Que sí quiero o que sí tengo
Febrero 2022
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Petro es presidente para el 2022.
Estar viva para vivirlo.
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Podría decirse que ya somos amichis del Negro Navas.
Piedecuesta.
Agosto 2022
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Sueños colectivos
Qué nea ese Álvaro Barrios.
MAMBO, Bogotá.
Julio 2022
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Remolinos, sacudones, amor.
J.
Agosto 2022
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Silvando melany en Medayork.
Febrero 2022
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Birthday boy (again) in Mexican tragasón/ 2018
@protoyoli
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A alguien le duele la cara de ser tan guapo.
Mila ®
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La abuela a los siete días del mes once del dosmildiecisiete
El día siete trajo consigo la sensación del día seis. No sé si son asuntos de la superstición, del sentir, pero algo no encajaba del todo bien. Una sensación de no sé qué, iba y venía. A veces, podía sentir que mutaba en ira, fastidio o tristeza.
Horas más tarde palabras de una voz masculina más la prontitud de su llamado, ayudaron a calmar las aguas. Ya me sentía mejor. Lo dije todo, lo vomité todo y resultó bien. Inesperado.
Estoy en casa y cada tanto asomo mis ojos en el borde derecho de la puerta de la habitación de la abuela. De fondo escucho martillazos, el ladrido incansable del perro de arriba, el ajetreo de papá en la cocina con sus empanadas de pescado mientras la miro sin que ella se de cuenta que estoy ahí. Tengo los ojos aguados, tengo el corazón súper arrugado y sonrío. Escucho que mamá viene y parpadeo rápidamente para que las lágrimas se disipen.
Vuelvo a mi habitación, me siento durante unos segundos en cama y tengo de nuevo una sensación. Pero a esta ya la conozco. Vuelve cada vez que me despego del borde derecho de la puerta de la habitación de la abuela. La nostalgia está en todos los rincones. Sin embargo, sólo la inocencia y el olvido constante la abarcan a ella.
A veces olvida cómo ponerse sus gafas, cómo usar un tenedor o una cuchara, su nombre y el de todos en casa. Olvida cómo completar las ideas que están en su cabeza, éstas siempre quedan a medias o la mayoría de ellas ya nunca tienen sentido. En otras ocasiones mezcla el jugo con la sopa a la hora del almuerzo. Bota al piso la comida o se la riega encima. Las conversaciones ya no duran ni un minuto. Varias veces pregunta “Ve, y ¿ese/esa quién es? y apunta con su dedo hacia algún lugar vacío. Ha comido jabón, esconde su chapa inferior debajo de la almohada. Quiere ponerse todos sus collares y joyas a la vez. No quiere verse sus canas. Odia que la bañen, odia el frío. Dice seguido que tiene hormigas en la cara y en las manos y se sacude. No reacciona si le meto un dedo en el oído. Ríe mucho si la muerdo en son de juego. Ama los dulces de leche, las paletas de corazón y los besos. Pregunta que dónde están sus cigarrillos. Mira por horas hacia la nada, el piso, la cama, la ventana.
Ya es de noche en el día siete y son las ocho y media de la noche. Estoy sentada durante un rato a su lado, como todos los días. Ella, con su brazo izquierdo apoya todo su cuerpo en mi pierna derecha. Mientras la veo así, tan fresca, tan ella no dejo de creer en los actos genuinos, cómplices, amorosos y confianzudos. Yo, la tomo de la mano y por milésima vez antes de dormir, memorizo su textura para mi “eternidad”.
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The Fuji Yama / RPC / 2017
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