Tumgik
dicolediaries-blog · 9 years
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¿Quieres saber qué más he recordado? Que sigo enamorada de ti.
Nicole Holloway 
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dicolediaries-blog · 9 years
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Quiero recuperarte, Nicole...
Derek Adams
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dicolediaries-blog · 9 years
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Recuerdo (VI): La clave
Los últimos días habían transcurrido de forma un tanto lúgubre, a raíz de una de las visiones de Nicole. La clarividente había visto un breve retazo de un futuro al que no sabían cómo enfrentarse, ni cuándo iba a suceder.
La premonición reveló a la bruja dando su vida a cambio de la de Derek, o al menos en apariencia, dado que no tenían más que destellos y pequeños detalles. Trataron de pensar en algo que les ayudara a cambiar o evitar ese futuro, pero con el paso de los días el vampiro se mostraba más comedido y reservado, apenas intercambiaban algunas palabras. Nicole sospechaba que tramaba algo y no quería contárselo porque probablemente no le iba a gustar, pero no imaginaba el qué. De haberlo hecho, hubiera tomado medidas. En ese momento, la morena salía del cuarto de baño después de darse una ducha y ponerse ropa más cómoda, el día en el trabajo había sido agotador. Encaminó sus pasos hacia la sala de estar, donde Derek se encontraba sentado en el sofá, sumido en sus propios pensamientos y una expresión algo sombría. Nicole se aproximó y terminó sentándose a su lado, solo que lo hizo encima del reposabrazos del mueble, por lo que quedó en una posición más alta. Guardó silencio unos segundos más, estudiándole con la mirada. Empezaba a preocuparse porque nunca lo había visto tan serio y taciturno, y tenía motivos, sí, igual que ella, pero de igual manera no le gustaba verle así.
—¿Le estás dando vueltas otra vez? —Sabía que sí, ella misma no dejaba de buscar alguna solución, aunque estaba empezando a llegar a un punto en el que quería dejar de preocuparse y sencillamente disfrutar del tiempo que les quedara juntos, pues si al final no podían cambiar las cosas, al menos podían aprovechar mejor lo que tenían entretanto.
Todo transcurría de forma perfecta para el vampiro, estaba viviendo algo que ya hacía décadas que daba por perdido por su condición y maldición, por aquella eternidad que tanto le comenzaba a aplastar. Vivía con la mujer a la que quería, aprovechando cada minuto, cada segundo de su ser, de su existencia, a sabiendas de que no sería para siempre. Pero todo aquello se derrumbó un día en el que Nicole tuvo una visión que le rompió todos los esquemas. Por supuesto, sabía que todo ser humano debía morir algún día, y que llegaría el momento en el que la tuviera que dejar irse, permitir que la muerte se la lleve en su seno, pero no tan pronto, no así, no por... Dejó de pensar en el presente, para zambullirse no solo en ese pronto futuro que amenazaba con avecinarse y cernirse sobre ellos, sino en el oscuro pasado que le seguía. Necesitaba una solución, y la necesitaba ahora. ¿Convertirla? Prefería pasar el resto de su eternidad siendo continuamente torturado antes de condenar a Nicole a una vida como la suya, no, esaopción quedaba más que descartada y no hizo ni falta el dialogarla. La bruja sabía la opinión de él al respecto, y no se hizo ni siquiera mención de la misma. Pero... ¿Qué más quedaba?. Los días siguientes se fueron sucediendo, y el vampiro de forma inconsciente cada vez estaba más ausente, sumido en sus propios pensamientos, ensimismado en el problema que amenazaba con separarles, con acabar con ellos, borrar del mundo su existencia, así que le fue imposible no obsesionarse, no dejar de darle vueltas, de querer con toda su alma, si acaso le quedaba alma alguna, encontrar una solución y salvarla. Pues... no estaba dispuesto a perderla, no así, no por "eso", se negaba en rotundo, pero... ¿Y si...?
—¿Qué? —Preguntó al escuchar como la voz de Nicole le volvía, momentaneamente, a la realidad, recordando que se encontraba sentado en el sofá, con las extremidades apoyadas en las rodillas y las manos ocultando medio rostro, con aire pensativo, como ido. Básicamente como está desde entonces— No es nada, Nicole.
—Ya, claro. —Repuso ella, suspirando con resignación. Iba a morderse la lengua pero finalmente se decantó por hablar, prefirió soltarlo ya en ese momento en lugar de ir acumulando para explotar de peor forma otro día.— Por eso llevamos días prácticamente sin hablar o mirarnos siquiera, ¿No? —Se giró en el propio reposa-brazos del sofá donde estaba sentada para apoyar parte de la espalda, mirando al frente y cruzando los brazos.— ¿Vamos a seguir así hasta cuándo? ¿Hasta que llegue ese día? —Lanzó una pregunta detrás de otra, con voz apagada, y sin esperar ningún tipo de respuesta.— Pues vaya forma de echar a perder lo que nos quede. —No podía culparle por centrarse en buscar alguna solución para cambiar las cosas, ella en su lugar también lo haría, naturalmente. Pero llegaba a la conclusión a la que no quería llegar, la conclusión que llevaba días negando y en el fondo sabía que era evidente: La premonición comunicaba que uno de los dos se sacrificaba por el otro, concretamente Nicole. Por tanto, variar ese futuro implicaba, aparentemente de forma inevitable, que el otro sería entonces quien perdiera la vida. Salvar a uno, condenaba al otro. Y en esa situación, Nicole tenía muy claro quién de los dos debía sacrificarse: ¿Para qué salvarla a ella, cuando tenía de todos modos un final predestinado? Era mortal, más tarde o más temprano iba a morir de todas formas, ¿Qué mejor manera que hacerlo por alguien a quien amaba de manera incondicional y sincera? Derek, en cambio, disponía de la eternidad. No iba a robársela, en esas circunstancias le parecía un acto egoísta. De nuevo, dejó escapar todo el aire contenido en los pulmones por la nariz, en un largo suspiro, antes de hacer el amago de levantarse y darse por vencida otro día más. Inspiró profundamente mientras cerraba los ojos durante unos largos y tensos segundos cuando Nicole decidió levantarse, como dando por perdida aquella batalla un día más, pero el vampiro en aquella ocasión también se levantó, alargando la mano hacia el brazo de ella para retenerla en el salón.
—¿Y qué quieres que haga Nicole? Dímelo, ¿Eh? ¿Que me resigne como has hecho tú? —Aunque no quiso conscientemente, aquellas palabras fueron pronunciadas con cierto reproche, pero fue un acto inconsciente que no pudo controlar— ¿Que aproveche el tiempo hasta que mueras? ¡Lo que no te das cuenta es que no quiero perderte, joder! ¡No te das cuenta de que si no hacemos nada, tú te irás, te perderé! ¿¡Y sabes qué!? ¡¡El gilipollas que se quedará aquí, pensando durante siglos las miles de soluciones que pude hacer o encontrar y no llevé a cabo para salvarte, voy a ser yo!! —La soltó mientras se señalaba a sí mismo, no estaba siendo egoista ni mucho menos pues pensaba en ella en primera instancia, pero no quería quedarse quieto, no hacer nada, y luego estar lamentando su muerte o su ineptitud por no haber luchado ni siquiera un poco, por ella. Cuando Nicole se merecía ese poco y mucho más. Terminó acercándose a ella nuevamente ahora intentando calmarse, y acariciándola el mentón.— ¿No ves que prefiero morir, a estar mil años sin ti?
Entornó un poco el cuerpo y el rostro cuando la retuvo del brazo, con delicadeza, escuchando cuanto tenía que decir. A lo mejor tenía más razón de la que ella quisiera admitir, o a lo mejor tampoco tanta. De igual modo, aquellas palabras rasgaron el aire y las recibió como cuchillos afilados. Hizo una mueca, frunciendo el ceño y los labios pero no dijo nada al respecto. Se giró del todo hacia él para quedar frente y poder encajar como mejor supo todo lo que Derek se había estado guardando esos días. ¿Pensaba acaso que para ella estaba resultando fácil? ¿Que no le dolía lo mismo que a él la idea de perderle? La única diferencia es que Nicole siempre había sabido que más tarde o más temprano, todo tenía un final. Ella mortal y ambos sabían que convertirla no era una opción, así que tenía presente, como cualquier ser humano, bruja o no, que un día también le tocaría a ella. Lo que había cambiado con la visión para ella, es que disponía de menos tiempo del que imaginaba. De tener oportunidad le hubiese interrumpido para responder, pero no vio manera y aguardó en silencio, cabizbaja hasta qué el vampiro acortó más las distancias y la sostuvo del mentón con suavidad.
—¿No te das cuenta tú de que lo que te pido es justo lo que estábamos haciendo hasta ahora? No te estoy pidiendo más... Voy a morir de todas formas, no soy como tú. Hasta hace unos días aprovechábamos el tiempo hasta que me llegara la hora, sin más. La diferencia es que ahora sabemos que me va a llegar antes de lo que imaginaba, ¿Y qué? ¿No es eso motivo para aprovechar mejor el tiempo en lugar de desperdiciarlo lamentándonos de algo que no ha pasado todavía? —Se le empezaban a anegar los ojos en lágrimas y notaba cada latido retumbándole contra el pecho.— ¡Es como si ya estuviera muerta! —Tragó saliva en una breve pausa, decidiendo si continuar o no y al final lo hizo. Necesitaba sacarlo todo también y mejor del tirón, aprovechando que aún no se le hacía roto el hilo de voz y que contenía sin mayor problema las lágrimas en los ojos.— Tú tienes mil años y todos los que quieras. Tienes toda la eternidad por delante, no es justo que yo te la quite para, ¿Qué? ¿Vivir cincuenta, sesenta, años más? —Antes de proseguir suavizó el tono de voz, lo que iba a decir a continuación era la primera vez que lo mencionaba, quería sonar convincente porque ella creía en ello, en ese momento más que nunca.— Al menos tendrías la oportunidad de reencontrarme, en mil, dos mil, o los años que sean...
—Pero no es lo mismo, Nicole. —O al menos para él no lo era, pues no era lo mismo pensar que tenía la persona a la que quería aún 50 años por delante de longevidad, a no saber si iba a morir al día siguiente, al otro, o dentro de un año, pues sí se sabía a ciencia cierta que no duraría más que eso. Algo que no era capaz de admitir ni soportar. Simplemente no podía hacer la vista gorda, fingir que no había pasado nada y seguir viviendo a sabiendas de que una amenaza se cernía sobre ella en cada esquina. Terminó soltando su mentón y se alejó, dándole la espalda mientras se frotaba el pelo de la frente con un claro deje de frustración, el mismo que había estado mostrando hasta el momento y del cual no era capaz de desprenderse. Toda aquella situación le estaba agobiando y ahogando hasta niveles inhóspitos. ¿Que no quería robarle su eternidad? ¿Acaso no era consciente de que para él, eran mejor cinco minutos con ella que una eternidad teniendo que llorarle a una lápida, con la culpabilidad como compañera y la cobardía como testigo de que no hizo nada por evitar lo inevitable? ¿Es que no lo veía? Terminó frotándose el rostro, demasiadas contraposiciones en su cabeza y un peso en el estómago que cada vez se hacía más notable le dejaba un mal sabor de boca.— ¿Y quién te ha dicho a ti, Nicole, que yo quise esto? ¿Quién te ha dicho que yo fui buscando o ansiando la eternidad? —Bien era verdad que él nunca quiso ser vampiro, si lo hizo, fue por motivos personales que en ese momento no venían al caso, pero que también le pesaban como una losa. Terminó ladeando el rostro para volverla a mirar, con cierto deje alicaído, algo inusual en él, pues no solía mostrarse nunca así en público y menos aún, en presencia de Nicole.— Hablas de reencontrarnos como si fuese posible, o como si pensases que para mí, mil años son un segundo, cuando no es así. Nicole dejó salir el aire en un quedo suspiro cuando él se apartó y le dio la espalda, alejándose unos pasos. Agachó otra vez la mirada y hundió los hombros, con aire abatido. Ya no sabía qué más hacer o decir. Realmente hacer, poco podían. Le habían dado ya mil y una vueltas y no había forma de resolver aquel rompecabezas de la manera en que ambos quisieran, sin perder una de las piezas clave. A pesar de que llevaban algunos años juntos, sentimentalmente hablando al menos (dado que se conocían desde hacía bastantes más), la morena desconocía la razone que habían llevado a Derek a convertirse en vampiro. Nunca había querido presionar para que le contara nada, en realidad no le hacía falta saberlo, aunque sintiese una mínima curiosidad. Si con el tiempo quisiera abrirse a ella, bien, si no, daba lo mismo. Le bastaba con lo que tenían. Avanzó hacia él con pasos vacilantes hasta quedar detrás, pero no se atrevió a decir nada aún. Lo quisiera o no, el hecho es que Derek era inmortal y no había vuelta atrás. Aunque por un instante, al oír la primera pregunta (retórica, comprendió), había temido que se refiriera a ella en lugar de la inmortalidad. Porque cierto era que no lo habían buscado, sino que surgió, y no quería ser algo de lo que él tuviera luego que arrepentirse, por ninguna causa. Terminó por despegar los brazos de cada lado de su cuerpo para rodearle en un suave abrazo, apoyando la mejilla en su espalda.
—Prefiero tener algo en lo que creer, a pensar que después ya no me espera nada. —Afirmó con sinceridad, prefería pensar que tenían la posibilidad de reencontrarse tal vez en otra vida, a perderse para siempre en el olvido.— No creo que un milenio te suponga un suspiro. Pero, ¿No es mejor tarde que nunca? Aunque bueno, puedo entender que no quisieras esperarme por tanto tiempo. No pasa nada, tampoco es que te lo vaya a reprochar, ni lo haría, si te refieres a eso.
Derek respiró hondo y muy profundamente al sentir su tacto, como sus manos iban rodeándole la cintura por la espalda hasta concluir en un afectivo e íntimo abrazo, del cual él correspondió poniendo las manos sobre las suyas al principio. Nunca se había parado a pensar si existía cielo o infierno ¿Qué más le da a un ser que probablemente no muera? Y en el caso de que llegara a hacerlo algún día, no iría al susodicho y probablemente acabara ardiendo en el caldero de Satán. Fuera como fuese, si debían reencontrarse tras la muerte, estaba claro que no iba a sucederse, pues ambos irían a sitios muy distintos. Terminó de darse la vuelta, para quedarse frente a ella pero sin romper el abrazo ni el contacto en ningún momento, manteniendo la corta distancia entre ambos, fijando los ojos en los ajenos y pudiéndose ver reflejados en los mismos si tomaba constancia de ello.
—¿Por qué separar esta vida y la siguiente, si una proviene de la anterior? —Murmuró con convencimiento un párrafo de un poema, no muy conocido, pero que respondería bien a lo que ella había dicho como coletilla. Pasasen los años que pasasen, si tuvieran la real certeza de que ella se reencarnaría y volvería, él la esperaría los milenios que fueran necesario. Pero creía que no era así, que probablemente fuera una posibilidad muy remota y ni siquiera demostrable. Solo les quedaba el aquí, el ahora, aunque fuese efímero, como una ráfaga de viento de la cual les toca disfrutar o ya no se sabrá cual será la siguiente ocasión para aprovecharlo.— Te esperaría... No es el tiempo lo que me preocupa, Nicole. No quiero perderte... No así.
Podía notar cómo él respiraba de manera profunda, así como la tensión en cada uno de los músculos de su espalda y su torso justo antes de darse la vuelta, sin deshacer el abrazo. La bruja levantó la vista en busca de sus ojos, aunque ver la inquietud y el pesar que anidaban en ellos le partía aún más el alma. Sin embargo le mantuvo la mirada, tratando de infundirle algo de la esperanza que ella tenía, si bien no era mucha, por poca que fuera la compartiría siempre con Derek, igual que todo lo demás. Le hubiese gustado dedicarle una sonrisa al oír aquella parte del poema, conocido por ambos, una de esas cosas que también compartían, aunque no fue capaz. Se limitó a afianzar y estrechar un poco más el abrazo, presionando si propio cuerpo contra el del vampiro y cerrando los párpados, como si ese gesto pudiese desvanecerlo todo a excepción de ellos dos, escapando juntos de cualquier funesto destino ya escrito. Como si Derek pudiera rodearla entre sus brazos y protegerla como había hecho desde que se conocieron, solo que en el fondo sabía que no podría protegerla de la muerte. De una u otra forma, Nicole la acabaría enfrentando cara a cara y terminaría en los brazos de la Parca en lugar de en los del vampiro. No obstante, no tenía ningún miedo porque lamentaba nada, era una de las personas afortunadas que había llegado a encontrar el verdadero amor, lo había disfrutado cuanto había podido, en todo su esplendor, y pensaba seguir haciéndolo hasta el fin de sus días. Era lo único quería y que le estaba pidiendo. Solo eso. Que la continuara haciendo feliz aun sin darse cuenta el tiempo que les quedara.
—Ni yo, pero... —No terminó la frase porque, además de ser evidente, no se veía con fuerzas de decir en voz alta que no había nada que hacer para cambiarlo.
Afianzó el abrazo más si cabe, rodeándola con sus brazos como si esa fuese la mayor solución del mundo, como si fuese el escudo más inquebrantable que existiese. Puede que estuvieran en ese momento a salvo, juntos, en casa. Pero la amenaza seguía cerniéndose sobre ambos y el vampiro aunque no la pudiera ver, podría decirse que lo sentía. Se lamentaba desde el primer momento el haberla involucrado en ese mundo, pese a que ya de por si estaba involucrada siendo bruja. De forma inconsciente y sin pretenderlo, su propia presencia era un constante peligro para ella, y aunque no se arrepentía en absoluto de haberla conocido, sabía que por su avaricia, su egoísmo y por querer, por encima de las cosas y del raciocinio mismo, estar con ella, había pasado lo que había pasado.
—Siempre me he preguntado, alguna vez… Qué habría pasado si no te hubiera conocido aquella noche, o qué hubiera pasado de no haberte encontrado en aquel bar. —Confesó, era algo que a todos probablemente se le pasaba por la mente alguna vez, pero últimamente le había dado más vueltas que de normal. ¿Habría tenido una vida mejor? ¿Alejada de todo aquello? ¿O esos maleantes habrían acabado por matarla siendo tan joven, si él no llega a aparecer? Terminó por separarse unos segundo, para mirarla a los ojos y acariciarle con ambas manos las mejillas, sonriéndole con ternura, muy inusual en él,— Y no me malinterpretes, porque no lamento en absoluto el haberte conocido. Es lo mejor que me ha podido pasar en todos estos años, solo que… —Aguardó unos segundos en silencio, interrumpiéndose a si mismo, cayendo en la cuenta de lo que acababa de decir realmente y las cuestiones que habían asaltado a su cabeza, mientras iba borrando la sonrisa muy paulatinamente, hasta que no quedó ni rastro de la misma.
—¿Qué? —Intercaló entre las palabras del vampiro, queriendo saber qué se preguntaba, tal vez ella tuviera alguna respuesta para él. Abrió los ojos y se despegó un poco para mirarle, expectante. Al contrario que Derek, la bruja nunca se había hecho esas preguntas ni pensado en esas situaciones, remotamente siquiera. Ya por entonces, cuando le conoció y estuvo largo tiempo conviviendo con él, cuando era jovencita, se acostumbró a su presencia, a su protección y, lo más importante, a su compañía. En poco tiempo lo vio como si fuera de su familia, como su nueva familia, mejor dicho. Por ese motivo se apenó tanto con su marcha, al dejarla al cargo de dos brujas ancianas. Y por ese motivo se alegró muchísimo al reencontrarle más tarde. De igual modo, ya que lo había mencionado, Nicole tuvo la certeza de que de no haber dado con él, hubiera acabado muy mal... Puede que no hubiera salido viva del encontronazo con aquellos delincuentes, o de salir viva... Le recorrió un escalofrío, no quería ni pensar en lo que hubieran hecho con ella de no aparecer Derek. Años después, de no haberse reencontrado, la Nicole estaba convencida de que jamás hubiera conocido el amor, el de verdad. ¿Cómo iba a ser eso posible si solo podía corresponderlo la persona que en ese momento la abrazaba? Al verle sonreír con aquella ternura no pudo evitar que se le contagiara y sus labios se curvaran de la misma manera. Arrastró las manos con suavidad desde su espalda, donde las tenía al abrazarle, a través de su cintura y abdomen para dejarlas descansando sobre su pecho. Justo estaba alzando los talones del suelo para besarle cuando se detuvo a medio camino, frunciendo el ceño al ver cómo dejaba la frase por concluir y borraba la sonrisa. No usó palabras para preguntar qué ocurría, se bastó con la mirada. Tardó unos pocos segundos en comprender, en atar los mismos cabos que acababa de atar él, por lo que endureció la expresión y el pulso se le hizo mucho más presente. Aprovechando la posición de sus manos, se apartó al mismo tiempo que le empujaba levemente para comenzar a recular.— No. Derek. No. —Sacudió la cabeza, tratando de sonar imperativa en lugar de implorante.
Pese a que se había auto interrumpido a sí mismo y que Nicole había sido consciente de aquello, antes de llegar a besarle, el vampiro tenía la mirada puesta en ningún sitio en concreto. “Siempre me he preguntado, que habría pasado si no me hubieras conocido” esa frase que él mismo había dicho hacía escasos segundos, martilleaba su cabeza con insistencia y de forma bastante dolorosa, todo sea dicho. Sintió el empujón de Nicole, que lo volvió a la realidad y fijó momentáneamente sus ojos en ella, observando cómo reculaba pues probablemente habría llegado a la misma conclusión que él. En la premonición de Nicole, o al menos lo poco que se sabía con certeza, era que ella moría por protegerle de “algo” o “alguien” ergo, el causante indirectamente era él, su propia presencia, su existencia. Y pese a que él no podía morir y dudaba mucho que Nicole fuera capaz de realizar tal atrocidad, la solución, la única salida para que ella pudiera seguir viviendo, seguir existiendo y respirando en ese mundo, lejos de toda amenaza, poder escribir su propia historia, sin fisuras, era que él desapareciese de su vida. Se llevó las manos al rostro y luego al pelo, con verdadera frustración. ¿Sería capaz de renunciar a lo que tenía con ella? ¿Renunciar a lo único bueno que tenía en esa condenada vida que le había tocado vivir, solo por salvarla? ¿Por cambiar el futuro, y hacer que dicha profecía se disipara y no se cumpliera jamás? Se frotó el pelo y luego volvió a fijar la mirada en Nicole, la cual le comenzaba a mirar con confusión y firmeza a la vez, la misma que comenzaba a destilar el vampiro, pese a estar rompiéndose por dentro por lo que estaba a punto de hacer.
—Lo siento…  No voy a permitir que mueras, Nicole… Si esta es la única salida, lo voy a hacer. —Sus ojos destilaban una sentencia que no tardaría en darse a cabo, aunque el nudo en el estómago y el peso en el pecho que estaba sintiendo no ayudase. Era lo mejor, para ella, para su vida. Que se alejase de él, lo máximo posible, que viviera e hiciera como si no hubiera existido, como si no hubieran compartido su tiempo, como si no le hubiera conocido jamás.— Por favor, Nicole… entiéndelo, ¡No puedo permitir que mueras! —Exclamó, alzando la voz con un deje ya de desesperación, esa desesperación que levaba acumulada durante días, y ahora tras encontrar una puerta abierta a la libertad, se estaba desbordando por momentos, llegando incluso a ahogarle a él en el proceso.
Tragó saliva y detuvo sus pasos al ver que él parecía como ido de nuevo, con la mirada perdida y los dedos enterrados con gesto nervioso y frustrado entre las hebras de su propio cabello. Sospechaba, sin equivocarse, que estaría sopesando muy en serio aquella posibilidad que, de pronto, atormentaba más a Nicole de lo que lo hacía la propia visión de su aparente muerte. Si tenía alguna oportunidad de quitarle esa locura de la cabeza, era en ese preciso instante, por lo que no perdió un segundo ni vaciló en intentarlo.
—Ni se te ocurra. Olvídate de eso, ya. Sabes que no está bien y que no puedes hacerme esto. A mí, no. —El pecho le subía y bajaba de forma pronunciada con cada respiración. La inflexión de su voz a duras penas se mantenía firme. Se le humedecieron los ojos por segunda vez esa tarde al ver que sus palabras no servían de nada, al oír que el vampiro estaba tan decidido en hacer lo que creía la única solución. Volvió a negar efusivamente con la cabeza, con los labios temblorosos por intentar no romper a llorar. Sentía un escalofrío por toda la piel, uno que no parecía remitir y le ponía la piel de gallina. Tenía miedo. Tenía miedo de olvidar. De olvidarle. Un pánico que le desbocó los latidos y le oprimía el pecho hasta el punto de dificultarle la sencilla e instintiva tarea de respirar.— ¡Eres todo lo que tengo, Derek! ¡No me lo quites! ¡No tienes ningún derecho! ¡Nadie lo tiene! —Masculló con la voz rota y la misma desesperación, reculando de nuevo para quedar fuera de su alcance. Al no encontrar forma de cambiar el futuro, Derek pretendía cambiar el pasado, reescribir la historia, aunque para ello debiera borrar la mayor parte. Sin embargo, dedujo que eso cambiaría el futuro sí o sí, que le daría a Nicole una oportunidad de envejecer como cualquier otra persona. No tuvo más remedio que detenerse cuando su espalda chocó con la pared del salón, que no estaba muy lejos. Frunció los labios, rogando con la mirada fija en sus ojos para que cambiara de parecer, volviendo a negar con la cabeza y las lágrimas corriendo mejillas abajo. Sollozó tratando de coger aire.— Por favor... No puedes arrebatarme esto. Son nuestros recuerdos. Nuestra historia. Es todo lo que soy... ¡No te permito que lo robes!
—¡¿Ah, no?! ¡¿Pero sí puedo permitir que mueras?! —Negó con el rostro con bastante evidencia, no podía olvidarlo, no ahora que había dado con la clave para que ella pudiera vivir, evitar la amenaza. Sí, se borraría todo retazo de su historia, de su existencia en común, de su relación, todo recuerdo compartido o en referencia a ellos dos, pero pese a que era un precio muy alto y muy caro a pagar, estaba dispuesto a ello, solo por asegurarse de que su corazón seguirá latiendo. Al percibir que los ojos de Nicole comenzaban a humedecerse, sintió como si algo le oprimiera fuertemente el pecho, realizando una mueca de circunstancia y desviando la mirada a un lado durante unos pocos segundos. Su respiración se agitaba por momentos, tenía que hacerlo ahora, o de lo contrario si declinaba aquella opción, probablemente Nicole le convencería de no hacerlo y al final, acabaría perdiéndola. Pero… ¿No la iba a perder de todos modos, hiciera lo que hiciera? ¿No iba a quedarse sin ella igualmente? Probablemente… Solo que la diferencia entre ambas, es que ella tendría la oportunidad de reescribir su historia, con alguien adecuado a ella, alguien que la hiciera feliz, no la pusiera en peligro y que fuera merecedor de ella.— Puedes encontrar algo mejor, lo sabes… —Volvió a fijar a mirada en ella, mostrando ahora él ese brillo acuoso en sus ojos. No quería mostrarse así, jamás lo había hecho con nadie que no fuese su familia, su hermana, la cual hacía décadas que no veía, pero era inevitable. Iba a perder también él parte de su vida, parte de su historia, una parte que realmente merecía la pena defender y luchar, solo que a diferencia de ella, él si la recordaría. La angustia iba sustituyéndose por dolor, dolor a la pérdida, a ser olvidado, pero no podía hacer nada más y lo sabía, no había otro remedio, ninguna otra manera, era aquello, o la muerte. Y no pensaba ceder. Reanudó sus pasos, paulatinamente, hacia Nicole, la cual había quedado acorralada contra la pared exterior del salón, observando cómo no le perdía de vista, y negaba constantemente lo que se le avecinaba.— Tú eres más, mucho más que nuestros recuerdos, Nicole… No puedo arrebatarte quién eres, pero si quién soy yo. —Esas palabras las pronunció con sumo dolor, terminando de acortar distancias sin ni siquiera usar su peculiar velocidad vampírica, y colocando una de sus manos bajo la mandíbula de la bruja, para que no se moviera.—… Perdóname…
Buscaba desesperadamente la forma de hacerle cambiar de opinión, de pararle como fuera. Pero tenía todos los músculos atenazados y agarrotados, apenas sí se sostenía en pie y no sabía ni cómo, porque le temblaban las rodillas y estaba a nada y menos de derrumbarse. No podía soportar la idea de perderle, mucho menos aún de perder los recuerdos que compartían. Incluso los recuerdos menos agradables, que rememorados desde la distancia seguían siendo suyos, seguían siendo especiales, tanto como los que guardaba como si fueran los mayores tesoros, pues para Nicole lo eran. Cada recuerdo la hacía revivir una sensación, y estaba a punto de perderlas todas. No fue capaz de replicar a sus palabras, solo podía llorar y aguantar allí de pie, dado que ya no tenía salida. ¿Encontrar algo mejor? ¿Acaso lo pensaba de verdad, que había alguien mejor para ella? Le pareció la mentira más ruin que podían salir de su boca. Lo sabía, porque lo sentía dentro cada mañana al despertar a su lado y cada noche al acostarse con él: Derek era parte que le había faltado siempre, ese vacío que nada ni nadie podía llenar salvo él. No sabría explicarlo con palabras, pero estaba convencida de que nunca más iba a sentirse de la misma forma, que nunca más iba sentir esa clase de amor y por consiguiente, que viviría quizás hasta los ochenta, sí, pero sin ser feliz. Que es lo que él no parecía ver. Y Nicole prefería dos años, tres, uno, cuatro meses, un día de vida, pero a su lado y siendo plenamente feliz. Sollozó de nuevo cuando la sujetó del mentón e hizo todo lo posible para no mirarle a los ojos directamente, aunque no tuvo mucho éxito. Se agarró con una mano a la camiseta que él vestía, a la altura del pecho, arrugando la prenda entre los dedos al cerrar el puño con fuerza y frustración por no poder controlar la situación, y una rabia contenida al oír que se atrevía a pedir su perdón.
—No pienso perdonarte por despojarme de lo único que tengo y volver abandonarme. —Murmuró con un hilo de voz, a través del nudo en la garganta.
Aquellas palabras le sentaron, literalmente, como una patada en el estómago, como una jarra de agua helada en un día de pleno invierno. Como si de repente, hubiera perdido todo tras recibir un golpe mortal, que es lo que había sido eso para él. Todas y cada una de sus palabras, “No pienso perdonarte” fue lo que terminó de colmar el vaso. Sus ojos seguían vidriosos y luchaban por derramar más de una lágrima por ello, pero el vampiro inspiró profundo, cerró los ojos conteniendo así los demonios que luchaban por salir y atormentarle, antes de volver a fijar la mirada en ella, en su todo. En lo único bueno que había tenido y tendría jamás, y se iba a desprender de ello de forma inevitable. Abrió los ojos nuevamente, fijándolos de forma firme sobre los castaños de Nicole, que le miraban con un eterno dolor que pronto, desaparecería. Seguía con la respiración agitada, pero no podía echarse atrás, ya no…
—“Mírame a los ojos” —Le ordenó, pese a que ya lo hacía, pero era para asegurarse de que en el último momento, no le apartase la mirada. A cada palabra que pronunciaba, se le iba quebrando el alma por momentos.— “Atiende…  ¿Recuerdas cuando nos reencontramos y me invitaste a bailar? Olvida que me detuve… que… nos vimos, no vas a recordar que tuvimos relación alguna” —Dictó todas y cada una de esas palabras, con la voz quebrándosele por momentos, pero manteniendo firme la compulsión sobre Nicole, borrando de ese modo cualquier retazo de existencia entre ambos desde su reencuentro en aquel bar, y su posterior historia. Sintió impulsos de apartar la mirada, pero no pudo, no podía ahora echarse atrás pues ya tenía hecho lo más importante, pero… ¿Sería suficiente? Lágrimas indiscretas y autónomas comenzaron a brotar y a viajar por doquier, era la primera vez en cien años que el vampiro derramaba una sola lágrima, pero era algo que ni siendo vampiro, podía evitar en aquellos momentos. Apartó la mirada durante unos segundos, para limpiarse con la manga de la camisa que llevaba ese día y serenarse. Debía asegurarse de que lo hacía bien, y no dejar cabos sueltos, por lo que volvió a posar los ojos en los ajenos, sintiendo todavía la mano de Nicole firmemente sujeta a su camisa y de la cual, tuvo que desprenderse por sí mismo, al igual que se estaba desprendiendo de ella en aquellos momentos.— “Olvida… Que te salvé la vida cuando te conocí, te deshiciste tú sola de ellos, con magia. No… No me conociste, nunca nos hemos conocido” —Esas últimas palabras se le quedaron atascadas en la garganta, y le costó la vida pronunciarlas, pero lo terminó haciendo con todo el esfuerzo y dolor del mundo, sintiendo como nuevas lágrimas corrían por su rostro. Sabía que se iba a culpar de esto toda la eternidad, sería algo con lo que cargaría a sus espaldas siempre, pero por lo menos, respiraría tranquilo al saber, que así su corazón continuaba latiendo.
Advirtió aquel singular y característico brillo en los ojos del vampiro cuando volvió a fijar la mirada en ella. Se le dilataron sutilmente las pupilas. Por regla general, la compulsión no funcionaba con las brujas, pero había excepciones y Nicole era una de ellas. Era vulnerable al control mental de un vampiro no solo porque no había desarrollado por completo sus poderes, sino que su don como clarividente era la razón principal. La única instrucción que había recibido en cuanto a magia se refería, cuando era joven y estaba a cargo de dos brujas ya ancianas, fue escasamente para tener cierto control de las premoniciones. Aceptar el dolor que provocaban al llegar y, aun con ello, reparar en todos los detalles que podían parecer insignificantes. Aprender a leerlas, a ver los diferentes y múltiples sentidos que podían tener. Tuvo que aprender a despejar la mente, a dejar siempre una puerta abierta por donde podían fluir aquellas visiones. Sin embargo, eso la hacía precisamente vulnerable a la compulsión. Quiso resistirse, mirar a otro lado, pero su cuerpo no respondía. Lo único que podía hacer era mirarle a los ojos, tal y como Derek había ordenado. Apretó los labios con mesurada fuerza porque le volvían a temblar. Trató de pensar en otra cosa cuando el vampiro mencionó aquel recuerdo. Por supuesto que lo recordaba, a la perfección. Al instante rememoró la calle, la gente caminando en ambas direcciones. Su vestido, los tacones. La reconocida y añorada voz de Derek a su espalda. Recordó girarse y verlo, sonreír. Abrazarle. La música. Los mojitos. El anillo de día. El tacto de su mano. Su mirada. El baile. Sus manos sobre la cintura. El estremecimiento. Las intensas ganas de besarle. Los roces con los labios. El sabor de su boca. El trayecto hasta su casa. El calor. Las prendas de ropa en el suelo. La cama deshecha. Casi sentía estar ahí de nuevo. La bruja se llevó ambas manos a la cabeza, queriendo retener ese preciado recuerdo, como si ese gesto sirviera de escudo para no dejarlo ir. Para no olvidarlo. Pero poco a poco se fue desvaneciendo cuando la obligó, como si retrocediera. Se desvaneció la cama, la ropa, el apartamento, el paseo, el beso, el baile, las copas, el bar. Se desvaneció el reencuentro como si fuera bruma en su mente, llevándose con él los años posteriores con Derek. Llevándose de esa forma toda su relación sentimental. Más lágrimas brotaron de los ojos de Nicole, para acompañar a las del vampiro en un triste viaje por sus mejillas. Con el siguiente recuerdo al que hizo mención, el primero que tenían compartido, sucedió exactamente lo mismo. Se desvaneció de su mente con pasmosa facilidad, borrando todos y cada uno de los recuerdos posteriores con relación a Derek, por lo que el brillo en los ojos castaños de Nicole se apagó por completo y su forma de mirarle cambió, como quien ve a un completo desconocido.
La mente de Derek viajaba hasta años atrás, cuando la conoció aquella noche, siendo atacada por unos cuantos que no tenían buenas pretensiones con ella. Recordaba todo, la brisa nocturna que soplaba anunciando una inminente muerte, pero que no caería sobre la joven, sino sobre aquellos chicos que decidieron poner un solo ojo sobre ella. El olor incesante a sangre cuando acabó con la vida de todos y cada uno de ellos, frente a una muchacha temblorosa y horrorizada por lo que acababa de ver, el sabor de la sangre, la sensación de cómo esta paulatinamente caía por sus labios y goteaba por su rostro. Ese placentero frenesí de haber arrebatado una vida y hacer saciado así su sed. Lo recordaba tan bien como si hubiese sido ayer, e incluso un recuerdo (algo macabro) como aquel, fue borrado de la mente de Nicole como si no hubiese existido nunca, no quedando ni las cenizas de todo ese pasado, un pasado que se esfumó como un soplido de viendo, invisible y silencioso, dejando paso a la nada, al completo desconocimiento. El vampiro se quedó mirando aquellos ojos vacíos que le devolvían la mirada, a sabiendas que en pocos segundos estos no le reconocerían, y que poco tiempo le quedaba a él allí. Aguardó un tiempo más con el estómago encogido, en el que antes de que desapareciese el efecto de la compulsión y Nicole se preguntase quién era él, besó su frente y la abrazó con fuerza, apoyando el mentón sobre su cabeza, pues no le daría tiempo ni a despedirse.
—Te quiero… —Susurró esas últimas palabras cerrando los ojos con pesar. Tendría que moverse rápido y no dejar huella alguna, pero no sentía capaz de irse, no tenía las fuerzas suficientes para hacerlo, si no lo hacía ahora. Si no se iba con urgencia, se arrepentiría y podía hacer alguna locura peor. Tendría que autoconvencerse de que había sido lo mejor, para no recular, pero era imposible. Era sencillamente imposible pretender y aceptar que se ha renunciado a lo mejor que ha pasado en tu vida. Fijó nuevamente la mirada en la chica, apartándole el pelo del rostro y escrutando el mismo, retirándole las lágrimas con las yemas de los dedos, pues sería la última vez que lo volviera a ver.— “Recuerda… No me conoces, nunca me has conocido. Y en el caso de que nos volvamos a encontrar, simplemente me odiarás y no te preguntarás el porqué, no seré de tu interés y seguirás tu vida. Encuentra a alguien que te quiera de verdad, busca una buena vida para ti, y se feliz” —Murmuró, y aunque fuese una ordenanza sonó más a petición de despedida. Volvió a acariciarle el rostro sin poder evitarlo, sin poder ignorar ese fuerte imán que le impedía separarse de ella, pero el cual debía destruir para que ella luchase por su vida, por la que se merecía y él no le podía dar. Llevó la mirada hasta el guardapelo que una vez, muchos años atrás, el propio vampiro le regaló y el cual pertenecía a su madre. Probablemente en su interior se encontrase algún recuerdo de ellos dos, pero no le daría tiempo a echarle mano, y prefería que ella se quedase con él, pues estaría en mejores manos que en las suyas.— “Hechiza el guardapelo, no podrás abrirlo ni tendrás necesidad de ello. Luego, cuando me vaya, te irás a dormir. Cuando despiertes, no recordarás nada de lo sucedido aquí.” En un primer momento no reflejaba absolutamente nada en el rostro, ninguna clase de emoción. Sentía un inmenso vacío que no sabía de dónde venía ni porqué, sencillamente estaba ahí, oprimiéndole el pecho, el estómago y la garganta. Miraba sin ver realmente mientras se dejaba hacer, como si fuese una marioneta movida por sus hilos. Cerró los párpados al recibir aquel mimo en la frente y dejó después que la abrazara con fuerza, aunque tenía la mente enturbiada y le estaba costando dar con su identidad. Ponerle nombre a ese rostro que tan familiar se le quería hacer. Al oír sus palabras fue cuando su cuerpo reaccionó a él, tal vez por última vez, para corresponder el abrazo, aunque no fuera con tanta intensidad. Tenía la urgente necesidad de responder y decirle que también le quería, muchísimo, más que a su propia vida, pero ese sentimiento la asustó y le causó a la vez desconcierto, ¿Cómo era posible sentir ese amor por un desconocido del que no sabía absolutamente nada, siquiera su nombre? Levantó las pupilas en busca de sus ojos cuando el vampiro se apartó para mirarla. Se dio cuenta de que estaba llorando cuando él le apartó unas hebras de cabello y le secó las lágrimas con la punta de sus dedos, de aquella manera tan delicada y dulce. Tampoco conocía el motivo por el que lloraba, pero las ganas de ello no parecían cesar. Ladeó el rostro de forma mínima, arrugando levemente el ceño cuando la obligó a odiarle sin razón, notando como de pronto todo el amor, puro y sincero, que sentía hacia él se ocultaba rápidamente bajo una gruesa e impenetrable capa de odio intenso, nacido de las mismas entrañas y expandido en cuestión de segundos. Se le endureció la expresión de inmediato. Siguió la trayectoria de su mirada hasta el guardapelo y luego asintió, comprendiendo la orden y preparada ya para llevarla a cabo en cuanto aquel, de pronto, indeseable saliera de su casa.
Tras esa última orden, fue testigo de como su obra iba comenzando a cobrar efecto. Los ojos de Nicole variaron y cambiaron, de estar mirándole con un eterno cariño, infinito y puro, a la nada, una nada que hacía estremecer a cualquiera, como si le faltase una parte de ella, una pieza del rompecabezas que ya no se va a recuperar y fuese consciente de ello, y de ahí, al intenso odio que el vampiro le ha obligado a sentir con todo su ser, desde lo más profundo de su fuero interno. Si las miradas matasen, estaría más que fusilado hacía unos segundos. Sin nada más que hacer, que guardarse y grabarse a fuego en su retina, aquella imagen de Nicole, fulminándole con la mirada como si la vida se le fuera en ello, desapareció de su vista sin más. Pues mientras ella realizaba el hechizo para sella el guardapelo, a él, con su particular velocidad, le daría tiempo de sobra para recoger sus pocas pertenencias, y de paso borrar cualquier paso del tiempo por aquella casa, como fotografías, o vídeos con la cámara, DVDs y demás. No le llevó mucho tiempo y cuando Nicole fue a entrar a la habitación (Probablemente ya habría seguido las órdenes que le había implantado el vampiro) este se escondió tras la puerta, guardando absoluto silencio y observando, con pesar, como para ella había desaparecido tan deprisa, como había sido tan efectivo todo, que se acostaba para dormirse como si nunca hubiera existido para ella. Así todo sería más fácil... al menos, para ella. Aguardó a que apagase la luz, para salir de la habitación con sigilo, y así, de la vivienda y de su vida, para siempre. Ni siquiera miró atrás, y no es que se tomase su tiempo en irse, pues prefería no mirar nada que le resultase familiar por el camino, y le hicieran cambiar de idea. ya estaba hecho, y debía irse. Se limpió el rostro con la camisa nuevamente, endureciendo ahora si el rostro, pues estaba comenzando a sentir un repentino cambio de humor. La tristeza se transformaba en angustia, y el dolor en ira, el pecho le subía y le bajaba sucesivamente y de forma acelerada, se estaba dejando llevar por las múltiples sensaciones que aguardaba en su interior, contradictorias pero peligrosamente explosivas. Sintió rabia por haberla involucrado de ese modo, por conocerla, por quererla como a nada en esta vida y por tenerla que perder por salvarla, por no ser lo suficientemente bueno para poder salvarla de otro modo, por todo en general. Y lo peor que pudo hacer en ese momento el vampiro, fue dejarse consumir por esas emociones, sus instintos, los más bajos y rastreros que puede tener. Se replanteó incluso el apagar su propia humanidad, y por lo menos no sentir, ni padecer, simplemente existir y actuar, sin pensar ni tener que replantearse las consecuencias. ¿Que moría en el intento? ¿Qué más le daba? No tenía nada que perder ya. Pues él mismo lo había perdido por cuenta propia. Sin embargo, no llegó a llevarlo a cabo, pues un par de jóvenes mujeres habían cometido el error de interponerse en el camino de un vampiro que no estaba en sus cabales, siendo invadido meramente por la rabia del momento, y por consecuente, su instinto. Era tal la explosión que estaba a punto de sucederse en el interior del vampiro, que fue inevitable.
En cuanto Derek desapareció de su vista a tanta velocidad que se convirtió en un mero borrón, la bruja sorbió discretamente por la nariz y se dispuso a cumplir aquella última instrucción dada por el vampiro, mientras él recogía no solo sus cosas, sino los recuerdos físicos de ambos tales como las fotografías. De hecho, lo único que pudo conservar Nicole fue aquel hermoso guardapelo. Aunque ya no recordaba cuando ni porqué se lo dio, ni tampoco lo que contenía en su interior. Años atrás, cuando era joven y Derek se marchó para dejarla al cuidado de dos brujas, Nicole se lo tomó muy mal y con gran pesar, se sintió totalmente abandonada, por lo que él terminó entregándole el guardapelo, un objeto por el cual sentía aprecio dado que perteneció a su familia, y le dijo que se lo guardara hasta su regreso, como pretexto para volver un día hasta ella. De recordar algo de todo aquello, Nicole daría lo que fuera para que esa vez fuese igual, para que un día volviera a por ella y pudiera devolverle el guardapelo. Encendió algunas velas que dispuso sobre la mesa, donde hizo un intrincado trazado de sal alrededor del objeto que debía sellar con magia. Murmuró un sencillo pero efectivo hechizo para ello, uno de los pocos que conocía, con los dedos de una mano sobre el guardapelo pero sin llegar a tocarlo. Se inclinó sobre el mismo y sopló suavemente la joya para concluir el encantamiento. Pudo percibirse una especie de sonido de cierre apagado y nadie podría abrirlo desde ese momento en adelante. Nicole tampoco sentiría nunca necesidad de intentarlo siquiera. Recogió las cosas y dirigió sus pasos al dormitorio, apagando las luces por el camino. Guardó el relicario en el cajón de la mesilla de noche, se acostó en la cama y apagó también la luz de esa estancia. Su cuerpo se giró instintivamente bajo la sábana como si esperase encontrar alguien al que abrazarse o contra quien acurrucarse. Sin embargo, nadie encontró y tuvo la sensación de que la cama era demasiado grande para ella. Demasiado vacía. Se sentía mal por dentro, rota, afligida y muy sola. Desconocía la razón. Solo pudo desahogarse, de lo que fuera, llorando en silencio y dejando que la almohada fuera el lecho de sus lágrimas. Terminó por darse la vuelta para abrir el cajón y coger el guardapelo, manteniéndolo en el interior de su puño. Ignoraba porqué, pero en ocasiones, cuando no se sentía bien, aquel objeto conseguía reconfortarla en cierto modo. El caso es que, como todo lo demás, había olvidado que cuando discutía con Derek por el motivo que fuera o sencillamente cuando tenía un mal día, él le dejaba alguna nota en el interior con algún mensaje significativo. A veces se encontraba unas disculpas, otras veces palabras de aliento, y algunas veces palabras llenas de sentimiento. Se hizo un ovillo tratando de dormirse, relicario en mano, queriendo que ese día terminara ya y se llevara esa angustia y la terrible sensación de soledad que parecía engullirla junto con la penumbra del dormitorio. No se percató de que Derek aún seguía allí y tampoco advirtió cómo se marchaba, aunque le pareció oír la puerta. Una parte de ella se había ido con él y, al parecer, ya no la iba a recuperar nunca. Nunca más volvería a sentirse completa, especial, amada ni verdaderamente feliz. Estaría viva, sí, pero no se sentiría viva del todo.
[Fragmento editado de rol entre: @Diaries_Derek y @DiariesNicole]
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dicolediaries-blog · 9 years
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Recuerdo (V)
La figura de Derek se encontraba bastante disimulada entre las sombras y la penumbra que la ciudad y la noche le obsequiaban. Sin embargo, eso no significaba que no siguiera allí, como cada día, como cada noche. Como cada segundo que llevaba aquella mujer en Nueva Orleans, y él siendo su sombra allá a donde estuviera, allá a donde fuera, siendo su ángel de la guarda o, tal vez, su perdición, como solía definirse él en aquel "asunto", pero peores perdiciones caminaban a dos y a cuatro patas por la ciudad, siendo posibles amenazas que él no dudaría en erradicar. 
Y al igual que su presencia siempre había existido velando en las sombras, siendo evidente para el buen observador y entendedor, también había sido testigo aquella noche de todo lo acontecido. De cómo inevitablemente el tiempo, el destino, habían dado final a un capítulo que él, de algún modo, luchaba por mantener abierto. Sus puños, cerrados con desmesurada fuerza, luchaban por estarse quietos y no impactar contra lo primero que pillase de la propia ira que sentía el vampiro en aquellos momentos, y si no lo hizo fue meramente por no delatar su posición, ni a la escasa gente que caminaba por el barrio francés a esas horas, ni a Nicole. Pero sus ojos decían más de lo que él intentaba con todas sus fuerzas ocultar, su pecho subía y bajaba con un ritmo algo desmesurado, del cual se molestó en hacer descender o de lo contrario perdería el control.
¿Por qué se sentía así? ��Por qué tenía ganas de arrancarle la cabeza a aquel que en una ocasión le había brindado ayuda? ¿Por qué no cesaba en odiar a aquella mujer, a la cual seguía protegiendo pese a todo, todo ese tiempo? Ni él mismo lo sabía, o tal vez sí, pero se negaba a aceptarlo... Puede que incluso lo tuviera aceptado, pero le seguía doliendo, por mucho que le pesara. Sí, un vampiro, él, enamorado de una bruja a esas alturas de la película. No obstante, tampoco podía hacer nada ya, por mucho que le afectara la situación e increíblemente, consiguió al menos apaciguar aquellos instintos asesinos que le estaban invadiendo. Miró su anillo de día, recordando el motivo por el cual luchó tanto por conseguirlo, y volvió a cerrar el puño, apoyando el mentón sobre éste. Seguía agazapado sobre uno de los tejados y se dedicó a cerrar los ojos, inspirando con bastante profundidad, sopesando qué hacer de ese momento en adelante... Pues... Ella ya tenía a otro vampiro que la protegería, así que... ¿Para qué seguir?
Nicole podía notar el calor del alcohol, que había bebido en compañía de Marcel, recorrerle todo el cuerpo. No iba borracha, ni mucho menos, pero sí contenta y con una sonrisa tonta curvada en los labios que ya ni se molestaba en intentar borrar, al fin y al cabo no la estaba viendo nadie, o eso creía ella. No podía imaginar que Derek la vigilaba guarecido en las sombras que procuraba la noche. De hecho, aquella no era la primera noche en que él velaba por la morena, pero tal vez pudiera ser la última. Y mucho menos podría adivinar nunca aquellos sentimientos que tan bien escondía dicho vampiro, no después de cómo la trataba siempre desde que... Ni lo recuerda con exactitud; para ella el odio era totalmente mutuo, aunque nunca se ha parado a pensar demasiado en los motivos, pues ella no es una persona que refleje ese tipo de sentimientos así como así, y sin embargo cada vez que lo ve no puede evitar hacerlo. Como si fuera instintivo, aunque con el tiempo lo ha justificado con la mala actitud que recibe de su parte.
La velada con el vampiro de color, por contra, había resultado mejor de lo que esperaba incluso, pues había quedado claro que le llamaba la atención y, físicamente hablando, sin duda sentía una atracción considerable. No solía pasarle demasiado a menudo, así que creía oportuno aprovechar la ocasión. En cuanto a relaciones, Nicole era un desastre, y aunque buscaba un "príncipe azul" y un amor de cuento, nunca lo encontraba. No es que buscara con mucho esmero, pero el hecho de no pasar nunca de la mera atracción física con nadie, por más que lo intentara, la había hecho resignarse un poco. Como si tuviera algún mecanismo interno estropeado que no la dejaba sentir como el resto de la gente, al menos en cuanto a relaciones sentimentales. De todos modos, tampoco había perdido la esperanza, normalmente era una mujer optimista y le quedaba mucho por vivir aún. O eso prefería pensar, si bien en una ciudad como Nueva Orleans tal vez no fuera tanto. Mientras caminaba en dirección al edificio de pisos donde vivía, se abrochó bien la cremallera de su cazadora, jugueteando con la misma sobre las labios aunque tuviera que ir con la cabeza un poco gacha. No obstante, como aquel trayecto lo hacía sola, podía permitirse perderse en sus pensamientos, estar en su propio mundo sin saberse custodiada por quien menos lo esperaría.
Abrió los ojos cuando la escuchó salir, o avanzar, la verdad es que le daba un poco igual lo que fuese, simplemente abrió los ojos ante la mujer que ya no necesitaba nada de él, aunque realmente nunca lo hubiera pedido. Simplemente se puso en pie, dispuesto a terminar la tarea que, al menos esa noche, había empezado. Caminando por el tejado, no quitó ojo de la bruja, que a su parecer se la veía incluso ilusionada con todo aquello, lo que le hizo inspirar profundo y volver a bajar la mirada hacia el tejado por el que se estaba moviendo. Volvió a mirar el anillo de día, a sabiendas de que probablemente ya no le fuera a servir, al igual que sabía que lo mejor para todos era que él se fuera, pero primero debía atar cabos sueltos, asuntos pendientes, y luego ya se lo replantearía.
Continuó su camino hasta llegar a su edificio, como cada noche, sin ningún percance, al menos que ella supiera. Su mayor problema fue, como de costumbre, abrir la puerta del portal, que era vieja, pesaba un quintal y casi siempre se atrancaba, así que tuvo empujar con su propio cuerpo hasta que consiguió pasar al interior, cerrando tras de sí. Utilizó el antiguo ascensor para llegar a la última planta y entrar en el pequeño loft que tenía allí. Dejó las llaves en el mueble recibidor y colgó la cazadora en el perchero antes de adentrarse más en aquel espacio abierto, mientras se mueble recibidor y colgó la cazadora en el perchero antes de adentrarse más en aquel espacio abierto, mientras se descalzaba. No se demoró mucho en ponerse aquel pijama tan juvenil, con la capucha de orejitas, y luego recalentarse algo para cenar. Se llevó directamente la fiambrera al sofá, junto a una botella de agua que dejó en el suelo para tenerla a mano. Estando sola, no habituaba a cenar sentada a la mesa, prefería hacerlo más cómoda en el sofá mirando la tele. Por eso cogió el mando para encender el televisor y zapear hasta dar con algo de su interés, que a esas horas era un poco difícil. Justo detrás, cerca del ambiente del dormitorio, separado por un biombo con motivos orientales, las finas cortinas del balcón se mecían suavemente gracias a la brisa del exterior, resultando estar abierto...
El vampiro dio un salto del tejado ajeno al del edificio donde ella estaba y de ahí, con sigilo, descendió hasta dicho balcón. No tenía pretensiones de entrar, tampoco es que pudiera hacerlo sin permiso de la susodicha, pero tampoco sentía la necesidad, pues aunque el biombo les separaba, entre las bisagras del mismo y los huecos de una tarima con la otra podía verla perfectamente. Y así se quedó varios segundos, mirándola con todo lujo de detalles, al menos el rostro, que desde el ángulo en el que estaba solo se veía de forma parcial. Inspiró profundamente, podría resolverse todo de forma tan sencilla... Era tan fácil todo en verdad. Sin embargo, el vampiro se negaba a sí mismo aquel camino o vía a seguir. Demasiados peligros a tomar en consideración, sin contar los años que ya habían pasado y el hecho de que ella se viera feliz le hizo también echarse atrás. No... Lo mejor sería apartarse y seguir su camino por separado, como siempre había hecho en realidad. Pero no pudo evitar recordar una de aquellas tardes, muchos años atrás, en las que se pasaban las horas muertas en las tardes de invierno frente al televisor, y tirados en el sofá de cualquier forma con un bol de palomitas a su alcance y sacándole pegas a la película que, en ese momento, estuvieran viendo.
                                                 * * * Recuerdo * * *
Nicole se encontraba en la mini cocina esperando a que el temporizador del microondas se detuviera para sacar la bolsa de palomitas saladas. Repiqueteaba con los talones en el suelo, impaciente, en primer lugar porque la película estaba a punto de comenzar, y en segundo porque era invierno y la calefacción de ese edificio nunca funcionaba en condiciones, así que estaba cogiendo frío. Se apresuró en sacar las palomitas, una vez hechas, y vaciarlas en un bol, tratando de no quemarse al abrir la bolsa, sin mucho éxito, por lo que se dirigió al sofá soplándose la punta de los dedos de una mano. Ya se había puesto cómoda con su pijama calentito, así que solo tuvo que sentarse en el sofá, al lado de Derek, y taparse bien con la manta, dejando el bol de palomitas en el regazo.
—Hace más frío en este piso que en la calle, no lo entiendo... —Se acurrucó contra el vampiro todo lo que pudo, mientras los créditos del film, "La tentación vive arriba" con Marilyn Monroe, comenzaban a pasar, al ser una película antigua estaban al principio en lugar de al final. La bruja subió los pies descalzos, enfundados en unos calcetines ultra gruesos con un estampado de conejitos, a la mesita de centro frente al sofá y giró el rostro hacia él, entrecerrando los ojos mínimamente.— No vale hacer burlas... Que te conozco.
No era la primera vez que en aquel edificio se estropeaba la caldera, al igual que no era la primera vez que al vampiro le tocaba hacer de "manitas" con la calefacción para que Nicole no cayera en una pulmonía. Sin embargo, había llegado un momento en el que eso era irreparable y tampoco parecía que pusieran mucho empeño en poner una nueva, por muchas insistencias y estornudos que llenaran el edificio. Ante el quejido de la bruja cuando se quemó con las palomitas, el vampiro ladeó el rostro hacia ella, dejándole posteriormente hueco en el sofá y prácticamente todas las mantas, puesto que él no las necesitaba, aunque Nicole en más de una ocasión se empeñaba en taparle también a él. Pasando un brazo por encima de sus hombros, dejó un beso sobre su sien justo cuando le decía que no se burlase de la película, que pese a ser bastante antigua no la había visto en la vida, aunque si conocía a la actriz que la protagonizaba, fue una estrella en su época. Ante la advertencia dibujó una tenue sonrisa.
—¿Tan mala es? Porque si es así... No pidas imposibles brujita. —Murmuró con cierto tono jocoso, pellizcándole uno de los costados. Había pasado mucho tiempo desde su reencuentro y, de forma curiosa a la par que milagrosa, la actitud de él había mejorado en varios aspectos.
Sí, aquella también fue una de esas veces en que quiso compartir la manta con el vampiro, le hiciera o no falta. Le encantaban esos momentos, no lo podía evitar, encontrar su cuerpo calentito arrebujado con ella bajo la manta. Aunque por el momento y hasta que no se acabaran las palomitas no se abrazaría a él, como acostumbraba.
—¿Cómo que mala? Ninguna de las que vemos lo es, lo que pasa es que no sabes apreciarlas... —Protestó, al tiempo que le tiraba una palomita a la cara. La primera de unas cuantas, como solía pasar cuando Derek hacía alguna burla de las películas en cuestión. Después y como si nada, se centró en el televisor. Nicole sí había visto esa película, de hecho había perdido ya la cuenta de tantas veces. Si se silenciaba el sonido, podría escucharse a la morena musitando por lo bajo el diálogo, cuando no masticaba palomitas, claro.
—Eh eh, que tengo buen gusto cinematográfico... Pero es que escoges algunas que... —Hizo una mueca algo exagerada justo cuando ella decidió atacarle con una palomita, guerra que siempre empezaba y, para no variar, siempre terminaba perdiendo, pues el vampiro era más rápido y ágil, sin contar que siempre solía hacer trampas solo por desquiciarla un poco.— Deja esas manos quietas si no quieres que te arree un bocado… —Le advirtió con un claro tono a broma, pues nunca le haría algo así, no en términos vampíricos en lo que se refiere a "bocado”, precisamente. Tras eso, fijó la mirada en la televisión, aunque podía escuchar por "lo bajini" a Nicole recitando los diálogos de memoria.
—Sí, sí... Buen gusto... —Murmuró por lo bajo, sin apartar la mirada del televisor donde se sucedían los primeros minutos del largometraje, aunque la estrella rubia no había aparecido todavía en escena, pues se presentaba al protagonista: Marido fiel, padre atento y empleado eficiente y trabajador, sin mucho más atractivo.— ¿Me está usted amenazando, señor vampiro? —Entonces sí volvió el rostro para mirarle con diversión, masticando unas cuantas palomitas que le abultaban el moflete derecho.— Humm... A ver si el mordisco te lo llevas tú al final... —Aprovechó para llevarse otra palomita a la boca, pero en lugar de limitarse a comerla de un bocado, le dio un mordisco un tanto exagerado, haciendo que crujiera, mientras le sostenía al vampiro la mirada.
Derek observó al individuo que salía en pantalla, sin encontrarle nada interesante que remarcar, era un tío cualquiera como los que te podías encontrar por la calle. Alzó una de las manos hacia el bol de palomitas, para picar unas cuantas, cuando ella le miró con esos ojos juguetones y desafiantes que buscaban, de buena forma, encontrarle. A lo cual, él sonrió.
—¿A Noé le vas a hablar de lluvia... Bru-ji-ta? —Cuestionó con cierto tono altanero y jocoso a la vez, mientras se deshacía de las palomitas que pretendía ingerir y volvió el rostro hacia ella, haciendo un amago de un mordisco en el aire, pudo incluso haberle dado un leve y efímero mordisco fácilmente, pero prefirió hacer solo el amago a escasos centímetros de ella.— Me gustaría ver luego como lo intentas...
Terminó de comerse la palomita que tenía entre los dedos, mirando cómo el vampiro daba un bocado en el aire para provocarla, a tan poca distancia de su piel. Sin embargo, no pudo más que reír brevemente. Nunca la había mordido, no al menos usando sus particulares colmillos, y estaba segura de que nunca lo haría. Ella era diferente al resto.
—Qué tonto eres... —Como siempre, no lo dijo a malas ni hablando en serio, sino de manera cariñosa y cómplice. Cogió después otra palomita del bol, aún seguían calientes, y se la lanzó a Derek, con clara intención de que él la atrapara al vuelo con la boca directamente, que es donde ella apuntaba.— Calla y come... —La película transcurría en el televisor, llegando a unas escenas que a Nicole le hacían especialmente gracia, donde el protagonista, solo en casa y con la familia de vacaciones al norte para evadir la ola de calor veraniega de la ciudad mientras él tenía que trabajar, fantaseaba sobre multitud de ocasiones en las que podía haberle sido infiel a su mujer y no "quiso" hacerlo, además, con féminas de quitar el hipo que claramente estaban fuera de su alcance en la realidad.
—Pues bien que te gusta este tonto... —Rebatió ahora si con una sonrisa altanera, aunque poco le duró ya que Nicole se empeñó en darle de comer lanzándole palomitas como objetivo principal. Cogiéndola al vuelo y aún lanzándole alguna que otra mirada cómplice, volvió la vista al televisor, acomodándose de nuevo en el sofá y buscando una postura en la que estuviera cómodo sin la necesidad de apartar el brazo de los hombros de la bruja. Ante la escena que se estaba recreando, el vampiro alzó una ceja con cierta incredulidad.— Pero qué fe tiene aquí el amigo, ¿No? A esas no me las ligaría ni yo... Y ya es difícil que eso pase... —Comentó como si tal cosa, menospreciando claramente al tipo de la película y riéndose de él.— Bueno... Rectifico, sí sería capaz de hacerlo. Pero ese ni en mil años. —Se corrigió a sí mismo con cierto ego y soberbia en la voz.
La siguiente palomita, Nicole se la llevó a la boca para no tener que responder frente a aquella obviedad. Claro que le gustaba, podía verse a leguas, y más a esas alturas de la relación. Por eso se limitó a sonreír y contestó gesticulando con los dedos índice y pulgar de una mano, diciendo de ese modo que le gustaba "un poquito". Arrugó la nariz con cierta diversión y travesura, ya que aquello se quedaba muy corto con respecto a la realidad y ambos lo sabían. Volvió luego su atención a la película, aunque poco tardó en girarse otra vez hacia el vampiro cuando él comentó la escena.
—Bueno, bueeeeeeno. —Alargó a propósito la vocal, mientras preparaba otro misil de maíz para lanzar.— ¡Haced sitio que llega el ego de Derek! ¿Con que te las ligarías, eh? Ajám. Tomo nota...
—Ya ya... —Musitó al ver el gesto que hizo con los dedos de reojo, rompiendo a carcajadas cuando volvió a mirarle de forma tan exagerada e incrédula. Le gustaba provocarle ese tipo de reacciones y últimamente lo hacía más a menudo si se le presentaba la posibilidad.— Pues claro. Yo me las ligo antes que ese pipiolo… Nicole... ¿Eso son celos? —Una pérfida sonrisa cargada de arrogancia se le dibujó en el rostro, desatendiendo entonces sí la película para posar sus orbes en los ajenos. Eran celos, podía notarlo, y acababa de descubrir que le satisfacía bastante lo que estaba viendo.— Así que la brujita está celosa... Vaya... —Paseó los dedos de la mano libre por debajo de la manta, sobre su cintura y hasta el costado, donde dejó un par de pellizcos a modo de incentivo, meramente provocador.— Me gusta...
—¿¡Qué!? ¡No! —Le tiró la palomita, ligeramente escandalizada por aquel comentario. De hecho, cogió más palomitas y se las tiró una a una, removiéndose cuando la pellizcó, deshaciéndole de aquella manera la pose y la actitud de digna que se había intentado marcar.— ¡No hagas eso! ¡Que tiras las palomitas! —Aunque en realidad era ella quien había estado a punto de tirar el bol de su propio regazo al sobresaltarse con los pellizcos, que le hacían cosquillas. Sujetando el recipiente con ambas manos, volvió a mirarle a los ojos cuando dijo que aquel aspecto le gustaba.— Uhm... Si te gusta entonces sí, son celos... —Se mordisqueó el labio inferior con suavidad, disimulando malamente una sonrisa. No atendía la película, pero la misma seguía avanzando, presentando a la figura de la estrella de cabello rubio platino y las curvas de infarto como la nueva vecina del piso de arriba del protagonista.
Cuanto más le decía que no lo hiciera, más lo hacía Derek y eso era inevitable ahora que la bruja tenía el bol sujeto entre las manos con firmeza, por lo que acentuando la sonrisa y sin atender a la peli, continuó pellizcándola.
—¿Entonces son o no son celos? —Inquirió el vampiro, paseando la mirada de sus ojos a sus labios en cuanto ella se mordió el inferior, creando tal vez de forma inconsciente no solo una provocación, sino una tentación, así que tuvo que morderse él también el labio para contenerse.— ¿Y qué… Pasa... Si... No... Quiero... Parar? —Murmuró alternando palabras y pellizcos en el costado, ignorando que la despampanante rubia acaba de entrar en escena en la película.
—¡Que sí, pero estáte quieto ya! —Que él se mordiera el labio de aquella manera hizo que Nicole sintiera la urgente necesidad de recorrerle la boca con los labios, cosa que no hizo porque tanto pellizco y cosquillas la disuadieron. Se retorcía debajo de la manta tratando de zafarse, al mismo tiempo que procuraba no volcar el bol de palomitas; todo esto sin poder dejar de reír.— ¡Derek, por favor! ¡Que me vas a tirar a mí también al final! —En realidad se lo estaba pasando pipa, aunque se había escurrido tanto que estaba a nada y menos de quedarse en el suelo. Consiguió volver a sentarse bien en el sofá, controlando la risa como podía, entretanto le buscaba un "castigo" si no paraba.— Pues... Te obligaré a ver películas súper-ñoñas...
Sus carcajadas solo le incitaban a continuar, pero viendo que estaba a punto de precipitarse por el borde del sofá al suelo decidió parar y darle un respiro, viva la redundancia. Sin embargo, cuando se hubo colocado de nuevo a su lado, le quitó el bol de las manos y lo apartó, dejándolo sobre la mesa que tenían en frente. Una vez fuera obstáculos y ya sin atender nada de la película, volvió la vista hacia ella con postura acechante, sonrisa torcida y los dedos moviéndose a modo de advertencia.
—¿Qué vas a obligarme... A qué? Repítemelo...
—¡Oye! —Protestó cuando le robó el bol de palomitas y las dejó fuera del alcance, más o menos. Tenía claro que si lo había quitado de en medio era por algo, quería "guerra", por lo que ella se removió en el sofá, cambiando la postura para quedar girada hacia él, ignorando por completo la película, al menos por el momento. Desvió la mirada a sus dedos cuando los movió en el aire, en actitud provocadora, y resolvió sujetarle las manos antes de que la volviera a atacar con pellizcos. Aunque ni siquiera se molestó en hacer fuerza, sencillamente le sujetó, más bien a modo de caricia, y luego entrelazó los dedos mientras acercaba el rostro al ajeno peligrosamente.— No, que me vas a hacer callar. —Ni siquiera tenía la certeza de que la dejara terminar aquella frase, pero sí sabía bien que de haber intentando repetir la anterior la hubiera silenciado, tal vez con más pellizcos, un mordisco o puede que un beso. Obviamente no se hubiera quejado por lo último, pero como no era seguro, prefirió no arriesgarse.
—Oigo. —Replicó por mero vicio cuando ella se quejó al verse desprendida del apetecible bol de palomitas. Dejó que le cogiera de las manos y entrelazara los dedos con los propios. Podría decirse que incluso le gustó, pues nunca antes había estado en una situación como esa con nadie, pues era muy raro en él, sin embargo le agradaba o se sentía "normal”, por denominarlo de alguna forma. Cuando la bruja acercó su rostro al propio, volvió a sentir tentaciones que hacía unos momentos acababa de disipar, la diferencia es que entonces le era más difícil al tenerla tan cerca. Su aroma desde siempre le había atraído y no de modo instintivo, y al tenerla tan cerca se le hacía más difícil contenerse.— Podría ser... O tal vez no. Ahora ya no lo sabrás. —Tentó con media sonrisa, alargando las palabras en un susurro meramente provocativo.
Ladeó el rostro levemente mientras le escuchaba, para al final chasquear la lengua y hacer un pucherito con los labios.
—Pues vaya. Ahora me dejas con la intriga... —No le soltó las manos y aguardó en la misma posición, apenas sin moverse más que para retirarse un poco hacia atrás, poniendo distancia entre ellos, aunque, de atreverse y ser un poquito más lanzada, le hubiera comido a besos aquella media sonrisa tan característica. Sin embargo, se quedó con las ganas de hacerlo. De todos modos, continuaba sin prestarle atención a la película, que seguía en marcha. El protagonista ya había invitado a la rubia despampanante, su tentación, a tomar algo en su casa, a lo que ella había aceptado de buen grado tras casi matarlo con la tomatera que se había caído de su balcón al regar.
—O simplemente era una mera distracción. —Comentó Derek, antes de disolver toda distancia que ella estuviera luchando por poner, aunque dudaba que así fuese, y robarle un beso, que es lo que llevaba deseando hacer desde hacía un buen rato, y que ella se separase solo había sido un incentivo para que lo hiciera. Sin embargo, no duró mucho, fue apenas un roce antes de que ella pudiera ni siquiera moverse, o corresponder. ¿El por qué? Podría decirse que era una dulce venganza a corto plazo, o simple provocación, juego, solo él lo sabía. Pero le apetecía ver qué haría Nicole al respecto. El diálogo de la película seguía su curso, mas el vampiro había perdido ya todo el interés, si es que lo tenía en la película en algún momento, lo cual era para poner en duda.
Aquel roce en los labios fue algo tan fugaz que llegó a pasarle por la mente la posibilidad de que no hubiera sido real siquiera, sino fruto de su inconsciente y las ganas que ella tenía de besarle. Sin embargo había sido muy real, y no era la primera vez que la tentaba y provocaba de esa manera.
—Odio que hagas eso... —Se aseguró de poner énfasis en la primera palabra, aunque para nada sentía aquello. No le importaba caer en aquel juego, a decir verdad, se ofrecería voluntaria mil veces y una más para ello. No se demoró mucho en soltarle las manos para rodearle el cuello, incorporándose un poco en el sofá. El diálogo de la película se lo sabía de memoria, y al escuchar la parte en la que se encontraban en ese momento decidió aprovecharlo y recitarlo en voz alta, utilizando el mismo tono apasionado y melodramático que ponía el protagonista, sentado al piano con la rubia, su tentación, mientras fantaseaba de nuevo. Eso sí, Nicole tuvo que cambiar el género, ya que la situación se daba a la inversa que en el film.— "... Porque le voy a coger en mis brazos y le voy a besar, ahora mismo y muy fuerte." —Casi estuvo a punto de reírse de ella misma por la imitación, pero, tal y como ocurría en el televisor, se lanzó a besar a Derek.
La sonrisa del vampiro se acentuaba más a cada segundo, pero no por la película o lo que estuviera desarrollándose en ella, sino por la bruja que en aquellos momentos tenía a su lado, con las manos apresadas y alegando odiar algo que él ya sabía más que de sobra, lo que le hizo soltar una carcajada llena de arrogancia sin desviar la mirada de aquellos ojos, que era lo único que le llamaba en esos momentos. A decir verdad, era lo único existente en la faz de la tierra que era capaz de desviar su atención de algo importante, a centrarse solo en ella. Y nunca encontró explicación alguna y ni siquiera tampoco sabía cómo Nicole era capaz, cómo lo haría para, pese a todo, conseguir que se sintiera menos "diablo", no sentirse un alma condenada al averno y llegar a sentirse incluso humano de nuevo. Nunca supo cuándo comenzó a sentir ese efecto, cuándo dio lugar, cómo o porqué, pero sí estaba muy seguro que estaba ahí y que solo ella era capaz de aquello. Se había quedado tan ensimismado en sus propias cavilaciones que no había desviado los ojos de los ajenos, solo fue consciente de ello cuando la bruja, por seguir el juego, dictaba las mismas palabras que el protagonista de la película y, ¿Quién era él para negarle lo que se avecinaba? Nadie. Así que podría decirse que incluso predijo cuándo ella le besaría y acabó haciéndolo él casi a la par, puesto que deseaba hacerse con aquella tentación una vez más.
Como solía pasar, en cuanto sus labios se tocaron Nicole cerró los párpados y se olvidó de todo lo demás a su alrededor, centrándose única y exclusivamente en el vampiro y en cómo le robaba el aliento. Se inclinó un poco más hacia adelante, sobre él, para pegarse todo lo que pudo, pues la manta seguía de por medio, arremolinada entre ambos y ya sin tapar a ninguno de los dos. Continuaba rodeándole el cuello con las manos y no tenía intención de soltarle ni de apartarse, de hecho, aunque quisiera no iba a poder, la atraía demasiado, casi se sentía hipnotizada cada vez que la miraba, cada vez que la tocaba o cada vez que la besaba. Nicole tampoco sabía exactamente cuándo o como se había producido esa situación, pero tampoco le daba muchas vueltas, había encontrado a la única persona que conseguía hacerla sentir completa, además de especial, y por nada del mundo se apartaría de su lado, Derek era todo lo que tenía.
—Te estás perdiendo la película... —Musitó, apenas sin apartarse y besándole los labios entre palabra y palabra. Sabía que la película le importaba más bien poco, y en realidad a ella también, no solo porque ya la había visto decenas de veces, sino porque le interesaba mucho más el momento que compartían, con o sin películas. Derek era su prioridad, su tentación, su debilidad y al mismo tiempo su fortaleza.
Derek ya ni siquiera escuchaba los diálogos de tan, para él, aburrida película, solo estaba centrado y consciente en ella, y en todo lo que tuviera que ver con Nicole, lo que había conseguido en él, lo que le hacía sentir y cómo lo hacía, no había nada más en su mundo en ese momento, en esos segundos que para ella corrían pero que, sin embargo, para él estaban quietos en una eternidad constante, en una existencia que para él era para siempre y en comparación con la bruja, no era ni un suspiro. Lo había pensado en más de una ocasión, aunque siempre terminaba despejando esos pensamientos de su mente: En cuándo acabará, en cuándo la muerte decidiera llevársela, y eso solo le hacía querer disfrutar más del momento, de su momento y de su ahora. Sus palabras alternadas con besos le hicieron sonreír y atrapar su labio con delicadeza.
—Si quieres puedo prestarle más atención a la rubia... Aunque preveo que tras eso la televisión volará por la ventana.
Era cierto que Nicole no gozaba de un tiempo de vida infinito. Sin embargo, todas las horas, todos los minutos y segundos que compartía con Derek, se le antojaban a lo que bien podría ser un atisbo de la eternidad. Eso era lo mejor que ella tenía, lo de más valor, y con lo que podía obsequiarle: su tiempo. Y le regalaría todo el que pudiera, todo el que él quisiera de ella. Tironeó con suavidad del labio para poder responder, murmurando sin apenas apartarse y con una graciosa sonrisa pincelada en los labios.— ¡Nooo...! ¿Y quedarme sin televisor? ¿Qué haría entonces durante el invierno en casa? —Bromeó, para luego dejarle un mordisco ella en el labio, de manera juguetona y cariñosa al mismo tiempo.— Si acaso te tiro a ti por la ventana, no a la tele... —Obviamente no iba en serio, solo quería chincharle un poco, si es que lo conseguía.
—Vaya... Para esto ha quedado uno... Para ser sustituido por un televisor. —Supo desde el primer momento que Nicole estaba bromeando, ese peculiar brillo en sus ojos, acompañado de aquella sonrisa juguetona, lo gritaban a los cuatro vientos. Pero no dudó ni un instante en seguirle el juego y fingir, como mínimo, estar ofendido. Así que haciendo gala de todo el "teatro" del que era capaz, frunció el ceño y los labios para borrar dicha sonrisa, que luchaba por mantenerse.— Así que me tirarías por la ventana... Curioso brujita... Muy curioso... ¿Y crees que podrías? —Siguiendo el juego, usó la segunda baza que tenía a mano: provocación. Él sabía que Nicole con su magia podía con eso y más, pero también le gustaba ver aquel deje infantil que ella sacaba cuando, jugando, ponía en duda sus habilidades.
—Hmpf. —Asintió de manera digna, con un suave cabeceo, para luego no poder contener una suave y breve risa que la hizo agachar la cabeza y dedicarle una de sus coquetas caída de pestañas. Al ver que el vampiro adoptaba entonces el papel de ofendido, trató de poner cara de circunstancia para seguirle el juego, sin embargo acabó apartándose de él y poniendo los brazos en jarras, prácticamente arrodillada sobre el sofá.— ¿Peeeeeeeeerdona? —Alargó adrede la palabra, con la vocecilla aguda que usaba para protestar y ofenderse, aunque no lo hiciera de verdad. Además, con las pintas que tenía con aquel gracioso pijama puesto no surtiría mucho efecto el parecer una "super-bruja".— Podría hasta con los ojos cerrados, listillo... —Realmente no tenía nada de bruja todopoderosa, ni siquiera podía bloquear el control mental de un vampiro por culpa de sus premoniciones, en mayor medida; eran un arma de doble filo al parecer, por no hablar de que apenas pudo desarrollar el resto de su poder.
Derek tuvo de nuevo que fruncir los labios, pero esa vez para contener la carcajada que le iba a venir en cualquier momento solo con ver cómo pestañeaba de aquella forma tan exagerada, a todas luces, con intenciones de encandilarle para que dejara a parte el papel de ofendido, pero si le conocía lo suficiente sabría perfectamente que no pensaba ceder, no al menos hasta conseguir lo que vino a continuación. Verla arrodillarse en el sofá y alzarse para quedar, ligeramente, por encima de él, fue lo que le hizo romper a carcajadas. Con ese pijama no había quién la pudiera tomar en serio por mucho que lo intentase, es que era prácticamente imposible. Llevando las manos a su cintura y aprovechando que estaba de rodillas y él sentado, la atrajo hacia él, alzando levemente el rostro para poder mirarla a los ojos sin dificultad ninguna. Sabía muy bien que Nicole era poderosa, aunque a veces ella se subestimara, y aunque nunca se lo hubiera dicho o mostrado, siempre había creído y confiado en ella en ese ámbito, pero había preferido en todo momento provocarla sanamente para que ella misma luchara por hacerle callar, y era un modo también de hacerla crecer.
—¿Ah sí…? ¿Con los ojos cerrados?
La bruja apretó los labios en una mueca divertida por no echarse ella también a reír cuando lo hizo el vampiro. Sin duda supo que no la tomaba nada en serio especialmente por las pintas que tenía con el gracioso pijama de invierno puesto. Ni ella misma se tomaría en serio de esa guisa. Agachó la cabeza para mirarse, aún con los brazos en jarras, y se le escapó la risa sin querer. Un sonido muy propio de Nicole, tenía una carcajada melodiosa y suave, y era fácil hacerla reír, no era de ese tipo de personas que reprimen esa clase de gestos por mantenerlas apariencias, al contrario para ella. Cuando Derek la atrajo hacia él cogiéndola de la cintura, no opuso resistencia y se sujetó a sus hombros, fijando los ojos castaños en los ajenos, que siempre la atrapaban.
—No te rías de mí... —Protestó, aunque no con seriedad, y puso los dedos de una mano sobre su boca, queriendo taparla, como si ese gesto pudiera silenciarle.— Eso he dicho, ¿Lo quieres comprobar, valiente? —Cerró los ojos, volviendo a poner ambas manos sobre los hombros del vampiro, y trató de concentrarse, respirando profundamente. En unos pocos minutos una cálida y tenue corriente de aire recorría la estancia hasta envolverles de forma muy suave, haciendo que los cabellos de la bruja se mecieran de un lado a otro.
Él aguardó curioso a ver qué hacía y cuando cerró los ojos, supuso que Nicole se disponía a hacer uso de su magia, y no se equivocó cuando una brisa suave les sacudió el pelo a los dos, de forma leve y efímera, pero palpable. Aprovechando que su nivel de concentración no era alto, ya que acababa de empezar, decidió bromear un poco.
—Más que echarme por la ventana, lo que vas a conseguir es limpiar el polvo de la casa... —Comentó con tono jocoso, apoyando la nuca en el respaldo del sofá, aún pendiente de lo que Nicole tuviera en mente por hacer.
Nicole seguía murmurando con los ojos cerrados para hacer correr aquella inofensiva y cálida brisa a su alrededor, pero las palabras del vampiro la hicieron perder la poca concentración que tenía y se echó a reír antes de protestar, dándole una palmada sobre el pecho de manera muy suave.
—¡Pero bueno! Te la estás ganando... —Advirtió, arrugando levemente la nariz mientras dibujaba una sonrisa que, para no variar, le quitó cualquier tipo de seriedad a sus palabras.— Al final en lugar de tirarte por la ventana, te mandaré a dormir aquí, en el sofá. —Llevaba largos minutos haciendo caso omiso a la película, que seguía avanzando en la pantalla de la televisión y en la que al protagonista cada vez le costaba más no desear caer en su tentación, la joven y despampanante vecina del piso de arriba.
Aguardó expectante la escena que se desarrolló instantes después, a lo cual obviamente, soltó una carcajada cuando Nicole le pegó, haciendo que Derek cogiera su mano con suavidad, pero sin dejar de reírse. Ante la tentativa de dormir en el sofá, el vampiro hizo un mohín y luego se encogió de hombros. En verdad no le hacía ni pizca de gracia dormir en ese sofá, que era tan incómodo para pasar la noche que parecía sacado de la época de la guerra de la independencia. Sin embargo, jugó sus cartas como siempre y las puso sobre el tablero, metafóricamente hablando.
—Bueno... Si prefieres dormir sola... Sin mi preciada compañía... Adelante, brujita. Yo he dormido en sitios peores. —En ese momento fue cuando destiló su antigua sonrisa arrogante, la de antaño y que de vez en cuando sacaba, a sabiendas de que tenía un 80% de posibilidades de desarmarla. Y si no... Siempre contaba con un AS en la manga.
La mujer reparó en su mueca, dejando que le sujetara la mano con la que había dado el inofensivo manotazo sin quejarse, escuchando lo que tuviera que decir al respecto de pasar la noche en el sofá. Tratándose de Derek, no esperaba que se resignase, ni mucho menos, no era su estilo. Por ello no le sorprendieron aquellos aires de soberbia que se gastaba, ni lo que respondió. Para lo único que no estaba preparada fue la sonrisa que delinearon los labios del vampiro, "al más puro estilo Derek". En realidad, por mucho que quisiera, nunca podía estar preparada para esa sonrisa, justo aquella. Ignoraba que además él tuviera un As en la manga por si eso no daba resultado, pero siendo quien era, no le haría falta. La morena, prácticamente hipnotizada, aproximó su rostro para pellizcarle el labio inferior entre los dientes, con suavidad, y permaneció con la frente apoyada en la del vampiro, protestando con lo que bien podría llamarse ronroneo más que gruñido.
—Uhmmm.... Te odio. —Naturalmente no era verdad, era su modo de replicar por el hecho de que se saliera siempre con la suya y de manera tan sencilla.
La sonrisa del vampiro se acentuó, más si cabe, y ante aquel pellizco se relamió con levedad el labio. Aquel "Te odio" siempre le hacía gracia, porque era un deje de vena infantil que, curiosamente, le encantaba de ella pese a que era ya toda una adulta hecha y derecha. Le encantaba escuchar esos te odio y siempre el vampiro solía sonreír, pero en esa ocasión la cosa cambió y decidió, de igual modo, usar el AS en la manga. Algo que llevaba queriendo hacer desde hacía tiempo y nunca supo cómo, porque se veía a todas luces que no era su estilo. Tal vez hacía un siglo si lo fuera, pero tras cien años caminando sin rumbo y sin tiempo que perder, hacían a uno ver las cosas de otro modo. La sonrisa soberbia dio paso a una leve y, casualmente, sonrisa tierna podría decirse, mientras alzaba la mano libre hacia la mejilla de Nicole, sin separar la frente de la ajena y con los ojos firmemente puestos en los suyos, puede que con los acontecimientos de ese momento, ella se lo tomase a juego o recochineo, pero bien se sabía que en el fondo, muy en el fondo, hablaba con sinceridad.
—Te quiero.
Al ver que se relamía donde le había mordisqueado hacía un instante, le pasó la yema del dedo por encima del labio, aprovechando el mismo gesto para perfilar la sonrisa que se le acentuaba al vampiro. Cuando la sostuvo de la mejilla, ladeó un poco el rostro, mínimamente, escondiendo los iris castaños tras los párpados para solo disfrutar del tacto de su piel y la ternura del gesto. Sin embargo, aquello hizo que se perdiera el cambio que se producía en el deje de la sonrisa de Derek, probablemente acompañando el gesto de la mejilla. Eso sí, sus palabras las escuchó perfectamente y no solo eso, sino que le calaron en lo más hondo, como cabía esperar. Abrió los ojos y despegó la frente de la ajena para mirarle bien, sin perder detalle, ahondando a través de aquellos ojos que no le apartaban la mirada y que expresaban la más absoluta sinceridad y transparencia. Se preguntó si aquello era real o se había quedado dormida viendo la película. Era la primera vez que oía esa declaración de los labios de Derek y casi necesitó que la pellizcaran, o no, porque se había derretido entre sus brazos. No es que en el fondo no lo supiera, porque se lo demostraban a diario, pero escucharlo de su boca fue sumamente agradable para Nicole, quien sonreía sin darse cuenta. Y aunque la respuesta fuese previsible y evidente, quiso verbalizarla igualmente, usando el mismo tono cargado de sinceridad y también de innegable afecto.
—Y yo te quiero a ti, Derek...
Acarició su mejilla paulatinamente con el pulgar, memorizando por milésima vez más el tacto de su piel, hasta que ella pareció reaccionar ante sus palabras y no cómo esperaba, pues al ser precedido ese momento por un mero juego, pensó que no le tomaría la seriedad necesaria. Sin embargo y una vez más, ella supo ver en él lo que nadie en cien años se molestó en averiguar. Era algo realmente extraño, que solo con la mirada supieran leerse el uno al otro de forma inequívoca, y con solo mirarla, supiera qué es lo que estaba pensando o sintiendo. Ante sus palabras, bajó la mano en una mera caricia hasta el mentón, delineando ahora él el labio inferior de Nicole con el dedo pulgar.
—Lo sé…
                                           * * * Fin del recuerdo * * *
Tras, de forma tardía ya, rememorar aquel instante en el que una vez para ambos significó todo, echó una última mirada a aquella mujer que, como años atrás, disfrutaba con una película de los años cuarenta en una televisión vieja y destartalada. Mientras que él no hacía más que soltar un largo suspiro, cargado de recuerdos, nostalgias y demás sensaciones de las que ya no se creía merecedor. No le quedaba otra que decir adiós a todo aquello, a ese pasado en el que seguía viviendo, aferrado como un idiota, como si éste pudiera volver en cualquier momento. Decir adiós a la única persona que le había visto tal cual era y no como un ser condenado a la eternidad, un asesino, un monstruo. La única mujer que le había importado realmente sin necesidad de querer sacarle algo a cambio, egoístamente hablando, y por la que había demostrado que daría su vida una y mil veces, su propia eternidad, solo porque ella siguiera respirando.
—... Adiós. —Susurró de forma casi inaudible, mientras se daba la vuelta a una velocidad vertiginosa y saltaba del balcón al suelo con bastante agilidad, perdiéndose en la oscuridad de la noche y de nuevo, como hacía décadas, sin tener un rumbo fijo que seguir.
Volviendo al presente, Nicole continuaba sentada en su sofá con el mando del televisor en la mano mientras cambiaba de canal para encontrar algo decente, aunque sabía que era tarde y cualquier programa o película estaría ya muy avanzada. Tuvo que retroceder de canal cuando reparó en que se trataba del largometraje “La tentación vive arriba”, en la que Marilyn Monroe aparece a mitad con su vestido blanco para protagonizar una de las escenas más populares e imitadas del mundo del cine, cuando, sobre una de las rejillas de la acera, un respiradero del metro que pasaba justo por debajo de la calle en ese momento hace que la falda de su vestido se airee con la corriente de aire, mostrando las piernas torneadas de la actriz. A pesar de que estaba a punto de terminar, decidió dejarla, pues era un film que sabía de memoria y le gustaba mucho. Recitó en voz baja y con todo el sentimiento las partes del diálogo final que más le gustaban.
—“…No puedo quedarme a desayunar” … “No lamente nunca nada…” … “…Bien, ¿Quiere algo más?” … “Solo una cosa. Tengo un mensaje para su esposa…” —Nicole se llevó las manos al pecho, emocionada con la escena que se visualizaba en la pantalla, donde la actriz le daba un beso en los labios al protagonista, quien, tras la despedida y resuelto a pasar los días finales de verano con su mujer e hijo, se marchaba del edificio, olvidando ponerse los zapatos incluso. Sonrió débilmente al ver cómo la rubia se despedía del hombre por la ventana, con un gesto de la mano, mientras él se lo devolvía, superando así la tentación y volviendo a su realidad.
Ajena completamente a la presencia que se despedía de ella en el balcón, Nicole suspiró, notando cómo la brisa que mecía las cortinas llegaba hasta ella, revolviéndole de manera leve el oscuro cabello y haciéndola estremecer. Una brisa que, sin saberlo, transportaba la despedida del vampiro hacia la bruja. Se puso en pie, dejando la cena a un lado, y se encaminó al balcón para cerrarlo, terminando luego rápidamente con la cena y acostarse para descansar. Nadie pudo imaginar que algo dicho hacía tantos años atrás a la persona que más le importaba, algo que no era más que un juego, por desgracia entonces era su propia realidad: le odiaba con todas sus fuerzas. 
El “te quiero” pasó al absoluto olvido y el “te odio” a su realidad.
[Fragmento editado de rol entre @Diaries_Derek y @DiariesNicole.]
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dicolediaries-blog · 9 years
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Recuerdo (IV)
Como de costumbre, Nicole se encontraba en el Velvet Destiny sirviendo copas, limpiando mesas, conversando animadamente de vez en cuando con sus clientes más frecuentes y, en general, disfrutando de su jornada laboral sin tener en cuenta el cansancio y las horas que llevaba allí de pie. No hacía falta ser muy observador para darse cuenta que aquel ambiente distendido y ameno la agradaba, estando completamente satisfecha en días como ese (sin rastro de problemas ni movidas en su bar) de lo que había conseguido en Nueva Orleans, pese a los inconvenientes sobrenaturales que presentaba la ciudad. La música, como siempre, sonaba de fondo para animar el ambiente y, justamente, saltó una canción con ritmos latinos que a la morena le gustaba mucho, así que se acercó al equipo de música para subir un poco el volumen, moviendo sutilmente su cuerpo al son de las notas que salían de los altavoces.
El vampiro llevaba una buena temporada, tras lo último, sin ir al Velvet Destiny, y había intentado por todos los medios ni acercarse siquiera, pues se hallaba metido en un abismo personal que él mismo se había impuesto sin ni siquiera darse cuenta, no al menos hasta ahora. Pesadas contradicciones luchaban en su fuero interno y le hacían caer más y más en ese abismo, sin solución alguna. O puede que sí la hubiera, pero el vampiro se negaba a llevarla a cabo. No podía, no entonces, no allí, no con ella en la ciudad. Podría ser todo muy diferente, mas no lo era y no le tocaba más que resignarse y esperar a que la eternidad pasase y ya no hubiera vuelta atrás. Cuando uno de los dos dejara de existir. 
Sin embargo, y como había estado haciendo desde que prácticamente la conocía, se encontraba subido a un tejado contiguo al bar sin poder evitar estar por la zona, como siempre, cerca de ella, velando por su protección en las sombras y lo más secreto y discreto posible. Nadie sabía que lo hacía y mucho menos el porqué, solo él era el único conocedor y testigo de ello. Con la vista puesta en la puerta del local, no tardó en llegar a sus oídos una canción altamente conocida, la cual hacía muchísimos años que no había escuchado, pero que le hicieron viajar a lo más profundo de sus recuerdos de forma instantánea, a ese día en el que, muchos años después de haberla dejado con las brujas, sus caminos se volvieron a encontrar, ese día. Ese día que marcó un antes y un después en su propia eternidad.
                                               * * * Recuerdo * * *
Habían pasado varios años desde que Nicole se hubo separado, a regañadientes, del vampiro, y ya no era ni mucho menos la misma jovencita de diecisiete años, algo que podía percibirse incluso a simple vista, puesto que sus rasgos habían madurado con ella y ya no presentaban aquellos indicios de niña, sino de mujer; e igualmente sucedió con cada curva de su cuerpo. No obstante, lo único que no había podido desarrollar, como cabía esperar  fueron sus dones mágicos, puesto que las dos brujas con las que Derek la dejó a cargo fallecieron al poco tiempo. Por ese motivo la morena se había ido moviendo de ciudad en ciudad hasta ese momento, en el que se encontraba caminando por una de las calles más concurridas con algo de prisa, habiendo terminado su jornada laboral en un pequeño y hogareño restaurante a un par de manzanas del piso que tenía en alquiler, en dirección a un conocido local donde solía dejarse ver de vez en cuando.
El vampiro no es que hubiera cumplido la promesa que le hizo a la adolescente, no al menos en el periodo de tiempo en el que la joven se esperaba. Al igual que Nicole, él había tenido complicaciones en los asuntos que le concernían por aquel entonces. Así que cuando quiso volver, las brujas ya habían fallecido hacía tiempo y no de forma natural. La casa estaba destruida y abandonada desde hacía bastante. Pero lo que más le hizo enojar de todo aquello, es que Nicole no estaba en dicha ciudad. Sin embargo, se alegró de no ver restos de ella que indicaran que estuviera muerta. Así que podría decirse que siguió el vampiro su camino. Y así fue hasta ese día, donde la volvió a encontrar, en mitad de una calle concurrida y pasando por su lado, destilando ese aroma tan característico de ella e inconfundible, el cual le hizo volver el rostro hacia ella, como queriendo cerciorarse de que era Nicole. Sonriendo de una forma socarrona, detuvo sus pasos y apoyó el peso en uno de los lados de su cuerpo, adoptando una postura bastante chula y altanera
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—¿Ya ni a los viejos amigos saludas... Mocosa? —Preguntó para que le escuchase, esperando que le reconociera por la voz y se volviese.
Pese a los tacones, caminaba con mucha soltura y sumergida en sus propios pensamientos, sin prestar demasiada atención al resto de viandantes que se cruzaban con ella. Le pareció ver de soslayo a uno de ellos detener sus pisadas mientras se volvía para mirarla, cosa que no la extrañaba en demasía porque cuando se arreglaba, como esa noche, solía levantar cierto revuelo de repasos visuales y algún piropo que otro. De igual modo, aunque no se extrañara, sí solía avergonzarse un poco y no hacía el menor caso, por lo general. Sin embargo, frunció el ceño al oír el término de "mocosa" y tuvo que frenar para darse la vuelta, porque no se lo creía. Hacía años que no la llamaban así, y además solamente una persona lo había hecho. Alguien que a esas alturas no esperaba volver a ver. Abrió los ojos de par en par, incrédula todavía, como si pudiera tratarse de una visión y no la figura real de Derek.
—¿... Derek?
El vampiro sonrió, más si cabe, al ver que efectivamente le había reconocido. Avanzando hacia ella con paso paulatino pero seguro, no pudo evitar en reparar los notables cambios que mostraba la joven desde la última vez que la había visto, que hacía bastante por no decir más. Ya no era la niña que recordaba ni mucho menos y no solo en los rasgos faciales, el vampiro no solo reparó en aquello, sino que dibujó completamente la figura de Nicole con los ojos, con bastante descaro y sin cortarse un pelo, pasando por todas y cada una de sus curvas tan bien definidas. Terminó soltando un silbido al llegar a su altura, con el rostro levemente ladeado.
—Vaya... pero si has crecido y todo. Menudo estirón, ¿No? —Bromeó, fijando la mirada entonces sí en sus ojos, convencido de que al menos el brillo que portaban seguía siendo el mismo.
No le pasó desapercibido el repaso a su figura y aunque no dijo nada, más por vergüenza que otra cosa, se le arrebolaron levemente las mejillas. Supuso, pese a ignorar que se equivocaba, que aun con los cambios para el vampiro seguiría siendo aquella "mocosa" charlatana, hiperactiva y cargante.
—Supongo que sí... Es lo que tiene el paso de los años. —No lo dijo a modo de reproche aunque tal vez hubiera sonado así, llegó un momento en que dejó de darle vueltas al hecho de que Derek la hubiera olvidado sin más y se había resignado a no saber de él, por lo que la sorpresa fue más que grata y no pudo evitar adelantarse para abrazarlo de manera amistosa.— Pensaba que no te iba a volver a ver más, después de todo. Pero me alegro de que no haya sido así.
—Eso parece sí... Aunque para algunos sean segundos. —Murmuró de forma indirecta, pero supo que la bruja iba a entenderle. Volvió a fijarse en cómo su cuerpo se contoneaba al caminar hacia él hasta que le abrazó, cosa que, como siempre, se le antojaba extraña y fuera de lugar para él, pero terminó rodeando la cintura de la bruja, para dar dos palmadas en su espalda, a diferencia de cuando era joven y se las daba en el cabello.— Veo que al final te fue bien sin mí. Tanta llorera mereció la pena, ¿Eh, brujita? —Susurró aprovechando el abrazo antes de separarse y terminar aquel gesto de afecto.
Se le hacía un tanto singular encontrarse tan cómoda en su presencia, como años atrás cuando terminó de cogerle tanta confianza al convivir con él. De hecho, sentía como si no hubieran pasado los años y, como entonces, la hubiera ido a recoger al salir del trabajo, y eso que prácticamente no se habían más que saludado. Al separarse le reprendió con la mirada por aquellas palabras, pero enseguida dibujó una sonrisa antes de protestar.
—¡No te pases! Tampoco lloré tanto... Un par de lagrimillas... —No fue así, en realidad se pasó la noche llorando por verse sola, aun estando con aquellas dos ancianas que, al fin y al cabo, eran desconocidas. No obstante, eso Derek no lo sabía ni tenía porqué, aunque podía perfectamente imaginarlo conociéndola como la conocía.— Oye... ¿Tienes algo que hacer? Lo digo porque iba a un local de por aquí, si te apetece acompañarme...
—Claro... Y yo soy un ángel con aureola. —Inquirió el vampiro con cierto tono jocoso, tal vez con deje de burla a sabiendas de que la bruja probablemente estuviera mintiendo. Él hacía años, por no decir décadas, que había aprendido a detectar cualquier deje de mentira en la voz, sin contar que nunca se había caído de un guindo. Sin embargo, pese a todo, podía ver el claro cambio que había dado Nicole, a mejor, obviamente, en todos los aspectos, y se la veía mucho más madura. Probablemente hiciera bastante tiempo que aquella adolescente quedó muy atrás olvidada, dando paso a la mujer que en ese momento le estaba invitando a una copa.— Es probable... Pero nada que no pueda atender después. —Dejó caer con sutilidad, aunque en verdad se estaba marcando un farol. No tenía nada que hacer a parte de buscar a un pobre desgraciado del que alimentarse. Pero como había dicho, podía hacerlo más tarde y centrar su atención entonces en otras, por así denominarlo, preferencias.
—¿Y dónde te has dejado la aureola, en casa? —Preguntó solo para continuar la broma y girar sobre sus talones al oír, encantada, que aceptaba ir a tomar algo con ella en lugar de atender sus asuntos, los tuviera realmente o no, cosa que la morena ignoraba.— Por aquí... —Señaló la dirección a seguir con un leve aspaviento de la mano, no estaban muy lejos del lugar a dónde pretendía llevarle.— No sé si te gustará mucho el sitio, en realidad... Yo voy de vez en cuando por la música y los cócteles. —Y algún que otro morenazo que servía copas pero aquello se lo calló. Le condujo cruzando la calle y adentrándose en un callejón más estrecho y menos transitado, a primera vista podía parecer no muy buena idea caminar por allí, pero Nicole ya se lo conocía bien. Unos metros antes de llegar ya podía escucharse el jolgorio del interior y la música que sonaba.
—O tal vez la vendí. —Respondió reanudando los pasos tras ella. Probablemente no le gustase el sitio, era cierto, más que nada porque el vampiro era más de rock, saltaba a la vista y probablemente no había ni que hacerlo patente. Pero de igual modo, la siguió, caminando al final a su lado, agudizando el oído y probablemente escuchando ya la música antes de que la escuchara ella, y solo al darse cuenta del estilo sintió verdaderos instintos de echarse para atrás, o de asesinar al que estuviera cantando. Sin embargo no le molestaba la idea de tomar algo, con alcohol, a poder ser. Así que cohibió la mueca de desagrado musical y al llegar al local en cuestión, abrió la puerta para dejarla pasar.— Nunca es tarde para probar cosas nuevas. —O cosas que le desgarraban los tímpanos, pero prefirió hacerse el interesante antes de replicar nada.
Nicole negó con la cabeza y no dijo nada más sobre la compra-venta de aureolas angelicales. Aunque en el fondo, pensó que aquello no pegaba mucho con el vampiro, de hecho, con nadie que compartiera su condición. Agradeció que no se quejara con respecto al local musical que ella había escogido, recordando que a él le iba otro tipo de música, que no se asemejaba nada a los ritmos latinos que allí se escuchaban y se bailaban. De haber sabido que se iban a encontrar, Nicole le hubiera llevado a otro sitio. De todas formas, para ponerse un poco al día sobre sus vidas, aquel lugar era más que válido. Sonrió de manera breve para agradecer que la dejara pasar y aguantara la puerta, antes de adentrarse al interior y buscar con la mirada algún sitio donde poder sentarse, ubicando la mesa perfecta al fondo. Sin pudor alguno le sujetó del brazo para tirar de él y cruzar la pista esperando que nadie se les adelantara y les quitaran la mesa.
—¡Allí, corre!
Derek paseó la mirada por dicho local, confirmando de ese modo las sospechas que se había infundado con anterioridad pero no tuvo tampoco mucho tiempo en opinar al respecto, o en sacar pegas y errores, puesto que Nicole le agarró del brazo, sintiendo su tacto sobre su brazo al descubierto, pues el vampiro vestía una camisa blanca a medio remangar. Fue curioso sentir el tacto cálido de la bruja, en contraposición del suyo, que era tan frío como el hielo. Pasando la mirada de su mano al frente y, por ende, a la mesa que señalaba, avanzó con paso seguro hasta la misma, apartando a quién tuviera que apartar y traspasando la pista por el medio para atajar, hasta al fin hacerse con ella sin que nadie se les adelantara.
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—¿Y vienes mucho por aquí? ¿No te enseñé bien sobre la música? —Bromeó, tomando asiento en una postura desenfadada y cómoda a la vez, con uno de los brazos sobre el respaldo superior del asiento, tornando el torso medio ladeado.
Nicole tomó asiento en la silla del frente, aunque adoptando una postura algo más rígida que la de su acompañante y cruzando una pierna sobre la otra, evitando así que la falda del vestido no revelara nada que ella no quisiera.  Había visto a Derek un centenar de veces, y más, en aquella misma posición cuando convivía con él, pero esa vez no supo qué tenía de distinto para que le costara apartar la mirada, si realmente lo que era cambiar, él no podía cambiar ya demasiado, al menos físicamente. ¿Acaso era ella quien había cambiado la forma de verle? Antes de responderle se giró hacia la barra, llamando la atención de una camarera con el brazo en alza y tomándose la libertad de pedir un par de mojitos, puesto que era el cóctel estrella del local.
—No puedes venir aquí y no probar sus mojitos. Respondiendo a tu pregunta, sí, suelo venir bastante desde que me mudé aquí, hará ya casi medio año. Y perdona, pero la música está muy bien... Que tú no la sepas apreciar es distinto. —Añadió aunque para nada ofendida.
Normalmente para él, el tiempo pasaba muy rápido y apenas sin constancia alguna para el vampiro, no solía reparar en si pasaba un segundo, un minuto, una hora o una semana. Para él, el tiempo era lo mismo siempre, aquello que hacía años le fue vetado, quedándose atascado en una constante eternidad mientras el mundo evolucionaba, al contrario que él. Y sin embargo en ese momento, por unos segundos, creyó que el tiempo se había parado al quedarse mirando, al igual que ella, esos ojos que se gastaba la bruja, los cuales había mirado miles de veces con anterioridad, pero nunca había tenido esa sensación. Y le extrañó, por no decir algo más exagerado. No veía la diferencia, pero la sentía, y eso también en parte le incomodó... ¿Le incomodaba realmente? Ni el mismo lo sabía. Agradeciendo el poder romper el silencio, golpeó con el dedo sobre la mesa, sin borrar la sonrisa del rostro
—Ya estás tardando en invitarme a uno. Y la música de aquí deja mucho que desear, pero... Seré bueno por hoy. —No se lo creía ni él, pero sintió la necesidad de nuevo de bromear con cierto descaro.
—Pero bueno, menudo caballero estás hecho tú, tengo que aguantar tus quejas musicales y además pagarte la copa... —Protestó, sin darse cuenta de que sonreía porque en realidad no le importaba que se quejara de la música o por tener que invitarle a una copa, o fueran diez. El caso es que que estaba muy a gusto y más que contenta de verle, y de verle bien. Y de verle de ese modo... Diferente, a como lo hacía hace años cuando no era más que una adolescente. Ni siquiera pudo esa vez apartarle la mirada cuando apareció la camarera para servir los mojitos.— En fin... Supongo que te ha ido todo bien este tiempo, ¿No? —Al menos, por lo que ella podía ver a simple vista, parecía estar relajado y bastante bien... En todos los aspectos.
Derek cogió el mojito sin ni siquiera mirar a la camarera, dando un sorbo pero sin retirar la mirada de Nicole, ni borrar la sonrisa socarrona que siempre solía tener dibujada, pero que por algo que desconocía, se acentuó más por momentos. Cuando la molesta trabajadora se fue, con cierta resignación, el vampiro dejó de nuevo la copa en la mesa y alzó una de las manos, mostrando lo que los brujos solían denominar como "anillo de día". Ese era uno de sus asuntos pendientes y por el cual tuvo que separarse de ella hacía varios años, entre otros. Sonriendo satisfecho y sin quitárselo, cambió la postura, apoyando entonces ambos brazos en el borde de la mesa, acortando, quizás, de ese modo, las distancias que les salvaguardaba a ambos.
—¿Me debía ir mal? Por favor... Nicole. Ya me conoces. Nada me sale nunca mal. —Podían ir saludando a su ego, porque por si no se había notado, acababa de hacer acto de presencia.— ¿Y tú?
Cuando el vampiro mostró el anillo, Nicole sintió y cayó en la tentación de adelantar una de sus manos para sujetar suavemente la de Derek y palpar con la yema de los dedos dicha joya, admirando mejor así sus detalles y, de paso, acariciar accidentalmente la piel del vampiro, que se le antojó más fría que la propia pero no por ello le era desagradable, al contrario. De todos modos, no sabía que era un objeto mágico ni para qué servía, pero comprendía que si se lo estaba enseñando era por algo y por ello preguntó.
—¿Para qué te sirve? —Ella diría que quería soltarle la mano, pero sin embargo no lo hizo.— ... ¿O me estoy colando y resulta que te has casado y no me has llevado de dama de honor? —Preguntó a modo de broma, aunque bien podía ser aquella posibilidad, solo que por alguna razón le hacía menos gracia. Cuando su ego salió a relucir, la morena rodó los ojos, aunque sus labios se curvaron en media sonrisa.— Yo no he dicho eso... En cuanto a mí, supongo que no me puedo quejar. 
El vampiro dejó que ella observara el anillo, creyendo enteramente que sabría qué era, al menos hasta que le preguntó por su función, lo cual le hizo fruncir el ceño, preguntándose qué coño habían estado haciendo aquellas brujas para que ella no supiera que era un anillo de día.
—Pues esta "tontería" me permite ir a donde me dé la real gana... Sea de día, sea de noche. —Musitó, por no decir susurró, para que solo Nicole lo escuchara, aunque no pudo evitar el carcajearse a gusto y casi sin control alguno, cuando insinuó que si se había casado.— ¿En serio te imaginas a un vampiro en una iglesia casándose? ¿Me ves a mi casado? —Siguió riéndose con bastantes ganas, hasta que sintió la necesidad de beber de nuevo, sin embargo en vez de retirar la mano usó la libre para ello.— Dudo mucho que exista la mujer que consiga hacerme pasar por el aro...
—No, si al final se ahoga con la risa... —Nicole no le acompañó al reír, aunque el dato de la "no-boda" le pareció de lo más interesante. Vio oportuno entonces soltarle la mano para no incomodarle, pues él nunca había sido muy afectuoso en esos aspectos y recelaba bastante del contacto físico. Dio un sorbo a la pajita para probar su mojito y saborearlo mientras le daba unas vueltas a aquel último comentario. ¿Significaba eso que estaba soltero? Y lo más curioso, ¿A cuento de qué a ella le importaba ese aspecto?— Bueno, tampoco necesariamente tiene que haber una que te haga pasar, como dices, por el aro. Pero eso no significa que no pueda haber una que te haga sentir algo, ¿No?
Derek posó la mirada con disimulo cuando ella retiró la mano de la propia, sintiendo aquel calor humano y natural, aún residual sobre la suya. Amoldando de nuevo la postura, se recostó sobre el respaldo, vaso en mano y el otro brazo medio cruzado en el regazo. No sopesó la teoría que le acababa de presentar, no al menos hasta que ella lo había hecho patente en la conversación. ¿Sentir algo por una mujer, a parte de atracción? Dudaba mucho que eso le sucediera, no con su condición. Pero nunca se sabe y a veces el destino es demasiado caprichoso. Sin embargo, no pudo evitar el pensar que tal vez el comentario fuera dicho con alguna intención, ¿O solo era lo que sentía él? Haciendo una mueca de circunstancia, la miró mientras fingía sopesarlo, meneando el rostro con levedad de un lado a otro.
—Puede... Tal vez... Si la mujer termina... Mereciendo la pena. —Dictó con cierto deje altanero, volviendo en ese momento, sutil y disimuladamente, a perfilarla con la mirada, al menos lo poco que estaba a la vista y dejaba entrever la mesa que les separaba.
Nicole apoyó ambos codos sobre la mesa y jugueteó con la pajita de su vaso mientras no bebía, reparando en cada palabra y cada gesto que su acompañante le dedicaba y exteriorizaba. Ella en particular no le daba tanta importancia a su condición sobrenatural, pues en realidad podía estar "muerto", pero de igual modo podía sentir cosas igual que los demás, como el roce anterior de los dedos de la morena sobre su piel; y además pensaba que, yendo más allá de la mera atracción física, el amor se sentía con algo más que el cuerpo y las sensaciones físicas. Todos albergaban un alma, así que no veía tan descabellado que alguien como él pudiera enamorarse de verdad. De todas maneras no quiso entrometerse ni abrir un debate, no quería aburrirle, así que se limitó a encoger los hombros.
—A lo mejor la encuentras cuando menos te lo esperes... Y ahora que has probado el mojito no puedes irte de aquí sin bailar. —Movió las cejas arriba y abajo mientras esbozaba una amplia sonrisa con un tanto de travesura y picardía.
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—¿Bailar? —Arqueó una ceja por la propuesta, sin creer realmente que estuviera pidiéndole bailar algo como eso. Primero, porque ni sabía bailar, y segundo, ese tipo de música aún menos. Así que no le apetecía sentirse un pato mareado en la pista y perder no solo su orgullo y su ego, sino la dignidad que el vampiro portaba. Sin embargo y para su sorpresa, esa mirada, aquella sonrisa que la bruja había dibujado se asemejaba muchísimo a la propia, por no decir que era practicamente igual, y fue ese hecho, ese gesto y esa mirada, lo que le impidieron negarse.— Agh... De perdidos al río. —Se levantó con cierta parsimonia, cuanto más alargara la catástrofe, más tardaría el vampiro en perder la dignidad. Extendió la mano hacia ella, invitándola oficialmente a bailar como le había pedido, de aquella forma tan curiosa y tan inusual en ella, pero que, en el fondo, le había gustado que le rebatiera del mismo modo.
Nicole amplió la sonrisa con total satisfacción y sabor a victoria mientras se ponía en pie y colgaba su chaqueta en el respaldo de la silla. Bajó la mirada a la mano tendida de Derek y, aunque tenía ganas de sujetarla y llevarle a la pista con ella, se decantó por hacerlo de otro modo. Levantó las pupilas de nuevo en busca de sus ojos para hacérselo saber de manera tan muda como cómplice, dejando que su sonrisa y su propio cuerpo al ponerse en movimiento para intentar seguir el ritmo de la música, hablaran por ella. Teniéndole a él de frente, la morena hizo que sus pasos recularan mientras sus brazos subían y bajaban al son, esperando que Derek se acercara por cuenta propia y sin tener que arrastrarle a su desgana.
Los ojos del vampiro analizaron cada gesto, cada movimiento de la bruja, su sonrisa y como le indicó con la mirada todo lo que no tuvo la necesidad de expresar con palabras. Sintió como si los movimientos de la bruja estuvieran coordinados con los propios, haciéndole girar el rostro en cuanto ella pasó por su lado, sin cogerle la mano que le ofrecía, pero casi sintiendo su roce al pasar, las partículas de aire que movió a su paso y el aroma tan embriagador que iba dejando por su camino, haciendo que él la siguiese con las manos entonces en los bolsillos, como si de un imán se tratara. Con paso paulatino, avanzó hacia ella, más pendiente de cómo se movía al son del ritmo latino que en ese momento marcaba el compás de la pista, que en lo que le rodeaba, o la gente que pudiera estar viéndoles. ¿Para qué desviar la atención en algo que no tenía importancia, pudiendo centrarla toda en aquellas curvas que quitaban el aire, y en ese lento baile que rallaba el hipnotismo? El vampiro asintió levemente y repetidas veces al verla bailar ya que debía reconocer que no se le daba nada mal. Y al llegar a su altura, terminó eliminando todo espacio cordial entre ambos, comenzando a invadir poco a poco y sutilmente el espacio personal.  
La mujer no dejaba de contonearse, pese a no seguir exactamente el compás de la música, sino que cada curva de su cuerpo dibujaba en el aire movimientos más lentos y sinuosos, sin importarle en absoluto el hecho de ir a menor ritmo del que marcaban las notas. Tampoco le importaba nada más a su alrededor, salvo la figura que en ese momento se acercaba a ella, dando el visto bueno a su baile. Cuando quedó lo suficientemente cerca, le rodeó sin prisas el cuello con un brazo, dejando el otro libre y moviéndose a conjunto con el resto de su cuerpo. Tenía el rostro tan cerca del ajeno que casi podía notar su respiración acariciarle los labios y empezaba sentir tentaciones que no supo de dónde salieron, ni porqué, pero que de momento se obligó a contener mordiéndose el labio y girando sobre sus talones para dejar al vampiro a su espalda, eso sí, sin perder el contacto con su cuerpo en ningún momento. 
Derek simplemente se dejó guiar en ese baile que el vampiro desconocía, pero que fue comprobando poco a poco que iba siendo de su agrado, pues algo tiraba de él, haciéndosele imposible casi despegar el cuerpo de ella, al menos en el poco o casi mínimo espacio que tenían, por no decir nulo. Era tal el acercamiento, que no supo qué le embriagaba más, si su aroma o, por el contrario, su aliento. Comenzó a sentir una atracción inexplicable, de la cual no tenía respuesta de su origen y tampoco es que pusiera mucho empeño en averiguarlo.  Podría decirse que incluso el casi efímero roce que pudo producirse entre sus labios se le antojó una dulce tortura, una de la que un pensamiento fugaz le hizo comprender que, tal vez, estuviera dispuesto a dejarse torturar de nuevo. Las manos las llevó en un viaje lento, pero seguro, y en una firme caricia, en unos roces, hasta su cintura. Sin desviar la mirada a nada que no fueran sus ojos, al menos hasta que la mujer decidió dar una vuelta con cierta gracia, quedando de espaldas a él, pero sin eliminar contacto alguno entre ambos, así que no tuvo la necesidad de separar las manos de su cintura, las cuales, fueron paulatinamente avanzando hasta su vientre, comenzando el vampiro a seguir el lento compás que la bruja marcaba en aquel baile. 
Aquel descenso de las manos del vampiro hizo que el estómago de la chica se estremeciera. No solo el ambiente empezaba a caldearse, sino cada centímetro de su piel bajo el vestido. No estaba segura de si abandonarse a todos esos impulsos que se le empezaban a descontrolar e intensificar sería buena idea, pero desde luego la capacidad de raciocinio la había perdido hacía varios minutos ya. Sabía exactamente lo que quería en ese preciso momento y solo tenía que darse la vuelta, pero se preguntaba si Derek querría lo mismo o si tal vez iba a fastidiar el momento. Al final, se dejó llevar y realizó otro giro al ritmo de la música, o quizá a destiempo, poco le importaba, para encararle. Se limitó a fijar sus ojos castaños en los del vampiro y aproximar sus labios a los ajenos de manera tan peligrosa como tentadora, resolviendo que si él no se distanciaba sería porque deseaba lo mismo que ella.
Los movimientos tanto de ella como los propios, comenzaban a alejarle de la realidad que le rodeaba en esos momentos. Las manos del vampiro sintieron el estremecimiento del vientre de la joven al reaccionar a su tacto, y eso le instó a no retirarlas hasta un nivel de que su vida dependiera de ello. Los roces cálidos con los que le deleitaba la bruja solo hacían que obnubilarle hasta comenzar a caer en sus más profundos instintos, haciendo realidad y patentes tentaciones que ni sabía que existían. Su rostro aguardaba cerca del de la joven, respirando cerca de su oído y su nuca, sintiendo unas fuertes tentaciones de recorrer ese cuello con los labios de repente, de la forma más provocadora posible, antojándosele no solo apetecible, sino placentero solo de poder imaginárselo. Cuando la bruja cortó el hilo de sus pensamientos girándose una vez más y quedando frente a él, obtuvo casi como respuesta y convicción un nuevo páramo sensualmente atrayente donde torturar, ser torturado, perderse y explayarse hasta que el propio mundo le dijera y le mostrara de dónde salían esas sensaciones, esas que le hacían ser atraído por ella como si de magnetismo se tratara. Posando la mirada en la perdición que tenía la bruja por labios, supo qué quería ella, al igual que comprobó que también quería él sin saber cómo ni porqué. Solo que tras unos largos, sutiles, pícaros y altaneros roces en sus labios, decidió poner a prueba todo aquello que les rodeaba a ambos y les hacía querer más, adueñándose de sus labios y ladeando el rostro en el proceso, amoldándolos de ese modo para entonces, poder beber de su aliento.
Sin perder aquella cercanía, ni mucho menos, Nicole paseó las manos en una caricia lenta a través del torso de aquel vampiro que, en ese momento, la atraía como la miel a las abejas. El ascenso de ambas extremidades, sobre la camisa, terminó en la nuca de Derek, donde la yema de los dedos de la mujer comenzaron a dejar suaves caricias. Su cuerpo apenas seguía ya el ritmo de la música, el único ritmo que podía seguir entonces era el de cada estremecimiento que le provocaban sus roces. Gracias a los tacones no le hizo falta alzarse sobre las puntas de los pies para que sus labios pudieran explorar los ajenos, al principio fueron leves y efímeras caricias, como si tuviera que pedir permiso para avanzar al siguiente nivel, que poco tardó en llegar. O tal vez no fue poco en realidad, lo cierto era que no sabía medir el tiempo en ese momento, puede que transcurrieran segundos, como una eternidad que se le hizo incluso corta. Cuando aquellos roces pasaron a ser algo más, terminó de pegarse por completo al vampiro y afianzar el beso con mayor intensidad, saboreándolo sin prisa, como se hace con alguien la primera vez.
La lentitud de aquel gesto era lo que en parte, poco a poco, le atraía más a Derek por momentos. Esa sensación de querer por un momento darlo todo, pero sin prisa, aunque tampoco sin pausa. Ese momento en el que se centraba más en el deleite ajeno que en el personal, porque se cercioró de que era incluso más placentero. Sus labios recorrían los de la bruja, podría decirse, a ojos ajenos, con ternura, pero nada más lejos de la realidad. Estaban cargados aquellos besos, aquellos roces, de una provocación sin precedentes de la cual el vampiro no sabía de dónde surgía, pero lo estaba dejando escapar en todo su esplendor. ¿Puede que hubiera descubierto una "droga" que lo impulsara más que la propia sangre en sí? ¿Era eso posible? Muchas cuestiones en su cabeza y una eternidad para buscarles respuesta luego, así que despejando su mente de todo aquello que no fuera Nicole y sus labios, ascendió una de las manos con suma lentitud hasta el cuello de la bruja, acariciando la suave piel del mismo con el pulgar mientras se separaba muy mínimamente, dejando un sutil mordisco en su labio inferior, olvidándose ya por entero de la música, que hacía rato que había dejado de sonar y cambió de canción, al igual que más de uno que les miraba. Algunos con envidia, otros con recelo, pero... ¿Y qué? Se preguntó el vampiro, ¿Y qué?
Tal vez que aquellos labios, con notas de hierbabuena gracias al mojito que antes los había humedecido, impidieran comenzar y terminar cualquier pensamiento que tuviera intención de formarse fuera inclusive una ventaja para la chica, ya que así evitaba formularse mil preguntas para las que no tendría respuesta. Como por ejemplo, ¿Realmente estaba sucediendo eso? ¿Estaba besando al mismo vampiro que años atrás la sacaba de sus casillas llamándola "mocosa" y derivados? Es más, ¿De verdad que estaba disfrutando tanto de su aliento? ¿Cómo era posible aquello? Nunca pensó siquiera que se le pudiera pasar por la cabeza, y sin embargo esa noche al reencontrarse gracias a la casualidad, en lo único que podía pensar era en cómo la miraba y en cómo sería sentir sus labios sobre la piel. Aprovechó para volver a llenar de aire sus pulmones cuando el beso se dio por terminado, resultando evidente que se había quedado con ganas de más. Humedeció sus propios labios para saborearle otra vez después del mordisco y, sencillamente, se quedó allí, perdida en su mirada y dedicándole una sonrisa más que íntima y cómplice, dejando que pasaran los segundos y que el resto del mundo continuara girando ajeno a su alrededor.
Suelen decir que, por norma general, los silencios siempre se terminan tornando incómodos a no ser que una de las dos partes lo rompa, sin embargo en esa situación, en aquel momento, en esos segundos e instantes que a ambos les rodeaban, no tenían necesidad alguna de hablar ni de hacer nada que no fuera fijar los ojos en aquella profundidad que escondían, en aquel mundo por descubrir y que, de forma sorprendente e inesperada, el vampiro sentía indicios por explorar. Soltó el labio de la bruja, pero no modificó la poca distancia entre ambos, y los roces ya se habían hecho con la situación hacía rato, meros amagos de algo que tanto él como ella deseaban repetir y solo hacían que se encendiera más el ambiente, que el deseo por aquello que se anhelaba y tanto costaba conseguir, por fin llegara. Esa era la sensación que en ese momento sentía el vampiro y no le apetecía cambiar. Llegó incluso a cuestionarse cuándo había dejado de verla como esa niña insoportable, charlatana y torpe que le sacaba de sus casillas, y en más de una ocasión había lamentado el haberla salvado, a una mujer que le rompiera todos los esquemas, todas las columnas que formaban su mundo hasta desmoronarlo en un reino lleno de confusión, en el que sentía mayor tentación de besarla que en alimentarse de ella, por ejemplo. Y lo que más le divertía, era alargar esa tentación, jugar, buscar y provocar, todo con meros roces que solo dolían por no poder convertirse, por el momento, en algo más.
No le estaba resultando nada incómodo a Nicole aquel silencio entre ambos, más bien al contrario. No necesitaba usar las palabras para darse a entender y tampoco necesitaba oír ninguna en boca del vampiro para comprenderle a él, al menos en ese momento. Un momento aparentemente surgido de la nada, de un encuentro fortuito un día cualquiera que, sin embargo, ninguno de los dos en un futuro tacharía como tal. Cada roce, accidental o deliberado, hacía por un lado que Nicole ansiara un poquito más, y luego otro poco, y otro poco más... Y por otro lado, que la piel se le pusiera de gallina pese a no tener ni pizca de frío, sino más bien algo de calor. Tampoco parecía molestarle en absoluto aquel juego que se traían con amagos y sutiles caricias que, especialmente, Derek no dejaba ir a más. De igual modo, ella tampoco se quedaba corta, aunque terminaba cayendo en más de una ocasión al pensar que iba por fin a besarla cuando solo se trataba de un amago más. Esas veces, entreabría los labios solo para quedarse con las ganas una y otra vez, pero no podía evitar sonreír por aquello, en realidad le estaba encantando caer una vez detrás de otra. Además, sabía que al final conseguiría obtener aquello que buscaba, y era paciente y perseverante.
Con las manos aún en su cintura y sin intención alguna de quitarlas de allí, o de desviarlas a un rumbo distinto, Derek fue sutilmente y con cierto disimulo haciéndola avanzar, puesto que ya no bailaban, no al menos al ritmo que ahora marcaba la música, y veía un poco absurdo estar en la pista si no estaba prestándole atención a nada más que no fuera ella. Por lo que, con una ligera fuerza para que ella entendiera el mensaje, dibujó una sutil sonrisa, socarrona y altanera podría decirse, mientras la empujaba paulatinamente para salir de la pista, hasta donde pudieran estar a solas, solos ellos dos, y ser solos los testigos y protagonistas de aquel magnetismo que parecía envolverles sin fin alguno. Fue entonces, y solo entonces, cuando volvió a acercar sus labios a los ajenos, recorriéndolos a una lentitud cuestionable de comisura a comisura, memorizando así su tacto, su esponjosidad y el aroma que destilaba el aliento de la bruja, un mero roce más antes de volver a caer en aquella tentación, que tenía todas las papeletas de convertirse prontamente en su perdición, si acaso no lo era ya. 
Nicole se dejó guiar sin más cuando se percató de que la empujaba suavemente con intenciones de salir de la pista. Apenas se despegó de él, lo justo para poder recular sin que tropezaran sus pies, y no deshizo el abrazo que mantenía alrededor de su cuello. Bajó la vista para contemplar aquella sonrisa que le dedicaba, y pondría la mano en el fuego a que nunca antes le había visto una igual, al menos dirigida a ella. Sí, antaño le había visto sonreír muchas veces, con su chulería habitual, pero tenía la fuerte sensación de que esa vez tenía un deje distinto, o añadido, solo que no sabía discernir exactamente qué era. Se dejó conducir alejándose en la medida de lo posible del jolgorio que ofrecía la multitud, enfrascada en sus conversaciones, sus copas sus risas y sus bailes, hasta chocar con el trasero en la mesa dónde antes habían estado sentados, bastante apartada. Palpó el borde y la superficie con una de las manos para terminar apoyándose, y centrarse otra vez en aquel vampiro que la estaba dejando no solo sin aliento, sino sin la capacidad de razonar. Atinó a separar sus labios para poder proponer algo, articulando las palabras entre besos, roces y sutiles mordiscos en los labios.
—Podemos... Tomar... La última... En mi... Casa... Si... Te parece...
Al alejarse de la pista, consiguieron aquella “intimidad” que el vampiro inconscientemente iba buscando, pero tampoco es que Nicole le ayudase a pensar con claridad. No al menos con lo que estaba haciendo y lo ��nico que conseguía era desconcentrarle más y que cayera en sus más profundos instintos, cosa que no es conveniente, no al menos en un lugar público. Ante la proposición de ella, el vampiro alzó una ceja destilando cierto deje de burla.
—¿No te da apuro permitir la entrada a tu casa a alguien como yo? Podría hacerte daño… U otras cosas... —Dejó caer en el aire, ya de paso, lo que ella ya sabía, que él no había dejado de ser vampiro por mucho que no lo pareciera. Sin embargo, no borró aquella sonrisa tan característica mientras era él ahora el que le dejaba un mordisco leve y corto en el labio, simplemente solo quería complicarle un poco las cosas, y tal vez por el camino, exasperarla con tanta sutilidad. 
La morena se retiró un poco hacia atrás para mirarle con el ceño fruncido, como si acabara de decir la mayor estupidez del mundo. Aunque el caso era que ni siquiera se había parado a pensarlo, naturalmente, y en ese momento en que lo hizo tampoco vio el impedimento, sí, se trataba de un vampiro, pero uno que le había salvado la vida antes y que luego además cuidó de ella un tiempo. Por lo que no, no le tenía ningún miedo; le tenía ganas, y muchas más de las que pretendía.
—¿Debería ahora tenerte miedo...? Porque en estas circunstancias me está resultando difícil... —Tironeó con suavidad cuando le apresó el labio entre los dientes, para poder continua.r— Y siento curiosidad por esas otras cosas...
—Tal vez deberías… —Si no estuvieran en un lugar público, tal vez el vampiro hubiera actuado de forma impulsiva, tal vez incluso subiéndola a ella a la mesa, pero bastante estaban llamando la atención y la gente comenzaba a sentirse un pelín incómoda. Otra cosa es que al vampiro le importase lo que opinase la gente al respecto. Las manos que aún descansaban en su cintura, descendieron con prontitud y picardía hasta la cadera, afianzando el agarre y mostrando así tal vez un pequeño indicio de qué podían ser ese tipo de “cosas”, sin necesidad de expresarlo con palabras. Acercó el rostro a su oído, para que solo ella lo escuchase, obviamente, pero con la intención de seducir, entonces sí, a las claras, con el tono de voz usado. ¿Para qué mentirse? Probablemente el vampiro estuviera en la misma situación que la bruja, o peor, solo que él a la larga solía tener menos autocontrol llegado el momento.— ¿… Te está resultando difícil, brujita? —Estaban sus labios tan cerca de su oído, que su propio aliento fue de incentivo para acariciar la piel de aquella zona, percatándose que no tardó mucho en surtir efecto y presenciar como se le tornaba la piel de gallina. Nicole se estremeció, como no podía ser de otra forma, cuando le susurró aquello al oído. No solo por las palabras sino el tono, la forma, y sobre todo la cercanía. El vello se le erizó de manera inmediata y por un momento se quedó sin saber siquiera qué decir.
—Ya he dicho que sí, lumbreras. No es necesario que te regodees... —Para terminar de protestar le empujó con suavidad y ambas manos en el pecho, para apartarlo un poco y alejar las tentaciones— Pero oye, no te voy a obligar si el que tiene miedo de alguien como yo, eres tú. —No es que tuviera motivos, precisamente, para temerla, porque apenas había desarrollado sus dones más allá de las premoniciones. Solo lo dijo para provocar. Derek dio un par de pasos hacia atrás por la fuerza ejercida por la bruja, pero en ningún momento se ofendió por aquello, al contrario, se lo tomó no solo como un reto, sino como un divertimento, un juego en el que si le apetecía participar. Se pasó el pulgar y el índice por los labios, acariciando estos mismos mientras que con la mano libre recogía su chaqueta, con claros indicios, como era de esperar y no sería menos, de seguirla.
—Si crees que vas a librarte de mí hoy, vas muy mal encaminada... —Destiló con arrogancia, comenzando a caminar tras ella y sin apartar sus ojos de su espalda y mucho menos, de como contoneaba las caderas al caminar con los tacones. Sin saber si la bruja lo hacía a propósito para atraerle como la miel a las abejas, o por el contrario era un movimiento natural en ella. Fuera cual fuere, ganaba puntos con ello.
Siguiéndola hasta el exterior del local, no varió el ritmo de sus pies ni de seguirla, pendiente de todos y cada uno de sus movimientos, haciéndosele por primera vez en toda su vida, eterno el tiempo de trayecto desde un punto a otro. Nicole se humedeció los labios de manera inconsciente al ver aquel gesto del vampiro y luego se terminó de incorporar pues estaba apoyada en la mesa. Se inclinó para recoger su chaqueta del respaldo de la silla donde la había dejado antes; podía haber dado un paso y cogerla sin más, pero prefirió regalarle las buenas vistas, mientras le miraba de soslayo con media sonrisa dibujada. Se aproximó de nuevo a él para poder susurrarle tan cerca que sintiera su propio aliento sobre los labios.
—¿Por qué te iba a invitar a mi casa si quisiera librarme de ti? ¿No es un poco contradictorio...? —Pese a morirse de ganas de rozarle con los labios, no lo hizo. Estiró la sonrisa y se dio la vuelta para salir del local, poniéndose la cazadora por encima de los hombros y asegurándose de que continuara mirándola solo a ella, gracias a que los tacones ensalzaban el balanceo sutil y natural de su cuerpo al caminar.
Su piso no quedaba muy lejos, aunque el trayecto se le hizo a Nicole tan largo como a él. Recorrido que trató de amenizar dedicándole alguna sonrisa que otra, con una picardía enmascarada con inocencia, muy característica en la chica. El vampiro aún sentía el roce de su aliento en la piel, al igual que las palabras que ella le dictó con aquel tono tan arrebatador que ni el vampiro mismo supo cómo se había contenido todo el trayecto que pasaron en silencio y lanzándose miradas significativas, llenas de sinuosidad, picardía y tal vez un deje de rebeldía, ese que solía destilar cuando iba contra las normas, cuando iba contra algo prohibido y disfrutaba de esa sensación, se dejaba embriagar por ella hasta que se hacía placentero. Pero... ¿Acaso aquello era una prohibición más? Probablemente, pero el vampiro nunca había sido amigo de las reglas. Una vez llegados al bloque donde supuestamente la bruja vivía actualmente, el vampiro se apoyó de lado en el quicio de la puerta del portal, mostrando de forma natural esa arrogancia que siempre le acompaña y se hacía patente, sin serle indiferente a casi nadie hasta la fecha. Desviando la mirada de ella a su bolso, dibujó una fina y ladeada sonrisa, marcando una de sus comisuras notablemente.
—¿Te echo... Una mano con las llaves? —Susurró con cierta suspicacia, sin desviar la mirada de ella. Nicole se mordió el labio al ver cómo se apoyaba en el umbral del portal, un gesto sencillo solo para contenerse y volver a centrarse en buscar las llaves, que aunque el bolso de esa noche fuera "pequeño" parecía como si no tuviera fondo o tuviera un agujero negro traga-llaves.
—Me las puedo apañar bien sola, aunque no te lo creas... —Respondió, justamente sacando el juego de llaves y sacudiéndolo en el aire para hacerlas sonar. Se apresuró en abrir y pasar al interior, yendo directa al ascensor puesto que tenía alquilado el loft del último piso. Carraspeó levemente, con cierta impaciencia mientras esperaba que bajara y se abrieran las puertas para adentrarse y subir con Derek. Pulsó el botón de la planta ocho antes de girarse hacia él, alternando la mirada de sus labios a los ojos, y de sus ojos a los labios durante unos pocos segundos. Cuando no pudo más, se abalanzó sobre él para atraparle los labios entre los propios.
Observó con curiosidad cómo buscaba las llaves con cierta sorpresa y desesperación quizás, pasando tras ella una vez abrió, caminando por el solitario y desierto portal hasta el ascensor. Si de por sí esos cacharros eran lentos, en ese momento incluso tuvo la sensación de que más, tanto para que bajara como al entrar al interior y subir al octavo piso. Apoyando la espalda en una de las paredes del mismo y con las manos en los bolsillos, se dedicó el vampiro en invertir el tiempo en mirarla, sin saber quién tardaba más, ella en decidirse, él en tomar la iniciativa o el ascensor en llegar al condenado piso. Sin embargo, que se le adelantara ella solo le hizo sonreir en sus labios, pues no la recordaba tan atrevida, y que ya le hubiera sorprendido de esa forma era bastante inusual. Despegó las manos de los bolsillos para ponerlas con decisión sobre los costados de sus caderas una vez unieron sus labios, dando paso entonces a un beso muy diferente al anterior, más rápido e intenso, sin dejar ni un milímetro de piel en sus labios sin rozar. 
A Nicole le estaba costando un poco más de lo normal, en aquellas circunstancias, el controlarse, a sabiendas de que seguían en el ascensor del edificio. Por suerte para ambos, o más bien para ella quien vivía allí, en la última planta no había más apartamento que el de Nicole. Obviamente, notó y saboreó la diferencia de aquel beso con los anteriores, y eso solo hizo que terminaran de aflorar más sus instintos. Ni siquiera se percató de que el ascensor había llegado al piso correspondiente ni de que las puertas se habían abierto, hasta que comenzaron a cerrarse, por lo que se despegó de Derek a regañadientes y de manera apurada para interponer el bolso entre las puertas y evitar que se cerraran por completo. Gracias a eso volvieron a deslizarse, cada una a un lado, y pudieron salir, Nicole en primer lugar y llaves en mano para abrir la puerta del loft. Con los nervios y las prisas introdujo con torpeza la llave en la cerradura, intentando girar en primer lugar para el lado contrario hasta darse cuenta y abrir correctamente. Había olvidado por completo que el vampiro necesitaba invitación expresa para poder seguirla al interior, mientras que Nicole se deshacía de la chaqueta y el bolso.
El vampiro por el contrario si escuchó el aviso del ascensor al llegar, pero no es que le hiciera demasiado caso precisamente, no al menos hasta que la bruja tomo constancia de ello, e interpuso el bolso entre ambas puertas que luchaban por cerrarse, fue entonces con cierta resignación, salió del ascensor tras ella, riéndose podría decirse entre dientes al verla con aquellos nervios, que aunque estuviera de espaldas a él, podía notarlo, no solo físicamente, sino en los latidos de su corazón, que resonaban en sus oídos como tambores. Una vez la puerta se abrió, observó como la bruja entraba al interior de la vivienda, sin embargo, Derek se quedó de pie sobre el felpudo, de nuevo con las manos en los bolsillos. Al percatarse de que no caía en la cuenta del problema y no le daba permiso propiamente dicho para entrar, musitó.
—¿Me permites pasar? —Preguntó, con cierto tono jocoso mientras ladeaba la sonrisa y el rostro en el proceso, terminando por apoyarse como en el portal, el hombro en el quicio de la puerta.— A no ser que quieras tomar la... Última aquí fuera. —Le propuso, alzando una de las dejas en un deje altanero, sin desviar la mirada de sus ojos, como si quisiera descubrirle hasta el alma. 
Al llevar años separada del vampiro y además no volver a coincidir con ningún otro, al menos que quisiera invitar a su casa, le costó varios segundos caer en la cuenta que tenía que darle permiso o no podría traspasar el umbral por mucho que lo intentara. Se había girado con uno de sus zapatos ya en la mano, por estar descalzándose, y estaba a punto de responder que sí podía pasar cuando cambió de idea y cerró la boca para esbozar una sonrisa como pocas, aunque sin mostrar el esmalte. Soltó el zapato y se retiró el otro mientras volvía a aproximarse a la puerta, quedando en el linde y sabiendo que no podría tocarla aunque estaban a escasos milímetros.
—Ahora que lo dices no sé si es buena idea dejar pasar a un vampiro... Tal vez deba continuar así la velada, te paso una copa... E incluso puedo seguir bailando... —No estaba hablando en serio claro, pero la situación le había parecido de lo más singular y tenía ganas de hacer la travesura, así que sin más y pese a no tener música, empezó a contonearse lentamente, recordando el ritmo de la canción que sonaba en el local cuando le invitó a bailar. Se sujetó con ambas manos a cada lado del quicio de la puerta para poder descender de manera todavía más sinuosa y provocativa, y luego volver a enderezarse con la misma parsimonia, dedicándole alguna coqueta caída de pestañas que otra mientras se movía.
—… —De nuevo alzó ambas cejas al ver las claras intenciones de la bruja, que no solo le hicieron mostrar cierto deje de sorpresa, sino que por un momento creyó que de verdad iba a dejarle afuera, al menos hasta que vio las verdaderas intenciones de Nicole, lo cual le hizo en cierto modo impacientarse, más si cabía la posibilidad. No pudo evitar el reparar de nuevo en su figura, y en cómo se contoneaba frente a la puerta simplemente por mero deseo de provocarlo, cosa que obviamente consiguió, solo que el vampiro intentó no hacerlo patente al menos por el momento. Se pasó disimuladamente la lengua por los labios, casi podría decirse que desnudándola con la mirada, dibujando su figura con la misma, al menos hasta que le permitiera por lo menos entrar en la vivienda.— No deberías jugar con fuego, brujita, porque podrías quemarte... —Advirtió en un mero susurro, pero lo suficiente para que le escuchase.  
Nicole estando ya de nuevo enderezada, aunque habiendo perdido la altura que le daban antes los tacones, chasqueó la lengua con fingida molestia, o no tan fingida, antes de reprenderle.
—No me llamo "brujita", y desde luego ya no soy una mocosa... —Se cruzó de brazos, fijando la mirada en sus ojos y asegurándose de que seguía bajo la "protección" que le ofrecía su vivienda, sin traspasar el umbral.— Así que te sugiero que hagas memoria de mi nombre si quieres que te deje pasar... —Lo dijo tan convencida que no pensaba dar su brazo a torcer por nada, aunque claro, de lo que pensaba a lo que haría podría haber un buen trecho, una diferencia que marcaría el vampiro, claro estaba.
Tras sus palabras, Derek acercó su rostro todo lo que pudo y más, al menos hasta que una fuerza invisible le impedía avanzar, pero lo suficiente como para que, aunque no pudiera tocarla, podía verse reflejado en sus orbes al igual que sentir su aliento como ella el propio. En ese aspecto no había cambiado nada, seguía saltando cuando la llamaban mocosa o brujita, la diferencia era que antaño le resultaba cómico, gracioso y entretenido. Y entonces le resultaba atrayente e incluso arrebatador. Apoyando ambas manos en cada quicio de la puerta, sonrió mostrando parcialmente su perfecta dentadura al igual que los caninos, que no se veían pronunciados pero no terminaban de verse en estado normal igual que a un humano. Con ese gesto no pretendía intimidarla, amenazarla ni derivados, solo hacer más patente lo que estaba a punto de decirle.
—La diferencia entre tú y yo... Es que yo puedo esperar una eternidad... —Le susurró tal cual hizo en el bar antes, con el mismo deje sensual y cautivador.— La cuestión es... ¿Aguantarás tú la espera... Ni-cole?  
La bruja continuó en la misma postura, sosteniéndole la mirada, hasta que él respondió de aquel modo que tan cautivador le parecía a Nicole, aunque seguía preguntándose porqué y todavía no tenía una respuesta para ello. Lo que no podía negar era que había dejado de verlo como cuando tenía diecisiete años. Sin darse cuenta, a medida que él murmuraba con aquel deje tan seductor, la morena se iba inclinando hacia adelante, atraída por la idea de volver a besarle, traspasando el límite invisible que marcaba el umbral. Con ambas manos se sujetó a su camisa, a la altura de los primeros botones que no estaban abrochados, para luego alzar levemente los talones del suelo, lo justo para alcanzar su boca y responder sobre la misma, aunque sin tocarle.
—¿Eso no es hacer trampas? No es justo... —Se quejó, formando un leve puchero con los labios y dejando que transcurrieran unos pocos segundos antes de invitarle dentro.— Puedes pasar, pero no te asustes por el desorden...
—¿Y cuándo he jugado limpio? —Cuestionó, aunque era evidente que ambos sabían la respuesta. Que se acercara y le susurrara sobre los labios no hizo más que querer lo imposible, y lo prohibido al menos de momento, entrar tras ella a la vivienda y así lo hizo una vez ella le dio el permiso apropiado. Cruzando el umbral, cerró la puerta tras de sí, sin ni siquiera quitarse la chaqueta desabrochada que llevaba, tampoco es que notase cambio de temperatura alguno, así que no le importaba demasiado. Estaba más ocupado, de nuevo, en fijar la mirada permanentemente sobre la bruja y no en el posible desorden que pudiera haber.— He vivido contigo, estoy curado de espanto... —Murmuró, acercándose a ella por detrás y rodeándole la cintura sinuosamente con las manos, con bastante presteza y sutilidad. 
Tampoco es que tuviera el apartamento hecho un desastre, pero su concepto de orden era algo especial. Eso sí, ella sabía perfectamente dónde tenía cualquier cosa, aunque casi nunca estuviera en su lugar, pero sabía dónde buscar. Un buen ejemplo era la cantidad de CDs que tenía, ninguno contenía su disco original porque a medida que los usaba los iba intercambiando; pero recordaba dónde estaba cada uno. Esa misma regla se aplicaba perfectamente a todo a lo demás.
—¡Oye! —Se dispuso a protestar, deteniendo sus pasos cuando el vampiro le rodeó la cintura desde atrás. Ella giró el rostro para tratar de mirarle de soslayo, cruzando los brazos por encima de los ajenos para sujetarse a él.— No te pases, que además, he cambiado... Por si no lo has notado todavía. —Jugó un poco con el sarcasmo, puesto que resultaba evidente que Derek había reparado en los cambios.
—No me digas... —Susurró con cierta suspicacia mientras daba con sutilidad un mordisco al oído de la bruja, con las manos aún en su vientre y sin intenciones de moverlas a no ser que fuera para tentarla aún más si cabía, aunque en ese momento se estuviera explayando con la piel de su cuello. Sin saber para quién de los dos era más tentador, si para él o para ella, puesto que sentir los latidos de Nicole tan cerca no ayudaba demasiado. En verdad la atracción completa hacia ella no ayudaba, así a las claras. Cuando sintió la necesidad, fue descendiendo las manos sinuosamente hacia su cadera y las mantuvo ahí de forma temporal, hasta que decidió buscar de nuevo sus labios.
—Ajá... —Asintió, aunque no hiciera falta. De no ser porque la hizo estremecer con aquel gesto, tal vez hubiera podido hilar algunas palabras para formar algún otro comentario ocurrente. El caso es que estaba empezando a perder también esa capacidad, y el escalofrío que le recorrió la espalda cuando aquellos labios acariciaron la piel de su cuello, solo hacía que empeorara. No sabía porqué le resultaba tan placentero, si por el hecho de que sencillamente era una zona muy sensible, porque él en cualquier momento podría clavarle los colmillos si quisiera, porque parecía esmerarse en ponerle la piel de gallina, o por todo a la vez. Por más que lo intentó no supo retener un leve jadeo, y disimularlo mucho menos. Terminó girando sobre sí para que sus labios se dejaran encontrar.
Sintió como se estremecía tras sus gestos y eso no le hizo más que sonreír sobre su piel, al menos el breve tiempo en el que se lo permitió, pues la bruja hizo gala de una velocidad innata cuando le convenía que al vampiro le llegó a impresionar. En un abrir y cerrar de ojos se había puesto frente a él y le estaba correspondiendo al beso que él tanto ansiaba en esos momentos. Pero al contrario de los anteriores, ese fue menos sutil y decoroso, fue su impulsividad lo que le terminó de encender, por decirlo de alguna forma y lo que, instintivamente, le hizo caminar hasta la pared más cercana, aunque en verdad lo que buscaba era el dormitorio, pero estando ocupado en otros menesteres de mayor preferencia, no se esmeró mucho en la búsqueda. 
Sus labios tocaban los ajenos haciendo que los memorizara una vez más con meticulosidad e impaciencia a la vez, mientras que sus manos iban ascendiendo paulatina pero sinuosamente por su cadera, cintura y sin pretensiones de tocar fin. Nicole estaba enfrascada en recorrer cada centímetro de los labios del vampiro con los propios, que ni siquiera podía pensar en cambiar a una estancia de la casa donde, en teoría, estuvieran más cómodos para lo que parecía avecinarse. Sin darse cuenta reculó, guiada por Derek, hasta dar con la espalda en la pared. “¡Ouh!” Se quejó de manera divertida, más por la sorpresa de no esperárselo que por el golpe en sí, que no había sido nada. Aprovechó esa pausa para tirar de su mano suavemente y de manera ciertamente coqueta, y conducirle así hacia el dormitorio, girando poco antes de llegar para volver a mirarle y soltarle la mano. Aunque con algo de titubeo y timidez, le ayudó a desprenderse de la cazadora, que todavía llevaba puesta, depositando luego la prenda sobre el escabel frente a su tocador. 
Su quejido le hizo separarse mínimamente solo para comprobar si le había hecho daño realmente, pues la diferencia entre uno y otro era abismal, por no decir más. Pero sonrió ante el gesto de coquetería que le regalaba, mientras le tomaba de la mano y obviamente él la seguía, hasta lo que intuyó que era el dormitorio. Sin embargo ese titubeo que mostró al igual que la timidez, probablemente le hicieron verse a los ojos del vampiro incluso más atractiva mientras le estaba quitando la chaqueta, para dejarla a saber dónde, el vampiro no reparó en ello. Sus ojos no se habían movido ni un instante de los de ella, por mucho que se moviera, se alejara o acercara. Era tal la atracción que no tenía ganas ni pretensiones de observar nada más. Con su sonrisa altanera pronunciando una de las comisuras, aguardó curioso a ver qué hacía a continuación, dándole la ventaja de ir por delante de él, de anticiparse a él, de sorprenderle, cosa que no sucedía muy a menudo.
La morena se acercó, tras dejar la cazadora del vampiro, y no sabía cómo actuar a continuación. Que él no hiciera o dijera nada más la confundió un poco, realmente no sabía si es que tal vez aquello no fuera muy buena idea, por tratarse de ellos dos, quizá a él se le hiciera demasiado raro y estaba fastidiándolo todo. Y Nicole no quería estropear las cosas. Naturalmente, no era su primera vez, pero sí la primera en la que lo sentía de un modo distinto, casi especial. Quizá por tratarse de Derek, pues para ella no era un cualquiera, pese a los años que habían pasado sin verse. Habiendo salvado la distancia con su figura, tan atractiva para ella como imponente, con gesto vacilante y lento ascendió las manos a través de su torso mientras murmuraba a escasos centímetros de su boca, aguantando las ganas de volver a besarle.
—Si estoy estropeando las cosas, solo dilo...
Derek siguió el trayecto que realizó la bruja, paulatina y pausadamente, hacia él, al igual que las manos de la susodicha que iban acariciándole casi como con temor, pero sin saber qué temor exactamente. De igual modo el vampiro una vez ella se pegó a él, soltó una pequeña risotada por aquello, la cual murió al sentir los roces y su aliento acariciándole la piel.
—Si así fuera... ¿Crees que seguiría aquí? —Cuestionó con un casi inaudible susurro, pero que pese al bajo tono de voz, la forma fue demasiado reveladora. Posó de nuevo las manos en su cadera, pegándola a él más si cabía, correspondiendo a los roces con ligeros pero no por ello menos provocativos amagos. 
En un primer momento, Nicole se encogió de hombros como única respuesta, dedicándose por completo a aquellos roces y amagos en los que hasta el momento caía, y no le importaba repetir. Se arrimó más a él de manera gustosa cuando la atrajo hacia sí, sin apartar las manos de su pecho.
—Supongo que no... Creo que le estoy dando muchas vueltas y no debería... —Efectivamente, se estaba comiendo el coco ella sola pensando en lo pasado y en lo que podría o no pasar en un futuro, cuando lo que debería hacer era dedicarse al presente, a vivir y disfrutar ese momento sin pensar en nada más.— Y estoy hablando demasiado, ¿No? —El tono con el que formuló la pregunta era notablemente jocoso, pero iba en serio.— Mejor me voy a callar ya y voy a volver a besarte... —No le hizo falta esperar la aprobación del vampiro, fue un claro caso de "dicho y hecho".
Podría decirse que le hizo gracia aquella actitud, que le hablase en una situación como aquella, pues podría ser la primera vez que le sucediese al vampiro, aunque bien pensado, era la primera. La primera en la que estaba así con alguien conocida, y no es que tuviera mucha predilección por las brujas exactamente, pues al igual que los lobos, cuanto más lejos mejor, sin embargo con ella era diferente y no supo averiguar todavía el qué y el porqué. Fue a hablar en cuanto ella reconoció estar dándole vueltas, pues podían significar varias opciones; una, que no quería; dos, que podía estar asustada por su propia condición, lo cual era normal aunque en el caso del vampiro pocas veces se había dado; o tres, que estuviera notando ella también esa diferencia que no terminaba de cuadrarle, pero que le gustaba. Sin embargo, no le permitió contestar a aquello, pues la bruja se hizo dueña de sus labios una vez más, pues al menos esa noche, por el momento, era absoluta dueña de los mismos, así que no vio motivo para no corresponder, consiguiendo que el vampiro volviera a concentrarse en los hechos y no en las palabras o suposiciones sin fundamento. 
Nicole atrapó los labios del vampiro entre los propios, decidiendo dejar la mente totalmente en blanco y abandonarse al momento, a sus impulsos, algo que no era muy propio en Nicole. Aprovechando la posición de sus manos, deslizó los dedos hasta los primeros botones de la camisa que vestía Derek para ir desabrochando uno a uno, sin prisa pero sin pausa tampoco. Cuando terminó esa primera tarea, rompió el beso para no perder detalle de lo que haría a continuación, deslizando en sendas caricias las manos hacia los hombros para abrir la prenda y observó la piel que dejaba al descubierto del bien definido torso de Derek. Con cuidado, le ayudó también a desprenderse de la camisa y levantó la vista luego en busca de sus ojos, como si tuviera que pedirle permiso para continuar, para tocarle la piel directamente con las yemas de los dedos que, pese a las ganas, lo hizo de manera lenta y delicada.
Permitió que le acariciase, aunque el modo de hacerlo ella parecía estar tocando algo delicado, como si el vampiro fuera a romperse de un lado a otro, pero eso la hacía sumamente más atrayente y no supo, para variar, el porqué. Mientras él se dedicó a que sus manos fueran viajando sinuosamente por su cuerpo, delineándolo al tacto tal cual había hecho antes con la mirada, al principio sin rumbo fijo, hasta que decidió atacar a su primer obstáculo de la noche, la cremallera del vestido. Sus labios volvieron a viajar por la piel de su cuello mientras tanto, ya que los habilidosos dedos del vampiro seguían haciendo descender la cremallera hasta su límite. Nunca había sido tan pausado antes con nadie y acababa de descubrir que le gustaba, le atraía, le encendía... O simplemente era la propia Nicole la que le producía esos efectos. Esa pequeña bruja que antes le robaba la paciencia y entonces, años después, lo que le robaba y nublaba era la razón.
Las manos de la morena no podían estarse quietas, recorriendo cada centímetro de la piel al descubierto de Derek, en suaves y lentas caricias, entretanto él se encargaba de hacer descender la cremallera de su vestido y sus labios volvían a jugar con el cuello, donde lo más posible es que incluso pudiera notar cómo se le desbocaban a Nicole las pulsaciones. Dejó que la prenda que la vestía se deslizara sin prisa por sus hombros hasta caer al suelo, y lo mismo ocurrió con el resto de prendas que quedaban en ella. A diferencia de otras veces, no con Derek claro está, no parecía haber ninguna prisa, el tiempo no importaba demasiado, o tal vez nada. Durante ese momento, podría decirse que compartían la eternidad de la que el vampiro era dueño, en cada caricia que se dedicaban, en cada beso, o incluso en una sencilla mirada. La morena volvió a fijar sus ojos castaños e intensos en los ajenos, ofreciendo de esa manera lo único que tenía de valor, su propio tiempo, su propia esencia, todo lo que era: Nicole Holloway. Y esperaba que fuera de su agradado, pese a no ser una rubia de infarto. 
Derek siguió explayándose en la piel que en ese momento se estremecía bajo sus labios, surcando páramos desconocidos aún por descubrir mientras iba deshaciéndose de las molestias que encontraba a su paso, como por ejemplo, la ropa. Pero como hasta ahora, con una pausada lentitud, sin prisa alguna pues en el fondo, no la había. No ante lo inevitable. Fijando la mirada en la bruja, dejó que ella se zambullera en sus propios orbes, al igual que hizo él con los ajenos, aquellos que eran capaces de decirlo todo sin la necesidad de decir nada. De nuevo y para no variar, dibujó una delgada sonrisa que también decía más de lo que aparentaba decir. Pero... ¿Qué quería mostrar exactamente? ¿Qué quería decir? No se sabía, ni se sabría al menos por el momento. En un último gesto desatado y arrebatador, juntó los labios de la bruja con los propios, adentrándose más en la estancia que iba a ser testigo de una noche desenfrenada, llena de momentos, emociones y sentimientos encontrados, opuestos y similares, caricias suaves y lentas, rápidas y certeras, besos que robaran hasta el aliento, la cordura y la razón. Haciendo que, sin pretenderlo, sin esperarlo y sin planearlo, el vampiro cayera en su mayor perdición, encontrando su mayor debilidad y en un futuro, tal vez, su mayor tesoro.
                                          * * * Fin del Recuerdo * * *
De vuelta en el presente, la dueña del Velvet Destiny continuó moviéndose al ritmo de aquella canción mientras sonaba, recorriendo la tarima de tablones de madera que componía el suelo detrás de la barra de bar, para llegar a uno y otro extremo de la misma mientras hacía su trabajo, sin saberse vigilada por alguien que, tras tantos años y recuerdos que no parecían compartir, aún velaba por ella, solo que entonces lo hacía desde el más absoluto secreto. Y, precisamente, esa persona era la última de quien Nicole lo esperaría en sus actuales circunstancias. 
[Fragmento editado de rol entre @Diaries_Derek y @DiariesNicole.]
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«What we wish upon the future is very often the image of some lost, imagined past»
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Recuerdo (III)
Ese día, Derek ni siquiera había pasado por el Velvet Destiny, la verdad es que llevaba varios días sin ir y estaba perdiendo la costumbre, sin saber aún el motivo de ello. Tal vez fueran todos los asuntos que le acontecían, que le tenían ocupado o… ¿Preocupado, quizás?
 No le hacía ni pizca de gracia lo que estaba sucediéndose en Nueva Orleans, y mucho menos de un tiempo a esa parte, pero lo que menos le hacía gracia es que tanto Nicole, como Sophie, hubieran decidido por cuenta propia meterse en la boca del lobo. ¿Había una especie de imán o es que a las dos les atraían los problemas? Fuera como fuese, el vampiro había estado tan ocupado vigilando a su hermana, o estando con Marcel que ni pisaba el Velvet.
En ese momento estaba sobre uno de los tejados del barrio francés, tumbado cuan largo era, con la vista al cielo y un cigarro encendido en los labios. Por suerte o desgracia para él, había vuelto a fumar después de casi diez años sin hacerlo. Tampoco es que afectara mucho a su organismo, pero curiosamente era una promesa que mantenía desde aquel entonces y que, sin percatarse, había roto simplemente por la necesidad de llevarse el cigarro a los labios como antaño. Inspiró el humo con profundidad antes de tomar el cigarro entre os dedos índice y corazón, retirándoselo así de los labios para exhalar el humo, el cual empezó a desperdigarse en en el aire como una simple nubecilla que no tendría más de diez segundos de vida. Igual que se había evaporado la promesa que le hizo a una joven de dieciséis años, mucho tiempo atrás… Cuando vampiro y bruja debieron separarse a regañadientes.
                                                * * * Recuerdo * * *
La joven Nicole había convivido con el vampiro cerca de un año, sin apenas separarse más que un día o dos seguidos cuando él tenía asuntos personales que atender y no la quería rondando cerca. La chica sospechaba que esos asuntos eran peligrosos, al menos para alguien como ella, y de ahí que no la quisiera llevar. Con el paso de los meses, la morena consiguió su primer empleo estable sirviendo mesas en una pequeña cafetería donde empezó a labrarse un futuro más o menos normal, como el de cualquier otra persona. Las veces contadas en que sus habilidades mágicas se habían mostrado en público sin querer, él le había salvado el pellejo haciendo uso del control mental. Los días que libraba los pasaba con Derek, que se esmeraba bastante con el entrenamiento, especialmente durante las últimas semanas, y Nicole no sabía muy bien por qué, pero terminaba tan cansada que no le daba muchas vueltas. La realidad era que el vampiro ya tenía en mente despedirse de la joven.
Derek llevaba una larga temporada escapándose cuando podía, alegando que eran asuntos personales. Todos sus pasos tenían un porqué, y es que, hacía un tiempo, había escuchado hablar en aquella ciudad sobre la existencia de unas ancianas y humildes brujas, que vivían a las afueras y gozaban de buena reputación. Y sus escapadas eran para comprobar el terreno, asegurar que lo que decían era verdad, tomar contacto con las mismas y luego ganarse su confianza, asegurando que él no pretendía hacerles daño, pero claro está, sin hablarles de Nicole en un principio, pues no se fiaba de ellas del todo y no pensaba poner en peligro a la joven, ahora que estaba labrándose una vida, por meras suposiciones. Pero ese día llegó, ese en el que el vampiro no encontró motivo ni peligro por el cual no debiera hablarles de Nicole, y ellas accedieron a conocerla, pero primero debería preparar el terreno, pues, como era de esperar, había estado actuando a espaldas de la bruja. Y es que el vampiro tampoco iba a estar con ella toda la vida, salvándole el pellejo, debía aprender por si misma, y en ese ámbito, él no podía ayudarle y ellas si. Justo a la hora que Nicole salía de trabajar, como cada día el vampiro se personó en la puerta, con los brazos cruzados y a expensas de que saliera.
Aquel día la muchacha había tenido que hacer turno doble para cubrir a una compañera del turno de mañanas que había enfermado, así que salió arrastrando los pasos. Los pies le dolían como si hubiera corrido la maratón con tacones, y la espalda tres cuartos de lo mismo. Pese al cansancio, estaba contenta por la idea de engordar la cifra de su sueldo a fin de mes con las horas extra, y, sobretodo, porque las cosas le empezaban a ir bien.
—¡Jaaaaau! —Llevaba días con la tontería de saludar como si fuese jefa de una tribu nativo-americana salida de una película del oeste. Tras la tontería, mostró en alto la bolsa de papel que llevaba entre las manos con la cena.— Esta vez no son sobras de la bollería ni las tartas de por la mañana... Hay hamburguesas y patatas recién hechas. O casi...casi. ¡Ah! Y como un litro de coca-cola con sirope de fresa. —Decidió callarse un momento para poder respirar, y terminó dándole al vampiro un toque en el brazo.— ¿Pasa algo...? Estás muy callado... ¿No te apetece la hamburguesa? Puedo entrar a por otra cosa...
Cuando él la vislumbró, se la notaba cansada pero, como siempre, con ese ánimo infantil que nunca se le agotaba. El vampiro se preguntaba muchas veces de dónde sacaba esa energía, pero nunca le encontraba respuesta. Al alzar la bolsa, le vino un cierto aroma a hamburguesa recién hecha y patatas fritas, pero no dijo nada, al menos no hasta que la joven se percató de que estaba “raro” cosa que le pilló por sorpresa ¿Cuándo había aprendido la mocosa a saber si le pasaba algo o no? Alzando una ceja, comenzó a caminar a su lado, pero no hacía donde iban normalmente.
—No, todo bien. —Negó y extendió la mano hacia la bolsa, para rebuscar las patatas e ir picando una a una, sin ni siquiera mirarla a ella en ningún momento.— ¿Y por tu parte?
Nicole comenzó a caminar siguiendo los pasos del vampiro hasta quedar a su lado para que pudiera picotear las patatas del interior de la bolsa. Ella hubiese preferido bañarlas en Ketchup pero verle comer le dio hambre así que le imitó mientras avanzaban. Estaba tan absorta repasando los últimos acontecimientos del día, y del anterior, por si había hecho algo mal o incumplido alguna de las normas de Derek que pudiese haberlo hecho enfadar, que ni se dio cuenta de que no seguían el camino habitual.
—Todo bien... Creo. Al menos ya no rompo nada y tampoco se me desborda el café de las tazas cuando lo sirvo. Aunque hoy ha sido muerte... Tantas horas. —Rebuscó a ciegas una patata que se le había caído dentro de la bolsa, entre los vasos de plástico con el refresco. Cayó entonces en la cuenta que no sabía a dónde se dirigían.— ¿A dónde vamos, por cierto?
Derek seguía caminando, con paso seguro pero paulatino hasta las afueras de la ciudad, donde se ubicaban las supuestas brujas en una casa aparentemente normal, siguiendo un camino por los árboles de la zona hasta una llanura que probablemente perteneciera a la familia de las mismas. Iba con la vista al frente y aunque escuchaba las palabras de la joven, se encontraba absorto en sus propios pensamientos, aún sin saber como explicarle lo que está a punto de suceder, sin que la chica se cabrease con él o saliera corriendo, variables que ya había pensado que se sucederían, y de las cuales ya tenía remedio, pero aún así quería evitar la experiencia. Hacía bastante tiempo que había dejado su fachada indiferente con ella, y aunque no lo dijera o no lo mostrase, se preocupaba por ella, pues le recordaba vagamente a su hermana por aquel entonces. Así que no quería verla enfadar tampoco. Cuando le preguntó a dónde iban, él siguió sin mirarla ni un instante.
—Ahora lo verás… —No dio más detalles, ni siquiera cuando tuvieron que cruzar la carretera, a los lindes de la ciudad, para tomar dicho camino.
Ella giraba rostro y ojos a un lado y a otro cuando dejaron atrás la ciudad. La morena no había transitado mucho, por no decir nada, por las afueras del lugar. Una de las normas impuestas por el vampiro era no alejarse tanto y esa la cumplía a rajatabla desde la noche en que casi la abandonó a su suerte por haber salido por ahí a las tantas. Frunció el ceño cuando cruzaron la carretera y se adentraron entre los árboles. Confiaba en él, pero se había dado cuenta de que no la había mirado a los ojos desde que había salido del trabajo.
—No sé porqué estás enfadado, así que no voy a dar un paso más hasta que me lo digas. —De no tener la bolsa con lo que quedaba de la cena en las manos, se hubiera cruzado de brazos.— Que yo sepa no he hecho nada... Hoy tenía turno doble, ya te lo avisé...
El vampiro se detuvo en cuanto la bruja se puso en frente, cortándole el paso. En verdad podía haberla apartado si quisiera pero decidió no hacerlo así que se decantó por mirarla a los ojos por primera vez en lo que iba de noche. No estaba enfadado, ni mucho menos, aunque diese esa impresión, simplemente seguía buscando las palabras adecuadas para decirle que se iba, que debían continuar por caminos separados como le advirtió en un primer momento, hacía ya un año casi. Porque ambos sabían que esa “alianza” no iba a ser eterna, y ahora que ella  comenzaba a ser capitana de su propia vida, el vampiro ya no pintaba nada en ella, podía defenderse por si  sola, y él tenía también asuntos que resolver bastante lejos de allí.
—No estoy enfadado, Nicole… —Se llevó la mano a la frente con cierta frustración, arrugando la nariz y el ceño en el proceso.— Solo quiero presentarte a alguien ¿Vale? Sigue caminando... —Le instó, pero no esperó a que reanudara sus pasos y la tomó  del brazo, para que comenzase a caminar.
Desconociendo totalmente sus intenciones, la joven Nicole respiró con alivio al oír que no estaba enfadado y por tanto no le iba a caer ninguna bronca o algo peor, como por ejemplo abandonarla como cuando estuvo a punto una vez. De igual modo seguía notando que se comportaba de manera un tanto extraña, por lo menos más de lo habitual.
—¿Presentarme a quién...? ¿No irás a ponerte en plan casamentero, no? Porque no te pega nada... Por mucho que quieras librarte de mí. —No pudo evitar acordarse de la película de dibujos animados Mulán, y la parte con la canción de la casamentera. Tuvo que hacer verdaderos esfuerzos por no carcajearse mientras lo tarareaba por lo bajo, reanudando sus pasos a la fuerza.— Venga, dímelo... ¿Quién es? ¿¡Te has echado novia!? ¡Dime que sí! ¿Cómo es? ¿Rubia? ¿Morena? ¿Es vampira también, como tú? Seguro que es guapísima... Pero igualmente tendrá que pasar mi examen... —Se había emocionado un poco sacando conclusiones precipitadas, cada cual más alejada de la realidad que estaba a punto de estallarle como si fuese una bofetada.
No volvió a mediar palabra hasta llegar a su destino, por muchas suposiciones en voz alta que soltara la joven. Indirectamente se lo estaba poniendo bastante difícil, por no decir más, y le gustaría que en otra ocasión si fuese a presentarle a una rubia despampanante, pero no en esta ocasión. A lo lejos ya pudo vislumbrar la casa de las brujas, las cuales, esperaban en la puerta la llegada de ambos, probablemente les hubieran escuchado llegar, o habrían soltado algún sortilegio para que las avisara cuando llegasen. De cualquier forma, terminó soltando el brazo de Nicole al llegar, con la vista puesta en las ancianas, las cuales no reparaban en él, sino en ella, ansiosas de conocer a la joven.
—“Buenas noches”. —Saludó una de ellas, con una sonrisa tierna enteramente dedicada a Nicole. Sin embargo el vampiro no medió palabra alguna, al menos de momento.
Como su acompañante, quien tiraba de ella para guiarla e ir más rápido, no dijo nada más ni hubo negado nada, Nicole había dado ya por hecho que iba a presentarle algún ligue "serio", porque dudaba que de otra clase  fuera a presentarle a nadie. Se imaginó varios tipos de mujer, con colmillos y sed de sangre, que podían encajar con Derek, mientras llegaban a la vivienda en cuestión. La observó en silencio y no encajaba para nada como el hogar de una mujer despampanante como se imaginaba, y ya cuando vio a dos mujeres entradas en edad terminó de descolocarla. Miró a Derek de reojo, alzando una ceja a modo inquisitivo. "Eh... ¿Las abuelas de tu novia...?" Pensó para sí, y por educación y respeto no dijo nada en voz alta.
—Uhm... Hola... —Claramente, estaba del todo desubicada.
—“Hola querida”—Le saludó la otra anciana, ambas sin moverse aún de la entrada de su vivienda, y sin pretensiones de salir al exterior, obviamente, no se fiaban del todo del vampiro y en aquella casa estarían seguras, al menos hasta que este se marchase. Al ver el desconcierto de Nicole, el vampiro inspiró profundo y se puso frente a ella, haciendo que le mirase.— Bueno…  Te avisé que este día llegaría… —No sabe como preparar el terreno así que lo suelta de golpe, así, a bocajarro y sin paños calientes, sin saber si era la mejor forma o la peor, pero no había vuelta de hoja. Además que la joven era lista, y captaría el mensaje a la primera, de ahí que no la hubiera soltado de los hombros, para que no echara a correr.
Forzó una sonrisa a las señoras, que aguardaban en la entrada de su casa, ni siquiera habían salido al porche. Cuando el vampiro la tomó por los hombros ya supo que se trataba de algo importante y que no le haría gracia, sus palabras no hicieron más que confirmarlo. Nicole borró de su cara todo rastro de sonrisa y ánimos. Sabía perfectamente a qué se refería él y no esperaba que ese día llegara “tan pronto”. No se había hecho a la idea y el corazón le empezó a martillear en el pecho mientras se le formaba un nudo en el estómago. No quería despedirse. Boqueó sin saber expresarse y acabó negando con vehemencia, sacudiendo la cabeza de un lado a otro, ya que no le salían las palabras.
—… —Vio como la joven fue comprendiendo la situación, y como esta negaba con efusividad, tal vez con pretensiones de rechazar la realidad que se le presentaba, o el hecho de que le hubiera pillado tan de improvisto que no tenía ni palabras. El vampiro volvió a suspirar cuando percibió en los ojos de ella, ese brillo acuoso que empezaba a acumularse. Nunca pensó que iba a verse en una situación parecida, ni que la muchacha iba a cogerle tanto afecto, o él a la mocosa, así que intentó explicarse.— Nicole, se inteligente… ¿En serio te pensabas que iba a ser para siempre? —Tal vez con esas palabras incluso sonó peor de lo que pretendía, así que rectificó.— Yo no soy buena compañía, además… estas dos señoras pueden ayudarte de un modo que yo, ni en mil años hubiera sabido. —Aclaró, refiriéndose a la magia de la adolescente, la cual comenzaba a aflorar cada vez más, y él no podía estar eternamente detrás de ella, borrando la memoria a todos los que la hubieran visto.— Sabes lo esencial para sobrevivir, pero… yo no puedo hacer más, enana.
La muchacha se afanaba en tragarse las lágrimas porque no quería echarse a llorar allí delante. Ni siquiera sabía porqué tenía tantas ganas de llorar y largarse corriendo para hacerse un ovillo en cualquier sitio. Como un animal abandonado, así se sentía en aquel momento. Se secó bajo la nariz con el dorso de la mano y los dedos, mientras sorbía.
—Pero es que no quiero ayuda ni quiero magia ni quiero quedarme aquí sola... —Admitió con un hilo de voz que amenazaba terminar de romperse pronto.
—No vas a estar sola, las vas a tener a ellas… —Señaló a las ancianas, mientras estas asentían con convencimiento, queriendo dar a entender de ese modo que sería mejor para ella que se quedase allí, y no que siguiera en compañía del vampiro, que para ellas era de todo, incluso inapropiado.— ¿No dijiste que querías tener una vida? ¿Ser normal? Ahora puedes tenerlo mocosa. —Le insistió, con voz seria y sin saber mucho más que decir al respecto, para que se convenciera de que era lo mejor para ella, que tomasen caminos separados.— Tienes un trabajo, y te acaban de salir dos abuelas realmente feas… —Eso último se lo susurró, para que solo ella lo escuchase, y al menos dejase de llorar, se riera con el comentario y por lo menos, quitarle importancia al asunto.
Se mordió el labio solo por intentar disimular el leve temblor que se había adueñado del mismo. Era cierto lo que él trataba de hacerle ver y entender, ella misma dijo que solo quería una vida normal y tal vez con aquellas dos mujeres se acercara más a lo considerado normal, que continuar conviviendo con un vampiro. Así que no tuvo muchos argumentos con los que replicar, salvo que le había cogido cariño y prefería lo que habían tenido hasta el momento que lo que le ofrecía a partir de entonces. Solo que no dijo nada, sabiendo que de poco le iba a servir y que seguramente ella para él era un estorbo. Bastante la había aguantado ya. No pudo evitar una pequeña risa que la hizo sollozar por el comentario sobre las dos brujas, realmente eran poco agraciadas pero nada exagerado tampoco.
—Ya... Bueno, no más que tú. —No era verdad, naturalmente, pero solo intentaba continuar con la broma para no derrumbarse del todo.
—Mientes de pena… —Negó soltando una sonora carcajada, llena de arrogancia, mientras se incorporaba y rebuscaba en los bolsillos. Sintió la tensión que guardaban las brujas al otro lado de la puerta, creyendo que iba a atacar a la joven o vete a saber qué, pero el vampiro con una mirada fulminante les apaciguó los humos. Luego, volviendo la mirada a Nicole, que seguía luchando por no echarse a llorar, le extendió la mano cerrada, con un objeto en su interior.— Vamos a hacer un trato. ¿Te parece, mocosa? De primeras, deja de llorar.
Apretó los labios evitando sonreír cuando él respondió con su típica altanería, algo más calmada. Cualquiera diría que se había tranquilizado y aceptado lo que estaba por venir, pero la realidad era bien distinta. Se encontraba en el ojo del huracán. No había asimilado todavía que se iban a separar, tal vez para siempre. Frunció el ceño cuando Derek le extendió el puño escondiendo algo que había llevado en el bolsillo.
—¡Que no estoy llorando! Y no me llames así... —Negó pese a ser evidente, y por si acaso volvió a sorber los mocos y pasarse la manga del abrigo por las mejillas.
—Claro… —Le dio la razón como a los tontos, esperando que terminase de fingir que estaba bien, y que no estaba  llorando, pese a tener ya la manga del abrigo más que húmeda. Se estaba desarrollando mejor de lo que había pensado en un momento, pues temía que Nicole le montase el pollo del siglo, y la verdad es que estaba aceptándolo de una forma bastante madura por su parte. Volviendo a inspirar profundo, aguardó unos instantes antes de seguir.— Si te quedas con ellas, vendré a verte de vez en cuando. ¿Te parece? —Le propuso, aunque algo le decía que la bruja no iba a conformarse solo con eso.
—Entrecerró los ojos mientras sopesaba sus palabras. No terminaba de creerle y pensaba que tan solo era un truco para que no armara escándalo y se agarrara a su pierna en plan koala o algo parecido. Cosa que no pensaba hacer... ¿O sí? No, él gozaba de fuerza sobrehumana y solo le serviría para quedar en ridículo.— No esperes que me lo crea, en dos días te habrás olvidado ya de mí y estoy segura de que te marcharás lo más lejos posible para que me resulte imposible localizarte. Así que... A otra con ese cuento. —Se cruzó de brazos y dirigió su mirada a las cotillas que seguían en la puerta. A simple vista parecían buenas personas, pero de todos modos no quería quedarse con nadie.
Supuso que diría algo por el estilo, así que terminó de agacharse para quedarse a su altura. No había mucha diferencia, pero lo suficiente para que le mirase a la cara sin tener que alzar ella el rostro. Con la mano libre, le hizo que le mirada y luego, le cogió la mano para dejarle sobre ella un guardapelo, de bastante valor y que, años atrás, perteneció a su difunta madre. El guardapelo tenía adornos en tono violeta y con retoques dorados en los bordes, era redondo y de tamaño mediano, siendo sujeto con una pequeña cadena también dorada. Entiende que tenga ese concepto sobre él, y que piense que la va a olvidar, pero no es así.
—Esto perteneció a mi madre, y ya sabes lo torpe que soy a veces. —Murmuró, mirando primero el guardapelo y luego a la joven.— ¿Qué te parece si me lo guardas tú? Así tengo que volver sí o sí, para que me lo devuelvas cuando termine lo que tengo que hacer. —No dio detalles, pues no serían de agrado de la chica, y con brujas rondando tampoco era conveniente.
No le quedó más remedio a la chica que posar sus ojos de un castaño oscuro en los del vampiro, pero pronto los desvió a su propia mano para ver aquello que le había dejado sobre la palma. Abrió la boca, impresionada, mientras pasaba la yema de los dedos de la otra mano por encima del guardapelo, admirando cada detalle. Se veía antiguo pero estaba bien cuidado.
—Es... Es precioso... ¿Seguro que quieres que lo tenga yo...? —Preguntó con cierto titubeo, comprendía que si había pertenecido a su madre, era muy valioso para él como para dárselo a una chica cualquiera, claro que no se dio cuenta que no era tan "cualquiera" como ella creía. De todos modos la ilusión que le hizo sin duda se reflejaba en su semblante. No esperó a que respondiera y, guardapelo en mano, se abrazó a él con bastante fuerza. Si por ella fuera, no le soltaría.
Asintió ante sus preguntas titubeantes, diciéndole así que si, que quería que lo tuviera ella, como prueba de su palabra que volvería de vez en cuando a verla. Cosa que a la larga no sabía si iba a poder cumplir, pero lo intentaría de todos modos, y necesitaba que la joven bruja le creyese al menos de momento. Cuando le abrazó este tuvo que dar un traspiés para no caer al suelo, pues al estar medio agachado tenía más posibilidades de perder el equilibrio. Dio un par de palmadas a la espalda de Nicole, sin mostrar más afecto que ese, aunque la bruja sabía que no le iba a ser indiferente el abrazo, simplemente es que no sabía cómo expresarse en ese aspecto tras tantos años de soledad. Aguardó el tiempo que vio oportuno hasta que terminó separando a la bruja de él, con las manos de nuevo en los hombros, y ahora si, podría decirse, que jugando sucio. O de lo contrario no le dejaría marchar. Posando los ojos en los de Nicole, la miró con profundidad y serenidad, haciendo uso de uno de sus “poderes” como vampiro.
—“Bien… Ahora entrarás con esas señoras tan amables, y no mirarás atrás hasta que hayas entrado. ¿De acuerdo?” —Aunque pareciese una petición, iba como una orden directa que no tenía opción a revocar, por mucho que le pesase a la joven, es entonces cuando se irguió de nuevo y miró a las dos ancianas, de nuevo con un semblante gélido.— Si me entero que le sucede algo, por vuestra ineptitud… da igual donde os escondáis… —No quiso decirlo en voz alta, pero se pasó un dedo por la yugular, indicando así que les pasaría a las dos brujas si ponían a la joven en peligro.— ¿Me he expresado con claridad?
La chica apretó con fuerza los párpados, todavía abrazada al vampiro, para evitar como pudo volver a derramar las lágrimas que le quemaban ya los ojos. No se había separado todavía y ya sentía una opresión enorme en el pecho y una sensación de soledad que no tenía ni idea de cómo iba a aliviar después, pero que conocía muy bien. ¿Se iba a sentir así siempre? Al estrecharle de aquella manera, pudo notar con más intensidad el olor a tabaco que desprendía Derek, un hábito que a ella no le gustaba en absoluto, aunque a él no le afectara por su condición de vampiro.
—Con esta peste a tabaco no me extraña que sigas soltero... Más te vale dejar de fumar. —Atinó a decir entre sollozos antes de que él la apartara, fijando sus pupilas en las de ella, que ni siquiera pudo apreciar cómo se dilataban. Sencillamente aquella orden se instaló en su mente, que de inmediato se puso a trabajar para cumplirla. Sin intención de hacerlo, Nicole se vio entrando en la vivienda bajo la atenta mirada de las dos ancianas. Le resultaba muy extraño, porque quería girarse e irse de ese lugar, pero su cuerpo no respondía.
Las dos brujas se taparon la boca escandalizadas ante la clara amenaza del vampiro, que aguardaba a que Nicole hubiese cruzado el umbral de la puerta de la vivienda. Una vez hecho, ambas ancianas acogieron a la muchacha con los brazos abiertos, entonces fue momento para que el vampiro se diese la vuelta, echando una última mirada a la joven, antes de comenzar a caminar deshaciendo lo andado, hacia la plena oscuridad que le abrazaba aquella noche, ahora sí, sin mirar atrás. 
—Cuídate, brujita. —Alzó la mano y en un ligero parpadeo, se había desvanecido cuando alcanzó los árboles, haciendo gala de la velocidad que poseía para agrandar la distancia entre la casa y él, dirigiéndose a recoger las pocas pertenencias que tenía y después, partir de la ciudad, sin saber si volvería algún día.
Una vez cruzó el umbral y cumplida la orden, la chica se deshizo de las mujeres y dio media vuelta para salir de allí, aunque sabía que ni de broma podía seguir el ritmo de Derek si usaba la velocidad vampírica, cosa que hizo. De igual modo, Nicole se encontró chocando de bruces contra una barrera invisible, que trató de derribar a empujones y manotazos, hasta comprender que las señoras habían hechizado la casa para que nadie pudiera salir. Más tarde averiguaría que el hechizo estaba vinculado a la luna y por tanto hasta el amanecer nadie podía deshacerlo, mucho menos ella. Gritó varias veces para que las brujas la dejaran salir, y otras tantas para que Derek volviera, pero ya ni siquiera lo veía. Se quedó largo rato plantada en el umbral de la puerta, mirando a la nada con los hombros caídos y el guardapelo sujeto en una mano.
                                                       * * *
Pasarían bastantes años hasta que volviesen a encontrarse. Y dejando el pasado atrás, el vampiro nuevamente se centró en el presente, en ese que se acontecía de forma inevitable y que le sacó de sus propios recuerdos volviéndole al menos a la realidad que en ese momento le envolvía. Observó como el humo que había exhalado ya ni existía, y que el cigarro se había consumido más de lo debido. Se quedó unos segundos mirándolo, girándolo sobre sus dedos con aire pensativo, mientras recostaba la cabeza sobre el brazo que tenia tras la nuca a modo de almohada, hasta que decidió darle una última calada antes de tirarlo con cierta resignación. Inspiró profundo, mandando el humo a sus pulmones antes de liberarlo por la propia nariz, como si fuese aire y tras eso, decidió levantarse, dejándose caer por el borde del tejado hasta un callejón cercano, y de ahí se incorporó a la multitud del barrio Francés, entrando en el Velvet Destiny.
Aprovechó que Astrid estaba haciendo su turno en el bar y que no había una clientela exagerada para revisar las facturas, cheques, albaranes y el resto de papeleo que como propietaria tenía que revisar con más frecuencia de la que le gustaría,  pues no era tan cansado físicamente hablando pero le resultaba la parte más aburrida del trabajo. Se había situado para ello en una de las mesas del fondo, cercana al ventanal para obtener mayor luz natural mientras se dedicaba a su  tarea. Una taza todavía humeante de café reposaba a un lado del ya reducido montón de papeles revisados. Estando enfrascada en esa tarea no reparó en quien acababa de entrar y que, sin duda, al distinguirla se acercaría a molestar.
Derek avanzó hacia la barra, donde estaba aquella chica que conoció el otro día, Astrid cree que se llamaba y le pidió que le sirviera lo de siempre. Una vez con la copa en la mano y la cuenta pagada, se levantó y avanzó hasta la mesa en la que se ubicaba Nicole, sentándose frente a ella y dejando la copa sobre la poca superficie de la mesa visible. Observó la cantidad de facturas que tenía alrededor, recordándole a esos días en los que la adolescente le tocaba hacer las cuentas en su primer trabajo. Y como él a veces le ayudaba, muchos años atrás. Así que de forma inconsciente le soltó la misma frase que le decía por aquel entonces.
—¿Demasiado papeleo?
— Ajá... —La mujer asintió y paseó la vista por las diferentes cifras de la factura, comprobando que estuviera en orden,  y rebuscando entre el resto de papeles el resguardo de un pago por la misma cantidad. No se dio cuenta en un inicio de quien tenía intenciones de sentarse en su mesa, pensando que sería su empleada. Frunció el ceño al ver la copa y su contenido, no podía ser Astrid. Chasqueó la lengua con visible desdén al reparar en Derek.— Tienes mesas libres donde sentarte. Como ves, estoy ocupada.
—No me digas, si no me lo llegas a decir tú, ni me hubiese dado cuenta. —Recalcó con fanfarronería y verdadera burla en la voz, mientras se acomodaba visiblemente en el asiento, alzando uno de los brazos al respaldo y apoyándolo en la parte superior del mismo. Dando a entender de ese modo que no piensa moverse del sitio, y dudaba mucho que ella lo hiciera pues tendría que rejuntar todos los papeles ya ordenados, traspasarse a otra mesa y volver a ordenarlos antes de seguir con sus labores.— La única que tiene los ojos de adorno y no ve, eres tú. No nos incluyas a los demás en el mismo saco. 
Miró por encima del papel que sostenía cómo él tomaba asiento allí, en la silla del frente, desatendiendo su comentario. Resopló sin disimulo, precisamente para dejar claro que la molestaba en demasía, como era habitual. Pero de todos modos no quiso cambiarse de sitio por el trajín de mover los papeles, que no eran pocos, y sabiendo que, solo por seguir fastidiando, Derek la seguiría. Pasó olímpicamente de su burla, pero aquel último comentario hizo que ciertas  sospechas acudiesen a la mente de Nicole, y decidió empezar a soltar alguna indirecta también.
—No te creas, últimamente veo muchas cosas. Diferente es que me las calle.
—Difícil no ver muchas cosas, teniendo un bar, ¿No? Se supone que abunda la variedad. —Respondió el vampiro, dando un sorbo a su bebida, sin imaginar que Nicole no se refiere a lo mismo que él, pues él se refería al gentío. Tras dejar el vaso de nuevo en la mesa, y aún con las secuelas de haberse puesto a divagar en recuerdos bastante lejanos, preguntó  borrando todo rastro de burla, mirando los papeles de la mesa.
—¿Necesitas ayuda?
Por segunda vez, hizo caso omiso a la burla que teñía con intensidad cada palabra que pronunciaba su interlocutor. Desvió la vista de sus ojos, en parte porque mirarle directamente despertaba un odio muy profundo en ella, y la fijó de nuevo sobre la factura que tenía entre manos para continuar la conversación sin siquiera mirarle.
—Exacto. Variedad. Sobretodo aquí en mi bar. —Se refería, por supuesto, a los diferentes seres sobrenaturales que podía haber allí gracias a la neutralidad que había declarado. Si bien no todos estaban de acuerdo, los pocos que como ella querían mantenerse al margen de los problemas y simplemente dedicarse a vivir su vida, sí que frecuentaban el Velvet Destiny. E incluso los que estaban metidos de lleno en los sucesos de Nueva Orleans se dejaban ver por allí de vez en cuando. Se extrañó mucho al percibir el cambio de actitud en Derek cuando preguntó si necesitaba ayuda con el papeleo, y no pudo evitar levantar la vista hacia él con el ceño fruncido. ¿Acaso se estaba ofreciendo él mismo para ayudarla? Imposible, tenía que ser otra cosa, quizá maquinaba algo.— ¿Te has dado un golpe en la cabeza o... Marcel te ha "sugerido" que te comportes aquí dentro? —Lo dejó caer como quien no quiere la cosa. Durante las últimas semanas los había visto hablar allí mismo varias veces, y alguna que otra vez también le había visto en compañía del temido híbrido.
El vampiro fue frunciendo el ceño según iba captando el tono sarcástico que estaba usando ella, viendo entonces tras el último comentario por dónde iban los tiros. Al parecer la bruja estaba más pendiente de él de lo que supuso en su momento, y eso no era nada bueno. Sin embargo siguió con la sonrisa, queriendo desviar el tema de algún modo.
—¿Por qué tendría que decirme Marcel nada? Solo le conozco de unas cuantas veces contadas que me lo he cruzado. Buen tío a todo esto —Inquirió, usando un tono como el que habla de alguien a quién acaba de conocer y halaga solo por quedar bien. Aunque Derek ya sabía que era un buen tipo, por eso estaba ayudándole.— Y volviendo a lo que nos concierne... Escurioso ver como te ofendes conmigo, me comporte como un capullo o quiera ser amable. ¿Hay alguna forma de acertar contigo que no sea mandarme a la mierda ni nada parecido, por ejemplo?
"Claro" pronunció de manera muda, alargando la primera vocal de forma intencionada. Obviamente no se lo creía, ¿Para qué iba a coincidir con Marcel? Precisamente con el vampiro de color, a quien Klaus hubo prácticamente desterrado del barrio francés, incluyendo a sus seguidores. Nicole podía ignorar muchas cosas, pero tan estúpida no era.
—Pues sí, es buen tipo. Mejor que tú, desde luego. ¿Por qué tendría que decirte algo? En primer lugar, porque este bar y yo estamos bajo su protección, por así decirlo. E imagino que sabrás mejor que yo qué pasa con los que incumplen sus normas... —Entrecerró los ojos casi de manera imperceptible, escrutando cualquier gesto o reacción que pudiera exteriorizar Derek  frente a aquello. Y si antes la había extrañado, en ese momento la confundió aún más. ¿Acertar con ella? ¿Desde cuándo a él le importaba eso? No recordaba ni un solo momento, ni uno solo, en que hubiera sido mínimamente amable con ella.— ¿Desde cuándo te preocupa a ti eso? ¿Hay alguna cámara oculta o qué?
—¿Por qué tendría que saber yo que les sucede a los que incumplen las normas? ¿Tengo cara de saberlo? —Cuestionó aún haciéndose enteramente el sueco, aunque ya estaba más que receloso que otra cosa. Demasiadas indirectas para quien supuestamente no sabía nada.— Y no hay ninguna cámara oculta, pero si te hace ilusión siempre puedo decirte que sí. —Se burló ahora si, volviendo a centrar el tema en eso y no en Marcel y en sus normas impuestas.
—Que sepas de lo que estoy hablando y que el tema de las normas no te suene a chino, ya dice mucho al respecto, ¿Sabes? Si no tuvieras ni idea habrías puesto la misma cara que puse yo al enterarme... Así que... —Se encogió de hombros levemente, estando más segura todavía sobre sus sospechas.— Pero si te hace ilusión, —Añadió, copiando sus palabras.— podemos seguir fingiendo que no eres lo que eres. La verdad es que a mí me da lo mismo. —Finalizó con sinceridad, al fin y al cabo ella tampoco iba diciendo por ahí que era una bruja, todo lo contrario.
—O tal vez no voy mostrando mis emociones a diestro y siniestro como otros... ¿No sabes que aquí eso es signo de debilidad? —Le instó, con una sonrisa de suficiencia en el rostro y tamborileando los dedos sobre la superficie de la mesa. Aguardó a que terminase de hablar para continuar con su retahíla.— Llevo más tiempo viviendo que tu en Nueva Orleans, raro es que a estas alturas no sepa qué sucede. Tengo ojos y leo los periódicos, ¿Sabes? Pero me resulta curioso cómo te da  "exactamente igual”. —Hizo las comillas con los dedos, antes de proseguir y destilando cierto "retintín" en las palabras.— Lo que sea que crees que soy, pero sigues insistiendo en hacerlo patente. Si te da igual... ¿Por qué te molestas en seguir hablándolo? Es más... si tanto dices que me odias y que te doy enteramente igual... ¿Por qué ni siquiera has sacado el tema y no lo has dejado correr? Sacia mi curiosidad, si eres tan amable como van diciendo por ahí. —Hizo un aspaviento con la mano, señalándola para que hablara, con la sonrisa perfectamente delineada, fina y ladeada destilando una directa y tajante arrogancia. Probablemente le hubiese pillado, o puede que no, pero es tan fácil como hacerla confiar, que bajara la guardia y si el momento se tornaba oportuno, borrarle todo retazo de sospecha de su mente.
Nicole dejó ir una risa forzada ante aquello, aunque en realidad no era tan forzada como ella pretendía.
—Ah, ¿Pero tú tienes de eso? Fíjate... Pues no lo parecía. —Bajó de nuevo la mirada a sus papeles cuando dio con el cheque por la cantidad que  buscaba y lo amontonó en el montón que correspondía junto a su factura, revisando por encima la siguiente.— Pues no sé porqué te hacías el sueco hace un momento... Si he insistido ha sido porque, precisamente, me ha hecho gracia ver cómo te dedicabas a fingir que no sabías nada del tema siquiera. —Alzó la vista de nuevo para mirarle a los ojos, dibujando ella  esta vez una sonrisa de suficiencia.— ¿Van diciendo por ahí que soy amable? Es bueno saberlo...
—O puede que tal vez me lo invente, no es tan difícil darle la razón a un ignorante. —Murmuró, de nuevo acomodándose en el asiento y observando que es lo que hacía ella. Aguardó durante varios segundos en silencio, pero al final tuvo que recalcar.— No has contestado a mi pregunta... —Entonces sí, ya puestos, si ella sabía qué era él, lo justo sería demostrar que él sabía qué era ella, así que acortó distancias sobre la mesa para que solo ella y nadie más le escuchase susurrar.— “Bru...ji...ta”.
—Lo que tú digas. He respondido, que estés sordo es tu problema. Aunque tenía entendido que gozáis de un oído muy fino... —Respondió de manera distraída mientras hacía números para cuadrar un par de facturas. No le apetecía en absoluto discutir y menos sobre algo que no tenía ninguna clase de importancia. Continuó a lo suyo, sin prestarle atención, hasta que la llamó "brujita". La morena hubiese jurado que se le paró hasta el corazón, y se le heló la sangre en las venas. ¿Cómo podía saber nadie, y muchísimo menos Derek, que ella era bruja? Cuidaba mucho de no mostrar sus poderes en público, ni siquiera practicaba la magia con asiduidad. Confiaba plenamente en que Davina, la única allí que conocía su secreto, no se había ido de la lengua. Cayó entonces en la cuenta que en la fiesta de Navidad había tenido un pequeño percance con la magia, y justamente relacionado con Derek; así que no era tan descabellado que hubiese adivinado su gran secreto. De todos modos, fingió entender que se lo tomaba como un insulto y no como una acusación con respecto a su condición.— Eso está tan pasado de moda... ¿No tienes nada mejor con lo que intentar ofenderme?
El vampiro sonrió más si cabe, por mucho que ella disimulase, había dado en el clavo, y lo mejor, la había hecho indirectamente que guardase silencio junto a un mensaje más que claro, aunque no se haya dicho de forma verbal. Se levantó, tomando el vaso con una de las manos y se puso a su lado, acercando su rostro al oído de ella, para que, de nuevo, solo ella fuera testigo de lo que iba a decir.
—"Podemos seguir fingiendo que no eres lo que eres... "—Recitó sus mismas palabras, sin moverse en un primer momento del sitio, porque no había terminado lo que iba a decirle.— La diferencia, es que yo no tengo ningún interés en irlo aireando por ahí... —Inquirió, irguiéndose y dando un par de pasos hasta que, se detuvo de nuevo y se giró.— Ah... y la próxima vez, si vas a "hacerlo", hazlo bien. Ambos sabemos que puedes hacerlo mejor. —Concluyó, con una sonrisa enteramente de soberbia, volviendo a ser él y dejando atrás cualquier retazo residual que pudiera tener antes, refiriéndose enteramente a cuando intentó hechizarlo en la fiesta. Con ello, guiñó un ojo y avanzó hacia la puerta, con claras intenciones de irse.
Nicole miró al frente, fijando la vista en nada en particular y en todo a la vez, mientras el ya confirmado vampiro le musitaba al oído. Contuvo el aire en los pulmones sin darse cuenta. Entendía perfectamente a qué se estaba refiriendo, pues justamente es lo que ella había creído que fue la pista delatora: el hechizo de Navidad que por algún motivo salió al revés. Lo que  ignoraba era que Derek siempre había sabido que ella era bruja. Frunció el ceño levemente con el último  comentario, que la descolocó bastante. ¿Que podía hacerlo mejor...? ¿Por qué iba a saber aquello? Estaba tan perpleja en ese momento que no supo qué contestar, solo se le ocurrían mil preguntas que no tenía intención de formular. Lo único a lo que podía agarrarse era a aquel odio que le nacía en lo más profundo de su ser. Tragó saliva cuando el nudo se lo permitió y agradeciendo en silencio perderle de vista intentó centrarse de nuevo en los papeles, aunque le costó más de lo esperado y necesitó otra taza de café, bien cargada.
[Fragmento editado de rol entre @Diaries_Derek y @DiariesNicole. Iniciado el 5/01/2015
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¿Por qué separar esta vida y la siguiente, si una proviene de la anterior?
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«The past, always lurks. The present, always hanker and the future, always tremble by uncertainty»
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Recuerdo (II)
Desde la apertura del bar, había tenido muy pocos percances con respecto a aquella situación, tan pocos que podían contarse con los dedos de una mano, lo cual era de agradecer para ella. Sin embargo, parecía que la noche tenía intención de torcerse cuando un par de hombres elevaron sus voces más de lo normal, volviendo la discusión que mantenían considerablemente acalorada. Nicole al darse cuenta se apresuró en dirigirse hacia ellos y poner orden. Ambos se habían puesto en pie dispuestos a enzarzarse a golpes. Antes de que el primer hombre pudiera golpear al otro la mujer lo interceptó, desviando el derechazo con una sencilla llave que aprendió hace años. 
Tras esto, se bastó de las palabras para poner de patitas en la calle a aquellos dos tipos que, un tanto avergonzados por la situación y porque el resto de personas estuvieran pendientes de lo que hacían, abandonaron el Velvet Destiny por su propio pie.
Ese era uno de esos días en los que el vampiro prefirió andar por las sombras, cual espectro y sin mezclarse con nadie. Ni siquiera entró en el Velvet Destiny aquella noche, sin embargo eso no significaba que no andara cerca. Para ser exactos, en el tejado del edificio de enfrente, sentado en el borde de la azotea y con la vista puesta en el gran ventanal que el local tenía. ¿Qué hacía allí? Solo él lo sabía y nadie más. 
Su figura se hallaba tranquila pero al acecho, «por lo que pudiera pasar», sin embargo había tantas probabilidades y significados para aquella situación que no se sabía exactamente qué esperaba el vampiro. Observó desde la lejanía la pelea de ambos mequetrefes y cómo Nicole se deshizo de ellos sin apuro alguno, por eso no intervino. No obstante, le vino a la mente un recuerdo de años atrás. Bastante tiempo atrás y cuando hizo no más de un mes desde que Derek encontró a la joven bruja.
                                           * * * Recuerdo * * *
La joven Nicole del pasado llevaba pegada a Derek desde que el vampiro le salvó la vida hacía apenas cosa de un mes. Allí dónde iba él, iba ella como un patito siguiendo a la mamá. No tenía a nadie a más, y además le resultaba divertido sacarle de quicio con más frecuencia de la que él le gustaría. Las comparaciones con los vampiros de novela y/o películas solían funcionar a la perfección para esa tarea. No obstante, una tarde en que la muchacha se encontraba sola y aburrida se decidió a salir y dar una vuelta. No pretendía volver tarde pero sin darse cuenta el tiempo pasó volando y se encontró caminando sola, habiendo caído ya la oscuridad de la noche.
El vampiro se encontraba fuera haciendo sus cosas, asuntos en los que no inmiscuía a esa bruja que últimamente llevaba pegada al culo prácticamente las veinticuatro horas, y sin callarse ni un momento para más penuria. Sin embargo ese día al parecer se estaba comportando, hasta que llegó la madrugada y Derek volvió al motel donde dormirían esa noche. Al no verla, frunció el ceño y volvió a salir a la calle, con un cabreo de aúpa.
—¿Cuantas veces le he dicho que no saliera? ¡Mocosa! —Exclamó el vampiro retirándose el cigarro de los labios, buscándola concienzudamente y podría decirse que algo «¿Preocupado?» no, podía ser cualquier cosa menos eso.— ¡MOCOSA! ¡NICOLE! —O puede que tras un mes dándole el coñazo se hubiera acostumbrado a tenerla correteando cerca, quién sabe…
Caminaba apurada en dirección al motel escogido esa noche donde se suponía que tenía que estar ya descansando la chica. Desde aquel susto cuando Derek apareció en modo "ángel buenorro salvador", Nicole siempre estaba algo más inquieta de lo normal al caer la noche, por si aquello se repetía. Para colmo, no tenía ni idea de dónde estaba el vampiro esa vez. Por ese motivo iba tarareando una canción, y así tranquilizarse mientras recorría el resto del camino.
—Tsk —Replicó, terminando por tirar el cigarro a suelo una vez se le hubo consumido sin darse cuenta, pisándolo para apagarlo antes de seguir buscando entre las callejuelas, intentando de algún modo buscar su rastro mediante el olfato y preparándose a la vez la bronca que le iba a caer, enfadándose más a cada momento.— ¿Acaso esta chica es idiota o qué? ¡NI-CO-LE! —Exclamó la última vez, torciendo a la izquierda y encontrándosela casi de bruces.
La morena giró la esquina y casi chocó con alguien que no reconoció en un primer momento, hasta que asimiló que aquel grito era su nombre. Después de trastabillar hacia atrás, levantó la vista para encontrarse con un Derek furibundo. Intentó poner su mejor cara de niña buena.
—¿Qué? Ya iba para el motel... Como puedes comprobar. —Dijo, pues solo tenía que torcer aquella esquina.
El vampiro no dijo nada, simplemente la sujetó del brazo con fuerza e hizo que avanzara a paso ligero, casi a su ritmo, de vuelta al motel. Estaba bastante cabreado pero no iba a ponerse a chillar en mitad de la calle (Aunque ya lo había hecho), así que no medió palabra hasta que llegaron al mismo, soltándola de forma brusca en el interior de la habitación doble que por desgracia les había tocado compartir.
—¿Te crees que soy tu niñera, acaso? ¿Te crees que no tengo nada mejor que hacer que patearme la puñetera ciudad buscándote? —Exclamó ahora sí, con bastante recelo y con un mosqueo considerable, por no decir más.— ¿Me escuchas cuando te hablo o sigues creyendo que vives en un cuento de hadas, mocosa?  ¡Sabes lo que hay ahí fuera, y tienes el nervio de salir sola! ¿Tienes ganas de morirte de nuevo o qué? —Recriminó, cruzándose de brazos mientras alzaba la voz. Cualquiera que estuviera afuera podría creer que era un padre o hermano regañando a la menor, pero si por él fuera se desharía de ella en seguida. Y en verdad podría hacerlo, coger el petate y largarse, sin embargo, no lo hizo.
—¡Aaauch...! —Nicole se quejó cuando la agarró del brazo de aquella manera tan brusca y empezó a tirar de ella para que reanudara el camino, bastante más rápido de lo que ya iba antes. Siendo prácticamente arrastrada por Derek, se esforzaba en disminuir en lo posible los tropiezos con sus propios pies. Cuando llegaron al lugar y ya en el interior de la habitación, la chica se frotó el brazo, pensando que al día siguiente seguramente le saldría algún cardenal, aunque fuera leve. Era la primera vez que lo veía tan cabreado con ella, y además pensaba que estaba siendo bastante exagerado con la situación. Solo había salido a dar una vuelta y ni siquiera se había alejado de la zona donde estaba el motel.— ¿Te andas quejando día y noche de la enooooorme carga que te resulto y ahora me vienes con estas? Pues chico, no hay quien te entienda. Y ya soy mayorcita para salir si me da la gana a dar un paseo. Cualquiera dirá que me he ido al quinto pino yo sola... ¿Esperas que me quede encerrada aquí mientras tú te vas por ahí solo, o qué? ¡Si tanto te molesto pues te largas, que parece que lo estás deseando siempre! —Dio media vuelta, entre avergonzada, desconcertada y enfadada, para encerrarse en el diminuto cuarto de baño, pegando un buen portazo.— ¡Ea, ya tienes la excusa! ¡Adiós muy buenas!
—¡Mira niña, las normas están para cumplirlas! —La señaló con uno de los dedos en pose acusatoria, alzando más la voz para hacerse oír sobre la de ella.— Si te digo que no sales, no sales. Y créeme, en comparación con lo que te puedes topar yo estoy siendo incluso amable. —Arqueó una ceja ante sus acusaciones, las cuales dichas por su boca le parecían más bipolares e inestables que otra cosa, pero lo que le sorprendió fue que se encerrara en el baño como si la culpa fuera de él, y no de ella. «¿Pero esa criaja de qué va?» pensó para sí. Gruñendo con bastante molestia e intensificando así su enfado, Derek dio una patada a la pata de la cama, partiéndola, obviamente, haciendo que el suelo se llenase de unas cuantas astillas.— ¡Pues que te den, niña! ¡A ver cuánto duras viva sin mí! —Y dispuesto a irse, se acercó hasta su propia mochila, se la echó al hombro y salió dando un portazo mucho más fuerte que el de ella, sacando de su sitio las bisagras (Más bruto, y no nace).
Nicole frunció los labios, completamente enfadada y con el pulso desbocado por la situación. Se sentó sobre la tapa de la taza del cuarto de baño, sobresaltándose al oír el portazo que pegó el vampiro al salir. Suponía que había recogido sus cosas y aceptado la "invitación" a irse y deshacerse de ella. Esperó unos segundos, en silencio, y estando segura de que había quedado sola se puso en pie y salió a la habitación para corroborar lo que ya sabía. Que se había vuelto a quedar más sola que la una, con una mano delante y otra detrás. El enfado, claro, fue sustituido por una enorme sensación de soledad y angustia por verse sin nadie, así que las lágrimas agolpadas en sus ojos comenzaron a rodar mejillas abajo. Sollozó mientras se limpiaba con el borde de la manga del jersey, que había estirado con los dedos fuera de la chaqueta.
Puede que estuviera muy cabreado, y con ganas de matar a alguien (Literalmente) pero no estaba sordo, y cuando estaba recorriendo el pasillo para salir al exterior, varios sollozos le llegaron a los oídos, haciéndole fruncir el ceño nada más oírlos, y sin percatarse, le hizo detenerse y ladear el rostro.
—¿A qué coño se pone a llorar ahora? —Preguntó al aire, como si se estuviera preguntando a sí mismo, sin entender para nada el comportamiento que estaba teniendo la joven. «Primero se va a su aire en plan "esto es jauja", luego me recrimina "no se qué”, me grita, se encierra en el baño y luego se pone a llorar inexplicablemente», pensó Derek, cuando el cabreado ahí era él. Inspirando profundo, muy, muy profundamente para no volver a golpear algo, volvió sobre sus pasos.— Que alguien me explique porqué soy tan gilipollas. —Entonces sí que se lo dijo a sí mismo, sin saber muy bien porqué volvía a esa condenada habitación, apoyándose en el quicio de la puerta a escuchar.
La joven Nicole trató de calmarse y poner orden a sus pensamientos. Ya había pasado una temporada en la calle y más o menos se las había apañado sola de aquí para allá. Tal vez podría volver a acostumbrarse y salir del paso. La pega era volver a encontrarse en una situación como en la que Derek la vio por primera vez, y no solo eso, se había acostumbrado a la presencia del vampiro, que le resultaba tan tranquilizadora. Además, tampoco podía negarse que durante aquel mes y poco de convivencia le había cogido no solo confianza, también cariño. Se limpió las mejillas y se encaminó a la puerta en disposición de salir tras él, aunque no esperaba encontrarle ya. La chica pensó que en realidad se habría esfumado con su super-velocidad vampírica bien lejos. Por ese motivo le sorprendió que al abrir la puerta estuviese ahí parado. Le tembló el labio y se decantó en esconder ese gesto abrazándose con fuerza a él.
Derek iba a irse en cuanto escuchó que había dejado de llorar y que recogía, pero justamente cuando se movió para erguirse y separarse de la puerta, vio a la bruja salir del interior de la habitación, con los ojos vidriosos y rojos de haber llorado. Incluso pudo ser testigo de como tuvo el amago de volver a llorar, pero lo disimuló abalanzándose sobre él, lo que le hizo soltar un bufido y hacer una mueca de disconformidad. No le gustaban esos gestos de afecto, pues nunca los había experimentado, y mucho menos sabía qué debía hacer en esos casos, así que soltando un resoplido le dio un par de palmadas en el hombro.
—O dejas de llorar o me voy, tú verás lo que haces. —Le advirtió para que dejase ya el drama y se comportase, porque se estaba sintiendo incómodo por momentos.
La joven bruja sorbió los mocos antes de separarse y soltarle, intentando aparentar que ya era una mujer y no estaba llorando. Para nada. Aunque más bien era un "proyecto de". Parpadeó varias veces con rapidez para despejar la vista empañada antes de hablar, haciéndose la digna.
—¡Que no estoy llorando! —Después de la protesta hizo una pausa breve, no sabía qué decir exactamente pero se sentía bien al ver que no se había marchado.— Te has cargado la pata de la cama. —Se hizo a un lado para que lo viera, aunque en realidad esperaba que pasara al interior y cerrara la puerta tras de sí, quedándose con ella.
Volvió a inspirar cuando la pequeña bruja por fin se separó de él, puede que fuera arisco en ese aspecto pero prefería que se comportara, y guardara la compostura.
—No, claro que no. —Se burló, dibujando una delgada sonrisa al ver cómo intentaba aparentarlo de esa forma tan pobre. Al apartarse, ladeó el rostro hacia el interior de la habitación, mirando la pata de la cama, sin inmutarse siquiera, no era más que un mueble.— Y la puerta. —Señaló la misma con un gesto de la cabeza, se podían ver varias bisagras fuera de su lugar, sin embargo no se movió del sitio, ni tenía pretensiones.
—¿Piensas quedarte ahí plantado o qué? A este paso amanece y te chamuscas... —Dijo, al ver que se quedaba en la puerta. Si no hubiera comentado él que la puerta también estaba rota, las bisagras a medio descolgar más bien, Nicole se hubiese apoyado en la misma. Se limitó a cruzarse de brazos y esperar a que hiciera o dijera algo más.
Derek resopló, negando con el rostro con cierta resignación, pasando por al lado de ella pero poniéndole la mano en toda la cara a propósito, a sabiendas de que la iba a molestar, aunque podría tomarse por un gesto curioso e irónicamente  "cariñoso" o de "cierto afecto". Tras eso, entró de nuevo en la habitación, dejándose caer en la cama que había salido sana y salva de la furia momentánea del vampiro con anterioridad.
—Quiero dejar claro que no habrá próxima vez, mocosa. A la siguiente vez que salgas a la aventura de noche, cuando vuelvas yo ya no estaré, quedas avisada. 
—¡Aaarrgh! ¡Quita! —Con ambas manos aferró su muñeca para que dejara de taparle la cara al pasar por su lado, entrando de nuevo en la habitación. Pero fue lista, y aprovechó para sonreír mientras justamente la mano del vampiro ocultaba su semblante. Lo siguió con la mirada entretanto cerraba la puerta, para encaminarse luego a la cama, pues era la única que había en la habitación, y por fortuna era grande. Se tiró, literalmente, sobre el colchón, haciendo rebotar levemente los muelles, y luego se quitó los botines y los lanzó por ahí en el suelo. Quiso replicar a sus palabras, pero sabía que era mejor mantener la boca calladita, al menos por una vez, y asintió a regañadientes.— Oído cocina...
—Bien... —Cruzó los brazos tras la nuca, con la vista al techo, pensativo. Obviamente no podía estar encima de ella ahora que lo pensaba en frío y detenidamente. Y tampoco iba a estar con ella toda la vida, pues aquella "alianza" era temporal, y el vampiro en cualquier momento tiraría por su lado, porque así sus intereses lo necesitaran, porque algo fuera mal o simplemente por elección propia.— Nicole, ¿Qué sabes de defensa personal? —Preguntó de repente, a sabiendas de que no venía a cuento, y que probablemente la adolescente no supiera más que dar patadas o puños al aire sin control alguno.
—¡Eeeecha para allá, no te acomodes toda la cama para ti! —Trató de empujarle con los brazos y acomodarse ella misma en su lado, quedando también boca-arriba.— ¿Eh...? ¿Defensa personal? —La pregunta le extrañó un poco, si aquella vez cuando la encontró tuvo que salvarle el culo, podía deducirse que no sabía nada. ¿Morder y arañar contaba? Suponía que no... Y su magia... bueno, no sabía controlarla bien todavía y el vampiro no podía ayudarla con eso.— Uhmm... Supongo que no mucho... ¿Por?
El vampiro se echó a un lado cuando Nicole le empujó, pero no porque ella tuviera la fuerza suficiente, sino para no oírla; pues a la bruja al usar aquel tono de voz, le salía una vocecilla muy aguda que al vampiro le crispaba los nervios. Aunque poco duró tumbado. A los pocos segundos de obtener su respuesta se levantó, poniéndose en pie.
—Ahueca el culo, vamos. —Le instó con un gesto de la mano a que se levantara, con cierta insistencia.— Venga. 
—¿Para qué...? —Se quejó, ya había conseguido una postura de lo más cómoda y no le apetecía levantarse e ir por ahí.— Te prometo que no me voy a mover de aquí mientras estés fuera. Si ya me voy a dormir... Tú vete a cenar tranquilo, o lo que sea... —Le señaló la puerta con un gesto vago de la mano y se removió a gustito en la cama con pretensiones de cerrar los ojos y descansar.
—He dicho que arriba. —Al final terminó tirando de ella, cogiéndola del tobillo para deslizarla por la cama y obligarla así a que pusiera el otro pie en el suelo si no quería caerse de bruces.— Quiero enseñarte unas cosas. Y como no te levantes, serás tú mi cena, no te lo diré dos veces. —Musitó con tono imperativo y que no aceptaba un "no" por respuesta, aunque la joven bruja siempre se saltara sus advertencias a la torera, para variar— ¡Vamos! ¿Te pesa el culo? 
Cuando la arrastró del tobillo, Nicole soltó un agudo y corto alarido, obligada a poner el otro pie en el suelo para que le sirviera de apoyo hasta que pudo ponerse en pie.
—Vaya maneras tienes tú de levantar a la gente... —Remugó negando con la cabeza levemente. Se giró para mirarse el trasero, sopesando unos segundos el tamaño.—¡Deja mi culo en paz! ¿Se puede saber qué me quieres enseñar que no puede esperar a mañana?
—Si cada vez que gritases con ese pito que tienes me dieran un dólar, sería millonario. —Protestó, soltándola y cruzándose de brazos viendo cómo se levantaba, observando luego el reloj ante sus protestas. El vampiro seguía sin acostumbrarse a que hacían vida diferente, que cuando ella dormía, él no, y viceversa; aunque él no era de echarse mucho a "dormir" que se dijera.— Bah, déjalo. Duérmete de una vez y mañana ya hablamos. —Decidió dejarlo para el día siguiente, aprovechando que no podía salir durante el día y que la joven al estar más descansada, protestaría menos y le prestaría más atención. Se apoyó entonces en una de las paredes, dispuesto a quedarse así hasta que la susodicha cayera profundamente dormida. Luego se escaparía un rato para alimentarse, antes de volver y pasar el resto de la noche rondando por la habitación.
—Arrrrgh... —Ella levantó ambas manos, gesticulando con los dedos haciendo de garra como si quisiera retorcerle el pescuezo en el aire.— ¡Para eso me haces levantarme! ¡Yo te mato! —Volvió a dejarse caer sobre la cama e intentar buscar la postura que tenía antes, sin lograr encontrarla con la misma exactitud.— ¡Apaga! —Solicitó, refiriéndose a la luz para poder dormirse tranquila, sabiendo que cuando lo hiciera el vampiro seguramente haría alguna de sus escapaditas como en noches anteriores había hecho. Cerró los ojos y suspiró, esperando encontrar el sueño pronto, pero antes de hacerlo, tuvo algo más que decir aquella noche. Apenas fue un susurro, pero él iba a escucharlo perfectamente.— ... Gracias por quedarte y no dejarme sola... Buenas noches.
—Deja de gritar ya como una descosida. —Replicó Derek en cuanto le chilló, acercándose al interruptor para apagar la luz y así salir al pasillo, del que no iba a moverse en toda la noche. ¿Medidas preventivas? Podía ser. Justo cuando salía escuchó sus últimas palabras, lo que le hizo detenerse y mirarla unos segundos de soslayo. No dijo nada al respecto, al menos por el momento, pero terminó sentenciando la conversación con un «Descansa» simple y escueto. Salió al exterior y pasó allí lo que restaba de noche, volviendo a entrar ya inevitablemente al alba, protegiéndose del sol bajando las persianas hasta la mitad, lo suficiente para mantener la estancia semi iluminada, pero que no le afectara el sol.
La joven Nicole no tardó mucho en despertar cuando el vampiro hizo ruido con las persianas y las cortinas para que el sol no incidiera directamente en la habitación. La muchacha farfulló algo para quejarse, pese a que no se le entendió un pimiento, mientras rodaba por la cama con la intención de darse la vuelta y seguir durmiendo a pierna suelta. La chica era un nervio incluso estando dormida, y durante la noche croqueteaba y pateaba entre las sábanas. Mucha suerte tuvo de que la cama, con una de las patas astillada y prácticamente rota por culpa de Derek y su enfado, aguantara aquel traqueteo y su peso. Suerte, que se terminó esa mañana al moverse, cuando la pata hizo "CRACK" y la cama hizo "PLUM", quedando totalmente desnivelada. Aquello obviamente despertó a Nicole de golpe, que se incorporó del susto ahogando un grito.
El vampiro la observaba sin entender cómo era capaz de moverse tanto, y de ser un torbellino hasta dormida. Pero no duró mucho buscando una respuesta, pues al escuchar el "crack" y al vislumbrar la escena de la cama desnivelándose haciendo que la joven bruja, prácticamente, rodase a uno de los lados con riesgo a precipitarse contra el suelo si no se despertaba y le ponía remedio, le hizo reírse a carcajada limpia sin poder evitarlo. La cara de espanto de Nicole, sumado a aquellos pelos matutinos con los que se había levantado, eran la mejor escena cómica que Derek había visto en años, sin contar ese grito ahogado como si se acabase el mundo. Todo aquello le hizo reírse largo y tendido un buen rato.
La muchacha se calmó enseguida al mantener el equilibrio, incorporada en la cama desnivelada. Arrugó el ceño y  frunció los labios en un mohín, ofendida porque el vampiro estallara en una carcajada. Cogió el almohadón que no había rodado al suelo y se lo lanzó a Derek.
—¡No tiene gracia so cenutrio! —Exclamó, pensando que él había tenido algo que ver con que la pata se hubiese terminado de partir en ese momento. Se le empezaba a contagiar la risa y cuando no pudo contenerla se abalanzó fuera de las sábanas para coger el almohadón del suelo e iniciar una guerra de almohadas, dando rienda suelta a la niña que aún llevaba en el interior.
Obviamente Derek esquivó la almohada con un simple giro del brazo, devolviéndola a su origen, cayendo al lado de la cama y de la joven bruja, la cual le miraba ofuscada por su risa, pero es que la escena había sido demasiado cómica como para no deleitarse con ella. Viendo sus intenciones, se acercó a una velocidad alarmante y la sujetó de la muñeca para que no le volviera a dar con la almohada, o que lo intentara mejor dicho.
—¿En serio crees tener puntería como para darme? —No sonaba amenazante ni mucho menos, ni era una advertencia. Solo estaba destilando su soberbia con una amplia sonrisa en el rostro, queriendo así darle continuidad a la escena cómica que se había desarrollado. Naturalmente, él hacía décadas que había dejado de ser un niño, pero eso no era motivo para saber que aunque fuera mínimamente, se estuviera divirtiendo un tanto con la misma, otra cosa es que fuera a reconocerlo abiertamente.
Pese a que llevaba algo más de un mes pegada día y noche a Derek, todavía no se acostumbraba del todo a aquellos movimientos tan rápidos propios de un vampiro, en los que apenas podía seguirle con la mirada. Cuando la cogió de la muñeca tardó un par de segundos en asimilar qué había sucedido y luego se relajó otra vez, volviendo la cara para mirarle y reparando entonces en aquella altanería tan característica de él. Sujetó con fuerza el almohadón que tenía entre los dedos y cuando tuvo la ocasión, o mejor dicho, Derek se la concedió, intentó por todos los medios golpearle con él. Obviamente no lo consiguió, no tenía la menor oportunidad si Derek usaba su velocidad vampírica, pero aún y así Nicole se lo estaba pasando en grande correteando por toda la habitación, saltando por encima de la cama y sorteando el resto de muebles, almohada en mano mientras le perseguía. Cuando le tenía cerca intentaba darle un cojinazo, pero siempre la esquivaba sin dificultad y era ella quien se llevaba el golpe de almohada. Tras un buen rato se dio por vencida, jadeando por el esfuerzo.
—¡No es justo! Tú eres mucho más rápido... Y haces todas esas cosas... —Gesticuló con las manos, refiriéndose a las llaves y movimientos que había usado Derek para deshacerse de ella y volverle en contra sus oportunidades de golpearle.
Derek esquivó todos y cada uno de los golpes, devolviéndoselos pero sin desmesurada fuerza, por supuesto, o de lo contrario la chica podría salir herida y no le apetecía estar escuchando sus reproches luego. Una vez Nicole se hubo cansado de perder el tiempo, el vampiro volvió a reírse a carcajadas, sentándose en una silla de la estancia con ambos brazos cruzados.
—De eso quería hablarte anoche, precisamente. De los vampiros. —Concretó él, esperando que la joven pusiera atención a lo que pretendía explicarle.
Nicole soltó el almohadón sobre la cama, que como seguía desnivelada por la pata rota lo hizo rodar al suelo. La joven rebuscó en el interior de su mochila, entre sus pocas pertenencias, para sacar el cepillo de dientes y la pasta. Se metió en el cuarto de baño pero no se molestó en cerrar la puerta para poder escuchar lo que decía el vampiro.
—¿Dfe fos fpfamvfiros? —Preguntó con la boca llena de pasta de dientes y moviendo con energía el cepillo para limpiarlos. Luego escupió en el lavabo, abrió el grifo y se enjuagó bien.— ¿Qué más tengo que saber? —Preguntó, secándose la boca con el dorso de la mano y girándose para mirarle desde allí.
Él la siguió con la mirada sin inmutarse, esperando a que terminara lo que tuviera que hacer para seguir hablando. Aunque no entendió porqué había ido a lavarse los dientes si ni siquiera había desayunado, pero no dijo nada al respecto y solo esperó. Una vez hubo terminado y la muchacha había salido, ladeó el rostro hacia ella.
—¿Qué harías si de noche te encuentras con un vampiro? —Cuestionó, queriendo saber qué respuesta le daría, para así saber por dónde seguir a continuación. Aunque conociéndola, se esperaba que le soltara alguna absurdez como el típico Spray de Pimienta, o la patada en la entrepierna; cosas que para un hombre normal podían valer, pero a un vampiro era como hacerle cosquillas, sinceramente.
Una vez tenía ya el aliento fresco después de haberse cepillado los dientes, desayunara o no, comenzó a pasarse los dedos por el cabello despeinado durante la noche. Al llevarlo corto, le era más fácil la tarea, lo más complicado era poner el flequillo en su sitio, como a ella le gustaba. Mientras se dedicaba a peinarse, se apoyó en el quicio de la puerta del cuarto de baño, para continuar la conversación. Intentó imaginarse la escena: de noche, ella sola por alguna calle de mala muerte, un vampiro salido de la nada con intención de chuparle hasta la última gota de sangre. No le costó mucho imaginar también el resultado: Al espíritu de Nicole le salían unas alitas preciosas en la espalda y de lo más útiles para subir al cielo.
—Supongo que intentaría dejarlo K.O. con magia y salir por patas...
—Ya veo... —Tuvo que contenerse para no hacer un “FacePalm” en toda regla. Inspirando profundo se frotó el puente de la nariz con los dedos mientras se levantaba. En el ámbito de los poderes de la muchacha, Derek no podía hacer nada pero en defensa personal tal vez sí.— Contando con que le aciertes, lo cual pongo en duda... Los vampiros somos muy rápidos como has podido comprobar. Y he de decirte que antes estaba yendo incluso lento en comparación con los demás. —Fue tanteando el terreno que quería abarcar esperando que ella captase la idea de donde iban los tiros, volviendo a mirarla esa vez con el semblante acorde con la seriedad de la situación.— ¿Me sigues? 
—Antes no utilicé la magia, listillo. —Protestó la joven, buscando donde sentarse y descartando la cama desnivelada. De todas maneras todavía no controlaba su don cuando le venía en gana, normalmente se daba cuando se encontraba en peligro. Lo único que sabía con seguridad es que era afín al elemento aire, ya que siempre que usaba magia el viento tenía que ver. Si lograra controlarlo seguramente podría defenderse muy bien, por muy rápido que fuera el vampiro, pero hasta entonces... Arqueó una ceja y respondió afirmativamente, aunque era más por no parecer una estúpida que porque supiera al cien por cien a donde quería llegar Derek.— Ehmms... ¿Sí?
—Por mucho que uses o no la magia, probablemente para la mayoría de los casos no servirá. —Pese a que llevaba un mes con la joven bruja, no había visto todavía los poderes de la misma más que una vez, y tampoco es que quisiera indagar mucho en  aquel ámbito, pues mientras no los usara contra él, le era indiferente lo que ella supiera o no hacer, o lo que pudiera llegar a ser capaz de hacer. Caminaba a su lado, o mejor dicho, alrededor de ella, como un buitre que acecha a su presa, pero más bien solo estaba observándola, analizando sus facciones, entendiendo que ella no sabía de lo que él intentaba hablarle.— A ver… mocosa, yo no voy a estar contigo toda la vida. —Comentó, dando a entender de ese modo que podía llegar el día en el  que él, por lo que fuese, se fuera por su propio lado, cosa que podía pasar en cualquier momento.— Tendrás que saber defenderte sin que yo esté cerca, y sin tu magia. ¿No te parece?
La joven giraba el rostro a un lado y a otro a medida que el vampiro daba vueltas a su alrededor, perdiéndole de vista únicamente cuando se situaba a su espalda. Puso los ojos en blanco momentáneamente cuando se dirigió a ella como "mocosa", sin embargo no le interrumpió, pues quería llegar al fondo del asunto ya. Tampoco le hizo gracia que le recordara que él no iba a estar siempre con ella. Ya imaginaba que en algún momento sus caminos se separarían, aunque Nicole esperaba que fuese más tarde que temprano. Y aquello también se lo calló, tal vez porque le daba vergüenza admitirlo.
—Hmm... ¿Y pretendes enseñarme tú...? —Se aventuró a preguntar, adivinando una respuesta.—
—Exacto. —Asintió el vampiro, situándose frente a ella una vez hubo captado (¡Por fin!) la idea que él le estaba proponiendo. Y aunque no le leyera la mente, se percató de la mueca de desagrado con el tema, que lo asoció a la vagancia que le debía dar tener que hacerlo, y no a que no le hiciera gracia el separarse en un futuro y tomar caminos diferentes.— Para poder tener una posibilidad con un vampiro, necesitas pensar como uno, saber sus puntos débiles, como actúan en combate, en qué se fijan cuando están peleando… factores que pueden marcar la diferencia. —Fue enumerando con los dedos según iba nombrando, esperando que la joven no se agobiase antes de empezar.
Nicole no tenía ni idea de los puntos débiles que podía tener un vampiro, a parte del sol y de las estacas de madera. Había estado observando a Derek desde que se conocieron y nunca le había conseguido sacar ninguna otra debilidad. Pero aquella especie de instrucción le pareció una gran idea y ya tenía ganas de empezar. En su mente ya empezaba a fantasear pateando culos de vampiros "malos", al estilo Buffy la Cazavampiros, solo que en versión morena.
—Vale, pueeeees... tú dirás. Además del sol y las estacas no sé ninguna otra cosa.
—Bueno… hay más cosas, la verbena por ejemplo.—Mencionó Derek aquel endemoniado hierbajo, el cual por suerte no había sufrido personalmente pero si había visto sus efectos y sabía cómo funcionaba.— Luego tienes que tener en cuenta que ningún vampiro es noble, ergo… —En un rápido y fugaz movimiento se colocó tras la bruja, llevando una de las manos a su mentón y alzándolo para estirarle el cuello, susurrándole al oído.— No atacamos nunca de frente. —Concluyó la primera lección, dando unos segundos a la joven para que la comprendiera antes de soltarla, y viera por donde iban los tiros, sonriendo por el posible susto que se había debido llevar por aquello.— Tienes que anticiparte a sus movimientos.
La Nicole adolescente apuntó en su memoria aquel dato sobre la hierba, nunca había oído hablar hasta el momento pero de seguro que le podría sacar partido de ahí en adelante. Se sobresaltó, ahogando un grito, cuando el vampiro se colocó a su espalda, de manera tan veloz, y la sujetó del mentón, obligándola así a estirar el cuello. Tragó saliva lentamente antes de que la soltara. En ese momento no sabía qué hacer para defenderse, sin duda era una postura muy vulnerable para ella y si lograban cogerla de esa forma podría darse por muerta.
—¿Y cómo se supone que voy a hacer eso? No tengo ninguna posibilidad... —Dijo, resignándose incluso antes de haber empezado la instrucción. Además, le estaba dando vueltas a algo desde que Derek lo había mencionado: ningún vampiro era noble. Bueno, quizá noble no era la palabra, pero Nicole tampoco le consideraba a él vil y ruin como podían ser otros, al fin y al cabo la estaba ayudando.
—Anticípate. Un vampiro no se va a molestar en dar el 100% de sí mismo con una humana, somos arrogantes y engreídos, brujita. Tirará a lo fácil, finta y colocarse a tu espalda, simplemente tienes que estar pendiente de sus gestos. Estos te dirán cuándo va a moverse. Solo tienes que darte la vuelta en el momento oportuno para golpearle. Así ganarás tiempo confundiéndole para atacarle con tus poderes. O apuñalarle con algo compuesto de madera. —Explicó detalladamente realizando él mismo los gestos con el cuerpo. Concluyó la explicación deteniendo su dedo en su propio pecho, donde se suponía que poseía el corazón que hacía décadas que dejó de latir de forma natural.
La chica escuchaba atentamente cada palabra que salía de boca del vampiro, imaginando la situación en su propia mente, pero esa vez de manera más real y menos fantasiosa que antes. Derek lo hacía sonar como si fuera lo más sencillo del mundo pero no era tan necia, Nicole sabía perfectamente que aquello, si es que lo lograba, le iba a costar bastante. No obstante, también entendía que si conseguía anticiparse y luego contraatacar con su magia nadie lo esperaría y sería su gran ventaja. Cuando terminó la explicación ella se agachó al lado de la cama, desnivelada todavía, para recoger un pedazo de astilla de la pata que se había roto, que el vampiro había roto más bien. Se adelantó un par de pasos para ganar espacio y poder moverse libremente, practicando el giro lentamente unas cuantas veces, estaca improvisada en mano.
—¿Así? —Preguntó, mirando hacia él. Obviamente lo hacía bastante torpe, puesto que ni siquiera colocaba bien los pies.
Él alzó una ceja mientras la veía practicar dicho movimiento, con la mano en el mentón y negando con la cabeza, observando que ni siquiera movía los pies, solamente el torso, como si fuera una estatua que no tenía más movilidad de la requerida.
—Eh... una pregunta, ¿Eres un clip de Playmobil? —Cuestionó con mofa en la voz, agachándose para agarrarla del tobillo y hacer que lo retrocediera hacia atrás, pudiendo girar entonces más con la cintura y poder efectuar el movimiento con mayor facilidad, y aguantar así el equilibrio, además de que iba con más fuerza.— Cuando vayas a girar retrocede el pie del mismo lado con el que vayas a efectuar el golpe, abarcarás más espacio de impacto y éste irá con más fuerza.
—¿Un clip de qué...? —Sabía que se estaba burlando de ella pero no sabía a qué hacía referencia, pues en su infancia no había jugado con esa clase de juguetes. De su infancia recordaba el Tamagotchi y en ese momento pensó que seguramente Derek la viera a ella como uno de esos, solo que de carne y hueso. "Qué triste..." pensó para sí, haciendo una mueca rara que probablemente el vampiro si la miraba no entendería a cuento de qué. Dejó sus cavilaciones atrás para bajar la vista y atender a cómo debía moverse para perfeccionar el movimiento. Permitió que él le moviera y acompañara el deslizamiento del pie, mientras ella giraba con el resto del cuerpo para practicar, con la madera de la pata en alto y clavándola en el aire de forma lenta, sin energía. Volvió a mirar al vampiro, que seguía dándole indicaciones sin siquiera haberse puesto en pie ni mirarla directamente a la cara, por lo que Nicole alzó una ceja y dibujó una sonrisa traviesa mientras estrechaba los párpados. Tenía algo en mente. Durante todo el tiempo que llevaba con él le era casi imposible pillarle desprevenido y con la guardia baja, así que aprovechó ese momento. Sabía que no llegaría muy lejos antes de que él se percatara, pero de todos modos se lanzó a intentar golpearle e iniciar prematuramente la instrucción práctica.
Una vez terminó de posicionarle el tobillo, Derek fue a levantarse cuando sintió que los músculos de Nicole se ponían en tensión; solo que el vampiro lo atribuyó al contacto físico, que estuviera asustada o que a esas alturas de la película aún le pudiera tener algo de miedo. Sin embargo su instinto y su fino oído le hicieron cambiar de parecer en cuestión de segundos, cuando escuchó cómo Nicole se movía para intentar golpearle ahora que estaba "entretenido". Alzando una de las manos sin ni siquiera mirar, la cogió de la muñeca con la que le iba a asestar el golpe, retorciéndosela al erguirse y ponerla de espaldas a él, apoyada en su propio pecho, dejándola inmovilizada. No obstante, y curiosamente, no estaba ofendido por aquello, al contrario, estaba sonriendo ampliamente.
—Muy bien... así es como tienes que pensar. En la lucha la honestidad no te sirve de nada, brujita. Tienes que aprovechar cualquier debilidad por muy ruin que parezca.
Cuando le torció la muñeca tuvo que dejar caer la estaca improvisada al suelo, o al final le acabaría rompiendo los huesos y no le hacía ninguna gracia aquella idea ni el dolor que vendría después. A regañadientes y bufando no le quedó otra que posicionarse como al vampiro le vino en gana, no tenía fuerza suficiente para zafarse, naturalmente. No obstante, las palabras que le dirigió la hicieron sonreír con cierto orgullo y precisamente evitaron que se viniera abajo, todo lo contrario, la alentó a continuar. Al verse forcejeando y vulnerable, su magia comenzó a circular y una leve brisa le revolvió el cabello, cosa que hizo que estirara todavía más su sonrisa. Con la mano libre dejó de intentar deshacerse de la sujeción de Derek para poder guiar su magia contra él. Una ráfaga de viento, creado por la bruja y su afinidad con dicho elemento, cada vez más fuerte, trató de empujar al vampiro y así liberarse y continuar el entrenamiento.
Derek sintió una extraña brisa golpearle el rostro, lo que le hizo imaginarse que la bruja estaba comenzando a usar su As en la manga; cosa que obviamente le agradó en sobremanera, pues demostraba que la chica, pese a todo, no era tonta y era bastante rápida estratégicamente hablando. Sin embargo aquello era algo que no iba a admitir en voz alta, no aún porque le quedaba un largo camino por recorrer y no era conveniente alentarla más de lo debido o se relajaría, y eso era lo que precisamente él no quería. La brisa se acentuó más a cada momento, hasta un nivel que se volvió inaguantable hasta para él, por lo que terminó separándose para soltarla, dando unos cuantos pasos hacia atrás y alzando una de las manos en horizontal, realizando un gesto con los dedos, instándole así con cierta pose burlesca a que contraatacara.
—Demuéstrame que tienes lo que hay que tener... "Mocosa”. —Pese a que no era una pelea de verdad él intentaba desconcentrarla y que diera todo de sí a la vez sin que se cortara un pelo, pues solo así a la larga es como se aprende: Con experiencias reales y no ficticias.
La joven Nicole se concentró todo lo que pudo por hacerle recular y cuando consiguió liberarse giró rápidamente sobre sus propios talones para encararle y no perderle de vista en la medida de lo posible, porque cuando usaba aquella velocidad vampírica los ojos de la chica no estaban capacitados para seguirle. Jadeó levemente por el esfuerzo que había hecho, ya que no estaba acostumbrada a usar su descontrolada magia y consumía sus energías más de lo que a ella le gustaría. Fijó sus ojos marrones en el vampiro y ladeó el rostro cuando le escuchó hablar. "Bienvenidos a Matrix" recitó de manera mental, al ver la postura que tomaba él y la forma en que movía los dedos para invitarla a proseguir y atacarle, ya que le había recordado a uno de los personajes protagonistas de la trilogía de cine y una escena en concreto. Buscó con la mirada la astilla de la pata para volver a tomarla entre sus manos y abalanzarse contra él otra vez, emitiendo una gruñido mezcla de júbilo, diversión y afán de invocar algo más de arrojo.
Aguardó a que la joven bruja atacara, sonriendo con aquella delgada línea socarrona que llevaba dibujada en los labios, hasta que, con estaca en mano, la tuvo delante. Sin embargo esa vez iba a engañarla y no posicionarse detrás, sino que atacó de frente, desviando el brazo de la joven que portaba el arma con un movimiento circular del brazo, para luego posicionar la mano en su pecho mientras enredaba una de las piernas entre las suyas. ¿Conclusión? pequeña bruja al suelo de espaldas, pues lo que le había hecho no era más que una mera zancadilla.
La adolescente se impulsó hacia adelante, ayudándose de la cama desnivelada que en ese momento se situaba entre ambos, pues la habitación no era demasiado grande. Cuando llegó a él estaba preparada para dar el giro e intentar golpearle pero de pronto se vio con la espalda en el suelo e inmovilizada. Se la había jugado, no obstante eso no la enfadó. Estaba aprendiendo más cosas, para poder desenvolverse en situaciones diferentes. Desde allí sabía que no conseguiría vencerle, así que aprovechó que su don había aparecido para continuar haciendo uso del mismo y, otra vez, empujar a Derek con una fuerte corriente de aire para liberarse, ponerse en pie y atacar otra vez.
El vampiro volvió a separarse por aquella impulsiva ráfaga, desplazándose hacia uno de los lados de la bruja. Pretendía enseñarle a luchar desde todos los flancos posibles, a defenderse de todas las probabilidades de ataque que pudiera sufrir, y adquirir la velocidad y agilidad necesaria como para plantar cara y huir victoriosa.
                                                            * * *
Volviendo al presente, Derek observaba a la actual bruja mientras ella atendía las mesas de su propio local. Mucho había llovido desde entonces, demasiadas tormentas vividas, y sin embargo... ¿Por qué seguía allí? Ni él mismo lo sabía, o directamente quería saberlo. Simplemente se quedó allí sentado, sobre la azotea, como un fantasma. A la espera de que algo sucediese y requiriese su acto de presencia.
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dicolediaries-blog · 9 years
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Recuerdo (I)
Al llegar se llevó las manos a la cabeza, literalmente, conmocionada por lo que vio. Las luces estaban encendidas, había cristales por todas partes. Habían reventado la puerta y varias ventanas. Accedió al interior para ver que aquello no estaba mucho mejor, naturalmente. Mesas y sillas volcadas, algunas rotas. Gran parte de la cristalería y las botellas estaban también tiradas por el suelo. 
Cuando se acercó a la caja pudo comprobar que se habían llevado el dinero, y al girarse y aproximarse a la caja fuerte, se cercioró que también la habían abierto y robado el contenido, los pocos ahorros que había conseguido de los beneficios del bar desde que lo abrió. Nicole ignoraba que los atacantes habían aprovechado aquella noche en dar rienda suelta a su salvajismo y euforia tras la muerte de Francesca Correa y sus seguidores.
Como cada noche, Derek había salido nada más ponerse el sol para disfrutar de los placeres que esas horas aguardan. Y uno de ellos era el ir al bar de la brujita a la que con tanto ahínco se implicaba en molestar, y en hacer su vida un infierno como si de un juego se tratara. Caminando hacia el Barrio francés se topó a las afueras a un grupo de tres humanos, con muy malas pintas, corriendo como descosidos con una mochila negra en la mano. Frunciendo el ceño ladeó el rostro cuando pasaron por su lado, lo que le hizo sonreír de una forma casi maquiavélica. Sin comerlo ni beberlo, ya tenía la cena servida. 
En un imperceptible y fugaz movimiento se posicionó delante de los tres hombres, llevando la mano al cuello de uno y atrayéndolo a sí mismo, para hincarle el diente, literalmente, succionando toda la sangre que quiso y más en menos de dos minutos, dejándolo casi al borde de la muerte sobre el suelo. El frenesí que había sentido le hacía querer más, y repitió el proceso con el segundo, que estaba paralizado frente a él del miedo. Tras dejar a dos moribundos cerca del barrio francés, se apresuró a ir a por el tercero, que echó a correr con la bolsa en la mano. Derek sonrió con sorna, bufando ante la ignorancia de aquel humano. En un abrir y cerrar de ojos, se posicionó frente a él y como a los otros dos, le tomó del cuello. Sin embargo al percatarse de qué llevaba en el interior de la bolsa, frunció el ceño. Demasiado dinero para un humano mediocre de barrio bajo. Lo había robado y el aroma venía directamente del barrio francés. 
—¿Te gusta saltarte las normas? Bien… porque a mi también. —Fijó la vista en el hombre, influyendo en su mente gracias a su poder por su condición como vampiro.— Devolverás ese dinero, que no es tuyo. Y olvidarás que me has visto. —Tras eso le soltó con cierto desprecio, odiaba a los ladrones con toda su alma, desde bien joven, y si le dejó con vida fue simplemente por asco hacia su persona.
Nicole estaba al borde de la histeria observando los destrozos del local, aquello era casi peor que el propio robo del dinero que allí guardaba. Se había esforzado tanto durante los últimos meses allí, trabajando casi sin descanso, para que en media noche lo arruinaran todo. En aquel momento, girando sobre sí misma y pasando la vista por el mobiliario hecho pedazos y los cristales y charcos que cubrían el suelo, la morena se sentía más sola y desamparada que nunca.
Caminando hacia el Velvet Destiny, Derek no tardó mucho en percatarse de que algo iba mal. Desde la distancia se dio cuenta que los cristales estaban rotos, y que desde el exterior se podía ver cierto desorden. Frunciendo de nuevo el ceño se acercó hasta la puerta, quedándose en el quicio de ésta, analizando su alrededor y el interior del local.
—¿Qué narices ha pasado? ¿Te ha venido la regla y has arrasado con todo o qué? —Comentó, como siempre, con ese tono de burla en la voz mientras daba un paso al interior pisando los cristales y las astillas de alguna pata rota.
Nicole se giró de inmediato al reconocer la voz, y prácticamente respondió a gritos, solo faltaba aquella presencia esa noche para hacerla estallar.
—¿¡Te parece a ti momento para bromear!? ¿¡No tienes nada mejor que hacer que burlarte de las desgracias de los demás!? ¡Porque me parece muy triste, rastrero y cruel!
El vampiro volvió a posar la mirada en la mujer en cuanto le alzó la voz, de aquella forma tan desmesurada y la que nunca había escuchado ni sido testigo.
—¡EH! ¡EH! ¡Te calmas! Que yo no he sido el que te ha hecho esto. Solo intentaba amenizar el ambiente, ¿Vale? —Levantó una de las manos para que dejara de gritarle de esa forma, nunca antes la ha visto así.— ¿Qué narices ha pasado? ¿Le debes dinero a alguien o qué?
La morena apretó los dientes mientras avanzaba entre los escombros y las pocas mesas que quedaban en pie, hecha una furia. Si normalmente sentía un odio exagerado hacia él, en ese momento se elevó a infinito. Había aparecido en el peor momento, aunque de hecho, para él nunca había uno bueno.
—¿¡Que me calme dices!? ¡Vete a la mierda! ¿Qué voy a deberle dinero yo a alguien? ¡Si no conozco a nadie en esta maldita ciudad!
—¡Qué dejes de gritarme, joder! ¡¿Qué coño te pasa?! —Exclamó él, ya perdiendo la poca paciencia que solía tener, y menos con ella. Sin embargo en ese momento le dieron ganas de hacer un millar de cosas para desahogarse, el problema es que se encontraban en territorio neutral, y eso sería desobedecer una de las normas de la ciudad, y no quería problemas.— ¿Te quieres calmar? Solo era una pregunta, amargada.
—¿¡Pero es que acaso estás ciego!? ¿¡No estás viendo lo que han hecho en mi bar!? —Seguía hecha un basilisco, y no era para menos con lo sucedido.— ¿¡Quieres que me ponga a contar chistes y reírme o qué!? ¡Dios...! —Le temblaba incluso la mano cuando la levantó para apartarse el flequillo, volviendo a mirar los escombros. Por mucho que quiso aguantarse no pudo evitar echarse a llorar.— Lárgate de aquí...
Estuvo a punto de cogerla del cuello y hacer que se calmase por sus propios medios., porque de lo contrario como le volviese a gritar, en ese bar iba a sucederse una tragedia más. Sin embargo cuando posó la mirada en ella, Derek terminó descartando la idea al verla llorar. Cosa que le extrañó en sobremanera, porque tampoco la había visto llorar nunca.
—Llorando no vas a recuperar nada, ni consigues nada. Bueno sí, un fuerte dolor de cabeza, como el que me has provocado tú con los gritos de antes. —Comentó pero, curiosamente, no iba con burla. Su voz se tornó neutra mientras la miraba.
La mujer le dio la espalda, no quería que la viera en aquel estado. Se limpió las mejillas con la manga del jersey, aunque seguía con la respiración algo agitada y sollozaba de vez en cuando cogiendo aire. Bien sabía que no iba a lograr arreglar la situación con lágrimas. Sin embargo, se sentía bastante superada con aquello. Su pequeño atisbo de estabilidad estaba en ese momento hecho pedazos, sin contar que el dinero había desaparecido. No tenía a quien recurrir, ni siquiera para desahogarse, y aquello era casi peor.
—¡Que te vayas de aquí he dicho! ¡Que me dejes en paz! Que no te soporto y no tengo fuerzas ya para aguantarte ahora.
El vampiro directamente se dedicó a ignorarla, hasta que no bajase aquel tono que se gastaba ese día con él. Ni siquiera había comenzado a meterse con ella y ya estaba que trinaba. Caminando sobre los cristales rotos, se recorrió el local, olfateando de forma disimulada para intentar captar alguna pista de los que habían estado allí, sin saber muy bien porqué lo hacía. Puede que, como fiel a las normas de Marcel, al ser un lugar neutral se considerara aquello un delito de vandalismo bastante notable, y por eso investigaba. Sacándole de sus propias conclusiones, sintió un hedor "conocido" en el ambiente, casi imperceptible pero estaba ahí... Y coincidía con los hombres que se había encontrado antes de ir al bar.
Naturalmente, la morena frunció ceño y labios para componer una expresión que reflejaba lo desagradable que le parecía aquella presencia, sobretodo en aquel momento. La enfureció ver como no solo no le hizo ni caso, sino que se tomó la libertad de entrar allí y husmear entre los escombros y lo que quedaba en pie. Abrió la boca para replicar, pero aquello le resultó bastante confuso. No obstante, tratándose de Derek y con el pésimo historial que tenían, creyó que tan solo quería seguir molestando.
—¿Se puede saber qué narices haces? Deja de pasearte por aquí y regodearte en mi miseria.
—¿A ti qué te parece? —Cuestionó con impaciencia ya. Le estaba tocando hasta lo que no suena y eso a la larga no era bueno. Terminó irguiéndose una vez se hubo puesto de cuclillas para examinar otros escombros, tirando los mismos al suelo con cierto desdén.— En serio, no me sorprende que tu familia ni te aguantase. —Se le escapó con bastante recelo, molesto ya con la situación y su actitud. ¿Quería guerra? Pues la iba a tener.— Con ese humor, no iría ni el cura a tu funeral.
—¿Que qué me parece...? ¿Estás de coña, no? —La paciencia obviamente ya la había perdido hacía rato, desde que él había aparecido por allí. Siguió cada uno de sus movimientos, sin moverse apenas del sitio donde estaba de pie pues el establecimiento tampoco era tan grande y la zona era abierta. Le miraba un tanto extrañada, pero la aversión exacerbada que sentía ganaba la batalla. Al oír el siguiente comentario sobre su familia le cambió totalmente la cara y se le hizo un nudo terrible en la boca del estómago. Había sido un golpe muy bajo, incluso para Derek. Aquello le dolió, y mucho. Después de tanto, no lo había superado todavía. Ni siquiera atendió al último comentario que hizo él. Avanzó enrabiada hacia Derek y trató de empujarle de manera brusca.— ¡Cállate! ¡Ni siquiera sabes de lo que hablas! ¡¡Fuera de aquí!! —Trataba de no romper a llorar otra vez.
Ya más que harto de la situación, el vampiro la cogió de las muñecas para que dejase de golpearle el pecho al intentar echarle. Fijó la vista en la de ella, en sus iris, de una forma muy profunda y con el semblante completamente serio.
—Deja de gritar. —Le ordenó de forma imperativa accediendo así a su mente. No le había gustado el tener que hacerlo pero no había visto otro modo.— Respira... Estás a punto de hiperventilar. —Podía sentir el corazón de la mujer desbocado por todo lo sucedido. Escuchaba los latidos en su pecho como si fuesen tambores. 
Le encantaría poder gritarle a ella que sí, que sabía de qué hablaba, y de buena tinta además, mas no lo hizo, simplemente la miró fijamente mientras accedía Derek a sus propios recuerdos, los que guardaba el vampiro en lo más profundo de un cajón. Retrocedió en su memoria diez años atrás, cuando Derek se topó con una bruja adolescente, solitaria, sin nada por lo que luchar en la vida.
                                           * * * Recuerdo * * *
A sus diecisiete años, Nicole había decidido largarse de casa en cuanto tuvo ocasión. Había recogido los pocos bártulos que tenía en una mochila y los pocos ahorros de alguna paga de navidad y similar. Naturalmente no era suficiente para comenzar una vida nueva, pero no aguantaba más y prefirió verse prácticamente sin nada en la calle a soportar un día más con una familia que la despreciaba como si fuese auténtica basura, en vez de una bruja que empezaba a desarrollar sus poderes. En aquel momento se encontraba vagando por el estado de Luisiana, en Shreveport.
El vampiro ya había perdido la cuenta de los años que llevaba solo, vagando como alma en pena por las noches sin misericordia alguna. Acabando con quien se le cruzaba por delante y alimentándose de quien se le antojaba sin control alguno. ¿Para qué? ¿Para que le condenaran a muerte? Se carcajeaba él de eso, pues al ser lo que era la muerte no era una de sus preocupaciones. Y sin más, sus pasos le llevaron a Luisiana donde como en los demás lugares, quiso dejar huella y constancia de su presencia allí.
La joven Nicole caminaba con bastante prisa, dada por el nerviosismo de estar sola, habiendo anochecido, y por calles poco recomendables. Pero se sentía cansada y aquel camino era el más corto para llegar al lugar donde los últimos días se tumbaba a descansar, alejada de miradas indiscretas y de otras llenas de menosprecio, sus pintas no eran muy presentables a esas alturas. Se calentó las manos con su propio aliento, sin dejar de caminar apresurada, e ignorando que no era la única que avanzaba por ese lugar. Ya hacía varios minutos que la seguían, que se había convertido en presa. No controlaba sus dones, y a veces sin querer se mostraban aunque ella no quisiera. Una de aquellas veces, había sido vista.
Ya había echado el ojo a una mujer que acababa de salir de una discoteca de mala muerte, y se acercaba a ella con un cigarro encendido en los labios, pues por aquella época Derek fumaba, cuando escuchó el chismorreo de un cuarteto con muy malas pintas, los cuales seguían a una joven sobre la que tenían no muy buenas intenciones y pretendiendo así desgraciarla en más de una forma. Sin moverse si quiera, fijó la vista en la joven, la cual no era más que una niña, mientras expulsaba el humo de sus pulmones con lentitud, pausadamente.
La joven Nicole no tardó demasiado en oír murmullos, frente a los cuales se giró a mirar, por si no fuese más que su imaginación jugándole una mala pasada. En un primer momento no divisó a nadie, así que reanudó la marcha. No llevaba apenas un metro más cuando sus oídos volvieron a captar voces, esa vez más elevadas y acompañadas de alguna risa que otra. Volvió a dar media vuelta. Comenzaba a asustarse, y se le heló la sangre cuando pudo distinguir a cuatro figuras que se acercaban a ella, haciendo varios comentarios burlones que no auguraban nada bueno.
—¡No tengo nada de valor! —Atinó en anunciarles, y era cierto. En la mochila no tenía más que algo de ropa, un cepillo, unas chocolatinas y una lata de refresco.
Los cuatro hombres no tardaron en abalanzarse sobre la joven bruja, demostrando así que no tenían ninguna buena intención con la misma. Dos de ellos la sujetaron mientras que un tercero le arrebataba la mochila y así ver qué contenía. El cuarto se dedicó a mirarla concienzudamente, mientras la denominaba como bruja con una voz muy despectiva, tomándola del mentón mientras sacaba con la mano libre una navaja automática.
 —«No quiero bichos raros como tu en nuestro barrio, pero... Por ser tan mona, tal vez haga una excepción.» —Murmuró el cuarto hombre, el cual parecía el cabecilla. Sin embargo, el vampiro analizaba la situación mientras se acercaba, en las sombras, acechando cual depredador a su próxima presa.
La muchacha intentó echar a correr pero era demasiado tarde. Forcejeó cuanto pudo pero no consiguió evitar que le arrebataran la mochila, desgarrándole una de las correas. La tenían sujeta entre dos así que le fue imposible deshacerse de ellos y escapar, como quería, aunque tuviese que dejar la mochila atrás, tampoco tenía nada por lo que valiera la pena que se sobrepasaran con ella. Se le aceleró el corazón, que bombeaba su sangre y un montón de adrenalina con ella. Cuando la acusaron de bruja intentó negarlo, pero tampoco fue de gran ayuda. La habían visto antes y no tenían ninguna intención de dejarla ir, al menos no sin antes "divertirse", como dijo el portavoz. Estaba muy asustada, así que su don hizo acto de presencia. Aun con la muñeca sujeta, enfocó la palma de la mano al que tenía enfrente y una fuerte corriente de aire le empujó bruscamente hacia atrás, cayendo un par de metros más allá.
El vampiro alzó una ceja al ver como la bruja lanzaba hacia atrás a uno de ellos. Sin embargo no tardó en hacer acto de presencia. Con un rápido y casi imperceptible movimiento se posicionó detrás del que portaba la navaja y el cual comenzaba a levantarse bastante furioso. No necesitó más que un grácil gesto para colocar ambas manos en su rostro y realizar un giro firme y seco, partiéndole el cuello y produciendo un crujido bastante desagradable. Tras eso sonrió con burla y malicia a los otros dos, agarrando a uno de ellos del brazo y lanzándole contra una fachada con fuerza, muriendo del propio golpe en la cabeza. Los restantes... Corrieron la misma suerte excepto el último, que sirvió de cena para el vampiro, muy a su pesar. Todo se desarrolló tan rápido y efectivo que apenas habían pasado ni cinco minutos, y el vampiro no había ni perdido el cigarro siquiera.
La adolescente respiraba algo agitada, asustada por los asaltantes y también de ella misma, por lo que acababa de hacer, aunque en el fondo sabía que eso la había salvado de llevarse un buen tajo de navaja. Se quedó paralizada en aquella posición, con la palma levantada y dirigida hacia el frente, hacia aquellos hombres. Contempló atónita como una nueva figura que no supo de dónde apareció, acababa con los atacantes, de uno en uno y en pocos segundos. Le pareció una locura, especialmente cuando se dedicó al último de ellos. ¿Le estaba... sorbiendo la sangre? Efectivamente. Nicole boqueó como un pececillo, sin saber qué decir. Quería echar a correr, pero las piernas no le respondían.
De espaldas a la joven, con el rostro girado y la mirada puesta en ella, sin desviarla en ningún momento, Derek se fue desabrochando la chaqueta de cuero, con forro de borrego en su interior, hasta quitársela por completo y lanzársela a la chica. Ella la necesitaría más que él en realidad, ya que la llevaba solo por aparentar.
—Deberías irte de aquí mocosa... —Murmuró, quitándose el cigarro de los labios y soltando el humo de sus pulmones con naturalidad, acercándose para tenderle la navaja que anteriormente tenía uno de los agresores.
La chica casi temblaba y no le salía la voz, le costaba un poco asimilar lo que había presenciado. De repente se vio con la chaqueta de aquel "ser" en las manos, que cogió al vuelo para que no terminara en el suelo. La verdad es que hacía frío, así que no dudó en ponérsela por encima. Obviamente le quedaba grande, pero la abrigaría. No le pasó desapercibido que la prenda no estuviera caliente por dentro, pero no dijo nada y no supo encontrarle en ese momento explicación. Cuando él se acercó levantó la mano en pos de defenderse otra vez a través de la magia, pero al ver que le tendía aquel objeto punzante lo sostuvo. Paseó la mirada de la navaja al hombre repetidas veces, hasta que la dejó caer en el suelo haciendo una mueca para ir tras él.
—¿Cómo has...? ¿Qué...?
—Tú misma... —Se encogió de hombros al ver cómo la adolescente desechaba la navaja. Si ella no quería ir armada con algo más que magia incontrolada, él no sería quién para hacerla cambiar de opinión. Reanudó sus pasos hacia donde se encontraba en un principio, percatándose de que la joven le seguía de cerca, lo cual le extrañó, mientras la vigilaba de soslayo.— Piensa un poco, brujita. Seguro que eres lista...
Ella tenía miedo, claro, pero al fin y al cabo tenía más miedo a quedarse sola otra vez por esas calles, y aquel tipo la había salvado, tal vez solamente por saciar su apetito, pero el motivo le dio igual. No le parecía que tuviera intención de hacer lo mismo con ella, o no le habría prestado la cazadora. La joven Nicole recogió la mochila del suelo, intentando no reparar en los cadáveres que dejaban atrás. Se la colgó del asa que aún seguía en su sitio, sobre el hombro derecho, y brincó levemente para alcanzarle de nuevo. No pensaba apartarse, no al menos de momento.
—No me llames así. Me llamo Nicole, no "brujita".
—¿Y por qué debería llamarte así? No somos amigos. —Concluyó Derek, sin detener sus pasos ni frenarlos al ver que ella se queda atrás rezagada, recogiendo sus pertenencias. Ni siquiera sabía porqué le estaba siguiendo. ¿Acaso no temía acabar ella como aquellos despojos que yacían en la calzada? Terminó deteniéndose mientras tiraba la colilla al suelo y la pisoteaba para apagarla, ladeando el torso luego hacia la joven.— Deja de seguirme, mocosa.
La chica de vez en cuando miraba hacia atrás, como si quisiera cerciorarse que aquellos que la habían atacado no se movían del suelo, ni tampoco aparecía nadie más. Se apresuró en seguir los pasos de su "salvador", le pisaba los talones literalmente, así que cuando se detuvo y giró hacia ella Nicole chocó y tuvo que dar un paso atrás, por primera vez levantó la mirada, temerosa todavía, en busca de sus ojos.
—¿Tienes alergia a llamar a la gente por su nombre o qué?
—Eres una mocosa. No hay nada de malo en recalcar lo evidente. —Terminó cruzándose de brazos, percatándose de que Nicole había ignorado su advertencia como quién oye llover.— ¿Qué parte no has entendido de “Deja de seguirme”? —Cuestionó retirándose las gafas que llevaba puestas y fijando sus ojos en ella, dispuesto a usar su As en la manga si la cría se ponía demasiado plasta y el vampiro lo veía oportuno.— ¿No tienes familia a la que molestar? ¿Un amigo? ¿Novio? ¿Alguien que no sea yo? —Fue recitando uno a uno con cierto desdén, convenciéndose a sí mismo que lo mejor era estar solo. Y la prueba palpable era aquella chica.
—… —La joven suspiró. "Madre mía cómo está" pensó para sí.— ¿Perdona? tengo diecisiete años, no soy una cría. —Respondió, haciéndose la digna e intentando parecer más madura de algún modo.— ¿Te llamo yo a ti abuelo, acaso? —Naturalmente era una exageración, pero se la tenía que devolver. Bajó la vista un momento, al nombrar a la familia se le encogió el estómago. No, a aquellas personas no las podía considerar familia. Nicole no creía que la familia fuese capaz de tratar cómo la habían tratado a ella, así que lo negó.— ¿Te parece a ti que tenga familia? Si tuviera a alguien no estaría en la calle. Tienes una capacidad de deducción deslumbrante... —Ironizó, a riesgo de que le partiera el cuello como a los de antes. Pero total, no tenía nada que perder así que no le importaba mucho. Nadie iba a echarla de menos, y ella tampoco tenía a quién extrañar si se iba al otro barrio.
—¿Le hablas así a todo el que te salva? ¿O es un caso personal y me estás pidiendo a gritos acabar como esos de allí? —Señaló con la cabeza a los cadáveres que seguían al final de la calle. Ni siquiera se inmutó por la actitud de la bruja, peores cosas le habían dicho y a él le habían dado igual por completo.— No deberías hablarle así a alguien que te puede partir la columna con una sola mano... «Nicole» —Pronunció su nombre con retintín, acercando el rostro al ajeno solamente para intimidarla; darle miedo y así conseguir que huyera despavorida.—
—Si te hace especial ilusión... —La muchacha se limitó a encogerse de hombros frente aquella amenaza velada.— …nadie me va a echar de menos, tal vez le hagas un favor al mundo y todo. Para lo que le espera a un "bicho raro" como yo... —La asustaba morir sí, pero lamentablemente la asustaba más el no hacerlo. Seguir allí sola y continuar siendo objeto de burla y menosprecio, sobretodo aquello último.— ¿Tú sueles salvar a "damiselas en apuros" y luego dejarlas abandonadas a su suerte? Menudo galán...
—Mejor no te digo qué suelo hacer con ellas... —Murmuró Derek, sonriendo con cierta lascivia antes de incorporarse. Viendo que la chica no tenía ninguna gana de seguir viviendo, y por cómo habló, le recordó incluso a él mismo, cuando su padre en un arranque de egoísmo y cobardía se arrebató la vida dejándoles a él y a sus hermanos huérfanos y con demasiadas deudas causadas por el famoso crack del 29. Inspiró profundamente y reanudó los pasos por el camino que llevaba.— Haz lo que te dé la gana, pero como vea que eres un lastre para mí, te mataré. —Alzó la voz según se alejaba para que le escuchara, aunque sabía que no tardaría en ir tras él como un perrito faldero.— Ya tienes algo que hacer en la vida. Intentar que no te mate. Aprovéchalo.
La chica no pudo evitar ponerse tan roja como un tomate debido a la cercanía que hacía un momento él había conseguido, aunque con el efecto contrario al que quiso, y aquel comentario acompañado de la sonrisa. No dijo nada al respecto porque no se le ocurrió nada ingenioso. Cuando el vampiro le concedió aquello Nicole se colocó bien la mochila al hombro y se apresuró a reanudar los pasos para seguirle, sonriendo levemente.
—¿Entonces eres...? —No se atrevió a mencionarlo, pero no le costó mucho convencerse. Si ella podía hacer magia, ¿Por qué no iban a existir esa clase de seres sobrenaturales?— ¿En plan Vlad El Empalador o Edward Cullen...? —Preguntó, medio en broma medio en serio. 
El vampiro continuó su camino, seguido por aquella chica que a cada paso que daba hablaba con más confianza y soltura. Sin embargo él no ponía especial interés en lo que decía. Deteniéndose una vez más se quedó mirándola con gesto serio cuando le preguntó aquello.
—Vamos a dejar claras unas cosas... Uno, nada de comparaciones absurdas. Dos, no soy tu amigo, así que tu vida me es indiferente. Tres, viajaremos de noche. Cuatro, no te meterás en mi vida ni en mis asuntos. Y cinco, te buscarás tú la vida para encontrar comida. ¿Estamos? —Dejó más que claro con un dedo alzado, antes de seguir el camino que llevaban. Pese a las normas, en el fondo supo que la adolescente se las pasaría por el forro. 
Derek no tardaría mucho en descubrir que Nicole no le temía, y que hablaba por los codos si se le daba pie. También sería conocedor con todo lujo de detalle sobre la historia de la joven con su familia, contada de su propia boca. Todo el menosprecio y humillaciones que la habían hecho sufrir. Aquella noche le había dado algo que hacer, sí, pero no lo mencionado. Nicole se propuso devolverle el favor, aunque sabía que era todo un desafío. ¿Cómo salvarle la vida... a alguien que ya estaba muerto? Seguro que le llevaría tiempo, pero gracias a él tenía muchos años por delante, así que no le preocupaba demasiado. 
                                                       * * *
Dejando atrás los recuerdos, la Nicole del presente estaba a merced totalmente del control mental del vampiro. Su expresión se relajó, mirándole fijamente a los ojos. Por un momento todo a su alrededor dejó de tener importancia, como si solo existiese su voz. Sus órdenes. Respiraba más tranquila y había dejado de gritar, pero el odio que sentía hacia él seguía allí. Como si fuese una especie de cadena atada a los tobillos que siempre arrastraba, ni siquiera recordaba desde cuando.
—Lárgate de una vez... —Siseó, como si se tratara de veneno.
Volviendo al presente tras haber recordado aquel momento de forma inesperada, Derek seguía con la vista puesta en la morena. Su influencia había hecho que la misma se calmase, respirase con normalidad y dejase de gritar. Pero el insistente e intenso odio que le profesaba no tardó en manifestarse de nuevo. Entonces, sin más, sonrió con levedad.
—Olvida que he estado aquí. —Sentenció todavía haciendo uso del control mental, borrando esa fugaz sonrisa que se le había dibujado inconscientemente y luego la soltó, pasando por su lado para dirigirse a la salida del local. 
Encontrándose de lleno ya en la calle con el ladrón, el mismo al que había ordenado antes de llegar al Velvet Destiny que devolviera el dinero. Éste le sonreía satisfecho al haber llegado al lugar indicado y dispuesto a devolverlo, sin embargo, Derek con una mirada inquebrantable, fría y profunda, le partió el cuello de un solo giro con las manos, dejándole caer a los pies de la entrada; desahogándose de esa forma, podría decirse, aunque no le sirvió de mucho en realidad. Tras eso se marchó por donde había venido, con un mal humor de aúpa. Muy pocas veces había llegado a aquel nivel de mal humor y cuando llegaba, era demasiado letal para quien anduviera cerca.
Tan pronto como le ordenó aquello, la escena desde que él había aparecido esa noche en el bar comenzó a desdibujarse en la mente de Nicole. Al igual que la niebla, poco a poco el recuerdo de los últimos quince minutos se dispersó hasta el punto de desaparecer por completo. Volvía a encontrarse sola, de pie sobre varios cristales y un charco formado por el contenido de varias botellas de alcohol. Giró sobre sus talones y entonces pudo ver una silueta en la puerta del bar, a ras de suelo. No supo bien, bien, qué era hasta aproximarse. Se sobresaltó y apartó la vista del cadáver, tapándose la boca con las manos para ahogar un corto alarido. Reculó algunos pasos atemorizada. Rebuscó en sus bolsillos hasta sacar el teléfono móvil, con mano temblorosa, y llamar a emergencias. Tardaron algunos minutos en llegar, y Nicole tardó prácticamente lo que quedaba de la noche en explicar lo ocurrido, una y otra vez, hasta que las autoridades comprendieron que ella no había podido partirle el cuello así a un hombre mucho más corpulento que la mujer. Y no solo eso, sino que descubrirían que no tenía sus huellas tampoco. 
Así que no fue fácil ni rápido, pero Nicole al menos recuperó el dinero que le habían robado. Solo quedaba hacer limpieza y reponer parte del mobiliario y las bebidas en el Velvet Destiny.
Fragmento editado de rol entre: @Diaries_Derek y @DiariesNicole
3/11/2014
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Reencuentro en Nueva Orleans
Desde que era lo que era, un vampiro, no era consciente del tiempo que transcurría y tampoco es que reparara mucho en intentar averiguarlo. ¿Para qué? Tenía toda la eternidad por delante, así que si alguien le preguntase de dónde venía, a dónde iba, y cuánto tiempo llevaba en Nueva Orleans, no sabría qué contestar, o directamente ni respondería, ¿Qué ganaba con ello? Absolutamente nada. Tampoco sabía qué le ataba allí ya, pues con la llegada de Klaus todo había dado un “pequeño” giro, no es que estuviese muy conforme, pero suponía que no le quedaba otra más que aguantarse por el momento. 
Un dulce y fresco aroma le azotó su más desarrollado sentido, el olfato, acompañado de una suave brisa nocturna, lo cual le hizo incorporarse en el tejado donde estaba reposado, observando la luna en un hueco libre que tenía. A su alrededor, como era de entender, no había nadie, pero ese fresco aroma lo percibía cerca, muy cerca y fue entonces cuando se percató de que ese día, no había comido.
De un salto se puso en pie, con un equilibrio perfecto, característico de los de su especie y avanzó con paso seguro pero paulatino hasta el borde del tejado, donde se asomó lo suficiente para vislumbrar y enfocar con sus propios ojos aquel ser que tan apetecible aroma desprendía, dibujando una perfecta, fina y ladeada sonrisa al ver aquella mujer de cabellos dorados sacar la basura. No es que fuera santo de su devoción el matar humanos, es más, una de las normas de Marcel era no matar, y eso lo seguía a rajatabla, pero eso no significaba que no disfrutara alimentándose, pues al fin y al cabo… él también tenía derecho a comer ¿No?
Con ambas manos se planchó la chaqueta de cuero que llevaba, perfectamente abrochada y con la cremallera entreabierta hasta la parte superior del pecho, en actitud segura y soberbia, hasta la parte inferior de la misma en gesto descendente, dando un firme tirón cuando tocó con los dedos el borde de la chupa, colocándosela así como dios, o en su caso, como él mandaba. Tras eso, con un sutil silbido, que él mismo provocó para llamar la atención de la mujer, saltó del borde del tejado al suelo del callejón, donde estaban los contenedores de basura a los que la mujer iba a echar mano. 
Tres segundos, tres bastaron para acercarse a ella con una velocidad vertiginosa, percatándose del gesto de asombro y a la par de terror que se molestaba la mujer en mostrar. Incluso fue capaz de ver el amago de la mujer, por los gestos de su rostro, que iba a pedir auxilio, pero Derek fue aún más rápido y con una de sus manos le tapó la boca, obligándole a torcer y estirar el cuello, mientras que con la libre la sujetó de su otra mano, aprisionándola contra la pared.
Un largo y escalofriante frenesí le embriagó por completo cuando sus colmillos rozaron su piel, introduciéndose en la misma y saboreando de primera mano ese mismo aroma con el que antes se había deleitado. La piel y todo el vello corporal se le erizó por completo, del puro frenesí y placer que le daba el alimentarse. Mantuvo firme la fuerza para que la mujer no se escapara, aunque en el fondo poco podía combatir contra la fuerza de un vampiro, pues no cesaba en forcejear e intentar gritar, como era lógico, por haber sido atacada. Saciando su sed, aunque no del todo pues no se lo tenían permitido, la soltó cuando estaba más débil y supo que no opondría resistencia. Sin mucho pudor Derek se relamió, centrando entonces sus ojos en la mujer, la cual seguía con la boca tapada y sin posibilidad de gritar, y aún menos hablar, pero al menos el forcejeo ya había cesado. 
—“Olvida lo que acaba de suceder” —Susurró, haciendo acopio del control mental que usaban en esos casos, tal y como dictaban las normas de aquel lugar.— “Olvida que me has visto, no me conoces ni me recordarás. Vuelve a casa” 
La mujer, con ojos vidriosos y la mirada perdida, asintió, alejándose de él en cuando el vampiro la soltó. No esperó para ver si llegaba a su casa, aprovechando la oscuridad que brindaba la noche, se fue de allí en la dirección contraria, saltando un muro para ir a la calle contigua que comunicaba aquel callejón. 
Fue entonces cuando se percató de un nuevo local nocturno que parecía que acababan de inaugurar, porque no supo de su existencia hasta ese momento. “Velvet Destiny” pronunció el vampiro mentalmente. No es que fuera muy de juntarse con gente, fueran vampiros, humanos o brujos, pero la curiosidad le pudo y decidió acercarse, aprovechando que su hambre había quedado saciada y no tendría la necesidad de alimentarse… de momento. 
Borrando todo rastro de sangre que hubiera quedado en sus labios, entró en dicho tugurio, caminando con paso firme hacia la barra y sentándose en uno de los taburetes libres, esperando a que la camarera, que estaba de espaldas a él, se dignase en hacer acto de presencia y le atendiese, pues por culpa de la mezcla de olores, tabaco, alcohol y mugre humana, no supo de quién se trataba en un primer momento. 
La morena llevaba todo el día de aquí para allá sin descanso poniendo orden en el Velvet Destiny, local que hacía relativamente poco había inaugurado. Gastó la mayor parte de sus ahorros, por no decir todos, en el negocio y en el intento de conseguir algo de estabilidad en su vida. Tras dar varios tumbos, Nicole había llegado a Nueva Orleans ignorando completamente quién se encontraba allí. Por lo que al dar media vuelta durante un instante se quedó petrificada con las botellas de alcohol en la mano. Pronto compuso una mueca entre el desdén y la repulsión que no pudo apenas disimular y que no le importaba tampoco mostrar.
—No me jodas...
El vampiro tamborileaba con los dedos sobre la superficie de la barra, algo pegajosa para su gusto, por lo que no duró demasiado realizando aquel gesto mientras esperaba. Estaba pendiente del local, de su decoración, de la distribución y de la misma gente que allí se encontraba. Era demasiado meticuloso y observador, sobre todo cuando entraba en un sitio nuevo, pues nunca se sabía qué iba a suceder en él. La mayoría eran humanos y solo con olfatear un poco podía darse cuenta, y no es que fueran sujetos que llamasen demasiado su atención, así que cuando volvió la vista al frente, la sonrisa se le intensificó de una forma casi maquiavélica.
—Vaya… —Susurró, apoyando los brazos en la barra para acercarse más como si quisiera cerciorarse de que sí, era la persona que creía, y la tenía delante.— Vaya… Vaya… a quién tenemos aquí. ¿Así tratas a tus clientes? Qué descortés… —Seguía susurrando con verdadera sorna, pero lo suficientemente alto como para que ella le escuchase.—  Me decepcionas, preciosa...
La chica no se movió del sitio excepto para soltar las botellas que llevaba entre manos, dado que el deseo de romper una de ellas en la cabeza de aquel hombre iba peligrosamente en aumento, y no estaba como para desperdiciar sus mejores licores. Al principio no supo muy bien de dónde salía toda aquella inquina, pero esa sensación le duraba tan solo unos pocos segundos, hasta que él abría la boca para dirigirse a ella.
—Como si me importara mucho decepcionar a alguien como tú. Qué pasa, ¿No tienes más sitios dónde caerte muerto que en mi bar? —Nicole se cruzó de brazos aprovechando una pequeña pausa al hablar.— Me mudo al culo del mundo y tienes que estar aquí...
Derek continuó con aquella postura, a sabiendas que a la contraria no solo le desagradaba, sino que le molestaba en sobremanera. Y era obvio que una vez descubierto esa hazaña, no iba a irse así como así del local. ¿Después de haber encontrado un pasatiempo con el que distraerse? Ni de broma, por supuesto.
—Tchss… esos modales, preciosa… ¿Nunca te han dicho que la mejor publicidad es tu imagen? ¿Cómo crees que actuarán los demás clientes si ven que tratas mal a uno? ¿Acaso no te da vergüenza? —Si pudiera ampliarse más su sonrisa, lo haría con mucho gusto, pero él mismo sabía que era más que suficiente como para crisparle los nervios, al igual que no cesaba en mirarla a los ojos, otro gesto que sabía a ciencia cierta que ella no soportaba.— Así que ya sabes… trátame bien y con educación, o probablemente este negocio poco te va a durar.
El labio superior de la mujer volvió a curvarse en una mueca de puro desagrado, sin moverse tampoco ni cambiar la postura, aunque sí que ojeó por encima el local para comprobar que el resto de clientes seguía a lo suyo y no necesitaban llenar sus copas, al menos por el momento.
—Da gracias que no te saque de aquí a patadas. Ganas no me faltan. —Al escuchar aquella última parte, que no le sentó nada bien, arqueó una ceja y le miró desafiante.— ¿Disculpa? ¿Eso es una amenaza...?
—¿Sacarme a patadas? Me gustaría ver como lo intentas, y como disfrutas de la decepción después… —Destiló cada palabra con verdadera arrogancia, aunque seguía dándole vueltas al hecho de qué hacía ella allí, en Nueva Orleans, o qué narices la había hecho entrar tan a lo loco en la boca del lobo. Sin embargo eso eran pensamientos que no iba a compartir, pero lo pensaba averiguar.— ¿Amenaza? Nunca amenazo en vano… es una advertencia de… un amigo. —Tuvo la necesidad de reírse por la referencia que había usado, pues de amigos ambos tenían más bien poco, y eso se veía bastante a leguas. El odio y la tensión se palpaba en el ambiente, incluso podía masticarse. Únicamente desvió la mirada unos segundos para posarla en la botella de Whisky que estaba tras ella, la cual señaló con el dedo de forma sutil antes de volver la vista a su origen, los ojos de la mujer.— Quiero un vaso, con hielo.
Nicole resopló con verdadera molestia por el comentario pero lo dejó pasar, viendo inútil la necesidad de seguir discutiendo. Negó con la cabeza cuando él se describió con aquel término, que nada tenía que ver con la realidad, no podía estar más alejado de la misma. "Gilipollas" pensó para sus adentros. La mujer empezaba a sentirse un poco incómoda con aquellos ojos posados con tanta intensidad sobre los de ella, así que internamente agradeció que por un momento el hombre los desviara hacia los estantes de atrás. No le hizo falta dar media vuelta para ver qué señalaba puesto que acababa de colocar las botellas hacía un momento. Con desgana pronunciada le sirvió un vaso con hielo y nada más, solo por hacer la gracia y molestar un poco. Con un leve movimiento de cabeza y gesto un tanto altanero volvió a centrarse en él y cruzar los brazos.
—Ahí tienes.
Derek la siguió con la vista y pudo si quisiera actuar como más de uno que le acompañaba en la barra. Analizarla detalladamente con la mirada pero… ¿Había realmente necesidad de ello? Para nada, sin embargo no se privó de fulminar con la mirada a aquellos que, al contrario que él, sí se decantaron por hacerlo con mirada lasciva, los cuales de forma inmediata desviaron los ojos a sus propios quehaceres, tales como leer el periódico, mirar el partido de fútbol que estaban retransmitiendo o prestar atención al acompañante de al lado. Cuando la mujer se dio la vuelta y le sirvió la copa con esa desgana tan natural que destilaba en su presencia, el vampiro se apoyó de lado en la barra.
—¿Sabes que tu cara de amargada me gusta cada día más? Te favorece… Probablemente así encuentres novio algún día... o novia. —Ocultó una sonrisa sarcástica tras el vaso justo cuando se dio cuenta de que éste aún estaba vacío, sin nada en su interior a parte del hielo. Entonces frunció muy levemente el ceño y alzó el mismo con la diestra, haciendo resonar en el interior los cubitos con cierta suspicacia.— ¿No te olvidas de nada, nena?
Entretanto él seguía con su palabrería, la morena se dedicó a atender a un nuevo cliente que acaba de acercarse a la barra. Con la soltura dada por la experiencia de haber trabajado unos años sirviendo copas, Nicole no se demoró mucho en servir la cerveza solicitada y dejarla frente al parroquiano, antes de volver la atención a su interlocutor.
—Me parece que no es de tu incumbencia, ni tampoco interés, mi vida amorosa. —Forzó una mueca parecida a una sonrisa cuando le vio mover el vaso.— Vaya, ¿Lo querías con algo más que hielo? —Chasqueó la lengua con diversión antes de proseguir, acercándose y apoyándose sobre la barra.— Pues aquí las cosas se piden por favor...
—Una mujer maleducada exigiendo educación… curioso… —Él mismo podría haber cogido la botella y servirse en un abrir y cerrar de ojos, pero prefirió que lo terminara haciendo ella, pues sin necesidad de usar su poder sabía que lo haría.— ¿Sabes que cuando exiges una norma, y tú misma la incumples, acabas perdiendo credibilidad? —Preguntó, aún agitando los cubitos de hielo para que resonaran más contra el cristal del vaso. De todos era sabido que el buen hacer de un camarero era servir bien, rápido y con buenos modales, y ella se estaba saltando todos aquellos campos a la torera, y el repiquetear de los hielos atraerían la atención de algún parroquiano, lo que, a la larga, acabaría desquiciando más a la mujer al tener no solo los ojos de Derek encima, sino unos cuantos pares más puestos en ella.— ¿Me sirves el whisky? No pretenderás que un cliente lo haga por sí mismo... ¿Verdad... Nicole? —Pronunció su nombre con énfasis y bastante lentitud, muy sutilmente.
Poco tardó la mujer en despegarse nuevamente de la barra, incomodada por la cercanía que ella misma había conseguido al apoyarse sobre la vieja madera del mueble.
—No es que me interese mucho la opinión de los demás, la tuya menos aún. —Echó un vistazo alrededor, sujetando la botella de licor con una mano y haciéndola girar con destreza, sin dejarla caer, hasta encogerse de hombros y volver la mirada a aquel hombre que esperaba ser servido. Frunció los labios al oír cómo pronunciaba su nombre, pero al fin y al cabo pensó que mejor aquello a cualquiera de los otros apelativos que usaba con más frecuencia de lo que a ella le gustaría.— Con el resto he sido muy educada, porque ellos lo han sido conmigo. Así que no veo que tengan que quejarse por nada. Y no, si intentas servirte te corto la mano. Tú verás. —Por el momento, no pensaba dar su brazo torcer, no con alguien que le caía tan mal.
—¿Y... cuándo te he faltado yo al respeto? Que yo recuerde, solo te he seguido un juego que tú misma has comenzado. —Terminó posando el vaso sobre la superficie de la barra, recorriendo la parte superior del mismo con la yema de uno de los dedos, como si dibujase el borde del vaso de vidrio, a expensas de que la mujer se dignase en servirle. La tenía justo donde quería: al borde de perder los nervios, y de afianzar ese odio anclado que tenía Nicole sobre él. Si acaso era posible incrementarlo más. Cualquiera diría que era masoquismo, pero nada más lejos de la realidad.— Así que... sé buena conmigo, preciosa... y sírveme el Whisky. —Volvió a repetir Derek, aunque hizo el amago de reírse cuando ella le amenazó con cortarle la mano, si ella supiera... Chasqueó la lengua, divertido y con cierta arrogancia.— ¿Estamos sacando las uñas ya? ¿Tan pronto Nicole? Si ni siquiera acabo de empezar...
Nicole no quiso perder la compostura y mucho menos en su local, así que se limitó a apretar los dientes con fuerza y hacer oídos sordos a toda aquella verborrea arrogante. Terminó por asumir que el suplicio acabaría antes si le servía la copa, que si seguía sin hacerlo. Aquel hombre parecía disponer de todo el tiempo del mundo para hacerla enfadar siempre, y ella tenía mejores cosas que hacer. No sin desgana y cara de mala uva, vertió en el vaso el licor correspondiente y dio media vuelta para dejar la botella en su lugar. "Ojalá se le atragante", pensó para sí.
—No he sacado las uñas, cuando lo haga, te darás cuenta. Bebe y lárgate.
El vampiro sonrió victoriosamente en cuanto la bruja le sirvió al fin la bebida que con tanto ahínco le había pedido, y que con tanto recelo ella se había negado hasta ahora darle. Primera aunque insignificante batalla ganada, y todo no había hecho más que comenzar.
—¿Irme? La noche es joven... —Se llevó el vaso a los labios y los mojó, pero no bebió, al menos no los primeros segundos. Se dedicó a mirarla fija y profundamente, antes de desviar la vista al interior de la copa. Cuando el trago comenzó a viajar por su garganta, dio un par de golpes con los dedos sobre la tarima de la barra y luego la volvió a mirar a ella.— Y dime... ¿Por qué Nueva Orleans?
Aquella sonrisa no le pasó desapercibida a la mujer, pero se mantuvo en silencio. Durante un instante se quedó absorta en sus ojos. Al darse cuenta sacudió levemente la cabeza y cogió una bayeta con tal de no aguantarle la mirada y tener algo que hacer. Se dedicó a sacarle brillo a la barra y no se molestó en mirarle para responder a su pregunta, más o menos.
—¿Y a ti qué más te da? No es asunto tuyo. —Aparentemente la elección había sido al azar, al advertir la venta del local en la prensa y considerándolo una buena oportunidad.
—Simple curiosidad... el país es increíblemente grande... y sin embargo has acabado en el culo del mundo, justo donde estoy yo. —Recalcó lo evidente, volviendo a dar un largo sorbo a su bebida, haciendo girar después el vaso en movimientos circulares, con la vista fija en los hielos del mismo, queriendo de ese modo derretirlos al menos un poco, lo suficiente para que la bebida tomara la temperatura que a Derek le gustaba, fría, pero no gélida.— Cualquiera diría que me ibas buscando. —Soltó al aire, volviendo a apoyar ambos brazos en la barra, impidiéndole así de forma indirecta que ella siguiera limpiándola, y por ende, que le evitara la mirada.
Nicole continuaba pasando la bayeta por encima de la barra con aire distraído, echando un ojo de vez en cuando al resto de parroquianos que se encontraban en el local. Internamente rogaba por que alguno llamara su atención para cualquier cosa, rellenar una copa, hacer de psicóloga, lo que fuera. Pero no fue así, y tenía que seguir soportando a ese hombre que le crispaba los nervios con solo respirar. Cuando él se movió, no tuvo más remedio que dejar lo que estaba haciendo y dirigir sus pupilas a las ajenas.
—Créeme, de saber que estarías aquí no hubiese venido. Y si pudiera largarme, lo haría. —Lanzó el paño a un lado, hacia la pica un poco más allá, a su derecha.— Lo que no entiendo, es que sigas aquí tocándome las narices cuando tienes más bares en la ciudad dónde estarías más a gusto.
—Uuuuuuuuh… —Y de nuevo aquella fina y ladeada sonrisa volvió a su rostro, acompañado de una sutil voz que solo daba a entender que estaba disfrutando como un enano al verla de ese modo. Un poco más y Nicole estallaría. Solo debía encender la mecha y pronto vería sus frutos.— Vaya vaya... cuidado... que la gatita se cabrea. —Musitó Derek con tono jocoso y sugerente, ladeando mínimamente el rostro.— Ese mal humor te creará mala fama... —Le advirtió, como lo hace un maestro a un alumno  que no tiene ni idea de la lección.— Y créeme, yo soy y seré uno de los mejores clientes que tendrás por aquí, no es que hayas aterrizado en la mejor ciudad, preciosa. Llegará el momento... —Es entonces cuando estiró uno de sus fríos dedos hacia ella, señalándola directamente, sonriendo con soberbia.— ... en el que incluso apreciaras mi presencia.
Ella puso los ojos en blanco y negó con la cabeza, cruzando los brazos. Empezaba a sentirse ya cansada de su presencia y se preguntaba qué hacía todavía allí frente a él, con la inquina que le tenía. Decidió nuevamente mantenerse callada y no responder al primer comentario. Sin embargo con las últimas palabras de aquel hombre no pudo más que alzar una ceja y responder.
—Jamás llegará el día en que eso ocurra, te lo aseguro. —"Pedazo de imbécil arrogante", añadió mentalmente.
—Ya veremos... Solo hay una cosa segura en todo esto. —Dijo el vampiro, con aire indiferente mientras que, de un trago, se terminó el restante de bebida y deslizó el vaso por la barra, dejando un camino de humedad en la misma al hacerlo. Con ese gesto no quiso decir ni mucho menos que se iba a ir, al contrario, quería otra y tenía para un largo rato el estar allí, en ese, como ella prefería denominarlo, bar.— ¿Sabes cuál? Que yo estaré presente para verlo. No lo dudes, preciosa, yo soy el menor de tus problemas. —Dictó con voz firme, justo cuando a su espalda, casualidades de la vida, dos parroquianos borrachos empezaron a enzarzarse entre sí a golpes, más ebrios que una cuba. Sin embargo el vampiro no se refería a eso exactamente, pues la frase iba con doble sentido. Era la bruja la que debía captarlo o no. ¿La estaba ayudando? Obviamente no. Pero nunca se sabe, ni se sabrá, qué era lo que pasaba por la mente de Derek en aquel momento.— ¿O me equivoco?
La morena chasqueó la lengua antes de añadir nada. No, seguramente no era ningún problema, o de lo contrario el don de la mujer se hubiese manifestado, como otras veces le ha pasado.
—No te equivo... —Nicole no pudo terminar la frase por el jaleo que se estaba empezando a formar. En parte lo agradeció, solo por desviar la atención de aquella conversación que no iba a ningún sitio y que no le interesaba continuar. Por otra parte, detestaba que justo en ese momento tuviera que encargarse de la disputa de dos hombres que la superaban en fuerza, obviamente. Y allí en medio... no quería hacer uso de sus poderes y darse a conocer como bruja, así que no le quedó otra que rodear la barra y encararse a ellos, interponiéndose en medio e intentando separarles con ayuda de algunos clientes que se pusieron en pie y tuvieron la amabilidad de mediar con ella.
Derek ladeó el rostro en cuanto la mujer pasó por su lado para ir directa a separar a aquellos dos parroquianos, que habían decidido usar sus puños como mejores armas existentes. ¡Con lo fácil que era hacer daño con la palabra! El vampiro nunca entendía ese afán de usar el cuerpo como arma, pues las magulladuras duraban días, y sí, dolían, claro que dolían. Pero terminaban por olvidarse, sin embargo una herida psicológica duraba años, y a su entender, esa era la mayor arma.
Dándose la vuelta en el taburete y apoyando la espalda en la barra, al igual que los brazos, decidió observar la escena; ver cómo la mujer se desenvolvía en un pequeño conflicto que no tenía nada que ver con la realidad que había ahí fuera, en plena Nueva Orleans, y de la que ella probablemente desconocía. Al percatarse de que uno de los que habían provocado la pelea se soltó de la sujeción de uno de los hombres que la estaban ayudando, Derek se acercó, levantándose del taburete para curiosear. Agarró de la muñeca al tipo en cuanto se percató de que tenía sujeta a Nicole del brazo, reprochándole quién era ella para ponerse en medio.
—¿No te han enseñado nunca modales, chaval? ¿No sabes acaso que a las mujeres no se les pega? Aunque sean… —Desvió la mirada a ella con cierto “desprecio” podría decirse.— Camareras…
Con ayuda de algunos de los clientes que se habían levantado al ver enzarzados a aquellos dos hombres, influenciados claramente por la excesiva ingesta de alcohol, Nicole trataba de poner orden y separarles. Por lo general era una mujer bastante agradable y sociable, pero aquello no lo podía permitir, naturalmente, por lo que en esos casos cambiaba radicalmente su actitud, tornándose mucho más severa y taciturna. Debía hacerse respetar. Casi lo tenía todo controlado cuando uno de aquellos hombres se soltó del agarre de quienes la ayudaban y se encaró contra ella de manera bastante brusca y violenta. La morena estuvo a punto de hacer uso de su magia cuando Derek apareció en escena. Nicole fulminó a los dos hombres con la mirada.
—¡Soy la dueña del local y la que os pone de patitas en la calle, a la de ya! —Exclamó muy seria hacia los dos tipos que se habían peleado, y especialmente hacia el que había cuestionado la presencia de Nicole allí en medio. Señaló la puerta y solo tuvo que esperar a que aquellos dos seres salieran por su propio pie y con los ánimos algo más calmados.
El hombre que fulminaba con la mirada a Derek se soltó de él con un gesto brusco del brazo, y solo porque el vampiro quiso porque si no, no habría sido capaz. Simplemente tras eso se dedicó a observar cómo Nicole, hecha un basilisco, les  echaba a ambos del bar, situación que envolvió al local en un silencio sepulcral, ya que todos los ojos estaban pendientes de la escena que se estaba desarrollando. Con una sonrisa dibujada, el vampiro siguió con la mirada fija en la susodicha contando mentalmente los segundos que quedaban hasta que ella se diera la vuelta, y se dispusiera a gritarle a él también, probablemente. "Tres... dos... uno..."
Viendo como todo el mundo había quedado en silencio tras el inesperado espectáculo, Nicole se alisó las ropas y se atusó el cabello con los dedos, con porte digno y recuperando la sonrisa en el rostro. Tras un breve vistazo a los parroquianos se dirigió a ellos con mucho mejor tono que anteriormente, anunciando que a esa ronda invitaba la casa. Una compensación a la que no estaba obligada, pero de igual forma le pareció lo más apropiado si quería animar de nuevo el ambiente y que aquella gente volviera en los próximos días.
El gesto desde luego lo tomaron bien y las charlas animadas y algunas risas volvieron a oírse enseguida en el local, mientras Nicole dirigía otra vez su atención a Derek. Aborrecía su presencia y sentía unas ganas tremendas de echarle también a él de su negocio, pero al fin y al cabo, su intervención había evitado que la morena revelara su condición de bruja en un intento de defenderse, así que tragó saliva, resopló, y enterró aquellas ganas de vociferar para que se fuera. Al menos por el momento.
—¿Has disfrutado del espectáculo?
—¿No debería disfrutar acaso de tu carácter? —Siseó entre dientes, con la sonrisa aún dibujada en el rostro mientras volvía a su taburete, con claros objetivos de quedarse un largo rato más. Y ya que Nicole había dado una copa gratis a cada parroquiano, ¿Por qué iba a desaprovecharlo? Una vez sentado, levantó el vaso que antes tenía en la mano y se lo mostró.— ¿A mí no me sirves una gratis? ¿Ni un... "Gracias por ayudarme, Derek, eres mi héroe"? —Recitó esas palabras con exagerado dramatismo, como quién se encuentra en una obra de teatro y no en un bar, tomando una copa.
La morena iba sirviendo a todo aquel que se acercaba a la barra, volviendo a recuperar por completo la actitud que tenía por costumbre, lo que ayudaba a que el resto olvidara rápidamente lo que acababa de ocurrir con el par de bebidos. Iba a  replicarle algo a aquel al que tanto detestaba cuando una sonora carcajada irrumpió de su garganta, sin poder evitarlo.
—Ni de broma oirás eso de mi boca, engreído. Además, lo tenía todo bajo control. —Algo que no era del todo mentira. Puesto que había invitado a los que allí se encontraban, no podía faltar a su palabra y tuvo que rellenarle a él también la copa, aunque a regañadientes, claro.— Que no sirva de precedente. —Añadió Nicole, refiriéndose a la invitación.
—Claro, claro… —Sonrió Derek, con el vaso de nuevo lleno entre sus manos, apoyando los antebrazos en el borde de la barra y aguantando el peso en los mismos, mientras seguía como antes, con la mirada puesta fijamente en la mujer.— ¿Y por qué no puede ser un precedente? ¿Acaso me vas a prohibir el paso a tu local de ahora en adelante, Nicole? —Cuestionó con cierta… podría decirse una mezcla de fanfarronería y altanería a la vez. Era un poco de tensar la cuerda en ese estúpido tira y afloja embarcado en el odio que tenían.
La propietaria del local seguía incómoda, más cuánto más fijaba él su atención en ella, por lo que trataba de desviar su mirada sobre el resto de clientes, sin llegar a fijarla en ninguno. Rogaba por que llegara la hora de echar el cierre y perderle de vista.
—Podría hacerlo si quisiera, te recuerdo que soy la dueña. —Aseguró convencida, devolviéndole la mirada para remarcarlo. A diferencia de él, ella hablaba en serio. Pero el caso, curiosamente, es que, al menos por el momento, no llevó a cabo sus palabras.
—Y lo recuerdo... por eso vendré aquí cada noche, preciosa. —Terminó su copa de un trago, no quedaría mucho para el amanecer y el vampiro debería ir yéndose, o de lo contrario tendría demasiados problemas. Pues al menos de momento, no podía salir de día, únicamente cuando se ponía el sol, hasta que consiguiera hacerse con uno de los famosos "anillos de día". De pie frente a la barra, abrió su chaqueta para sacar la cartera y pagar ambas consumiciones.— Sin embargo... dudo que llegues a echarme algún día. Si quisieras, ya lo habrías hecho hace un buen rato. —Recalcó únicamente lo evidente, solo por terminar de ponerle la guinda al pastel.
Rodó los ojos haciendo una mueca. Cuando soltaba alguno de aquellos apelativos como "preciosa" o "nena", le asqueaba más todavía. De todas maneras, al ver que se disponía a pagar las consumiciones se alegró en sobremanera, puesto que aquello significaba que se iba y lo perdería de vista, al menos por aquella noche. Ya sospechaba que tenía intenciones de volver, cualquier cosa con tal de molestarla, parecía ser uno de sus hobbies favoritos, para desgracia de Nicole. No obstante y manteniendo su palabra, solo le cobró una consumición, ya que a la segunda invitaba la casa tras el percal con los borrachos.
—No me provoques y vete de una santa vez.
—No me eches de menos. —Y con esa puntilla final, Derek guardó la cartera y se abrochó de nuevo la chaqueta, dándose la vuelta para salir del local, no sin antes echar un último vistazo a la joven, con cierta e inconsciente mirada penetrante, esa que tanto la desquiciaba y probablemente le provocara las ganas de lanzarle el trapo que en ese momento llevaba Nicole en las manos, solo para que se fuera.
Al cerrar la puerta tras de si, una vez en la calle, alzó la mirada al cielo, que se empezaba a tornar violáceo-anaranjado, y entonces inspiró lenta y profundamente, para después dejar salir un largo, tedioso y pausado suspiro. Sin mirar atrás siquiera, se apresuró a desaparecer de las calles, antes de que el amanecer hiciera acto de presencia.
Fragmento editado de rol entre: @Diaries_Derek y @DiariesNicole
22/10/2014
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dicolediaries-blog · 10 years
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Ficha: Nicole
Nombre: Nicole Holloway
Ubicación: Nueva Orleans
Edad: 27
Especie: Humana. Bruja – Clarividente
Rasgos: Al principio le cuesta un poco abrirse y coger confianza, pero luego es una persona amable y cercana. Se preocupa por sus allegados, muchas veces anteponiendo su propio bienestar. Suele ser muy sincera y directa, sin embargo con respecto a su don con la magia es muy reservada. Intenta aparentar una fachada de carácter fuerte, pero la realidad es que bastante sensible y dulce y es fácil herirla, aunque intentará no mostrarlo si lo puede evitar.
Breve biografía:
Nicole tuvo una infancia de lo más corriente. Nació y creció en Columbus, Ohio. Hija única en una familia de clase media. Todo era normal, hasta que a sus dieciséis años empezó a desarrollar sus poderes como bruja, cosa que hizo que se cerrara en banda y perdiera muchas amistades. No podía hablar de ello con nadie y sus padres incluso comenzaron a mirarla y tratarla como un bicho raro. A partir de ahí no pasó una buena época, no sentía encajar en ningún lugar y no controlaba su poder. En cuanto tuvo oportunidad decidió de trasladarse lejos de su familia, si es que se le podía llamar así a quienes la repudiaban por lo que era. Viajó por distintas ciudades sin echar raíces en ningún lugar.
Actualmente se encuentra en Nueva Orleans, llegada hace pocos meses y con la adquisición de un local donde ha metido todos sus ahorros y donde pretende al fin quedarse y conseguir algo estable. 
A Nicole no le costó demasiado creer y aceptar todo lo ocurrido en Nueva Orleans con Los Originales de por medio. No obstante, sí le ha causado sorpresa que dicha ciudad la gran mayoría de gente esté enterada de la existencia de seres sobrenaturales. De igual forma, la bruja mantiene en secreto que lo es, dado los últimos acontecimientos, prefiriendo ir por libre y sin meterse en problemas, ya que tampoco quiere volver a mudarse y tener que empezar de cero en otro sitio. Nicole ha declarado su local, el “Velvet Destiny”, como neutral para cualquiera, ya se sea vampiro, bruja, licántropo o simple humano, y buscará ganarse el apoyo de alguien de peso para mantener esa condición en su local.
Aun con el paso de los años, sigue sin controlar del todo su poder, salvo las premoniciones, las cuales se despiertan al tacto, pero sí ha aprendido que no son siempre al pie de la letra y que tienen gran cantidad de interpretaciones y significados, por lo que debe ser siempre muy cuidadosa al descifrarlas y no dejarse llevar por las primeras impresiones. Sabe también que es posible cambiar el futuro que le ha sido mostrado, con las acciones adecuadas. Nicole es afín al elemento aire, y por consiguiente la magia y conjuros relacionados con dicho elemento son los que mejor domina, aunque todavía le queda por aprender, ya que no ha tenido nunca ninguna guía que pudiera ayudarla con esto.
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dicolediaries-blog · 10 years
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Ficha: Derek
Nombre: Derek Adams Ubicación: Nueva Orleans. Edad: Tiene 114 años, pero aparenta y tiene cuerpo de un hombre de 33 años. Especie: Vampiro.  Breve biografía:
Hijo de Marianne y Julian Adams, nacido en el 1900, y el mayor de dos hermanos, Henry y Michael. Se crió en Toronto, Canadá, en una familia humilde pero pudiente. Su madre era modista y su padre director de finanzas. Se crió como cualquier hijo de vecino, en un buen barrio, pero no pudo terminar sus estudios porque en el 1918 su madre cayó enferma por la famosa “gripe española” y terminó falleciendo. Su padre, hundido por la pérdida, cambió radicalmente de actitud, volviéndose serio, solitario, seco y huraño, sobre todo con sus hijos, como si estos hubieran tenido la culpa de algo. Los tres hermanos se pusieron a trabajar, dejando sus estudios por orden directa de su padre, que se evadía usando el trabajo como escusa, pero este le acabó matando llegado 1929, o el conocido “crack del 29” que aunque afectó en su gran mayoría a Estados Unidos, Julian tenía casi todos sus ingresos metidos en bolsa, ergo… se quedó la familia automáticamente en la calle, o mejor dicho los hermanos, puesto que su padre se quitó la vida.  Desde entonces, no se supo más de la familia Adams, y Derek nunca habla de cómo le convirtieron en vampiro, ni donde están sus dos hermanos, es muy cerrado en ese aspecto, y a lo que su familia se refiere.  Tras eso, Derek, en Nueva Orleans, después de todo lo ocurrido en la ciudad, se quedó con Marcel, considerándolo líder, aunque va muy a su aire y por libre, hasta que Klaus volvió reclamando lo que “considera” suyo. 
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