1. Practicar la “visualización negativa”
¿Qué es lo peor que puede ocurrirnos? Un individuo estará preparado para lo peor, así como para saborear lo que ya tiene, si se esfuerza con regularidad en contemplar los infortunios que le pueden desposeer de lo que aprecia.
Esta estrategia del estoicismo no es más que una preparación consciente para el infortunio y, a la vez, un modo coherente de disfrutar del presente, así como de ser consciente de la transitoriedad de nuestra existencia.
Un equivalente inconsciente a esta preparación consciente es el sueño, sabemos ahora.
2. Preocuparnos por nuestros pensamientos y vida interior, y evitar la dependencia de lo externo.
Cuanto más independencia de pensamiento con respecto a supuestas recompensas externas, mayor “tranquilidad, libertad y calma”, decía Epicteto.
3. Ser conscientes del “fatalismo” de la existencia.
Es crucial reconciliarse con el pasado, porque no se puede cambiar, así como dejar ir el presente.
Tomando una actitud fatalista hacia las cosas que ya han ocurrido, somos conscientes, dice Séneca, de que avanzamos con el universo y no podemos recular para cambiar lo ocurrido.
En lugar de esforzarse por adaptar lo ya ocurrido a nuestros deseos, deberíamos hacer que nuestros deseos se ajusten a los eventos. Si aceptamos lo ocurrido, evitamos el tormento, la lamentación, el dedicar esfuerzos a tratar de cambiar algo inmutable, ya acaecido.
Rebelarse en contra de la naturaleza (el equivalente en el taoísmo a ir en contra del “tao”, o flujo natural) es contraproductivo, ya que entorpecemos nuestra tranquilidad con sentimientos de dolor, ira, miedo.
Por contra, debemos usar los días esforzándonos por afectar el resultado de futuros eventos, para que sean lo más favorables. La actitud es “fatalista” con respecto a pasado y presente, pero positivista con respecto al futuro.
4. Prepararse para aceptar y dominar el placer.
Además de contemplar los incidentes inesperados que nos pueden ocurrir (“visualización negativa”), el individuo debería vivir como si estos infortunios hubieran acaecido.
Por ejemplo, practicando la frugalidad (en nuestros tiempos, “pobreza” tiene una connotación tan negativa que alcanza la obscenidad).
No sólo los estoicos coincidían en esta idea; además de Catón el Joven, Epicteto o Séneca, Epicuro también practicó la pobreza. El fundador del epicureísmo quería examinar las cosas que creía necesarias, para determinar aquellas de las que podía prescindir.
En nuestro tiempo, una idea así puede ser confundida con el masoquismo. No si es entendida desde el punto de vista estoico: si experimentamos con periodicidad las incomodidades que, bajo circunstancias normales, podríamos haber evitado, nos preparamos para disfrutar de lo que tenemos y, de paso, para perder todo lo que se extiende más allá de nosotros mismos.
Los estoicos abogaban por un programa de incomodidad voluntaria, más que un malestar infligido como castigo o penitencia. Así pues, las incomodidades, nos preparamos para lo peor, ponemos a prueba nuestra templanza y apreciamos lo que poseemos.
Abandonando la zona de confort, disfrutamos más de las comodidades, por humildes que sean. O, como Musonio Rufo exponía, quien trata de evitar todas las incomodidades tendrá más dificultades para estar cómodo que quien acepta incomodidades con periodicidad.
5. Meditar.
El estoicismo no aboga por una práctica dogmática y de liturgia exigente, sino más bien una seria confrontación del individuo consigo mismo, para ser consciente a diario de que usa mecanismos racionales para lograr el bienestar.
Séneca aconseja que meditemos sobre lo ocurrido en nuestra cotidianeidad con tanta frecuencia como sea posible, analizando cómo respondimos a los eventos y cómo podríamos haber mejorado el resultado usando principios estoicos.
Por ejemplo, cuando uno ha meditado sobre criticar o no abiertamente a alguien, uno no debería sólo analizar si la crítica es válida, sino si la persona criticada puede soportar la crítica con madurez.
En una fiesta, un grupo de gente hizo ocurrencias a expensas de Séneca, y el filósofo no pudo evitar que le afectaran. Tras meditar sobre lo ocurrido, se aconsejó a sí mismo mantenerse alejado de la baja compañía.
En otra fiesta, le afectó que le sentaran en un lugar que no se correspondía con su condición. Su consejo, tras meditar aquella noche: “Tú, lunático: ¿qué más da en qué parte del sillón sientas tus posaderas?”.
Un consejo de Epicteto: “si la gente loa tu valía, desconfía de ti mismo”. Meditando sobre lo ocurrido, nos preparamos para actuar en el futuro con mayor templanza y perfeccionar así nuestra tranquilidad.
Pero, ¿cómo sabemos que progresamos? Según Epicteto, por un lado, dejaremos de quejarnos; censurar o adular a otros; presumir sobre nosotros y nuestro conocimiento. Por otro lado, nos culparemos a nosotros mismos y no a las circunstancias externas, cuando las cosas no salgan como esperamos.
6. Sobre el prójimo.
Los estoicos recomiendan que escojamos a nuestros compañeros de travesía vital (pareja, amigos) cuando sea posible.
Las personas que ponen en riesgo nuestra tranquilidad (circunstancia que sólo ocurre si les dejamos, puesto que, según el estoicismo, el individuo no se verá alterado por nada si es esa su voluntad) no nos convienen.
Hay compañeros vitales que no pueden elegirse, pero el individuo sí puede influir sobre la actitud de, por ejemplo, familiares. Cuando ello no es posible, los estoicos recomiendan evitar cuando sea posible los impulsos y la respuesta agresiva.
Citando a los estoicos, William B. Irvine escribe: “El ser humano es, por naturaleza, un animal social y tenemos el deber de formar y mantener relaciones con otras personas, pese a los problemas que ello pueda causarnos”. Como la primera función del ser humano es actuar de acuerdo con su naturaleza racional.
El emperador Marco Aurelio recomendaba que, cuando alguien nos desazone o ataque, deberíamos hacerles frente de manera racional y trabajar en interés mutuo.
Ello no lo hacemos por miedo a que algo externo nos castigue (Dios, el destino, etc.), sino la perspectiva de una recompensa.
No se trata de simpatía, admiración, aplauso, o fama.
Si hacemos las cosas de acuerdo con la naturaleza, dice Marco Aurelio, experimentaremos “placer verdadero”: tener una buena vida, ya que habremos reforzado nuestros mecanismos de tranquilidad y vida interior. Esa es la auténtica recompensa.
Realizar tareas que no conducen a una gratificación instantánea son, a la larga, la fuente de nuestro bienestar.
7. Técnicas estoicas para relacionarnos.
Los estoicos deben resolver el dilema que les presenta su comportamiento racional. Por un lado, cuando se relacionan con otros ponen en riesgo su bien más preciado, su “tranquilidad”; por el otro, si evitan relacionarse, incurren en abandonar su deber social: conformar y mantener relaciones con otros.
¿Cómo preservar la tranquilidad mientras nos relacionamos con otros? Cuando nos relacionamos con otros, deberíamos prepararnos y desarrollar una cierta conducta fiel a nosotros y nuestros valores.
Si bien no se puede evitar una reacción de otros que ponga en riesgo nuestra tranquilidad, sí podemos elegir al máximo nuestras relaciones y encuentros, evitando a quienes sepamos que pueden desestabilizarnos.
Séneca recuerda que los comportamientos “bajos” -los comportamientos instintivos, íntimamente relacionados con nuestra herencia evolutiva-, son contagiosos.
Se transmiten, raudos y sigilosos, desde el portador a sus relaciones. Los estoicos también recomiendan la paciencia y empatía. Marco Aurelio recuerda que, cuando estemos con una persona que nos fastidie, recordemos que habrá personas que sientan lo mismo por nosotros.
Cuando alguien se ensañe con nosotros, recordar nuestros comportamientos similares nos ayudará a tamizar la reacción y mantener nuestra tranquilidad.
Finalmente, si la existencia es apenas un instante en la eternidad, como recuerda Marco Aurelio, ¿qué es un incidente o una conversación con alguien agresivo?
Poniendo los acontecimientos en su contexto cósmico adecuado, tenemos más posibilidades de mantener nuestro bienestar y proyectarlo a otros.
8. Cómo reaccionar ante situaciones explosivas (insultos, dolor, rabia).
Conscientes de que los ataques de otros (demostrados con actitudes, insultos, rabia) ponían en riesgo su bienestar, los estoicos desarrollaron técnicas para hacer frente a este riesgo.
Al ser víctimas de una afrenta, nuestra primera reacción es reaccionar con rabia. Una acción negativa que responde a otra acción negativa: al comportarnos de este modo, no sólo nos situamos en el mismo nivel que el autor de la afrenta inicial, sino que arriesgamos nuestra tranquilidad.
De ahí que los estoicos se centraran en desarrollar estrategias para eliminar sentimientos de rabia cuando somos atacados. Para los estoicos, los insultos (no importa su naturaleza) incorporan un tóxico y simbólico aguijón del que hay que desprenderse, porque escuece, irrita el espíritu y puede infectarse.
Una de las tácticas consiste en aprender a aplacar el insulto analizándolo con indolencia, prestando atención a las cosas que son ciertas en la afrenta. Para los estoicos, lo evidente no es un insulto, ni lo insinuado tampoco.
Y, reconoce esta filosofía de vida, el mejor contraataque y el único que tiene un efecto devastador sobre quien insulta es demostrar racionalidad e indolencia.
En ocasiones, es posible incluso contestar bromeando, evitando el tono herido y la corrosiva causticidad. Cuando no es posible responder de manera sosegada, dicen los estoicos, se puede callar.
Cuando la afrenta procede de un individuo despreciable, analizan los estoicos, en lugar de sentirse herido por los insultos, uno debería congratularse. Es la constatación de que se va por el buen camino.
En otras ocasiones, el carácter estoico contribuirá a sentir, más que enojo, compasión por personas que tratan de herir cuyo carácter está claramente trastocado.
Epicteto recuerda que, si nos convencemos de que una persona no nos ha causado daño insultándonos, su insulto no llevará aguijón ni el posterior resquemor psicológico: “lo que molesta a la mayoría de la gente no son las cosas en sí, sino el juicio realizado sobre esas cosas”.
9. Ser consciente de los riesgos de un espejismo sobrevalorado, la “fama”.
Para los estoicos, la gente infeliz demuestra una insatisfacción crónica porque está confundida acerca de lo que es en realidad valioso. William B. Irvine: “debido a su confusión, pasan sus días en busca de cosas que, en vez de hacerles felices, les producen ansiedad y desdicha”.
Una de estas búsquedas a la desesperada, que ha afectado a personas de todas las épocas y condiciones, es el anhelo por lograr fama, ya sea generalizada, local o incluso grupal.
Una búsqueda de popularidad y reconocimiento petulante en el seno de su círculo social, o en su profesión; en un grado u otro, casi todo el mundo anhela la admiración de sus amigos y vecinos.
Pero, ¿cuáles son las exigencias de buscar la fama y conseguirla? Epicteto expone un ejemplo que ilustra los riesgos de la notoriedad, una falsa proyección externa que, por tanto, no controlamos y puede hacernos miserables: una persona que ha ganado una cierta prominencia social, buscando notoriedad, espera que le inviten a una velada; la invitación no llega y esta persona se siente miserable.
Esta persona, añade Epicteto, es tan codiciosa como estúpida, al haber esperado una invitación sin haber pagado un precio equivalente en el pasado. Los estoicos valoran su libertad y, por tanto, son reacios a realizar cualquier cosa que dé a otros poder sobre ellos.
Por tanto, dice Epicteto, el mejor modo de mantener nuestra autonomía, debemos ser cuidadosos cuando tratemos con otros y permanecer impasibles ante lo que piensen de nosotros. Irvine: “deberíamos ser, en otras palabras, tan indiferentes ante su aprobación como ante su desaprobación”.
La consistencia en el comportamiento es fundamental. En vez de buscar la fama, deberíamos centrarnos en sacar el máximo partido al día de hoy y, si llega el reconocimiento exterior, hay que aprender a aceptarlo de un modo natural, para evitar que otros se sientan ofendidos y, a la vez, la deferencia no disturbe nuestra tranquilidad.
10. Sobre la vida lujosa.
En la sociedad actual, la búsqueda del reconocimiento sólo tiene un rival, todavía más anhelado: el prestigio de la riqueza ostentosa, que ha tomado formas similares a lo largo de los siglos.
La riqueza ostentosa no es más que un modo más de lograr reconocimiento. Para los estoicos, merece tan poco la pena obsesionarse con la riqueza material como hacerlo con la fama, ya que ninguno de estos reconocimientos aportan per se el bienestar duradero.
Mucha gente emplea toda su vida intentando alcanzar un estatus que hipotéticamente les otorgue una felicidad que no llega; esta búsqueda contradice los principios estoicos, donde el objetivo no es vivir rodeado de más cosas, sino tener una buena vida, disfrutando cada instante y preparándose para que el devenir sea igualmente pleno.
A diferencia de los cínicos, los estoicos no están en contra de la riqueza, y muchos estoicos lograron unas finanzas acomodadas practicando, a la vez, la frugalidad, en contraposición a la existencia ostentosa.
Los estoicos creían que el ser humano debía exponerse a los rigores de la incomodidad material y psicológica, para apreciar los placeres de la vida en contraposición con estas inconveniencias. En cambio, exponiéndose a una vida ostentosa donde no falte de nada y se evite salir de la zona de confort, el individuo corre el riesgo de apreciar la belleza de la sencillez.
Los estoicos abogaban por una alimentación sencilla y frugal, acompañada con una vestimenta y comportamiento equivalentes. La vivienda no debe ser excepción: Musonio explica que sólo se requiere un abrigo para cobijarse de la intemperie.
Nuestra “casa simple” puede ser amueblada con la misma sencillez, mientras que las casas con patios y aposentos desmesurados, sofisticados colores y techos y pavimentos trabajados son más difíciles de mantener.
Los utensilios, cuando más simples, funcionales y humildes, más sencillos serán de mantener y conservar. El lujo, advierte Séneca, usa su ingenio para promover la depravación: primero, nos hace desear cosas que no son esenciales, para pasar después a querer cosas injuriosas.
0 notes
"La intención lo es todo"
"El verdadero héroe es imperfecto. Campeón no es el que triunfa, sino quien sabe sortear obstáculos, preferiblemente de su propia autoría, para hacerlo"
"Un ganador, un campeón, aceptará su destino"
"La memoria es el tiempo que se pliega sobre sí mismo. Recordar es desprenderse del presente"
"Lo que me rodea no afecta a mi ánimo. Mi ánimo afecta a lo que me rodea"
"Primera regla de la conducción deportiva: jamás te apartes para dejarle paso a nadie. Haz que ellos te tengan que pasar"
"Ella era mi lluvia. Era mi elemento impredecible. Era mi miedo. Pero un piloto no puede temerle a la lluvia, un piloto debe amarla"
"Somos los creadores de nuestros propios destinos. Pero, actuemos intencionadamente o por ignorancia, nadie más que nosotros mismos es responsable de nuestros éxitos o fracasso"
"La gente habla de voluntad de vivir. Porque la gente le teme a la muerte. La muerte es oscura, desconocida, aterradora. Pero no para mí. No es el fin"
"Ésta es una regla de las carreras: ninguna carrera se gana en la primera curva. Muchas se pierden ahí"
"Cuando surge uno de estos problemas, el mal conductor choca. El conductor normal se da por vencido. Los buenos siguen al volante. Dan con una manera de seguir conduciendo a pesar del problema"
"Si yo obligo al coche a hacer algo de forma intencionada, debo saber cómo va a responder. En otras palabras, sólo es impredecible si no soy... Dueño de mis actos"
"A las personas, como a los perros, les encanta la repetición. Perseguir una pelota, recorrer la recta de un circuito de carreras, tirarse por un tobogán. Porque cada repetición es igual pero distinta al mismo tiempo"
"Los conductores le temen a la lluvia... La lluvia amplifica tus errores y una pista mojada puede hacer que tu coche reaccione de forma inesperada. Cuando ocurre algo inesperado, debes reaccionar. Y reaccionar a esa velocidad, siempre es reaccionar demasiado tarde"
"La gente siempre se preocupa por lo que va a pasar. Suelen encontrar difícil quedarse inmóviles, ocupando el ahora sin preocuparse por el después. Por lo general, las personas no están conformes con lo que tienen. Les preocupa mucho qué van a tenir"
"Vivir cada día como si se lo hubiésemos arrebatado a la muerte. Así quisiera vivir siempre. Sentir el gozo de estar vivo... Tomar distancia de las cargas, angustias y temores que encontramos a diario. Decir estoy vivo, soy maravilloso, estoy, soy. Existo. Es algo a lo que hay que aspirar"
"En las carreras, dicen que tu coche va a donde van tus ojos. El conductor que no puede despegar sus ojos del muro hacia el que se precipita se estrellará contra él; el que mira la pista cuando siente que las ruedas pierden adherencia, recuperará el control del vehículo. Tu coche va a donde van tus ojos. Es otra manera de decir que tienes ante ti lo que preguntes"
4 notes
·
View notes
Dios hubiera dicho...
¡Deja ya de estar rezando y dándote golpes en el pecho!
Lo que quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida. Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he hecho para ti.
¡Deja ya de ir a esos templos lúgubres, oscuros y fríos que tú mismo construiste y que dices que son mi casa! Mi casa está en las montañas, en los bosques, los ríos, los lagos, las playas. Ahí es en donde vivo y ahí expreso mi amor por ti.
¡Deja ya de culparme de tu vida miserable; yo nunca te dije que había nada mal en ti o que eras un pecador, o que tu sexualidad fuera algo malo! El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer.
Deja ya de estar leyendo supuestas escrituras sagradas que nada tienen que ver conmigo. Si no puedes leerme en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de tu hijito...
¡No me encontrarás en ningún libro! Confía en mí y deja de pedirme. ¿Me vas a decir a mí como hacer mi trabajo?
Deja de tenerme tanto miedo. Yo no te juzgo, ni te crítico, ni me enojo, ni me molesto, ni castigo. Yo soy puro amor.
Deja de pedirme perdón, no hay nada que perdonar. Si yo te hice... yo te llené de pasiones, de limitaciones, de placeres, de sentimientos, de necesidades, de incoherencias... de libre albedrío ¿Cómo puedo culparte si respondes a algo que yo puse en ti? ¿Cómo puedo castigarte por ser como eres, si yo soy el que te hice? ¿Crees que podría yo crear un lugar para quemar a todos mis hijos que se porten mal, por el resto de la eternidad? ¿Qué clase de dios puede hacer eso?
Olvídate de cualquier tipo de mandamientos, de cualquier tipo de leyes; esas son artimañas para manipularte, para controlarte, que solo crean culpa en ti. Respeta a tus semejantes y no hagas lo que no quieras para ti. Lo único que te pido es que pongas atención en tu vida, que tu estado de alerta sea tu guía.
Amado mío, esta vida no es una prueba, ni un escalón, ni un paso en el camino, ni un ensayo, ni un preludio hacia el paraíso. Esta vida es lo único que hay aquí y ahora y lo único que necesitas.
Te he hecho absolutamente libre, no hay premios ni castigos, no hay pecados ni virtudes, nadie lleva un marcador, nadie lleva un registro. Eres absolutamente libre para crear en tu vida un cielo o un infierno.
No te podría decir si hay algo después de esta vida, pero te puedo dar un consejo. Vive como si no lo hubiera. Como si esta fuera tu única oportunidad de disfrutar, de amar, de existir.
Así, si no hay nada, pues habrás disfrutado de la oportunidad que te di. Y si lo hay, ten por seguro que no te voy a preguntar si te portaste bien o mal, te voy a preguntar ¿Te gustó? ¿Te divertiste? ¿Qué fue lo que más disfrutaste? ¿Qué aprendiste?...
Deja de creer en mí; creer es suponer, adivinar, imaginar. Yo no quiero que creas en mí, quiero que me sientas en ti. Quiero que me sientas en ti cuando besas a tu amada, cuando arropas a tu hijita, cuando acaricias a tu perro, cuando te bañas en el mar.
Deja de alabarme, ¿qué clase de Dios ególatra crees que soy? Me aburre que me alaben, me harta que me agradezcan. ¿Te sientes agradecido? Demuéstralo cuidando de ti, de tu salud, de tus relaciones, del mundo. ¿Te sientes mirado, sobrecogido?... ¡Expresa tu alegría! Esa es la forma de alabarme.
Deja de complicarte las cosas y de repetir como perico lo que te han enseñado acerca de mí. Lo único seguro es que estás aquí, que estás vivo, que este mundo está lleno de maravillas.
¿Para qué necesitas más milagros? ¿Para qué tantas explicaciones?
No me busques afuera, no me encontrarás. Búscame dentro... ahí estoy, latiendo en ti.
1 note
·
View note