Estas acostada enrredada en el cubrecama con esa almohada negra del bulldog frances con anteojos que te parece un poco ridicula.
Te acostaste en el piso porque no querias invadir su espacio, pero ahi estabas sin embargo. Envuelta en el edredon y sintiendo sus pasos en la espalda. No dormias. ¿Como podrias dormir? Te embebian tantas cosas de su mundo que ahora si te pregunto no me sabrias decir. Buscabas pedacitos de su alma en el closet abierto de puertas corredizas y blancas lleno de ropa, pelotas de distintos deportes y muchas cosas, entre el estante con el lapicero, un frasco de vidrio con papelitos enrrollados, su nombre con vinilos negros en cuatro pilares de madera blancos, la mesa de vidrio que servia de escritorio y cosas que ya no te acordas tan bien como quisieras.
Estas dormitando entre su perfume y la voz que viene del pasillo, que frustrado porque te cree dormida se cruza a la habitacion de enfrente y quiere hacer enojar a su hermana. Pero hay silencio y de pronto sentis como se para atras tuyo. Te salta como un obstaculo para acostarse en la cama y te mira desde el borde, pero no se da cuenta que tambien lo miras. Se acerca cada vez mas con una sonrisa y se da cuenta que te tiemblan los parpados, entonces con el dedo medio que toma impulso desde el pulgar te pega en la frente y abris los ojos para retarlo. Pero no podes. Porque se queda un buen rato mirandote con esa sonrisa disimulada, unos ojos color ambar que relucen a traves del pelo largo que le cubre la frente. Se lo corre con un gesto y se acerca cada vez mas a vos. No sabes que hacer, ni como reaccionar. Queres despertarte siempre con esa mirada encima y su torso desnudo al lado. Deja caer la mano cerca de la tuya, pero te da miedo el contacto, como si fuese a romper el hechizo. Volves a cerrar los ojos y retenes la imagen, el momento, las sensaciones, los olores, el sonido sordo de su respiracion, su pecho subiendo y bajando, los lunares en la espalda. Su septimo tatuaje te deja curiosa, pero no te animas a preguntar. Te da miedo que te vuelva a dejar afuera. Y aunque la chica del rodete caido en su muñeca este de espaldas sentis que te mira y te quiere contar algo sobre ese chico que te desconcierta, que te invita a pasar por su corazon pero cuando queres cruzar la puerta te la cierra en la cara.
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