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#solapa
stua · 1 year
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La Juliana home by @xcinteriorlab including STUA Solapa tables in walnut finish. SOLAPA: www.stua.com/design/solapa
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bolsosaris · 2 years
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who up at 2am thinking about la solapa
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ortoysangre · 6 months
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enalfersa · 1 year
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Sinsabores
Cinco narraciones que buscan evocar en el lector el efecto de los cinco sabores: amargo, agrio, salado, umami, dulce. Cinco aventuras destinadas a quienes han olvidado que una vez fueron niños. Historias de relaciones amorosas, paterno-filiales, de amistad, diplomáticas o de desamor que tienen lugar por distintos sitios del mundo. ISBN:9788409477166 Editorial: ConGé Ediciones Fecha de la…
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binnas · 6 months
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📍 habitación de huéspedes gama media.
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' el olor a putrefacción es muy fuerte. ' tose exagerada y rápidamente se tapa la nariz con la solapa de su chaqueta. ' ¿habrá algo que valga la pena aquí? ' pregunta observando horrorizada las camas repletas de tierra, polvo y suciedad. 
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las-microfisuras · 3 months
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Vino el escándalo. Pintó de rojo todas las paredes. Saltó de rama en rama, de solapa en solapa, igual que un pájaro. Pájaro loco, escándalo. Picoteaste granos en mi palma. Te abrí mi puerta. Vuela ahora. Haz estallar el tímpano del necio. No dejes al honrado, persíguele debajo de su cama sombría. Incendia las esquinas. Pon tu súbita antorcha en los ojos extintos del menguado. Haz caer al incólume. Despierta al sordo. Y vuela. Vuela y vuelve. Vuelve, pájaro loco, a posarte en mi mano.
_ José Ángel Valente, El fulgor. Antología poética (1953-1996) Galaxia Gutenberg. Círculo de Lectores
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xiaolong-club · 14 days
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Según la cultura china, es muy importante a la hora de vestirse con hanfu la manera de llevar la prenda. Siguiendo la teoría del Yin y el Yang, se cree que el lado izquierdo es el Yang y representa a la vida, mientras que el lado derecho es el Yin, representado a la muerte. Cuando llevas un hanfu, la solapa izquierda debe de encontrarse por fuera para indicar el poder del Yang suprimiendo el Yin, representando así la vida. Mientras que a los difuntos se les pone al revés, dando a entender que la muerte ha vencido a la vida y ha pasado al más allá.
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etherealreaperr · 1 year
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Leon x Luis: alguien con quien desnudarse
Luis tenía bastante experiencia en las relaciones sexuales, se había acostado tanto con mujeres como con hombres y al final se dio cuenta de que se decantaba mucho más por los últimos. Leon, por su parte, no tenía tanta experiencia, no era virgen pero tampoco había experimentado demasiado. Por eso se dejó guiar por su pareja. Ese era el motivo que quería creerse pero la realidad era que sentía una gran debilidad por el español, lo cual ocultaba con su actitud estoica e independiente.
Pero lo cierto era que le necesitaba. Con urgencia. 
Llevaban un buen rato intercambiando besos húmedos en la encimera de la cocina y Leon podía sentir como sus piernas se contraían ligeramente, dejándole claro que necesitaba más.
Las manos de Luis se deslizaron lentamente hasta su cintura y hurgaron hasta encontrar los pliegues de la ropa de su novio, sus manos calientes recorriendo el torso contrario con una devoción innata.
El más alto le admiraba como si de una obra de arte se tratase, tenía cuidado y mimo, procurando dedicarle una buena parte de tiempo a cada trozo de piel de su cuerpo. Besando, lamiendo, mordiendo, apretando. 
El rubio estaba perdiendo la cabeza, Luis sabía cómo hacerle perder los estribos en todos los aspectos y ese era probablemente su mejor juego. Se bajó de la encima sin separar su cuerpo del contrario, agarrando las solapas de su chaqueta con fuerza, como si temiese que se apartase más de dos centímetros.
Los dos hombres se dirigieron hacia su habitación mientras tenía lugar un baile de besos. Ninguno de los dos pretendía ceder pero se tuvieron que separar cuando los gemelos de Leon se chocaron contra su cama.
Se quitó rápidamente la camiseta y el cinturón mientras que Luis tenía los labios anclados a cualquier parte de su cuerpo: primero los muslos y después el cuello. No parecía tener ninguna prisa por desnudarse. Pero el americano sí. Le intentó sacar la chaqueta y después la camisa, pero el moreno no hacía ningún esfuerzo por colaborar, como era típico en él.
-¿Qué prisa tienes, cielo?
-Que no lo aguanto más, ese es mi problema.
-A los chicos impacientes no les llega su recompensa.
Luis era un amante lento, se tomaba el amor con calma pero con la suficiente intensidad como para abrasar a cualquier hombre y Leon no estaba del todo seguro de si le encantaba o le enloquecía. Ambas. El castaño se quitó la camisa, por fin, y el rubio aprovechó para quitarse todo menos la ropa interior. La protuberante erección le molestaba, quería sacarse esa sensación y sustituirla por algo mejor...algo que sólo podía experimentar con su pareja. El sexo que tenía con Luis era incomparable a las experiencias anteriores, él simplemente sabía cómo amar.
El rubio decidió tranquilizarse, intentar disfrutar del momento aunque todo su cuerpo se volcase de manera instintiva hacia el contrario. Este le besó todo el pecho, arrastrando sus manos por su columna vertebral, perfilando todas sus vertebras. Su espalda se arqueó ante el ardiente contacto pegando más aun su pecho a la boca del otro. Las manos pasaron de la espalda a los pectorales, donde acarició y apretó juguetonamente, dejando surcos con su lengua por el estómago del rubio. No era capaz de contener las exhalaciones que salían de su boca, sabía que Luis lo adoraba pero intentaba contenerse. Todavía le quedaba algo de orgullo para no darle todo lo que el castaño desease. Pero todo su orgullo se fue a la mierda cuando apretó sus pezones, ese gesto tan repentino le hizo inhalar una bocanada de aire entrecortada.
-Déjame escucharte, precioso, deja de hacerte el duro cuando los dos sabemos que lo amas.
Esa era la parte que más odiaba de él: en todo momento sabía lo que le pasaba por la mente. Era imposible ocultarle algo. Leon agarró de los hombros a Luis y acercó su boca a la suya, robando un beso profundo y apasionado. Leon pudo sentir como Luis suspiraba pesadamente entre sus besos, significaba que él también se estaba enloqueciendo poco a poco. Luis bajó sus manos hasta las nalgas del rubio y las agarró con firmeza al mismo tiempo que separaba las piernas del contrario para dejar espacio. Sabía lo que eso significaba.
-Por fin nos hemos decidido, ¿eh?
-Es imposible resistirse a tus encantos, príncipe.
-Lo sé.
Luis terminó de desnudarse y de paso a su pareja, su pene completamente duro y preparado para tomar al contrario. El rubio no se perdía ni un sólo movimiento del otro, atento a sus ojos, su sonrisa, sus hombros, sus caderas...Durante tanto tiempo se había preguntado si de verdad existía un sentimiento como ese, y ahí estaba la prueba viviente. Incendiado de amor, dejó de oponer resistencia, dejó que el moreno hiciese su magia, aceptando todo lo que tenía que ofrecerle. Luis se metió el dedo corazón y el anular en la boca, dejando un rastro de saliva que caía encima de los muslos del rubio. Sin dilación, metió sus dedos dentro del agujero de su novio, notó como su interior se contraía ante el inesperado movimiento pero rápidamente lo aceptó.
-¿Subimos la intensidad?
-¿En serio tienes que preguntarlo?
Luis sacó sus dedos para reemplazarlos con su pene, fue poco a poco, dejando que el contrario aceptase y desease más a cada segundo. Aprovechando cada momento al máximo, Luis dejó chupetones y mordiscos haya donde su boca se posase, es decir, el cuello de Leon. Este último exhalaba violentamente, su respiración agitada hacía que su pecho subiese y bajase sin cesar, y las uñas de sus manos se anclaban a los tríceps de su amante. 
Los movimientos de cadera no se hicieron de esperar, empezando con un ritmo lento y fácil de seguir, aunque a cada segundo aumentaba ligeramente la velocidad y la fuerza. El español tenía resistencia para lo que quería, cuando se trataba de sexo, encima con Leon, podía aguantar horas y horas si su príncipe se lo pedía. El príncipe en cuestión se encontraba gimiendo, gruñendo suavemente y aferrándose a cada minúsculo espacio de piel española que encontraba. Su vista estaba prácticamente nublada, solo sintiendo las potentes estocadas en su interior, frenéticas y desesperadas, intentando abrirse paso dentro de todos sus sentidos. Estaba sudando, joder que si estaba sudando, quizá hasta estaba llorando y babeando un poco pero le importaba una mierda. Tenía asuntos más importantes a los que prestar atención.
Siendo medio consciente de ello, notó como Luis bajaba el ritmo gradualmente, ¿por qué? Ninguno de los dos había llegado al clímax, ¿entonces qué era? Miró a su novio a través de las lágrimas y se encontró con la cara que tanto amaba con una mueca de preocupación.
-Leon, ¿estás bien, mi amor?-La mano que antes agarraba firmemente sus nalgas se posó en su mejilla izquierda.
"Claro que sí" Quiso responder, pero se encontró con que las palabras no salían de su boca porque no podía respirar, sus exhalaciones eran incontrolables, al igual que sus lágrimas. De un momento a otro, el éxtasis que estaba sintiendo fue sustituido por una angustia asfixiante. Luis sacó su pene de su agujero y recolocó rápidamente a su amado, sentándole sobre sus muslos. 
¿Por qué no podía dejar de llorar, qué le estaba pasando? Se tapó la cara con las manos, avergonzado. No obstante, el contrario sujetó sus manos con delicadeza pero con firmeza.
-No pasa nada, mi vida, estoy aquí.-El agente pudo apreciar como le miraba a través del llanto y se lanzó a sus hombros, en busca de un abrazo que pudiese esconderle del mundo real.
-Lo siento, lo siento, lo siento mucho, no sé qué me pasa, algo tiene que estar...-Las palabras y los pensamientos sin sentidos fueron callados rápidamente.
-No pidas perdón. Sé lo que te pasa, estás sobreestimulado, eso es todo. No hay nada malo contigo, de verdad.
-Pero...estaba disfrutando mucho...
-Sólo estabas disfrutando demasiado. Esto ya lo he vivido antes y te prometo que es perfectamente normal. A veces nos sentimos desbordados por nuestros propios sentidos, eso es todo.
A Leon todavía le estaba costando coger el aire, aunque más bien era expulsarlo. Necesitó varios segundos hasta poder formar una frase con sentido.
-¿Me prometes que es normal?
-Pongo mi vida en el fuego, Leon.-Trazó líneas por toda su espalda, intentando que ninguna parte de su cuerpo se quedase fría.
-¿Estás enfadado?
-Si sigues haciendo preguntas estúpidas sí que me enfadaré.-Cogió la cara de Leon entre sus manos y se separó unos centímetros.-Estoy bien, no ha pasado nada. Te sigo amando tanto como antes, así que, por favor, no llores más. Detesto verte llorar así.
El rubio se limpió sus lágrimas con el dorso de sus manos y trató de controlar al completo su respiración.
-Te quiero, mi caballero.-Tras eso, los dos hombres se tumbaron en la cama compartida y hablaron de temas sin importancia, tratando de relajar el ánimo del americano. 
El sexo no era idílico casi nunca, en ocasiones ocurrían cosas como esas pero la clave estaba en tener a alguien con quien poder mostrarse desnudo en todos los sentidos de la palabra.
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sabes que non hai destino
destinado á tua propia noite co traxe do desterro chagas selvaxes do abismo deserto e cucaña selvaxe de ti mentres quixese ser beixo con que beixar estas en coiros despois de che ter inventado o voo; fuches Icaro e entón estalache como un latexo de papel perdíchete na métrica das caricias soñando que eras unha mosca en calquera solapa mentres dormias enterrado ainda eras capaz de acariñar a lava recén expulsada do vulcán
tiñas ofício mentres outros bebian de calquera alcool camiñabas e camiñabas sen o teu corazón de home todo fora un invento daqueles outros ben vestidos xurados xornalistas policias de paisano e ti dormias mentres seguían aparecendo outros homes desenterrados que ninguén coñecia e vendabas o calco do lume e me chamabas
© Manoel T, 2022
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stua · 1 year
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Beautiful living room in Valencia by Negro Sobre Azul design team including STUA Solapa table in black Fenix. SOLAPA: www.stua.com/design/solapa Photo David Zarzoso
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creativespark · 2 years
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José Sierra Vega, Solapa, 2017
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la-semillera · 1 year
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VALENTINE SCHLEGEL & IRIS MURDOCH
Había estado ocupado quitándoles las cubiertas a sus libros. Una amplia caja de cartón contenía la masa de destripadas solapas, brillantes, recias, policromadas, que en un repentino acceso de irascible energía él había arrancado, revelando los relucientes costados y las discretas letras doradas de los volúmenes. No cabía la menor duda, los libros parecían más hermosos y reales sin sus cubiertas. Montague Small le contó una vez que cuando cumplió cuarenta años lo celebró desnudando así toda su biblioteca. «Un libro envuelto parece estar esperando algo», había dicho Montague. David resolvió no dejar que los suyos esperaran hasta su decimoséptimo cumpleaños. Cogió un delgado y lustroso tomo azul oscuro y lo acarició. Catulo, Texto Clásico de Oxford. Excrucior.
La máquina del amor sagrado y profano, Iris Murdoch ; traducción de de Camila Batlles Vinn. Impedimenta.
Bibliothèque, catalogo Valentine Schlegel.
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El 11 de noviembre se celebra el Día del Recuerdo o Día de la Amapola (Remembrance Day en inglés) por parte de los países de la Mancomunidad Británica de Naciones (Commonwealth), en homenaje a los miembros de las fuerzas armadas y civiles que sacrificaron sus vidas en la Primera Guerra Mundial.
Posteriormente se amplió la celebración de este día, para rendir homenaje a los ex combatientes de la Segunda Guerra Mundial y de todos los conflictos bélicos en los que ha participado Canadá.
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¿Por qué se celebra el Día del Recuerdo?
La celebración del Día del Recuerdo o Día de la Amapola fue establecida en el año 1919 por el rey Jorge V, de acuerdo a la propuesta efectuada por Edward George y Wellesley Tudor Pole, para recordar a los caídos durante la Primera Guerra Mundial.
La fecha escogida para la celebración de esta efeméride es debido a que el día 11 de noviembre finalizaron los enfrentamientos de la Primera Guerra Mundial, de acuerdo a lo estipulado en la firma del armisticio alemán.
Difiere de la celebración del Día de los Veteranos (anteriormente denominado Día del Armisticio) que se celebra en esta misma fecha en Estados Unidos, para rendir un merecido homenaje en vida a aquellas personas que han servido a las Fuerzas Armadas de ese país.
Igualmente se diferencia del Memorial Day, debido a que en esta festividad se recuerda a los héroes caídos en tiempos de guerra.
La Amapola del Recuerdo: una tradición
El símbolo característico de esta efeméride es la Amapola del Recuerdo o Red Poppy que se convirtió en un emblema familiar, debido al poema de guerra In Flanders Fields. Fue escrito en 1915 por el teniente coronel médico John McCrae, perteneciente al Cuerpo Expedicionario Canadiense.
Se inspiró al escribirlo después de acudir al funeral de uno de sus compañeros, fallecido en el campo de batalla. En dicho poema hace mención a las amapolas que crecían entre las tumbas de los caídos durante la guerra.
Fue publicado en la revista británica Punch, siendo muy leído y conocido en varias partes del mundo. En 1918 una secretaría de la YMCA de Nueva York, sensibilizada por la lectura del poema, repartió unas amapolas durante una conferencia celebrada por la YMCA. Una voluntaria francesa de esa organización se conmovió con ese sencillo gesto y lo replicó al regresar a su país, coincidiendo con el final de la Guerra Mundial el 11 de noviembre.
A partir de esa fecha, durante el mes de noviembre de cada año se acostumbra a lucir una amapola en la solapa o en el cabello, en homenaje a los soldados caídos.
¿Cómo se celebra el Día de la Amapola o del Recuerdo?
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Las principales actividades y eventos que se realizan para conmemorar este día son las siguientes:
Los ciudadanos británicos, canadienses, sudafricanos, australianos y neozelandeses hacen uno o dos minutos de silencio a la undécima hora del undécimo día del undécimo mes (11:00 de la mañana, 11 de noviembre). Ello es debido a que marca la hora (en el Reino Unido) en que entró en vigor el armisticio.
Se lleva a cabo un Servicio Recordatorio en varios países de la Commonwealth. Incluye el sonido del "Last Post", con un período de silencio, la interpretación de la "Oda de la Memoria", así como canciones típicas de esta festividad.
Es una tradición lucir una amapola en la solapa durante todo el mes de noviembre.
Los miembros de la Real Legión Canadiense recaudan fondos para ayudar financieramente a los veteranos de las Fuerzas Armadas Canadienses, de la Policía Montada de Canadá y sus familias.
Comparte información útil e interesante en las redes sociales acerca del Día del Recuerdo o Día de la Amapola, con los hashtags #RemembranceDay #PoppyDay
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¿Anécdotas? Noticias ancianas...
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En 1900, la vestimenta usada por los hombres holandeses estuvo muy influenciada por las condiciones climáticas predominantes en los Países Bajos.
El traje típico de los hombres incluía pantalones hechos de lana, con botones plateados en solapas cuadradas en la parte delantera (que se asemeja al atuendo de Mickey Mouse), junto con zuecos de madera, camisa, chaqueta y sombrero. El diseño y las dimensiones del sombrero variarán según la región en particular.
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edgar-edmundo · 9 days
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Frank… soy yo…
Cuando Frank tenía nueve años, su papá lo disfrazó de Marlon Brando para Halloween. No fue muy difícil, se limitó al pequeño traje que usaba los domingos en el servicio de la iglesia y le rayó un escueto bigote. Para la quijada le compró una bolsa entera de chicles e hizo que los mascara todos juntos hasta que perdieron sabor. Una vez que esa gigantesca plasta de goma dejó de tener sabor hicieron dos ovillos con ella y los dejaron endurecer; por la noche Frank se las puso en los costados de la mandíbula.
Se dirigían al centro del pueblo para pedir dulces, cuando pasaron frente a la casa de la señora Liudmila, su papá se escabulló hacia su jardín para arrancar una rosa. La señora Liudmila salió a corretearlo
—¡Es para un disfraz! — Gritaba el papá mientras zumbaban las piedras que pasaban rozando su cabeza.
La señora Liudmila apaciguó su coraje cuando se percató del niño de traje. Caminó enternecida hacia él y le preguntó:
—¿Quién serás?
El niño, impresionado por aquella mujerona que por inercia aún sostenía una piedra por lo alto, se limitó a apenas emitir, con desconcierto, un leve
  — Yo…
  —El padrino – Se apresuró a completar su papá, avergonzado aún por el hurto cometido, mientras colocaba la rosa en la solapa del pequeño traje.
Al ver completado el outfit, Liudmila no pudo más que soltar la piedra e inclinar su torso para pellizcar suavemente la mejilla del niño…
—Se ve muy guapo, se parece más a Marlon que al padrino.
Desde entonces ella lo llama Marlon cada vez que lo ve. El día de hoy, mientras pedaleaba su bicicleta de camino a casa de Karina, escuchó ese grito amable - ¡Adiós Marlon! – Frank volteó, y ahí estaba Liudmila, tan entera y vital como hace tantos años, cuidando ese mismo jardín en el que decidió cambiar las rosas por tulipanes, claveles y un par de enredaderas que enmarcan la escena como si fuera un cuadro, al que sólo quien lo pintó sabe que le falta una rosa.  Frank le devolvió una sonrisa que, por la distancia, difícilmente percibiría ella; así que decidió despegar su mano del manubrio para agitarla por el viento en un adiós cuando súbitamente oyó el claxon de un tráiler color naranja.
Frank alcanzó a recuperar el manubrio y giró rápidamente hacia la derecha, zigzagueando unos cuantos metros, y cayendo sobre su tobillo derecho. Mientras veía al tráiler alejarse con ese claxon desvaneciéndose en la distancia, volteó, a ver si Liudmila se había percatado del ridículo percance que acababa de tener. Pero en ese momento ella estaba de perfil y en ese jardín no había más movimiento que el agua que caía de la regadera que Liudmila sostenía tranquilamente. De inmediato Frank recuperó la dirección de su viaje y siguió pedaleando.
Poco antes de llegar a casa de Karina entró a una panadería a buscar una rebanada de mil hojas, el favorito de ella. Si no la encontraba se conformaría con un par de madalenas. Cerca de los bísquets se le acercó un hombre musculoso que le dijo – Yo te conozco. – Desconcertado, pasó de largo al pasillo siguiente. Con la mirada furtiva entre las teleras notó cómo el sujeto se secreteaba con otro de mediana estatura y aspecto juvenil. Se apresuró a tomar un par de panqués y fue rápidamente a la fila de la caja. Detrás de él se formaron un par de señoras que lo veían de forma un tanto lasciva. La incomodidad llegó a tal punto que sintió la urgencia de soltar el pan en la barra y salir de ahí cojeando, pues la caída de la bicicleta ya empezaba a dolerle. Se encaminó hacia la puerta por donde en ese momento entraban un hombre y su hijo de nueve años, completamente indiferentes a la escena que ahí se desarrollaba; incluso a pesar de que, en su apresurada y descontrolada huida, Franka dio un ligero empujón el hombro al papá.  Al salir, aquél hombre musculoso le alcanzó a gritar desde la puerta de la panadería —¡Tú eres el mejor!
Al llegar a casa de Karina noté que se había cortado el cabello, se ve muy guapa así; al mirarla, por dos breves segundos, me sentí como un náufrago que no sólo toca tierra sino la superficie más hermosa nunca vista. Le pedí disculpas por no llevar pan como lo habíamos acordado. En cambio, ella sí había preparado nuestro acostumbrado café de olla. Me dijo que no me preocupara y me preguntó si había tomado “mi” pastilla para el dolor, antes de que siquiera le contara por qué llegué rengueando. Eso me gusta de ella, que es muy observadora.
Ella no dejaba de ver mi mano que temblaba mientras le conté lo sucedido: desde el tráiler hasta la panadería. Terminado el relato de mi travesía, ella dejó de ver mi mano y apuntó hacia mis ojos. Su rostro me parecía diferente, algo había o algo faltaba, pero no atinaba a saber que era. Sin embargo, su mirada me parecía conocida, eterna. Sentí vértigo porque supe que sólo eran unos instantes, esa mirada furtiva se iría como siempre, como el embrujo de algo que se aleja para ser buscado, dejando pistas en diferentes rostros para nunca dejarse atrapar.
—Ay, Frank…lo que te voy a enseñar... parece que no te ayuda mucho. Es como si reiniciáramos cada vez desde cero, en lugar de dejar correr la historia desde este punto. Se que, si no lo hago yo, fácilmente lo puede hacer cualquiera. Pero por alguna razón siempre vienes para acá.
Dejó de mirarme y prendió su celular. Escribió mi nombre en el buscador. Empezaron a salir fotografías que no recuerdo haberme tomado más joven: con esmoquin, en la playa con mejor tono muscular del que he podido tener nunca, y tantas otras como si fuera un modelo o algo así. Creí que era una broma hecha con alguna clase de aplicación. Siguió scroleando la pantalla y había fotos de un hombre tirado en el concreto a escasos dos metros de una bicicleta hecha añicos bajo las ruedas de un tráiler que se había impactado contra una barda, no lejos de ahí había grúas, luces y cámaras y hombres vestidos de negro con letras amarillas en sus camisas que decían “Los pasos de Marlon Staff”. Se supone que Los pasos de Marlon es una película en la que yo actuaba de protagonista. Y que cuando estábamos filmando una escena en la que yo llegaba en bicicleta a casa de una chica, los de Staff, que mantenían cerrada la calle, y los stunts dejaron pasar, por descuido un tráiler naranja que se tenía contemplado para otra escena. El tráiler me interceptó en la esquina de una cuadra por donde la cámara me iba a tomar desde un plano general. Aún siguen buscando al verdadero culpable. Google también daba entradas a entrevistas con la directora de la película, con el operador de cámara, con el staff, y otras personas que no conozco.
Karina me preguntó si me sentía listo para ver un extracto de la película. Nos mentí y dije que sí. Y es que seguía sin sentirme parte de esa situación que describía toda esa supuesta y aparente evidencia. Me era ajena la existencia de una película que por casualidad me ubicaba como Marlon, el mismo apodo con que me conoce la señora Liudmila. Y, sobre todo, me era ajeno el accidente. Karina abrió Youtube y me mostró una secuencia:
Un párvulo joven camina por un callejón (me niego a que sea yo, sólo es alguien más joven que se me parece). El chico llega a la esquina de una casa, saca un par de piedritas de la bolsa de su pantalón y las lanza a una ventana volada que está en un segundo piso. Por entre las cortinas se asoma la sombra de una mujer joven de cabello largo, le hace señas de que se vean en la entrada principal. Él brinca una barda y llega a la fachada de la casa. Detrás de una de las columnas que flanquean la puerta de la casa sale la joven. Ahí está esa misma mirada furtiva. Me dice que es difícil para ella decirme que ya no me quiere ver más, que su novio se puso muy violento la última vez que escuchó mi nombre, y que tiene planeado irse mañana con él a la frontera en su tráiler. Nos abrazamos y a ella se le salen un par de lágrimas; está a punto de besarme, pero nuestro abrazo se desintegra por el grito de su mamá que nos sorprende. Ella (una actriz que se parece a la señora Liudmila) cree que yo he andado “sonsacando” a su hija Kristina, yo lo niego todo y la señora empieza a tirarme manotazos, mientras me reclama haberle dado alcohol y drogas a su hija, yo me asusto porque no recuerdo cosa alguna relacionada con eso. Kristina, mientras llora bajo la luz de la puerta de su casa, le dice que no me pegue, que no soy yo. Logro escapar por la barda. Después hay una toma cenital de mi con ese rostro joven contemplando el techo. Un fundido encadenado muestra un amanecer, le quito el candado a mi bicicleta, me trepo y salgo de cuadro.
Se acaba el video y Karina apaga su celular antes de que se reproduzca ese molesto anuncio de seguros de siempre. Yo me quedo con la intriga de saber qué pasó en la película, más que saber lo que pasó después del accidente. Pero dice que quedó inconclusa, que ese y otros fragmentos se filtraron cuatro años después, y la gente los sube y los baja de la red intermitentemente.
Después me contó que “mis” pastillas para el dolor son porque a veces vuelve el dolor de las operaciones reconstructivas en gran parte del lado derecho de mi cuerpo. Llegando aquí, antes de sentarme a escribir, me desnudé y lo comprobé, no he tenido valor de ver un espejo. También me sugirió tomar el antidepresivo que guardo en el cajón de este escritorio, y me sugirió buscar en ese mismo cajón mi acta de adopción que, se supone, comprueba que no tuve familia sino hasta los diez años. Ya los tomé, pero el acta y mis otros documentos legales los revisaré más tarde.
Cuando Karina empezó a contarme cómo es que nos conocemos voltee a verla y me perdí buscando aquella mirada, pero no había nada, sólo un rostro que me hablaba como a alguien conocido. Salí del trance cuando ella dijo —He pensado que el hecho de que me sigas encontrando aquí tampoco ayuda mucho a tu memoria. Será mejor dejar este florero vacío. — Mientras señalaba un rosa.
Alguien toca a la puerta│
—Fran. Soy yo,│
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