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#Alfonso vi el bravo
jartitameteneis · 1 year
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La leyenda: Virgen de la Almudena(Patrona de Madrid)
Para ubicar las raíces de toda esta historia hay que remontarse a una fecha muy concreta, el año 712 d.c., año en el que Don Rodrigo cae en la batalla de Guadalete, lo que supuso el asentamiento musulmán en buena parte de la península. Ante la casi segura invasión, los primeros pobladores del actual Madrid, entonces una humilde villa de la que se desconoce hasta su nombre, optaron por esconder entre los muros defensivos una talla de la Virgen María, por miedo a que fuese profanada o destruida por los invasores.
Se trataba de una imagen muy venerada por aquellos habitantes originales que según la tradición, había llegado a la península a manos de un discípulo del Apóstol Santiago en el año 38 d.c. Era por tanto la reliquia más importante de cuantas tenían así que decidieron ocultarla en un pequeño nicho escavado en la pared, junto a dos velas encendidas.
Más de 300 años después, Alfonso VI llamado ‘El Bravo’ por su valentía, logra reconquistar una plaza decisiva como Toledo y poco más tarde se hace con el control de ese pequeño asentamiento que cada vez iba cobrando más importancia por su situación estratégica y que ahora, ya tenía un nombre, ‘Magerit’. Una vez allí se propuso encontrar como fuera la preciada talla de la virgen. Su existencia había pasado de generación en generación, secreta, a espaldas de los musulmanes. Una transmisión oral en la que, con el paso de los años, se perdió una información vital, el lugar exacto de la muralla donde permanecía oculta la Virgen.
Fueron muchos los intentos de encontrarla pero todos fueron en vano, por más que la gente buscaba no había ni rastro de ella. Desesperado, tras muchas plegarias, el monarca organizó como última opción, una procesión alrededor de toda la muralla. La comitiva, encabezada por el propio Alfonso VI y multitud de autoridades eclesiásticas, nobleza etc… comenzó su marcha por todo el perímetro amurallado, en busca de una señal divina.
Cuenta la leyenda que estando a la altura de la actual Cuesta de la Vega, unas piedras del muro cedieron y cayeron al suelo dejando al descubierto, ante el asombro de todos, la imagen de la Virgen y lo más increíble, con los cirios todavía encendidos ¿os podéis imaginar que fecha era cuando se obró este milagro? Exacto, un 9 de noviembre (del 1085).
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antiguagealach · 3 years
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adefonsusrex · 4 years
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«Imperator totius Hispaniæ»
Literalmente “Emperador de toda España”, fue un título utilizado por al menos dos monarcas leoneses durante la Plena Edad Media. El primero de ellos sería Alfonso VI “el Bravo” (ca. 1040 - 1109) tras unificar la herencia de su padre Fernando I “el Magno” (hay que recordar que a su muerte dividió el reino entre sus tres hijos: a Sancho le legó Castilla, a Alfonso León y a García Galicia).
El segundo y último monarca en hacer uso de este título fue Alfonso VII “el Emperador” (1105 - 1157), hijo de la reina Urraca y por tanto nieto de Alfonso VI “el Bravo”, cuando fue coronado como rey tras la muerte de su madre el 10 de marzo de 1126 en la Catedral de León.
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condadodecastilla · 3 years
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Alfonso VI, rey de Castilla y León, el Bravo
Alfonso VI, rey de Castilla y León, el Bravo
[?, 1040/41 – Toledo, 30 mayo 1109]Rey de León, Castilla, Galicia, Asturias y Nájera e imperator totius Hispaniae. Hijo de Fernando I, rey de León y conde Castilla, y de Sancha Alfónsez. Era el cuarto de los hermanos y el segundo de los varones. El orden de los cinco hermanos, según lo han conservado las crónicas y las fuentes documentales, fue el siguiente: Urraca, Sancho, Elvira, Alfonso y…
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generaldavila · 4 years
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LOS VERSOS DEL CORONEL Félix Torres Murillo Coronel de Infantería DEM. (r)
LOS VERSOS DEL CORONEL Félix Torres Murillo Coronel de Infantería DEM. (r)
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TOLEDO
3.- POSTALES
Ermita de San Eugenio
 Remito al curioso lector a LOS VERSOS DEL CORONEL, La Ermita I, II y IIIpublicados en este blog los días 16, 18 y 20 de abril pasado. Porque año arriba o abajo, cuando Alfonso VII “el Emperador” -nieto  de Alfonso VI “el Bravo” que en el último artículo dejamos a caballo señalando la entrada a Toledo- reconquistaba por primera vez mi pueblo allá por 1156…
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noticiascantautores · 5 years
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El Círculo de Arte, una continua sorpresa
Se supone que el rey Alfonso VI, al que apodaban «el Bravo», nunca imaginó que aquel templo levantado después de conquistar Toledo, allá por ... via Cant http://bit.ly/2LzbDio
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HISTORIA UNIVERSAL – URRACA I DE LEÓN
Urraca I de León, (1080-1126). Nació en 1080 en León, falleciendo en 1126, con 44 años de edad, en el castillo de los condes de Saldaña, en Palencia. Sus restos reposan en el Panteón de Reyes de San Isidoro de León.
Poco después de la muerte de Alfonso VI el Bravo y de acuerdo con sus disposiciones, se celebró en el castillo de Muñón, cerca de Burgos, la boda entre Urraca, heredera de León y Castilla y Alfonso I el Batallador, Rey de Aragón y Navarra. Urraca había accedido a la celebración de esta boda en contra de su voluntad, y si lo hizo fue por no contravenir la voluntad de su padre y la voluntad de los nobles partidarios del aragonés. Parecía que todo iba a resultar tal y como Alfonso VI el Bravo lo planeó: la unión de León y Castilla con Aragón iba a ser gloriosa y definitiva.
De momento, Toledo, gracias al valor de Alvar Fáñez, resistió con éxito logrando que el nuevo emir almorávide, Alí Ben Yusuf se retirara. Alfonso I el Batallador vencía y daba muerte a al-Mustain de Zaragoza en la batalla de Valtierra (Navarra), el dos de enero de 1110, mientras Urraca acudía en ayuda de su esposo con un Ejército castillo - leonés.
Las desavenencias dificultades pronto iban a separar a los dos bisnietos de Sancho Garcés III el Mayor de Navarra. El cluniacense francés Bernardo de Sedirac, Arzobispo de Toledo, se opuso desde el primer momento a este matrimonio, que cerraba el paso a la dinastía borgoñona, representada por Alfonso Raimúndez, hijo de Urraca y de su esposo fallecido, Raimundo de Borgoña, – futuro Alfonso VI el Bravo – alegando como pretexto que eran primos segundos.
Un año después, consiguió que el Papa Pascual II declarara nulo el matrimonio. Por otra parte, el partido anti-aragonés, constituido Pedro Froilaz, conde de Traba, Jefe de la poderosa familia Trastámara de Galicia, y el Obispo de Santiago, Diego Gelmírez, poderosos y ambiciosos tutores del joven Alfonso Raimúndez, serán capaces de defender los derechos sobre Galicia, o sobre el Reino entero, de su pupilo.
Teresa, hija de una concubina de Alfonso VI el Bravo y casada con el borgoñón Enrique, tampoco veía con buenos ojos el matrimonio de Urraca, puesto que ya había puesto objeciones el anciano Rey, máxime cuando esperaban ser padres de Alfonso Enríquez, destinado a ser el primer Rey de Portugal. Todos estos problemas e intrigas hubieran desaparecido si el matrimonio de Alfonso I el Batallador y Urraca hubiera engendrado con rapidez un hijo. Pero éste no vino y las desavenencias políticas y personales comenzaron muy pronto. Las rupturas y reconciliaciones se sucedieron, según los intereses políticos de cada uno, hasta que llegó la ruptura definitiva.
Urraca, de 29 años, apasionada y celosa, ya conocía el matrimonio y la política pues había gobernado Galicia tras la muerte de su esposo Raimundo. Orgullosa de su autoridad real, siempre estaba dispuesta a hacer valer sus derechos de esposa y Reina. Alfonso I era feliz entre sus soldados, viviendo como un cruzado y en lucha permanente contra los enemigos de la cristiandad. Dos caracteres tan opuestos chocaron desde un principio sin que ninguno tratara de contemporizar, sin tener en cuenta los beneficios que una unión política y territorial reportaría a ambos Reinos.
Desde 1110 a 1126, fecha ésta última del fallecimiento de Urraca, no hubo paz. Las luchas fueron continuas entre los partidarios de Alfonso Enríquez, los de Urraca y los de Alfonso I. El conde de Traba, Pedro Froilaz, y Diego Gelmírez, Obispo de Santiago, se levantaron en armas enarbolando el estandarte de Alfonso Raimúndez, siendo vencidos por Alfonso I, quien rápidamente se trasladó se trasladó a Aragón para poner orden en los disturbios que habían estallado en Zaragoza al rechazar los partidarios de los almorávides a Abd al-Malik, hijo y sucesor de al-Mustain.
La anulación de eclesiástica del matrimonio llegó durante la ausencia de Alfonso I, y Urraca, tras consultar con varios Obispos, optó por la separación. En 1111, Alfonso Raimúndez fue ungido y coronado Rey de Galicia en Santiago, con toda probabilidad con el consentimiento de su madre. Mientras tanto, en un intento de reforzar su posición, Urraca tomó por amante al conde Gómez González, perteneciente a la noble y poderosa casa de los Lara.
La guerra civil obligó a Urraca a permanecer, casi siempre, a la defensiva, tejiendo y rompiendo pactos, según se desarrollaran los cambiantes acontecimientos. El 26 de octubre de 1111, Urraca��fue derrotada en Candespina por las fuerzas aliadas del conde de Enrique de Portugal y Alfonso I el Batallador. Urraca envió emisarios al conde Enrique proponiéndole un reparto del Reino, con lo que éste abandonó la alianza con el aragonés uniendo sus fuerzas a las de Urraca. Alfonso I, acosado ahora por fuerzas superiores, tuvo que retroceder y refugiarse en el castillo de Peñafiel. La lucha se volvió más caótica y el enfrentamiento entre los bandos no cesaba. En 1112, Urraca se alió de nuevo con los partidarios de su hijo y con el conde Enrique de Portugal, en un intento por recuperar el Reino de Castilla que había quedado en posesión de Alfonso I tras la anulación del matrimonio. Avisado, Alfonso Iacudió a interceptarlos en Astorga, pero fue derrotado y buscó refugio en Carrión de los Condes, donde tras arduas negociaciones vuelven a reconciliarse Urraca y Alfonso I. Finalmente, cansado de tantas rupturas y conciliaciones, y de tanta lucha inútil, Alfonso I decidió terminar definitivamente con Urraca, a la que repudió.
Urraca no alcanzaría la paz. Castilla estaba dividida en partidos, uno de los cuales se inclinaba por el portugués. El condado de Portugal, en manos de Teresa, viuda ya de Enrique, que había muerto en la defensa de Astorga contra las fuerzas de Alfonso I el Batallador, reclamaba una independencia cada vez mayor. Galicia, que apoyaba los derechos de Alfonso Raimúndez, vivía inmersa en las luchas entre los partidarios de éste y los de Urraca. Asedios, motines, incendios y traiciones obligaron a Urraca a firmar en 1117, con la mediación del Obispo Diego Gelmírez, una alianza de buenas relaciones con su hijo, cuya duración se fijó en tres años, llamado el Pacto del Tambre, tiempo que fue aprovechado por Alfonso Raimúndez para ampliar las bases de su poder. 
Urraca quiso compensar la complicidad de Gelmírez dándole el Señorío de Santiago, lo que satisfacía sus desmedidas ambiciones. Sin embargo, los burgueses temerosos de que fueran recortadas sus libertades, se amotinaron e incendiaron la Catedral que se estaba construyendo, en uno de los cuyos campanarios se habían refugiado Urraca y Gelmírez. En la confusión que se originó, el Obispo pudo huir, aunque su hermano y su mayordomo fueron capturados y ajusticiados. La Reina, prisionera, fue vejada; despojada de su ropa, le arrojaron desperdicios y piedras. Con engaños, Urraca pudo escapar, pero volvió rápidamente a la ciudad con el Ejército que estaba acampado a las afueras, castigando con dureza a la población por su desobediencia. Gelmírez fue repuesto en su cargo.
Finalizada la tregua de los tres años, Urraca reclamó la plena soberanía de Galicia estableciendo un pacto con Diego Gelmírez por el que le otorgaba como Señorío la totalidad de las tierras gallegas. El ambicioso Gelmírez abandonó el bando de Alfonso Raimúndez enfrentándose a sus partidarios, que sufrieron una derrota. Aprovechando estos incidentes, Teresa de Portugal se apoderó de Tuy y de varias plazas al Sur del Miño; pero, en 1121, fue derrotada por Gelmírez en Lanhoso[3]. Urraca, temerosa del enorme poder que estaba acumulando el Obispo, intentó limitar o anular su influencia. A tal efecto le hizo detener, pero Gelmírez consiguió el apoyo del clero bajo y del pueblo, oponiéndose a las intenciones de la Reina promoviendo algaradas y alborotos. Ante el cariz que estaba tomando la revuelta, Urraca viajó a Santiago acompañada de su amante y quizá ya su esposo, Pedro González de Lara, del que tenía dos hijos, y firmó un nuevo acuerdo con Gelmírez en 1123.
Las luchas civiles no eran las únicas que asolaban a Castilla y León durante esos años. Los almorávides prosiguieron su avance arrebatando varias plazas a los castellanoleoneses. Afortunadamente, los ataques lanzados por catalanes y aragoneses impidieron que los daños infligidos a León-Castilla fueran mayores.
Pese a todas las dificultades y al desprestigio en que había caído la Monarquía, Urraca siguió siendo, hasta su fallecimiento, lo que desde un principio pregonaron sus diplomas: “Totius Hispaniae Regina”. En Portugal, Alfonso Enríquez apartaba a su madre, Teresa, del Gobierno y consolidaba una posición que le llevó a proclamarse Rey y a independizarse de la Monarquía castellanoleonesa.
El ocho de marzo de 1126, Urraca fallecía en el castillo de Saldaña, a los 47 años, tras 17 de agitado reinado y, según parece, de parto. Inmediatamente, el día 10 del mismo mes Alfonso Raimúndez entraba solemnemente en León disponiéndose a reinar con el nombre de Alfonso VII el Emperador.
Autor: José Alberto Cepas Palanca para la Revista Historia Universal - [email protected]
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lector-24 · 7 years
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Josefina con Ricardo Anaya, Victor Hugo Sondón y Alfonso Bravo
Después del Registro
Josefina cobijada por alcaldes del PAN
Toluca México 30 de Marzo.- “Vamos a cambiar la historia del Estado de México, como vi en una calle de Valle de Bravo: caminar, amar y vivir sin miedo. Estoy fuerte, decidida y ninguna canallada o tropelía me va a detener para construir una página luminosa en la entidad”, señaló Josefina Vázquez Mota.
Al registrarse como candidata al gobierno del Estado de México la candidata dijo que ; “Como nunca antes, el Partido Acción Nacional está unido. Esa fuerza, esa voluntad de la militancia, de los liderazgos y de la ciudadanía, nos llevarán a ganar y abrir las puertas del Palacio de Gobierno, por donde entrará la libertad, la paz, la justicia y el vivir sin miedo”.
Josefina se presentó al IEEM acompañada de dirigentes nacionales de su partido, de dirigentes estatales, de alcaldes en funciones y de precandidatos que se unieron a su campaña como son el caso de Juan Rodolfo Sánchez Gómez, Juan Carlos Nuñez Armas y José Luis Durán Reveles quien ya fue candidato a gobernador. También fue significativa la presencia de Francisco Gárate quien es una de las personas que más conoce de Derecho Electoral en el Estado de México. Entre los asistentes también se contó con la presencia de Carlos Madrazo un importante líder de la zona metropolitana quien fuera alcalde de Atizapán y senador por el Estado de México.
Josefina Vázquez con José Luis Durán, Juan Carlos Núnez, Juan Rodolfo Sánchez y Francisco Gárate
El Presidente Nacional del PAN, Ricardo Anaya Cortés, señaló que el PRI se va, que se acabó la rapiña y que no habrá venganza, pero sí justicia y cárcel para los corruptos.
Durante su registro de manera personal la candidata estuvo acompañada de Víctor Hugo Sondón quien es presidente del PAN y coordinador de la campaña. También estuvo el representante del PAN ante el IEEM, Alfonso Bravo que es uno de los panistas más importantes del municipio de Metepec.
La candidata dijo que el Estado de México merece una historia distinta, con mejores oportunidades para los mexiquenses, con más empleo, mejor transporte (que no represente perder cinco horas diarias de su vida), y dejar los vergonzosos primeros lugares en secuestro, inseguridad, corrupción, impunidad y feminicidios.
Ricardo Anaya insistió en que el PRI está apanicado, porque saben que Acción Nacional va a ganar y porque se les acabó la fiesta: “por más que le busquen a Josefina no van encontrar nada, porque ella es una mujer honesta, transparente y de una sola pieza”.
Anaya Cortés refirió a la candidata de Morena, la de la puerta falsa, que no gobernó como presidenta municipal de Texcoco, porque lo hizo su jefe político Higinio Martínez, no tiene ni autoridad ni carácter.
Finalmente, Víctor Hugo Sondón, Presidente de PAN en el Estado de México, dijo que el PRI no tiene miedo, “sino pavor”, y por eso la camarilla encabezada por el “primazo del Mazo” trata de desprestigiar a Josefina, quien encabeza las preferencias electorales.
La candidata estuvo arropada por liderazgos estatales y nacionales del PAN, como Diego Fernández de Cevallos, Margarita Zavala, Santiago Creel, los coordinadores del GPPAN en el Senado y en la Cámara de Diputados Federales, Fernando Herrera Ávila y Marko Cortés, respectivamente.
Ninguna canallada me va a detener: Josefina Vázquez Toluca México 30 de Marzo.- “Vamos a cambiar la historia del Estado de México, como vi en una calle de Valle de Bravo: caminar, amar y vivir sin miedo.
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placestoseein · 7 years
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Places to see in ( Segovia - Spain ) Segovia is a city in the autonomous region of Castile and León, Spain. Segovia is the capital of Segovia Province. Segovia is a historic city northwest of Madrid, in central Spain's Castile and León region. Its centuries of settlement have resulted in a rich architectural legacy, including medieval walls, Romanesque churches, a former royal palace and a Gothic cathedral. Segovia iconic ancient Roman aqueduct has more than 160 arches, most in the original mortarless granite, and stands above Plaza Azoguejo in the heart of the city. Segovia is located on the plains of Old Castile, near Valladolid and the Spanish capital, Madrid. Segovia is one of nine provinces that make up the autonomous region of Castile and León. Burgos and Valladolid lie to the north, Ávila to the west, Madrid to the south, and Soria to the east. The altitude of the province varies from 750 metres (2,461 feet) in the extreme northwest to a maximum of 2,430 m (7,972 ft) at Peñalara peak in the Sierra de Guadarrama. Segovia lies on the main route of the Camino de Santiago de Madrid. Segovia's position on trading routes made it an important centre of trade in wool and textiles. The end of the Middle Ages saw something of a golden age for Segovia, with a growing Jewish population and the creation of a foundation for a powerful cloth industry. Several splendid works of Gothic architecture were also completed during this period. Notably, Isabella I was proclaimed queen of Castile in the church of San Miguel de Segovia on December 13, 1474. Like most Castilian textile centres, Segovia joined the Revolt of the Comuneros under the command of Juan Bravo. Despite the defeat of the Communities, the city's resultant economic boom continued into the sixteenth century, its population rising to 27,000 in 1594. Then, as well as almost all the cities of Castile, Segovia entered a period of decline. Only a century later in 1694, the population had been reduced to only 8,000 inhabitants. In the early eighteenth century, Segovia attempted to revitalize its textile industry, with little success In 1985 the old city of Segovia and its Aqueduct were declared World Heritage Sites by UNESCO. The old city contains a multitude of historic buildings both civil and religious, including a large number of buildings of Jewish origin, notably within the old Jewish Quarter. One of the most historically important Jewish sites is the Jewish cemetery, El Pinarillo. Among the most important monuments in the city are: The Aqueduct of Segovia, located in Plaza del Azoguejo, is the defining historical feature of the city, dating from the late 1st or early 2nd century CE. Like a number of other aqueducts in Spain, Segovia’s Roman-built aqueduct receives attention for being one of the “extraordinary engineering accomplishments” existing in the country, wrote Alejandro Lapunzina in Reference Guides to National Architecture: Architecture of Spain. The Alcazar of Segovia, the royal palace built on a stone peninsula between the rivers Eresma and Clamores, is documented for the first time in 1122, although it may have existed earlier. It was one of the favored residences of the kings of Castile, built in the transition from Romanesque architecture to Gothic and Mudéjar. The building is structured around two courtyards and has two towers, and a keep. It was a favourite residence of Alfonso X the Wise and Henry IV, and Isabella the Catholic was crowned Queen of Castile in Segovia's Plaza Mayor. The Segovia Cathedral, the last Gothic cathedral built in Spain. It is considered a masterpiece of Basque-Castilian Gothic architecture and is known as "The Lady of Cathedrals." Juan Gil de Hontañón, Rodrigo Gil de Hontañón, and other masters of Spanish architecture worked on the construction. The Walls of Segovia existed when Alfonso VI of León and Castile retook the city from the Arabs. Alfonso had them enlarged, and also increased its perimeter to 3 kilometres, with eight towers, five gates, and several doors. It was built mainly of granite blocks but also reused gravestones from the old Roman necropolis. ( Segovia - Spain ) is well know as a tourist destination because of the variety of places you can enjoy while you are visiting the city of Segovia . Through a series of videos we will try to show you recommended places to visit in Segovia - Spain Join us for more : https://www.youtube.com/channel/UCLP2J3yzHO9rZDyzie5Y5Og http://ift.tt/2drFR54 http://ift.tt/2cZihu3 http://ift.tt/2drG48C https://twitter.com/Placestoseein1 http://ift.tt/2cZizAU http://ift.tt/2duaBPE
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Alfonso VI, El Bravo
Alfonso VI, El Bravo, Rey de León y de Castilla (1040-1109). Segundo hijo de Fernando I el Magno, Rey de Castilla y León, y de Sancha de León. Su padre
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Alfonso VI, El Bravo
Alfonso VI, El Bravo, Rey de León y de Castilla (1040-1109). Segundo hijo de Fernando I el Magno, Rey de Castilla y León, y de Sancha de León. Su padre
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Alfonso VI, El Bravo, Rey de León y de Castilla (1040-1109). Segundo hijo de Fernando I el Magno, Rey de Castilla y León, y de Sancha de León. Su padre
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HISTORIA UNIVERSAL - LA REINA URRACA I DE LEÓN -
Urraca I de León, (1080-1126). Nació en 1080 en León, falleciendo en 1126, con 44 años de edad, en el castillo de los condes de Saldaña, en Palencia. Sus restos reposan en el Panteón de Reyes de San Isidoro de León.
Poco después de la muerte de Alfonso VI el Bravo y de acuerdo con sus disposiciones, se celebró en el castillo de Muñón, cerca de Burgos, la boda entre Urraca, heredera de León y Castilla y Alfonso I el Batallador, Rey de Aragón y Navarra. 
Urraca había accedido a la celebración de esta boda en contra de su voluntad, y si lo hizo fue por no contravenir la voluntad de su padre y la voluntad de los nobles partidarios del aragonés. 
Parecía que todo iba a resultar tal y como Alfonso VI el Bravo lo planeó: la unión de León y Castilla con Aragón iba a ser gloriosa y definitiva. De momento, Toledo, gracias al valor de Alvar Fáñez, resistió con éxito logrando que el nuevo emir almorávide, Alí Ben Yusuf se retirara. 
Alfonso I el Batallador vencía y daba muerte a al-Mustain de Zaragoza en la batalla de Valtierra (Navarra), el dos de enero de 1110, mientras Urraca acudía en ayuda de su esposo con un Ejército castilloleonés.
Las desavenencias dificultades pronto iban a separar a los dos bisnietos de Sancho Garcés III el Mayor de Navarra. El cluniacense francés Bernardo de Sedirac, Arzobispo de Toledo, se opuso desde el primer momento a este matrimonio, que cerraba el paso a la dinastía borgoñona, representada por Alfonso Raimúndez, hijo de Urraca y de esposo fallecido, Raimundo de Borgoña, – futuro Alfonso VI el Bravo – alegando como pretexto que eran primos segundos. 
Un año después, consiguió que el Papa Pascual II declarara nulo el matrimonio. Por otra parte, el partido antiaragonés, constituido Pedro Froilaz, conde de Traba, Jefe de la poderosa familia Trastámara de Galicia, y el Obispo de Santiago, Diego Gelmírez, poderosos y ambiciosos tutores del joven Alfonso Raimúndez, serán capaces de defender los derechos sobre Galicia, o sobre el Reino entero, de su pupilo. Teresa, hija de una concubina de Alfonso VI el Bravo y casada con el borgoñón Enrique, tampoco veía con buenos ojos el matrimonio de Urraca, puesto que ya había puesto objeciones el anciano Rey, máxime cuando esperaban ser padres de Alfonso Enríquez, destinado a ser el primer Rey de Portugal. Todos estos problemas e intrigas hubieran desaparecido si el matrimonio de Alfonso I el Batallador y Urraca hubiera engendrado con rapidez un hijo. Pero éste no vino y las desavenencias políticas y personales comenzaron muy pronto. Las rupturas y reconciliaciones se sucedieron, según los intereses políticos de cada uno, hasta que llegó la ruptura definitiva.
Urraca, de 29 años, apasionada y celosa, ya conocía el matrimonio y la política pues había gobernado Galicia tras la muerte de su esposo Raimundo. Orgullosa de su autoridad real, siempre estaba dispuesta a hacer valer sus derechos de esposa y Reina. Alfonso I era feliz entre sus soldados, viviendo como un cruzado y en lucha permanente contra los enemigos de la cristiandad. Dos caracteres tan opuestos chocaron desde un principio sin que ninguno tratara de contemporizar, sin tener en cuenta los beneficios que una unión política y territorial reportaría a ambos Reinos.
Desde 1110 a 1126, fecha ésta última del fallecimiento de Urraca, no hubo paz. Las luchas fueron continuas entre los partidarios de Alfonso Enríquez, los de Urraca y los de Alfonso I. El conde de Traba, Pedro Froilaz, y Diego Gelmírez, Obispo de Santiago, se levantaron en armas enarbolando el estandarte de Alfonso Raimúndez, siendo vencidos por Alfonso I, quien rápidamente se trasladó se trasladó a Aragón para poner orden en los disturbios que habían estallado en Zaragoza al rechazar los partidarios de los almorávides a Abd al-Malik, hijo y sucesor de al-Mustain.
La anulación de eclesiástica del matrimonio llegó durante la ausencia de Alfonso I, y Urraca, tras consultar con varios Obispos, optó por la separación. En 1111, Alfonso Raimúndez fue ungido y coronado Rey de Galicia en Santiago, con toda probabilidad con el consentimiento de su madre. Mientras tanto, en un intento de reforzar su posición, Urraca tomó por amante al conde Gómez González, perteneciente a la noble y poderosa casa de los Lara.
La guerra civil obligó a Urraca a permanecer, casi siempre, a la defensiva, tejiendo y rompiendo pactos, según se desarrollaran los cambiantes acontecimientos. El 26 de octubre de 1111, Urraca fue derrotada en Candespina
por las fuerzas aliadas del conde de Enrique de Portugal y Alfonso I el Batallador. Urraca envió emisarios al conde Enrique proponiéndole un reparto del Reino, con lo que éste abandonó la alianza con el aragonés uniendo sus fuerzas a las de Urraca. Alfonso I, acosado ahora por fuerzas superiores, tuvo que retroceder y refugiarse en el castillo de Peñafiel. La lucha se volvió más caótica y el enfrentamiento entre los bandos no cesaba. En 1112, Urraca se alió de nuevo con los partidarios de su hijo y con el conde Enrique de Portugal, en un intento por recuperar el Reino de Castilla que había quedado en posesión de Alfonso I tras la anulación del matrimonio. Avisado, Alfonso I acudió a interceptarlos en Astorga, pero fue derrotado y buscó refugio en Carrión de los Condes, donde tras arduas negociaciones vuelven a reconciliarse Urraca y Alfonso I. Finalmente, cansado de tantas rupturas y conciliaciones, y de tanta lucha inútil, Alfonso I decidió terminar definitivamente con Urraca, a la que repudió.
Urraca no alcanzaría la paz. Castilla estaba dividida en partidos, uno de los cuales se inclinaba por el portugués. El condado de Portugal, en manos de Teresa, viuda ya de Enrique, que había muerto en la defensa de Astorga contra las fuerzas de Alfonso I el Batallador, reclamaba una independencia cada vez mayor. Galicia, que apoyaba los derechos de Alfonso Raimúndez, vivía inmersa en las luchas entre los partidarios de éste y los de Urraca. Asedios, motines, incendios y traiciones obligaron a Urraca a firmar en 1117, con la mediación del Obispo Diego Gelmírez, una alianza de buenas relaciones con su hijo, cuya duración se fijó en tres años, llamado el Pacto del Tambre, tiempo que fue aprovechado por Alfonso Raimúndez para ampliar las bases de su poder. Urraca quiso compensar la complicidad de Gelmírez dándole el Señorío de Santiago, lo que satisfacía sus desmedidas ambiciones. Sin embargo, los burgueses temerosos de que fueran recortadas sus libertades, se amotinaron e incendiaron la Catedral que se estaba construyendo, en uno de los cuyos campanarios se habían refugiado Urraca y Gelmírez. En la confusión que se originó, el Obispo pudo huir, aunque su hermano y su mayordomo fueron capturados y ajusticiados. La Reina, prisionera, fue vejada; despojada de su ropa, le arrojaron desperdicios y piedras. Con engaños, Urraca pudo escapar, pero volvió rápidamente a la ciudad con el Ejército que estaba acampado a las afueras, castigando con dureza a la población por su desobediencia. Gelmírez fue repuesto en su cargo.
Finalizada la tregua de los tres años, Urraca reclamó la plena soberanía de Galicia estableciendo un pacto con Diego Gelmírez por el que le otorgaba como Señorío la totalidad de las tierras gallegas. El ambicioso Gelmírez abandonó el bando de Alfonso Raimúndez enfrentándose a sus partidarios, que sufrieron una derrota. Aprovechando estos incidentes, Teresa de Portugal se apoderó de Tuy y de varias plazas al Sur del Miño; pero, en 1121, fue derrotada por Gelmírez en Lanhoso[3]. Urraca, temerosa del enorme poder que estaba acumulando el Obispo, intentó limitar o anular su influencia. A tal efecto le hizo detener, pero Gelmírez consiguió el apoyo del clero bajo y del pueblo, oponiéndose a las intenciones de la Reina promoviendo algaradas y alborotos. Ante el cariz que estaba tomando la revuelta, Urraca viajó a Santiago acompañada de su amante y quizá ya su esposo, Pedro González de Lara, del que tenía dos hijos, y firmó un nuevo acuerdo con Gelmírez en 1123.
Las luchas civiles no eran las únicas que asolaban a Castilla y León durante esos años. Los almorávides prosiguieron su avance arrebatando varias plazas a los castellanoleoneses. Afortunadamente, los ataques lanzados por catalanes y aragoneses impidieron que los daños infligidos a León-Castilla fueran mayores.
Pese a todas las dificultades y al desprestigio en que había caído la Monarquía, Urraca siguió siendo, hasta su fallecimiento, lo que desde un principio pregonaron sus diplomas: “Totius Hispaniae Regina”. En Portugal, Alfonso Enríquez apartaba a su madre, Teresa, del Gobierno y consolidaba una posición que le llevó a proclamarse Rey y a independizarse de la Monarquía castellanoleonesa.
El ocho de marzo de 1126, Urraca fallecía en el castillo de Saldaña, a los 47 años, tras 17 de agitado reinado y, según parece, de parto. Inmediatamente, el día 10 del mismo mes Alfonso Raimúndez entraba solemnemente en León disponiéndose a reinar con el nombre de Alfonso VII el Emperador.
Autor: José Alberto Cepas Palanca para LA REVISTA HISTORIA
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HISTORIA UNIVERSAL - ALFONSO I DE ARAGÓN Y PAMPLONA - 
Alfonso I de Aragón y I de Pamplona, el Batallador (1073 – 1134) fue Rey de Aragón y de Pamplona entre 1104 y 1134. Hijo de Sancho Ramírez I de Aragón y Navarra, sucedió a su hermano Pedro I, muerto sin descendencia a causa del fallecimiento de su hijo, Pedro Pérez. Alfonso I recibió el remoquete del Batallador por su ánimo aguerrido que marcó todo un período de la Historia de España. Misógino, pues no hay noticias de que tuviera trato íntimo con mujeres, endurecido en batallas desde su juventud, hizo de su vida el arquetipo de monje-soldado, entregándose con ardor a la misión reconquistadora. Su carácter influirá decisivamente en las desavenencias con su esposa Urraca de Castilla, lo que constituyó una de las causas del estallido de la guerra civil en Castilla-León.
Aventajado guerrero, que ya había demostrado su valía en las acciones bélicas que llevó a cabo bajo el reinado de su hermano, se lanzó al combate desde los primeros días de su ascenso al trono, conquistando Tauste (Zaragoza), Líter (Huesca) y Egea (Zaragoza) en 1105. La ayuda que prestó al conde de Urgell, Ermengol VI, para recuperar Balaguer (Lérida) se tradujo en una fuerte amistad entre el Monarca aragonés y el conde catalán. En 1107, Alfonso I conquistó las plazas de Tamarite y San Esteban (Huesca).
Alfonso I el Batallador
En 1109, Alfonso I contrajo matrimonio con Urraca –  en el castillo de Monzón de Campos (Palencia) – Reina de Castilla, León y Galicia, hija del difunto Alfonso VI, el Bravo y viuda de Raimundo de Borgoña, de quien tuvo a Alfonso Raimúndez, Alfonso VII. Desde el principio, diversas fuerzas políticas se opusieron a este matrimonio: la nobleza gallega; Gelmírez, obispo de Santiago; el clero borgoñón; los condes de Portugal, Teresa y Enrique. Todo parecía que se iba a desarrollar como Alfonso VI el Bravo lo había planeado: la unión de dos poderosos reinos bajo un mismo cetro.
Toledo resistió con éxito la acometida de los almorávides, consiguiendo que su emir Ali-ben-Yusuf, se retirara. Alfonso I venció llevándose por delante a al-Mustaín de Zaragoza en la batalla de Valtierra (21-1-1110), mientras Urraca acudió con un ejército castelloleonés en apoyo de su esposo, pero las desavenencias conyugales y las dificultades políticas surgieron muy pronto entre los dos bisnietos de Sancho Garcés III el Mayor de Navarra. Urraca, de 29 años, apasionada y celosa, ya conocía el matrimonio y la política. Alfonso I era feliz entre sus soldados, viviendo como un cruzado y en lucha permanente contra el Islam. Dos caracteres tan opuestos chocaron desde un principio sin que ninguno tratara de contemporizar, sin tener en cuenta los beneficios que una unión política y territorial reportaría a ambos reinos. El hijo que no engendraron podría haber solucionado todos estos problemas.
Durante cinco años, Alfonso I se vio inmerso en disputas, en intrigas y en la guerra civil que se desató en Castilla-León a causa de la sucesión. La vida conyugal entre Urraca y Alfonso estuvo plagada de desavenencias, rupturas y reconciliaciones, según las conveniencias políticas del momento, hasta que Alfonso I decidió aceptar la resolución papal de anular su matrimonio en virtud del grado de parentesco habido entre los cónyuges. En 1114, Alfonso se separó definitivamente de Urraca renunciando a intervenir en los asuntos internos de Castilla-León. A partir de esa fecha, volverá a ser exclusivamente Rey de Aragón y Navarra, aunque mantuvo en su poder importantes zonas de Castilla y sin renunciar al título de “Emperador”.
Liberado ya de intervenir en los asuntos castellanoleoneses, Alfonso I dedicó todos sus recursos a la Reconquista y, sobre todo, a terminar la obra de su hermano Pedro I: la conquista de la ciudad blanca, Zaragoza. En el Concilio de Tolosa, en 1118, consiguió que los franceses participaran en la cruzada para tomar Zaragoza. Contingentes de tropas galas, catalanas, castellanas y vizcaínos aliados del aragonés se unieron a las navarroaragonesas. Para no dejar desguarnecido el reino, Alfonso I encomendó a los almogávares – con tropas muy ejercitadas en la guerra – la salvaguarda de las fronteras. El largo y difícil sitio de Zaragoza se inició en 1114, ya que antes tuvieron que ser conquistadas las plazas de Gurrea (Huesca), Tudela (Navarra), Belchite (Zaragoza) y Sariñena (Huesca). El 18 de diciembre de 1118 capitulaba Zaragoza. La toma de la ciudad trajo consigo el sometimiento de Ricla (Zaragoza), en la ribera del Jalón. De allí pasó a Borja (Zaragoza), que ocupó; finalmente tras un corto asedio cayó Tarazona. En el verano de 1120, los almorávides intentaron recuperar Zaragoza, pero fueron vencidos estrepitosamente en Cutanda (Teruel) por las tropas del Batallador. Luego avanzó por el valle del Jalón, ocupó Calatayud y rindió la plaza de Daroca (Zaragoza).
Alentado por la llamada que le hicieron los mozárabes de Granada, dispuestos a ayudarle desde dentro para que tomara la ciudad, inició en 1125, la famosa expedición por tierras de Valencia, Murcia y Andalucía. Aunque logró una importante victoria en Arinsol, cerca de Lucena (1126), no consiguió apoderarse de ninguna plaza importante. Lo más sobresaliente de esta expedición residió en el efecto psicológico que causó en el pueblo musulmán, en el rico botín que capturó y en los 14.000 mozárabes que se le unieron, con los que pudo repoblar las tierras conquistadas al Sur del Ebro.
En 1126, falleció la Reina Urraca de Castilla, y su hijo, Alfonso VII, inició una política tendente a recuperar las tierras castellanas que permanecían en poder de Alfonso I, quien se dispuso a enfrentarse con su hijastro. El Batallador levantó su campamento en Támara de Campos (Palencia); Alfonso VII en Isar (Burgos), preparados para enfrentarse, pero las hábiles negociaciones llevadas a cabo por Gastón de Bearne y su hermano menor Céntulo de Bigorra, súbditos del Monarca aragonés, consiguieron la firma del pacto de Támara (1127) por el que Alfonso VII recobraba las tierras castellanas que el aragonés retenía en su poder y renunciaba al título de “Emperador”.
En 1130, Alfonso I se embarcó en una empresa transpirenaica contra las ambiciones del duque de Aquitania y en defensa de los derechos de su fiel súbdito Gastón de Bearne[1], que disputaba el Señorío de Labourd, en el País Vasco Francés, al de Aquitania. Alfonso I llevó su Ejército hasta Bayona, cercándola durante un año, hasta que muerto Gastón, en 1131, levantó el asedio y regreso a su Reino.
Las últimas campañas se circunscribieron a la zona de Lérida y Fraga (Huesca). Inició la campaña con la conquista de Mequinenza (Zaragoza) en junio de 1133, a la que bloqueó por el Ebro con galeras, con la intención de llegar a Tortosa (Tarragona) e impedir que los musulmanes recibieran ayuda por vía fluvial. En el otoño de 1133, inició el cerco de Fraga, estratégica plaza fuerte por su situación y sus defensas. En socorro de los sitiados llegó un Ejército almorávide, lo que obligó a Alfonso I a luchar en dos frentes: contra los sitiados que salieron a atacarle y contra los que venían en socorro de la plaza. Alfonso I tuvo que emprender una retirada que resultó desastrosa. Esta derrota no impidió que el infatigable Monarca pusiera sitio al castillo de Lizana, en Huesca, en al año 1134. Sintiéndose muy enfermo se retiró hacia Almuniente (Huesca), donde falleció el siete de septiembre de 1134.
Alfonso I, el Batallador hizo dos testamentos: el primero, en 1130, durante el cerco de Bayona, y el otro en Sariñena (Huesca), pocos días antes de morir. Por último, legaba su Reino a las Órdenes Militares del Temple y de los Hospitalarios. Tan extraño testamento, en contradicción con el derecho navarroaragonés, planteó un problema jurídico y sucesorio de extrema gravedad, por lo que nadie estaba dispuesto a cumplirlo. Los aragoneses eligieron por Rey a Ramiro II, el Monje, hermano de Alfonso I, y los navarros a García Ramírez, hijo de Ramiro de Navarra, nieto del Cid Campeador y bisnieto de Sancho Garcés III el Mayor, de Navarra.
El testamento de Alfonso I el Batallador significó la definitiva separación de Navarra y Aragón, y la unión, a corto plazo, de Aragón con Cataluña.
Autor: José Alberto Cepas Palanca para Revista de Historia
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