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Las cicatrices son el recuerdo de algo doloroso que se curó con el tiempo.
Las más profundas, todavía se sienten cuando el cuerpo sufre un cambio. Latentes, te recuerdan aquello que pasó, aquello que modificó tu historia siendo marcada de por vida.
Un lugar en concreto de tu cuerpo, la ubicación estrella en el mapa de tu piel.
La tez se vuelve dura, contraria a lo que su naturaleza primitiva había diseñado para ella. Y nada la va a cambiar. Y se tiñe de color, para que el olvido no pase por ella.
Y es cierto, es la protección más bella que jamás uno pueda tener, porque implica superación. Significa que pertenece al pasado y solo es parte del recuerdo, pero está ahí.
Las cicatrices, son las paradas estaciónales que tu cuerpo deja como recuerdo de que ese día algo cambió.
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Ya los días han pasado, dejando una estela de vacío que nada podrá llenar.
Días grises y otros en color. Qué diferente se ve todo ahora.
Y me pregunto: ¿el tiempo sin ti ha tenido sentido? ¡Pues claro que no!
El paso del tiempo se ha convertido en una noria que no deja de girar. Pausas eternas en tu pensar.
Tras dejar corazones rotos, no hay respuesta que llene eses huecos que tanto anhelo llenar, con tus palabras y tu forma de estar.
El tiempo corre, nos define y nos acrecienta los miedos. El tiempo no pausa para dar tregua a esa historia que una vez comenzamos juntos.
Lo que te echo en falta, es el significado de lo que un día fuimos.
Ro, sinceramente no soy todavía consciente de que no vas a volver a pronunciar mi nombre.
Te echamos de menos.
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“Me busco un hombre, dos o tres. Lo que necesite hasta quedar vacía. No les utilizo, les devuelvo todo lo que me dan con creces, durante el tiempo que estoy con ellos imagino que me quieren, que morirían por mí, que soy una diosa, una reina, una sacerdotisa, una concubina. Yo moriría por ellos mientras me devoran viva o me dominan.”
La mala costumbre.
Alana S. Portero.
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Hay heridas que tardan en sanar, que precisan más que del tiempo para curar.
Hay heridas tan hondas, que el solo intentar cerrarlas rasgan las paredes del alma.
Se convierten en cicatrices. Un recordatorio de de tiempos pasados, que perviven en el presente.
Son señales de una pérdida, y de una superación.
Acompañan el mapa de la piel, dibujan momentos.
Son las marcas del triunfo de un camino avanzado.
Las heridas, pero a ser dolorosas, llegan a sellarse dejando atrás otra piel para convertirse en una nueva forma de existencia.
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Dijimos tantas cosas que se perdieron en la memoria. El primer beso estaba envenenado con mentiras que transformaste en un pequeño recordatorio el día de mi cumpleaños.
Recuerdo un día, una llamada desde la distancia, en la que se te escapó un “te quiero”, lo acompañaste de un silencio y me ruboricé, mi corazón comenzó a latir cómo cuando asciendes en lo alto de la primera pendiente en una montaña rusa, no podía creer que de la nada te saliesen esas palabras que agarré y marqué a fuego en mi memoria.
Era un día caluroso, el sol acariciaba la parte izquierda de mi cara, dentro del coche, parado en un arcén cuando recibí tu llamada.
Es un sentimiento extraño el que tengo después de dos años que llevas tan lejos de mi, no te añoro pero te recuerdo casi a diario.
Hiciste lo que solo un súper hombre puede hacer, eliminar todo rastro de mi, cogiste todo lo que era y acabaste con ello.
El trabajo que vino después: reconstruirme, fue lo más duro y lo más bonito que jamas he hecho por mi mismo. Supongo que debo agradecerlo.
Que diferente hubiese sido si me hubieras querido de verdad.
Ahora temo que nadie más aprenda a quererme, ahora creo que nadie me va a querer jamás. La confianza que deposite en ti, le prendiste fuego y no dejaste ni cenizas, porque luego soplaste para que se desvanecieran y se perdiesen volando como un globo sin rumbo y ocultándose en la lejanía de las alturas.
Nunca apreciaste el valor de mi compañía y me hice pequeño, y después de todo este maldito coraje que dejaste entre mis entrañas aún me cuesta respirar cuando me vienen a la memoria tus ojos clavados en mis pupilas, tus besos pasionales y las caricias de tus manos sobre mi rostro.
Me ahogo.
¿Que mal había en mi para no poder ser amado por ti? Dos años de pasión, dos años en los que fuimos uno tantas veces, tantos y tantos besos pero ni uno solo se quedó dentro de ti.
Hay muchas lágrima que brotan en tu nombre, muchas noches en las que cruzo las piernas y me hago un ovillo, pensando en ti.
No entiendo porque no me quisiste querer, y me cuesta vivir con esa mochila que me agota tantas veces. Y eso que el camino que recorro es llano, pero contigo en la memoria parece que asciendo lo alto de una montaña que no tiene fin.
Juro que no te echo de menos, pero me ahoga tu presencia en mis miedos.
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Emma Stone as Bella Baxter
POOR THINGS (2023) dir. Yorgos Lanthimos
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Emma Stone by Yorgos Lanthimos for W Magazine "The Art Issue".
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POOR THINGS
Yorgos Lanthimos & Atsushi Nishijima. 🎞: Kodak Portra 400
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Green Day solicit donations for HIV/AIDS organization, 1994
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Brotes sin raíces, enraizados, atajados entre la seca tierra. Fétidos, deseosos de crecer bajo la luz de la luna menguante, discreta, apaga los aullidos de los lobos.
Místicas canciones sordas suenan, bailan acordes apagados. Corean voces al unísono.
Un fallo natural que ahoga cerros tras las nubes de aire denso. Escondido en la distancia.
Te echo de menos.
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Hubo una rutina que embelesado tuvo mi corazón. Una mentira constante que escapaba de la razón entre susurros.
Ojos pardos, mirada dulce, abrazos que mutilaban el sentido de mi existencia.
Falta de lógica, amor enfermo, fe desesperada.
Hubo un día que la experiencia se convirtió en un tormento cuando el sol despertó.
Cuánto miedo…
Que temblorosas fueron las lágrimas que se escapaban de entre mi flaco sentido de la pasión.
El más intenso dolor del desconocimiento de un quebrado sentir humano, un círculo vicioso de santo nombre y el más pecador.
Lúgubre la noche en la que el viento no soplaba. La noche más corta con sobrenombre de Dios.
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Ni por largos que fueron sus besos,
las noches,
que se convertían en días,
eran un lugar ficticio
a los que la realidad definía.
Un letargo de un amor obsesivo, cruel.
Mi piel,
que se estremecía con cada una de sus caricias,
se tensaba cuando el golpe venía por sorpresa.
Por muy largos que fueron sus besos,
más largo es el camino que recorro todavía para poder olvidarlo.
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