Crónicas de insomnio 4:57am

Sigo viva por inercia

Tengo palabras atoradas en mi garganta Pero cuando separó mis labios Sólo sale aire Que retuve Sin saber

Quiero gritar pero mi voz no sale

Mis pensamientos me incomodan Y a esos no los se callar

Siento hormigas caminar por mi piel Queriéndose adentrar a mis entrañas, Hacer su nido ahí Pero cuando me reviso en el espejo Lo único ahí Son tus opiniones.

¿Hasta cuándo tengo que dormir? Habito rutinario que me sirve como práctica Para cuando mis sueños se cumplan

Cerrar mis ojos e imaginar que no se vuelven a abrir

Acomodaste mi vida entera en la cajuela Y me deseaste buena suerte Pero yo no me quería ir No quería soltarte

No me diste la bondad de abandonarme Me obligaste a cruzar la puerta Y salir con mis propios pies

Me convenciste que fue mi decisión Pero yo nunca di mi consentimiento

Estoy en duelo del espacio Que una vez me vio crecer Duelo de las cenizas Del perro que enterré junto a las flores

Duelo mis creencias De había un Dios omnipotente Que mientras hiciera bien Me iría bien

¿Esto todavía es una prueba? ¿O ya la puedo llamar vida real?

Probar mi devoción a quién no me escucha

Escúchame Aquí estoy Hazme sentir viva

Sobrevivo día con día Con mis cosas en la cajuela Esperando a ver Quién me dirá que me vaya Esta vez

Dialogos entre un sillón con lentes y un pensamiento evolutivo

Un sillón con lentes me dijo que el humano es un proceso evolutivo que nunca se completa, que mis pensamientos no son cadenas para dejarme atada a un círculo de nada. Pero mi ataúd está hecho con malas excusas y cavé mi tumba con la culpabilidad que conoce cómo llegar a lo más profundo de mi tierra. Mis ojos, como montañas en verano, están secos en la espera de un aguacero que los venga a refrescar, pero ya no llueve el 14 de Julio. Mi boca es el lago en donde tus palabras como ríos van a desembocar, y todo pareciera fluir como una buena poesía. 

Pero tú no eres poeta.

Y yo no soy reserva natural. 

Hace mucho tiempo que cambie el humo del cigarro por una pastilla blanca cada mañana, pero honestamente no sé con cuál me siento mejor. 

Figurativamente, 

soy humo 

que viene 

y va, 

nunca permanente.

Inconsistente.

Pero ya no soy rebeldía adolescente de esconder aromas a padres preocupados y fiestas borrosas hasta el amanecer. 

Soy rutina,

Químicos compresos,

Polvo que viaja por tu cuerpo,

Adicción.

Bueno, en realidad soy los ojos que me ven.

Un coleccionista de figuras de mujeres voluptuosas japonesas me dijo una vez que soy como el sol:

“Eres hermosa para todo quien te ve

Pero en cuanto se te acercan demasiado

Quemas,

Ardes,

Y nunca dejas de doler.”

Soy humano,

Humo, 

Pastilla,

Montañas, 

Lago,

Sol.

Soy el pensamiento de unos ojos que no siempre son los míos. 

Crónicas de insomnio 2:13 am

Yo no quiero ser convencional

yo quiero el desastre.

Dejar que la poesía me haga trizas al no poder crear palabras que definan este torbellino.

No quiero tu compasión de madrugada

Las palabras dulces

A mi no me hacen nada.

Destrozame.

Confundeme,

Hazme pedir perdón,

Pedir más,

Querer más que insinuaciones.

Hazte vulnerable

Cuando es de noche

Y el demonio en tu espejo

Siempre eres tú.

Los santos prenden velas,

¿Qué vas a prender tú?

Crónicas de insomnio 3:47am // Tengo unas palabras atoradas en mi garganta.

Estas ojeras no se saben esconder,

Mis labios nunca quieren permanecer rojos,

Párpados que no se cierran en la noche,

Y una nariz que inhala aire,

Que no siempre cree merecer.

Cada mañana le pregunto a dios porqué estoy viva,

Pero el tampoco sabe la respuesta.

Este cuerpo frágil,

Con piel de leche y miel,

Me promete tantas cosas

Pero es un cuerpo tan blando,

Que no siempre puede permanecer de pie.

Caer y no saber a dónde.

Caer y esperar que alguien te salve.

No me acuerdo cuando aprendí a correr,

Tampoco me acuerdo como dejar de hacerlo.

Mis pensamientos nunca me llevan a donde quiero,

Ideas salvajes y tan ajenas,

Que ya no creo que la voz en mi cabeza,

Sea realmente la mía.

Sueños mágicos en donde lo maravilloso viene del calor de otro cuerpo.

Soñar que me abrazas,

Pero despertarme sola.

Estar contigo

Y desear estar sin ti.

Creé una guerra dentro de mi,

Soy un museo de desastres naturales,

Y cada exhibición tiene su propia tragedia.

Crónicas de insomnio 2:34am Parte I

I.

Son las 2 de la mañana.

Acerco mi cuerpo al tuyo.

Olor a sal y axe.

Tu boca abierta.

Mi mano en tu cuerpo,

Tu pecho se eleva.

Se deslizan mis dedos,

Hacia el borde de la cama.

El aire se te escapa,

La nariz se agranda,

Ronquidos estruendosos.

Mi mano regresa acompañada,

Plumas suaves,

Tan letales,

Si descansan con fuerza sobre ti.

Una traición de índole urinaria,

Y tal vez mi necesidad de dormir no era tan grande. 

Crónicas de insomnio 2:34am Parte II

II.

Entra el sol por mi ventana,

La sábana recorre mi cuerpo.

Estas manos perezosas tallan mis ojos cansados,

Otro día más sin dormir.

Tu cuerpo,

tan mío y tan cerca,

Se queda, confuso, entre las cobijas.

Intercambio el desayuno por un cigarro con la esperanza que cuando el humo desaparezca te vayas con él.

Pero eso nunca pasa.

Suena la arma seguida por lamentos y finjo no escuchar esos pasos que vienen hacia mi. Tus manos aprietan mis glúteos mientras dices frases vulgares con aliento a mañana.

Una sonrisa y vamos de vuelta a la cama.

Abres la ventana derecha.

Me besas.

Labios se deslizan

desde el cuello

hasta el vientre

y dejo que tu lengua viaje entre entre mis muslos.

Levantas la cabeza con desgana, como quien te hace un favor a medias.

Gateas hacia mi boca.

Sabes a mar y tomates podridos.

Me pones boca abajo y empiezas la repetición diaria de excitarte viendo a la ventana. Fetiche infantil de sentirte pecador mientras ves el puente donde alguien alguna vez habló a multitudes. Como si por ver a través de la ventana mientras me coges fuera una aventura peligrosa.

El acto se termina con líquido caliente sobre la cama y un cigarro en mi mano. 

Crónicas de insomnio 2:34am Parte III

III.

Las doce del día,

La hora sagrada,

El tiempo en la que me dejas sola durante la tarde,

en donde no es hora de tomar café

ni tampoco vino.

Las bocinas llenan de música el apartamento marcando el ritmo en que mis manos santas viajan a mi paraíso para,

al fin,

Llover.

¿A las cuantas canciones de amor te das por vencido?

El tiempo se desliza,

Suave,

Casi imprescindible,

Por mis manos.

Los días pasan y ahora los años descansan en mi ojos.

Canicas color miel,

Con conciencia,

Y proposito,

Ignoran unos ojos verdes.

Cabello negro,

Manos grandes,

Como quisiera

Que te consiguieras otra amante. 

Dijiste que no.

Tú dijiste que no y yo vomité poesía.

Vomité palabras sucias,

Negras,

Vergonzosas,

Que aún hoy no recuerdo dónde pude haber comido algo tan crudo.

Pero las cosas crudas,

Las cosas feas,

Se adentraron a mi mente,

Y revolvieron mi cabeza

Hasta salir como alcohol en una mañana sin recuerdos.

Me quedé con el sabor de amor oxidado y tu mente, como zapatos nuevos, se quedó manchada de mí.

No supe si pedir perdón,

O un vaso de agua.

Tú te quedaste ahí,

Como estatua que sólo aprendió a parpadear,

Y yo

Con mi mente enferma,

Mi mente sucia,

Mi mente efímera,

Mi mente manchada de ti,

Me quedé con las ganas de desechar lo malo que entró en mi.

Dijiste lo siento y lloré salado,

Lloré mar,

Me hinundé en mi,

Y en vez de nadar,

Me dejé sumergir

En un sueño

Dónde estaba quieta en movimiento.

Pero a la realidad le gusta ser vivida,

Y a mi cuerpo nunca se le olvida respirar. 

Otoño

El otoño se acerca y yo no sé qué hacer. Me acostumbre al verano de tu voz como melodía que venía con él. A las limonadas un poco amargas que hace tu mamá, y la manera en la que te gusta bailar sólo cuando estás en el agua y tu cuerpo pierde su forma desde mi orilla. Dejar que tus malos chistes salpiquen agua helada a mis pies para que se queden contigo. Pero uno no puede cambiar quién es por el bien de unos ojos que cambian cada que ven el sol. A ti te gusta el té con leche y yo siempre he creído que eso arruina todo el sabor, al igual que tu siempre arruinas todo con tu deseo de trascender a algo menos mundano. Dices que el humano es un error con un churro en la mano y la cabeza en otro lado, que la galaxia es la nueva forma de vida y que el emoji del alien en whatsapp te representa. Te la pasas de viaje a un lugar inalcanzable sin tener el conocimiento suficiente para aterrizar. Vives en una nube que creaste y se te olvidó cómo andar con tus pies y no con el humor que sale por tu boca. Y al principio estuvo bien, nadie le dice que no a la galaxia cuando son las 5 de la mañana y esperamos el amanecer desde la torre de agua de un mirador, pero te obsesionaste tanto con recrear ese momento que se te olvidó que esa fue la noche de tus labios olvidados y los míos, la noche que te quedaste dormido a mi lado y tu cuerpo no pudo ver el amanecer. El verano empezó y tu hablabas de teorías locas de cómo llegarías al espacio siendo astronauta, pero terminaste convirtiéndote en el piloto de tu mal viaje el cuál normalmente termina con tu comida en el baño y yo inventado excusas para que tu hermano no le diga a tus papás. Finges ser conocedor de toda hierba bajo el sol pero tu dealer es un chavo de prepa quién no sabe de dónde salió lo que vende. Hablas de paz cuando creas guerra contigo mismo todas las mañanas, cuando no puedes ni dirigir tus manos sobre mi cintura. Luego dices que el amor es poligamia y que le perteneces a todos, porque el amor debe fluir y no ser controlado por sólo una persona, pero nunca dejas que tu ojos naveguen a mi dirección. El verano ya se va, y espero que aterrices en mi planeta

cuando

por fin,

llegue el otoño.

Hagamos el desastre más bonito de la tierra.

Llévame a la torre más alta, en donde el frío es insoportable, el viento corta mi piel como navajas y luego cura mis heridas con tus besos de alcohol. Vamos al desierto y permite que mis ropas se derritan, que mis lengua sea tu fuente, que mi cuerpo sea más candente que el sol. Viajemos en coche a un lugar que no sabremos volver a llegar y hazme pecar en el asiento de atrás. Invitame a no ver una película en el cine. Llévame a bailar a la cocina hasta que  mis zapatos de tacón queden olvidados debajo de una silla, mi vestido atorado en mi cintura y tu cuerpo jalandome al suelo. Tomame en la escalera, en el jardín o en la oscuridad de la sala

El primero

Yo no sé cómo (ni porqué) llegué a estar aquí. Nadie nunca se enfoca realmente en el proceso de cómo llegué a ser lo que fui, así que yo tampoco lo haré; no creo que importa de dónde haya venido ni cómo terminé aquí, sino lo que fue de mi. Yo era el segundo de la hilera de una caja blanca con rojo; pero sin importar el orden en el que fui empaquetado, tuve la fortuna de ser el primero, entre incontables otros, de tocar esos labios. No recuerdo mucho, ya que fue poco el tiempo que viví entre ellos, pero si lo suficiente para sentir lo suaves que eran, para adentar mi humo entre su lengua, bajar a su campanilla y adentrarme a sus pulmones; fui el primero en mancharlos de negro. Me entregó el premio en ser el que más duro entre sus dedos temblorosos y primerizos que no supieron como encenderme bien a la primera, y de entrar a sus entrañas. Descubrir que mi negrura era más un deseo suicida que un tumor maligno y que me tenía que esforzar en durar más y ella menos. Vi, a través de el fuego que me quemaba y el humo que salía de mi, unos juegos de niños y unos cuantos árboles, pero nunca vi a nadie más; lo de ella iba a ser una muerte sin pruebas ni testigos. En cuanto me encendió y sintió mi invasión en su garganta supo que esa era la mejor manera de morir. Mi, ahora verduga, se convirtió en mi victima y ella disfrutaba morir lento y sin placer; o al menos yo no creo haberle causado placer. Ella habló de su padre que sólo quiso un hijo, sobre su madre que siempre la vería gorda, de sus amigos que no aceptaban su regreso, y de cómo ella quería siempre más con gente que siempre veía todo como menos, de una vida que no quería, de sus ganas de morir y su falta de motivación, ¿cómo negarle una muerte lenta si mi único propósito de existir era ese? Claro, cuándo supe que lo que ella quería de mí era dolor, con rencor le di eso. Ella tosió y yo, decidido me quedé ahí un poco más para ver cómo sufría al tratar de sacarme. Ella, entre un ataque de tos y otro, me decía que de la garganta hacia fuera no se moría nadie y lo que ella quería era morirse. Morir de adentro hacia fuera. Que si alguien le iba a matar las entrañas sería ella misma que ya bastante ennegrecido estaba su corazón sin la necesidad de que alguien cómo yo quisiera quedarse a medio camino; pero es que yo me quedé fascinado ahí. Nadie nunca toma en cuenta algo como la garganta, ya que siempre son la mente o el corazón las que contienen las palabras dichas, ¿pero es que por qué nadie toma en cuenta el lugar dónde se encuentran las palabras nunca dichas? ¡Si aquí hay toda una biblioteca! Puedes elegir el volumen y sección que quieras y es que nunca es suficiente. El resto de mi vida me quedé ahí, entre frases como, “Las veces que vomité mi comida a tu nombre son incontables”, “Por favor deja de besarme en la boca, tienes casi la edad de mi mamá”, “todo fue culpa mía” y preguntas como, “¿en realidad soy tan mala hija por pedirte que gastes tu dinero en mi educación en vez de comprarte una casa para tu amante enfrente del campo de golf?”, “¿nacer fue una ofensa tan grande?” “¿por qué siempre me sale todo mal?”. Yo nunca entendí ninguna de estas preguntas, pero lo que si entendí fueron sus ganas de morir. Uno siempre sabe cuando alguien quiere morir por la rapidez en que nos matan y ella fue muy lenta; dejaba que el humo entrar progresivamente a su garganta y para luego exhalarme, segundos después.

Yo no dure más que unos instantes y estoy seguro que ni para antojar a algo más pude llegar. Pero sé que después de que fumara a mis otros 19 hermanos y a cientos más, ella no tendría suficiente.

El triángulo de las bermudas.

El triángulo de las bermudas.

Hay tres lunares en tu mejilla que llevan a la perdición a mi mirada al no sabe si mirar tus ojos color miel, tus lunares de chocolate o tus labios como vino rosado. Mis labios con ganas de mezclar sabores y tu negación como congelador que hace imposible probar nada que venga de ti.

Dejame besar los lunares en tu mejilla como quien besa a la estatua de algún santo. Con admiración y devoción. Permítete una noche de desliz dónde caigas a mis brazos y pruebes mis labios sabor avellana y mi lengua con sabor a café. Desempalagate en mi cuello salado y déjate llevar por las olas en tu pecho cada que paso mis manos por tu camisa. Pon tus manos en mi cintura y tus arrepentimientos en alguna parte que no nos vengan a interrumpir. Suelta las riendas de imaginación y apaga las velas de tus santos porque dicen que el que va el triangulo de las bermudas ya no vuelven y yo ya no sé dónde quedó mi cordura. 

Crónicas de insomnio 12 y algo

Siendo honesta, no sé cómo decirte adiós.

Sé, sin embargo, que tus ojos no eran café sin leche, sino negros y qué tu mente ya no me incita a crear mundos nuevos. Pero pasa algo curioso contigo y con mi poco desapego y eso es qué cuándo deseas algo tanto y por tanto tiempo, no sabes cómo dejar de esperar. Me acabé mi caja de cerillos tratando de quemar el puente que me lleva a ti, sin resultados, y ya no sé si ir por más, o simplemente dar media vuelta e irme; siento que estar aquí esperando a qué pase algo es como ahogarse y sentir que tus pulmones se llenan de agua y no sabes si hundirte o tratar de nadar. Pero tengo que admitir, con amargura, que el que puso el ancla en mi tobillo fuiste tú.

Tu método de tortura fue tan preciso, conciso y efectivo qué bastó con practicarlo una vez para tenerme bajo tus órdenes. Personalmente, creo que fue un golpe bajo carente de moral, pero no me puedo quejar. Tú siempre tan consciente del amor que te tenía y yo tan inocente en creer que el alcohol me detendría. Pero entre copas, shots y mezclas perdí la cuenta y la cordura, siendo presa fácil para ti. No noté en qué momento me alejaste de todos y cuándo tus manos sostenían mi rostro; pero sí sentí tus labios con los míos, tu lengua pidiendo acceso a mi boca, tus manos en mi muslo. Nos besamos desde la sala hasta la habitación del anfitrión desconocido y yo no sabía si lo que me intoxicaba era el alcohol o tú; si tu lengua paseándose por mi cuello era lo que debilitaba mis rodillas o si simplemente eran los zapatos que tenía puestos. Fue en ese momento que te detuviste, te sentaste en el sofá y acabó todo. No me dijiste que me querías ni me volviste a tocar.  Cuándo alguien te besa hasta el alma y meses después todavía sientes el sabor salado de su cuello en tu boca, pero no se vuelve a repetir.

¿Qué peor tortura hay qué un beso tan deseado, cuándo se da sólo uno?

Tú tan adicto y yo tan droga

Sólo busca mis labios y encontrarás todo lo que necesitas fumar, consumir e inhalar. Cierra los ojos y siente mi boca, lentamente, moverse contra la tuya; mi lengua en tu labio inferior, mi exhalación visitando tu paladar cada que tu boca se abre a buscar aire. Siéntete flotar hasta tomar vuelo. Deja que todas tus imágenes del mundo se disuelvan y lluevan en tu mente hasta vaciarla de todo pensamiento; déjate llevar por 4 de tus sentidos.

Tacto, tus manos aferradas a mi cintura.

Olfato, mi perfume que ya se esta desvaneciendo.

Gusto, ese último trago de café que tome antes de besarte.

Oído, mi respiración entrecortada.

Besémonos hasta que conozcamos las moléculas dentro de la boca del otro, sin importar si estaremos juntos mañana. Besémonos hasta que el espacio entre nosotros se vuelva inexistente y que tus pestañas rosen a las mías. Quiero saber el ritmo de tu respiración como me sé mi canción favorita, quiero saber cómo se siente tu cara cuando la sostengo entre mis manos y sonríes. Permitirte memorizar la suavidad de mi cabello corto y la textura de mi nuca. Besarnos hasta que los días parezcan horas, o que las horas sean segundos; hasta que el tiempo pierda sentido. Quiero hacerte saber que soy como tu último fin de semana que perdiste la cordura, cómo la estás perdiendo conmigo.

Crónicas de desvelo +4hrs

Sus labios se acercan a los míos entre risas y siento que mis pensamientos tiemblan como un terremoto que derrumba mis miedos como viejos edificios con una débil estructura. Su aliento huele a café, pero sus labios saben más a tiramisú, con sus espectros de chocolates y galletas que acompañaron su café tan matutino, que cafeína. Sus manos en mi cintura como quien se aferra a su cinturón en una montaña rusa y mis manos perdidas entre su cuello y su cabello. Sus ojos se abren y me miran, me miran y no me dejan de mirar como si encontrara todas las respuestas en mi mirada, o quizás sea yo la que encuentra las respuestas a preguntas que nunca me atreví a preguntar cada que él me mira. ¿Será amor o simplemente exceso de cafeína?

Día 322 de 365 #3

Eres una hoja en blanco, un canvas sin dibujo, una constelación sin estrellas y un mundo en creación. Tus gustos son los pinceles que dibujan ropa, perforaciones, tatuajes, accesorios, marcas, o comodidades, sobre tu piel. Pero tu mente, esa mente tan tuya, tan única, es una pluma con tinta permanente que escribe ideas en todo tu ser. Te llena de sueños, ideales, expectativas y todo lo que puedes llegar a ser; pero te fijaste en tantos otros universos que tus constelaciones se llenaron de estrellas que se mueren y todas las creaciones en tu mundo se volvieron expectativas de los demás.Te olvidaste que el creador eres tú y que este universo es tuyo. Dejaste que los demás llenaran tu cuerpo con modas, dietas, píldoras, cicatrices e inseguridades, sin darte cuenta que tu cuerpo es tu obra y puedes hacer lo que tú quieras con ella. Leíste menos, viajaste al mismo lugar, dejaste que los demás plantaran sus ideas e ideales en ti y te llenaste de tantas etiquetas que tienes miedo de saber que hay debajo de todas ellas; de desconocerte a ti mismo al momento de tener que conocerte.

Eres tu universo, pero tú eres quien elige que estrellas, mundos y soles poner en él.