Tumgik
aliasnicodemo · 4 years
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El visitante nocturno
Eran las dos de la madrugada, todos dormían menos yo, por alguna extraña razón me había despertado media hora atrás y no había podido conciliar el sueño nuevamente, pero no me encontraba cansado, sino por el contrario me hallaba en un estado de extraña excitación, como si estuviese esperando a alguien, pero ¿Quién podría ir a aquellas horas de la madrugada? Toda la casa se encontraba en silencio, por lo que se podía escuchar el ruido del viento proveniente del exterior, el cual abatía con gran prepotencia.
           Yo me encontraba esperando, no se a quien, pero estaba esperando a alguien.
           Podía haberme levantado, o cambiado de posición, pero decidí permanecer en la misma postura en la cual me había despertado, boca arriba y casi sentado en la cama, mirando el gran ventanal que dejaba filtrar un poco de luz a través de la celosía. Eso ni siquiera me extraño, no me sorprendió poder ver toda mi habitación con una extraña claridad a pesar de que era de noche y no había ni una luz prendida, pero aún así yo podía distinguir todo con absoluta nitidez, nada me sorprendía, ni siquiera el hecho de estar traspirando cuando la temperatura debía de ser de cuatro grados y yo apenas me encontraba tapado.
           No puedo recordar si es que la noche estaba estrellada o llovía, a decir verdad no me importaba y ni siquiera me importa ahora, es más, todos los días que siguieron a aquella noche los recuerdo nublados y fríos, muy fríos.
           No faltaba mucho, lo podía sentir, no mire el reloj, pero deduje que eran las dos y cinco, la puerta y las ventanas estaban cerradas, pero eso no importo, mi visitante entro igual, sin ningún destello, sin humo, sin ningún tipo de espectáculo, simplemente entro, se apareció, estaba vestido de traje, si no recuerdo mal el color era beige, era de gran estatura, con pelo corto y oscuro, al igual que su barba, la cual era abundante, su iris era de color negro, por lo cual no podía diferenciarse de su pupila, toda su figura era sorprendente, la cual parecía demandar una especie de respeto.
           Avanzando con mucha calma, y con movimientos firmes y seguros se acerco a mi, pero aún así no tenía miedo, ni siquiera me encontraba en el estado de excitación en el que me hallaba minutos atrás, ni siquiera recuerdo haber tenido alguna clase de sentimientos, es como si sólo estuviese ahí, existiendo y nada más. Una vez que el extraño visitante estuvo junto a mí, acerco su boca hasta mi oreja, tengo que decir que podía sentir su aliento, y hablando pausadamente y con voz baja pero que a la vez denotaba una gran convicción y respeto expreso:
           -Eres mío y de nadie más-.
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aliasnicodemo · 4 years
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No sé
No sé, no sé si me extrañaras, si te acordaras de mí; a decir verdad lo dudo, pero eso no importa… supongo. Yo si te recuerdo, no todo los días, pero cuando lo hago no puedo evitar pensar en lo que pudo ser y no fue. Noches enteras hablando, y ahora ya ni siquiera un “hola”, quizás es mejor así, quizás no,pero me guste o no, así es como es.
No sé si estarás con otro, mas no estoy seguro de querer saberlo, creo que prefiero ignorarlo, pero si por alguna de esas casualidades, en estos momentos estas amando a otra persona, solo deseo que seas feliz; no voy a decir ninguna de esas idioteces que suelen decir la personas al estilo de “como yo te amé note va a amar nadie”, porque eso no tiene sentido, no para mí. No estoy seguro de creer en el destino, y no me importa si este existe, lo único que sé, es que lo que no iba a ser no fue.
No sé si algún día leerás esto, lo más probable es que no, no estoy seguro si eso me entristece o no, porque a decir verdad, en estos días estuve tan triste que ya no sé qué es lo que me pone mal, no es tu recuerdo el que me produce está aflicción, es solo que tu recuerdo viene a mí, por eso escribo, de algún modo tenía que expresar lo que siento. No voy a escribir tu nombre, pues este no importa, ya no.
No sé qué será de tu vida, o si es que alguna vez no volveremos a encontrar, o que pasara en el caso de que nos encontremos, mas en mí interior lo sospecho… nada,no pasara nada, cada uno seguirá con su vida.
No sé que es de tu vida, no sé si alguna vez me recordaras, o solo seré una estúpida anécdota, si es que llego a ser eso, no sé si alguna vez pensaras en cómo pudieron haber sido nuestras vidas si las cosas hubieran sido diferentes,pero así es el mundo, las cosas son de un modo, aunque pudieron haber sido diferentes. No sé si alguna vez pensaste que lo nuestro podía funcionar; pero ya no importa, quizás hubo un tiempo en que nuestros caminos pudieron haber convergido en un mismo punto, mas solo fue eso, un punto, ya que luego se bifurcaron hasta un lugar en el que ya no se acercaron más. No sé que pasara a partir de este momento, no sé…
Solo espero que vivas una vida feliz, porque así es como debe ser, todos deben vivir felices, todos deben poder disfrutar de esta vida, las cosas que deban ser serán, y las que no… bueno, supongo que no tengo que dar una aclaración al respecto. ¿Qué va a pasar conmigo?, eso es algo que ni yo puedo decirlo, pero si alguna vez lees esto, quiero que sepas que yo pude haberte amado, ni mejor,ni peor que la persona que pueda estar amándote ahora. Yo solo pude haberte amado, así de fácil, así de simple, pero eso es algo que supongo ya no te importara.
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aliasnicodemo · 4 years
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El Conejo Gris
Sin que nadie lo notara, Santiago, de no más de siete años, entro a la habitación donde su abuelo guardaba sus cosas, libros, cuadros, y demás, cerró la puerta con cuidado, tratando de hacer el menor ruido posible, por lo que se sorprendió al saber que esta no emitió sonido alguno, ni siquiera sus viejas y oxidadas bisagras; una vez conseguido esto levanto el picaporte y dio unos pasos hacia atrás sin quitar la vista de la puerta, temiendo que alguien entrara, si bien ese no era un cuarto prohibido, a su abuelo no le gustaba que entrara solo, decía que había cosas con las que se podía impresionar, quizás fuera por el hecho de que se dedicaba a embalsamar animales, algo que cada vez que Santiago lo pensaba comprendía que no era una práctica para nada agradable.
Observo la enorme biblioteca repleta de libros de tapa dura, todos de distintos colores y perfectamente limpios, sin un rastro de polvo, su abuelo, a diferencia de su padre, siempre había sido obsesivo con el tema de la limpieza. Sobre la pared colgaban distintos cuadros en blanco y negro, en uno de ellos se podía ver a una joven pareja que se abrazaban sonrientes a la vida, mirándose con un amor tan, tan… real, esa era la palabra. Sus padres se habían separado, por lo que vivía con su padre, su madre, por alguna razón había optado por desaparecer de su vida, sin embargo Santiago nunca noto su ausencia, por el contrario, su padre sí, sufrió cuando ella se fue, pero ya lo había superado, le llevo casi un año, pero se encontraba mejor.
Aparto la vista del cuadro, no tenía que distraerse, no podía tardar mucho tiempo, o lo buscarían, y no deseaba que lo hicieran, nadie podía ver lo que estaba a punto de hacer, por lo que fijo su atención en la figura embalsamada de un águila, pero luego la desvió hasta la imagen de un conejo gris, parado en sus cuatro patas. Esa le gustaba más, por lo que se acercó y durante unos segundos (casi un minuto) la miro con total asombro, se veía tan lleno de vida, pero carecía completamente de ella.
Levanto su mano y la poso en la cabeza del animal, luego la deslizo por su cuerpo, cerró los ojos y se concentró. Varias veces había hecho eso, o le pareció hacerlo, pero siempre había durado solo unos pocos segundos, y esa vez quería que durara más. Nunca nadie se había dado cuenta de lo que hacía, y quería que permaneciera así, ya que a pesar de su corta edad era inteligente, aunque no solía demostrarlo con frecuencia.
Un intenso calor le recorrió todo el cuerpo, sentía como su temperatura iba aumentando, comenzó a transpirar, un leve cosquilleo le molestaba, por lo que lo llevo hasta la palma de su mano con la que sostenía el conejo. Su pelaje era tan suave, le gustaba acariciarlo. El cosquilleo se hizo cada vez más intenso y un leve dolor de cabeza le aquejo, sin embargo lo ignoro. Luego, todo el calor se centró primero en su brazo, la sensación resulto bastante incomoda, poco a poco esta sensación fue bajando hasta su muñeca, luego a su mano.
Abrió los ojos en el mismo momento en que sintió que toda aquella energía se pasaba a la figura embalsamada, la cual al principio siguió igual, lo cual lo frustro un poco, pero de repente noto como el conejo movía su pequeño hocico y luego su cabeza. Al ver aquello Santiago sonrió, conteniendo la risa de felicidad, no quería que nadie lo escuchara.  El animal camino unos pasos (siempre con la mano del chico encima) y luego observo el recinto en el que se encontraba, tratando de entender dónde estaba; cuando vio al joven que le había dado algo de vida se paró en sus dos patas traseras y le observo, para a continuación volver a quedar inmóvil.
Un ruido había Obligado a Santiago a apartar su mano, Se trataba de su padre, quien carraspeo, ya que había estado parado en el marco de la muerta desde que todo aquello comenzó, observando sin decir palabra alguna. Al pasar apoyo la puerta y se acercó a su hijo, quien lo observo con miedo. Una vez que estuvo a su lado, su papá se agacho y le coloco una mano en su hombro, y la otra en la cabeza del conejo, el cual a los pocos segundos volvió a moverse y a colocarse en su posición original.
-Mejor no te esfuerces- le dijo su padre- sino te vas a debilitar y enfermar. Te lo digo por experiencia-
Hubo un silencio en el que ambos se miraron, su padre sonreía, algo que le sorprendió, su padre no solo no estaba enojado, sino que sabía lo que estaba pasando, por lo que Santiago también sonrió.
-Vamos antes de que nos busquen a los dos, y sabemos que a tu abuelo no le gusta que le toquen sus cosas… viejo mañoso-.
Ambos salieron del cuarto, pero antes de hacerlo, Santiago dedico una última mirada al conejo, fuera lo que fuera que le estuviera pasando, le agradaba.
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