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#micro tatuajes
tatuajesdefamosos · 2 years
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Famosas Americanas Tatuadas | Por Daniel Winter, hecho en Los Ángeles. http://ttoo.co/p/303909
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httpbabygiirl · 1 month
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The thoughts in my head are too loud
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fierritosv · 5 months
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el destino es un caramelo envuelto en la vitrina de una alacena desproporcionadamente grande el tercer testigo del apilado de premios en la ventanilla anversa un caleidoscopio que un loco chimpancé inquieto gira y golpea sin pausa y sin plan
desde la terraza de la casa de ramos buscábamos formas en las nubes y cuando las nombrábamos comenzaban a moverse formando otra figura durante esas tardes eternas intentábamos descifrar el destino en los caballos que emergían de mares espumosos y en las batallas panorámicas llenas de lanzas y de pruebas y de seres deformes que acechaban sobre nuestros párpados nuevos
el destino estaba en las cartas que borró la lluvia las siluetas rotas contra las paredes mudas la máquina de fórmula uno con la que no buscamos ser los primeros en cruzar la bandera cuadriculada todo se trataba de estrellarnos y rápido
el destino es el hielo de un tatuaje nuevo cuando despertaste envuelto en las sabanas húmedas un sábado con amnesia nada más que nada que los días por caer ver llegar los años como estaciones de subte la fortuna es este tic esta mueca muda es tocar el aire un micro en la noche en la ruta perder la memoria dormir en el agua alimentar a los ángeles
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amara-aaa · 6 months
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Y aunque me aleje, tu tatuaje y esta canción siempre te recordarán a mí...
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fernandaroca · 1 year
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El micro realismo es la nueva tendencia en tatuajes
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Fuente: paginazero.com - Recomendado por Fernanda Roca
"Los tatuajes es una tendencia que sigue en aumento. Según un estudio de la UNAM más del 30% de los mexicanos tienen al menos un tatuaje. Este incremento se atribuye a que la estigmatización de las personas tatuadas ha ido disminuyendo, por eso es que ahora, y gracias a las redes sociales, podemos observar miles de personas con algún tatuaje.
Con las nuevas tendencias minimalistas en arquitectura, arte y diseño que se pueden observar alrededor del mundo, surge el micro realismo en el tatuaje. Uno de los diseños que está en su auge desde hace ya casi dos años y se espera que continúe para el 2023.
El micro realismo crea obras en pequeña escala, esto es posible gracias a los avances tecnológicos en los instrumentos que se utilizan en la industria los tatuajes, aunado a la de técnica, precisión y detalle del artista.
Los tatuajes micro realistas utilizan sombreados, capas graduales y contornos menos definidos para crear efectos tridimensionales que resalten la belleza de la composición. Para crear esto es necesario la utilización de agujas más finas, esto permite añadir muchos detalles a pequeña dimensión. Es importante que el artista tenga un buen dominio de líneas, sombreados y precisión.
Mike García, quien se ha especializado como artista del tatuaje siendo uno de los principales exponentes del micro realismo en el noreste del país comenta: “Muchas personas podrían pensar que al hablar de tatuajes tendría que ser algo sumamente grande, oscuro e imponente; pero dicho estereotipo ha quedado atrás con esta nueva tendencia. El micro realismo le abre las puertas al mundo del tatuaje a aquellas personas que desean portar una obra de arte en su piel de manera sutil, estética y detallada.”
Existen varios estilos del micro realismo, uno de ellos es el Dotwork, se basa en el estilo pictórico "Puntillismo", que se caracteriza por realizar los trazos del dibujo con pequeños puntos que componen la imagen deseada. Por otro lado, también existe el Hiperrealismo, el objetivo de este estilo es confundir al ojo real, haciéndole creer que el tatuaje es una imagen real. Ambos estilos se han fusionado muy bien con la geometría donde, a base de su incorporación, se logran crear composiciones únicas.
“Tras realizar tatuajes de distintos estilos y técnicas, me enamoré de las composiciones simétricas, armónicas y estéticas que se pueden realizar con la mezcla del micro realismo y las líneas finas.” Comenta Mike García".
Para conocer más sobre este tema, Fernanda Roca te invita a seguir leyendo...
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mhi2024 · 3 months
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e estado escuchando las cosas que me gritan y ahora entiendo lo del cuchillo y la huella, la pintana. la historia es asi en el mes de octubre de 2018 cuando tenia 19 años me fui de la casa de nuevo y me fui a san miguel por que era un lugar que me gustaba (vivi 6 meses en av lazio) yo limpiaba parabrisas en departa con panamericana y macheteaba afuera del santa isabel iba todos los dias y despues dormia serca de granavenida, ahi en el semaforo conoci al tazmania un malabarista que jugaba con clavas y una pelota de futbol con el loco en el dia nos tomabamos una botella mientras trabajabamos, el me contaba que era rapero y era adicto a la pasta, yo al alcohol aveces el fin de semana el compraba su pasta y yo me compraba una roca de falopa, un dia creo que un poco antes de noviembre como a las 11 o 12 de la noche tenia ganas de drogarme y le dije al tasmania que tenia 10 lucas, el se puso todo hapy y partimos a comprar la droga primero fuimos ala poblacion sta adriana, yo lo seguia por que el tenia la pipa y las manos (yo no conozco mas abajo de san miguel), de ahi el tasmania me dijo que en otras partes tenia mejores manos de pasta y yo accedi a seguirlo tomamos la micro y fumamos en la cisterna en el bosque en lugares que el conocia de ahi fuimos a un lugar que el le decia la isla que era como un lugar con pasto atras de la copec y en el que en una cosa de metal habia un grafiti con el numero del paradero 54/7 o algo asi, que era el mismo tatuaje que tenia el tazmania en el brazo, el me lo mostro, ahi nos fumamos y llega una paca que saluda al tazmania, el me dijo que era una paca brigida de la pintana en eso de que estoy volao el tazmania me dice que hay una cosa en el suelo en el pasto y yo voy y la recojo, era un cuchillo, yo lo suelto y lo dejo ahi mismo y el tazmania se rie y me sicosea con la huella, de ahi partimos a otra direccion en el que tazmania me dice que hay otras manos wenas de pasta, fumamos hasta que salio el sol y nos ponemos a plumillar en un semaforo de la pintana y de ahi volvemos a san miguel, ese dia me dormi como a las 12 de la noche en un cajero en gran avenida, pero nunca nos separamos solo fumabamos y hablabamos weas.
esa es la unica y ultima vez que estuve en la pintana, de ahi estuve como 1 semana mas en san migue y me fui a viña, el tasmania puede corroborar mi verdad.
es una confesión de que yo NO lo hice solo estuve en el lugar incorrecto
yo sali a la calle a los 18 años era un cachorro, chicha joven, yo macheteaba limpiaba parabrisas, vendia artesania, respetaba los codigos, nunca podria asaltar a una mujer y violarla
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galaxia-0 · 5 months
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-Facturas para conocernos
El caminar por las calles bonarenses era sorprendente, tanto estímulo visual era muy atrapante, cómo la luz azul para las polillas y zancudos. Nuestras miradas se habían cruzado por ahí en cada charla, ya se habían tocado nuestras pestañas con cada parpadeo y nuestros labios ya se habían besado por el cristalino de nuestros globos oculares.
Te relamias los labios después de cada bocado de pizza, quice limpiar la hilacha de queso que colgaba de tu labio inferior pero me guarde, imagine que te guardaste el tomarme la cara para besarme y sin querer me sonroje pensando en ello.
Caminamos hasta una banca cerca de el obelisco, estaba más silencioso que toda la calle central, me senté mirándote y tu imitaste mi posición, nos miramos lentamente los ojos , los labios, tocaste mi mano, y sentí que ese era el momento.
¿ puedo besarte?
Respondiste que si, y fue el momento más electrizante para mí, después del primer beso tierno, rodie tu cintura con mis piernas y se desplegaron los besos cariñosos, deseosos, calurosos, sentí el palpitar que venía de tu pierna en mi muslo, no negare que me calentó ese bombeo constante de sangre que se hacía más fuerte con cada beso, guiaste tu mano bajo mi polera y yo te lleve hacia mis pechos, los tomaste con tus manos tibias y por intuición comenzaste a jugar con mis pezones, el mundo se había detenido, solo estábamos tu y yo en ese pasaje y en esa banca, tu y yo con nuestros besos acalorados.
No podía parar de besarte, sentía la guata apretada, sentí adrenalina, mi piel estaba erizada... Cómo cuando se me subieron las hormigas del hormiguero a las piernas y nos reímos.
Te pregunté si querías pasar la noche conmigo, dijiste que si, caminamos a tomar micro para ir al telo, nos besamos y nos quitamos la ropa gentilmente... Besaste mi espalda desde mi cuello hasta la curbatura de mi tatuaje, me subí ecima de ti mirando tus ojos, te comí el cuello y la boca, me dispuse a bajar tu abdomen de escultura, lamí tus costillas, volví a lamer tu cuello y baje de nuevo hacia tu pubis. Tome tu pija con mis manos seguras y te di un beso de Venus, mi lengua acaricio tu glande mientras tú precum salía como fuente de agua, gemiste seximente y cuando ya había acabado acordamos que entrarias en mi, no sé cómo explicar el temblor de mis piernas a los costados de tus caderas.
Tus mano sobre mi cintura guiando la cabalgata fogosa entre tu cuerpo paisaje y el mío espacial, explote 3 veces dejando un charco de miel en mi abdomen y te acurrucaste a mi espalda, nos dormimos, nos besamos, nos quicimos y nos follamos en la mañana.
Tomamos desayuno en la puerta del depa, compré facturas y café, me gustas tu.
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ketam1nedream · 6 months
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Choker (segunda parte)
II
En el viaje de regreso, me senté en los últimos asientos de la micro, como era costumbre, y me abstraje mirando para afuera. Vi al pasar, por unos segundos, en rosado, el letrero de neón de un bar: Demencia. Cada vez que lo veía recordaba cierto día a comienzos de año en que decidí ir allí por mi cuenta.
            ¿Cuál fue el motivo secreto de esos delirios de finales de verano? Era cierto que me encontraba mejor que los azules días en que se acababa febrero, cuando me hallaba solo en mi casa. Aunque cierta pena ensombrecía los cielos en mi alma, todavía. Hay dolores que se prolongan haciéndose parte de tus días, pero no dejas de sentirlos, a pesar de que por momentos los olvides. Creo que los sucesos de ese febrero me pusieron del lado del agua y así quedaron las cosas por un tiempo. Me sumergí en esa tina y desde entonces todo se sintió diferente, como despertar a otra vida. Con los ojos así… Con aquella misma película cubriéndolos, volviendo todo difuso, lejano, nuevo.
Recuerdo muy bien que antes de la inmersión temblaba sorprendido, aterrado ante lo que acababa de suceder, al borde de otro ataque de histerismo, supongo que eso era, porque me puse como loco cuando al fin me encontré solo de nuevo, en medio de la noche, una noche inmunda, de impenetrable oscuridad, que me cercaba a mí y a mi casa, que se volvió una isla en el vacío y mis ojos lloraban sin yo comprender, envarado, torpe, borracho, destrozado en lo más íntimo de mí mismo.
Decidí que lo haría, que estaba seguro. Dejé correr el agua caliente, me desnudé y tendí mi cuerpo en la bañera; muy quieto y entregado a ella, buscando el sueño, cerré mis ojos. Desperté con el agua hasta las narices. Cubría mi vista, pero la nariz y la boca sobresalían. Y decidí no hacerlo, no dormirme.
Cuando abrí los ojos bajo el agua, mi visión era la misma con la que desperté esa mañana nublada de inicios de abril.
La imagen previa al baño: la botella de tequila tras la barra, reflejando magenta. El libro que llevé para adornar mi soledad. La cantinera que sonreía a mi pequeña polera negra, a mis hombros desnudos, a mi ingenuidad, a mi minifalda. Bebí más y más, hundiéndome en una oscuridad abisal, desconocida. No podía ya fijar mis ojos en las palabras, o se me escapaban sus significados. Sentía cómo era invadido por la noche, por un calor negro que quemaba mis entrañas, mi corazón.
Me fui acompañado a mi casa. De allí en adelante mis recuerdos son imágenes tremendas. Oscuridad. Cuerpos. Yo absorbía la negrura por todos mis agujeros: el almíbar negro que se esconde en cada cosa, intoxicándome de la dimensión sombría de la existencia. Dócil, completamente ciego, entregado a dedos a los que no pertenecía, jadeando como un perro viejo, las manos apretaban más fuerte, sentía la carencia de aire. Mi rostro morado, púrpura, azul. Me hallaba incapacitado para pedir que aflojaran, esas manos que se imprimieron en mi cuello como un tatuaje.
Una vez solo, encendí las luces de mi habitación. Vi en el espejo surcos bajo mis ojos, el maquillaje corrido; recobraba el conocimiento y sentía mi cuerpo enfriarse, la puerta de calle había quedado abierta. Comencé a temblar de histeria, de desconsuelo. Pensaba que nada podría, sino mucha agua, limpiar esas marcas. El agua suficiente.
Esa noche me sumergí, y al emerger me percaté de que acababa de perder algo. Porque me sentía más liviano, serpenteaban en mi pecho corrientes aéreas. Fue, ciertamente, como morir. Había dejado la segunda infancia de los veintitrés años. La tristeza de esa pérdida permaneció mucho tiempo conmigo, y si no supiera, como sé, que hay más infancias a lo largo de la vida, aún abrazaría mi corazón. Me quedé en la bañera un momento. Resplandecía. Luego me vestí, tomé mi dinero y fui a comprar algo para comer, a la estación de servicio que queda cerca de casa, porque eran las tres y tanto de la mañana y cualquier otro lugar se encontraba cerrado.
Estación de servicio que acababa de pasar cuando volví en mí para tocar el timbre de la micro y bajar de un brinco.
-por Príncipe-
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planjota · 6 months
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Holi 😎
3 - 7 - 10 - 20 - 26 - 27- 39 - 48 - 64 - 76 - 82
💫
Hoola
Aaaah te desfondaste jajajaja
3: Garabatos más frecuentes.
Hijos del pico es la que mas uso ultimamente, seguido de aweonao y sacoweas pa grande
7: ¿En qué lugar transcurrirían tus vacaciones perfectas?
Flotando en alguna laguna o laguito chico del sur (anda a ponerme a flotar en el lago gral carrera, no me ven mas jajajajajaj)
10: ¿Qué tipo de ropa no llevarías puesta en ningún caso?
Corte flaite o equivalente
20: ¿Qué canción serviría para resumir tu personalidad? ¿Por qué?
Ay no se jajaja como no quiero dejarla sin responder, pongo esta, no hay contexto sorry
26: ¿Te gusta ser besado en público?
Si, no veo por qué no 👉👈
27: ¿Qué tipo de personas te parecen especialmente atractivas?
Las que no son tontas (el fisico da un poco harto lo mismo, lo importante es no ser pelotudo)
39: Frase favorita de alguna película.
Lo que sea que termines haciendo, ámalo. De la manera que amabas la cabina del Paradiso. (es de Cinema Paradiso)
48: ¿Sonries en tus fotos?
Depende de la foto y del contexto, pero si 😄
64: ¿Cuanto mides?
1,83 m
76: ¿Que opinas sobre los tatuajes?
Me da lo mismo, lo importante es lo de dentro (salvo la excepcion de aquellos que se tatuan la cara entera y parecen asiento de micro)
82: Sobrenombres.
No tengo jajaja eso si cuando chico me decian cabezon 😅
Gracias vuelva prontos 🧡
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tattoo-shop-bogota · 1 year
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💥 MICRO REALISMO 💥
Genial pieza de tatuaje en micro realismos 🤯 realizada por 𝐇𝐎𝐋𝐋𝐌𝐀𝐍 para más información y agendamiento de citas con nuestros artistas 📞 +57 3158231028 👈🏼
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cinocefalo · 1 year
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Como sesión de tatuajes
Juan Carlos Zambrana Gutiérrez
Cuando desperté a las once y media de la mañana, la resaca era un globo que crecía adentro de mi cabeza y aplastaba mi cerebro contra los huesos. Me senté en el borde de la cama, mis piernas flacas sobre la tela del colchón –hace meses que no uso sábanas–. En lugar de mano derecha tenía un sapo rococó asqueroso. Me levanté para ir al baño y perdí el equilibrio; tuve que estar inmóvil casi un minuto, respirando hondo, con los ojos cerrados. Evité la caída, pero la cabeza me punzaba y mi boca tenía sabor a mierda, casi podía sentir a los microbios ahí adentro, mordiendo mis encías, cagándose en mi lengua.
En el baño abrí completa la puerta-espejo del botiquín empotrado, no quería verme. Me cepillé los dientes con la mano izquierda –la derecha, incluso ahora, no sirve para nada–. Me mojé la cara y me puse polera, pantalón y zapatos. Salí del cuarto, el que alquilo a una cuadra del Colegio Británico, caminé 50 metros hasta los pollos de Marito y, después de almorzar, me monté en un micro de la línea 56 que me dejó a dos cuadras de la peluquería.
Le pedí a Choco que me rasurara la cabeza, a ver si desinflaba el globo que sentía por adentro, en esa caverna asfixiante llena de puchi rosado y alcohol. Durante los diez minutos que me estuvo pasando la mascota sentí ganas de vomitar. Choco quería hablar de sus hembras y de lo difícil que es organizarse para tener más de dos… ¡Negativo!, no pude seguirle la charla. Tampoco le conté lo de mi mano, me dediqué a respirar hondo, a controlar las arcadas. Después me rasuró, limpió lo que quedaba de la crema de afeitar, trajo un espejo de mano y ahí estaba, mi cuero cabelludo, desde todos sus ángulos, horrible. Pero él dijo: «Te queda bien la cabeza de huevo de pascua manoseau. Combina con tu mano de empanada». Ni cagando le reía eso, si ni hablar podía.
Llegaron clientes que yo nunca había visto, así que pelé directo a donde Falco, mi tatuador. «¿Qué pasó?», me dijo, supongo que por la mano. Apunté arriba de mi oreja y dije que quería un dragón chino. «¿En la cabeza?», preguntó. «Aunque no lo creás», dije, sin disimular lo enfermo que me sentía. Levantó las cejas y se puso a trabajar.
Me acomodé en un sillón, en la sala de espera. Falco dibujaba el dragón en su computadora. Mis pies rebotaban rápido sobre la alfombra y justo por eso me punzó la mano derecha, que estaba sobre mi rodilla. Tuve que levantar esa bola de piel violeta y tirante para dejarla apoyada en el brazo de cuerina del sillón. Caracortada me miraba desde un retrato grande en la pared, me hizo sentir respeto. Siempre elegante Al Pacino.
Otra vez las ganas de vomitar. No estuve bien hasta que Falco me llamó a la camilla y empezó a hundir fierro en mi cabeza. Solo las punzadas locas de esa máquina de tatuar, de ese peto sanguinario escupe tinta, me dejaron tranquilo. La máquina rompió mi piel con la frialdad de un bisturí y quedé aliviado. En los primeros trazos, claro. Después de eso, la sesión de tatuajes es como la vida, duele y hace que cada cinco minutos uno se formule dos preguntas. La primera: ¿Cómo mierdas aguanté hasta aquí sin volverme loco? La segunda: ¿Por qué no me levanto a patear a alguien? Es así, la máquina de tatuar y la vida pinchan en cualquier parte y causan dolor, pero si, por el motivo que sea, hieren demasiado un punto clave, pueden sacar de sus cabales a cualquiera y hacerle desear la muerte. Al final, todo está en manos del tatuador y de algún puto dios.
Después de 60 minutos Falco cambió de máquina y empezó a pincharme cerca de la oreja con un abejorro de zumbido grave. El lado derecho de mi cabeza ya era una llaga. Me dolían las punzadas, pero también me dolía el roce del papel absorbente cada 10 segundos. En fin, en ese momento ya le estaba dando vueltas a una idea: Hay dos cosas permanentes en la vida, la tinta que se mete con sangre y el dolor. Todo lo demás es pasajero.
***
Me tatúo con Falco porque él no habla mientras trabaja y yo aprovecho para pensar. La hora entera que se tardó en hacerle sombras al dragón estuve pensando cómo mierdas voy a hacer para trabajar en la imprenta el lunes con una sola mano. También me acordé de la fiesta de anoche, es una cagada ser un borracho que no se olvida de lo que pasa en las fiestas.
A las siete ya estaba en la casa de Julio para calentar –más tarde íbamos a tener fiesta de expromociones en un boliche; se suponía que la versión 2021 iba a ser la mejor–. Como siempre, la previa empezó con puros machos y nos portamos como caballeros respetables, hasta que se nos subió el trago y ya no pudimos decir nada sin gritar por encima de los demás. Somos una tropa de catarros, sobre todo Gonzalo, mientras más toma, más huevadas habla, hasta que llega un punto en que se marea y ya no dice nada. Él nos hacía reír a esa hora, más que nada a costa de Sandro, el inofensivo, el que aguanta callado una vida de humillaciones. –No estoy exagerando–.
«Lo que falta es algo pa' comer», dijo Sandro.
«Ya va a decir una mariconada», gritó Gonzalo, pelando los ojos. «Seguro querés un panchito con peluca». Todos nos reímos, incluso Sandro se puso rojo de tanto reír, su pelona parecía uno de mis huevos, pero gigante. A mí me dolió la nuca y creí que me iba a desmayar si no conseguía ponerme serio un rato.
A eso de las nueve llegó Lucía, la morocha que a los 16 ya salía en las portadas de Sociales y Farándula. ¡Es que su cuerpo era perfecto, carajo! No sé cuál será el dios que se dedica a esculpirle las carnes a las peladas cruceñas, pero Lucía a los 16 era su obra maestra. ¡Aleluya, mierda, dios de las nalgas!
Yo siempre he tenido charla con ella y sé que eso es mucho más de lo que los maricas de la promo pueden decir; por eso, cuando se sentó a mi lado broté pecho. Estaba decidido, incluso me hablé a mí mismo: «No voy a dejar que me la vuelen», dije.
«Tomá, negra. No te hagás la fina». «Obvio que voy a tomar», contestó. «Si ya soy de las que salen dos veces al año nada más». Algunos se rieron y otros intentaron decirle algo, pero yo fui el que habló más fuerte. «Entonces vas a beber pecho a pecho conmigo» y le tiré un puñete a la mesa. «Quiero verte contenta, negrita». Le preparé Ron Abuelo con Coca-Cola y limón. Se puso a beber.
Todo iba bien hasta que sentí una mano en el hombro y escuché que el chancho de Sandro me decía que eran las nueve y media, que teníamos que irnos a la fiesta para pillar mesa y no sé qué pajas. Cuando me di vuelta lo encontré mirándola a la negra como todo un enfermo. ¡Increíble!, estaba haciendo su mejor esfuerzo para acercarse a ella y charlar. ¡Patético! Si es el hombre lechuga de la promo, demasiado débil y gordo para ser tomado en serio. «Andate pues entonces», le grité y lo hice retroceder un metro de un manazo que le puse en el pecho. «¡Nadie va a ir con vos ahorita!», dije. Me di la vuelta y no supe más del cochi ese.
Gonzalo dijo que le dolía el brazo de tanto pegarle a Sandro en los cachetes y se puso a hacer la mímica con los ojos bien abiertos. ¡Ja! Lucía empezó a reírse y tuve que meterme. «Te duele el brazo por pajero. ¡Camba muto! Si hasta Sandro te pega».
Perfecto. Todo iba bien, pero bebí muy rápido. Un rato de esos me puse a charlar con Julio, el dueño de casa, y para cuando me di vuelta ya no la pillé a Lucía y resultó que éramos menos los que estábamos bebiendo ahí. Pregunté por ella y me dijeron que se había ido a la fiesta con Gonzalo y un grupo de excompañeros. Sandro fue el que me explicó que ya eran las diez y cuarto. «¿Y qué hacemos aquí?», le grité. «¡Llamá taxi de una vez!».
Llegamos al boliche después de las diez y media, era un salón de eventos enorme. Le di cinco pesos a Sandro para el taxi y me fui a buscar la mesa de mi promo. Varios estaban sentados bebiendo, éramos diez en total, pero a los lados de Lucía solo había sillas, nadie con ella. ¡Es que son unos frescos mis excompañeros! Me senté, agarré la lata de cerveza que la negra tenía abierta y me la tomé de un trago. Me miró enojada, aplasté la lata en la mesa, de un manazo. «¡Ah, bueno!», gritaron los de la promo. Gonzalo dijo que tenía que dejar de hacerme el gallito, que era temprano para empezar con esas cosas. «¿Lo decís por lo que pasó con Conejo el año pasado?», grité, parándome al lado de mi silla. «¡Ese camba tiene bien merecido lo que le tocó! La verdad no sé por qué fui el primero en sacarle la mierda a semejante cretino. ¡Agradecé más bien y dejá de joder!». Me senté.
«Más cerveza», le dije a Lucía. «Allá tenés toda la cerveza que querás», dijo, riendo y apuntando al bar. «Es gratis hasta las once. ¡Apurate!». Y como no se lo dijo a un sordo fui directo a la barra. Lucía gritó: «¡Traeme una, porfa!». La tenía ganada a la negra y eso me daba algunos beneficios. En primer lugar, está bueno hacer cualquier cosa con ella, aunque el objetivo siempre sea cogerla. En segundo lugar, uno se vuelve más importante: los hombres se acercan a saludarlo a uno y buscan charla para estar cerca de ella; las mujeres dicen: «Algo debe tener el flaco para que Lucía se quede con él toda la noche». Solo esas dos cosas ya hacen un montón de beneficios.
En fin, volví a la mesa con dos latas de cerveza, abrí una y, cuando la negra ya tenía la mano estirada, tomé dos tragos y le dejé esa lata a medias sobre la mesa. Peló los ojos. Abrí la segunda lata y empecé a tomar. «¡Puta que sos!», dijo. Igual agarró la lata empezada que estaba sobre la mesa y la acercó a sus tetas –dos globitos marrones que rebalsaban por arriba de su top apretado–.
Un minuto después yo estaba de vuelta en la barra, tenía que sacarle provecho a la Hora Feliz y ya no quedaba tiempo. Estaba bien metido en ese ambiente de joda, pero incluso así pude darme cuenta de que las cosas ya no me salían como quería. Me costó calcular la distancia entre la barra y mi cuerpo, por ejemplo, estiré las manos antes de llegar. ¡Carajo! Además, cuando el de los tragos me preguntó qué iba a tomar, me concentré para que «cerveza» no me saliera balbuceada, pero fue peor, hablé como mongólico. Me fui al lado de Lucía con una lata y con la idea de que iba a servirme todavía una más antes de las once.
«Dame esa. Vos tomá la que babeaste», me dijo la negra. «¡Estás loca, no la necesitás! Terminá primero la que tenés». «De verdad que sos emputante», contestó.
La cerveza entró helada hasta la panza y me hizo eructar. «¡Puerco!», gritó Lucía y se tapó la nariz; me excitaron sus manos: dedos delgados, las uñas de un amarillo fluorescente.
Se me adormeció la cara, los láseres que salían del escenario vacío se desdoblaron lento, se duplicaron, se triplicaron. Con las caras de la gente pasó algo parecido. Estaba pija, mula de borracho. Y así quería estar.
A esa hora llegaron dos excompañeras más, Verónica y Nicol. Lucía se puso a charlar con ellas. Yo me di la vuelta y me quedé mirando a las peladas de la 2020: ¡Buenísimas! En esas estaba cuando la negra me agarró del brazo. «Ya estás borracho, ¿no? ¡Sucheando peladitas!». «Por lo menos ellas beben», respondí. Agarré su lata y me tomé lo que quedaba. «Vos sos mañosa» y le di la espalda. Creo que lo que me dejó bravo fue que ya no había Hora Feliz. ¡Qué cagada! Cada cerveza me iba a costar 30 pesos.
A Gonzalo lo vi bailando con una pelada de no sé qué promo. Me quedé mirándolos un rato, unos cinco minutos. Todo el lugar se mecía: las luces de colores, el humo artificial, la gente. Yo respiraba con bocanadas y soplaba inflando los cachetes. Lucía ya no estaba en su silla, supuse que se había ido al baño. Pero la rubia del enano… ¡Qué piernas! Él le ponía la mano casi en el culo y la apechugaba mientras daba caderazos con buen ritmo. ¡Qué hembra!
Un tipo –nunca supe su nombre– se acercó a Gonzalo y lo apartó de la rubia. Tiré mi lata vacía y me fui donde el enano. Al tipo lo empujé, pero resultó ser tan grande que apenas lo moví. «¡Qué putas pasa aquí!», le dije al pelau –era menor que nosotros, como la rubia–. «¿Por qué este infeliz no puede bailar con tu compañera?», le dije. El tipo levantó las manos y se quedó con la boca abierta. «¡No, papá!», dijo Gonzalo. «Solo vino a saludar, boludo». «No le vi cara de hacer amigos», dije y volví a mi mesa.
Lucía no estaba por ningún lado. Eran Verónica y Nicol las que bailaban por ahí.
Alguien de la promo compró ron y Coca-Cola, me serví uno fuerte y me puse a beber. Respirar empalagaba de tanto humo de pucho mezclado en el aire. De a ratos se acercaban personas a saludarme. «¿Dónde está Lucía?» eran mis únicas palabras, después los ignoraba hasta que se iban.
A eso de las doce me di cuenta de que los de mi promo ya no estaban en la fiesta y salí a buscarlos. Afuera había cuarenta personas comiendo Fridositas, varios de mis excompañeros alrededor de uno de los carritos hamburgueseros. «¿Ya lo partieron al que lo andaba jodiendo a Gonzalo?». Nadie respondió, todos concentrados en su comida. Un tipo que no conozco dijo: «¡Mierda que es pesado este cojudo!». «Usté se calla», le dije, «aquí nadie lo conoce» y puse mi mano abierta sobre su cara, sin mirarlo. Lo siguiente de lo que me acuerdo es que el tipo estaba encima de mí, en el suelo, intentando partirme la cara a puñetes. Me moví y él no acertó ni uno. Lo volqué, quedó de espaldas contra el suelo; solo tenía que ponerle uno en la boca y le reiniciaba el Windows. Lo calibré bien el puñete, pero el hijo de las mil putas lo esquivó y me rompí la mano contra el pavimento; me dolió más que la noticia de que mi madre tenía cáncer –mis hermanos me dieron esa noticia de mierda hace tres años, horrible también, como mi mano, como mi vida–. Iba a ponerle otro puñete, con la mano izquierda, pero un par de brazos enormes me levantaron y me sacaron de ahí como si fuera un muñeco.
«¡Soltá, carajo! ¡SOLTÁ!».
«¡No seas boludo!», me dijo la mole y reconocí la voz, era Richard Añez, el más peleador en toda la historia del colegio. Yo seguí zapateando y diciendo que le iba a sacar la mierda si no me soltaba –decía eso solo para no quedar de fresco con él–. Me botó adentro del boliche y se puso a discutir conmigo. No sé si me trató así porque antes me había visto con Lucía o porque de verdad me respeta; la cosa es que se quedó a mi lado incluso cuando la gente se acercó a reclamarle. «¡Me cago!», le gritaba yo a los que se amontonaban para sacarse la bronca conmigo. Me sorprendió ver que ni los guardias quisieron ponérsela difícil a Añez. «¡Callate!», me gruñó. No me sacaron de la fiesta, él se quedó cinco minutos bebiendo conmigo y después volvió a la mesa de su promo.
En el piso había un balde de cervezas, lo subí a la mesa, saqué las botellas –todas vacías– y metí mi mano en el agua con hielo. Si alguien se acercaba a hablarme de la pelea, yo me tomaba su trago y le preguntaba: «¿Dónde está Lucía?». ¡Carajo! Ya tampoco había rastros de Verónica. Nicol se puso emputante conmigo, me evitaba.
La fiesta acabó a las tres de la mañana. Si hubo un grupo de gente que fue a seguir bebiendo en la casa del algún excompañero, yo no me enteré. Volví a mi cuarto caminando, apenas sentía el dolor en la mano; cuando llegué, caí como muerto sobre el colchón áspero y sucio.
***
No quiero mirar el grupo de WhatsApp. Deben estar diciendo que les jodí la fiesta. Y es verdad. Pero, ¿qué puedo hacer ahora? Tengo que cagarme en ellos; en Lucía, sobre todo. Que se joda la negra.
Mi mano derecha está jodida, voy a tener que ir donde el doctor Rosales el lunes, porque ya se está haciendo de noche y mañana nadie trabaja. ¡Bah! Estoy bien aquí, donde Falco. Me hice traer un paquete de Conti con el delivery y ya empecé a tomar. Así se corta una resaca.
Falco me prestó lápiz y papel. En lo que termina de diseñar una serpiente emplumada para el otro lado de mi cabeza, yo termino también de hacer magia sobre las hojas: escribo con la zurda y, aunque me sale la letra como en primero básico, se entiende todo. A Falco le voy a dar lo que me queda de plata, ya lo decidí, quiero que el peto de fierro me pique mil veces. –¿Por qué no puedo dejar de pensar que fueron los gatos los que inventaron la tortura, lo de hacerles heridas a los demás bichos, lento y a conciencia? Es raro eso, pero, si es verdad, entonces yo soy un animal enfermo, porque me torturo a mí mismo, sesión tras sesión, una fiesta tras otra. Un cuerpo lleno de puchi y alcohol, eso es lo que soy–. Recién me doy cuenta de que ya iba a cumplir tres años sin rayarme la piel. ¡Un tipo elegante Caracortada! «Es con huevos», dijo en la película, me acuerdo.
La anterior vez que estuve aquí, también era sábado. Vine directo desde el cementerio. Con mis hermanos la habíamos enterrado a madre, por fin, después de hacerla pasar por dos infiernos, dos meses de un tratamiento maldito. Sé que yo –el animal que caga para adentro– también estoy enfermo, algo tengo, pero sigo adelante porque también tengo bien puestos los huevos. Nada más importa, es a seguir vivo y ya está. ¿Qué importancia puede tener si la cojo a la negra o no? ¡Que se vayan todos a la mierda! Los únicos que se quedan, incluso más que uno mismo, son los tatuajes.
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Juan Carlos Zambrana Gutiérrez nació en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, en el año 1984. Es licenciado en Relaciones Internacionales y graduado del Diplomado en Escritura Creativa de la Universidad Católica Boliviana y del Postítulo en Escritura Creativa de la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra. Actualmente publica crónicas en la revista 88 Grados. La revista Temporales, del Máster de Escritura Creativa de la New York University ha editado recientemente un relato suyo. Fue finalista en el Concurso Municipal de Cuento ‘Franz Tamayo’, y su  libro de cuentos Tarántula, salió a la luz en el 2021 en la Editorial 3600. De él se pueden leer algunas reseñas, entre las que destaca la de Guillermo Ruiz Plaza, publicada en el periódico Opinión, de Bolivia.
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tatuajesdefamosos · 2 years
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justanotherchabela · 1 year
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DS:
Supongo que tengo que decirte adiós. Sabía que tendría que despedirme de ti. Atiné que ese abrazo sería el último. Intuí bien que ese beso no volvería. No quería, pero lo entendía.
"Debí suponerlo", Morat
Me soñaste fantasía. Te soñé realidad. No me tocaste, no te alcancé. Me hiciste sentir segura, me quitaste la envoltura, me rompiste la armadura. Y pensé, por un momento, cambiar de lugar los verbos de las últimas dos frases, pero es que así son, así fueron, así van.
"Somewhere only we know", Keane
Creí que podía. Sentí que quería. Pensé que debía. Y es que te creí. Cuando dijiste que me querías, que te quedarías, que no me dejarías. Te creí, sabiendo que mentías.
"El problema", Ricardo Arjona
Abandoné mi dignidad. Renuncié a la vanidad. Desprecié la honestidad. Alejé a la sinceridad. Para qué pudieras sentir al menos un momento de felicidad.
"Y todo para qué", Intocable
Supongo que tengo que decirte adiós, me hubiera gustado que me dijeras adiós primero, pero no fue así. Esperé una palabra, un mirada, un gesto, un algo. No hubo nada, ni un mensaje, ni una visita, ni una llamada, ni un nada.
Aún espero, en realidad, a que vengas y me digas, una verdad. O la verdad. O-la. Adiós.
"Te esperé ", Jesse y Joy
Cambiaste mis jueves, transformaste mis domingos, volteaste mis lunes. Me traías el café y te lo llevaste en los ojos. Me cuesta ya dormir sin ti.
¿Ya puedes dormir? ¿O sigues pensando en mí? ¿Sueltas mi mano, o llamarás para romper tu juramento?... Referencia que solo tu entenderías.
"Días buenos, días malos", Andrés Obregón
Pediste amor, y te lo di. Deseabas fantasía, y te la creé. Anhelabas libertad, y te la posibilité. Te dije que era todo lo que tenía. ¿Querías más? ¿Por qué entonces me pedías menos?
Mi corazón me pide explicaciones, mi mente dice que ya entendió. Mi alma grita en dolor mientras mi cuerpo sostiene los pedazos de mis sueños.
"Cicatrices", Lucah
Te fuiste entonces, y ni adiós dijiste. ¿Por qué lo harías? Yo te pedí que te fueras. Perdón. Creí que sería ligero, pero es que tampoco quería que te quedaras.
No era correcto. Es que tenías que irte. Debo entender que no es mi deber amarte, ni el tuyo amarme de vuelta.
"Cómo antes", Matisse.
Te escuché decirle que la amas. La escuché creerlo. ¿Cómo puedo yo escucharte, entonces?
Tengo que decirte adiós. Aunque no quiera, aunque genuinamente me duela. Duele más tu existencia, mata más tu presencia.
"Date la vuelta", Morat
Ojalá, ojalá, ojalá. Pero no será, no será, no será. Me hubiera gustado quererte poquito más, que me miraras 5 minutos más, que me necesites un rato más.
'Quiero tenerte en mi vida, toda ella'...lo creías. Y aún así, te vi doblar la esquina sin voltear atrás.
"Bésame bonito", Carmen DeLeon y Micro TDH
Última.
Llegaste un viernes. Te fuiste un sábado. Me quitaste la piel, y me besaste el alma. Me dejaste desnuda y vulnerable ante ti, y te fuiste sin cerrar el zíper que evita que entre el frío. Te llevaste todo, hasta mi calor.
Te tengo aquí. En los 4 besos que me faltaron. En las 2 palabras que me sobraron. En el adiós, que me negaron.
Me voy, pero te llevo dentro, de mí.
"Tatuajes", Joan Sebastian.
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tomaitenitas · 2 years
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elfuegointerior · 2 years
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09 may 22
Soñé que J.Z se casaba con una mujer importante miembro de una secta, parecía que yo no estaba invitado al evento pero de alguna forma me infiltraba a la ceremonia que sucedía en una pequeña sala de una especie de casa grande o pequeño palacio, apenas había unas 20 personas ahí, y la mujer llevaba dos tatuajes visibles con unos códigos que más tarde en el mismo sueño veía en un libro y daba con la conclusión de que eran de un grupo secreto, un tatuaje era el rostro micro-realista de una mujer con una especie de diagrama y números sobrepuestos. Observaba que la gente me miraba extraño y me daba cuenta que no debía de estar ahí entonces me apresuraba en irme de ahí. Soñé que estaba con Sebastián hablando con una maestra en una especia de Hogwarts post-apocalíptico sobre unos sigilos (posiblemente los tatuajes del sueño anterior, no sé si en realidad es el mismo sueño). El colegio estaba improvisado en contenedores abandonados sobre un llano desértico. Soñé que iba al cine con Arturo T., nos acompañaba una mujer en tacones que al bajar las escaleras de la sala se tropezaba, nos sentábamos en nuestras butacas y veía que mucha de la gente que asistía llevaba el cabello pintado de colores y maquillaje de fantasía.
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tatuajespequenos · 3 years
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Por Diki · Playground, hecho en Seúl. http://ttoo.co/p/285393
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