Tumgik
cambio-de-escuela · 2 months
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Cambio de escuela
La secuela de “Cambio de vida”, cuenta las vivencias de los tres hermanos protagonistas del libro anterior, y sus aventuras en aquella nueva institución educativa a la que los inscribió su madre, encontrando amigos y enemigos en el camino de esta magnífica aventura.
ADVERTENCIA: Contenido ABDL.
Escrito por: Esteban Pallebar
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cambio-de-escuela · 2 months
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Recomendacion
Al hablar de una secuela, como escribí en la descripción de esta, nos pide que antes de comenzar a leer este libro, hayamos leído la entrega anterior, por lo tanto, si no te has leído “Cambio de vida”, ruego encarecidamente que lo hagas, para que sepas un poco del contexto previo de nuestros protagonistas.
Si quieres inclusive una experiencia más inmersiva, te recomiendo leer estos relatos antes de aventurarte con este:
-Castigo Ejemplar.
-Las hermanas no pelean
-Mi abuela en pañales ¿Y yo?
Ya que habrá varias referencias con respecto a esas narraciones, que disfrutarías mas no pasándolas por alto.
Espero que les guste.
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cambio-de-escuela · 2 months
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Parte 1
Sobre el fino cristal de aquel bus amarillo, Ricardo apoyaba su cabeza sintiendo las vibraciones del carro, mientras pensaba en todo lo que acababa de vivir este verano, desde aquel día en que fue adoptado por esas personas de costumbres extrañas, a la que a día de hoy consideraba su familia. Al lado de él, yacía su fiel cómplice de muchas travesuras, su inteligente hermano mayor Miguel, y su tierna hermana pequeña Alexa. Todos nerviosos, tomándose de las manos por ratos, debido a aquello que todos experimentan en ese momento en el que entrarán a nueva escuela.
Ninguno de los tres llevaba pañal, lo cual tras bastante tiempo de sentir aquella reconfortante seguridad que solo estos pueden brindar, aumentaba la inquietud de todos. Llevaban la camiseta azul oscura de aquella institución, y en la parte inferior un Jean azul que cubría la ropa interior.
El resto del gigantesco bus escolar estaba plagado de niños como ellos, todos en silencio, lo cual no era normal. Por aquella ventana ambos hermanos veían como cada cierto intervalo de tiempo, el paisaje a su alrededor cambiaba, de estar en un suburbio, para luego estar en el centro de una gran metrópolis, seguido para ir rumbo a zonas rurales. No estaban seguros hacia donde irían, la única certeza era que se alejaban cada vez más de casa, sabiendo que no volverían en algunos días.
Se detuvo el autobús, y se subieron dos niños que llevaban el mismo uniforme, de piel trigueña, el varón tenía el pelo lacio, rostro ovalado y ojos oscuros con labios gruesos, la niña por su parte tenia los mismos ojos, pero la barbilla fina y el cabello casquillo. Se sentó al lado de Alexa en silencio cuando esta le comienza a hablar, introduciéndose y manifestando que era nueva ahí.
-Soy Pamela-. Dijo un poco callada con la voz aguda pero muy rasposa. -Yo también soy nueva, y mi hermano Fausto igual-. Expresó mientras señalaba a su hermano que se había sentado unas filas más atrás que ella.
-¿Acaso todos somos nuevos?-. Preguntó al aire la pequeña. A lo que su nueva amiga respondió la gran posibilidad de dicha aseveración. Siguieron conversando sobre triviales temas infantiles, Alexa ya no se sentía tan nerviosa, ya tenía una amiga, pensaba que seguramente podría tener más. Se preocupaba por Miguel ya que a este siempre se le había complicado un poco hacer amigos en cualquiera de los colegios en los que estuvo, pero tendría la sensación que este sería diferente.
El entorno fue cambiando, el bus dejó aquella carretera para meterse en una calle estrecha rodeada por ambos lados de una mágica arboleda de troncos gigantescos con enormes copas verdes. Avanzaron por aquel trayecto unos minutos cuando se detuvo el autobús, por la ventana se divisó un gran edificio de dos pisos, que tenía aspecto de casona de verano. El chofer de bus indicó que ya habían arribado. Se formó una enorme fila para desembarcar, una vez abajo se hallaban en un parqueadero donde había mínimo otros siete buses como en el que habían viajado, con un centenar de chicos como ellos, ninguno parecía tener más de once años, convirtiendo a Miguel en posiblemente uno de los mayores.
Se acercó al bus de los protagonistas, una señora de estatura promedio, con ojos claros pero amenazantes como los de un gato, de cara redonda, con un lunar grande y convexo sobre la comisura labial izquierda, pelo ondulado negro agarrado en cola de caballo, luciendo una contextura en el límite con la obesidad, con una voz gruesa formó a aquellos nuevos estudiantes en una fila, y comenzó a liderar el camino hacia la entrada principal de dicha institución. Con un megáfono comenzaron a formarlos en fila de acuerdo al grado lectivo en el que les constaba estar. -Primer grado, fórmense aquí-. Dijo mientras alrededor de dos decenas de niños comenzaron a hacer fila donde la profesora había estipulado. Alexa se despidió de sus hermanos y fue junto con Pamela a formarse, para suerte de la pequeña esta le tocaría con su nueva amiga. Así fueron llamando a cada uno de los cursos, hasta estar ya todos formados.
Les indicaron por alto parlante que se dieran media vuelta, dándole la espalda a la entrada del colegio, para divisar en medio de un patio de césped una enorme tarima en el medio, que contenía una carpa verde y un podio que sostenía un micrófono.
Una mujer de aspecto jovial, quizá pasado los treinta, comenzó a subir las escaleras del podio, tenía un elegante vestido blanco que resaltaban sus atributos, ojos color miel y las mejillas repletas de sutiles y finas pecas. Le dio dos golpecitos con el dedo al micrófono para comprobar que se hallaba encendido, y comenzó a dar un pequeño discurso de inicio sobre el año lectivo que estaba empezando: -Soy Alicia Flores y me presento ante todos ustedes, queridos y nuevos estudiantes como la directora de esta nueva institución, que nació de un sueño cuando tenía la edad de algunos de ustedes, y que luche muy duro para llevarlo a la realidad, si están aquí es porque nos une una extraña pero increíble afición-. Se retiró unos pasos del micrófono, mientras todos estaban en silencio se paró en el centro de la tarima, y se alzó su vestido dejando vislumbrar un blanco pañal infantil con figuras de animalitos, que era lo suficientemente grande como para que le quedara a una adulta como ella. Volvió a su podía para seguir con el discurso: -Así es, yo también soy como ustedes, no hay vergüenza que tener, aquí todos somos así. Exceptuando el resto de personal que labora aquí, y las profesoras que serán sus guías y tutoras, estas en su primera clase, también les explicarán las reglas correspondientes-. Hubo un silencio mientras a la gran muchedumbre de niños se les dibujaba en el rostro una sonrisa. -En cuanto a lo académico, se regirá como cualquier colegio, clases normales con evaluaciones constantes que serán calificadas. Cada profesora también les explicará eso en detalle y les mostrará las instalaciones. Buenos días a todos, y les deseo éxito y felicidad-.
Todos aplaudieron mientras esta bajaba del escenario. -Así que todos usamos pañales?!-. Dijo exaltado Miguel sin podérselo creer. -¡Jamás creí ver a tantos como nosotros!-.
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cambio-de-escuela · 2 months
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Parte 2
-Los de quinto por aquí-. Dijo aquella gorda maestra que los había recibido a la bajada del bus. Entraron al edificio en el que se veía un largo pasillo con puertas a los lados adornadas con el número correspondiente al grado en el que pertenecían. Entraron a la clase mientras la maestra solicitaba que se sentaran donde les plazca, Miguel como su impulso de sabelotodo dictaba, quería sentarse en las filas delanteras, lo cual su hermano lo cogió del brazo para sentarlo frente a él, unos pupitres más atrás. Una vez todos sentados y en silencio la profesora comenzó a hablar: -Soy la Miss Jessica, seré su profesora de matemáticas, y la de toda la escuela. Se que en todos mis años de experiencia como educadora jamás me han preparado para trabajar con bebes grandes como ustedes, pero bueno… La directora nos explicó acerca de cuál va a ser la dinámica en todo esto, académicamente será normal, como ella ya lo recalcó-. Tomó un gran suspiro para seguir con aquella idea que le costaba digerir. -En cuanto a los pañales… tengo entendido que ahora ya no podrán usar pantalón o falda, y que su uniforme constará solamente de la camisa azul medianoche de la institución como uniforme de diario, y la de deportes será la blanca de algodón-.
-Maestra ¿Y si quiero ir al baño?-. Interrumpió un niño.
-Aquí no hay baños para ustedes, solo cambiadores. Cuando me indiquen iré con ustedes para enseñarles y que se coloquen sus respectivos pañales, mientras tanto deben aguantarse-. Aconsejó la profesora: -Aquí, no quiero accidentes-. Dijo molesta.
-Profe…-. Dijo el mismo niño de hace un rato, temblando. -Es que de verdad tengo que ir-.
La hipopótama humana solo siguió explicando, mientras ignoraba al niño. -Durante la hora de clases no pueden salir a que les cambien el pañal, esto solo puede hacerse en los recreos, o una vez terminada la jornada de estudio-. Comenzó a escribir en la pizarra, cuando se detiene, da media vuelta y pronuncia con mala cara: -Y antes de que alguien me lo pregunte, yo no cambio pañales, hay personal que se encarga de eso-.
-Ese malgenio ha de ser porque no fabrican pañales de su talla-. Dijo Ricardo, mientras los chicos alrededor de él, se reían a carcajadas de la maestra. La maestra solo se viró nuevamente mientras trataba de averiguar quién había hecho el ofensivo comentario en contra suya.
De manera súbita se oyeron gritos de asombro que venían desde las bancas traseras. Aquel alto niño, de contextura ancha, mejillas rechonchas y nariz de chanchito había formado una laguna debajo de su silla, mientras su pantalón yacía oscurecido por el fluido. -Iré a buscar a alguien para que venga a limpiar, quédense en silencio sentaditos-. Dijo la maestra saliendo del aula.
-Vaya, pero si tenemos a un bebote que no se puede aguantar entre nosotros-. Dijo un alto y extremadamente delgado niño de pelo negro. Con ese chiste de humor negro solo ocasionó escasas risas en el salón.
-Parece que el sí requiere un pañal, lástima ¿Pero los de bebé si te caben?-. Dijo Fausto el hermano de Pamela, también humillando a ese niño.
-Seguramente el ya usa pañal de adulto-. Dijo un tercero de cabello castaño, baja estatura con ojos miel. Provocando que este comenzara a sacar sus primeras lágrimas.
Entre los tres bravucones forjaron una alianza mientras buscaban otro cruel miembro que se les una. Identificaron a Ricardo, diciéndole: -Soy Kike, ellos son Fausto y Martin. Sabemos que tu hiciste el chiste hacia la ballena que tenemos como profesora-. Ricardo solo guardó silencio, se presentó de manera educada, pero no les extendió la mano a aquellos malosos niños, manifestando su postura acerca de haber molestado a su compañero, porque muy en el fondo sabía que su hermano podía padecer aquel terrible destino.
Después de unos segundos, regresó la profesora con una señora enérgicamente agradable con una gran sonrisa que no había sido ocultada por los muchos ciclos solares que ya se hacían presente en su arrugado rostro. -Soy Marianita, y yo me haré cargo de sus accidentes-. Comenzó a trapear el piso, y al cabo de unos momentos una vez finalizado dijo: -Síganme, ya le toca a este curso que se coloquen un pañal-.
Salieron en fila ordenada hasta el final del pasillo donde había dos puertas. -Niñas, entren por aquí-. Dijo señalando la puerta rosada, para luego indicar la celeste donde debían ingresar los niños.
Al Ricardo y Miguel atravesar esa puerta misteriosa exclamaron las típicas palabras de asombro, apenas cruzado el umbral había un mostrador donde detrás había cantidades industriales de todos las marcas, modelos, tallas y tipos de pañales que jamás se hubieran podido imaginar. Frente a esto había un pasillo con al menos una decena de cubículos que contenían cambiadores dentro, muy parecidos a los que había en la casa de Romina.
Salió un joven con mucho animo a explicar la dinámico del asunto, cada vez que se requiera un cambio se deben acerca a donde él estaba hablando, luego elijen el pañal que desean usar y una vez se los entreguen van a un cubículo asignado para esperar a que un o una cambiadora se los realice. Pidió que hagan una fila para llevar a cabo el cambio, indicando que después de esto, ya no volverían a ver el pantalón, ni la ropa interior que llevaran puesto, hasta el viernes en que volverían a su hogar para pasar el fin de semana. -Vayan pensando en cual quieren usar, que hoy hay bastante tráfico-. Añadió al final.
Después de esperar largo rato a que la fila avanzara, llegó el turno de Ricardo quien escogió un confiable y neutro Huggies Active sec. Le entregaron el desechable y luego fue a su cubículo asignado donde se subió al cambiador. A los pocos minutos un extraño, pero muy diestro y profesional acudió a su cubículo y cerró la cortina que los unía con el pasillo para más privacidad, le quitó sus prendas inferiores y rápidamente le colocó el pañal para luego ponerle talco. No identificó bien quien se lo ponía, ya que aquellas personas que tenían dicha labor, ocultaban la mitad de su rostro detrás de una mascarilla quirúrgica, y usaba guantes de látex, como protección, que se eran desechados después de cada cambio que realizaban.
Se puso de pie y salió del cambiador masculino para hallar afuera a aquel trio dinámico de bravucones acercando a devorar a su presa: -Veo que ya tienes el pañal que necesitabas bebote-. Dijo Martin burlándose de aquel chico.
Ricardo sintió el valor y valentía que le otorgaban sus pañales recorrer su cuerpo. -Él tiene nombre-. Dijo encarándolos a los tres. Estos al verlo solo se limitaron a intercambiar miradas feas mientras la tensión de aquella congelada batalla comenzaba a subir.
Segundos pasaron hasta que aquel grupo de hienas se dio media vuelta y se retiró de escena, mientras el niño molestado le agradecía por aquella defensa: -Me llamo Gabriel-. Dijo después de agradecerle, aquel alto niño de piel lavada.
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Parte 3
A los pocos minutos una femenina y dulce figura se le acercó, adulando su defensión hacia Gabriel. -Está muy lo que hiciste, si alguien no les frena el carro luego se sentirán los reyes del mundo-. Ricardo se dio la vuelta para apreciar a aquella que le dirigía esas palabras. -Soy Maria Victoria, pero me dicen Mari Vi-. Dijo mientras le extendía la mano.
Este en el fondo sintió que jamás había sentido tal deleite al observar el cuidadosamente esculpido rostro de ella. No supo que responder sintiéndose extremadamente nervioso, se limitó solo a sonreírle, para luego coger suficiente valor y decirle: -Si… y defendería a cualquiera que fuera humillado-. Se podía sentir como las fuerzas de atracción los unían a ambos con la mirada, que cuando estas se chocaban se repelían, cual dos imanes de carga similar.
Al cabo de unos segundos llegó Miguel luciendo un Pampers Baby Dry, mientras pronunciaba el nombre de su hermano desde la distancia. -¡Viste todos los pañales que hay disponible?!-. Miguel llegó, y se puso frente a él dándole la espalda a la nueva amiga.
Este se limitó a asentar con la cabeza mientras lo apartaba de en medio, para acto seguido introducirlo. -Este es mi hermano Miguel-.
Miguel la vio de arriba abajo y lo que más le impacto de ella, fueron los pañales rosados que tenía: -Esos que llevas puesto… no los vi… son mis favoritos-. Dijo señalando a los Pull Ups de princesas que tenía llevaba puesto.
-¡Los míos también! Pero… si los hay, era que preguntes por ellos-. Dijo Mari Vi, un poco extrañada al ver que a un niño le gustaba usar un femenino pañal. -Pero tus Pampers son bastante buenos-. Añadió. Acto seguido la conversación fue interrumpida por la Miss Jessica, quien los hizo subir en fila por una enorme y amaderada escalera de caracol. Ascendieron al piso superior donde estaban las habitaciones.
A ambos lados de esta planta, se extendían pasillos, el de la derecha contaba con baldosas de colores cálidos mientras que la de la izquierda con colores fríos. -Aquí están los dormitorios de las mujeres a la derecha, y hombres a la izquierda, encontrarán que cada habitación es para un respectivo curso, cada uno escogerá su cuna donde dormir-. Dijo la mastodonte que tenían como profesora. Señalando que al final de cada corredor estaban las duchas, que dentro también tenían una estación de cambio de pañal, con la misma dinámica que la de abajo. Entraron a la habitación correspondiente, en ella había enormes cunas, concebidas para que cualquiera pueda entrar cómodamente en ellas, rodeadas por los respectivos barrotes, al lado de estas, cajones para que los niños pudieran dejar sus cosas. -Si necesitan un cambio de pañal pueden bajar las rejas e ir al cambiador de este piso, que está abierto también durante la noche-.
Se vio el reloj y luego llamó a todos los niños. -Dejen rápido sus pertenencias y vengan-. Una vez todos reunidos, la maestra los guio bajando las escaleras, y al final de un pasillo atravesaron una gran puerta doble, dentro había un comedor de mesas largas, lo suficientemente grande como para que en cada una entraran todos los niños de un salón. Habían alrededor de cien niños en pañales, lo que provocó cierta fascinación a los ojos de Miguel, quien creía estar viviendo el más loco pero magnífico de sus sueños.
Se paró en frente la directora Alicia, y exigiendo silencio hizo el siguiente anuncio: -El desayuno se servirá hasta diez minutos antes de las ocho, que es la hora en la empiezan las clases, luego a las diez y media tendrán un pequeño refrigerio que será optativo, para el que lo desee se acerca. El almuerzo será a la una y media de la tarde, y durará media hora. La cena será de siete a ocho-. Luego explicó que existían dos recreos, uno a la hora del refrigerio que duraba treinta minutos, y el otro después de almuerzo con una hora de duración, también explicó que está terminantemente prohibido entrar a las habitaciones o cambiadores del sexo opuesto, y que divagar pasadas las nueve de la noche por una zona que no sea la del piso superior, también estaba penado por las leyes propias de la institución.
Ahora se hallaban en hora del refrigerio, lo cual ambos hermanos decidieron no comer, si no disponerse a explorar el área, salieron por una de las puertas del comedor que conduce al exterior del complejo, afuera se hallaban los típicos juegos de niños de plástico. Siguieron explorando hasta llegar a dos canchas de football de césped, del tamaño adecuado para que niños pudieran disfrutarla sin cansarse en extremo. Subieron unas escaleras después de pasar por unos jardines siguiendo un sendero, para llegar a una piscina rectangular semiolímpica, que ponía en un enorme cartel: “Prohibido el ingreso sin la vestimenta adecuada”. Subieron otras escaleras en uno de los extremos de ese complejo para ir a unos juegos para niños que se hallaban en un espacio cerrado y aclimatado. Este contenía un largo pasillo oscuro que conectaba con las habitaciones.
Regresaron sobre sus pasos, para ver a lo lejos un gran pedazo de extensión cubierta por arena en la que se hallaban las canchas de Volley, y también otro infantil juego hecho de madera, sobre un gigantesco arenero. Desde ahí veían una extensión casi finita que abarcaba hasta el horizonte donde la vista no alcanzaba a ver, cubierta de hermosos, y enormes árboles, dando la perspectiva de que aquel oasis de ensueño estaba rodeado por mágicos y enigmáticos bosques, dando la pauta de lo aislados que estaban del resto de la civilización. De manera distante también observaron un coliseo techado. Sonó el timbre que anunciaba el fin del receso, se dispusieron a regresar a la clase.
Una vez dentro por cada hora pasó una asignatura con una diferente maestra, primero acudió la Miss Karen, presentándose como la encargada de enseñar Lengua y Literatura, contando con una voz aguda que adormecía a muchos de los estudiantes presentes, la siguiente hora tocó Ingles lo cual hizo su introducción una versión mayor de la anterior profesora con nombre Dunia, quizá eran hermanas porque ambas delataban cierto parecido la una de la otra, pero la diferencia de edad y la voz eran totalmente abismales, teniendo esta ultima una voz gruesa, rasposa y calmada.
En medio de un murmullo entró una profesora de ojos negros con pestañas y cejas gruesas bien delineadas, muy maquillada, delgada con pelo castaño y labios gruesos, con una edad que parecía rodear los cuarenta y cinco. De un grito ensordecedor pidió silencio, dando a entender el difícil carácter que se manejaba esa mujer, explicó las reglas de su clase, su poca tolerancia al relajo, y la importancia de su materia llamada “Estudios sociales”, al final se retiró mientras decía su nombre “Soy la Miss Blanca”.
-Es muy estricta, no la provoquen-. Dijo una niña advirtiéndole al trio de bullies, que desde el principio se habían llevado bien con aquella nena de cejas gruesas, piel bronceada y ojos, que contaban con unas largas y paradas pestañas.
-¿Cómo sabes Isabela?-. le preguntó Martin.
-Porque es mi madre-.
Se levantaron y acudieron en fila a la hora de almuerzo, y mientras todos degustaban una deliciosamente comida, nuevamente la directora se dispuso a hacer más anuncios parroquiales. -A las tres, una hora antes del final, tendrán la hora de estudios aquí en el comedor, lo cual servirá para que hagan las tareas y repasen para futuras lecciones, si tienen alguna duda todas las maestras estarán aquí para asesorarlos-. Entre aplausos como de costumbre, se retiró aquella jovial y alegre persona, del que ya conocemos su pasado y sus inicios en aquel mundo pañalero.
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Parte 4
Después de almuerzo Miguel fue a cambiarse el pañal, buscó y buscó en el catálogo para sin éxito encontrar aquellos desechables de nena que él quería usar. Se acercó la persona encargada de dicho servicio al que le preguntó: -Perdón, es que veo que tiene disponibles los Pull Ups azules ¿Pero los otros no tiene?-. Dijo avergonzado, lanzándole una indirecta.
-Si te refieres a los de niña, esos solo están disponibles en los cambiadores para ellas-.
-¿No me podría dar uno?-. Dijo entre dientes y en voz baja aquel niño de lentes, mientras con bochorno observada que había otros niños detrás de él esperando su turno, lo que le daba la inseguridad de que pudieron haber escuchado su extraña petición. El encargado se negó, diciendo que estaba siguiendo órdenes, y que no podía llevar a cabo tal cometido. -Me da un Dodot Activity-. Le entregaron y acudió al lugar para que un experto le haga el cambio, estaba entrando en el número asignado cuando ve a Fausto salir del que estaba al lado, no le importó en lo más mínimo y siguió con su cometido.
Acto seguido busco a su hermano quien se hallaba haciendo nuevos amigos. Jugando football con un niño de baja estatura, de pelo negro y ojos rasgados del mismo color, este contaba con unos guantes de arquero, y cada vez que su hermano pateaba la pelota, este volaba por los aires, evitando que entrara al arco. -Él es Yang Kim-. Dijo poniendo pausa al juego por un rato.
-Hay que seguir reclutando gente para ser suficientes para otro día jugar un partido-. Dijo aquel chinito, mientras observaba la desolada cancha de césped. Dejaron la pelota ahí, y se dispusieron a ir a uno de los muchos juegos infantiles. -Juguemos a las escondidas-. A todos les pareció buena idea, pero seguían siendo pocos, inclusive para dicho juego.
Miguel vio a una niña solitaria a la cual le preguntó, si quería jugar. Esta con pequeñas y secas palabras acepto, acercándose al grupo. -Soy Milu-. Dijo con infantil voz de manera insegura, al parecer cierta timidez en ella hacía que no tuviera la facilidad de hacer amigos.
-¿A quién más le podemos decir?-. Dijo Yang Kim.
Ricardo señaló y dijo: -Ahí está Mari Vi, le diré para que juegue con nosotros-. Este con el brazo en alto la llamó, la cual acudió de manera inmediata con Isabela, y todos comenzaron a llevar a cabo ese juego, siendo Miguel el primero en contar hacia atrás, para acto seguido buscarlos a todos. Sin éxito después de varios minutos, decidió regresar al punto de inicio, sin haber encontrado a nadie, para darse cuenta que todos ya estaban a salvo, perdiendo esta vez el juego.
Querían jugar de nuevo pero sonó la campana que anunciaba el fin del receso, se dirigieron al aula, para que a los pocos minutos una rubia mujer mayor, con estilo de pelo como de la década de los cincuenta, luciendo un potente labial rojo, y sombra morada en los parpados, atravesara la puerta presentándose como la Doctora Marjorie, quien les daría clase de ciencias, además de dar en su breve pero concisa introducción, indicaciones de donde quedaba el departamento de enfermería, por si alguno de los niños se llegaba a enfermar, ella podía atenderlos y curarlos.
Luego de esta clase los niños se dispusieron a ir al gran salón, donde tenían las distintas comidas, pero esta hora no llevaría tal función, sería la hora de estudio. Una vez ahí, nuevamente la directora se dispuso a dar el siguiente anunció: -Como hoy todas las clases han sido meramente introductorias, la hora de estudio de hoy será para que se conozcan entre ustedes-.
La idea parecía fantástica, todos se pusieron de pie a compartir ideas unos con otros, hacer amigos ahora era más fácil. Estaban todos conversando de manera tranquila y pacíficamente cuando se acerca Martin a Miguel diciéndole: -Oye dice Fausto que quieres usar pañal de niña-.
Esos tres maleantes comenzaron a reírse. -Si, yo sé lo que oí, le pidió al cambiador si le podía dar uno-. Confirmó Fausto. Miguel repleto de ira solo puso duro su puño derecho mientras lágrimas de humillación se corrían por sus mejillas.
-¿Por qué no lo dejas en paz?-. Se acercó diciendo Ricardo mientras empujaba con ambas manos a Fausto, hubo un forcejeo entre este par, intensificando la tensión entre ambos bandos. Después de unos instantes vino la Miss Blanca a separarlos, mientras el protagonista les sentenciaba: -¡No vuelvas a molestar a mi hermano o te haré llorar!-. Se dieron media vuelta y se fueron ambos desapareciendo de escena. La adrenalina de Ricardo se hallaba en el tope, esperando solo estar lo suficientemente cerca para la acción.
Se sentaron y siguieron conversando a que aquella hora terminase, para acto seguido dar por finalizado aquel caótico primer día. Se pronunció una vez más Alicia diciendo que ahora podían tener tiempo de ocio para ellos, o que si era de interés practicar algún deporte.
Ricardo se fue a entrenar Football con Yang Kim, mientras que Miguel se separó para probar con el Volleyball en la cancha de arena. Este último se disponía a disfrutar de aquel deporte, sin prestarle atención a Kike y Martin que también estaban con él. Por el momento no hubo ninguna ofensa por parte de ellos, simplemente se dispusieron entre todos a disfrutar de aquel deporte manual, mientras que por el lado de Ricardo se hallaba haciendo las paces con Fausto mientras ambos jugaban Football, este último siendo verdaderamente talentoso, la cancha les estaba provocando cierto nivel de amistad, o de cese al fuego entre ambos bandos.
Luego de aquella actividad extracurricular, todos se dispusieron a ir a las duchas, una vez ya cambiados les colocaron el pañal deseado por cada quien, y luego fueron a cenar. Se asearon los dientes, Ricardo requirió un último cambio de pañal y se dispusieron a dormir a las diez de la noche, hora establecida por la dirección a mandar a apagar todas las luces, solo quedando prendida la del cambiador del piso superior. Ricardo se la había pasado genial y no podía esperar a las otras aventuras que le aguardaban, porque este recién había sido su primer día. Miguel por su lado sentía la suerte de poder estar disfrutando un lugar así, aunque el temor invadía de vez en cuando su cuerpo, en especial al ser atacado por esa banda de buitres humanos, pedía tener al menos un cuarto del valor que a su hermano le sobraba, para poder tomar cartas en el asunto y así ya no ser molestado. Esperaba que la llamada de atención de las profesoras haya sido suficiente, para no tener que recurrir a otras medidas.
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Parte 5
Al día siguiente se levantaron creyendo que todo el día anterior había sido el mejor de los sueños, a los pocos segundos sonó la campana que anunciaba el primer despertar, sonando cada quince minutos desde las siete de la mañana, para así darle la oportunidad de dormir más al que lo quisiese, la única condición era que a las ocho debían estar todos en su clase, y el que llegaba tarde recibía una sanción de puntuación académica.
Cada día tenía algo especial, los lunes había clase de arte con la directora, lo cual lograba con su mera presencia que los niños se portaran de manera exquisita, sin ningún signo de indisciplina, ya que, aunque la directora era dulce como el caramelo, su puesto como máximo órgano institucional hacía que todos le temieran.
Los martes y jueves era día de deportes, el cual debían utilizar una camiseta de fresco algodón color blanco y pañales de entrenamiento o de tipo braga, lo cual había una gran gama de estos en todos los cambiadores. Ese día Miguel y Ricardo se dispusieron a no salirse de su zona de confort utilizando los ya conocidos Pull Ups de Huggies, que por tanto tiempo han usado. Tuvieron su hora de deportes de manera normal, teniendo un poco de atletismo, con ciertos ejercicios de saltos.
El miércoles era el día de natación, lo cual ese día tenían una hora para cambiarse a un pañal resistente al agua, ya sea un Pampers Splashers o un Huggies Little Swimmers, y aprender a nadar, los que no sabían, pero los que sí, podían gozar de hacer ejercicios en el agua como una clase más avanzada de natación, con los distintos estilos de nadado.
Los viernes tenían clase hasta el mediodía, y después de almuerzo se disponían a volver a casa, pero dejando todas las pertenencias en sus habitaciones, ya que el lunes volverían a aquella ya establecida pero fantástica rutina.
Llegó el lunes nuevamente, el día transcurrió de manera normal, soportando los gritos de la Miss Blanca y la mala cara de la Miss Jessica.
Después de aquel día, Miguel como de costumbre se iba a sus prácticas extracurriculares de Volley, se hallaba pasándola genial en el deporte para de pronto oír risas detrás de él, eran Martin y Kike, trató de no darles mucha atención y siguió en lo suyo, minutos más tarde, en un rápido movimiento Martin le abrió la parte trasera del pañal de Miguel mientras Kike cogía con ambas manos juntas un pocotón de hirviente arena que había estado todo el día bajo el sol abrasador, dejándolo caer sobre los glúteos del de anteojos, que sentía que esas miles de pequeñas partículas le desollaban las nalgas, provocando intensa incomodidad más que todo a cada movimiento que sentía como la arena le lijaba la dermis.
Salió entre lágrimas corriendo al cambiador mientras ese maléfico par se reía de lo anterior cometido. Una vez en la mesa, la profesional encargada le abrió las cintas del pañal, viendo este llenito de marrón arena, que le había dejado roja la cola. Con un poco de agua todo se solventó mientras a este le colocaban otro pañal. Optó por no decirle nada a su hermano para no preocuparlo, sino simplemente seguir con su camino, sin volver a aquellas practicas donde podía ser presa de aquellos depredadores.
A la semana siguiente tuvo otro ataque por parte de este grupo terrorista, se hallaba en el recreo, Ricardo aun no había terminado de comer por lo que se encontraba solo cuando ve a aquellos crueles acercándose, trató de ignorarlos cuando Fausto le preguntó: -Oye ¿Te gusta este pañal?-. Este trató de ignorarlos en silencio, mientras Martin de la mano llamaba a Isabela para que se les acercara, vistiendo un bonito Pampers Easy Ups morado con dibujos de My Little Pony, Miguel lo vio y trató de manera exitosa de disimular lo mucho que le encantaría llevarlo puesto. Se retiraron después de muchas risas porque igual se dieron cuenta cual era el verdadero anhelo de aquel chico.
Así pasaron tres meses en las que estos tres, aguardaban cual zorro astuto a que Miguel estuviera sin la protección de Ricardo para poder molestarlo y humillarlo. Con el paso de los días Miguel se hallaba más callado cada vez, y más irritable, lo que hizo que sonaran las alarmas de preocupación de su hermano, que, aunque era menor casi por un año, este tenía siempre bien puesto sus pantalones.
Un día durante el tiempo de la colación de media mañana, Miguel se dispuso a ir a que le cambien su pañal, cuando a la entrada del cambiador se hallaban sus verdugos. -No, tú no puedes entrar a este-. Exclamó Fausto mientras le bloqueaba la entrada al servicio de varones. -Tú vas allá-. Recalcó mientras le señalaba la puerta rosada del de damas.
-¿Qué no te has dado cuenta o no te han dicho? Eres una niña, no puedes entrar aquí-. Dijo Kike mientras lo seguían humillando.
Ricardo ante la sospecha de que algo andaba mal con su hermano, se dispuso a seguirlo sin que este se diera cuenta, apreciando tal maltrato que este sufría, estaba en el dilema de dejar que este aprendiera con choque y sangre a resolver sus problemas, o entrar a defenderlo.
Miguel ya molesto, trató de empujar a aquel que le obstaculizaba la puerta, sin llegarlo a mover ni medio centímetro. Fausto por su parte sacó su fuerza característica que le daba su altura más grande que la de su contrincante y empujó a Miguel, tirándolo al piso mientras se le caían los lentes y rodaban por el suelo de cerámica gris, resquebrajándose poco a poco. Comenzando a llorar desconsoladamente porque sin ellos no podía apreciar el mundo que lo rodeaba. Además, sabía lo que su madre le haría si es que se enteraba que este rompió aquellos lentes caros hechos a la medida de sus ojos.
Ricardo se hartó de ser espectador, esperando como de manera inexistente su hermano trataba de defenderse por sus propios medios, así que caminó unos pasos en silencio, lentamente, acercándose a donde se hallaban esos, y sacando fuerza de la ira y el odio que sentía de ver cómo era maltratado su hermano, lanzó un gancho con su brazo derecho que no le dio tiempo a reaccionar a su víctima, simplemente esta era consciente de lo que había pasado una vez que sintió los nudillos de Ricardo estrellándose contra la parte izquierda de su mandíbula.
Fausto cayó al suelo mientras lloraba amargamente, mientras sus amigos se disponían a abandonar el lugar, temiendo por algún tipo de represalia por parte del hermano de Miguel, quien les aviso con gruesa voz: -Los siguientes serán ustedes, así que no se les ocurra volver a molestarlo-.
Fausto seguía gritando en el suelo mientras con ambas manos se sobaba su hinchada quijada, se acercaron ruidosos pasos de tacones que habían acudido tras oír el llanto, para que la Miss Blanca encontrara aquel escenario, tanto Miguel como Fausto llorando, mientras Ricardo se hallaba victorioso de pie, con un puño en su diestra. Bien sabía que lo que seguía eran problemas, pero estaba dispuesto en ayudar a su hermano, sea cual sea la sanción, inclusive si esta amenazaba su estancia en el aquella maravillosa escuela.
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Parte 6
Se hallaba Alexa departiendo con su amiga Pamela, cuando de manera súbita se acerca una compañera de la clase de ellos, diciéndole: -Oye Pame, le han pegado a tu hermano-.
-¿Qué? ¿Quién?-. Dijo conmocionada. A lo que le respondieron que Ricardo, el hermano de Alexa. Hubo silencio unos segundos mientras Alexa veía como su mejor amiga se la quedaba viendo con cierto desagrado, hasta que dijo: -Mi hermano…-. Suspirando. -Es odioso a veces, seguramente se lo ganó-. Esto hizo que Alexa se relajara pues creía que su amistad con ella quedaría resquebrajada después de aquel incidente, aquella solo podía pensar en que problema pudo haber ocasionado dicha respuesta. -Siempre ha buscado problemas, también en la escuela anterior-.
Mientras tanto Ricardo se hallaba en la oficina de la directora, estaba esperando sentado, con las manos juntas, sudando mientras esperaba que llegara aquella jueza que le impondría alguna medida severa, sin lugar a dudas.
Entró la profesora que había presenciado el final de aquel acto, abogando por lo que había visto, mientras exigía un castigo gritando con voz alta. Alicia solo le hizo una señal, levantando la mano, para que esta guardara silencio. -Yo seré quien lo decida, gracias. Ahora necesito que te retires-. La Miss Blanca salió indignada de aquella habitación, pues consideraba una falta de respeto que no le concedieran su veredicto después de que ella fue la única testigo ocular confiable, según ella.
-Ricardo ¿Verdad? Cuéntame que ocurrió-. Dijo mientras esta se sentaba en su escritorio en una gran silla de cuero con rueditas, y se inclinaba hacia adelante para oír con toda la atención del mundo a aquel condenado delante de ella. Ricardo respiró hondo y contó de principio a fin, sin ahorrar nada de detalles todo lo que su hermano había vivido desde el primer día de clases por parte de ese par. -Claro, pero es tu palabra contra la de la profesora…-. Dijo mientras abría los ojos más de lo normal. -Por suerte podemos salir de las dudas-. En su computadora abrió las cámaras de seguridad de ese pasillo a la hora del crimen, en lo que quedó en evidencia las provocaciones por parte de los tres bravucones, lastimosamente la cinta carecía de sonido, por lo que gran cantidad de información se perdía. Tocó un botón que hizo sonar una pequeña y aguda campanita artificial, a los pocos segundos entró su secretaria, chaparra de rasgos asiáticos, con lentes finos. -Lin Xi, por favor llama a Miguel y a Fausto, por favor-.
Esta se retiró y segundos después su petición se hacía presente en unos altoparlantes que anunciaban sus nombres por todo el colegio. Mientras tanto Alicia seguía informándole a Ricardo: -Ese chico, lo que menos debería estar buscando es problemas, sus notas están bajísimas, está pendiendo de la cuerda floja, porque estoy viendo su desempeño académico por el sistema y pues no está cumpliendo los estándares-.
Minutos más tarde Miguel y Fausto aparecieron por aquella puerta: -Tu espérame afuera-. Le dijo al buscapleitos. El de lentes tenía la total atención de la directora, lo que hacía que nervios recorrieran su estómago, tratando de contener sus palabras. Alicia por su parte quería escucharlo todo, y esperaba a que este vomitara todos los argumentos de la misma manera que su hermano, pero en cambio con él fue más complejo, pues al negarse a explayarse en sus explicaciones, esta tenía que hacer preguntas lo que ponía más de nervios a Miguel, pensando que era un interrogatorio, como los que llevaban a cabo los servicios de inteligencia secreta.
Después de una exhaustiva búsqueda por la verdad, no quedaba duda lo que había pasado, Fausto ahora entró a la dirección, y trató de defenderse de manera poco exitosa, después de presentar las contundentes pruebas, lagrimas salían de sus cuencas oculares mientras Alicia le daba su sentencia: -Se te suspenderá una materia y se te bajará tres puntos al promedio de cada asignatura, y también tres puntos en conducta. Solo excelentes calificaciones y conducta te salvarán del supletorio, y de la posible expulsión que esto conlleva-.
Fausto se retiró, mientras Alicia siguió hablando: -Para ti también habrá un castigo Ricardo-. Dijo provocando gran tensión entre los dos hermanos. -Ustedes ¿Son los hijos de Romina verdad?-. A lo que ambos se miraron con miedo y respondieron de manera afirmativa. -Descuiden mis castigos no serán así, ni tampoco serán como los de mi época, de hecho, yo comencé a usar pañales porque fue un castigo que me impuso un profesor, y desde ahí me fascinaron, de todo lo malo que me hizo pasar, le agradezco eso-.
Ambos hermanos querían hacerle más preguntas, pero sentían ese gran escalón entre esa autoridad de tal calibre y ellos simples estudiantes, lo que hacían que el respeto y miedo hacia ella sea máximo : -Y para ti Ricardo, se te bajará un punto de promedio en todas la materias y en conducta, debido a tu accionar violento, yo sé que en tu posición todos hubiéramos hecho lo mismo, pero hay reglas del colegio que tengo que respetar, porque ¿Quién seguiría las reglas si yo, la máxima autoridad, las rompo?-.
Salieron de aquella oficina con el sabor de una victoria que al final había sido un poco amarga, se dirigieron a la clase, la cual transcurrió de manera normal, cuando en un recreo se acercó Fausto, seguido de sus fieles secuaces a disculparse arrepentido con Miguel, prometiendo paz, y jamás volver a molestarlo, pues sentía que tenía el agua hasta el cuello. Este chico rebelde debido a los problemas que tenía en su anterior escuela, sus padres decidieron infantilizarlo, después de todas las tundas que le pudieron dar, lo cual después de cierto tiempo de usar pañales y ver lo a gusto que este se sentía en ellos, decidieron quitárselo, el prometió mejorar en todos los ámbitos posibles con tal de quedarse con la elección de poder llevarlos cada vez que quiera, su hermana en cambio los probó por mera curiosidad al ver a su hermano disfrutarlos, lo cual también hubo cierto goce por parte de ella, quedándose los dos con aquella costumbre.
Fausto para entrar a este colegio prometió a sus padres ser un niño ejemplo, y bien sabía que, si este no cumplía las expectativas de sus progenitores, pronto le prohibirían seguir usándolos. Por lo que era momento de un auténtico cambio, desde ese día, mantenía una conducta a raja tabla, acompañado de un esfuerzo enorme por remontar aquellas calificaciones que juegan en contra de su estancia en esta escuela.
Aquel trio dejó de hacerle bullying a Miguel, lo cual cada día seguía creciendo su plenitud en esa escuela, que después de todo era un sueño para el estar ahí. Se juró a si mismo no volver a mencionar en voz alta, o tan siquiera emocionarse al ver pañales concebidos para niñas, reprimiendo aquel deseo, hasta nuevo aviso.
Luego pasaron unas semanas con la típica cotidianidad académica de cualquier colegio, solo los pañales le daban un tinte diferente.
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cambio-de-escuela · 2 months
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Parte 7
Alexa un día estaba departiendo con su mejor amiga Pamela, quien no se parecía en carácter a su hermano mayor y malvado, solo tenían la semejanza física. Alexa ya tenía el pañal lleno a media mañana, por lo que decide dirigirse a un cambiador.
-Yo me voy a adelantar a comer la colación de media mañana-. Dijo pamela con su voz rasposa. Esta fue avanzando hasta llegar al comedor que estaba vacío, no había nadie más ahí, solo estaba ella, y en el centro, hartísimos platos de su favorito helado de chocolate. Se le iluminaron los ojos al ver aquella cantidad de lo que para ella era un ansiado manjar.
Se sirvió uno, cogió una pequeña cucharada y comenzó a degustarlo con mucha alegría, sin detenerse hasta dejar vacío aquel pocillo, miró a su alrededor, percatándose de que aquel cuarto seguía vacío, por lo que sus deseos la mandaron a servirse otro, y luego otro, y otro.
Alrededor de diez minutos pasaron cuando entra por la gran puerta doble la Miss Jessica con su compañera del terror la Miss Blanca, se acercan a la mesa para ver más de una docena de platos vacíos, se dan la vuelta y lo único que alcanzan a ver es a Pamela, con los labios y los cachetes manchados de pardo helado de chocolate. Sorprendidas y asustadas, la delgada le pregunta a la niña: -¿Te comiste todos los helados?-. Esta, con cierto miedo a ser reprendida solo guarda silencio.
-¡Uyy nooo!-. Dijo la mastodóntica maestra. -¿Qué vamos a hacer?-. Su compañera de trabajo sorprendida preguntó el porqué. -Le va a dar diarrea-. Sentenció la gorda, quien al parecer tenía experiencia después de pegarse también inmensos atracones de comida.
-Esperemos que no pase-. Dijo la delgada Maestra.
Al poco tiempo llegó Alexa luciendo un morado Goonites de Tinkerbell, esta se acercó a Pamela preguntándole que hubo de comer. -Mi helado favorito, no deje ni uno-. Dijo sacándole pica a su amiga.
Ambas se pusieron de pie y se fueron a seguir con el día académico, después del recreo, Pamela comenzó a sentir intensas patadas en el vientre, mientras sonaba dentro de si sonidos extraños, como si dentro estuviera regándose un cántaro de agua, estaba en plena clase de matemáticas con la Miss Jessica, quien con su gruesa voz y poca paciencia trataba de enseñar las tablas de multiplicar, mandando a hacer como actividad serie de números de tres al quinientos de tres en tres, para que los jóvenes por medio de un método obsoleto, se aprendan los múltiplos de dicha tabla.
Pamela sentía como se le exprimían las tripas cada vez de manera más violenta, mientras sus expresiones de la cara daban a entender lo que estaba pasando, entrecerrando los ojos dejaba salir de su boca una especie de molestia, parecida a la onomatopeya que se ejerce cuando uno está pujando para ir al baño.
La profesora seguía distraída con la clase mientras esta sentía como dentro de poco perdería la batalla, sintiendo como cada vez más, las ganas eran inminentes. De un momento a otro todo se calmó, respiró hondo mientras el dolor se disipaba dentro de sí, respiraba aliviada al fin.
Sintió la necesidad de tirarse un pequeño pedo. “Solo era eso”. Pensó. Así que se dispuso a dejarlo salir, cuando este no era lo que aparentaba ser, venia camuflada, pero al dejarlo salir, de su cuerpo escapó una fétida y caliente diarrea a chorro, pigmentando el pañal de color café verdoso, le volvieron los dolores y la desagradable sensación de tenesmo, mientras de manera fallida no lograba cerrar su represa, dejando escapar toda esa materia fecal liquida hasta el punto de llenar su pañal totalmente. “Que se detenga por favor”. Imploraba mientras seguía sintiendo puntapiés en el abdomen, cada vez que trataba de detener el proceso de una vía. El único alivio que le concedía era al dejarlo salir todo. No sabía cuánto más aguantaría el pañal. -Maestra déjeme ir al cambiador-.
-Para eso tienes un pañal, aquí te quedas-. Le dijo la Miss Jessica. Mientras el rebozado pañal de la niña comenzaba a escurrir el sucio liquido por las aberturas de sus piernas y espalda.
-A la enfermería-. Dijo mientras cada vez más heces liquidas escapan del desechable. Ante tal aseveración, la educadora con la paciencia agotada se dio la vuelta, para observar aquella catástrofe que había ignorado, pero que realmente ocurría en su salón de clases. Su cara de asco al ver aquel lleno pañal la obligó a salir del lugar, no sabía qué hacer. Así que fue a la clase de al lado a solicitar la ayuda de la Miss Blanca.
Ambas no sabían que hacer, solo le ordenaron a Pamela que se levante de ahí y la acompañaron hacia el cambiador más cercano, dejando un camino de suciedad, una vez ahí dentro había un cartel que decía: “Capacitación del área de cambio miércoles de 11am a 2 pm, todo cambio queda delegado a las maestras, por orden de la directora Flores”.
En su mente la obesa maestra maldecía al primero que se pasara por la mente, mientras le ordenó a su fiel compañera de trabajo. -Hazlo tú, tu hija usa pañal, por lo mismo tienes experiencia-. A lo que la otra contestó de manera negativa diciendo que era su estudiante. La de mirada de gato le imploraba ayuda, a lo que esta aceptó. -¿Y si la dejamos así?-.
-Amiga, esta con diarrea, de lo que se, debe ser cambiada cuanto antes, si no, ahí si nos pudiéramos meter en problemas-. Dijo la delgada de cejas grandes.
Treparon a la niña en un cambiador, cerraron las cortinas, y Blanca le ordenó que se pusiera guantes, se remangaron sus camisas de trabajo rosadas hasta los codos, y acto seguido desabrocharon el pañal, dejando salir una pestilencia que provocó repudio en la gorda maestra, que, al no haber sido madre, no contaba con aquella resistencia al olor de los pañales sucios. –No me pagan lo suficiente-. Susurró en voz baja. Le quitaron los zapatos y las medias a la niña, para acto seguido agarrar la ducha manual y comenzar a lavar las manchadas partes íntimas de la perjudicada. Retiraron el pañal y alzando las piernas le secaron sus partes para luego aplicarle loción anti rozaduras. Le pusieron el primer pañal que encontraron en el catálogo, que era un Dodot Bebé seco, para luego cerrarlo.
Acto seguido pusieron a la niña de pie, y ambas maestras llevándola de la mano, se dirigieron al dispensario médico, entraron a aquel pulcro y blanco lugar que olía a un apoticario, y ahí estaba la Dra. Marjorie, quien recibió a la niña, la puso en una camilla que se hallaba en uno de sus tres cubículos y cerró la cortina. Exigió una explicación, mientras ambas maestras asustadas le contaban todo, desde que se atiborró de gelato de chocolate, hasta el accidente.
-Actuaron bien con respecto a la diarrea, pero le cambiaré ese pañal, para la próxima, deben colocar en estos casos pañales que absorben caquitas liquidas como: Huggies Xtra Care, Dodot Sensitive o Pampers Swaddlers-. Guardaron silencio porque aún no eran muy diestras en ese mundo, lo que las llevó a suponer que la doctora también disfrutaba de aquel raro fetiche, lo que se ganó la extraña mirada de las maestras. -Ya sé lo que están pensando, y no, no los uso, pero es mi trabajo saber eso-.
La doctora la cambió un pañal de aquellos descritos por ella mientras dictaminaba que hoy hasta la noche, la niña no asistiría a clases y que se alimentaria de dieta blanda hasta que aquel empacho se le pasara. De manera constante cada media hora la doctora le ordenaba tomar un vaso de dulce, pero no sabroso suero oral, y luego le chequeaba el pañal.
La paciente requirió alrededor de unos cuatro cambios en toda la tarde, lo cual, al llevarse a cabo, tal y como la doctora había predicho, la mayoría de las heces blandas eran absorbidas por el pañal, dejándolas debajo de una malla, solo quedando sobre aquella estableciendo contacto con la piel, aquellos solutos que eran demasiados duros como para colarse por aquella.
Para el día siguiente el estado de salud de Pame volvió a la normalidad, habiendo escarmentado del jamás volver a comer mucho de lo mismo.
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cambio-de-escuela · 2 months
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Parte 8
Pasaron los meses e iba creciendo la amistad de ese par de hermanos con aquellos desconocidos joviales que también les gustaba usar pañal. Ricardo había tenido el empeño suficiente para mejorar en las notas para que esos puntos de penalidad por el puñete lanzado al canalla, ya no lo hicieran peligrar en su instancia para el siguiente año de colegio. Mientras que Fausto después de esa caída en picada, dada por las severas deudas impuestas por castigo, no se había podido recuperar, lo que inclusive con mucho esfuerzo, siguiera en peligro su matrícula.
Preocupado por conocer todos los orígenes de sus amigos, se hallaba entrenando Football con Yang Kim, cuando este le pregunta al protagonista de como acabó en pañales, para fortuna de nosotros los lectores esa historia la conocemos ya con lujo de detalle, después de contársela, Ricardo le pide saber la suya.
-Pues, veras mi mamá siempre tenía la costumbre de comprar toallas húmedas para los baños de la casa, y cuando los comencé a usar para limpiarme la colita, me comenzó a gustar la sensación y el aroma, y pues supuse que usar pañales se podía sentir igual o mejor, así que un día, rellené mis calzoncillos de toallas húmedas como si simularan ser un pañal, decidí hacerme popó en ellos, lo cual aguantaron bien. Me los quité y los boté a la basura, más tarde mi madre vio ese pocotón apilado en el tacho y me preguntó que había ocurrido-.
-¿Y qué pasó?-. Respondió mientras hacía cascaritas con el balón, su compañero asiático sentado sobre la pelota, le comentó que su mamá le había preguntado “¿Te pusiste los pañitos dentro de los calzones? ¿Cómo si fuera un pañal?” a lo que le respondió que sí, y él porque era algo que su madre jamás se esperó. -¿Y que fue?-.
-Porque tengo curiosidad de usar uno-. Concluyó la historia diciendo: -Mi mamá me compró unos creyendo que sería algo pasajero, pero al colocarme uno la primera vez, sentí que eran prendas que me gustaría llevar siempre-. Luego explicó que su mamá si lo aceptó, y que se encariño de tal manera con cambiarle los pañales a su hijo, y que le dijo a su padre que debía de usarlos porque comenzó a mojar la cama por las noches, lo cual también aceptó. -Por suerte soy bastante bajo y flaco, por lo que tengo la proyección que a futuro podré seguirlos utilizando-.
-¿Tu madre trabaja aquí?-. Replicó Ricardo.
-Si, es la secretaria de la directora, se aficionó tanto con cambiarme los pañales que ahora disfruta cambiándoselos a la directora cuando lo necesita-. Agregó el amigo.
Luego del entrenamiento siguieron con su vida normal, pero Ricardo siguió investigando con su hermano los orígenes de sus amigos. Reunidos con Mari Vi y Milu, ambos hermanos compartieron su historia, para que luego estas dos contaras las suyas, una descubriendo a su abuela usarlos, y la otra siendo infantilizada por su malvada hermana mayor, que al parecer le gustaba usar pañal, ambas finalmente forjaron una linda hermandad por medio de estos.
-De esa chica Isabela ¿Saben?-. Preguntó Ricardo.
-Tengo entendido que ella mojaba la cama, quizá por los nervios que le causa su madre al querer que sea perfecta, a esta no le tocó más remedio que usarlos por necesidad, pero le terminó gustando como a la mayoría que pasa por eso. Pero hasta día de hoy su vejiga es incontinente-. Contó Milu tristemente. -Nunca ha dormido con otra cosa que no sean pañales, así que se perdió todas las pijamadas con sus amigas-.
Milu, dentro de todo lo callada que era, con pocas palabras había podido simpatizar con todos, hasta el punto de ganarse su confianza para que todos le cuenten sus orígenes.
-¿De ese chico Gabriel te sabes? El que es alto, un poco gordo y parece un chanchito por la nariz-. Dijo Mari Vi. 
-Si-. Dijo confiadamente aquella biblioteca andante de pelo hongo. -Este chico en el colegio anterior, se hacía caca de manera regular en sus calzones, debido a que no quería ir a los baños de su colegio, porque decía que eran asquerosos, así que se aguantaba hasta llegar a casa, pero muchas veces perdía la batalla. Lo que después de varios accidentes, una profesora les recomendó a sus padres que le pusieran pañal, para que no pase embarrando sus Boxers, y pues terminó igual que a todos, disfrutando de ellos-.
Siguieron hablando sobre la leyenda urbana de los comienzos de la directora, de aquel castigo ejemplar impuesto por un estricto y poco ortodoxo maestro de matemáticas, hasta que llegó la hora de dormir.
Al día siguiente era viernes, a primera hora de la mañana la directora mandó a reunirlos a todos, faltaba menos de un mes para el final de clases, lo cual fue anunciado por ella, diciendo en cuanto tiempo serían los exámenes finales, la dinámica de calificación y el promedio final. -Quiero anunciarles lo que para muchos puede ser la salvación académica-. Dijo despertando el interés de Fausto. -Haremos unos Juegos Olímpicos en pañales, el que gana el oro queda automáticamente exonerado en todos los exámenes-. El público enloqueció cual circo romano, mientras esta seguía explicando las reglas. -Se agruparán los cursos por categorías, primero, segundo y tercer grado, y los tres últimos, algunas pruebas a su vez estarán subdivididas para cada género, las que digan unisex competirán ambos sexos juntos-.
Fausto pensaba de manera esperanzadora que las estadísticas estaban a su favor, no tenía que competir contra todo el colegio, solo entre su curso y los dos de más abajo.
-Solo con ganar una disciplina, tienes la exoneración, recuerden es solo el primer lugar, los otros no obtienen ni medio punto-. Sabia en su cabeza que sería algo reñido, porque sería relativamente fácil hacerlos competir por cada grado, pero juntando cursos habría menos probabilidad de exoneración. -Piensen bien en que disciplina se meterán, el que quiera puede participar en las cinco, eso no hay límites-. Él publicó seguía aplaudiendo por aquella gran idea mientras esta nombraba cada una y las explicaba: -“El que pueda llevar puesto más pañales a la vez”, separado por genero-. Hubo una ovación y siguió: -“El que realice un cambio de pañal en el menor tiempo posible”, juntos-. Le dio la vuelta a la página y siguió nombrando: -El que aguante más tiempo en un pañal, sin ser cambiado”, niñas y niños separados-. Ricardo manifestaba a sus amigos que esa prueba puede ser dolorosa y un poco extrema. -El que aguante más tiempo un enema, mientras juegan Twister, ambos sexos competirán juntos-. Hubo silencio, porque para todos se oía como algo doloroso y macabro. -Carrera de obstáculos con pañal mojado, será por separado-.
Miguel y Ricardo se miraban a los ojos mientras ambos levantaban las cejas mutuamente. Ambos estaban dudosos en qué prueba intentar participar.
-Para inscribirse, deberán coger las boletas que están a la entrada, llenarla con su nombre, curso y marcar la prueba correspondiente en la que quieren participar, acto seguido deberán depositarlo en la caja rosada, si eres niña, o celeste si eres varón. Tienen hasta el martes en la tarde para inscribirse, piénsenlo todo el fin de semana. La gloria puede ser tuya-. Concluyó aquella presentación de Alicia entre vitoreadas y gritos de júbilo.  
Fausto por su parte había tomado la arriesgada, pero intrépida decisión de competir en todas las pruebas, porque así sus oportunidades de ganar al menos en una aumentarían. Ricardo se sintió conmovido por aquellas últimas palabras, “La gloria puede ser tuya”.
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cambio-de-escuela · 2 months
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Parte 9
Llegó el lunes y a primera hora, antes de que se formaran las largas filas para dicha inscripción, Fausto rellenó una, rayando en plancha todas las actividades. Por otro lado, Miguel y Ricardo se andaban discutiendo de cual disciplina les haría mejor. -Después de todo lo que nos hizo pasar mamá, siento que puedo ganar dos concursos-. Expresó el de anteojos a su hermano. -¿Y tú? ¿Piensas meterte en algo?-.
-Yo creo que no, no necesito, tengo buenas notas-. Recalcó Ricardo.
-Yo tampoco pero igual no me vendrá mal-. Dijo Miguel mientras agarraba una inscripción, marcando una X en las competencias que creía poder ganar. Su hermano le manifestó que la carrera es la que para el sonaba más interesante. -Lo es, pero no tengo ese tipo de resistencia física, me canso apenas corro, no quiero hacer el ridículo tampoco, y a decir verdad suena peligroso-.
Ricardo por su lado se resistía a esto, pasó aquel día, y durante todo el transcurso del siguiente pensó en hacerlo, pero no sabía cuál era la necesidad de hacerlo, “La gloria eterna”, pensaba “¿Por ganar eso?”, sentía que no valía la pena, aunque su ego se lo pedía, porque aumentaría exponencialmente su popularidad.
Al día siguiente por la mañana tuvo una seria conversación con Mari Vi, quien le aconsejaba no llevar a cabo aquel deseo, solo por el ego personal, ya que según ella carecía de propósito y de sentido. Algo en Ricardo seguía llamándolo, quería sentirse como los futbolistas que tanto admiraba, que cientos de personas gritaran su nombre, que lo carguen en brazos celebrando con él, su victoria que en su cabeza sonaba inminente. Pero finalmente tenía razón aquella amiga, que solo velaba por su bienestar. Las palabras de aquella quien inconscientemente sentía ciertas cosas que aún no llegaba a comprender de manera indescriptible, lo golpearon, ya que sentía que lo dicho era cierto, su meta carecía de sentido o de propósito.
Se hallaba aun pensando sobre su decisión mientras que el tiempo corría en su contra, faltaba poco para que se cerraran dichas inscripciones, se hallaba sentado en las últimas horas de clase mientras que esperaba a que llegara la correspondiente maestra de Ingles. -Si eres el mejor, ganaras en todo, o al menos en alguna y así salvaras el año-. Escuchó venir de conocidas, pero antagónicas voces.
Se volteó sutilmente para escuchar a ese cruel trio dinámico, aun le tenía cierto rencor o resentimiento por todo el calvario que le habían causado a su hermano los primeros meses, estaba descifrando aquella conversación. -Ojalá sea así, porque si no me expulsaran del colegio, por mis notas y la conducta, solo ese milagro puede salvarme-. Escuchó a lo lejos la voz de Fausto pronunciar aquel veredicto.
Ricardo, decidió dejar de ser espectador y ser participé, de manera tajante en su mente decidió acabar con aquel problema de raíz, caminó fuera del salón, mientras veía a la Miss Dunia acercarse. -Miss se me acaba el tiempo para inscribirme, necesito ir-. La relajada maestra le concedió el permiso, mientras que este corrió a toda velocidad por el pasillo hasta la entrada principal de la escuela.
Agarró un bolígrafo y una papeleta, que descansaban sobre la mesa de inscripción, anotando su nombre y su respectivo grado, pensó en los distintos eventos, poniéndose a pensar en cual competir. Sabía que al igual que a su hermano, estaba preparado para todo, sus castigos habían servido como lecciones de ardua y dolorosa resistencia, sin pensar en ganar se anotó en todas, no sabía si ganaría o no, solo le interesara estar ahí, y lograr de alguna manera hacer que su némesis pierda, para acabar con el de una vez por todas. Ese era el tan buscado propósito que ya se había revelado ante sus ojos, siendo sus intenciones verdaderamente malas.
Dobló aquella papeleta y la depositó en el cubo azul que contenía una ranura en el medio, caminó pacíficamente y calmadamente a la clase, mientras veía como ambos cubos estaban siendo requisados, para hacer las respectivas tabulaciones.
Entró a la clase pidiendo permiso a la profesora, quien gustosamente se lo concedió, se sentó en su silla, detrás de su hermano, susurrándole su última decisión, competiría en todo, no por la gloria eterna si no por el bienestar futuro de él. Se dio la vuelta y le lanzó una competitiva mirada de ojos entrecerrados a Fausto. La guerra iniciaría pronto.
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cambio-de-escuela · 2 months
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Parte 10
A la mañana siguiente estaban todos reunidos en un polideportivo techado, donde yacía en el centro una cancha de Basketball, con tribunas a los lados, sobre esta cancha habían montado una tarima con un podio, la directora subió y con un micrófono comenzó a explicar las reglas del siguiente juego: -Bienvenidos a nuestro primer día de nuestras Olimpiadas Pañaleras. Hoy será, “El que cambia el pañal en menor tiempo”. En este evento competirán hombres y mujeres por igual, para este necesito voluntario, que serán cambiados por nuestros competidores. Una vez terminado el cambio, deben tocar el botón rojo que está a la derecha de cada camilla, esto detendrá su cronometro personal, una vez que lo aplastan no pueden volverse a acercar a la mesa-. Anunció mientras veía a bastantes niños de todas las edades levantando la mano, estos fueron seleccionados de acuerdo al contenido que aguardaba en ellos, escogiendo solo a aquellos que tuvieran ganas de defecar o que ya estaban cagados, mientras les anunciaban ponerles un pasamontaña negro para evitar que se supiera su identidad, pues sin duda muchos sentirían vergüenza al dejar que sus compañeros vieran sus genitales.
Sobre el escenario había quince rudimentarias mesas de cambio, sin manguera de agua, solo contando con los elementos tradicionales del cambio. Primero compitió la categoría de los menores hasta tocar el turno correspondiente a la que pertenecían nuestros héroes. La directora primero hizo pasar a los voluntarios, mientras las maestras se cercioraran que tenían el pañal lleno, y la pulsera identificatoria que contenía el número exacto al de la camilla que debían ir, acto seguido los hicieron acercarse a las mesas y primero sentarse sobre ellas para ampliar el desastre que tenían dentro de sus pañales, para acto seguido acostarse.
Miguel y Ricardo sentían aquella descarga de adrenalina presente que le hacía temblar las manos, a su lado se hallaban Fausto, Milena, Yang Kim, e Isabela. Sobre las mesas se encontraban aquellos voluntarios esperando. -Recuerden, igual después hay que verificar si el cambio estuvo bien ejecutado, si no quedan descalificados-. Sentenció la directora.
Sonó el silbato de Alicia dando comienzo, se acercaron cada uno a su respectiva mesa, cada quien comenzó dicha operación, utilizando su respectivo estilo o técnica personal. Ricardo y Miguel, siguieron el estilo tradicional enseñado por su madre, despegar las cintas, alzar las piernas y comenzar a limpiar con toallitas húmedas para luego terminarlo con un talco y colocando el pañal limpio levantándoles nuevamente las piernas, cuando Ricardo subió la mirada, vio a su archienemigo ya descansando mientras se lavaba las manos. Fausto también siguió aquel método tradicional, empleado por los hermanos, pero ejecutado mucho más rápido. “¿Cómo?”. Pensó Ricardo, con envidia.
Isabela por su parte, le ordenó a su voluntario que se pusiera de rodilla, con la cabeza apoyada en el cambiador y las nalgas levantadas, así le desabrochó el pañal dejándolo caer, mostrando ante los ojos de todo el público sus sucias nalgas que yacían expuestas hacia arriba, eso le facilitó la limpieza de la zona con toallitas y la colocación del polvo, pero a la hora de colocar el nuevo pañal, le retrasó, tratando más de una vez, de manera fallida, de colocarlo en esa posición, solicitándole a su voluntario que se acostara boca arriba para colocarlo de manera más fácil.
Estaba Milu, quien al apenas comenzar pudo oír la voz de Valentina, quien era la persona con “Las manos más rápidas del oeste”, como se hacía llamar, por medio de los recuerdos de la mejor amiga de su hermana, esta pudo llevar a cabo el cambio con ese estilo, poniendo primero el pañal limpio por debajo del sucio, luego abrió el usado y comenzó limpiar una primera pasada con la parte delantera de este, alzó las piernas de su optativo mientras limpiaba los últimos detalles con pañitos húmedos, que los fue depositando todos dentro del sucio desechable. Puso talco sobre la piel del individuo, y acto seguido retiró el pañal sucio, dando a relucir el limpio que yacía debajo, lo cual le bastó un movimiento para cerrarlo y finalizar.
En cambio, Yang Kim tenía un innovador método, comenzó como un cambio boca arriba, despegando las cintas, para luego girar a su facultativo hacia la izquierda, quedando de lado, cogió paños húmedos y comenzó a limpiar con una velocidad impresionante, quitó el pañal sucio y en su lugar puso el limpio, para acto seguido de manera extraña espolvorear el nuevo desechable, mas no la piel de su tributo. Finalizó volviéndolo sobre su espalda y lo finalizó.
Cada cierto segundo se oían los timbres que detenían la marca personal de dicho competidor, con intervalos de silencio hasta que se oyó el último en finalizar. La directora se acercó mientras anunciaba el fin, apareciendo los resultados de tiempo en una pantalla negra con letras rojas detrás de los competidores. Apareciendo el nombre de Fausto en lo más alto, y el de Isabela en el puesto del final.
-Ahora voy a revisarlos-. Se pusieron de pie y caminaron hacia enfrente los anónimos voluntarios, quienes yacían con la cara tapada, estando de espaldas a la muchedumbre. Alicia y el resto de las maestras comenzaron a dejarlos desnudos dejando que el público y la directora puedan examinarles los glúteos. De manera rigurosa esta fue revisando uno por uno, hasta que vio a uno que aún tenía cierta suciedad pegada en él. -Este cambio se hizo incompleto, no está bien por lo tanto descalificaré a este concursante, las reglas era hacerlo bien y rápido, no solo velozmente-. Alicia le revisó el brazalete que tenía marcado el número cuatro. -El competidor de la camilla cuatro queda descalificado, siendo este…-. Hizo una breve pausa para aumentar el suspenso. -Fausto-.
Este comenzó a golpear con ambos puños de manera vertical el cambiador que tenía cerca, mientras que se recordaba a si mismo lo estúpido que era, voces de fracaso en su cabeza lo carcomían vivo, mientras trataba de contener la fuerza, por descuido se le había escapado la victoria, pero sabía que tendría más oportunidad, había iniciado la primera prueba con pie derecho, confiadamente pensaba en que la siguiente si le pertenecería.
-Por lo tanto, el ganador es…-. Pronunció aquel nombre que nadie se esperaba, todos exclamaron sorpresivamente al oírlo. -Milena-. Todos aplaudieron mientras a esta se le entregaba su respectiva medalla y diploma.
Ella no podía dejar de sonreír con sus incisivos grandes de ratón, y endureciendo sus grandes mejillas, mientras se sonrojaba y aceptaba humildemente aquel premio. En su Cabeza le agradecía a Valentina, por ser su mentora.
Así concluyó el primero día de los juegos, creando una exaltación y ambiente sano competitivo que se podía respirar en todo el colegio. Todos los estudiantes, y la directora no podían esperar a que fuera mañana para vivir otro emocionante día.
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cambio-de-escuela · 2 months
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Parte 11
Otra vez todos reunidos en aquel coliseo, la dueña de la institución se subió a la tarima para dar iniciar al segundo día de juegos, detrás de ella había una gran puerta que daba pasó a una misteriosa habitación.
-Hoy tendremos, “El que pueda llevar más pañales a la vez”-. Exclamó mientras hacía pausas breves para mantener viva la atención del público. -Debido a las diferencias morfológicas entre ambos sexos, sería injusto hacerlos competir juntos, ya que obviamente ganarían las mujeres por carecer de algo que pueda abultar-.
-Esta mujer ha pensado en todo-. Dijo Mari Vi, mientras aplaudía, sentada al lado de Ricardo.
-Tendrán media hora para entrar a esos cambiadores, dentro hay pañales de todas las tallas y marcas, que abarcan desde recién nacido, hasta aquellos concebidos para adolescentes. Una vez que estén listos salen de ahí, y aquí frente a todos comenzaremos a contarles cuantos tienen puestos. Recuerden que estos tienen que cerrarles las cintas, de lo contrario no contara como pañal colocado-. Sentenció la directora. -No se puede repetir el mismo pañal, es decir, la misma persona no se puede colocar dos Pampers Premium Care, por ejemplo-. Luego anunció las primeras categorías, dando inicio.
Unas horas más tarde, le tocó a las compañeras de su categoría consagrándose como campeona una chica llamada Analía, quien no solo era bastante alta, si no también extremadamente delgada, dándole la apariencia de tabla, logrando colocarse ocho pañales. Ahora le tocaba a los varones.
Sonó la corneta que anunciaba el inicio de la media hora, todos los competidores atravesaron la puerta para hallarse en un almacén relleno de paquetes de pañales de todas las marcas, especificaciones, estilos y tallas posibles. Cada quien fue seleccionando los diez que creían que les quedarían para acto seguido ir a uno de los cubículos donde se desnudarían y cada uno por su cuenta se trataría de poner la mayor cantidad posible.
Ricardo agarró un pañal de talla menor a la que podía, pensaba en que seguramente perdería, pues no contaba con la sabiduría pañalera que tenía su hermano, que a lo largo del año se había tomado la molestia de probar cada uno de los pañales disponibles.
Miguel por su parte había seleccionado cuidadosamente diez pañales de manera estratégica sabiendo que los de menor talla, debían ponerse al principio para que los más grandes los cubran. Dando así a una formidable estrategia, que seguro le concedería la victoria. Desde su cubículo oía como en el de al lado cierto personaje malévolo batallaba por cerrar de manera poco exitosa las cintas de un pañal que no le quedaba, haciendo quejidos con la boca para acto seguido oír como las cintas se resquebrajaban después de forcejearlas hasta el máximo.
El tiempo siguió corriendo mientras cada cierto tiempo, se oía como alguien abría la cortina de sus cubículos y salía a buscar más desechables, ya sea porque daño unos o por necesitaba más para seguirme colocando. En intervalos de cinco minutos entraba una maestra a avisar el tiempo restante que sobraba, ya que cuando este llegue a cero, todos los participantes debían salir, sin importar como luzcan.
-Un minuto-. Anunció aquella misteriosa voz. Los nervios se intensificaron en todos los participantes quienes terminaban de completar sus respectivas estrategias y atuendos, hasta que un silbato anunció el final. Ordenándolos a todos a salir y a ponerse detrás de unas mesas, que evitaban que el público los viera del ombligo para abajo.
Se acercaron las distintas docentes para colocarse a cada lado de un participante. La directora coge el micrófono y comienza a contar, lenta y pausadamente a medida que les iban quitando capa tras capa de pañal a los competidores, para luego ponerlos encima de aquel escritorio, viendo como poco a poco iban quedando menos y menos, siendo eliminado primero Ricardo con cuatro capas de pañales, luego Fausto con cinco. Ricardo celebraba por anticipado la victoria inminente de Miguel, hasta que este se halló desnudo, mientras Alicia seguía contando. –¡Pero que tenemos aquí!-. Dijo sorprendida por la astucia de aquel bajo y delgado participante, que había usado sus pequeños atributos físicos para conseguir ganar. -El ganador ha podido usar como ultima capa… ¡Un pañal de recién nacido!-.
Hallándose todos desnudos al fin, Alicia comenzó a cerciorarse. Contando los pañales de ese individuo, que llevaba un total de once pañales puestos. -El ganador es… ¡Yang Kim!-. Anunció mientras Miguel y Ricardo pensaban como los atributos anatómicos de este pequeño ser de ojos rasgados, le habían concedido la victoria a él y no a su hermano, quien había tenido una estrategia brillante de priorizar los pañales más finos en las primeras capas, y dejar los de elástico tipo braga en las exteriores.
Le otorgaron sus condecoraciones, para que luego la directora anunciara el juego del día de mañana. Una vez desvanecida la muchedumbre se quedaron a solas el protagonista con su atractiva amiga, el cual venía a tener una profunda conversación con él, después de oír la descripción del evento de mañana, que sonaba un poco dolorosa y nada agradable. Los auténticos juegos de resistencia y coraje estaban comenzando.
-Ricardo ya no participes-. Dijo Mari Vi preocupada. -Las siguientes pruebas no son benevolentes, contienen riesgo e implican dolor-. Este en cambio guardó silencio, pues el deseaba seguir participando, y le molestaba bien en el fondo que alguien a quien apreciaba tanto se lo estuviera prohibiendo de manera indirecta.
-Tendré cuidado-. Respondió secamente.
-¿Y si sales lastimado? Hasta donde te lleva esto de ganar, y tu gloria eterna-. Dijo tratando de humillarlo.
-Ya no se trata de eso, encontré un mejor y más profundo propósito-. Hubo silencio unos instantes hasta que esta preguntó cuál podía ser. -Debo intentar ganar, para que Fausto pierda, así se irá de aquí y ya no representará un peligro para mi hermano ni para nadie más-.
-Déjame ver si entendí ¿Tu solo quieres que el pierda?-. Dijo extrañada, mientras sentía como se resquebrajaba su inocente corazón. -¿Por qué?-.
-Sus calificaciones no son suficientes para que siga en esta escuela, así que si no gana lo echaran-. Dijo de manera tajante, con ojos de furia y mirada inexpresiva.
-Tu no eras así-. Dijo sintiendo un nudo en la garganta que le impedía tragar saliva. -Ya no te reconozco-. Expresó con lágrimas mientras se marchaba del lugar, viendo como aquella persona a quien solia admirar, convertirse en maquiavélico, despótico y vil.
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cambio-de-escuela · 2 months
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Parte 12
-Bienvenidos al tercer día de juegos, como ya sabrán a partir de hoy las cosas comenzarán a ponerse extremas-. Estas últimas palabras lograron que la gente enloqueciera. -Hoy será… “Twister con enema”, niñas y niños compiten juntos-. Al público se le delato una mirada de preocupación con esto mientras Alicia explicaba las reglas. -Se colocarán un pañal lo más blanco posible, y acto seguidos todos los concursantes al mismo tiempo recibirán un enema con colorante… luego comenzará el juego, no pierde el que se cae jugando, pierde el que primero pinta su pañal del color del colorante. Yyy… para hacer las cosas más interesantes… el primero que pierda recibirá un castigo por parte del primero lugar-.
Convocaron al primer grupo de participantes que eran compañeros de la hermana de Miguel, subieron al escenario, y entraron a cambiarse dentro de una habitación que yacia detrás de Alicia, esta mientras tanto con la ayuda de su personal iba desplegando el petate blanco que contenía varios círculos de colores en fila. Salieron los concursantes vistiendo un blanco Dodot Sensitive, los niños con el torso descubierto y las nenas con una chaquetilla deportiva, Alicia con un gesto de su brazo se acercó hasta ella y les explicó en voz baja cual sería el castigo del último lugar.
-Asuman posiciones-. Los jugadores al borde de aquel juego, se arrodillaron, y se pusieron a cuatro patas, luego con una señal salieron las docentes cargando una jeringa enorme que contenía un grueso y largo pico, el émbolo de estas contenía un llamativo liquido de color, que era diferente para cada persona. Les bajaron el pañal lo suficiente como para poder introducirlo, para acto seguido comenzar a liberarlo a presión dentro de ellos, sintiendo como aquella espumaba les golpeaba el interior de sus cavidades, hasta que quedara sin contenido el inyectable.
Alicia comenzó a girar la ruleta del juego mientras comandaba la primera posición por el alto parlante: -Pie derecho en verde-. Apenas los concursantes dieron el primer movimiento una niña de rasgos orientales perdió el control de sus esfínteres, coloreando el pañal con el tinte rosado del enema que le tocó, siendo descalificada casi al instante. El juego siguió, siendo cada vez más difícil soportar las ganas de aguantarse, y cada vez más complejas las posiciones que asumir, creándose una verdadera enredadera humana. Hasta que los más débiles comenzaban a doblegarse, poco a poco hasta quedar la ganadora.
Alicia se acercó y le alzó los brazos en señal de victoria, luego le ordenó a la primera persona que perdió, aquella niña de ojos lineales y de piel trigueña, que parecía oriunda del sudeste asiático, y le ordenó acostarse boca arriba sobre la plástica alfombra del juego. La ganadora, se le acercó, se abrió un poco la parte trasera de su desechable y acto seguido pujó, descargando el caliente contenía celeste, que había aguardado en sus entrañas, bañando el abdomen de la perdedora con aquel liquido espeso que contenía altas concentraciones de colorante azul claro. Se le entregaron las debidas condecoraciones para que luego la perdedora embarrada por otra persona, se pusiera de pie, y caminara hacia la ducha más cercana.
Luego de esto pasó la otra categoría para dar inició a la de nuestros protagonistas. Alicia anunció a los participantes: -Fausto, Isabela, Ricardo, Miguel y Jenny-. Estos entraron por unos minutos a cambiarse para luego asumir posiciones. Se acercaron las maestras con aquellas enormes jeringas de Gullón, que contenían aquel liquido de colores llamativos. De manera sincrónica estos fueron introducidos, provocando una ligera incomodidad por la inserción inicial, y luego por el escape del líquido a presión dentro de sus cavidades, llegando a verterse unos doscientos mililitros dentro, hasta quedar vacíos para luego ser retirados. Isabela se tocaba la pansa que se le había brotado producto de la cantidad de líquido que ahora yacía en sus distendidos intestinos.
Miguel y Ricardo sentían que todo lo que les había hecho padecer Romina, era un entrenamiento para estas situaciones, dándoles más confianza de ganar.
-Pierna derecho en amarillo-. Comenzó a decir Alicia mientras los jugadores acataban las ordenes, comenzó a girar la ruleta nuevamente hasta que se detuvo en otra orden, esta vez la mano derecha en el color rojo, con cierta molestia los jugadores tuvieron que agacharse para lograr tal acometido mientras el tiempo corría, lo que hacía hervir sus entrañas que se comenzaban a contraer violentamente. -Azul, mano izquierda-. Esta posición ya comenzaba a incomodar, estando en cuclillas, teniendo que poseer una fuerza sobrehumana para mantener los esfínteres cerrados, que sentían que quemaban porque detrás se hallaba el contenido que gritaba por salir. -Pie izquierdo en rojo-. Provocando que los participantes tuvieran que separar de manera abismal sus piernas, logrando la inminente sensación de perdida fecal en la mayoría de los participantes. -Pierna derecha levantada-. Ordenó mientras observaba a todos adquirir la posición de trípode,
Fausto cerró los ojos, mientras comenzaba a sudar profusamente, contraía sus glúteos. -Pie derecho en verde-. Comenzó a tener una piloerección en toda la piel, trataba de seguir el movimiento, cuando de manera inconsciente por cada exhalación que tenía iba dejando salir el inyectado liquido purpura, que teñía su pañal de dicho color. Sonó el timbre llano, que anunciaba al primer eliminado. Miguel al ver esto pensó: “Ahora esto de ganar es personal”.
-Pie izquierdo en rojo-. Siguió el juego mientras fausto se retiraba, descargando continuamente el morado contenido en su pañal. Luego de girar la ruleta nuevamente salió pie derecho en rojo, haciendo que Ricardo asumiera una incómoda posición, que terminó haciendo que se dejara vencer por la gravedad, jalándolo hacia el suelo, al este impactar dicha superficie el golpe provocó que liberara el amarillo contenido de manera inconsciente. Se quedó un rato en el suelo mientras analizaba su perdida. Se retiró de ahí mientras le deseaba la mejor de las suertes a su hermano.
Ahora solo quedaban tres participantes, mientras que por cada segundo que pasaba se hacía más duro el retener el contenido dentro de ellos. -Mano izquierda en amarillo-. Luego vino la orden de la planta del pie izquierdo sobre el azul. Dándoles nuevamente una posición cómoda y natural para defecar, lo que hizo que con cierto alivio y sin luchar Jenny, que era una mujer de contextura flácida, con mejillas grandes, pelo y ojos oscuros típicos de la América Hispana, dejara escapar, mientras suspiraba de alivio, el contenido que coloreaba de turquesa su pañal.
Se intensificaron las emociones en los competidores restantes, siguieron varias posturas hasta haber pasado los quince minutos de tiempo concurrido desde el inicio de la inyección. Miguel sentía que con cada movimiento perdía la batalla, pero sus deseos de venganza y humillación hacia su bravucón lo inspiraban a no darse por vencido. Por otro lado, Isabela se consideraba una novata en este estilo de cosas, ya que era su primera vez recibiendo este tipo de experiencia, pero que debido a su exhaustivo pasado de deportista de élite, lograba que esta pudiera de manera muy exitosa, contraer sus endurecidos músculos del suelo pélvico, evitando que perdiera.
Ambos cursantes tenia los pies separados apoyándose con la mano derecha hacia el frente, cuando la jefa comanda: -Mano derecha en rojo-. Logrando que ambos finalistas se dispusieran a cambiar su pilar de apoyo hacia la espalda, logrando boca arriba un puente con sus distintas extremidades. Isabela sentía como le temblaban las piernas mientras fruncia su gruesa mono ceja, y se presionaba el labio inferior mostrando sus dientes frontales con sus Brackets multicolores. Después de unos segundos dejó escapar un quejido mientras gritaba al aire: -¡Nooooo!-. Mientras su pañal se iba transformando de pulcro blanco a verde lima.
El público se encendió enloquecido a ver a aquel niño de anteojos débil ganarle a una deportista de alto rendimiento, nadie se lo hubiera tan solo imaginado, peor esperado. La directora se acercó para condecorarle. Acto seguido el momento de su dulce venganza tomaría forma, la razón que lo motivó a salir a delante. Le agradecía a su madre en silencio por los castigos, que le impuso, que ahora los comenzaría a recordar como “Entrenamiento”.
Fausto se acostó en medio del escenario y acto seguido Miguel se puso encima de él, para descargar todo aquel enema con colorante rosado sobre la barriga y el pecho de su enemigo, provocando risas en todos los espectadores, sintiéndose verdaderamente humillado con aquel pegajoso y caliente material rosa que lo estaba bañando, después de salir del interior del cuerpo del ganador.
Alicia concluyó aquel día deseándole feliz fin de semana a todos, el lunes indicó que comenzaría el que quizá era el juego más duro, y que más tardaría.
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Parte 13
Llegó el lunes, Alicia explicó que hoy comenzaría “El que resista en un pañal por más tiempo sin ser cambiado”, era una prueba de resistencia y supervivencia, esta era realizada al mismo tiempo por todos los participantes. Todos los niños, sin importar la edad eran metidos a un aula donde tenían todas las comodidades de entretenimiento, y de reposo, una vez entrado a aquel salón no se podía volver a salir, hasta que la persona ya no resista más, lo que haría que toque el botón rojo que está a la entrada para que la puerta se abra y poder salir, provocándose su eliminación. Esto se llevaría a cabo en dos aulas de la escuela, una para todos los niños y otra para las niñas.
Se hallaban todos en el coliseo mientras Alicia explicaba las reglas anteriormente descritas, acto seguido por el altoparlante comenzó a llamar a los participantes, primero nombrando a las de categoría femenina y luego masculina. -Recuerden, elijan bien el pañal que usaran, pues este hará la diferencia-.
-Sabes ya gané así que tiraré la toalla rápido, no me esforzaré tanto-. Manifestó Miguel a su hermano.
-¡Qué!-. Enloqueció Ricardo. -No lo hagas por ganar hazlo para que Fausto pierda-. Este fue motivo suficiente para que Miguel volviera a inspirarse para poder ganar, porque ni por un segundo se le habían olvidado todas las humillaciones que le había provocado durante meses, aceptando aquel acometido.
Entraron al cambiador mientras Miguel le susurraba a su hermano en el oído. -Escoge uno suave, un Huggies Xtra Care, Dodot Sensitive o Pampers Swaddlers-. Este siguiendo los consejos de su hermano cogió el primero que este le recomendó, teniendo dibujos simples de Winnie Pooh, sintiendo la suavidad única. Salieron y todos lucían pañales de tipo calzón, lo que dio cierta desconfianza a Ricardo. De las niñas, solo Milu estaba usando la misma táctica de desechable que Miguel, delatando la experticia de esta.
Era la primera vez que competía todo el grupo de rufianes que molestaban a Miguel, lo que le provocó aún más exaltación por ganar, y dejarlos con el pico cerrado. Alicia anunció el inicio mientras entraban a un aula, recordándoles que las comidas son obligatorias. Afuera de la puerta había una pantalla que servía de cronometro.
Comenzó cada concursante agrupándose, Miguel contaba con el apoyo de su hermano Ricardo, ambos estuvieron juntos a todo momento, tratando de aguantar hasta el máximo las ganas de orinar, ya que sabían que estarían en ventaja si es que no ensuciaban ni mojaban el pañal de manera rápida, ya que dentro de poco vendrían los estragos de dejar la piel expuesta a dichas sustancias de desecho.
Llegó la primera comida obligatoria, lo cual muchos de ahí se negaron a querer comerla, pero como era orden, esta debía ser ingerida, así que aquel que se resistiese, era llevado a una silla alta de bebé, donde sus manos eran inmovilizadas y cubiertas con manoplas, para que acto seguido una maestra a la fuerza le metiera aquella deliciosa comida en la boca, provocando lágrimas en aquellos. La Miss Jessica y la Miss Blanca disfrutaban mucho llevar a cabo dicho acometido, que provocaba llanto en los pequeños, y desagrado en los mayores.
Durante el primer día todos trataron de manera incansable de no ensuciar aquel pañal, lo cual llevó a algunos a no poder aguantarse más. Después de unas horas, los primeros novatos o poco resistentes se comenzaron a retirar, por la incomodidad y el insoportable hedor que despedían sus desechables. Mientras Miguel recordaba aquel riguroso entrenamiento, o castigo, por parte de su madre.
Luego de cuarenta y ocho horas de haber iniciado, el escozor comienza a causar dolor en algunos participantes, debido a la acumulación de materia fecal y orina en contacto con la piel por demasiado tiempo, en especial la región del perineo y los glúteos. Miguel comienza a notar molestias en la cara de su hermano por cada vez que este hacia algún tipo de movimiento. -¿Te rozaste?-.
-Si creo-. Exclamó adolorido. -Pero ¿Qué son dos días cuando nuestra madre nos dejó así cinco?-. Riéndose comentó.
Su hermano después de reírse fingidamente un rato con él le aconseja: -Ricardo… aun te queda una competencia más, pienso que lo mejor sería que te retires ahora, para que tengas tiempo de sanar para la siguiente prueba-. Expresó preocupado.
-Perooo…-. Fue interrumpido súbitamente.
-Descuida, no lo dejaré ganar-. Dijo mientras le ponía la mano sobre el hombro de su adoptado hermano. Ricardo después de estas palabras se acercó a la puerta, tocó el botón rojo y se rindió, salió mientras giraba para ver a su hermano y hacerle un guiño de confianza, descalificándose.
Ya habían pasado cuatro días desde el inicio y Fausto seguía sin tener indicios de haber mojado su pañal, seguía teniendo el indicador de humedad de sus Pull Ups indemne. De vez en cuando veía que ese trio de amigos, que pasaban juntos, se amontaban en una esquina mientras uno le daba la espalda a Fausto. Le parecía muy sospechoso a Miguel todo eso, así que decidió no despegarle los ojos de encima, pues algo le olía a gato encerrado. Sus dos compañeros una vez tenían el pañal lleno, al punto de tener fugas, se dispusieron a abandonar la competencia dejándolo solo.
Entre los finalistas quedaba Fausto, Miguel y un niño de cursos inferiores, quizá de primer grado quien tenía un pañal que aun resistía. Pasaron un par de horas hasta que el de anteojos vio que aquel rebelde se acercaba al menor, le susurra algo al oído y acto seguido le enseña su puño.
El niño asustado como un resorte se pone de pie y se encamina hacia una esquina. Miguel comenzó a seguirlos, mientras Fausto, una vez ahí le ordena que se bajé un poco la parte trasera del pañal, este bravucón hace lo mismo, pero con la parte delantera del suyo, dejando al aire su pene no circunciso. El menor comienza a sentir como un caliente y amarillo chorro comienza a caerle en sus rojas nalgas irritadas provocando cierto ardor, para irse deslizando hasta caer dentro de su pañal inflándolo más y más. Una vez terminada la micción, cada quien se sube la parte respectiva del desechable.
Miguel al ver esto toca la puerta de la entrada, y cuando la Miss Jessica abre la puerta este exclama: -Miss, están haciendo trampa-. Esta abrió sus enormes ojos de gato, mientras esta entraba al salón, el muchacho de lentes les relató todo lo visto, inclusive las sospechas de que este también lo hacía con sus amigos antes de que estos salieran, pero que al ya no tenerlos presentes había utilizado a aquel inocente niño para llevar a cabo la misma y tramposa estrategia.
Ambos fueron interrogados hasta que el niño llorando confesó todo, se había dejado empapar su pañal para que el de Fausto quedara limpio la mayor cantidad de tiempo posible y así pueda ganar, expresaba con lágrimas en los ojos, debido a que su confesión probablemente lo haría merecedor de una golpiza, como había sido amenazado.
Llamaron a la directora quien estaba furiosa descalificando a ambos competidores, tanto a Fausto por hacer la trampa, como al niño cuyo nombre era Jairo, por dejarse hacer la trampa y no denunciarla. ¿Ahora quien quedaba en la competición? Solo Miguel, quien por esa razón fue coronado como campeón de aquel evento.
Salió victorioso de aquella puerta mientras recibía su segunda condecoración de aquellos juegos, ni su madre Romina habría sido capaz de imaginar el éxito que había tenido su primogénito en aquellos juegos pañaleros.
La directora dio un discurso anunciando el juego de mañana, quien por decisión unánime del consejo de profesores habían sido cancelado para los niños más pequeños, solo reservándolo para aquellos de los tres últimos grados, debido a la crudeza de este.
-¿Quién ganó la categoría femenina?-. Preguntó Miguel a Milu.
-Jenny, creo que su estreñimiento crónico le dio ventaja aquí y en el enema, porque era la primera vez que se colocaba uno y mírala, aguantó bastante-. Sentenció la niña de los cachetes grandes, saliendo a caminar con Miguel y el resto de sus amigos.
El antagonista, perdedor y tramposo ya estaba abandonando toda esperanza de poder ganar, así que decidió agotar su último recurso disponible. Fue a buscar a Ricardo, encontrándolo pateando la pelota de manera solitaria en la cancha de Football, aprovechando que este estaba solo se le acerca diciéndole cabizbajo: -Oye… sé que estarás en la carrera, sé que te va a parecer raro lo que te pediré pero déjame ganar ¿Si?-.
-Que gané el mejor-. Sentenció el protagonista con rostro inexpresivo.
-Es que tu no entiendes… si no ganó me echarán de esta escuela, no tengo las calificaciones suficientes como para quedarme-. Expresó nervioso.
-Hubieras pensado en eso antes de hacerle la vida imposible a mi hermano-. Dijo mientras se disponía a abandonar el lugar. -Suerte, la necesitarás-.
Fausto se quedó sollozando en silencio mientras pensaba en la bronca que le echarían sus padres, para luego ser puesto en un colegio en el que el raro y molestable sería el por llevar pañales.
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Parte 14
Ricardo se hallaba terminando su ligero pero energizante y nutritivo desayuno cuando se acerca, la que para él siempre había sido la cara más linda de todas, que le movía el piso. Esta con seria cara, le desea lo mejor en la siguiente competencia, para luego tomar asiento a su lado, esperando tomar valor mientras guardaba silencio. Unos momentos después Mari Vi se atreve de manera valiente a romper aquel incomodo silencio que vino después de ese penoso cambio de mirada. -Sabes me habló Fausto…-.
-A mí también-. Contestó Ricardo. -No quiero oírlo-. Dijo interrumpiendo cualquier tipo de
-Déjalo gan…-. De manera súbita fue interrumpida por Ricardo, quien le manifestó que no quería escuchar eso, diciendo que el haría lo mejor para el bien de todos. -Tu no eras así… cuando me enam… me partes el corazón-. Dijo Mari Vi con lágrimas. -Cambiaste… y para mal-.
-Es increíble que en su desesperación te haya pedido que me vengas a persuadir-. Dijo Ricardo mientras se oía que convocaban a todos los participantes al área de la piscina. Al escuchar esto, se levantó y caminó dándole la espalda a la persona por la que alguna vez tuvo emociones reciprocas.
Llegó a ese lugar donde había una algarabía única, Alicia alzó ambos brazos mientras era ovacionada por la multitud, anunciando el ultimo día de juegos. -Hoy será la prueba más difícil de todas, ya que no solo pone a prueba la resistencia física de los participantes, sino también la fortaleza mental que tienen estos… Es sencillo, se les colocará un rudimentario Huggies Classic, que es el pañal que más se hincha con el agua, para acto seguido comenzar aquella carrera, que comenzará aquí y terminará en el coliseo. La dinámica es sencilla, seguid las banderas que les mancarán el camino a través de obstáculos y montañas. Preferible ir cauteloso a ir rápido… porque podría perder su mente en el camino-. La gente aplaudió mientras se convocaba a las damas, ya que ellas irían primero.
Estas entraron a un cubículo para salir con el grueso pañal designado, que aún no había sido empapado, les dieron la orden a las competidores de ponerse al filo de aquella piscina rectangular de veinticinco metros de largo. -Recuerden, si pierden su pañal en el camino, deben detenerse y colocárselo o serán descalificados-. Arrancó la carrera con un silbatazo, lo que provocó que atravesaran nadando la piscina, hasta que veían a aquellas desaparecer en el horizonte visual de los espectadores.
Pasó alrededor de media hora en la que se anunció a la ganadora de la categoría, siendo Isabela la campeona. Mientras el resto de gente partía hacia el coliseo para celebrar con ella y esperar a ahí, al ganador de la categoría masculina. Las maestras indicaron a los competidores que se equipen, acto seguido alrededor de quince varones estaban al borde de la piscina vistiendo el designado y retro desechable.
Ricardo no sentía nervios, solo una exaltada percepción de todo alrededor de él, con los pensamientos y sentimientos congelados. Mientras que Fausto que se encontraba unos puestos al lado, no dejaba de despegarle la mirada, respirando de manera profunda.
Sonó aquel timbre que representaba el inicio de aquella odisea. De manera súbita todos los concursantes se lanzaron al agua hasta nadar al otro lado. Ricardo sentía como aquella alberca rellenaba su pañal, actuando como un lastre, retrasando su nado estilo libre. Salió de la piscina y corrió a colocarse sus zapatos deportivos, mientras observaba a unos cinco niños llevarle la delantera. Siguió las estipuladas banderas que marcaban el camino, mientras sentía aquel inflado y grueso pañal entre sus piernas, colgándole, quitándole velocidad y aumentando su cansancio. Decidió no correr tan rápido pues sabría que en cualquier momento las cintas cederían y le tocaría detenerse, perdiendo valiosísimo tiempo.
Corrió hasta que el entorno a su alrededor cambio, ahora estaba en medio del bosque con gruesos arboles a los lados, que brindaban sombra y frescor bajó sus inmensas copas verdes. Llegó a una red, como las que poseían los antiguos galeones a vela, comenzó a subirla sintiendo la inquietante inestabilidad que le daban los otros competidores al tratar de ascenderla al mismo tiempo, provocando que varias veces no complete los movimientos, deslizándosele una pierna por aquellos huecos. Una vez arriba observó lo que le aguardaba, un camino de colgantes puentes que contenían hendiduras, de manera pausada comenzó a recorrerlo, para observar a aquellos que tenían la osadía de recorrerlo a toda velocidad, dar pasos en falso hasta perder el equilibrio y caerse varios metros hasta el lodoso suelo.
No alcanzaba a ver a Fausto, le provocaba rabia y adrenalina para seguir más rápido, pensando que este podía hallarse más adelante que él. Terminó aquella fase para al final apreciar a un niño que se sujetaba con las manos, para no caer al precipicio, le extendió una mano mientras le imploraba ayuda. Caería al fango, lo que ocasionaría que, dependiendo de cómo sea su caída, o quede inhabilitado por alguna lesión o que, en el caso más benévolo, solo tenga que repetir aquella sección. Lo abandonó a su suerte para seguir adelante donde yacían cinco hileras de pasamanos. Viendo como algunos niños se quedaban a la mitad de este debido al cansancio, otro contenía las manos sudadas, resbalándosele las manos viendo cómo se caía de pecho, estrellándose contra la superficie que se hallaba varios metros abajo, para mirar hacia arriba en doloroso llanto. Se aventuró a cruzarlo, sintiendo los músculos de sus brazos fatigados. Pero no quería sufrir el mismo destino que aquellos desdichados que se caían, su motivación lo llevó a sacar fuerzas, impulsándose hasta la siguiente agarradera con el cuerpo suspendido, así poco a poco hasta cruzarlo.
Se subió a la correspondiente resbaladera, para otra vez estar al ras del suelo. Siguió trotando hasta divisarse en la cima de un pelado cerro, cubierto por un manto verde de césped tupido. Comenzó a descenderlo con precaución, mientras veía a aquellos avariciosos que corrían bajándolo a toda velocidad, perdiendo el control. Algunos tropezándose para rodarse dando vueltas montaña abajo, mientras gritaban con la esperanza de detenerse, pues sabían que esa rápida bajada podría lesionarlos dejándolos fuera de la carrera.
A pasó firme pero confiado, la bajó de manera cautelosa y lenta, mientras que en la zona más baja de aquella montaña veía a muchos adoloridos que no se volverían a levantar. Siguió aquellos estandartes rojos que marcaban el camino, hasta llegar a un territorio abierto de suelo fangoso y resbaladizo. Frente a él yacían túneles de diez metros de largo con ranuras no mayores a treinta centímetros de alto, por los que debía arrastrarse hasta el otro lado.
Se agachó y comenzó a reptar, levantando la zona de sus caderas para evitar que el roce del pañal con la superficie lograse desprender las cintas. Tal y como le había pasado a Fausto, quien se hallaba atrapado casi al final del túnel, pero teniendo que retroceder debido a que se le había zafado su desechable al principio de esta sección.
Viendo como con envidia Ricardo, comenzaba a pasarlo, reclamando la delantera. Este reacciona con una cascada de adrenalina inyectada directo a su torrente sanguíneo, se puso su pañal que ahora se hallaba manchado por el fango por el que se tenían que arrastrar, y se dispuso con mucha velocidad a llegar al otro lado, sintiendo como mordía el polvo del protagonista.
Los dos se pusieron de pie casi a la vez, y comenzaron a divisar la entrada al coliseo, se hallaban en la recta final de la prueba. Comenzaban a correr de manera pareja, hasta que el Antagonista pierde el equilibrio por el resbaladizo fango, cayéndose al suelo mientras gritaba, por la desesperación, había estado tan cerca pero al mismo tiempo tan lejos de ganar, y salvar su pellejo.
Ricardo solo observó como de reojo este se precipitaba al suelo, para soltar una sonrisa de dulce victoria, mientras escuchaba un desgarrador grito: -¡Noooooo!-. Seguía dando veloces pasos acercándose cada vez más a la meta.
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Parte 15
Estaba a solo unos escasos pasos de la meta, de la gloria eterna, de decirle adiós a sus demonios de una buena vez por todas, cuando este gira la cabeza hacia atrás, y antes de cruzar la línea de llegada, se detiene súbitamente.
-Que esperas!?-. Gritó Miguel.
-Crúzala-. Gabriel.
Allí entre el público, estaba Mari Vi, quien en silencio y sin celebrar se mantenía serena a solo observarlo con cara de decepción. Mientras este se la quedaba viendo, el protagonista volteo a ver nuevamente aquella acabada figura que se arrastraba por la grava, cubierta en llanto desconsolado. El propósito por el que había hecho todo esto se había desvanecido, no se sentiría bien consigo mismo se cruzaba aquella meta, solo estaba ahí para hacerle la existencia imposible a una persona, había caído tan bajo como aquel que juró destruir, se había convertido en él, en un verdugo más. “¿En qué me convertí?”, pensó mirándose las palmas de las manos.
Le dirigió una mirada a Mari Vi, y bajó la cabeza mientras la movía de lado a lado, retrocedió sobre sus pasos, acercándose a aquel herido competidor, lo tomó del brazo y se lo apoyó sobre su hombro derecho, dirigiéndose a la línea roja con él.
Estando al lado lo empujó para que este cruzara primero, perdonándole la vida y su futuro estudiantil, dándole una nueva oportunidad de reivindicarse, como estudiante y como persona.
No hubo gritos de júbilo, simplemente silencio, y luego ensordecedores aplausos, dirigidos a aquel acto de humilde humanidad demostrada por el protagonista. Cruzó la meta en segundo lugar, pero fue aclamado como el primero, siendo cargado en brazos por el gigante de Gabriel.
Se lo condecoró debidamente al ganador, Ricardo se disponía a salir de escena cuando siente que una mano lo detiene por el hombro. -Gracias-. Le dijo el necesitado ganador, mientras este seguía camino a las duchas para asearse como era debido.
-¡Espera!-. Le dijo una aguda voz. Ricardo voltea para ver a otra persona que había herido enormemente su ego. -Con lo que hiciste para mi eres el ganador-. Le expresó con la voz resquebrajada Mari Vi, quien no aguantó a darle un abrazo, lanzándosele a sus brazos.
-Tenías razón-. Confesó arrepentido. -Había perdido el camino, hasta el punto que no sabía quién era-.
-¿Y qué te hizo cambiar de opinión?-.
-El no querer ser el malo en la vida de otra persona, creo que con esta oportunidad que le otorgué el cambiara-. Expresó Ricardo. -O al menos eso quiero creer-.
Luego de eso vino la última semana de exámenes, lo cual consiguió las calificaciones suficientes para pasar, quedando liberados todos, dando paso al dulce verano. Comenzó aquel momento emocional de la despedida entre todos, mientras Alicia daba el discurso de cierre de año lectivo, deseándole lo mejor a los que pasaban a secundaria, lo cual debían buscarse otra institución, una con estas características no iban a encontrar. Mientras que para el grado de nuestros protagonistas solo les deseo volver a verlos el próximo año, ya que aun contaban un ciclo solar más en aquella rara, exótica e inigualable escuela, que habían hecho realidad los sueños de la mayoría, por no decir de todos, sus estudiantes.
Se disponían a vaciar sus pertenencias de regreso en sus maletas para abordar los buses que los llevarían a casa, todos como niños normales, con su respectiva ropa interior, pantalón azul y el resto del uniforme.
Antes de subir al colectivo todos se despidieron de manera afectuosa, en una esquina se hallaba su fervoroso enemigo, esperándolo para despedirse, se acerca y con palabras entrecortadas le dice a Ricardo: -Nos vemos, ojalá el próximo año podemos ser amigos-. Dijo mientras le extendía la mano.
El protagonista no se limitó a responder nada, solo le devolvió el gesto de estrechar su mano y se dispuso a seguir hablando con Mari Vi. -Escríbeme, así podremos jugar algún día de verano, hay un parque encantador a unas cuadras de mi casa, te gustará-.
Esta sonriéndole aceptó, mientras le escribía en el brazo con tintero, el número de teléfono de su casa. -Está bien, acepto, solo si tengo permitido estar en pañales en tu casa-.
Este riendo contesto: -No está permitido no usarlos-.
Cada uno se subió en su respectivo bus dejando atrás aquella institución de fantasía, que doy por sentado que no solo sería fantasía mía estar en una escuela así, sino también de la mayoría de mis lectores.
F.I.N
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