Hay que buscar alguien con las mismas ganas de hacer el amor, de dar amor, de llenarte de besitos, abrazos, de mirar peliculas en el sillón, de salidas al parque, idas al cine y de jugar, de querer bonito, de apoyarse, de reír, de vibrar con la misma intensidad para que no duela, que sea lindo y que dure.
Hay que buscar un amor que sepa que a veces jodes mucho pero vales toda la maldita pena, la vida entera, y que sin tí nada sería igual, que tenga miedo de perderte y te cuide como el tesoro más valioso que tiene...
En la vida he aprendido que, expresar y compartir tu vulnerabilidad con alguien de confianza es una de las cosas más delicadas y valiosas que conozco en la vida.
En lugares especiales de nuestra vida, hay momentos que son como piezas de un rompecabezas, donde cada una suma algo valioso, donde cada persona importa mucho, y donde los gestos simples demuestran lo mucho que nos queremos.
Es como cuando jugamos con bloques de construcción: uno más se suma a otro y poco a poco se forma algo grande y hermoso. Así son nuestras experiencias juntas, cada una es como un bloquecito que suma al conjunto de nuestra historia.
No se trata de hacer cosas enormes, sino de estar ahí el uno para el otro, de decir "te quiero" con acciones más que con palabras grandes. Son las pequeñas cosas las que importan, como un abrazo cuando lo necesitas o una sonrisa que te alegra el día.
En estos momentos especiales, aprendemos lo bonito que es amar y ser amados. No importa la edad que tengamos, todos podemos entender lo maravilloso que es estar juntos, apoyándonos y demostrándonos lo mucho que nos importamos. Es así como descubrimos que el amor es el ingrediente más importante de nuestras vidas, y que juntos podemos construir algo realmente hermoso.
Y te fuiste, y sé que no volverás, pero aún así siempre estaré esperando a que regreses, y volvamos a sentir que el mundo solo era nuestro, aunque eso signifique dejar de lado algunas cosas…