--Vaya, vaya, miren quién acude a mí --susurró por lo bajo, para luego otorgarle una fría sonrisa ladina--. ¿Qué vas a tomar, Puro? 

—No diré que no a eso —respondió Steve mientras se sentaba junto al hombre. Sabía quién era él, y para ser sincero no le molestaba tenerle cerca. Después de todo detestaba su manada. 

--Se cruzó de brazos y observo a la muchacha--. Uno viene a un bar para olvidar hasta su nombre, te aseguro que dos no son nada --espetó sin mucha importancia, dándole un sorbo a su bebida--. De todas formas, nadie se niega a mis favores, asi que... --esbozo mientras le hacia señas a la mesera, ésta se acerco con rapidez sin rechistar--. Trae un martini para la muchacha y otro de estos para mí --le sonrió fríamente señalando su vaso--.

Tenía rato en el lugar, no era fan de la bebida, pero no habían muchos lugares así que se encontraba ahí. Vio como alguien se sentó a su lado, era el joven con el que había hablado días atrás, sin darle mucha importancia regresó a su copa hasta que el joven habló. — ¿Amm..?— regresó a ver hacia el otro lado y vio que estaba vacío— gracia, pero con dos tengo suficiente— contestó mientras alzaba su copa. 

--Le echo un vistazo rápido a la muchacha con cierta indiferencia. La recordaba vagamente, pero aún así su humanidad conllevaba un desagrado por parte de Aaron--. No, no me había percatado de ello, bien podrías pasar como un hombre si tuvieses el cabello un poco más corto --espetó con rudeza, girándose un poco más para enfrentarse a la mujer--. ¿Ginebra? Muy bien, que así sea --esbozo, otorgándole una mirada a la mesera--, ya la has escuchado, tráele lo que quiere.

—Se acerco a aquel hombre que conoció la ultima vez, había dudado de su inteligencia, belleza y demás cosas lo que la molesto, pero ahora estaba dispuesta a acercarse y hacerle cambiar de opinión. Se sentó a su lado y rodó los ojos al escuchar lo de “amigo”—. Soy una mujer, por si no te has dado cuenta. —Hace una pequeña mueca con los labios—. Quiero ginebra, ¿me invitas? —Apoyo su codo en la barra, mirándole fijamente—.

--Apretó los dientes al comprender que se trataba ni más ni menos que de Christian. Tomo un sorbo rápido a la copa que le había concedido la mesera y luego fijo su vista en su no tan querido compañero--. Una de las mejores cosas de estar fuera de aquí ha sido no tener que ver tu rostro --espetó con viveza, sonriendo sin más--. ¿Qué vas a tomar entonces? --preguntó de mala gana--. Y mientras lo haces me contarás que ha pasado por aquí, me han llegado varios comentarios pero preferiría que tú me expliques cuál es la realidad --pidió con tono de exigencia--. Y antes que lo preguntes, no, no he encontrado a Derek. 

—Se encontraba sentado en el bar, con la mirada perdida en quizás que lugar. Los últimos sucesos lo tenían cansado. Los insufribles encuentros con los puros y lo que paso la otra noche en el bosque. Se percato de la entrada de Aaron al lugar y se levanto con prisa para acercarse a el. Poso sus codos sobre el bar pero antes que pudiera decir algo, la voz de su “hermano” lo sorprendió— Muchas gracias hermanito…—murmuro enfatizando la ultima palabra.

Sonrió al reconocer el aroma respectivo a su manada contrincante, sin mucha importancia giró su rostro para observar al muchacho que yacía a su lado--. Oh, vamos, no dejarás que esta diferencia de sangre te impida beber una copa gratis --rió, tiñendo sus palabras con ironía--. De todas formas no deberías preocuparte, vengo en son de paz --esbozo abriendo ligeramente los ojos. 

El hedor de uno de ellos impactó su nariz en cuanto la puerta del bar se abrió, lo que le llevó a tensar sus músculos y apretar el vaso que sostenía entre sus manos. Trató de ignorar su presencia, pero no tuvo más opción que hablarle cuando se sentó a su lado y le dirigió la palabra— Estoy bien así, amigo —Contestó secamente, enfatizando la última palabra con sarcasmo.

Entró en el bar con paso ligero, intentando disfrazar su pierna adolorida, había pasado más días de lo pensado afuera, investigando sobre el paradero de su pequeño hermano. Pero las cosas no habían salido como él las había planeado y lo mejor que le podía pasar ahora era un vaso lleno de ron. Se sentó en la barra y levanto la mano para llamar a una de las meseras. Sintió a alguien a su lado y sin rechistar abrió la boca-- Vamos, amigo, invito yo tu copa --esbozo sin mirar--. 

--Ya te he dicho, tengo un olfato privilegiado, y además de eso, almorzaste o desayunaste huevos revueltos, lo cual agrega más pestilencia a tu olor natural. Y no te preocupes por lo primero, gracias a tu clara idiotez no lo comprenderás. 

¿A qué se supone que debo oler si no es a humano? Vaya, le he dado de comer a mi hija como hace dos horas. ¿Cómo puedes llegar a olerlo?

--¿Por qué debería interesarme? ¿Ganarás alguna guerra o serás una científica reconocida? De pronto me ha llegado la curiosidad --esbozo con tono sarcástico sin inmutarse--. ¿Loco? No, a decir verdad mi capacidad mental está sobre la de...prácticamente todos aquí. Y son leyendas, permíteme correjirte --rió levemente, divertido ante el hecho que la muchacha estuviese hablando ni más ni menos que de la pura verdad--. Te lo recordaré, pero aún así no podrás alcanzarme bonita. Excepto que quieras unirte a nosotros, pero es una pregunta que debería hacerte mucho más adelante, cuando te veas tan cernida en la oscuridad que aquella sea tu única pobre posibilidad de sobrevivir --espetó sin cambiar su tono, le agradaba conversar abiertamente ya que los humanos no tenían ni idea de lo que estaba por suceder. 

Vaya al menos dices algo que sea verdad… tengo mucha seguridad en mi misma, por que obviamente debo de tenerla. —Se coloca el pelo detrás de la espalda con un pequeño movimiento, sin apartar la mirada del hombre—. Créeme que alguna vez te va a interesar mi nombre, mientras tanto me sentare a esperar. —Suelta una carcajada fingida al escuchar lo de humana—. ¿Humana? Ya entiendo, eres otro loco con el cuento de los lobos, lo que me faltaba. —Imito aquella sonrisa aguantándole la mirada, sin dejarse intimidar—. ¿En serio? Recuerdame quitarme los tacones para ir mas rápido.

--¿No tienes idea de quién soy, verdad? ¿De qué siglo eres? ¿Veintiuno, veintidós? ¿Hace cuanto sigues a mi estúpido hermano como si fueras un perro faldero?

Steve, que se encontraba sumido en sus pensamientos, apenas desvió la mirada hacia el joven que le hablaba. Frunció el ceño al no reconocerle como uno de los de su manada.— ¿Sí? Yo creo que el del problema con aquí eres tú. —Habló serio, para echarle luego, un mejor vistazo a aquél hombre.

--No es verdad, hueles a humano y a... --aclaro un poco su olfato profundizándolo--, comida de bebé. 

Ajá, lo que tu digas. —rodó los ojos, aún molesta.— ¿Cómo te tengo que decir que no huelo mal? No emano ninguna pestilencia como tú dices y mi olfato está perfectamente. —dijo cogiendo un mechón de su propio pelo para después empezar a olerlo.— Huelo a vainilla, digas lo que digas.

--Debes tener una gran seguridad en ti misma si supones todas esas cosas sobre ti, lo cual respeto mucho, por lo tanto no hablaré sobre el tema y respetaré tu claro ego --esbozo rápidamente sin dejar un espacio en blanco--. No moriré si no me dices tu nombre, eres una simple humana, y tal vez aún no lo comprendas, pero pronto lo harás --se acercó a ella con una sonrisa en sus labios--. No importa que tan guapa, inteligente o fuerte seas, siempre estaré un paso delante de ti. 

—Abrió la boca pero rápido la cerro para terminar de escuchar todo lo que la estaba diciendo, que solo hacia que se creara una especie de infierno en su interior, no iba a permitir que ningún desconocido dijera todas esas cosas de ella—. Por que yo no soy como todas aquí. —Dio un paso al frente, encarándose con el—. Soy guapa, tengo un buen cuerpo, mi pelo es único en el pueblo, tengo carácter y mi coeficiente intelectual esta muy por encima de la media. —Le señala con el dedo, mirándole fijamente a los ojos—. Así que cierra tu boca. —Suspira, volviendo a su posición anterior—. Ahora te vas a quedar con la duda, no te diré quien soy. 

--¿Acaso tienes algo que los demás no? Veamos, un pelo de lo más asqueroso, una boca un tanto escalofriante... --musitó inspeccionando las facetas de la muchacha--, y un cuerpo que deja bastante para desear, no veo por qué no debería confundirte con una simple chica de por aquí --sonrió con desdén--. Soy Aaron --hizo un esfuerzo por recordar su apellido falso para luego recitarlo tal cual le había enseñado Beth-- Culpeper, soy de California y he venido aquí ha establecerme, ¿tú eres...? 

—Sintió aquel agarre algo fuerte moviendo su cuerpo, algo incomoda, no estaba acostumbrada a que la agarraran de aquella manera pero por suerte la soltó antes de que pudiera decir algo. Alzo sus cejas al escuchar su comentario, como si se pareciera a alguien del pueblo—. Creo que es difícil confundirme con otra persona. —Rodo los ojos—. ¿Y tu quien eres? Es la primera vez que te veo.

--Aaron se resumió a seguir el rastro de olor por las calles de Sunset Falls. Necesitaba saber dónde se encontraba su hermano y para ello requería la ayuda de los estúpidos Puros. Siguió el aroma hasta toparse con una tienda de tatuajes. Y con una sonrisa en los labios se acercó al muchacho que se encontraba allí--. Deberías utilizar algo de perfume, tu hedor es demasiado fuerte. 

Steve se encontraba fuera de la tienda de tatuajes, con su típico rostro de insatisfacción. Estaba aburrido y exasperado, había tenido que soportar a unas chicas que habían pasado al menos media hora chillando sin decidir que tipo de tatuaje querían.—

Bueno, es fructífero que mantengas aquel nivel de ignorancia, puesto que me pones las cosas aún más fáciles. Si Derek quisiera salvarlos, ya estaría aquí, rescatandote. Reitero, con tan sólo conversar conmigo tu vida está en mis manos, y oh casualidad que se me conoce por asesinar a los de tu...manada --sonrió, mirando de un lado a otro para verificar que no hubiese nadie por las calles del apestoso pueblo, para luego sujetar a la muchacha por las muñecas con una fuerza sobrehumana--. Puedo ser un simple mortal aquí, pero mantengo la misma fuerza que siempre, ¿estás segura que quieres seguir con tu estúpido juego de palabras y tu "Derek es mucho mejor que ti"? ¿dónde está mi hermanito para ayudarte rubia? ¿acaso pretendes que el sea tu héroe en todo momento? --sonrió divertido ejerciendo aún más fuerza sobre la chica, disfrutando el momento. 

Uy si, hasta lo noto eh..—dice con ironía mientras niega— No me voy a ir, además creo que llevo aquí más que tu y no vas a venir a echarme, y bueno tu sabrás lo que haces, como dije ahora mismo no me importa lo que digas querido. Realmente no sabemos donde está, aunque no te lo diríamos y supongo que el como siempre aparecerá cuando se debe a protegernos sin ninguna duda, y a ponerte en su sitios y bajarte de esa querida nube..y no, no es cobarde y realmente seguro es mejor persona que tu, y en eso ya te gana…—asiente con sinceridad, sonando seria y con palabras concluyentes— ¿Tu crees? yo a eso lo veo otra definición que no es cobarde, pero bueno, parece que todo lo que sale por tu boca tu solito te lo crees, para que te voy a decir nada.

--Un abrupto golpe hizo que su concentración disminuyera, por lo tanto agarró a la persona que le había generado aquello con demasiada fuerza. Sin embargo, al verificar que era un humano se dijo a si mismo que debía pasar desapercibido, y por lo tanto la soltó de pronto posicionando una sonrisa en su rostro--. Lo siento, pensé que eras alguien a quien conozco. 

—Por fin había salido del trabajo de su padre, era horrible tener que aguantarle tantas horas, pero lo peor de todo era tener que aguantar a todos esos borrachos, por no decir las miradas de deseo que la echaban algún que otro cliente. Caminaba por la calle mientras se ponía la chaqueta cuando se choco con algo. Subió su mirada y se encontró con el rostro de alguien que no había visto nunca. Suspiro rodando los ojos—. Disculpe. —Se hizo a un lado para seguir con su camino—.

Cada persona con lo suyo --contesto ladeando la cabeza al mismo tiempo--. Mi sentido del olfato está funcionando a la perfección, pero no es el mismo que el tuyo, por lo tanto no me sorprende que no sientas aquella pestilencia que emanas en todo momento. 

Sí, sí he tenido días malos pero tampoco lo voy pagando con todo el mundo. —rodó los ojos, molesta con la actitud de aquel hombre.— ¿Hedor? Perdona pero yo huelo muy bien así que si no te has duchado hoy o tu sentido del olfato está fallando, no es mi problema. 

AARON, QUIERO QUE SEAS MI BESTIA, QUIERO VER ES LOBO QUE TIENES (?). TE AMO, AARON.