Georges de La Tour (French, 1593–1652)
The Penitent Magdalen, ca. 1640
Oil on canvas
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Magdalene with the Smoking Flame
Georges de La Tour
Oil on canvas, ca. 1640
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Madeleine (played by Roxane Duran), Interview with the Vampire season 2.
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Georges de La Tour, Magdalene with the Smoking Flame (La Madeleine à la veilleuse).
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The Penitent Magdalen (detail, ca.1640) Georges de La Tour
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The Magdalen with the Smoking Flame (Detail) - Georges de La Tour , c.1635 - 37.
French, 1593–1652
Oil on canvas.
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Le Nouveau-né [The newborn]
Georges de La-Tour, XVII century
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(BELLEZA Y HONDURA ¡QUÉ MÁS SE PUEDE PEDIR PARA ILUMINARNOS!: "FUEGO")
Con La Tour nos hallamos en lo más profundo de la iluminación o la revelación. Desde la oscuridad y la pasividad de la meditación en relación con el engaño solar de las formas de la realidad. De manera que ese viaje pictórico no es otro que el de la transparencia. La transparencia misma y sola de la luz, abriéndose paso -abriendo su paso-en el corazón de la noche.
Por lo demás, todo indica que el retiro de las Magdalenas nocturnas y pensativas de La Tour no sólo contrasta sino que incluso transforma o redime, por su ensimismada penitencia, el mundo diurno de los adornos, las perlas y los oros manifiestos de las adivinas y cortesanas anteriores. De hecho, la versión más ascética de María Magdalena, aquélla en que la vemos acariciando la calavera sobre unas rotundas rodillas, nos presenta un vaso con óleo (¿óleo martirial?) que alimenta una llama. Pero ese vaso contiene también agua, como evidente símbolo virginal, el de la transparencia inmaculada.
La escena relata, por tanto, una suerte de redención en la serenidad acendrada de la noche, la mujer y la vela. E incluso estamos inclinados a pensar que, como sugiere José Jiménez Lozano, esa calavera específica sobre las rodillas no nos conduce desde luego a ningún pensamiento tenebroso: "tal como es tocada, podría ser un pomo de perfumes o un espejo".
Por cierto que, tanto en este cuadro como en el de las otras dos Magdalenas ante el espejo, confirmamos la importancia que el pintor concede a otros sentidos, más allá de la visión. AI tacto, por ejemplo, con esos dedos que rozan o acarician levemente la calavera, como si tratasen "de reconocer a tientas el relieve de la muerte" (Quignard), la forma dura" de que habló René Char, a propósito, precisamente, de La Madeleine à la veilleuse (la Magalena penitente de la lamparilla). No por casualidad es el cráneo el que en la versión conocida como la Magdalena Fabius oculta casi totalmente la fuente de luz, generando una escena de realidad traspasada por su propio límite existencial...
_ Alberto Ruiz de Samaniego, HOMBRES Y DIOS. Escenas de noche y misterio. Ed. Shangrila dic. 2023.
_ Magdalena penitente, (también llamada Magdalena Fabius) ca. 1635-40, [113 x 92'7 cm.]
National Gallery of Art, Washington.
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