Tumgik
grindewaldsminion · 1 year
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My baby girl ❤️
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grindewaldsminion · 1 year
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cmon just meet and kiss on screen already (desperately)
jokes aside, I feel so obsessed with their own lore and past outside this ship, I felt even kinda relieved when I realized how much I like them, it inspires me so much
currently thinking about their traumas and all possible ways to comfort them 24/7 waahhh
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grindewaldsminion · 1 year
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The Special Art Rares for the Paldea starters!
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grindewaldsminion · 1 year
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Posting this illustration I did of my OC Lorenzo to see what counts as acceptable nudity on the site
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grindewaldsminion · 1 year
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grindewaldsminion · 1 year
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Some DnD portraits I’ve done over the past six months or so! Thank you again! @bookscoffeeandblankets @grand-theftautumn @firegolds (and others who I didn’t tag because mobile app is being temperamental c’:) Appreciate you all! You have some lovely beans <3
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grindewaldsminion · 1 year
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Oh to live in the world of Pokemon...
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grindewaldsminion · 1 year
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grindewaldsminion · 3 years
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El humano tr3ce
El hedor a excremento me despertó de forma abrupta, como si chocase contra un enorme muro de mierda. Mi cabeza daba vueltas por el inmundo olor que, sumado al inclemente calor, sofocaría a cualquiera que se atreviera a respirar el aire del ambiente. Froté mis ojos para enfocar los objetos que se encontraban más allá de los barrotes de mi jaula, tratando de identificar la causa del hedor. Así es, leyeron correctamente: estoy dentro de una jaula.  
En los tiempos que estamos viviendo me llaman “Mascota”. No crean que soy un hombre al cual se le privó de su libertad por cometer algún crimen. Estoy aquí como un espécimen, una simple mascota de las que suelen venderse aquí en el mercado freedom, a unos cuantos kilómetros al norte del muro oeste.
¿Qué ironía, no? Mercado freedom...
Hace muchos años, decadas ya,  yo era un escritor. No uno muy famoso, pero respetado por mis alumnos de la preparatoria estatal.  Ahora estoy aquí, sentado en una vieja jaula, rodeado por la mierda de los que habitamos estas jaulas, esperando ser vendido a algún extraño amante de criaturas exóticas.
Solía vivir en mi pequeño apartamento. Siempre mantuve mis estantes surtidos con libros de distintas culturas, una cómoda sala para leerlos y mi indispensable mini bar. Se encontraba en la calle Lexington #13, o eso creo. Me es difícil recordar algunos eventos que sucedieron hace ya tanto tiempo. A veces no puedo recordar mi propio nombre. Ahora me llaman humano tr3c3...
Por las mañanas me preparaba mi café para acompañar la porción de huevos revueltos con pan tostado y jamón, después, le daba las sobras a Terry, mi perro schnautzer. No puedo presumir que llevaba una vida llena de lujos, pero tampoco puedo mentir diciendo que era miserable. Mi departamento, mis libros, mi perro, mi teléfono celular y mi bar eran lo único que necesitaba para llevar una vida de lujos. ¿Qué más podía pedir un hombre solitario y un tanto narcisista? Ahora me conformo con los trozos de pan rancio que nos arrojan dos o tres veces al día para que no desfallezcamos de hambre.
Mi compañera de jaula es una hembra de aproximadamente 52 años. Ya casi no recuerda cómo usar nuestro lenguaje, pero aun así hemos sostenido conversaciones por las noches. Ella es la numero quince. Fue capturada al poco tiempo después que yo, y por su apariencia podría decirse que sufrió heridas graves. Por supuesto, a nuestro amo no se le ocurrió que debía curarla antes de venderla, así que simplemente la cubrió con vendajes y la echó en la pequeña prisión metálica. Tuve la oportunidad de escuchar su historia y quede admirado de la tragedia que había vivido. En el mundo antiguo ella era una maestra de preparatoria. Gustaba de leer, escribir, y practicaba con el violín por placer. Sin embargo, poco a poco ha ido perdiendo la cordura. Esto ha afectado su capacidad de retener la información nueva. Me da la impresión que se está tornando un poco más salvaje e instintiva. Aun así, es la mejor compañía que puedo tener en este lugar.
Disfruto observando hacia los demás puestos. Me ayudan a mantenerme entretenido en este sitio infernal. Cuando la guerra devastó las naciones, todo adquirió nuevas formas y leyes. Solo los recuerdos nos mantenían de pie para enfrentar las adversas circunstancias. Las armas biológicas causaron mutaciones en personas y animales. La falta de alimento provocó que perdiéramos lo poco que nos hacía hermanos, y nos matábamos por una lata de habichuelas. Las ciudades ardieron, los gobiernos cayeron. La humanidad jamás volvería a ser lo que un día fue. Aquellos grandes edificios que se alzaban hasta el cielo, los medios de transporte, la tecnología que nos facilitaba la vida, y las maquinas capaces de crear imágenes, sonidos y movimientos que solo eran superados por la naturaleza misma, habían desaparecido.
¿Cómo eran aquellos días? Pues los humanos vivíamos en un mundo de enajenación digital, de soledad cibernética y desesperación competitiva. Me pregunto si todo esto que está sucediendo es consecuencia de los actos egoístas que nos caracterizaban. Matamos nuestro mundo lentamente y jugamos a ser dioses, manipulando aquello que apenas comenzábamos a comprender por su compleja naturaleza. Rompimos el equilibrio y ahora solo quedan estos artefactos como reliquias: Televisores, computadoras, radios, bicicletas, automóviles, celulares, cosas que solían formar parte vital de nuestra convivencia diaria se han convertido en simples artilugios para coleccionar, o incluso se apilan en algún basurero.
Mi amo se ha retrasado con el alimento de hoy. Nos ha traído pan rancio como es costumbre. Número quince ha mordido la mano que nos alimenta. Se comporta como los perros cuando desfallecían de hambre, vagando por las calles de la ciudad. Por supuesto que el amo no tomó esto muy a la ligera, y ha sacado su fuste negro para darle un buen escarmiento. Otra ironía de la vida; en el mundo anterior, nosotros le pegábamos a las mascotas cuando cometían un acto indebido. Ahora son ellas las que nos escarmientan a nosotros. Así es, mi amo es un labrador que camina en dos patas. Su mirada es fuerte y agresiva, su voz es como un feroz ladrido.
¿Cómo fue que ellos se convirtieron en nuestros amos?
Tal vez a causa de las mutaciones ocasionadas por las armas biológicas. No lo sabemos con certeza, o simplemente lo hemos olvidado. Solo sé que es una forma de justicia para todas aquellas criaturas a las cuales los humanos mirábamos de forma inferior.
Mientras engullía mi trozo de pan, mire hacia el puesto de la esquina. Un puerco parado en sus dos patas sostenía un cuchillo de carnicero, era evidente que vendía carne fresca a todas las amas de casa que salían a hacer su mandado del día. Su mandil estaba manchado de sangre, y  la sombra de barba cubría parte de su rostro. Era extraño que se pareciera tanto al carnicero de mi colonia. Tenía la misma mirada de satisfacción cuando cortaba la carne en pedacitos. Don Rigo, el carnicero de la colonia, disfrutaba mucho desmembrando a los cerdos y rebanado sus cabezas. Recuerdo a mi vecina, ella pasaba todas las mañanas por sus tres kilos de carne de cerdo. Exigía que fuera el más robusto, y que le removieran las pezuñas, trompa y la cola, que eran las partes que le ocasionaban asco.
“Quien diría que estas criaturas tan horrendas son tan deliciosas ¿no lo cree así? “
Le preguntaba mi vecina al carnicero, esbozando una mueca un tanto perversa y dándole una palmadita al muslo del pobre animalito. El sádico hombre le contestaba con una gran sonrisa mientras su cuchillo destazaba al cerdo.
Bueno, para justicia de aquel pobre animal, en este preciso momento el cerdo del puesto de la esquina le está entregando un kilo de muslo de aquel carnicero de mi colonia a un ama de casa.
“Me da medio kilo de esa carne blanca por favor”
Le pidió la mujer, señalando el torso de la que era mi vecina. “Que deliciosas criaturas resultaron ser los humanos”
Dijo ella sonriendo, mientras el cerdo cortaba en cuadritos a la que fue mi vecina de departamento.
Pobre, pero así son las cosas de la vida…
No pude evitar soltar la risa cuando un par de leonas vestidas de monjas cruzaron la plaza principal del mercado. Predicaban la palabra del señor, del dios que cuida de las bestias y que según ellas creó el mundo animal.
“El vino al mundo en forma de león para salvarnos, y su vida fue documentada en este libro sagrado”
Dijo una de ellas, enseñándole a una cabra un pequeño libro de letras doradas en cuyo título se leía “El rey León”. Fue ahí donde mi mente no pudo evitar pensar que cada individuo en este planeta crea su propia deidad a base de las necesidades espirituales que tengan. Toman algunas historias épicas y las convierten en lecturas sagradas. Por supuesto que creer en una deidad no tiene nada de malo, pensaba yo, hasta que algunos fanáticos convierten las palabras en peligrosas armas para su convencía. Las transforman en látigos para castigar a los que son diferentes, a los que piensan por su propia cuenta y no se dejan manipular. Me pregunto en donde estarán aquellos humanos que predicaban el amor de dios y se sentaban en su opulencia viendo sufrir al más débil y al necesitado, siempre cubriéndose detrás de la palabra de dios. Seguramente serán el alimento de estas monjas leonas, para la cena de la congregación.
Dios bendiga los sagrados alimentos, literalmente.
A lo lejos se escuchaban los quejidos de las mujeres humanas que la vaca, también parada en dos patas, ordeñaba alegremente. Para eso eran utilizadas la mayoría de las mujeres jóvenes entre 15 y 39 años. Las preñaban para poder producir la leche, después, cuando pasaban la edad de producción, las mandaban al rastro como los demás humanos viejos o simplemente eran sacrificadas. No mencionaré que hacían con las pobres criaturas recién nacidas, pero les diré: ¿Alguna vez escucharon hablar de la carne de ternera?
Eh ahí su respuesta.
Era muy doloroso para mí presenciar todos estos horrores. En ocasiones me pregunto si para ellos también lo fue, allá, en el viejo mundo. No puedo contar las noches que me he pasado en vela pensando sobre mi destino, mi propósito en este planeta. Antes era escritor, maestro, amigo, hermano y humano, ahora solo soy un producto, un animal, una mascota, sin valor u opinión.
Ya entrada la tarde, número quince ha visto algo que ha captado su atención a tal grado de obligarla a pronunciar palabras en nuestro idioma, algo que no hacía desde hace meses.
“Música”
Dijo ella, señalando un viejo violín que se exhibía en el puesto de antigüedades más cercano. Yo la tomé de la mano, y le sonreí. Ella me miró intensamente, sus ojos reflejaban un profundo anhelo de revivir aquella época donde tocaba para deleitar sus sentidos, donde se sentía libre. Si, la comprendo perfectamente. Daria lo que fuera por leer un libro, por tener lápiz y papel para escribir mis pensamientos, para no perder mi humanidad.
Número quince se mostraba muy inquieta, moviéndose de un lado a otro, tratando de liberarse de la jaula para coger ese violín, pero sería algo absurdo e imposible. Aprendí que en este nuevo mundo perseguir los sueños y la libertad es algo absurdo para los débiles. Aunque tal vez el mundo anterior no fuera tan diferente, ya que la sociedad humana también estaba llena de depredadores que devoraban los sueños de los demás para poder sobrevivir. “Musica”
Repetía una y otra vez. Fue tanto el alboroto, que mi amo se acercó a la jaula para escarmentarla con el fuste, pero numero quince vio la oportunidad de escaparse mordiendo la pierna del labrador, y se escabulló por la puertecilla para coger el violín. Mi amo intentó perseguirla, pero algo me impulsó a actuar rápidamente y le detuve de una pata utilizando toda la fuerza con la que mi mano lo podía coger. Sentí la incontrolable necesidad de apoyar a mi propia especie, de satisfacer esa pequeña e insignificante necesidad de número quince por sostener ese violín en sus manos. Los vendedores del mercado quisieron atraparla. La perseguían con machetes, escobas, palas, o cualquier objeto con el único propósito de lastimar a quienes desobedecían. Fue entonces que mi amo me golpeó en el rostro con fuerza. Yo no pude seguir aferrándome de la pata y me vi forzado a soltarlo. Aun con el dolor del golpe, pude ver claramente como número quince lograba hacerse con el violín. Lo abrazó con ternura, examinando con la yema de sus arrugados dedos cada cuerda, cada centímetro de la madera. Sus ojos se llenaban de anhelo, de una entrañable felicidad del pasado.
La gente del mercado la observaba con detenimiento, asombrados de la capacidad que tenía aquel animal para transmitir un sentimiento con la mirada. El labrador se acercó a paso seguro, cogió el machete del cerdo carnicero y lo alzó al cielo. Fue entonces que numero quince me miró directo a los ojos y esbozó una sonrisa de satisfacción. Como si estuviese en completa paz, cuando ya nada en este mundo es más importante que esa fracción de segundo en la que tu mente se pierde en sus recuerdos de un lugar mejor.
La sangre cubrió toda la plaza principal del mercado cuando mi amo terminó de sacrificar al animal número quince, quien posiblemente estuviese contagiado con alguna extraña enfermedad que la obligase a desobedecer así. Las mujeres del mercado cuchicheaban sobre la crueldad del acto pero no habían hecho el menor esfuerzo por detenerle. Tan negligentes ante la crueldad, el maltrato y el abuso como lo habíamos sido nosotros en un mundo anterior. Me di cuenta que no importa que tanto cambie el mundo, mientras la conciencia colectiva siga dormida, todos somos animales, todos seguimos el mismo ciclo de muerte. Mientras no veamos que todos somos uno mismo, nunca cesará el dolor…
La noche llega. Los demás animales se disponen a dormir, pero mi querida número quince, quien me hizo compañía todo este tiempo, ya no se encuentra mi lado. El labrador me examina con la mirada y se dice a sí mismo:
“Este ya es Viejo, deberá ser sacrificado también. Creo que mañana  a primera hora lo pondré a dormir”
Se quita el delantal, guarda el letrero, y se coloca la boina. Después de eso, desaparece del mercado acompañado de sus amigos de parranda. Lentamente me dirigí a la puertecilla de la jaula y la abrí con facilidad. Desde que quince escapara, mi amo olvidó cerrarla con el pestillo. Yo permanecí inmóvil, tratando de pasar desapercibido para que el no notara su error. Salí cuidadosamente de su interior, moviendo y estirando músculos que hacía tiempo ya no utilizaba. Los demás animales me miraban con asombro, sin hacer un solo ruido. Me pongo de pie, erguido, como recuerdo que lo hice alguna vez para ir al trabajo en las mañanas. Les miro con atención; son tan jóvenes, tan domesticados que no conocen nada sobre nuestra raza. Aun si tuvieran libertad, no sabrían que hacer con ella. Se sentirían inseguros sin alguien que les diera órdenes, los alimentase o les proporcionara un propósito. Así que sin ninguna duda en mi corazón, me despido con una reverencia y con mis piernas tambaleantes por la falta de práctica, me encamino hacia la plaza, donde la luz de la luna me baña con gracia y tranquilidad.
Iré a documentar cada evento que he vivido en este nuevo mundo, y por lo menos, alguien conocerá el cuento de Tr3c3, el humano mascota.
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grindewaldsminion · 3 years
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Conflictuosa situación de ser un reflejo (julio) - … -Quisiera que tus ojos no estuvieran fijos en los míos cuando yo miro a los tuyos. Así podría verlos jugando con los cubiertos y la comida y gozaría de verlos alegres, tristes. -… -Quisiera que no me detuvieras con tu mano cuando quiero tocarte con la mía. -… -Quisiera que no movieras así tus labios cuando te estoy hablando. -… -Me alegra que, a mis labios, me correspondas. Yo no miro, escucho, pienso, siento. Solo narro porque existo. Quizá carente de una identidad. Dudan de mi presencia en un mundo alterno, o de si estoy continuamente en este mundo o nada más durante los lapsos en que me miran, en que se postran frente a mí. Pueden tomar fotografías mías ¿no me hace eso permanente?  Soy el reflejo de Dante Unamuno. Hombre promedio, porte galante, castaño, alto de estatura, profundo de mirada. Es muy egocéntrico y vanidoso. Adivinen a quién le toca bailar cuando él lo hace, quién copia todas las poses fallidas y las, poquísimas, que lo hacen ver bien, adivinen quién es obligado a estar frente a él cuando tarda horas arreglándose para pasear al perro. Es fácil adivinar, vamos. Lo conozco desde hace mucho tiempo, desde antes de que él tuviera uso de razón. Ha ido cambiando, y yo en consecuencia. He estado presente en sus momentos más difíciles, como en el baño antes de que saliera a dar el último discurso al egresar de su carrera, y en los más sencillos y cómicos, como cuando buscaba deshacerse de sus espinillas faciales. Estuve junto a él en la vitrina cuando miraba el televisor del aparador cuando ganaba la final su equipo. También cuando se asomaba a los charcos de los días lluviosos. Y cuando miraba los ojos de su primer beso… Uno de sus grandes placeres en la vida es la comida, más específicamente los frutos secos. Con frecuencia experimenta con ellos. Es un gran cocinero y se prepara algunas comidas y meriendas deliciosas, tan exóticas y atractivas visualmente. Un exquisito manjar para la vista. Y hace de todo: tartas, filetes, helados; y siempre se las arregla para ponerles almendras, nueces, maníes. Alguna vez que ha tenido a un invitado para cenar se percibe en el ambiente que las papilas gustativas de ambos han quedado satisfechas y se han regocijado en ese popurrí de sensaciones. Somos inseparables, en especial por su vanidosa afición de revisarse constantemente en el espejo, treinta veces al día no es bromear. Nada debe de estar fuera de lugar. Siempre busca que me vea bien, arregla esto, esto otro y listo. En cierta ocasión estaba tan furioso que buscaba deshacerse de mí, o de él mismo, no estoy seguro; rompió el espejo, para su suerte yo no estaba dentro de ese, o de ningún otro, parece que no lograba verse como anhelaba. Pero igual, no hay mucho que profundizar sobre los reflejos más que somos dependientes, y siempre de la misma persona. No puedo existir sin Dante, y parece que ni él sin mí.  Charla conmigo de vez en cuando. Me cuenta sobre cómo se siente, sus futuros planes, me pregunta si esto o aquello suena bien y si da el porte, pero yo no respondo, y eso nunca le ha molestado. Prefiere charlar conmigo que consigo mismo o que escribir en un diario. Algo que es muy curioso es que la gente no se puede ver a sí misma, sino a su reflejo, los de mi especie. Quizá se visualicen en sueños, pero es imposible verse a los ojos a uno mismo. Una situación tan extraña y compleja que puede volver loco a cualquiera, se susurra entre los reflejos. Unamuno tiene planes desde hace tiempo de invitar a alguien especial a una cena, y su inseguridad no se lo permite, algo que no era común en él, con su increíble porte. Dice que no sabe qué le va a responder, que no sabe si le va a responder. Lo simula frente a mí una y otra vez, como esperando a que le responda, parece que también practica en caso de un silencio incómodo. Me platica de sus nuevas amistades del trabajo. Trabaja en una agencia de diseño. Todo lo que hace, que dice, que viste es muy estético y moderno. No sigue las tendencias, eso es bueno, es como debería de hacer todo buen diseñador. Se las arregla para vestir original y que no deje de verse bien. Y me dice que la gente de su trabajo es como él, que todos los que entran a la agencia son frescos y no se parecen a los que ya trabajaban ahí y eso hace que él no pueda aburrirse. Todo eso les gusta a los clientes, les parece muy divertido. Cada mañana me visita en su baño justo cuando se despierta, incluso juguetea consigo mismo mientras me mira. No es nada nuevo, lo hace desde pequeño. El psicólogo les dijo a sus padres que era una actitud completamente normal en un niño. En un niño. Pero de igual manera no digo nada, se respeta la manera de ser de las personas cuando eres un reflejo, por más extraño que parezca. Unamuno cree que su reflejo (yo) se asemeja a la perfección. Tal vez no se parece a él mismo, pero sí a la perfección. Le dice las cosas más hermosas y le ha escrito los poemas más magníficos, aquí algunas líneas que le dedicó: Perfección por cada uno de tus poros en cada uno de tus movimientos entre cada hebra de tu cabello brilla el dorado. Solo mis ojos los que son solo míos te han visto a TI. Fue sorpresivo el momento en que Dante sacó un espejo en el restaurante. Llegó al extremo al comprar un espejo portátil. En algún momento del pasado me llegó a decir que no le gustaban los portátiles porque no podía ver su cuerpo completo y eso era una falta de respeto. Acrecentaron tanto sus ganas que ahora no le inmuta faltarse (¿o faltarme?) al respeto. Van tres meses y una semana sin que salga de su casa, trece semanas. Comenzó a llegar a casa con más espejos, cada vez más, una cantidad ridícula. No quería pasar un solo momento sin poder voltear a cualquier lado y disfrutarse. Sentía punzadas que solo se curaban al mírame, más frecuentes, y más. Terminó por llenar casi completamente su hogar de espejos. Yo estaba en todos lados.  No me di cuenta de cómo llegamos a esto. Los últimos días sucedieron demasiado rápido, y en realidad anormalmente. Estoy en una silla, Dante en una exactamente igual del otro lado de un comedor que en medio tiene un florero lleno de rosas rojas, algunas velas no tan largas y un par de platos de porcelana finamente decorados con colores dorados y plateados. Dante está vestido tan formal. Entonces, de manera inevitable Unamuno me dirige la palabra, no hay nadie más. -Ahora que estamos aquí los dos puedo decirte lo que siempre he pensado de ti. Todo lo que he sentido estos años y no he podido decir. No puede haber duda, sabes que me refiero a ti. Sí. El que está del otro lado del espejo, sentado frente a mí. - … -Vamos, no seas penoso, dime qué piensas. -… -No te sientas presionado. Se dará a su tiempo. -… - Eres tan bello. -… -Quisiera que tus ojos no estuvieran fijos en los míos cuando yo miro a los tuyos. Así podría verlos jugando con los cubiertos y la comida y gozaría de verlos alegres, tristes. -… -Quisiera que no me detuvieras con tu mano cuando quiero tocarte con la mía. -… -Quisiera que no movieras así tus labios cuando te estoy hablando. -… -Me alegra que, a mis labios, me correspondas. Y acerca sus labios con forma de corazón al espejo y después del contacto lo deja un poco empañado. Un corazón de vapor que desaparece lentamente. -Te preparé una tarta de nuez moscada, querido. Hecho con nueces que seleccioné personalmente. ¿Qué puedo decir? Quiero lo mejor para ti y para mí. Le puse muchas… no sé cuántas. Tantas como las veces que podría decirte que te amo. Diré que son trece y que cada uno está en una rebanada. Entonces tendré que decirte trece veces que te amo. Toma una rebanada con la mano para que después la devoremos. Se ve tan cremosa. Despide el vaho con el que salió del horno, el olor llena la habitación en el instante en que el cuchillo penetra la capa finamente tostada, cruje levemente, y se escucha el glup al entrar a la garganta y viaja hacia el estómago. -Te amo. -… -Deliciosa, ¿no? No podemos comer solo una, además nos quedan doce. -… Y otra rebana se derrite entre los aperlados dientes de Unamuno. Olas de texturas y sabores revuelcan la lengua y brotan por la nariz en forma de aroma mientras se mezclan con amargo vino rojo. Y otro trago. Y otro mordisco. Las migajas son tierra en la que germina la incertidumbre de la noche, nadie mira a ellas. -Te amo. -… -Te amo. -… -Te amo. -… Así cada rebana se esfuma, para solo quedar una última. El treceavo pedazo. La nuez en el estómago ya está siendo digerida y con sutileza juega con Unamuno. Si le hubieran preguntado a la nuez, ella no fue la culpable. Estuvo aquí, pero no fue ella el artífice, el detonante. Se mira en los ojos de Unamuno que percibe algún sonido y pregunta: -¿Qué me dices? -Te digo que soy perfecto, eres perfecto. Lo somos.  -Oh, querido. Ya no me dejarás con la incertidumbre, has decidido hablar. -Esta noche es nuestra. No la desaprovechemos. -Ahora que puedes hablar, puedo decirte… -¿Qué quieres decirme, querido?- hablaba con la misma voz de Dante con un toque metálico. Era la copia de Unamuno. -Pues… ya te lo dije, pero te lo diré de nuevo. Te amo. Con los ojos fijos, clavados como un par de dardos, se aproximan lentamente. Cada centímetro quema, libera. Alivia y llena de incertidumbre. Ya sienten el calor que despide el otro. El reflejo se escapa por un breve instante de la capa del espejo. El corazón se acelera. Sus labios se sienten cómodos, se atraen. Leyendo la versión del periódico local, Unamuno se suicidó. Fue encontrado con un objeto punzocortante enterrado en el cuello. Pero nadie sino Unamuno supo lo que ahí sucedió. Bueno, y yo, pero ellos no me preguntarán a mí.
*Como dato curioso que complementará la lectura, la nuez moscada contiene propiedades que, de ser consumidas en cantidades altas, pueden llegar a provocar experiencias alucinógenas, desde efectos leves como la marihuana hasta la llamada psicosis de la nuez moscada donde el sujeto puede experimentar convulsiones y palpitaciones. Que se lea esto al final del texto fue planeado y es su propósito.
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grindewaldsminion · 3 years
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SOBRE COMO SUENA EL FRIO People love you when you’re on their mind.
Cada vez que el celular vibra en mi bolsillo, ahí está de nuevo Karen.  Algunas veces me sorprende cuando lo tomo para ver la hora, o hace mucho ruido cuando lo recuesto en la madera. Sin dudarlo, miro el nuevo mensaje. O dos mensajes. Velozmente le respondo y a esperar de nuevo. Continúo leyendo. Éste me presenta tantos paisajes, nuevos: cada que una persona tiene una experiencia ve todo y al mismo tiempo siente, en combinación da a luz a el paisaje. Y este hombre me guía a través de su paisaje.
Él es Robert, suele usar gabardina y un sombrero. Camina sobre el asfalto gris, entre las personas, a un lado de estantes de las tiendas que lo reflejan apresuradamente hacia su próxima cita. Se sienta a beber un insípido café, se sienta un sospechoso enfrente y  un -Le tenemos una misión, no puede rechazarla.- Bah. Otro libro policiaco, o sobre espías. Lo dejaré en el estante donde lo encontré. Vibra mi bolsillo y salgo de la tienda para responder de nuevo. Tecleo y me aseguro de que mi mensaje diga lo que quiero decir, enviar. Esta noche es buena para hacer algo, cualquier cosa.
-Vamos al centro- enviar.
-Vamos. Llego a tu casa al rato- después de unos segundos.
-Te espero.-
Y mi celular regresa a mi bolsillo que se desliza en cuanto separo mis dedos. Tengo que encargarme de que mi paquete salga a tiempo de mi casa y me apresuro. Estuve preparando algo para enviarlo y solicitar trabajo, para no esforzarme tanto por sobrevivir. Algo en una oficina después de todo no sería tan malo: gris, sentado, sin pensar, respirando. Respondo el nuevo instantáneo que recibo.
Una vez que esté dentro sé que no me saldré por cualquier cosa, pero igual decidimos entrar a “El Derrape”. Quedamos de encontrarnos los clásicos, ya parecen noche de tradición. Vibra. Charlamos y fumamos, alguien toma un tema, y fluye, y fluye. Nadie hacemos nada por detenerlo, a todos nos interesa, nos desinteresamos de lo demás y la plática se funde con la noche. Despertar después de con los compas en el bar es volver a empezar después de otra noche, una de las rutinas placenteras que hacen que todo esté como debe de estar. Y un buenos días que veo en la pantallita me brinca una sonrisa. Un café.
Y aparecen sus ojos frente a mí. Regreso a mi taza después de viajar entre mis pensamientos, yo como pequeña balsa perdido sobre el océano o deslizándome de una cúspide. Tomo el cambio y dejo la mitad de propina. Esos ojos de mesera no son para cualquiera, sé que me los dedicó en mi visita. Qué muchachonas. Y el mensaje nuevo hace que aparezcas.
Por más que responda vuelves a responder. He encontrado la excusa perfecta para salir a fumar un cigarrillo: tú. Da igual si estoy en casa o en algún restorán, me dedico mi tiempo para dedicarte tiempo. La excusa perfecta para encontrar diez segundos del día que valen la pena. Y sigo esperando el día que nos veamos: la conclusión de todos estos días de letras que navegan en una red ficticia en la que confío para llegar mis pensamientos. La ventaja de un instantáneo es que se guarda y puedo regresar al momento en que me dijiste. Como a tu Hey, al rato nos vemos en el que fijo mi mirada hasta antes de que llegues. Dejaré de dedicarte tanto tiempo, cortas el resto de mis actividades.
-Hey, llegaste temprano.-
-No llevo esperándote tanto.-
-Ordenemos algo de tomar.-
Solo tu silueta bastaría para llenar mi vista. Y eres tan etérea en persona. Palpar tus manos es el manjar de la noche, percibir el frío de tu anillo, escuchar la agitación de tu collar y cómo choca contra él mismo. Acompañarte hasta la entrada de tu casa solo para saber que estás caminando a mi lado y recibir un beso a media mejilla y una pizca de mi labio. Eres silenciosa para entrar y yo para irme.
Entonces el móvil pierde lo suyo hasta que te pregunto cuándo volveremos a salir. Lo más probable es que será el trece de este enero.
Comenzaré en mi nuevo trabajo en un par de días. Nada sorprendente. Me preparo para volver a la oficina, me voy ajustando los pantalones. ¿Cuántas veces me he encontrado diciendo que sí como idiota a mi gris jefe? Sé que es parte del trabajo, de la parte no estipulada en el contrato pero sí en el manual de actitudes. Son recetas tan sencillas: dales lo que quieren y pagan con sonrisas y dando algo de sí mismo; falla una vez y es un punto menos, hablando del gris puede significar ser despedido, con la esposa puede ser la ausencia de sexo. O eso me cuentan, no conozco esposas. Excepto por las de los policías, me tomaron de entre mis muñecas algún día y no me soltaron hasta un día después. Vibra.
Entre mis sueños escucho cómo tiembla la carcasa sobre mi buró, lo tomo y miro cómo se va desgastando el móvil y se esfuma en el espacio de la noche. Pero despierto para contestar: se traba y lo reinicio. Bajo a despertar con café. El rocío matutino impregna todo el suelo de mi casa, es frío el invierno y eso consume más rápido el cablerío de mi casa. Parece que los llena de escharcha, aquí la tecnología es fría. Mi celular vibra pero no me genera el más mínimo calor.
El trabajo no es más dulce que mi casa, el concreto guarda calor cuando hay gente, no cuando la mayoría decide tomarse sus vacaciones. Las buenas noticias son la ausencia del gris. Y puedo pasar horas adelantando el trabajo que se facilita con la ausencia de los compañeros de trabajo, el silencio provoca el eco de todo lo que hago, excepto por Bobby, el de la cafetería. Ese si es un cabrón trabajador.
Bzzz. Nos veremos en una semana, creo que todavía soportará el invierno mi celular. Está por explotar en pedacitos del frío, lo siento cuando lo presiono. Y no sé dónde nos veremos. Esta vez yo escogeré el lugar. Igual y visitamos el mismo restorán italiano hogareño de la última vez. Me gustaría que se repitiera la última velada.
Voy tarde. Tomo un taxi y me deja justo en la entrada de “Roberto”. Me apresuro hacia el que organiza las mesas.
-Me están esperando. Una chica delgada y algo baja de estatura.-
-Sin duda señor, permítame llevarlo a la mesa.-
En cuanto cruzo la cortina que priva el interior del restorán siento su mirada, como el reflejo intenso que lastima la vista al pasar la vista sobre él. Me acerco a la mesa y escucho su celular sobre ella.
-Hey.-
-Hey.-
La flama de la vela ondula en la mitad de la mesa y juega con las sombras, siempre favoreciendo sus ojos mientras que los míos quedan descubiertos. El choque de los cubiertos con los platos marca el ritmo. Y, como es la naturaleza de la comida italiana, la noche asciende en espiral.
Cruzamos la puerta hacia el umbral dentro de su casa y un No necesitamos las lucesda paso al vaivén de las palmas sobre la espalda, lo que supongo que son sus piernas y su aliento. Los golpes secos de las pisadas sobre el piso de duela y los suspiros exhalados. El más leve gemido me guía de nuevo en la oscuridad y, en mi apresurada carrera, sus glúteos disminuyen mi impacto con su espalda. Y al recargarse en mí me empuja contra la puerta del refrigerador, que me enchina la espalda. Ambos buscamos desesperados la fricción. Regresamos a la sala empujando una pequeña de la que cae mi celular, que impacta y se fragmenta, se desgarra mi espalda con sus uñas.
Me deja en la mitad de la cama, esperando a que llegue el que va a diseccionarme con un bisturí. Escuché que ya querían hacerlos con un filo que varía de temperatura para cortar más rápido con la navaja casi derritiéndose. Pero a mí me tocó uno de metal, tradicional, que va en línea recta desde mis intestinos hasta mi corazón.
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grindewaldsminion · 3 years
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EL BUNKER
Nadie sabe quién lanzo el primer misil, si fueron los rusos o los gringos, los chinos o los franceses; tampoco se sabe exactamente si fue la contaminación nuclear, el calentamiento global, el efecto invernadero, una combinación de todo o la voluntad de Dios trayendo un castigo divino para los crímenes de la humanidad en contra de sí mismos, de la naturaleza y de toda deidad existente y por existir en algún libro de fantasía. Lo que sí sabemos es que nos cargamos  el planeta, lo hicimos una mierda, tan inhabitable como muchos de los ambientes hostiles alrededor del sistema.
Las hostilidades entre las naciones iban creciendo, que si la posesión de una isla, que si las ojivas nucleares, que sí un Dios, que si el otro, que si el protocolo, en fin todo para ver quien tenía el miembro más grande. Hasta que el apocalipsis comenzó, se lanzaron bombas aquí y allá, los gobernantes perdieron la cabeza y atacaban a amigos y enemigos por igual, las barías antinucleares tumbaban una y diez más ocupaban su lugar. Ningún libro sagrado podría anticipar lo que ocurriría. La contaminación nuclear término destruyendo la capa de ozono. El clima se volvió inapropiado para la vida y la humanidad estaba al borde de la extinción. Solo unos pocos corrimos con la suerte de acceder a instalaciones militares preparadas para eventualidades de esta magnitud. ¿Pero por cuanto tiempo nos duraría la comida, los bastos tanques de oxígeno, el agua y nuestra cordura?
Comenzamos siendo un numeroso grupo, regidos por los altos mandos militares, quienes mantenían un orden y racionalizaban los recursos. No teníamos noticias del exterior. No había comunicaciones con otros búnkeres, o con el gobierno, ni con nadie. Estábamos solos, encerrados, destinados a perecer con el paso del tiempo.
Desesperados, los militares organizaron grupos de reconocimiento. En cada excursión morían más y más, por lo cual se cancelaron. No había nada afuera, los océanos se secaban, la tierra ya no era fértil, la radiación solar quemaba todo durante el día, un pequeño rasguño en el traje podía significar la muerte para cualquiera que estuviera afuera. Pero lo peor eran las noches; el frío bajaba de los cero grados centígrados, no había trajes protectores para eso, estando a la intemperie con el mejor traje uno moriría de hipotermia a los pocos minutos y sin él los pulmones se congelarían al instante.
Por si toda esta situación no fuera suficiente, la gente dentro del bunker comenzaba a desquiciarse, intentos de violaciones, peleas, robos de los suministros, asesinatos por mantas y lugares donde dormir, si la radiación no acababa con nosotros, nosotros mismos terminaríamos extinguiéndonos.
Con el paso de los meses el grupo fue disminuyendo, enfermedades, asesinatos, accidentes de campo, “accidentes” dentro del bunker, la población que en un principio llego a ser de cientos, ahora apenas rebasaba una decena. Compuestos por 4 militares, una mujer y su hijo de 15 años, otro par de mujeres que sospecho eran lesbianas pues nunca se separaban, una verdadera lástima las 2 eran muy hermosas, un anciano con muchas historias por contar, una pareja cuarentona al borde del divorcio, Mike y yo.
Éramos 13 sobrevivientes, hasta donde sabíamos los últimos de la raza humana confinados a un pequeño bunker al borde de la histeria y la locura colectiva, todos habíamos sido testigos de los peores actos humanos, de actos que creímos solo ocurrían en películas de horror con psicópatas y monstruos; estábamos cansados, hartos de la situación, temerosos, y conscientes de que no sobreviviríamos mucho tiempo, de que nos había llegado la hora como individuos y como especie. Pero ya no nos quedaban lagrimas por derramar, dioses a los que implorar o esperanza a la que aferrarnos. Dentro de tanta depresión, los militares intentaban en vano comunicarse con otros búnkeres. Mike y yo como buenos científicos de campo que éramos intentábamos hacer teorías y analizar si era posible que algo de vida aún existiera fuera de la fortaleza donde nos encontrábamos encerrados, pero las posibilidades eran nulas, por los pocos viajes de exploración que habíamos hecho y los datos recabados por las zondas fuera del bunker, parecía que esta situación era global, que toda vida se había extinto en la superficie de la tierra y que si quedaba alguien con vida era en algún refugio como en el que nos encontrábamos nosotros.
La comida y el agua aun abundaban, pero no era ningún secreto que el oxígeno se estaba agotando, no había forma de generar más o reciclar algo, nuestros días estaban más que contados, y eso lo sabíamos todos. Los militares llevaban días planeando una excursión en busca de fuentes de oxígeno, tanques en algún hospital, una farmacia, algún otro bunker cualquier cosa. No era la primera vez que saldrían, pero debido a los resultados de los últimos viajes las probabilidades no eran favorables. Así fue como 2 de los militares, una de las lesbianas y la pareja de cuarentones fue en busca de suministros y jamás regresaron.
Con la esperanza aún más perdida si eso era posible, los militares restantes decidieron que deberíamos mudarnos, había otro bunker a unos cuantos kilómetros de donde nos encontrábamos, estaban convencidos de que nadie había llegado a usarlo y que todos los recursos estaban intactos. No sé cómo se les ocurrió esa brillante idea, ir todos al mismo tiempo, salir, exponernos a donde los últimos sobrevivientes que habían salido del bunker jamás regresaron, pero que podíamos hacer ellos tenían las armas, además cualquier rastro de esperanza era suficiente para movernos a todos, si nos quedábamos estábamos muertos si salíamos quizá también pero existía la pequeña posibilidad de que algo increíble ocurriera, y ocurrió.
Afuera el clima era peor que la última vez que salí las ráfagas de aire caliente literalmente empujaban a las personas y a los objetos, parecía una situación manejable, pero unos metros más adelante, donde no había ruinas de edificios, las cosas se tornaron peor, los vientos eran terribles, como si estuviéramos en un huracán, la visibilidad era nula, fragmentos de asfalto y metal volaban de un lado a otro. Los vientos cada vez más intensos, sabíamos que estábamos perdidos, que no había sido buena idea, intentamos volver pero ya era muy tarde. Los vientos nos arrastraban cada vez más a la nada, pequeñas rocas cortaban nuestros trajes, intentamos regresar, la histeria se apodero de nosotros, dentro de los trajes no podíamos oír nada salvo nuestros pensamientos.
No estoy seguro de lo ocurrido. Recuerdo ver el vidrio roto del casco del chico y su cara ampollada por las quemaduras del sol, alguien salió volando a causa de una potente ráfaga de aire caliente, otros cuerpos con trajes tirados en el suelo, habíamos salido a morir. Yo corrí con suerte y pude volver al bunker, si a eso se le puede llamar suerte; ¿Cómo volví? No estoy seguro, solo sé que estoy solo, soy el último sobreviviente de nuestro pequeño grupo.
Me encuentro ido, con la mirada fija hacia un punto, no sé qué hacer, ¿llorar? Creo que ya me he secado por dentro, lamentarme por los caídos, eso ya lo he hecho durante mucho tiempo, ¿buscar otro refugio? Pff, imposible. Creo que dormiré un poco.
Quizá hayan pasado días, quizá horas, no lo sé, pero por fin desperté. Quisiera que todo lo ocurrido fuera una pesadilla, lamentablemente no lo es, es tan real como que soy el último sobreviviente. La desesperación, el ansia comienza a apoderarse de mí, quizá hubiese sido mejor que muriera con los otros, estoy condenado a morir solo, como un espécimen raro, el último de la especié. He sellado una de las alas,  la más pequeña, traslade ahí la mayoría de suministros y los últimos 2 trajes con tanques de oxígeno independientes que quedan. Así por lo menos sobreviviré un poco más, prologare mi tormentosa existencia. No tengo deseos de comer, solo dormiré un poco más, quizá mañana despierte de esta pesadilla.
Un ruido me despertó hace un momento, parecía ser una pieza grande de metal que cae al suelo, pero ¿cómo es posible?  ¿Ratas? No claro, que no, no hay trajes con oxígeno para las ratas ¿Algún intruso? Otro ser humano…. Podría ser. De inmediato me puse uno de los trajes y salí a inspeccionar el resto del amplio bunker, las luces seguían encendidas, pues por irónico que parezca los generadores solares funcionaban al 100%, la radiación los vigorizaba, si en determinado momento llegaban a fallar tenia los generadores de gasolina que prácticamente estaban llenos. Horas y horas dando vueltas por el bunker y nada, incluso reestablecí el oxígeno en todo el lugar, nada, ni rastro de lo que se calló ni de intrusos, ni de ratas con trajes especiales.
Quizá fue solo mi imaginación, tal vez solo fue un mal sueño. Estoy exhausto, me atrincheraré de nuevo en el ala más pequeña del bunker y tratare de ahorrar oxígeno, aún no quiero morir, tampoco sé porque deseo estar vivo, quizá miedo a la muerte, tal vez aún tengo esperanza de que alguien llegue y me rescate o de despertar de esta inquietante pesadilla.
Toc toc toc toc toc, alguien acaba de tocar desesperado la puerta de esta ala, no puede ser, ¿algún sobreviviente? ¿Un escuadrón de rescate? ¿Más ratas?. Me asomo por la pequeña ventana y no logro ver nada, todo está oscuro, ¿pero qué está pasando? ¿Por qué esta oscuro? Yo deje las luces encendidas y la mayoría se encuentra apagadas, solo hay una lucecita al fondo. ¿Pero qué? Miro fijamente a ver si logro ver algo, una sombra cruza, no puede ser, tengo un intruso, ¿querrá matarme? ¿Tendrá hambre? ¿Será una linda chica? hace mucho que no tengo nada de acción, ni siquiera con mi siempre fiel mano derecha.
Salgo a inspeccionar y nada, no hay rastros de intrusos, ¿pero quién apago las luces? Tal vez fui yo y no recuerdo mmmm. Iré a dormir. No hay nada más que pueda hacer. Comer lo necesario para no morir de inanición y dormir para no estar despierto cuando el momento final llegue.
Un terrible grito ha perturbado mi sueño, estoy convencido de que hay alguien conmigo ¿pero cómo sobrevive? no hay oxígeno en otro lado, salvo esta ala del bunker y aquí solo estoy yo.
La situación empeora poco a poco. Los ruidos son cada vez más frecuentes y fuertes, y ya no solo los escucho mientras duermo, escucho gritos, hay gente quejándose, golpean la puerta y cuando me asomo no hay nada, escucho gritos de dolor, gente implorar por sus vidas ¿qué está pasando?, ¿me vuelvo loco?, grandioso, estamos en el fin de los tiempos y yo me vuelvo esquizofrénico. Lo que faltaba, el último sobreviviente de la raza humana está loco jajajaja vaya estupidez.
Llevo muchas horas sin dormir, los ruidos cada vez suenan más cerca, escucho susurros pero no entiendo que dicen, gritos a lo lejos, la puerta es azotada con más fuerza cada vez, que carajo está pasando, veo sombras incluso dentro de esta ala. Conseguí una de las armas de los militares, y he disparado a las sombras en repetidas ocasiones, a las puertas golpeadas, a las voces sufriendo, incluso a las ratas que no existen y nada, todo parece empeorar.
-Pronto vendremos por ti- eso decían los susurros, por fin conseguí entender lo que decían, pero ¿quiénes vendrán?, quienes sean no los dejaré tenerme tan fácilmente, peleare hasta el final. Los oigo venir, están afuera, golpean la puerta con fuerza, parece que caerá en cualquier momento, he disparado un par de veces pero eso parece no detenerlos, al contrario los motiva a continuar con su labor, estoy en el rincón más alejado a la puerta con el arma en la mano. La puerta se abre, sombras líquidas comienzan a entrar por el suelo y las paredes, fluyen hacía mí, jamás me atraparan con vida, coloco el arma en mi cien, mi dedo sobre el gatillo, ellos están cada vez más cerca, no lo lograrán, cierro los ojos y ….
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grindewaldsminion · 4 years
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A new friend who looks like me! Instagram | Twitter
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grindewaldsminion · 4 years
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grindewaldsminion · 4 years
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Title screen intro ‘Super Mario Kart’ Super Nintendo
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grindewaldsminion · 4 years
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Sorceress power has been passed throughout history by the process of embodiment. Any person who has the capacity to embody the great sorceress power is a candidate.
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grindewaldsminion · 4 years
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