Tumgik
bankofimagination · 3 months
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Current mood: desperately needs a vacation from my own brain.
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bankofimagination · 4 months
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Don’t look, please don’t ask. [Parte II]
Preguntarse si los retazos que la memoria le alcanzó eran parte de un mal sueño o eran reales tuvo una dura respuesta para la artista. La coloración en el interior de su codo izquierdo, junto a la sensibilidad de la piel al tacto, le dijeron suficiente. Quizás eran los ecos de la droga lo que le impidieron entrar en pánico y ahogarse en culpa. Quizás era su mente buscando resguardarla: había grandes chances de que haber visto a su hermano no hubiera sido producto de un delirio. La imagen mental de su novio atinó a vencerle las piernas mientras avanzaba. ¿Qué había hecho? No. No podía caer en la desesperación y en la amargura de pensar en cómo le contaría. Tampoco en imaginar la decepción en la mirada del francés o siquiera si tendría el valor suficiente para mirarlo a los ojos después de eso. —No moriste —dijo Leonardo apenas escuchó las pisadas bajando la escalera. En su tono, además del eco de acento inglés, pudo escucharse cierto alivio. Aunque de lo último Marzia no fue consciente. Seguía pensando que no podía debilitarse, que debía concentrarse en el presente. Incluso, en si darle atención o no al pensamiento intrusivo que le recomendó agarrar una de las cuchillas sobre la isla y clavársela en la espal… —Supongo que todavía te gusta la pasta —volver a escucharlo la detuvo de despegar el brazo de su costado. Con delay, y una confusión que danzaba como olas en un ir y venir continuo, captó el aroma que invadía el espacio. Creyó ignorarlo, no darle importancia, pero su estómago respondió sin su consentimiento y con un rugido que solo ella pudo escuchar. —Me voy —decretó Mars, doblegada por la impotencia y, también, el temor. Tal vez la falta de réplica, el silencio que reinó en el loft, fueron parte de la táctica del italiano que tantos años había pasado en Londres. Tal vez había calculado que eso la iba a enfurecer y, por ende, la iba a retener ahí. Sopesando cada opción, pero demasiado abrumada para llegar a una conclusión, su hermana menor se detuvo justo antes de tirar del picaporte. —¿No dirás nada? Envenenarse con el rencor que había masticado prácticamente la mitad de su vida le fue más sencillo que respirar. Claro que no diría nada, no haría nada. Si eso mismo había hecho tantos años atrás cuando ella más lo había necesitado. Cómoda en la ira que la envolvió, Marzia se giró a observarlo. Conectar su mirada con la masculina le revolvió el estómago, mas no huyó. —Cualquier cosa que diga probablemente esté mal —se lo escuchaba tranquilo aunque no lo estaba. Marzia no lo iba a saber, pero en el fondo, Leonardo deseaba encontrar las palabras que la mantuvieran ahí—. No va a funcionarme rogar que te quedes. —A mí tampoco me funcionó —reprochó ella de inmediato. El recuerdo de sí misma, con catorce años, rogándole a su hermano que no se marchara, o que al menos la acompañara a firmar unos papeles, la golpeó con la fuerza de una bomba. El ardor en la piel de sus pulgares, ante las heridas autoinflingidas por ansiedad, no fue capaz de calmarla. Dudaba que algo más que lo que la había hecho recaer lo hiciera. La bronca y la angustia fueron creciendo hasta convertirse en dos puñales que le atravesaban el pecho. —Lo sie… —¡No! —exclamó para interrumpirlo antes de finalmente marcharse—. Vaffanculo.
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bankofimagination · 4 months
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Don’t look, please don’t ask. [Parte I]
Martes 13 de febrero de 2024.
El lunes había sido un día como cualquier otro. Un día más en la rutina invernal que, de la mano con una incipiente depresión que se negaba a reconocer, amenazaba con hacerla cada vez más diminuta. No podía argumentar que había sido un suceso trascendental lo que la había llevado a tropezar y caer sin frenos. Tal vez eso le resultaría más sencillo de tragar o, más bien, sería un lugar menos incómodo en donde resguardarse una vez que fuera consciente de lo sucedido. Lo único diferente, el pequeño y enorme detalle, había sido encontrarse con una persona inyectándose en el baño del bar que había ido esa noche. No había sido la primera vez en… ¿cinco años? que se topaba con drogas, pero sí la primera vez en su racha limpia que caía en la trampa. Un intercambio de miradas, una disculpa musitada por parte de la italiana que no llegó a pronunciarse entera por las palabras de la desconocida: “¿Quieres un poco?” Mentira sería decir que no había tenido tiempo para pensar la respuesta. En un instante, todo pareció ralentizarse, hasta los latidos de su corazón. Un pitido insoportable aturdió sus oídos para impedirle escuchar su propia afirmación y la acompañó, violentamente, hasta que el líquido penetró su piel. Entonces llegó el silencio absoluto y una abrumante sensación de calma que, segundo a segundo, se apoderó de cada recoveco de su ser. El abrazo cálido, reconfortante y familiar de una amiga que llevaba demasiados años sin ver, sin sentir, sin saborear. Después, todo se volvió borroso hasta desaparecer. Volvió a sí misma sin saber cuántas horas en el limbo había pasado, incluso sin ser consciente de su recaída. Los recuerdos se sentían pesados, rotos, pegajosos, imposibles de construir. Cuanto más intentaba entender cómo había llegado a ese lugar desconocido, más le dolía la cabeza y menos recordaba. Intentó moverse pero no lo logró hasta que un espasmo la empujó hacia delante y una arcada anticipó la descarga de su estómago. —Toma un poco de agua —una voz masculina que no conocía le hizo dar cuenta que no estaba sola en aquella habitación. Ese alguien había anticipado el vómito con un balde que dejó a un lado de la cama. La Marzia de todos los días hubiera dado un respingo y, tras un puñetazo, hubiera huido sin buscar explicaciones. Sin embargo, esa Marzia estaba aplastada. Mientras se pasaba el dorso de la mano por la boca, sus ojos grisáceos se encontraron con un hombre pelirrojo. Debía estar imaginando cosas. Debía haberse intoxicado lo suficiente para imaginarse a su hermano. Dieciséis años sin tenerlo delante en esa cercanía y, aunque había intentado desterrarlo de su historia, reconocería aquellos ojos celestes en un instante. Confundida, aún demasiado drogada para verse sumida en un pozo de furia, la italiana negó una vez. No obstante, no logró negarse a tragar el agua una vez que tuvo la boca llena. Al parecer no había sido una pregunta. —Siéntate. Cuando sintió la fuerza externa acomodarla contra el respaldo, entre almohadas, Marzia entendió que aquello tampoco había sido una pregunta. Intentó, con todas sus fuerzas, combatir la pesadez de sus párpados, pero tras tres pestañeos forzados, todo volvió a sumirse en oscuridad.
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bankofimagination · 2 years
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Esther Lomb Gif
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bankofimagination · 2 years
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These days I just can't seem to say what I mean [...]. I just can't. Every time I try to say something, it misses the point. Either that or I end up saying the opposite of what I mean. The more I try to get it right the more mixed up it gets. Sometimes I can't even remember what I was trying to say in the first place. It's like my body's split in two and one of me is chasing the other me around a big pillar. We're running circles around it. The other me has the right words, but I can never catch her.
— Haruki Murakami, Blind Willow, Sleeping Woman
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bankofimagination · 2 years
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Que te follen.
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bankofimagination · 2 years
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“Why do people stay longer in my head than they do in my life?”
— Unknown
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bankofimagination · 2 years
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Marzia: Puedo conseguir el baño de Holly, jajaja. Sin Holly tho. Lo siento.
Nick: Bummer.
Marzia: Voy a comprar una bath bomb de lavanda solo por ese comentario.
Nick: You trying to kill me makes me so horny.
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bankofimagination · 3 years
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Martes 27 de julio de 2021.
Su uña surcaba una y otra vez la piel de su pulgar, arrastrando cada pequeño trozo que lograba despegar e hincándose un poco más en la siguiente pasada. No lo sentía. Quizás no lo sentía lo suficiente y por eso no podía detenerse. O quizás no podía tener control sobre eso. Todo su autocontrol estaba enfocado en mantener la distancia con la bolsita sobre el colchón, a su lado.
Tan cerca. Tres años y cinco meses, y podía sentir cómo se sentía tal como si la última vez hubiera sido la noche anterior. ¿Qué la detenía? ¿Podía adjudicarse el poder a sí misma?
El dedo índice dejó de raspar la piel ya lastimada y ese instante de quietud, en que sus latidos retumbaron con más potencia en sus oídos, escuchó con claridad a su boicoteadora interna.
“Al carajo, Marzia.”
La escuchó y la siguió. Tenía razón pero su cuerpo tardó un par de segundos en responder. Como quien vuelve a andar en bicicleta sin importar el tiempo de abandono, la pelirroja preparó todo con facilidad. En esos segundos en que la adrenalina la sacudía, pensó que podría haberlo hecho con los ojos cerrados. Años de práctica le daban esa seguridad. Sin embargo, se paralizó mucho antes de estar a punto de concretarlo. Lo que sostenía cayó al suelo y aunque el plástico contra la madera no hacía mucho sonido, para ella fue ensordecedor. Lo suficiente para que cuando dejó de rebotar, Marzia se puso de pie y pisó la jeringa una y otra vez hasta destrozarla.
—Al carajo, sí —farfulló con el llanto construyéndose en el pecho.
La furia se le estancó en la garganta pero la presión ascendió al rostro que sintió arder. No tenía que mirarse para saber que el color de su piel había tomado uno más vivo que el de su cabello. Contener las lágrimas, un grito, el odio y la desesperación, desató un mareo que amenazó con arrojarla al suelo pero pudo evitar al aferrarse al escritorio repleto de cosas.
Poseída por el caos, pero de alguna manera inexplicable todavía sosteniendo un ápice de control, Foley tomó la bolsita y la lanzó al inodoro de su baño, aquel que conectaba con su cuarto en aquella residencia universitaria. Antes de poder reaccionar tiró la cadena y bajó la tapa para evitar el reflejo de recuperar lo que intentaba desechar.
Evitó la imagen que le devolvió el espejo aunque sintió los ojos de esa versión de sí misma, que la esperaba del otro lado con fiereza, arder en su nuca al alejarse. Cerró la puerta con fuerza, lanzó una silla delante y caminó con los ojos cerrados hasta el espejo de pie que tenía en la habitación al cual cubrió con una toalla y volteó a que enfrentara la pared. Lo siguiente fue su teléfono, lanzándolo lejos.
No quería verse. Cerró las cortinas, apagó una a una las luces y subió a su cama hasta dar con el límite de la pared. Allí se estiró para alcanzar del estante más cercano la botella que empinó para que el líquido quemara su garganta. ¿Podría eso ser suficiente para sentir que desaparecía durante unas horas y tener un respiro de su constante batalla? Persiguió hasta la última gota para desear que así fuera.
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bankofimagination · 3 years
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“It’s a dark place, not knowing. It’s difficult to surrender to. But I guess it’s where we live most of the time. I guess it’s where we all live, so maybe it doesn’t have to be so lonely. Maybe I can settle into it, cozy up to it, make a home inside uncertainty.”
— ― Nina LaCour, We Are Okay (via thebrokenquotes)
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bankofimagination · 3 years
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Sábado 10 de julio, 2021. Nueva York. “Positivo.”
Muchas otras palabras adornaban el papel, pero los ojos verdes estaban pegados a las letras en negrita. Mucha información que no entendía del todo. Muchas dudas pero también una certeza: la posibilidad de algún día desarrollar la enfermedad de su padre existía. Escasa, probable, muy probable, segura, no importaba en ese instante y no lo sabría. El estudio que se había hecho hacía un tiempo, pero apenas había reunido la valentía para buscar el resultado, lo confirmaba.
Podría suceder, podría no suceder. 50, 50. Su ansiedad se encargaría de llenarla de miedos. ¿Era el resultado que en verdad había estado esperando? ¿Era la validación a la manera en que drásticamente había terminado con su matrimonio más de ocho meses atrás? ¿Era una especie de consuelo para el final de su reciente relación? ¿Qué se suponía que debía sentir? No encontró ninguna de las respuestas en el papel.
Kenzie llevó su mirada nublada a la pantalla de su celular con la intención de escribirle a su mejor amiga y a su mejor amigo, sin embargo, no logró moverse. Las palabras del médico daban vueltas en su mente pero ella no se creía capaz de procesarlas, reproducirlas para una explicación, ni siquiera creía que podría emitir sonido en ese instante. No sentía nada y todo a la vez. Por dentro y por fuera, era como si los ruidos de la ciudad se chocaran con el bullicio de su cabeza y crearan un pitido ensordecedor y anestesiante.
¿Ahora qué?
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bankofimagination · 3 years
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“I think too much, and I feel too deeply.”
— Unknown
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bankofimagination · 3 years
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“If you expect nothing from somebody you are never disappointed.”
— Sylvia Plath, The Bell Jar
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bankofimagination · 3 years
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“I can’t exactly describe how I feel but it’s not quite right. And it leaves me cold.”
— F. Scott Fitzgerald
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bankofimagination · 3 years
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bankofimagination · 3 years
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“I must learn to love the fool in me - the one who feels too much, talks too much, takes too many chances, wins sometimes and loses often, lacks self-control, loves and hates, hurts and gets hurt, promises and breaks promises, laughs and cries.”
— Theodore Isaac Rubin (via thoughtkick)
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bankofimagination · 3 years
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THIS IS US (2016) — The Ride
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