Las trémulas zancadas que buscan apartarla de la figura femenina a sus espaldas no bastan porque pronto su muñeca se ve prisionera de falanges que disparan sus nervios en ascenso, los alteran, provocan en ella una reacción que imposible le resulta contener. Tironea, aparta su brazo como si el tacto le quemara la piel (y lo hace, le quema, le lastima porque su cuerpo entero se ha convertido en una herida abierta y hasta el más mínimo roce le hace sangrar) y se gira para encarar a la de hebras áureas. “¡No!” La garganta se le desgarra, la cólera se entremezcla con la aflicción que le anuda la garganta, que de a poco vuelve agrietar sus defensas. “No me toques, joder. No --- Aurora,” el nombre se le va entre un sollozo, y la impotencia de no poder hacer nada para evitar su quiebre le enrabia. La mirada se le empaña y, en un arranque de frustración, utiliza las palmas de sus manos para empujarle, golpea sus hombros con una fuerza que no mide cuando las lágrimas a punto se ven de caer. Le quiere lejos, quiere apartarla porque el solo hecho de tenerle frente a ella ocasiona que todo su interior se tambalee, que su mundo vuelva a venirse abajo. “No quiero verte, te he dicho que no quiero verte.” / my muse pushes @brcnnie​ out of frustration/anger

VAUGHN.

No puede apartar la mirada del desastre/el caos desatado por lo que se creía una de las tantas veladas más del montón. No puede dejar de mirarla a ella, esquemas oceánicas buscan viajar en búsqueda de motivos para tal final desacostumbrado, rastros blanquecinos agazapados a la dermis foránea, diseños sin sentido y una predicción sencilla con respecto a la posibilidad de pedir algún manjar por domicilio. Por momento es silencio, cuidadoso al acercarse al espacio de batalla todavía en auge. No contiene la melodía de risa, dientes fallan al tratar de encarcelar la misma, apretados sobre carnosidad inferior. “Lo siento” una cachetada para regresar a la realidad, usar neuronas para otra cosa que la contemplación y la inmovilidad de movimientos. “Es que te ves… desastrosa” adjetivo que mentalmente puede ser suplantado por un sinfín de variados términos —adorable, graciosa, linda, linda—. “Creo que Emma habría hecho una mejor pasta casera” una de sus manos usa de apoyo vértice de mesada, la otra se eleva, es vaciante al buscar acercarse al lienzo facial, dermis recubierta por fina capa albugínea, sobre el pómulo desaparece y las minúsculas briznas sucumben al desliz de dígitos propios, quisiera disculparse por la textura áspera de sus manos, por la lentitud del movimiento. “Podemos pedir pizza” pronuncia ahí, posando y entablando directo contacto visual. 

Extremidades elevadas a los costados, se mantienen inmóviles después de la colisión. La vergüenza le ataca, se entremezcla con la frustración, y un quejido --mitad gruñido-- se le es robado a su garganta cuando la risa ajena llega hasta sus oídos. “No te rías, Vaughn,” una orden que se viste de súplica. Cuando se vuelve para mirar al menor, sin embargo, es imposible contener la risa.  Es ese el remedio al que ha recurrido siempre en situaciones de infortunio: reírse de sí misma. Ya no es sorpresa verse en situaciones donde su torpeza la convierte en presa de momentos embarasozos. “Basta, no es gracioso, de verdad quería hacer esto para ti,” insiste, abatida por haberse visto incapaz de preparar la cena que ha prometido. Es suficiente con el gentil tacto contra su mejilla para obsequiar a sus hombros liberación de la tensión que ha aparecido, sus labios se curvan en una cálida sonrisa y el bosquejo de un suspiro se le va de entre los mismos. Y es involuntaria --- la comparación que hace su memoria con la imagen delante de ella al lado del recuerdo que nítido se mantiene dentro de su mente, donde las ofensas fueron arrojadas sin piedad en su dirección y un penetrante desdén se vislumbraba por oceánicos orbes. No hay vestigio, no hay rastro del hombre con el que se encontró aquella noche a las afueras de su residencia, y quiere preguntar, expresar sus preocupaciones, pero hacerlo sería arruinar la velada y aquello es lo último que desea. Así que lo acepta, aprecia con cada átomo tener a su Vaughn de regreso. “No le digas a nadie que no pude preparar una simple pasta,” puchero presente, lo pide como favor pese a tratarse de una broma, una manera de aceptar la derrota sin perder del todo la dignidad. 

IVANNA.

Rueda los ojos con gracia ante la cuestión, pues la percibe como otra de sus burlas en las que pretende no estar al tanto / en el mismo canal que ella. Pone atención a cada uno de sus movimientos, comisuras se elevan al percibir la pigmentación en mejillas ajenas. Labios se presionan entre si y contiene una risa ante la confesión que llega a sus oídos. ❝¿Con esa cara y ese cuerpo, Beth? ¿En serio? Que desperdicio❞ finalmente la melodía burbujeante escapa de su garganta, sin vergüenza haciendo mención a lo atractiva que es bajo sus ojos, y seguramente otros más. Está consciente de lo intimidante que puede llegar a ser, acostumbrada está a que se lo digan y para ella, es suficiente para inflar su ego. ❝¿Miedo? No deberías tenerme miedo, no muerdo❞ anuncia con falsa inocencia, curvatura se apodera de una de sus cejas, se inclina ligeramente hacia ella. ❝A menos que sea necesario, claro❞ vocablos se diferencian, escapan con lentitud, suavidad; empapados en aquél tono coqueto característico en ella. ❝Y algo me dice que esa cara de ángel no es más que una apariencia❞

No puede evitarlo, el calor asciende y se acumula en lo alto de sus mejillas porque inmune no es frente a los halagos, por más que se repita a sí misma que probablemente la morocha utiliza los mismos métodos con cada una de sus conquistas. Gira los ojos con la intención de aparentar indiferencia, mas una suave risa se le escapa. “Estuve casada los últimos siete años, Ivanna,” busca justificar su poca experiencia con los votos maritales que ---por ingenua o por amor, ya no sabe--- tuvo que respetar. Y por primera vez en meses, recordar su fallido matrimonio no le trae ni la más mínima pizca de amargura. No, porque en ese momento disfruta de su libertad, de la oportunidad de dejarse llevar sin limitaciones (si un par de ojos avellana se cruzan por su mente, hace caso omiso). Su labio inferior se ve atrapado por incisivos, no hace falta que la menor se esfuerce mucho para persuadirla. Cuando se acerca, una sensación de adrenalina hace aparición, le alienta de a poco a ceder. Después de todo, ya no hay nada que le detenga. “Tendrías que averiguarlo,” musita al final, se le oye todavía cohibida, pero el destello en su mirada busca sutilmente incitar.

IVANNA.

♡: Tu personaje le confiesa algo al mío estando ebrio  — @bethanics​

❝Ugh, eres horrible❞ palabras se ven enmarcadas por una risa dulzona y un tanto torpe, notoria es la embriaguez; mano recorre azabache cabellera mientras niega con la cabeza. ❝No sé recibir un no por respuesta ¿sabes? detesto –❞ detiene sus palabras, entrecierra los ojos como si cayera en la cuenta de algo. ❝Pero tú nunca has dicho que no❞ corrige, voltea a verla, mordisquea con suavidad su labio inferior y una sonrisa quiere colarse. ❝Quiero decir, me gustas y me atrevo a decir que yo a ti, así que… ¿A qué le temes?❞

Las cejas se le arquean, la gracia destella sobre sus facciones tras escuchar aquel primer dictamen, le roba a sus labios el atisbo de una sonrisa que de a poco se apropia de sus labios. Sin embargo, se mantiene en silencio, muerde su lengua para contener toda risa que busque escapársele conforme da la oportunidad a la pelinegra de hacer sus propias conclusiones. Los pómulos le hormiguean, pero Beth ya no sabe si es a causa de lo que escucha o del par de tragos que ha ingerido. “¿Te gusto?” Se muestra sorprendida pese a haberlo sabido de antemano, pues la menor no ha sido precisamente sutil. Y aunque se esfuerza por contener su reacción, termina sonrojándose, una suave risa se desprende de su garganta y desvía la mirada hacia abajo. Niega con la cabeza. “A ti,” admite casi en voz baja, pues la vergüenza pronto aparece. “No sé cómo hacer esto... Ya sabes, todo lo casual y sin compromisos. Es terreno nuevo para mí y me da algo de miedo. Tú me das miedo.”

SAMANTHA.

( “what’s going on?” )

nudo en su garganta, mirada se rehúsa a viajar al encuentro de femeninas facciones. teme, pero al mismo tiempo, es consciente de que debe hablar. “yo sólo…” ligera pausa, ordena pensamientos, sortea opciones; piensa en cómo enfrentar el tema. “tengo que contarte algo, beth. me enteré de algo y… —sé que va a lastimarte. créeme, lo que menos busco es lastimarte, lo sabes. sabes lo mucho que significas para mí.” sinceras palabras, punzante molestia en su ser. se detesta a sí misma, a pesar de concebir la idea de que no es su culpa, de que la ignorancia sobre la vida de su amiga en los años que estuvo ausente le ha llevado a un encuentro desagradable con el destino. “pero necesito que me escuches.” — @bethanics.

Lo que ha brotado en su interior como consternación se torna de a poco en temor. La advertencia que recibe por parte contraria consigue alarmarle, avivar el desconcierto que decide apretar entre garras su estómago. No quiere escuchar lo que sea que tenga para decir por el simple hecho de no creerse a sí misma capaz de afrontar otro golpe, ya no cree poseer la fortaleza necesaria para ello porque la misma se ve ahora agrietada, débil, propensa a hacerse trizas, más sin embargo, el verse completamente en blanco en cuanto a posibilidades --dulce ignorancia que le protege de lo que se avecina-- le sirve como motivación. Beth mece su cabeza en un asentimiento apenas perceptible, se dice a sí misma que ya nada podrá ser tan malo. “Te escucho,” comunica con un quedo hilo de voz, denota entre sus sílabas el miedo que se ha hecho presente, mas se muestra determinada por descubrir lo que la ojiclara oculta.

✿ sabía que beth estaba dispuesta a dios?

envía ✿ + una pregunta y un familiar de mi personaje la responderá.

Mmm… Estoy al tanto de lo mucho que se ha apartado de la iglesia, pero me gusta creer que en su corazón sigue estándolo.

LOUISE KINGSTON, madre de Beth.

✿ ¿con que persona cree que su hija podría finalmente ser feliz? ¿o mejor sola que mal acompañada?

envía ✿ + una pregunta y un familiar de mi personaje la responderá.

Creo que la felicidad de mi hija no se encuentra en manos de alguien más, Beth siempre ha sabido encontrar su propia luz incluso durante situaciones difíciles. Por supuesto que no me gustaría que terminara sola, pero después de Richard, creo que se merece un tiempo para sanar antes de considerar enamorarse de nuevo. Ahora, si yo tuviera que elegir a alguien, su amigo Vaughn siempre me ha agradado mucho. Además, Beth se siente cómoda con él, por lo que veo, ya que tanto tiempo pasa en su casa.

LOUISE KINGSTON, madre de Beth.

✿ ¿Beth siempre fue así de ñoña o se cayó al nacer? jojojojojojo

envía ✿ + una pregunta y un familiar de mi personaje la responderá.

Sabes, Felipa, sigo incluyéndote en mis oraciones cada domingo. Ojalá que algún día puedas liberarte de lo que sea que te haya dañado tanto.

LOUISE KINGSTON, madre de Beth.

✿ + ¿cree que la educación de emma es buena?

envía ✿ + una pregunta y un familiar de mi personaje la responderá.

Creo que Beth está haciendo un gran trabajo con ella, a pesar de todo lo que ha ocurrido durante los últimos años. Puede que no sea la madre perfecta pero hey, quien sea libre de pecado que lance la primera piedra. Puedo decir que me siento orgullosa tanto de mi hija como de mi nieta, quien sin duda alguna está creciendo para convertirse en una buena chica.

LOUISE KINGSTON, madre de Beth.

✿ + ¿Cómo era Bethany de pequeña?

envía ✿ + una pregunta y un familiar de mi personaje la responderá.

Oh, sigue siendo la misma. Parlanchina, curiosa, un tanto atolondrada… Aunque me da gusto reconocer que ha dejado muchas de sus inseguridades, solía ser un tanto retraída durante su niñez... Creo que Aurora fue siempre quien la impulsó a salir de su caparazón. Era muy parecida a Emma, pero un poco más tosca; siempre con las rodillas heridas y tierra en sus vestidos. Le encantaba andar de un lado a otro.

LOUISE KINGSTON, madre de Beth.

✿ amo a su hija. no es pregunta, es afirmación.

envía ✿ + una pregunta y un familiar de mi personaje la responderá.

Vaya, siempre es agradable saber lo entrañable que puede llegar a ser, desde pequeña ha sabido despertar simpatía en los demás. Aunque te pido por favor que no hagas nada al respecto si no tienes buenas intenciones, sólo Dios sabe cuántos malos ratos se ha llevado por cegarse con falsas ilusiones.

LOUISE KINGSTON, madre de Beth.

Envía ✿ + una pregunta y un familiar de mi personaje la responderá.

— Siéntete libre de especificar qué miembro de su familia.

Meme traducido. Original: rpmememaker.

RICHARD.

[ ◈ ] my muse makes a drunk confession to your muse. @bethanics

 “Beth…” su voz arrastra letras con naturalidad, pequeño vaso lleno de líquido ámbar da una vuelta lenta a través de sus dedos y es mostrado hacia la que tiene enfrente. “¿Sabes lo que odio de esto?” las doradas gotas a las que hace referencia pasan a formar parte de su sistema una vez más antes de responder a su propia retórica, consecuencia que sentiría en no mucho tiempo…o más bien empeoraría su estado actual. “Es muy peligroso” su vista se dedica a los cristales vacíos frente a él, en lugar de a la contraria, casi paranoicas las palabras que pronuncia ante la falta de un cierre o explicación a estas. “Como…no te das cuenta…y ya estás explicando cosas que no dirías a nadie, a ti te decía todo pero la cagué como te habrás dado cuenta” el efecto era claro no solo en su forma de hablar si no también en como su cabeza se apoyaba en su derecha, deje casi de cansancio en sí. “Podría explicarte lo mucho que me odio a mi mismo por todo lo que hice y como eché todo a perder” la mueca en su boca es triste mientras que los ojos se llenan de agua por inercia, amenazando pero nunca dejándose ver. “No quiero que Emma me odie por haber arruinado esta parte de su vida cuando sea grande, ¿sabes?” y los sentimientos que se dejan ver son casi igual de transparentes como todo aquello en lo que su mirada se fija, hasta borracho siendo incapaz de revelarse por completo ante la mujer que amaba y aún así había dejado ir, dejándose llevar por la influencia y el aburrimiento cual adolescente, facilidad con la que un niño caía en la trampa de los caramelos, pero lo peor de su situación era de que era consciente de lo que hacía cuando se repitió una segunda vez, no era ninguna presa fácil  — pero se había manejado como una, transformándose en preso de su propia futura agonía a pesar de que su actitud hasta la actualidad no dejara ver completo remordimiento en sus ojos. Pero ella la única que podría leerlo, sentirle cual braille y saber exactamente lo que le estaba pasando, pero no había dejado que las cosas cambiaran ante, primero, no saber perdonarse a sí mismo. “Me odio tanto” en el sentimiento de acongojo, el antagonista en su propia felicidad recobra remembranza a aquella lenta canción que pasaban el día de su boda en dónde la larga tela blanca del vestido de la menor bailaba a su par, felicidad y un futuro por delante brillando que se había encargado de apagar, de romper al igual que aquel vidrio que su índice había hecho girar y se había encargado de torpemente tirar al piso. “¿Ves? Rompo todo lo que toco, eventualmente” y antes de bajarse del taburete, la mira a los ojos por primera vez, negando antes de agacharse a recoger las piezas rotas. ‘Al menos con esto, algo puedes hacer ’  le dice aquel chillido que en su materia gris le carcome, frágiles pedazos apenas pinchando la dermis en su intento de ayudar.

Se tensa. Se tensa porque es espontáneo el nudo en su estómago, porque es aquella la conversación que han evadido durante meses y adentrarse en terrenos tan inestables la vuelve propensa a derrumbarse ahora que su psique se ve agrietado, que ha intentado cubrir heridas con parches desgastados. No posee la fortaleza, su coraza se ve blanda, magullada después de tantos golpes, carne viva que sin escudo se aventura una vez más en campo de batalla. El nudo asciende conforme escucha, encuentra sitio en su garganta y aprieta con fuerza. La mirada se le empaña y la desvía hacia el techo, en un intento por que evitar que las lágrimas logren escapársele, pero el cansancio que corroe sus huesos no le brinda voluntad. No quiere continuar torturándose a sí misma con el desenlace de una historia que imposible le resulta cambiar. “¿Por qué lo hiciste, Richard?” Un susurro quebradizo, la exigencia de explicaciones que durante meses ha llevado atorada en la garganta, una pregunta que se ha guardado como si de su propia penitencia se tratara. Porque la cruz no descansa solamente sobre la espalda masculina, porque, quiera o no, comparte la culpa con aquel que decidió faltar a sus votos maritales. La comparte en silencio, durante las noches y momentos de ocio, cuando su mente viaja a las interminables posibilidades y se atormenta en busca de sus propios errores, del momento exacto en donde el interés fue perdido, donde permitió que las adversidades intervinieran en su relación. Tal vez fue mi culpa. Tal vez debí haber hecho las cosas de manera distinta. Tal vez debí... Sus hombros se elevan con desgane, niega con la cabeza. “¿Por qué no fuimos Emma y yo suficientes para ti?” Le pide saber, aunque esta vez no como reproche; es una súplica, una petición que espera recibir consuelo con explicaciones, alguna justificación que mitigue pesares con los que sigue cargando. Entonces su mirada se encuentra finalmente con la contraria, y se quiebra. Beth se quiebra justo como el recipiente hecho trizas sobre el suelo porque, a pesar de tener motivos para encontrar satisfacción en ello, le duele ver a Richard ahogado en arrepentimiento. Siente el cálido recorrido de agua salina por sus mejillas cuando abandona su asiento y se acuclilla para invitar al cobrizo a levantarse. “Déjalo, vas a lastimarte. Venga.” Pequeñas manos rodean el antebrazo ajeno, tiran de suave material como infante buscando atención.

ABOUT RONNIE BLADE AND BETHANY KINGSTON — ♦️  MOODBOARD 3/??

i’ve got a hundred

 million reasons to walk away                         but baby, i just need one 

good one to stay

@bethanics

“I don’t wanna be friends. When I think about what I wanna do most in this world… it’s you.”

No lo entiende. Lo ha hecho decenas de veces con anterioridad y las cosas jamás han resultado tan desastrosas como en esa ocasión apuntan a terminar. Los ingredientes esparcidos por la superficie de madera, un desorden del cual parece no tener salvación. Mirada analítica se pasea por los condimentos, por la harina que se ha espolvoreado por encima, llegando incluso a trazar rastros sobre sus prendas. “Te juro que seguí la receta al pie de la letra,” asegura a su acompañante, luchando en contra de la vergüenza que de a poco atenta con hacer acto de presencia. Ha prometido una cena y temer estar por estropearlo. “Hm...” Gesto pensativo se apropia de sus labios, una pequeña mueca digna de una infante que denota reflexión, antes de tomar con su diestra el cucharón con el que ha estado batiendo la salsa. Error. El utensilio se le resbala de entre los dedos e impacta contra la madera, salpica salsa por todos lados.  /  my muse attempts to cook dinner for @vghdunn