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Lie.
“She wasn't bitter. She was sad, though. But it was a hopeful kind of sad. The kind of sad that just takes time.”
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Es increíble como son capaces de protegerme estas cuatro paredes. Aquí guardo mis secretos, mis logros, mis errores, todo lo que he sufrido. Cuando me sentía sola, cuando no podía parar de reír. Las pocas veces que me he sentido realmente feliz las recuerdo aquí dentro. Mi santuario. Mi lugar seguro. El final de un mal día y el principio de uno bueno. Mi jaula sin barrotes, donde encerrada soy libre. Creo que nadie lo entendería dado que para cada uno las sensaciones son diferentes. Mejor así.
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Hoy es 14 de Diciembre del 2015. Quería ser consciente del día. No se si estoy harta, acostumbrada, o simplemente vacía. Siento que ya no me queda nada. Siento que ya he cogido todo lo que podía de mí misma, he arañado hasta las paredes. Ya no queda nada. ¿Qué hago cuando todo lo que queda es aire? Siento que soy una perdida de tiempo. Ya ni siquiera quiero avanzar. Estoy tan cansada. Que basura, espero que mañana me despierto con mejor ánimo, (o no despertarme).
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No se cual es el adjetivo más adecuado para definir en que me he convertido. No soy yo misma y, sin embargo, mi yo anterior tampoco lo es. Es como si solo fuese versiones defectuosas de lo que soy en realidad, como si estuviese haciendo mal la vida. Como si no dejara de intentar avanzar en el pasillo de mis logros intentando encontrar algo que haya hecho que valga la pena. No lo encuentro. Hace ya tiempo de eso. Y tampoco consigo seguir adelante, y lo necesito. Y necesito poder respirar sin el nudo en el pecho que hace que sea imposible enfrentarme a las cosas. Tengo tanto miedo de caer del todo. De rendirme y decir “este es mi límite” y que esa vez sea verdad. Que ese sea mi límite. Que ya no haya nada más de mí que dar, nada más de mí que pueda seguir adelante. ¿Por qué es tan complicado? Nunca pensé que sería tan difícil, que le tendría tanto temor a lo nuevo, lo desconocido. Que me harían tanto daño, que yo me haría tanto daño, que dejase de sentirse igual. Que el dolor se convirtiese en un ruido de fondo, que no se va y nunca acaba. Y me destroza un poco más día a día.
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“Estamos hechos de todo eso que nunca quisimos ser.”
ATB.
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Siento que voy a ninguna parte. Que me gusta más mirar al cielo que hacia delante. Que no pienso lo que digo y que digo lo que nunca quise decir. Que te fuiste y te espero, y han pasado años. Que ya no se si quiero que te vayas, que vuelvas, que te quedes, o que te mueras. Ni si te quiero. Te quise, te quise como a nada. Y que ya no es sobre ti, ni sobre mí. Que ahora es sobre todo. Que ahora no puedo hablarle a nadie, ni querer a nadie. Que tú te llevaste eso. Te llevaste todo de mí.
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Sobre el silencio.
Y a veces me gusta caer en el silencio de la noche. Cuando no se oye ni el silbido del viento, ni el arrastrar de una silla en el comedor. Ni el ruido de los cacharros de la cocina cuando alguien hace la comida. Me gusta el ruido del silencio. Ese sonido opaco, que sigue y sigue y nunca se detiene. Ese sonido que despeja la mente, y relaja el ritmo cardíaco. El sonido de la nada. A veces me gustaría leer un poema que sea capaz de hacer justicia a la belleza del ruido del silencio. O escribirlo. Es algo tan complejo. Viene tan rápido como una tormenta en verano y, así mismo, también se va. Y nadie escribe canciones sobre ello. Nadie dedica un par de versos. Nadie escribe libros. Porque hay cosas que es mejor que queden en silencio.
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Y entre el silencio de tu mirada y el brillo de tu voz, me pierdo. Y te busco en el todo encontrándote en la nada. Y espero. Y no estás. Y te quiero. Y no apareces. Y me arriesgo, y caigo. Y tú no estás para levantarme Y yo misma tampoco. ¿Aquí acaba? ¿Así termina todo? Con un adiós que no es adiós pero sigue siendo una despedida. Con un movimiento de ojos hacia ninguna parte y un giro de cabeza en la dirección opuesta a mi mirada. Esperando. Por mí, no por nadie. Esperando perdonarme. Esperando que todo esto solo sea mentira. Esperando ser yo misma. Esperando crecer, sin perder esa niña risueña dentro de mí.
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Hay días malos. Días en los que despiertas y solo quieres dormirte otra vez y esperar al día siguiente. Días en los que no estas ni aquí, ni allí, ni en ninguna parte. Días en los que todo lo que intentas sale mal. Días en los que te lanzarías desde el edificio más alto esperando que la caída duela menos que ese día. Días en los que no comes porque no tienes hambre, no hablas porque todo lo que tienes que decir es malo.
Hay días en los que te despiertas alegre por un buen sueño del que tienes la suerte de recordar. Ese tipo de sueños que siempre nombras cuando te preguntas si te acuerdas de alguno. Ese sueño en el que por fin ocurre todo lo que llevas queriendo desde hace mucho tiempo. Esos sueños hacen que ese día sea bueno, que pase lo que pase, el recuerdo de ese sueño siempre te hará sonreír.
Y luego estan los días en los que te quedas en la cama porque ya no puedes más. Estás cansada porque la vida es una mierda y no quieres respirar. Quieres ahogarte y que ya no te duele el corazón. Porque te duele, tanto que podría sangrar pero no lo hace. Sabes que no es una herida normal. No es como cuando te haces un corte en el dedo. No es como cuando lees un buen libro. No es una herida corriente.
Es ese tipo de herida que es capaz de helarte la sangre. Esa herida con la que naces y que con cada decepción, pérdida y lamento va creciendo. Y aunque el corazón lo intenta, no aguanta. Nos ponemos una tirita pero eso no te alivia para siempre, la cicatriz no desaparece o quizá, si es reciente, se abre de nuevo. Hasta que un día, uno de esos días en los que no sales de la cama porque te arde el corazón, sales de la cama solo para despedirte. Abres la ventana, miras hacia abajo, ves como los demás viven su vida y te preguntas por qué tu no puedes hacer lo mismo. Así que vuelves a la cama, a que ese día pase.
Hay un día, el día final, al que ni siquiera sabes que has llegado. Te levantas, con el corazón en la mano. Abres la ventana y, sin mirar hacia abajo, te lanzas. Porque el corazón nunca ha tenido cura.
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Algo más.
(Lo primero que escribí trás leer Las ventajas de ser un marginado)
He terminado otro libro.
Quizá no pensaría de la misma forma si no leyese.
Porque siempre que leo pienso, y eso no suele salir bien.
Pero he terminado otro libro, y estoy pensando.
Pienso que quizá me quejo demasiado.
Pienso que soy demasiado sensible, porque me he cansado de calificar todo como "gilipollas", y siempre acabo llorando con cualquier libro.
Pienso que debería centrarme en el presente en vez de en el futuro.
Pero no me gusta el futuro, y me gusta decir gilipollas porque probablemente sea mi palabra favorita.
Y me gusta quejarme.
Y quizá no me gusta como soy yo en realidad, pero estoy trabajando en ello.
Y estoy trabajando en seguir adelante, y en vivir.
Una vez leí que quizá vivir no era para todos.
Aunque creo que seguir adelante es una buena forma de empezar a vivir.
O quizá de seguir viviendo.
A veces se siente extraño.
Como cuando se supone que las cosas tienen que ser de una forma y es mentira.
O que las personas no te abandonan porque sí pero lo hacen.
Pero estoy entrando en un bucle.
Debería dejar de pensar en ello.
Y debería dejar de escuchar canciones alegres intentando que las tristes no me recuerden mi pasado.
Porque estoy intentado vivir el presente, pero no funciona.
Quizá si fuese buena en algo, si supiese para que sirvo.
Quizá.
A veces creo que todo lo que pienso tendría que escribirlo, y que eso podría ayudar a alguien.
Luego recuerdo que eso solo traería problemas.
Nadie debería contar todo lo que piensa.
Pero quiero dejar de decir "que asco de vida".
Y quiero dejar de pensar que nunca seré suficiente para mí misma, ni para nadie.
Y quiero dejar de escribir.
Porque cada vez que escribo siento que solo estoy regocijarme en mi propio dolor.
Porque duele.
Pero me gusta escribir.
Me gusta mucho
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You came so unexpected just to turn my world upside down, and I know I'll always find you in a crowd of thousands
You came like a wave just to leave behind you the strength I needed to keep going
You make me fly and, at the same time, you keep me down to earth; you make me feel at ease
It will never be something as marvelous as you, you're the star that shines the most in my sky full of black
I will give you everything if I could, my life, my dreams, my hopes
You fade away every morning when I wake up, and it makes me sad because you're not by my side
You make the most difficult thing in this world the easiest, like I could win a war and travel the world in a second
When you smile I feel I don't have to worry about anything
There is no one in this world that can compare to you, no one who can reach you
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1.
No me di cuenta de que te estaba perdiendo.
Cada vez que me decías que daba igual.
Cada vez que le contabas a alguien algo que me contarías a mí.
Cada vez que te olvidabas sin querer de mi existencia.
Cada vez que no me hablabas porque ya no tenías nada que decir.
Y supongo que yo tampoco lo intenté.
No intenté que te quedaras, sabía que no era tu sitio.
Sabía que yo solo era algo estable, y por eso te quedabas.
Hasta que ya no lo hiciste.
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De pequeños no son conscientes de que se hacen daño y de mayores se creen inmortales.
ATB.
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Putos hospitales, no sabeis como os odio.
Traeis tanta vida, y tanta muerte.
Sois a la vez ajetreo y espera.
Parece que nunca acaba.
El cielo está raro, como si fuese a haber tormenta.
No una normal, una de esas que la Tierra no supera.
Le he cogido asco a dormir, cada vez que lo hago tengo una pesadilla que me hunde más y más...
Te echo de menos,
no quien eres,
ni quien fuiste,
echo de menos quien pensé que eras.
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i was there
looking at the horizone
to find me
and tides come
and go
and i’m alone
i was there
looking at the sky
to find that
i’m lonely
and empty
and that’s all
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