eran los amigos que tiene desde los 11 años y que Lara hizo estando siempre más en la calle que en internet -es por eso que son tan desprolijos sus links, pero grabó canciones con un montón de gente. 
La primera parte de su adolescencia la pasó influenciada por la marihuana, el surf y el skate, la segunda con un novio enamorada de Cat Power. La distribución particular de la generosidad y la maldad, así como de la timidez y sensibilidad en una canchera, la hicieron lider de clanes que se arman mientras pasa por las ciudades, tiene novios, novias, amigos, hace canciones y vive experiencias intensas. Cuando terminó la secundaria se fue de Pinamar y se movió entre Buenos Aires y La Plata tras las banditas indies y las fiestas organizadas por el colectivo de arte Felina SuperHeroína,  hoy sube a su muro de Facebook covers de reggaetón, tiene un proyecto musical con Roque Ferrari y es co-creadora de Delfín Dorado junto a Natalia Tomei, una marca de remeras que hace desde su casa en Saavedra.
-A veces parece que mezclás todo sin prejuicios, de forma espontánea. ¿Es así? ¿Cómo hacés para combinar tantas influencias variadas? ¿Querés probar todo? ¿Llegar a algún lado?
-En realidad todo tiene que ver con que no se bien lo que quiero, y cuando pareciera que llego a entenderlo algo en mi se da cuenta que ese no es el camino y aparece una cosa nueva que me aplasta con su inmensidad y no puedo hacer más que ir corriendo hacia eso nuevo, ahogada de intriga y necesidad de cambio.
-Ahogada es muy fuerte, Lara. ¿Cómo padecimiento?
-No, no se si respondí bien. Cambiemos ahogada. Llena de intriga. A veces preferiría tener más marcado quien soy y ser menos vulnerable. Pero el camino te hace, estoy aprendiendo a disfrutar. Lo que duele es cuando se me caen cosas que me parecían increíbles.
-¿Qué te ocupa hoy y qué tenes ganas de hacer?
-Hoy estoy entrando a una nueva carrera como todos los años y preparando el nuevo disco con Roque. Creo que me gustaría irme a vivir a otra ciudad un tiempo. Tengo una especie de regresión a los días en Pinamar. Tengo ganas de vivir en una ciudad con playa y poder hacer surf y tener una camioneta con caja atrás tipo una Ford de los 90s y un par de perros. Seguramente en California.
Buenos Aires tiene lo suyo y me encantan miles de cosas pero extraño de Pinamar a mis amigos y la playa, andar en skate por las lomitas, juntarnos a la noche cuando no pasaba absolutamente nada a hablar de todo lo que se nos ocurría. Extraño el colegio, extraño hasta a mis profesores.
-¿De qué estás segura?
-Estoy segura de mi misma. De que puedo con el mundo. Antes no lo estaba, es algo nuevo. Me siento más fuerte, en el 2013 me crucé con personas que con rudeza me hicieron crecer. También vi Rocky Balboa y Terminator y me inspiraron.
Estoy segura de que quiero hacer música siempre.
-¿Qué música de ahora te interesa?
-Esta pregunta no me gusta. La verdad que estoy más pendiente de lo que pasa afuera que acá. No es por nada, nada más no encontré.  Ahora estoy escuhando mucho a Frank Ocean, Drake, Blood Orange, King Krule…
-¿A dónde salís?
-A donde me lleva Jésica o mis amigos. Me gusta más que nada escabiarme en fiestas en casas, se ve que me quedó de Pinamar. Todos están muy en la movida de la música electrónica, no me está generando nada, pero está todo bien.
-¿De qué se trata tu proyecto con Roque Roquefeller?
-Hacemos algo que tiene influencias del hip hop, el soul, el r&b…  Bueno, carga con todo lo que los dos hemos escuchado en nuestras vidas. No es un genero especifico, o al menos yo nunca pude definir bien a que estilo de música pertenezco. 
A Roque lo conocí por una amiga que lo trajo a casa el día que Delfín Dorado hizo showroom por primera vez. Me acuerdo que pegamos re buena onda porque nos gustaba música parecida. Hablamos de un día juntarnos pero después él se fue a San Martín de los Andes, porque es de allá, y yo me fui a Pinamar a pasar el verano y trabajar como siempre. 
Cuando volví estaba medio desorientada, uno siempre vuelve asi del pueblo, y chateando con él le dije que queria juntarme a tocar o hacer algo y me invitó a la casa. Al toque conectamos y ahora todas las canciones que yo tenía, más las que hicimos juntos las estamos laburando para sacar un disco juntos.
El problema es que yo antes era muy lider y no podia tocar con nadie porque me molestaban las ideas de la gente. Con la únicca persona que pude hacer algo concreto fue con Claus (guitarrista de Temporada de tormentas) y fue hermoso pero despues yo empecé a joder con las maquinitas, y teclados, me volví más virtuala…
Con Roque pude otra vez hacer algo con sin que haya competencia de egos, está buenísimo. 
-¿No tenés tiempo para organizarte mejor en internet? 
-Si, pero la verdad es que hasta que no tenga el disco terminado mucho no me interesa. Me voy a armar un nuevo Bandcamp con mi banda con Roque, que todavía estamos pensando el nombre… y después quiero tener mi Soundcloud de siempre para subir las boludeces que flasheo. Pasa que el soundcloud no me dejo subir mas canciones, debe ser porque ahora tengo que pagar y me da paja y capaz pago pero capaz me hago uno nuevo
-Sos linda y te vestís bien, ¿pensaste en hacer un videoclip?
-Sí.
-¿Cómo creés que te ven los demás? ¿Te importa?
-Si, me importa. Siempre me importó. Pero creo que de a poco me deja de importar. No sé. Me han dicho cosas muy feas y muy lindas y  a veces no se con cuales quedarme. Mucha gente debe pensar que soy un desperdicio también, sí, me lo han dicho.
-¿Y el reggaetón como entró a tu vida?
-Entró a mi vida cuando me enamoré de Jesica. El reggaetón me hizo menos boluda, la música caliente y más bailable me hizo sacarme trabas. Cuando conocí a Jesi me pasó a buscar en un auto con un tema de J Alvarez y tuve la obligación de escucharlo. Me empezó a gustar muy rápido, me pareció muy tierna la manera de cantar que tienen, el uso del autotune sin criterio, lo entendí como unos pibes re tiernos jugando y cantando canciones de amor y seducción. Me cambió la perspectiva. Hay un montón de géneros que no escucho, o que no me interesan, pero el reggaetón logró que sea menos exigente, que pruebe cosas menos pendiente del resultado.
Links
http://k1m-i.bandcamp.com/
https://soundcloud.com/k1m-i
http://laraclaus.bandcamp.com/
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enelterritorio · 10 years
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El sabor del té y lo obtuso
María Lucesole
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Dejé de fumar hace más de cuatro meses, después de haber fumado de 15 a 20 cigarros por día durante diez años. Dejé el mate temporalmente hace diez días porque tengo gastritis, un hecho también para una persona como yo que desde chica toma mate a la mañana, a la tarde y a la noche. También dejé el alcohol, hace quince días, por lo mismo, y experimenté lo que es ir a ver una banda y tomar agua, ir a un cumpleaños en el San Bernardo donde todos toman sin parar y tomar agua. Finalmente, para agregarle algo a este viaje imprevisto del desapego, que se acerca un poco al budismo, del que no sé nada, se me rompió el calefón y hace unos días que me baño en cuclillas adentro de la bañadera con un jabón y un balde de agua caliente.
Ahora tomo té, tomo entre 5, 7 a 10 tés por día, raro en mí, que solamente tomaba té cuando estaba enferma, ah claro, ahora estoy enferma supuestamente también... y me acuerdo de la película que vi hace poco, tirada en la cama, con las persianas bajas comiendo arroz y empezando antes de tiempo la dieta de la gastritis, que se basa en té, arroz y verduras hervidas. Existen esas películas que caen en el momento justo ante los ojos, porque de otra manera no las hubiésemos visto. Y coinciden a veces con el grupo de películas que no sabemos por qué nos gusta, y es el caso de "El sabor del té", de Katsuhito Ishii.
Me acuerdo cuando esa película estaba en la cartelera del cine Cosmos, hacía poco que yo vivía en Buenos Aires, pero no tenía la sensación de querer abarcar todas las propuestas culturales que la ciudad ofrecía, no tenía esa sensación para nada, probablemente porque estaba enamorada, y con mirar la calle por una ventana toda la noche y escuchar los sonidos de Buenos Aires me alcanzaba y me sobraba para sentir que la vida no me entraba en el cuerpo. Entonces esa película que teníamos que ir a ver al cine Cosmos esa vez, no la vimos y la vi yo ahora varios años después mientras me dolía el estómago con cualquier cosa que comiera si no lo hacía en cámara lenta.
Ese es uno de los poderes que tiene el final del amor, calculo: dividir el destino en dos y arrojarle a cada una, en una repartición que parece azarosa, todas las cosas que quedaron en ideas y deseos incumplidos, para que una los culmine en un nuevo camino, ya sea sola o acompañada, pero sin la otra.
Viéndolo así, es positivo. Es un rizoma, el final del amor abre un camino para cada lado, por lo tanto se multiplica, y así sucesivamente. Y entendido así, cuantos más finales de amores vive una persona más abre la posibilidad del amor, como si de una potencia que se extingue pudiera salir un racimo de otras potencias, es infinito pensándolo así, siempre que cada persona que termina un amor pueda volver a amar nuevamente, claro está.
Entre esa división que se produjo hace tiempo se ve que me tocó, entre otras cosas, ver "El sabor del té". Bueno, la vi hace menos de un mes, comiendo arroz y tomando té, reflejando la imagen japonesa de la película. Una película que pretende ser una comedia, que es, claramente, una comedia que me hizo llorar muchísimo cuando terminó. Fue una de esas películas que te hacen llorar mientras pasan los títulos, que si estuvieras en un cine  te tendrías que haber quedado hasta que terminen de pasar los títulos porque es el llanto fuerte poco disimulable de esas películas que te abren al medio.
Cada cual ve las cosas como quiere y recibe las películas y cualquier forma de arte como puede. Por ejemplo, esta película tiene muchísimas referencias, a "El sabor del té verde con arroz" de Yasujiro Ozu (que nunca vi), a "Mi vecino Totoro" de Hayao Miyazaki, en los enormes planos del campo, más muchas otras cosas que no sé, además de una clara intención paródica. Más allá de eso, en mi caso, creo que lo que más me quedó de la película fue la nena, Sachiko, tirada con su tío, en la plataforma de madera de la casa de campo, en silencio, toda la tarde. La nena con un yo gigante que la observa: en la escuela mientras escucha a la maestra, en el deck de la casa, cuando se despierta de las siestas que los japoneses duermen en el piso directo. Las siestas en el piso directo también fue lo que me llegó tanto, posiblemente. La nena resignada a tenerse a sí misma en versión gigante mirándola constantemente, esperando el momento en que ese ser enorme que es su reflejo en versión gigante desaparezca y la deje en paz.
Después está la historia del hermano Hajime, que es un chico rarísimo, que está en su propio mundo, eso es: cada uno está en su propio mundo, en munditos en los que es imposible que entre otra persona, salvo que fuera una condición necesaria para que ese mundo exista, es decir, salvo que formara parte de una especie de destino. Esto es ficcional, claro, ahí es donde se ve la ficción tan grande de la película. los mundos personales están interrelacionados, se mezclan y las personas se intercambian, más allá de la verdad o no de esos intercambios. Pero Hajime está fascinado con una chica que juega al go, compañera de la escuela. con la que finalemente logra entablar una relación, porque él es un gran jugador de go y los dos terminan perteneciendo al club donde los aficionados juegan go. Un chico tan raro y tímido como Hajime, el día que se quedan solos en el club y ella lo invita a jugar una partida de go, puede decirle: "Soñaba con jugar al go con vos". y recibir de parte de ella esta respuesta: "Juguemos todos los días". Después de esto Hajime pedalea en su bicicleta abajo de la lluvia, está inmerso en ese estado en el cual se puede caminar o andar en bicicleta durante más de veinte horas sin sentir cansancio, la vida cuando no te entra en el cuerpo, eso.
En resumen, son varias películas de varias vidas en una, que se juntan varias veces en la misma casa a tomar el té en silencio y a pensar en sus propios mundos. Y en ese momento compartido de tomar el té es donde se produce la unión entre todos. Se puede pensar si esa es una verdadera unión. Yo creo que sí, que eso es una unión impresionante. Probablemente sin ese té al atardecer no se podría descansar del mundo individual que rebalsa a cada uno. Y probablemente ese mundo individual que ocupa el tiempo total de cada uno no podría existir si no fuera por ese momento de descanso y unión con los demás. Como pasa también en el amor, a veces, cuando no duele y permite el descanso. por eso la imagen es también una imagen del amor, con esa forma.
Una vez leí un texto de Barthes, "Lo obvio y lo obtuso", y encontré las palabras para explicar algunas cosas, algunas sensaciones. Hay dos conceptos: está lo obvio, lo que se quiso mostrar, lo que está al centro, lo que debe resaltar, lo que está cargado de intención; y está lo obtuso, que es lo que queda al fondo, lo que no tiene una intención, está ahí, sin una función que vaya a ser intencionadamente más central que la de lo obvio. Y después de leer ese texto entendí que todo lo inexplicable y toda la belleza está en lo obtuso. Lo que más emociona es lo obtuso, lo que más produce sensaciones y puede abrir a una persona que observa, es lo obtuso. Probablemente porque no tiene una intención antepuesta por el autor, la intención se crea a sí misma en el momento en que lo obtuso existe. Porque de algún modo no tiene autor, es lo que se le escapó al autor, es la libertad de la belleza. El tema de lo obtuso es que es bastante inexplicable, no se puede interpretar ni explicar y prácticamente, no se puede transmitir. Entonces, no tiene sentido que esté intentando dar razones por las cuales me pareció encantadora esta película, en la cual, hacia el final, aparece una canción, bailada y cantada de manera bizarra por algunos personajes (lo obvio), pero que dice: oh mi montaña, oh mi montaña, la montaña está viva.
Por eso es que acepto no poder decir nada ante algunas cosas, y entiendo el silencio y la imposibilidad de expresarme, también, ante la fascinación, cuando algo me gusta mucho y supera los límites de lo racional y de todas las interpretaciones posibles. Por eso ahora, que no formo parte del amor ni del desamor, puedo sentir realmente, sin querer explicarlo ni interpretarlo, y con el corazón más descargado, la evidencia de un rayo nuevo cuando te atraviesa. Ahí está lo increíble, yo creo, la magia de las cosas. Ojalá nunca pueda comprenderlas y dominarlas.
El sabor del té: http://www.youtube.com/watch?v=acreyV0T6ls
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enelterritorio · 10 years
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por Violeta Pastoriza
Pasé los primero años de mi vida en Villa Crespo, en la calle Lavalleja. Tengo pocos recuerdos de aquella época porque en el 91 nos fuimos a vivir a Ostende y yo tenía 4 años.
Recuerdo que en la esquina había un bar, y que mi papá estaba ahí siempre que no estaba en mi casa; leyendo el diario, tomando café, hablando con cualquiera. Recuerdo que enfrente estaba el taller mecánico de Guido, amigo de mi papá, y que una vez que intenté cruzar la calle para ir a buscarlo mi mamá me pegó un chirlo. El único de mi vida. Recuerdo un sol escondiéndose atrás de un edificio, mi mamá hablando con la vecina y yo molesta por la bombacha de goma. Recuerdo andar en bici con rueditas con mi prima, la pelopincho en la terraza, la manguera en la vereda. Esos son mis recuerdos.
Después están las cosas que me contaron mis papás, películas filmadas con mi imaginación que se pasan como si fueran recuerdos en mi memoria. La anécdota más escuchada de mi papá: cuando le arregló la heladera a los padres de Adrián Suar, aclarando que Adrian Suar todavía no era Adrián Suar. Anécdota más contada por mi mamá: la vez que encontraron bolsas y bolsas llenas de una cinta blanca afuera de una fábrica de ropa. Ahora es más normal que la gente tire cosas que todavía sirven, pero en 1990 esta idea no era común. Más para mi viejo y su eterna lucha contra la obsolescencia programada.
Esa bolsa de nylon con cinta blanca acompañó toda la vida que viví con mi madre. Aún está con las cosas de costura y este verano usamos la cinta para atar el tender a la pared para que no se vuele. Era una cinta rara, no era hilo ni cordón, no se entendía para que había sido fabricada, pero servía para todo porque era realmente irrompible, y a la vez no era rústica, era fina. Blanca, de nylon, como las cintas que venden en las mercerías, pero en un bollo enredado y gigante.
Los 90 mataron lo porteño. Los bares históricos perdieron ante las cadenas de grandes vidrios a la calle. Los supermercados fundieron al almacenero (aunque tenemos los chinos y las panaderías sobreviven). Muchas fábricas cerraron. El barrio judío perdió sus overoles caminando por la calle, pero sigue teniendo a los mozos con mayor dignidad del planeta y un montón de árboles proporcionan sus hojas de nostalgia en otoño.
Después de 23 años, lavando la ropa que traje de las vacaciones, resolví el misterio de la cinta blanca. Lavaba un short de fútbol adidas que le robé a mi papá y pensaba en el fenómeno retro. En como no solo los hipstars, si no todos, tenemos nostalgia por los productos viejos. Por que eran mejores pero más que nada por que nos producen un goce estético. Esos colores, esa simpleza, nos evocan una época más tranquila, son nuestras obras clásicas modernas.
No tengo lavarropas, así que mando al laverrap y cuando no tengo plata lavo a mano lo indispensable. Lavar es un decir, pongo en remojo mucho tiempo y después enjuago con un leve refriegue. Pero usé el short casi todos mis días de camping, y la tierra se acostumbró a estar en esas tiras blancas. Cuando intentaba sacar la mugre, posando mi vista detenidamente en ese cacho de tela, me di cuenta que las tres tiras de adidas estaban hechas con mi cinta blanca.
¿Era posible? ¿Había estado atando todos estos años con la basura producto de un cambio de marca? No sé nada de tipos de tela, pero “atalo con alambre” es la metáfora de mi vida, y estaba segura que la mía había sido atada con esa cinta.
Fui a mover el mouse para despertar la pantalla de mi notebook y usé toda mi inteligencia para pensar qué debía escribir en google para resolver el misterio. “Adidas cambio de imagen” me dio el año en que la firma cambió su logo: “desde 1996 decidieron que el trefoil sería utilizado solamente en productos clásicos”. Esto no resolvía nada. Vivimos en Argentina, qué puede saber internet de la antigua producción nacional de un país del tercer mundo. Tenía que mirar la etiqueta, si figuraba un país de Asia mi hipótesis estaba perdida.
Volví al baño y descolgué el short del barral de la ducha. La etiqueta estaba desteñida, pude ver el logo viejo y una inscripción que decía: LA MARCA DE LAS TRES TIRAS. Al darla vuelta lo confirmé: “Industra argentina - bajo licencia adidas”. Fue pensado en Alemania pero hecho en nuestro país. Googlié “fabrica villa crespo historia ropa deportiva”, pero el Club Atlanta y propagandas de Outlets me nublaron la vista. En un cuadro de wikipedia con los proveedores de indumentaria del club la marca figura del 86 al 2000.
Imaginé a un ruso en el 85 diciéndole a otro que ponga la fábrica, que el club le compraba toda la indumentaria, que iba a vender bien. A ese mismo ruso teniendo reuniones con representantes de Adidas y luego explicándole a un árabe que necesitaba tela con determinadas características. Años después veo a su hijo en un viaje a Alemania pagado por la empresa, quieren explicarle que el capitalismo está cambiando, que tiene que adaptarse o morir.
Veo por último a una chica de limpieza tirando bolsas y bolsas de cinta blanca sin entender por qué. Nos veo a nosotros haciendo la mudanza, dando tres vueltas de cinta a unas cajas que parecen cargar nuestros sueños. Nos vamos de esta ciudad en la que ahora escribo a un mundo nuevo donde refresca de noche y los negocios se abren en vez de cerrar, aunque sea solo para el turismo.
El hecho de que esa cinta encontrada en la basura en 1990 haya sobrevivido hasta hoy tiene un solo sentido: que las cosas cambian pero todavía necesitamos atarlas con algo firme.
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enelterritorio · 10 years
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Mundo Abierto
por Violeta Pastoriza
"Elije tu propia aventura" fue una colección de libros de los 80 que intentaba darle protagonismo al lector, hacerlo partícipe en la resolución de la trama. La sofisticación de esa idea se ve hoy en los juegos "Open word".
En juegos como el Sims, aprendimos que si fuéramos Dios, tarde o temprano nos aburriríamos de ver felices a nuestras criaturas y las meteríamos en problemas solo por diversión. En los juegos open word, como el GTA, aprendemos sobre nuestros propios deseos y como nos comportamos en un mundo que, aunque virtual, nos habla sobre elementos que modifican nuestra conducta.
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El GTA es provablemente el más famoso de este tipo de juegos. Adquirió su fama por una estrategia publicitaria novedosa en su momento: generar controversia en lo medios a partir de una cualidad supuestamente negativa como la violencia. Publicidad a partir de la “mala fama”.
El nivel de producción que han alcanzado los videojuegos es uno de los más sofisticados en la cadena de producción, una combinación impresionante de saberes y trabajo humano puestos al servicio de lo que podemos llamar una ¿necesidad?, un ¿deseo? llamado entretenimiento. 
El juego narra la historia de distintas bandas de mafiosos, un tema que volvió a estar de moda este último tiempo. Me recuerda a la serie "The Wire": el uso de los celulares, la muerte de uno de los protagonistas, la ciudad como núcleo central. En el GTA 5 la trama se sale un poco de las bandas de negros matufia, incluyendo por ejemplo, el mundo de los geeks, haciendo guiños interesantes sobre la imagen de las empresas de Sitcom Valley y su espíritu "revolucionario". Podemos ver una crítica en las paredes del edificio empresarial donde dice "Play hard, word hard" con colores y dibujitos simpáticos y en el discurso del CEO de una marca de software llamada “i fruit”, que es aplaudido por todos cuando se jacta de tener entre sus empleados un promedio etario de 14 años. 
No quiero extenderme ni spoilear. Hay muchos detalles y yo tampoco jugué tanto. Son 3 personajes principales en una ciudad que está llena de trampas. Lo mejor, como en todas las sagas del GTA, es manejar y escuchar la radio. Robar un auto y que la música tape el ruido de la alarma, pasar semáforos en rojo, a toda velocidad, chocar. Pero esta versión es tan realista, que mientras esperamos que nos llame un contacto puede pasar mucho tiempo, y en ese tiempo escuchando la radio podemos pensar.
Podemos pensar en el guión, en el diseño gráfico, en como cuesta hacer a alguien en el agua con pixeles y que no se vea medio cuadrado o en todas las decisiones ideológicas que hay detrás de semejante obra. Podemos pensar ¿Cómo es la relacion entre arte y diseño? ¿qué onda con las matemáticas? ¿estamos replicando nuestro mundo?
Porqué más allá del contenido de cualquier videojuego, hay algo quizás más importante, y es la propuesta estética en su forma, o mejor dicho, en su formato; en como nos propone relacionarnos con la obra. Un cuadro no es lo mismo que un chico tocando la guitarra en el subte, tampoco es lo mismo una película que un juego de play o un partido de fútbol. Esto es obvio, pero me llevó a pensar en otra cosa. En una nota que leí en un libro compilado por McLuhan que se llama “El aula sin muros”.
El artículo decía que había una rama muy importante de la psicología, que tildada de pseudociencia, había sido dejada de lado. Esa rama era la hipnosis. Lo curioso es que había otra potencia que no necesitaba saber por qué, si no cómo y la había seguido investigando. Esa potencia era el saber publicitario. Según el autor, la televisión estaba pensada a partir de muchos preceptos de la psicología gestaltica que buscaban como efecto provocar un cierto grado de hipnosis, porque así se podía penetrar la psiquis desde un lugar más cercano al inconciente, en donde la lógica no tuviera efecto. Tal vez sea un poco paranoico este planteo, pero cuando jugué fumada a la play me pareció que tenía sentido pensar ese fenómeno a partir del concepto de hipnósis.
También puede ser que esto no esté en ese libro, y que lo haya soñado, ya me paso muchas veces.
También pensé en Existenz de Cronenberg y en la Poética de Aristóteles, pero creo que no era importante porque me lo olvidé.
Si fuera cierto que la violencia de los adolescentes responde a los videojuegos (y nunca los señores padres pensaran que es al revés) tal vez podamos adjudicarle las revueltas de Siria o de Londres al GTA. No podemos juzgar éticamente un videojuego si no tenemos algún criterio pertinente que nos permita tomar partido. Tal vez deberíamos promover otro tipo de entretenimiento, o tal vez la 6ta internacional debería dar cursos de programación además de formación política. 
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enelterritorio · 11 years
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INTERCAMBIO SOBRE UNA ORGANIZACIÓN de Violeta Kesselman
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  Si pensamos al libro como una máquina, el libro de Violeta Kesselman funciona muy bien: produce algo, y produce algo nuevo. Pero una novedad que se construye sobre el pasado, como el kirchnerismo. Y aunque con acierto no hay una sola mención a este movimiento político, esta ahí, como una presencia que le da sentido a los cuentos como se lo dio a la política en estos últimos años. Las discusiones, problemas, escenas, formas de nombrar que han estado sobre la mesa de cualquier agrupación de base son el afuera que hace contacto con este libro.
La sintaxis es rara, me costó un poco entrar en ritmo, como si hubiera tenido que aprender a caminar en varias direcciones a la vez. Una imagen se conecta con la otra formando algo que no termina de ser una idea. Es un rompecabezas donde las piezas entran a medias. No hay una causa, no hay un camino recto. Hay historia, eso seguro. Pero los hechos están atados con alambre, pegados con una mezcla de voluntad y recursos, siempre sobre la malla del Estado. 
Algo que me llamó la atención en todos los relatos es como se mencionan los personajes. Casi no hay nombres propios. Son funcionarios, familiares, o tienen una característica que los referencia. Hay particularidades, que a veces están en los individuos pero muchas otras se definen por el contexto: "la señora loca por no hacer nada que quiere demandar al secretario de Cultura", "la madre de Carla", "las criaturas". Lo mejor de este libro es que no regala una palabra, usa todo para decir algo, o quizás sea al revés, usa algo para decir todo. 
De lo que no dije mucho es de qué se tratan estos cuentos. Historias de proyectos, de rutinas, de militancias. El título lo dice todo. Es un libro sobre las bases, sobre las instituciones, la burocracia, los vínculos; sobre el estado con minúscula. Ya vi otro texto en internet que se ocupa de hablar de su contenido y lo hace mejor. Solo voy a decir que logra algo que debería ser fácil, pero a veces cuesta mucho: hablar de política sin hacer un panfleto.
  Editó Blatt&Rios. Se consigue en MercadoLibre, (en papel o ebook) y en algunas librerías. 
Violeta Pastoriza
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enelterritorio · 11 years
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Y siempre seremos eso: los que estamos alrededor de una mesa, tomando mate, mientras alguien nos lee, en una luminosa periferia, algún texto que, quizás, conforme la piedra fundamental de un futuro orden
Martín Rodriguez, en (spam) de charly.gr
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enelterritorio · 11 years
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enelterritorio · 11 years
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Autobiografía de la yerba
María Lucesole
@hierbal
Me equivoqué de yerba. Quise variar la que venía comprando, pero sin trastocar el precio. Una diferencia de más de la mitad con las que ahora son las hegemónicas y que, hace algunos años, apenas algunos tomábamos.
Venía comprando La Hoja, envase amarillo, rojo y apenas verde, compactada, más bajita que la Marolio que compré ahora.
¿Qué venía comprando antes de La Hoja que se la vi a Mercedes cuando fui a Entre Ríos y dije: “mirá, yo que no le tenía confianza, cómo tira esta yerba”?
Venía tomando Rosamonte suave. Yerba inestable por excelencia, según la cosecha. Hay cosechas en las que se puede comprar la Rosamonte común, hay otras en las que es intomable y hay que adquirir la suave. Negra y roja la primera, amarilla y negra la segunda. El riesgo de esta yerba es que a las cosechas hay que adivinarlas, o dejarse sorprender y tener por deuda un kilo adentro del frasco, hasta que se acabe. Particularidad de la cosecha fuerte de la Rosamonte es el exceso exagerado de polvo, imprescindible batir el mate, llegan a ponerse los ojos rojos con el primero.
Aunque tiene un nombre divino. Me vi
sosteniendo dos yerbas en las manos, comparando los tamaños y los envoltorios. Siempre tardo en el supermercado, eligiendo los pocos productos amados de siempre. En una mano La Hoja, compactadita, cinco centímetros menos que la Marolio, alargada, pero un poco menos llena. Les tanteé el peso, la Marolio decía un kilo y La Hoja, 1000 gramos. Me pareció más sincera  La Hoja, la volví a elegir. Fui hasta la caja y a medio camino volví, la dejé y agarré la Marolio.
En el lateral tiene la explicación porteña para extranjeros de “cómo hacer un buen mate”. Una pavita dibujada, haciéndose la rústica, con dos bizcochos como tirados al azar sobre su sombra. Lugar de envasado: Buenos Aires. La agarré igual, sabiendo que me equivocaba. Pero pensé, "nunca compro la Marolio". Y me la llevé, al mismo precio que La Hoja. También pensé: “también desconfiaba de La Hoja y mirá qué sorpresa”. Me sentí culpable por dejar La Hoja que tan bien me había tratado, pero la miré sabiendo que la decisión era totalmente entendible.
Yerba conocida pero ajena, la Marolio la tomábamos con la Falta en Lobos cuando íbamos a la secundaria. Todas las tardes, en primer año tomábamos mate con yerba Marolio y pan solo. En el aparador de la Falta había, todos los días, una bolsa de un kilo de pan. Nos sentábamos a charlar y comíamos alrededor de un cuarto de pan cada una, después fumábamos, arreglábamos el mate, y así. Después atardecía y aparecía el tío. El tío era sordomudo. A veces estaba él solo en la casa, yo lo veía desde el vidrio de la puerta, sentado en el sillón, le hacía señas desde el zaguán, hasta que giraba, de casualidad, me veía y me abría. Ahí le tenía que preguntar por La Falta, con señas. Él tenía una caracterización para cada una de las amigas de la Falta. Para referirnos a ella los dos (usábamos los mismos códigos, para entendernos, claramente) levantábamos la mano y la ubicábamos en forma horizontal como indicando altura. Para referirse a mí, ponía la mano lo más baja posible también en horizontal. Para referirse a la madre de la Falta, se ponía los dos dedos sobre los ojos, marcando un ceño fruncido. Para referirse al novio de la Falta, caminaba rengueando, porque Bernardo tenía muletas en ese momento. Entonces a veces hacía la seña del rengo, a veces la de las cejas, a veces la del gorro botija, que era Amanda. Siempre con el mismo gorro.
A veces la Falta se iba a cambiar o a bañar y yo me quedaba en la cocina cebándole mates al tío. Charlábamos por señas un rato. En general criticábamos a la Falta y al novio, cómo caminaban los dos juntos, lo boludos que parecían. El hacía señas todo el tiempo con el dedo en la sien, también, como indicando una característica de la Falta. Yo no le podía explicar que por algo le habíamos puesto ese nombre. Otra cosa muy demagógica que hacía la Falta era fumar delante de él. Pero de todas maneras, cuando llegaba la madre, le terminaba contando, con la seña más fácil, que habíamos estado fumando toda la tarde.
La Marolio era la yerba de la casa de la Falta. La de mi casa fue variando con el tiempo. En los primeros recuerdos  se tomaba Taragüí, y en segundo lugar, La Tranquera. La cuestión del mate corría por cuenta de mi madre. Con mi abuela tomábamos Cruz Malta en su casa y Taragüí o La Tranquera cuando iba a cuidarme a la mañana a casa. Así me enseñó a tomar mate desde que nací. Como nunca me gustó la leche, me daba mates con leche en la cocina de casa. Las dos mirábamos por la ventana la calle de tierra, y calculo que estábamos bastante tiempo en silencio. Tal vez ella se acuerde qué hablábamos, yo con dos años y ella con 68. Mi recuerdo es que no hablábamos, yo le miraba el pecho, el pulover verde y la cruz de alpaca que le agarraba todo el tiempo cuando me alzaba. Calculo que no hablábamos, porque mi abuela siempre fue hermética y silenciosa, y así me crió, a la par que mis padres. Pero lo de ella me quedó mucho más aferrado, como una marca propia que me distingue de mis hermanas. Este recuerdo silencioso, igual, fue contado por ella miles de veces, siempre con las mismas palabras, a cada persona que aparecía.
De más grande, iba todas las tardes a tomar mate a la casa. Tomábamos con la Cruz Malta y un poco de azúcar. A mí nunca me gustó la Cruz Malta ni el mate dulce. A ella era a la única a la que se lo aceptaba. Nunca se me cruzó por la cabeza criticarle o sugerirle otra yerba, como hubiese hecho con cualquier otra persona.
Mate enchapado y dos pavas. Una en el fuego, otra en la mesa. Nunca se enfriaba y nunca se terminaba. Así me enseño a tomar mates mi abuela, la persona con la que más mates tomé en mi vida.
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Otra cosa que comentaba siempre era nuestro parecido físico, cuando mis amigos la conocían no podían creer lo parecidas que éramos. Ella me enseñó a pararme derecha, con el mandato “derecha, querida” y sin querer, a caminar igual que ella. Mi abuela Pulula era peluquera, me cortó el pelo siempre, hasta que ya no pudo. Escondía la tijera arriba del ropero, como su bien preciado. Solamente a mí o a mis hermanas nos decía dónde estaba, si alguna vez la necesitábamos, y en secreto. Otra cosa que contaba a cada persona que aparecía era otro parecido: ella era ariana, como yo, y además del 17 de abril, número que significa, en la quiniela “la desgracia”, yo del 13 “la yeta”. La numerología era fundamental con mi abuela. Ella me enseñó a jugar a la quiniela. Yo le iba a comprar los números: 2 pesos a la cabeza y dos a los premios, nacional y provincial. Si ganaba, repartíamos la plata entre las dos. Cuando volvía de comprar los números, seguíamos jugando a las cartas y después mirábamos crónica a las 8. Jugábamos siempre a la nocturna. La mitad de las veces perdíamos. Yo nací en el 88 y ella en el 22. El año en que yo cumplí 22, ella cumplió 88. Ahí le jugamos a los dos números las dos veces. Habíamos dado toda la vuelta.
Mi abuela hacía trampa en las cartas, escoba o chinchón, -más adelante yo le refresqué la canasta-. Siempre usando la humildad como herramienta. “ah, robé dos... no,  no me di cuenta” y si le decías que hacía trampa te miraba y te decía, indignadísima: “pero, querida… cómo te voy a hacer trampa”. Yo nunca le hice trampa a ella, pero aprendí. Cuando empecé a jugar a la canasta con mis amigas, en los veranos de la secundaria, sumaba el doble prácticamente, que lo que en realidad tenía. Sabía ganar, también, sin hacer trampa, salvo a Mariana, que tenía un método de juego insoportable, te daban ganas de matarla, la dejabas ganar por cansancio.
Mi abuela siempre pensó que le hacía trampa, de todos modos, porque cada vez que yo tenía escoba servida –pasaba todos los días- ella había ido al baño, volvía y le mostraba la suma sobre la mesa. Ella se reía. Era inexplicable, cada vez que se iba me salía escoba servida, y ella, al estar acostumbrada a hacer trampa, nunca hubiese pensado que yo no se la hacía.
Entonces la primera época fue Taragüí o a veces La tranquera, en casa, y Cruz Malta en lo de la abuela. Después la yerba de casa fue cambiando. A eso de mis 9 años, hubo, en medio del menemismo, un cambio de marcas totalmente radical en mi casa. La coca cola (que nunca tomábamos) se cambió por la Cabalgata cola o Goliat lima, que comprábamos todos los días. Como si nos hubiéramos adelantado al 2001.
Después de este cambio de marca anticipado, que coincidía con la falta de plata en mi casa, y que en cuanto a la yerba nos habíamos pasado a la Romance, que empezaron a comprar por esas promociones de latas, como las de Taragüí, pero con dos mates chocándose como dibujo. (Yo siempre pensaba en la rareza de ese dibujo, y en la estupidez de brindar con mates en lugar de compartirlos), volvimos a marcas más hegemónicas. Coca cola nunca hubo, pero en cuanto a la yerba, apareció La Merced. Hubo algunos años en que en casa se tomaba La Merced.
Después vino sí, la época del trueque.
En esa época empezamos a tomar la Pájaro azul. El envase era igual a los envases de harina, ese papel. La yerba era fosforescente. Yo estaba en la secundaria. Con Mariana nos reíamos cada vez que abríamos el paquete, y en el segundo mate no podíamos creer cómo flotaban los palos y el color psicodélico que tomaba.
En lo de Mariana se empezó a tomar mate cuando yo ingresé en la casa. Antes se tomaba café, y desde que nos hicimos amigas, los padres empezaron a comprar La tranquera, la yerba tradicional, digamos, y recuperamos, del último estante de la alacena el termo de dos litros y medio de la bisabuela. Desde esa época empezamos a tomar mate todas las noches cada vez que nos quedábamos en su casa, y al tiempo empezó a tomar mate el resto de la familia.
Cuando me vine a vivir a Buenos Aires intercalaba entre Amanda, Nobleza gaucha y la Unión. Todas yerbas de envase platinado, que, ahora que lo pienso, no sé muy bien por qué compraba.
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Después apareció en mi casa de Lobos la Playadito. Un acontecimiento en la materia. Otro color, amarillo oro brillante, con sus hierbas en el frente. La Playadito se estableció en mi casa lobense como la yerba principal durante años, en seguida la empezamos a comprar acá en Buenos Aires con Ro y estuvo el intento de mamá de imponerla en lo de la abuela. En lugar de comprar una yerba, compraba dos. Esto habrá durado dos o tres semanas, o sea, dos o tres kilos de yerba.
En los tiempos de la administración pública, nadie quería tomar mis mates. Se tomaba Taragüí o Rosamonte, yo cuando me acordaba, llevaba Playadito. Para mí el mate de la Escuela era espectacular, porque se hacía con el agua mineral del dispenser, y la diferencia es increíble. Pero me decían que yo tomaba “mate gaucho”, 90 grados y fuerte. Después lo rebautizamos como “mate de tranquera”, algunas accedieron a tomarlo, con el tiempo, después de que yo me tomara los tres primeros, para suavizarlo.
Y ahora estoy con la tanda Marolio, que dentro de poco va a volverse a reemplazar por La Hoja. De todos modos, no es ese el sabor que se siente en el mate de casa. En primer lugar, porque es mate de pava eléctrica, que no es lo mismo que mate de pava a gas, que no es lo mismo que mate de fogón, incomparable, ni mate de agua mineral de la administración pública. El mate de pava eléctrica tiene un gusto particular, al que te acostumbrás después de un lapso de tiempo no tan corto, lo mismo que comparar el agua que sale de la canilla en Buenos Aires que la que sale en Lobos, la primera tiene cloro, la segunda tiene arsénico. Pero el gusto a lavandina que se siente cuando te venís a instalar a Buenos Aires queda presente por meses. Julia, por ejemplo, cuando se vino a vivir acá, tomó jugo tang durante un año.
Y la otra cuestión del mate de esta casa es que Ana toma yerba de hierbas, a la que me acostumbré. Así que cuando hace el mate ella es mate de hierbas por completo (La cumbrecita, CBC de hierbas, cachamay), o si lo hago yo tiene 1/4 de hierbas y el resto, de yerba común, en este momento Marolio, que de repente parece que te va a convencer con al menos un matecito, pero en seguida te defrauda, después te va a convencer de nuevo, y otra vez te está por defraudar, pero ya no te sorprende, porque así es la yerba Marolio, que vos misma compraste, el otro día, en el supermercado.
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enelterritorio · 11 years
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Voy a hablar del nuevo papa solo como ejemplo y para captar tu atención
Violeta Pastoriza
@terminolafiesta
Esto del Papa es como muchas otras cosas coyunturales que no estoy pudiendo pensar. No por que sea estúpida, creo que soy bastante inteligente, me refiero a pensar como emitir un juicio, como decir: "que bien" o "que mal", "estoy a favor" o "estoy en contra".
No se muy bien cuando empezó a pasarme esto pero creo que tiene que ver con el kirchnerismo y con madurar. 
Tampoco tiene que ver con que no me informo. Prendo la computadora, abro el facebook, me entero que el nuevo papa dijo que las mujeres somos ineptas para asumir cargos políticos y lo registro. Me parece mal.  Después entro a twitter y leo una nota en una revista. Bergoglio colaboró con con algunas causas justas y viaja en subte. Es de derecha, no hay duda, pero su participación en la dictadura no tiene una única explicación. Lo registro también, pero estoy mas confundida. Aunque es fácil decir que es una forrada, no emito ningún tipo de juicio sobre la asunción del nuevo papa. Finalmente me río con un afiche que dice que es "el único hincha de San Lorenzo que puede levantar un copa". 
Creo que me convertí en una persona frívola porque no logro resolver un problema muy simple y muy complejo: ¿Es mejor tener valores universales o ser relativista? 
En un momento de mi vida diferenciaba lo bueno de lo malo según algunos valores. Era anarquista y casi todo lo que hacía al mundo de "la política" me parecía malo. Pero después directamente me dejó de importar porque no estaba ni cerca de lo que yo consideraba "lo político". Me refiero al trabajo, el saber, el consumo, la propiedad, la democracia y la sexualidad, por decir algunas cosas.
Acá viene la parte en la que aparece el kirchnerismo y me desbarata mi universo de valores. De pronto el trabajo, el saber, el consumo, la propiedad, la democracia y la sexualidad aparecieron en la agenda política y mediática. Pero mi historia no me dejó subir a ese tren.
Si el círculo en el que nos movemos es homogéneo, nos cruzamos más o menos con opiniones parecidas, pero si no es así, hay que procesar un montón de información para lograr entender hasta qué punto se estatizó YPF, hasta qué punto la ley de medios democratiza la producción y circulación de discursos, hasta qué punto los planes Argentina Trabaja son un quiebre con el clientelismo, etc, etc, etc. Y hablo de escuchar lo que dice la izquierda, el centro y la derecha sin ser prejuicioso. Nunca logro tener una posición sobre las cosas que pasan porque nadie logra convencerme totalmente, y tampoco me importa tanto como para ir a las fuentes.
Lo que me di cuenta es que era mucho más fácil pararme en el "deber ser", -en mi caso desde el anarquismo, pero lo veo mucho más patente en el republicanismo de los tuiteros antik-, en lugar de pensar la política como algo dinámico. Como relaciones de fuerza donde los intereses en pugna requieren negociación, avances y retrocesos. 
Ahora creo que mi problema no son los valores, si no la fé. No puedo creer en nada en general, y por eso no puedo juzgar una realidad que se apoya en la fé.
Lo que sostiene todos nuestros juicios sobre la realidad es la fé. La fé en Cristina, en el mercado, en La Nación, en la Pacha Mama, en las instituciones, en la democracia, no importa en qué. Hay que tener una fé, y luego eso nos permite pensar nuestro mundo restándole importancia a ciertos datos y jerarquizando otros.
Por el momento solo creo en mí y en algunas personas que no tienen poder para intervenir en la Política. Así que mi cerebro se dedica a pensar: "levantate", "publicá el libro de fogwill para vender en mercado libre", "inflá la bici", "dejá un curriculum", "aprendé", "aprovechá tus oportunidades", "hay que pagar el alquiler".
Me gustaría dedicarme a algo, tener un lugar en el mundo desde donde mirar todo. Ser madre, o ser gay, o ser trabajadora. Por el momento soy una desclasada y estoy perdida. Cuando tenga ese lugar espero confiar en personas que estén cerca mío y me ayuden a intervenir en espacios de poder. Por que sinceramente deseo dejar de ser un individuo, pero no puedo mentirme a mi misma.
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enelterritorio · 11 years
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Estar en el tiempo y observar el espacio
@la_soluxion
Mi intensión no es justificarme, sino reconocer el origen de mi, entre otras cosas, ignorancia generalizada de la realidad.
Mi educación formal comenzó en el año 1985, en un pueblo a 100 km de la capital de la República Argentina. Hacia el año 1988 estaban dadas las condiciones para que comience el primer grado, lo hice, con un mega flequillo y asustadísima. En 1988 estaba Alfonsín y mis padres lo amaban. Después vino la inflación, el único recuerdo consciente que tengo de la misma es la agonizante y apocalíptica cola que hacíamos con mi madre y hermanos a las 10 y media de la noche acompañando a nuestro fiat spacio azul para cargar las ultimas gotas de nafta que no aumentarían de precio sino pasadas las doce de la noche, esperando horas, mamá bajando del auto y hablando con los demás zombis que también hacían la cola y seguro conocía de toda la vida. Los demás recuerdos pueden ser parte de la ficción o de los sueños. Bueno y así todo se fue al choto, papá perdió el trabajo en el estado con el que ganaba suficiente dinero como para traerme un pinypon cada día que volvía de la plata. Y vino menem con esas patillas diabólicas y yo era muy chiquita pero ahora que lo pienso las cosas estaban cambiando mucho, había mucha mafia en el aire, yo ya empezaba a sentir un poco de asco y ayudada, supongo, por el ejemplo de mi padre empecé a evadirme de la realidad. Y así pase mi primaria en la escuela pública mas cheta y frívola de un pueblo a 100 km de la capital federal. Ya sabía que cuando sea grande me iba a venir a vivir a la ciudad, era algo que iba a pasar seguro, entonces comencé a crecer y como no sabía que hacer con el tiempo y me aburría bastante empecé a escuchar roxette, no se, el ámbito de la música me resultaba un lugar entretenido, después se ve que a varios aburridos les paso lo mismo así que se empezó a generar un tesoro virtual pueblerino de lo musicalmente correcto que había que encontrar, por causas que entiendo a medias pero no voy a explicar, todo lo proveniente de Estados Unidos y de Inglaterra era la verdad absoluta, el paradigma musical. Así como ya no sabia que hacer con mi vida y seguía creciendo, cuando era una adolescente de escuela ya no pública sino católica me hice punk, pero para mis adentros, porque por fuera casi nada. Me gustaba the clash y salía a bailar al boliche del pueblo con zapatillas. Pero sex pistols me parecía una mierda, aunque jamas se los manifesté a mis gurúes del punkrock. A Los Rodríguez los había dejado de escuchar por una cuestión "ideológica". 
Y así pasaban mis días, aburrida, juntándome con mis amigas las renegadas del pueblo, las raras, era muy divertido estar con ellas, eran mi familia. El último año me tuve que cambiar de vuelta a la escuela pública porque ya no soportaba la religión, claro si era punk! En ese momento tenía que respetar al máximo al dogma que me había sacado la culpa que me había acompañado toda la vida, el alivio que sentí al dejar de sentirme pecadora marcó un antes y un después.
Bueno, pero con todo esto iba a que mi ignorancia de la realidad es bastante aguda, lo cual es comprensible si me pongo a pensar de donde salí, de la escuela pública/privada católica (ambas) argentina de un pueblo conservador a 100 km de la capital federal de la argentina durante absolutamente toda la década de los 90.
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Ana Inés López @la_soluxion
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enelterritorio · 11 years
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Watanabe: el vacío repleto
@hierbal
Tokio blues de Haruki Murakami y su adorable protagonista
Estoy fascinada con Watanabe, el protagonista de Tokio blues de Murakami. Cuando vine a Buenos Aires, me imaginaba viviendo como él. En realidad vine para eso. Vine a vivir acá con esa idea como idea principal, como objetivo. Mucho mayor que estudiar, trabajar o “construir un futuro”. Me imaginaba a mí misma en Capital como este personaje: profundamente solo, acompañado intermitentemente por pocas personas que no llegaran a ingresar jamás en él.
Llegué a esa sensación. Tengo algo en común con él y es que traje esa sensación conmigo. Sentía el choque de mi sujeto con la capital exactamente de esa manera. Él también es del interior, pero quizás pudo adaptarse mucho más rápido. Yo sigo siendo de las casas y los patios, de tomar mate y hablar, de fumar cigarrillos en compañía.
Watanabe, a pesar de no haber nacido en la capital, es muy capitalino. Parece formar parte del paisaje de Tokio. Los domingos lava y plancha la ropa. Alguna vez por semana se junta con alguien en forma de cita: se encuentran en un café, van a comer o al cine. O aunque sólo vayan a caminar, cada cosa que hace es una acción consciente que después podrá narrar o recordar: “Miramos la luna en cuarto creciente y bebimos el último trago de whisky”. Cuando lo leo pienso: yo también miro la luna todas las noches y tomo una botella de cerveza varias veces por semana, pero no tengo la capacidad de reflexionar sistemáticamente sobre eso. Dejé que el interior inundara todas las acciones transformándolas en una continuidad, por momentos elástica, por momentos fluida. Mi mente siempre fue el detonador de mis acciones, uniéndolas en una cadena cuyos eslabones no pueden diferenciarse.
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Pero desde que estoy leyendo este libro (que lamentablemente ya se termina) me encuentro leyéndolo en situaciones en las que probablemente leería Watanabe. Son situaciones de libertad.
L me dijo que si me gustaba fumar no dejara el cigarrillo. Que disfrutara cada uno: armarlo, olerlo, pitar, mirar el humo, sentirlo bajar por la garganta.
Este tipo de consciencia está muy ligada a la libertad. L es un poco como Watanabe: va de una acción a la otra de modo que puede diferenciarlas y guardarlas en la memoria sin confundirlas. Corta y dispone la fruta en un plato de manera que pueda recordarse, de manera que, al comerla, no haya duda de que se está comiendo un pedazo de damasco, después un pedazo de damasco combinado con banana, después un pedazo de damasco nuevamente.
Estar con personas así, tan distintas a mí en la superficie, y tan parecidas a Watanabe, también en la superficie, me ordena el tiempo y la cabeza.
Ahora que leo este libro me gusta estar sola, aprender a nombrar las cosas aisladamente, ser consciente de lo que voy haciendo.
Fui a repartir currículums a San Telmo, primero entré en un mc donalds para ir al baño. Los espacios públicos me sitúan también en esta sensación “Watanabe”. Seguí un itinerario que me había armado en un cuaderno, fui a una librería de cine, tomé un helado del que no elegí los gustos y que dejé por la mitad en la entrada de otra librería donde ofrecí un currículum pero terminé comprando un libro de poesía. (No puedo salir de la continuidad cuando cuento, ahí se ve la diferencia entre personas como Watanabe y personas como yo: el elástico).
Ahora tomo café en la esquina de mi casa. L dice que le gusta ir a los nuevos locales de café que abren por el barrio. Que, cuando abren uno, se sienta y pide un cortado deseando que al negocio le vaya bien. Cosas así haría Watanabe. L tomaba el colectivo para ir a la escuela, como lo debe haber hecho Watanabe.
El interior, probablemente, también esté ordenado. Sería poco posible, si no, moverse de esa manera esquematizada y libre.
Watanabe tiene los recuerdos bien guardados, sin moverlos de lugar, asociándolos ordenadamente a medida que pasa el tiempo. Ese interior no se muestra a la luz, está como descafeinado, filtrado, pasteurizado, en un recipiente. Esto tiene que ver con la disciplina y la paciencia, con la consciencia constante. No hay una lucha por ir hacia lo inconsciente o lo impulsivo. Probablemente por eso gente como Watanabe es más libre.
No creo que tengan que desmadejar los pensamientos o verlos flotar desordenados en un fondo acuoso.
La diferencia está en poder contar o no lo que se hizo en el día. Personas como Watanabe no responderían: “Estuve en casa” o “Estuve tirado pensando”. No creo que se pierdan. Watanabe habla de un pasado en el lodo. Yo me imagino el barro de Watanabe repartido en macetas.
Es probable que el pilar del orden de estas personas como Watanabe sea un secreto al que nadie accede, porque no tendría sentido, y gente como Watanabe no transcurre por el sinsentido. No se mueve a través del sinsentido. Me asombra cómo se puede ser existencialista de maneras tan distintas. Porque, al fin y al cabo, ¿cuál es la diferencia entre el protagonista moribundo o demasiado vivo de El extranjero de Camus y Watanabe? Que Watanabe tiene agendado el vacío, cuantificado, repartido en partes memorables.
Al principio y al final de la novela, Watanabe dice que la muerte no se opone a la vida, sino que está incluida en la vida, que forma parte de ésta.
Pero para llegar a esa conclusión, Watanabe opone dos posibilidades: vida como contra cara de la muerte versus muerte como parte de la vida. Llega a esa premisa, a través de la oposición (personas como Watanabe tienen la capacidad de oponer dos elementos verdaderamente) y la guarda en la cabeza, creyendo en ella, para poder traerla a la luz cuando la necesite de nuevo. Watanabe sólo conoce del lodo la sensación de estar plantado en tierra poco firme.
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María Lucesole @hierbal
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enelterritorio · 11 years
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Elegir bien en qué depositar la energía
por @candelab y @terminolafiesta
Toto tiene 22 años y acaba de ganar el primer premio de la edición número once de Proyecto A, un concurso que alienta la compra de obras de artistas emergentes, menores de 26 años. Fue elegido por unanimidad, y según una de las jurados su “dibujo preciosista de corte narrativo y alucinado impactó a todos”. Hace poco vino de Villa Gesell, su ciudad natal, a tomar cerveza y comer papas fritas con sus amigos pinamarenses. Hizo una teoría sobre el video más visto en youtube que vincula el pop coreano con la dominación del mundo, pero más tarde agregó que no estaba muy seguro de lo que había dicho. “Lo importante es creer en algo durante bastante tiempo, más del que estamos acostumbrados”, agregó, y antes de que nos tomemos más en serio la entrevista dijo que le gustaría hablar sobre todo del trabajo y del espíritu en general.
¿Qué sentís por haber ganado este premio?
Por el premio estoy muy contento, pero el otro día cuando veníamos en el bondi con Martín pensamos que estaría bueno un premio hecho por artistas donde todos ponemos 100 pesos y ponemos nuestros nombres en una urna y sacamos 5 que son los jurados y otros cargos más, y el resto participan y mandan las cosas, se hace también una muestra después se elige un ganador por voto del público, me lo imagino medio Bailando por un sueño, sería como para divertirnos porque en realidad no se si un premio autogestionado tiene mucho sentido ahora que lo pienso, pero puede estar bueno. 
¿Te da miedo el futuro siendo artista? ¿Alguna vez te dio miedo?
No tengo miedo porque en realidad no tengo mucha opción tampoco, el Pelado me contó que Ricardo Iorio dijo que Paul McCartney tocaba la guitarra porque no sabía hacer otra cosa, pero que en cambio él si quiere puede cambiarte una rueda, arreglar un auto, etc., yo no sé si es lo único que sé hacer pero me sirve creer que si. 
¿Cómo es tu relación con el dinero?
Me gusta tener plata porque puedo hacer cosas, me gusta ahorrar, me cuesta mucho elegir una bebida en el supermercado pero se darme cuenta cuando algo material me está importando demasiado y trabajo mucho para tenerlo o trabajo mucho para robármelo. Siempre devuelvo los celulares que me encuentro en la calle, muy pocas veces revendí algo, así que la parte del arte y el negocio es medio rara. Igual me encanta vender cuadros, no me da ningún tipo de nostalgia ni nada por el estilo, lo que sí me gustaría que más gente joven pudiera comprar arte o sentir que lo están comprando porque la flasharon mucho y no por alguna cuestión turbia económica que no entiendo. 
¿Cuál fue tu peor flash de turno? ¿Cómo lo superaste?
Flashes de turno, tengo muchos y por lo general son sobre cómo me ve el otro que es en realidad yo tratando de ponerme en el lugar de los demás pero para criticarme. 
Tengo mucho miedo de tener apendicitis porque muchos de mis amigos tuvieron, y siempre que me duele la panza tengo miedo de tener apendicitis. A veces tengo miedo de ser un linyera que está echado en la peatonal de Mar del Plata hablando solo a los gritos, pero bueno trato de no pensar en esto. Llegué a pensar que toda la gente era producto de mi imaginación, pude superar este último flash cuando Martin me dijo "si pensás que estoy solo en tu cabeza es porque me estas subestimando", me la re aplicó, también dejé de fumar porro, que igual nunca fui fumador de nada pero ahora directamente jamás never, ¡y me dio increíbles resultados! Yo sé que esto a la juventud le va resultar muy careta pero que se jodan. 
¿Qué te sirve para activar?
Para activar me sirve juntar fuerzas con otras personas, elegir bien en qué depositar la energía, comprometerme previamente con otra persona, actuar por intuición un poco primitivamente, ver resultados anteriores, tomar como ejemplo alguien mayor a quien admire. Pretender mucho pero hacerme el que pretendo poco. 
¿Qué planes tenés para el futuro?
No sé, ya tengo algunos planes pero lo que más me gustaría es ir a algún lugar de Argentina que no conozca en vacaciones de invierno. Esto es algo que me está importando mucho. Me gustaría convencer a todos mis amigos para hacerlo. 
¿Extrañás fotolog?
Las redes sociales son lo más, vinieron para salvarnos, ahora es un desastre pero en un futuro va servir para que nos miremos a nosotros mismos, podamos arreglar lo que no nos gusta, y nos veamos obligados a tener un mejor criterio, opiniones más sinceras, pensamientos más elaborados, una imagen más desarrollada, más confianza en nosotros mismos, aprender a relacionarnos con otros. Al fotolog no lo extraño, pero si extraño escribir que desde que murió el flog no escribí más. En este momento no tengo una favorita porque la única q uso es el facebook y no me produce cariño. 
Había una cuestión medio cyberfilica con las redes sociales antes y ahora creo q es mas fría, pero ya se va poner hot otras vez. 
¿Qué se siente ser adulto?
Soy mucho más feliz y mejor que en mi pueblo, pero no es cuestión del pueblo sino de que crecí y resolví las cosas que me ponían mal, me tomé un tiempo para hacerlo y después dio resultados, para mí la clave es tratar siempre de distinguir que para todo hay dos caminos: uno es del mal y otro del buenudo-pelotudo, el del buenudo-pelotudo es el que funciona, después de 3 años cambia y ya no sos pelotudo y seguís siendo bueno y los demás son buenos con vos. La gente es lo fundamental, una persona mala me linkio un tema de El otro yo que dice "no no no no, las personas no pueden estar solas… las personas… lalalala" y me hizo super bien, entendí todo, lo mejor para sentirte bien es tener un escuadrón de gente super genial de tu lado y ser súper genial para alguien... es lo más importante y lo mejor que hay en la vida.
¿Qué piensan tus papás?
Me importa lo que piensen los demás, pero siempre y cuando confíe en su criterio, igual hay que tener en cuenta todo lo q dicen las personas, aunque sea saberlo para ver que onda. A mis papas los quiero mucho, pero no me importa si están orgullosos o no, eso no sirve para nada, los padres por más orgullosos que estén nos llevan muchos años de diferencia y siempre harían las cosas de otra forma.
  Flickr’s:
http://www.flickr.com/photos/cinturon_gastrico/
http://www.flickr.com/photos/comersealmundo/page2/
Fotolog:
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enelterritorio · 11 years
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Los perros también rapean
Una crónica de la rima en manos de jóvenes pinamarenses
por @candelab @terminolafiesta
Después de haberlos visto en varias ocasiones vamos a buscarlos. Se presentan  los miércoles de enero en Mamakocha, un bar del centro que todos conocemos. Tienen 4 micrófonos que van pasando de mano en mano y una compu con el loguito de Mac color celeste y blanco. Hay muchos amigos alrededor, pero también desconocidos. Nos preguntamos qué pensarán los turistas mientras estos chicos agitan sus manos al ritmo de “PO! PO! PO!” y otros sonidos típicos del género.
  El grupo “Filosofía Ácida” arranca con el primer tema. Son chicos que conocemos desde la escuela, que fueron y siguen siendo revoltosos. Pero más allá de las individualidades, todos juntos son los perros -así se llaman entre ellos-, y graban en La cucha records. "Jauría, lealtad", van enumerando cuando les preguntamos por qué ese nombre. Se acercan al grabador para mandar saludos: “a Method” (el perro del Chama), agradecimientos: “a Lucio, por darnos el lugar”; pero sobre todo para improvisar o citar sus letras a la hora de responder. Alguno se nos va a la vereda de enfrente, pero otro lo excusa: “Pará, le está rapeando a unas chicas”.
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  Con algunos apodos nuevos a los que nos vamos acostumbrando, ellos se presentan: el Chama, GG, Slow N, Tincho, Rústico, Dogsewer. "¿Vos no eras Katsewer?", le preguntamos al hijo de la que fue nuestra profesora de lengua. "Es que un día nos dimos cuenta que era CAT, no DOG, y le dije que al que le siga diciendo Cat lo iba a cagar a trompadas", dice el Chama. "Bue, yo le digo Katsewer siempre y nunca me hiciste nada", le dice Rústico. Se abrazan y el Chama salva las diferencias con una explicación pícara y oportuna como sus letras. Los raperos son así, contradictorios. Profetas que cantan como andan en skate, buscando el flow. Con "práctica y constancia", como dicen en un tema, van aprendiendo a contar con más estilo, a pronunciar cantando lo que piensan. Porque estos pibes parece que piensan mucho y, según nos cuentan, antes esas ideas quedaban guardadas en cuadernos, ya que todos empezaron escribiendo. Hoy rescatan que ya no les da vergüenza sacar lo que tienen adentro. Que si bien nunca imaginaron que podían rimar 3 palabras, se suben a hacerlo al escenario y les encanta.
  Tenemos que preguntar por algunas palabras que se repiten, “¿qué es chasín?”. Felix, un amigo cercano que con la entrevista inauguró su papel como representante explica :Chasín es una palabra multigramatical... ponele alguien tiene una cerveza y le decís: ”Abrite ese chasín” o “Uh estás re chasinado”, o “Me chasiné a la mina". También están “buitre” y “soga”, que tienen que ver con los que se juntan solo por la sustancia o aprovechan una pelea para robarte la chica. "¿Y pokets, pots?" Casi, pero esas no, son de los surfers.
  Están rodeados de amigos que hacen coros o toman el papel de representantes, hasta que se animen: de a poco se acercan a las periodistas y tiran también un verso. El rap es contagioso, es una forma de pensar que a veces logramos sacar para afuera y a veces rebota de una neurona a otra adentro nuestro.
  Para la entrevista faltan algunos raperos que vimos en el ciclo del Mes de la música, el festival que organiza la Agrupación Músicos Pinamar. El que identificamos más rápido es Pablo Salvador Acuña, aka Yurni. Notamos que hay diferencias o rivalidades, pero como los conocemos porque los vimos grabar cerca, les llamamos la atención: ¡reconozcan el aporte! El fue quién alentó a Dogsewer para que hiciera su primer video llamado “We got hip hop” (pueden encontrarlo en Youtube). Nos dan toda la razón y hablan de cosas que hicieron entre todos. Nombran a Eche Cristian, Naju, Bigorito.
Cuanto les preguntamos de que trabajan las respuestas son variadas. Nico, el beat-maker, dice que hace "lo que venga", pero el resto lo incita para que confiese que ahora es promotor, se lo acusa de fachero. Rústico es breve y claro: “soy obrero, hago trabajos de fuerza, de electricidad" y pasa el chivo: Agustín Batista 02254 15 525331". Dogsewer "está al horno" y es literal, trabaja en una pizzería y ya no quiere saber nada con las empanadas. Nos copamos con la respuesta de Genaro: "Trafico drogas de manera legal, vendo pastillas a zombies del PAMI". Ahora lo saben, la tradicional farmacia "Osvaldini" es atendida por GG, el cantante de "Filosofía Ácida".
Cuentan que vivieron en otros lugares y las referencias están en sus canciones, "chicas de Monserrat, de Valentín Alsina", pero Dogsewer no duda: “lo más lindo es rapear en Pinamar”. Y sus canciones lo demuestran, hablan del mar y de camuflarse entre los pinos, de fumar uno por ahí. Pero también les gustaría salir de gira, "Ir a otro lado me vendría bien... al sur, a Brasil, Perú", dice Rústico.
  Es lindo saber que algunos chicos con camperas gigantes pasan el invierno pinamarese haciendo canciones. Esto no es tan nuevo, muchos músicos jóvenes viven en Pinamar. Pero el rap nos parece una maravilla de los seres humanos porque es un juego para grandes, un chiste que se toma muy en serio las palabras y hace que los varones hablen desde el corazón. Nos vemos pronto, quien dice en alguna fechita de febrero en el skatepark de Pinamar. 
Algunos links (ya habrá más producción en internet, por ahora la música está sobre todo en Mamakocha):
https://soundcloud.com/highgrade-4
https://soundcloud.com/slow-n
@candelab @terminolafiesta
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enelterritorio · 11 years
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Poesia Viva -Dogsewer feat Alfa-x (por 09alphax)
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enelterritorio · 11 years
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El piso es lava
¿Existe el futuro? Tal vez esta sea una pregunta demasiado vieja para Toto Dirty. Porque lo es para toda una generación que se cansó de escuchar a los Redondos. Preguntarse por el futuro sigue teniendo sentido, pero desde un lugar mucho más cercano a la fantasía que a la historia. No creemos en el progreso. Creemos que nuestras máquinas serán cada vez más rápidas y que nuestros cuerpos tendrán más metal, pero nos colgamos viendo como los leds iluminan la palabra maxikiosko. Tomamos una birra en la esquina y hablamos del amor, nos aturde la llegada de un camión de basura. Hay wi-fi uniendo todos nuestros cuerpos, pero no nos damos cuenta. La conexión con el mundo no tiene cables, tiene carne y algo que llamamos deseo.
Así como el viaje a la luna fue imaginado por Julio Verne pero llegó distinto, así el futuro llega en forma de pastilla en una fiesta de música electrónica. Y le compramos el futuro a un chico que parece no tener alma, pero antes de que pegue el subidón pensamos en Huxley o en Akira. Pensamos que si prendieran las luces nos encontraríamos con un galpón pintado de negro. Y si, el futuro es un galpón pintado de negro, un galpón que convertimos en galaxia para poder bailar un poco mientras se termina el mundo. Y dejamos la familia y la salud en manos de la ciencia. Dejamos nuestras relaciones en manos de las computadoras. Pero no dejamos todo, algo sigue latiendo, como los puntitos de luz que bailan en mi modem. No sabemos que mierda va a pasar cuando tengamos 40 años. No sabemos en quién creer. Pero sabemos que hay fuego adentro de la tierra.
Pienso en la tapa del diario después una de la últimas inundaciones. En la foto hay tres chicos arriba de una garita de colectivo, están a punto de arrojarse a la calle que se transformó en un río. Hay algo en el desastre que nos fascina. La detención del tiempo del trabajo, el uso diferente que le damos a las cosas. "El piso está hecho de lava" es un juego de supervivencia. Si pisas el suelo te morís. Hay que inventar nuevas formas de circular, arriba de muebles y almohadones. "El piso está hecho de lava" es también una muestra de Toto Dirty, está vez como solista. Una muestra que imagino involucra el cuerpo, la infancia y el desastre. Pero no lo sé porque hoy abre sus puertas por primera vez. El 15D, yo sí voy.
Violeta Pastoriza @terminolafiesta
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