Tumgik
asicilo · 4 years
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El holocausto de venezolanos en Colombia.
El mes pasado, la alcaldesa Claudia López dió unas declaraciones en referencia a los venezolanos, en la cual decía que el estado no iba a invertir en ésta población y que éramos responsabilidad de migración Colombia, sin embargo, bien es sabido que dicho organismo no debe encargarse de ningún migrante, sea Sirio, Italiano, Americano, Ruso o Venezolano, ellos simplemente se encargan de realizar los trámites burocráticos para la estadía legal de los que residimos en ésta patria bien sea por elección u obligación. Lo que nadie dice, es que al estado colombiano, entidades como ACNUR dan dinero para los migrantes venezolanos, yo por mi parte, jamás he visto un solo peso destinado para mi o los míos y tampoco lo quiero, no me sorprende, este estado es famoso por sus barbaries de corrupción, y durante esta cuarentena no solo han sido crueles e inhóspitos con los migrantes, también lo han sido con su propia gente, creando cédulas falsas a las cuales les dan subsidios de alimentación y dinero, ¿a quienes creen que engañan?.
No ha sido lo único, las declaraciones de la alcaldesa generaron un movimiento de venezolanos intentado regresar a la patria perdida, algunos en buses, otros a pie en medio de ésta crisis sanitaria a nivel mundial, siento que estos compatriotas míos están regresando al pueblo amado a morir, pues no tiene dinero, hospedaje, comida, salud ni las mínimas condiciones, en la actualidad hasta viajar en avión con todas las precauciones es bastante riesgoso, por éste motivo me surgió la pregunta ¿Puede considerar a Claudia como una gran genocida de la historia moderna? después de meditar y reflexionar, mi respuesta es un rotundo sí, pues con sus palabras ha generado una manta de impunidad ante los delitos de xenofobia y odio en éste país, no solo eso, también de forma implícita, y explícita a mi parecer, ha hecho que un montón de seres humanos vayan a cavar sus tumbas por su falta de empatía con el género humano, obligandolos con su odio a desplazarse a un país sin infraestructura hospitalaria, ni democracia, mucho menos agua, comida o servicios básicos.
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asicilo · 4 years
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La destrucción de Sodoma.
Dicen que somos los mismos de antes envueltos en novedad, y así parece ser cuando recordamos los tiempos de antaño y comparamos a éstas personas de los tiempos remotos con quienes poblamos hoy día sobre la tierra, parece ser que el intelecto y las personalidades  son factores que evolucionan muy poco durante el paso de los años. Así pensaba Procusto sobre el ser humano mientra veía sus clases de anatomía en la facultad de medicina en Sodoma. Cuando éste no estaba leyendo las escrituras sobre las enfermedades, estaba en algún burdel estudiando más de cerca la anatomía y los placeres.
El hecho de ser homosexual no era nada raro ni representaba peligro alguno para un joven varón de aquel entonces en tan prolífica metrópolis, la homosexualidad se consideraba una especie de selección natural con la cual se controlaba el incremento poblacional. 
Procusto estaba pensando en irse a Haifa, una ciudad relativamente cercana con una escuela de medicina bien valorada pues lo Fenicios eran gente muy bien letrada, sus padres y hermanas no estaba de acuerdo con ésta elección pues en Haifa las personas no eran tan libres de pensamiento con respecto a la sexualidad como en Sodoma, allá, en Haifa, si existía el rechazo a la homosexualidad y sus padres querían protegerlo de cualquier tipo de agresión que pudiere sufrir, como si sufrían los extranjeros que quisieran vivir en Sodoma.
Éstas motivaciones nunca detuvieron a Procusto en sus planes de irse, aquella xenofobia y las humillaciones a las que exponían a los viajantes le dejaban mucho que desear sobre sus compatriotas, se convenció de que si mantenía su homosexualidad en secreto se adaptaría más fácilmente y no sufriría tanto.
Prontamente iba llegando el gran día, ya tenía todo listo para partir, solo quedaba recibir la bendición por parte de su familia.
-Hijo, te damos nuestros buenos deseos para que puedas proliferar no solo en aquella nueva tierra, sino en tu vida, recuerda siempre que estaremos aquí, en Sodoma tu casa, con los brazos abiertos cuando debas volver, y cuando sientas que extrañas ésta tierra, cierra los ojos y búscala pues está en tu interior.
Sus hermanas traían una bolsa de tela de lino muy bonita llena de flores, vino, trigo, pan y frutas, era su regalo para el viaje.
-Las flores son para alimentarte el alma, deberían estar ya muertas cuando llegues a Haifa. Es un recordatorio de cómo pasa el tiempo, y que queremos verte nuevamente en el futuro. Dijo la mayor de las tres niñas.
Procusto sintió un nudo en el pecho a punto de estallar, brotaron lágrimas por su mejilla y las abrazó, sus padres se unieron al abrazo.
Al ocultarse el sol se arregló galantemente para ir a casa de un amigo suyo que se había vuelto un famoso militar, admirado por su físico y su temeridad sanguinaria en las batallas. Era la despedida que éstos habían planeado para festejar en grande antes de partir. Hubo música, comida y gran festividad esa noche. Las mujeres querían complacer al homenajeado de aquella celebración pero a éste parecía no gustarle ninguna de las jovencitas.
-Damas, abstenganse de poner las manos ahí, no voy a tener una erección si veo sus senos, ya lo probé y no me gustó del todo, prefiero a Ezra.
Ezra le dio una palmada en las nalgas con su lanza y le dijo.
-Te tengo una sorpresa, mira allá. Dijo señalando la parte central de la habitación.
-No, puede, ser. Dijo Procusto al ver sentado sobre la alfombra a un joven varón muy andrógino y maravillosamente adornado de telas finas y flores
-Si puede ser, el puto más ardiente y bello que verás en mucho tiempo, dudo que los haya así en Haifa.
-Creía que tú eras el puto mas bello y ardiente pero éste te gana.
Procusto se levantó y dejó solas a las damas que le hacían compañía, se dirigió sin quitarle ni un segundo el ojo de encima a aquel hermoso chico, que claramente era extranjero. Se sentó muy cerca a su lado, lo miró directamente a los ojos color de cielo que tenía y con gentileza tocó su mano. Éste muchacho le sonrió y tocó su rostro con la otra mano besándolo suavemente.
-Cómo te llamas?. Preguntó prestando atención a los magníficos olores que despedía su cabello y atuendos.
-Ajax. y tú?
-Procusto. Eres de Cnosos?
-Así es. Tu nombre no es muy sodomita que digamos tampoco.
-Solo mi nombre me delata, soy tan sodomita como Ezra no te confundas, solo que no me gustaba empuñar la lanza y decidí dedicarme a la medicina. pero a ti no solo el nombre te delata, tu aspecto parece haber sido moldeado por los mismos dioses griegos. 
La demás plática es historia, una única entre dos personas que esa misma noche tuvieron intimidad y complacieron los placeres más carnales de su imaginación. Finalmente Ajax después de mucho tiempo sintió comodidad con un sujeto, casi siempre quienes pagaban por sus servicios eran algunas mujeres, parejas u hombres mayores que no eran de su agrado, lo hacía para sobrevivir, sin embargo aquella noche olvidó que estaba trabajando.
Llegada la mañana siguiente, se hubo aseado muy rápido y dio un beso en la frente a Ezra quien estaba inconsciente por el vino, acostado en el suelo rodeado por hombres y mujeres desnudos muy bellos. Ajax seguía en el lecho pero despierto también.
-Adiós Procusto.
Éste se sorprendió cuando Ajax se despidió pues pensaba se encontraría durmiendo. Sin decir palabra alguna, se acercó a él y lo besó tiernamente, para luego partir.
Cualquier persona a punto de emprender un largo viaje iría a su residencia para acomodar los últimos detalles pero Procusto quería despedirse de un amigo suyo muy querido llamado Lot, quien trabajaba repartiendo las bebidas y las comidas en un famoso burdel de la ciudad. Al verse, Lot supo que sería la última vez que vería a su amigo y le dio un fuerte abrazo, le ofreció vino y comida, pero éste no aceptó con la excusa de que debía irse muy pronto.
Al llegar a su casa, agrupó los objetos guardados que se llevaría. Se despidió de su familia y se dirigió con el hombre que le proporciona el transporte hasta las afueras de la ciudad. Llegar a Haifa le tomaría unas 12 horas mínimo de trayecto y no sería nada barato pues no pensaba irse a pie, pero por su condición de hijo de mercader podía darse esos lujos.
Al llegar a ésta ciudad buscó inmediatamente la escuela de medicina, al encontrarla se dirigió con unos jóvenes que conversaban sobre alguna tragedia ocurrida en una provincia cercana al sur, Procusto intentó no prestar atención a su tema de conversación y fue directo al grano preguntando con quién debía dejar una carta en pergamino que estaba escrita en protosinaítico por parte de su escuela de medicina anterior para poder ser aprendiz en Haifa, con gusto los jóvenes con aspecto de intelectuales al notar que era foráneo, le dieron la bienvenida y le indicaron cómo conseguir al médico maestro.
Cuando lo hubo encontrado, supo de inmediato que se trataba del erudito al cual debía darle la carta.
-Muy buenas noches maestro. Disculpe mi intromisión, traigo ésto para usted.
El hombre con gentil gesto tomó el pergamino, lo examinó y le dió la bienvenida. Le indicó que tras pasar la noche debía ayudarle a atender a unos enfermos como parte del inicio de sus prácticas y que podía dejar sus pertenencias en alguna habitación que tuviere una cama vacía. Un hombre alto y musculoso lo guió hasta un cuarto y se fue, por lo general una situación así en Sodoma no la iba a desperdiciar, pero ya estando en Haifa, debía permanecer con bajo perfil.
Cuando salió el sol, Procusto estaba muy emocionado por al fin poder comenzar sus prácticas con éstos pacientes nuevos. Al parecer tenían muchos casos de enfermedades relacionadas a insectos y varios pacientes presentaban necrosis en las extremidades, en estos caso se debía asear muy bien a los enfermos para no expandir más la enfermedad y dar alivio temporal de sus incomodidades, en algunos casos se procedía a la amputación, la cual realizaban con extrema perfección. Lo único que no le parecía de mucho agrado a Procusto sobre ésta escuela era que toda enfermedad era relacionada con algún pecado de índole moralista.
-”Si supieran las cosas que me gusta hacer, creerían que estoy en mi lecho de muerte”. Pensaba muy a menudo al leer las guías fenicias de medicina.
Una mañana escuchó a una anciana decir algo sobre la destrucción de Sodoma y Gomorra, pero él no prestaba atención a estos comentarios que tenía ya un tiempo oyendo. Para su sorpresa esa misma mañana llegó un joven muy mal herido, con graves quemaduras en la mayor parte de su cuerpo y fracturas, el erudito mismo prefirió atenderlo él sin asignarlo a ningún estudiante.
-De dónde provienes joven.
-Soy de Cnosos pero me encontraba saliendo de Sodoma.
-¿Qué hacías allí joven?
-Vivía ahí.
-Conozco a alguien con quien puedes conversar luego de que sane tus heridas, es sodomita, quizás pueda darte ánimo.
Tras limpiar y hacer curas sobre las quemaduras e intentar arreglar lo mejor posible algunos de sus huesos rotos, llamó a Procusto.
-Tu tarea de hoy será fomentar la empatía con un paciente muy grave que estuvo hace poco en las afueras de Sodoma.
Procusto quedó asombrado, al oír esas palabras de su maestro supo que si había ocurrido algo de gravedad, quizás era la manera en la cual el maestro deseaba despojarlo de su negación y enfrentarlo cara a cara con la verdad de Sodoma, que se hallaba frágil, moribunda y casi calcinada frente a sí.
-Hola, ¿te sientes mejor?, hoy te atenderé, si sientes alguna molestia no dudes en contarmelo. Dije, admirando su rostro quemado con compasión, tuve el presentimiento de haberlo conocido antes, se notaba que era un muchacho agraciado en belleza, ya hoy la había perdido, pero no podía decírselo, de todos modos era evidente que su fragilidad no le permitiría respirar por mucho tiempo, no había forma de corregir el daño en sus costillas con toda la piel quemada en su torso, quizás alguna costilla habría de perforar su pulmón y su fin llegaría más rápido y con sinceridad esperaba que no sobreviviera con todas las cicatrices y daños irreparables que tenía. 
-Procusto. Dijo, pronunciando el nombre de su cuidador. Éste se asombró muchísimo, miro en el interior de sus ojos, éstos seguían siendo los mismos, azules y bellos que había conocido. Sintió un gran vacío y un fuerte dolor en el pecho, junto a Ajax sabía que había muerto Sodoma, que ya no tendría lugar al que llamar Patria y que toda su familia y amigos habían desaparecido sin digna sepultura. Cayó en cuenta de que devolverse no sería nunca más una opción, pues el lugar en el que había nacido, se había reducido a cenizas.
Artemisia Sícilo.
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asicilo · 4 years
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Fénix Butterfly.
Eran las siete de la noche, aún había transeúntes por la calle, gente yendo y viniendo del trabajo y la universidad, los más intrépidos se dirigían al boliche. Néstor estaba muy cerca de casa, se detuvo un segundo para sacar las llaves del bolso, de la nada y como un violento flash cegador, un par de tipos aparecieron y acorralaron al pobre muchacho que era muy jóven en aquel entonces, era evidente que los agresores estaban bajo los efectos de alguna droga, de esas que aceleran el pulso e incentivan los instintos más primitivos, como las sobredosis de adrenalina, le preguntaban por su teléfono, si tenía pasta, Néstor paralizado y sin saber que decir, balbuceaba sin pronunciar palabra entendible alguna, el shock se apoderó de él. De pronto sintió en el estómago una presión mientras miraba fijamente dentro de la pupila enorme de su agresor, luego un líquido emergió como una cascada brotando desde la herida, cayó al suelo y rápidamente su mirada se transformó en un fundido a negro.
-Mierda, otra vez soñando lo mismo, será que lo voy a superar en algún momento?.
Me dije aquella mañana de abril en que los rayos de sol se colaban por las rendijas de mi cortina, antes del incidente las mañanas de ese estilo me hacían sentir serenidad y felicidad, ahora el desasosiego es el mismo para los días de sol que los días de lluvia, todo se volvió monotonía y hastío en mi vida. Era incapaz de levantarme y mirarme al espejo con agrado, después de un tiempo finalizada la hospitalización ni siquiera me molestaba en mirarme a la cara frente al espejo, quizás el rostro seguía intacto, pero mi cuerpo, debido a la falta de actividad física iba perdiendo musculatura, semana tras semana me volvía aquella persona que siempre tuve miedo de ser, el débil, al que nadie le habla porque es irrelevante.
La máquina pegada al torso que me ayudaba a hacer la digestión, me volvía el autoestima tan mierda, como mierda volvía los alimentos que procesaba para que yo pudiera cagarlos luego, no creo haberme sentido así de miserable en toda mi perra existencia antes del incidente; lo peor no es ahora tener que aguantar las miradas de las chicas sintiendo lástima en vez de líbido o que los malnacidos que me arruinaron la existencia hayan quedado impunes y sin cargos, los hijos de perra nunca aparecieron. 
Lo peor de todo, fue no haber muerto aquella noche, ojalá que cuando me quite la vida, llegue al infierno y pueda volver a matar a los infelices que me apuñalaron y de la misma manera, al médico que se las ingenio para no dejarme morir.
Pensamientos así de ruines y vulgares iban y venían dentro de mi cabeza como las nubes en el cielo, desaparecía una tras rondar un largo rato y aparecía una nueva que era peor o más basta, ya no sabía qué hacer conmigo y lo que sentía, la psicóloga a la que iba cada jueves no me ayudaba en mucho, le mentía demasiado, esa mujer me hacía sentir intimidado, solo quería tomar las navajas y cortarme los brazos en vertical y muy profundo cuando estuviera solo para que no me volvieran a rescatar por segunda vez, el momento ideal aún no llegaba, siempre para estas fechas mis papás se iban al campo para celebrar el cumpleaños de mi bisabuela, la doña inmortal, era costumbre que me dejaran en casa pues me aburría en medio de tanta calma, solo espero que no se muera la vieja antes de cumplir años. Con ansiedad esperaba ese día, el trece de abril, caía un viernes este año y yo pensaba que no podría ser más poético escoger un viernes trece como un día para morir por suicidio, sin embargo, al mismo tiempo que me agradaba la idea, también sentía pánico, e inmerso en medio de la soledad y el llanto sentía miedo. Como una especie de aire frío rozaba mis piernas así estuviera la ventana cerrada, yo diría que era como un escalofrío que noche tras noche robaba un pedazo de mi, un pedazo de aquel Néstor jovial que jugaba tenis y tenía amigos, cada vez al recordarme veía la fotografía de alguien más que no era yo en mi recuerdo, solía ser leal con mis pocos amigos, pero uno a uno los fui dejando de lado, así como parte y parte de mi alma ya no era mía poco a poco.
Solo había una cosa que no había cambiado mucho en mi, y eran los deseos sexuales, a menudo fantaseaba con chicas de la universidad con las que jamás interactuaba pero sabía que estudiaban conmigo, de algunas no me acordaba sus nombre cuando las desnudaba en mi mente y con mi osadía completaba las formas de aquellos cuerpos que jamás había visto antes. 
Movido por las erecciones frecuentes y la soledad, descargue tinder en el teléfono y deseé como nunca poder encontrar a alguna de esas musas, conseguí a una que otra, pero las fotos y descripciones que mostraban no eran de mi interés, unas porque eran muy vegetarianas, taciturnas y animalistas, otras porque las veía menos capaces de cautivar de forma sensual mis sentidos, con algunas hice match y muchas no respondian el hola. Las que más me atraían eran aquellas a las que nunca había visto antes y con las que podía conversar, hablar con ellas me hacía olvidar un poco las frustraciones, pero al parecer todas a las que les daba el like, no querían follar y ya.
Llegó el martes trece y la vieja seguía con vida, en efecto, mis padres me dejaron solo en la casa, la carta estaba escrita, todo lo tenía fríamente calculado e iba a proceder a encerrarme en el baño con las luces apagadas y la pequeña cuchilla en mi mano, sentí aquel frío que me rozaba las piernas incluso bajo las cobijas, era cada vez más gélido y sentí como la voluntad de vivir abandonaba mi cuerpo cansado, aquella sensación de vacío en mi pecho ya no me molestaba y me fundía con ella, ese escalofrío iba tomando cada vez más fuerza, al punto de que llegué a sentirlo como una presencia que manejaba mis extremidades como si se tratara de un títere. De pronto, la luz blanca de mi teléfono se encendió, me había llegado un mensaje de una chica que me había parecido muy bonita deslizando en tinder horas antes cuando mis papás aún estaban en casa, en la notificación vi una miniatura de su foto, en la cual aparecía ella de perfil en un primer plano muy cerrado con un aparatito blanco en su oreja descubierta, su nombre era extraño y muy europeo para sus rasgos tan latinos, Maria Theresia VP, debajo de su nombre en negrita había un número telefónico. 
Dejé a un lado la cuchilla y respondí con emojis, como en un impulso de un animal en celo, la agregué a mis contactos y le escribí al WhatsApp.
-Wow, no esperaba que respondieras tan pronto, cómo estás?
Y así fue como empezó todo, estuvimos hablando gran parte de la noche aquel día que se suponía debía ser trágico para unos pero liberador para mí, sentí al conversar con ella, que tenía cosas que yo nunca había tenido, seguridad auténtica, no como la mía que era actuada y solo la utilizaba para esconder ante los demás mis prejuicios, su inocencia, transparencia y naturalidad. Era un paquete completo, bella, ojos negros y carismáticos, criolla, cabello castaño natural y ondulado, una figura que ni el mismo Miguel Ángel pudo haber esculpido mejor, lo único que no me gustó mucho fue cuando me dijo que medía 1,80 de alto, pues yo soy un poco más bajo que ella, pero que se podía hacer?, cada vez me agradaba más, tanto que decidí posponer mis planes de muerte.
El jueves siguiente llegué a mi consulta habitual, ese día no quise hablar sobre el sueño recurrente que me perseguía noche tras noche de aquellos malditos dándome una puñalada casi en frente de mi casa, por primera vez en meses decidí ser honesto y hablar con la doctora sobre Maria, sobre sus ojos, que quizás era sorda por el aparatico en su oreja pero que no tendría sentido porque me contó que estudiaba música, sobre que siempre imaginaba la textura de su cabello suave en la palma de mis manos, cuando pensaba en ella, era como pensar en una hermosa puesta de sol en la sabana pero más bella, así estaba yo, enamorado de un match de tinder. Finalmente, ese jueves escuché algo diferente de la boca de la doctora.
-Que bueno Nestor, te felicito, estás evolucionando, gracias por empezara a abrirte ante mi después de todos estos meses.
Esa última frase me dejó algo atónito pues siempre creí que nunca notaba que no quería contarle mis cosas.
-Deberías invitar a Maria Teresa…
-Maria Theresia- corregí haciendo muecas con las manos.
-Bien, a Maria Theresia a salir, pueden ir a un café, un parque, no tiene que ser nada muy costoso ni muy elaborado, mientras más casual mejor, así ambos se sienten más cómodos y no tienen tanta presión sobre una primera cita.
Salí de la consulta sintiendo algo que tenía mucho tiempo sin experimentar, era como cuando te mojas en una lluvia tremenda y llegas a tu casa a tomarte un caldito bien tibio que te abraza gentilmente el alma, así, así me sentía finalmente.
Iba a escribirle a María que fuéramos por la tarde después de clases a tomarnos un café en un buen sitio que quedaba en un punto medio entre mi universidad y la suya, pero como era de esperarse ella se me adelantó y me invitó a la gala de la ópera Madame Butterfly, que ya tenía mi entrada y que había costado buena pasta, también me dijo que fuera de gala o de lo contrario no me dejarían entrar incluso teniendo el boleto en mano. Las palabras de la doctora retumbaron en mi cabeza todo el rato que pasé arreglandome para ir a la gala: “Bien, a Maria Theresia a salir, pueden ir a un café, un parque, no tiene que ser nada muy costoso ni muy elaborado, mientras más casual mejor, así ambos se sienten más cómodos y no tienen tanta presión sobre una primera cita.”
Al llegar al teatro no fue difícil ubicar a Maria Theresia, su cabeza sobresalía por encima de la de las demás mujeres, iba con un vestido azul ultramar muy oriental con detalles de flores de cerezo que jamás saldrá de mi mente, pues era de seda y le quedaba muy ceñido a su hermosa y delicada figura, todo hombre que pasaba a su lado no podía evitar desviar la mirada o sonrojarse. No mostraba ni un centímetro de piel más allá que la del cuello, la cara y las manitos, pero incluso así logró hacer que mi imaginación volara por días, meses. Yo estaba muy nervioso, ella me reconoció de inmediato y sin un solo indicio de vergüenza me saludó cálidamente como si nos conocieramos de toda la vida, con un beso en cada mejilla y un abrazo, maldición, en ese momento la tensión se me bajó, su mano había tocado la máquina procesadora de alimentos que yacía a un costado de mi torso.
-Qué pasa, estás bien? tu estás pálido.
-Ah… no, no, no pasa nada estoy bien, deben ser los nervios de conocerte por fin.
Charlamos de cosas mundanas mientras hacíamos la fila para entrar al teatro, su voz era muy dulce pero su dicción me incomodaba un poco al principio, al hablar no utilizaba algunas palabras conectoras que para mi eran esenciales para entender a la perfección una oración, sin embargo, muy lejos de hacerme desistir sobre seguir saliendo con ella, empecé a fantasear sobre crear nuevos códigos de lenguaje con ella, para así poder hablar un idioma único entre nosotros, me di cuenta de que el amplificador en su oreja no era mera parafernalia, que en verdad tenía un problema de audición, y eso me hacía volar los sesos, cómo era posible que estudiara música, sin darme cuenta me quedé viéndola y ella lo notó.
-Yo nací sorda.
-Perdón, qué? - me sonrojé como nunca y ella rió.
-Nací sorda, no escuchaba de bebé, crecí y papás me llevaron a médico, ahora puedo escuchar, música, ritmo, yo soy percusionista.
Sentí una vergüenza infinita, a cualquier otro humano lo hubiera hecho sentir mal mi indiscreción pero ella parecía acostumbrada y para nada ofendida. Entramos a la sala y encontramos nuestros asientos, las luces se apagaron, comenzó a tocar la orquesta desde la fosa el primer acto. Tenía pánico, no sabía si en algún momento al aplaudir la gente me miraría mal, era lo que normalmente me ocurría al ir a esta clase de eventos que evitaba a toda costa.
Para ser honesto el primer acto no estuvo nada mal, y la melodía del dúo Vogliatemi bene, por alguna razón que desconozco, quedó atascada en mi corazón, me sentía como un niño descubriendo cosas nuevas, bajaron el telón y pensé que había terminado la obra, pero no, llegó el segundo acto y a pesar de no entender una sola palabra de italiano, pude sentir la pena y desesperación de Butterfly, Che tua madre dovrá, no sabía lo que decía la Madame en aquel fragmento de la obra, pero mi empatía nunca había sido tan bien retroalimentada antes.
Ya para el tercer acto entendía el contexto de la situación, cuando vi a Madame Butterfly clavar un cuchillo en su vientre, besar a su pequeño Dolor y morir en posición fetal en el suelo lleno de sangre. La imagen de lo que me ocurrió hacía ya unos meses invadió mi mente, nuevamente aquella gélida sensación me abrazó las piernas, subió por mi torso, haciéndome sentir especial incomodidad en el lugar donde se situaba la máquina, luego me presionó el pecho dejándolo con la sensación de vacío habitual, cerró con broche de oro tocando mi cuello de forma muy descarada y sutil, me sentí en shock y al cerrar los ojos para parpadear, veía los ojos del malnacido que me apuñaló.
El público se puso de pie a aplaudir con mucho entusiasmo, las luces se encendieron, rosas rojas y bermejas caían a los pies de la Madame Butterfly, llena de sangre falsa manchando su hermoso kimono de utilería, ella sostenía la katana no como un implemento propio del seppuku, sino como si de un ramo de flores se tratara, su expresión perfecta y sonriente de diva me perturbaba al intercalarse con el recuerdo de haberla visto unos minutos atrás en posición fetal con un charco de líquido vinotinto representando un suicidio, definitivamente las sonrisas no van con los kimonos ensangrentados. Me costaba respirar cada vez más, me sentí muy débil y volví a sentarme, no aplaudí y un señor que estaba a unos puestos de distancia de Maria Theresia y yo se acercó, me miró a los ojos con gentileza y calma, tomó mi muñeca y sintió mi pulso, me sacó del asiento y me acostó en el suelo bien atrás en el teatro, seguía estando un poco en shock, algunas personas seguían aplaudiendo y otras ya empezaban a salir poco a poco, las luces del escenario se iban apagando muy lentamente, los músicos ya salían de la fosa aplaudiendo a las divas y los tenores. Yo me iba calmando, el señor nunca me dejó solo, le regaló una botellita de agua a Maria y unos sobrecitos de azúcar, me miró, se despidió sonriente y se fué, Maria se sentó a mi lado y poco a poco cuando empecé a sentirme más estable me senté también, en frente de ella, quedé absorto en sus ojos negros.
-Vaya primera cita eh.
La confianza regresaba a mi pero no de una manera altiva, con María podía ser más natural y sincero.
Hablamos de cosas mundanas al salir del teatro, fuimos a un Burger king y nos comimos unas hamburguesas que estaban a dos por uno, nos despedimos y no quise alejarme de ella, seguí su uber con la mirada hasta que desapareció, yo regresé a mi casa y al pasar por la acera en la que me apuñalaron venía a mi mente la escena de la Madame en el suelo llena de sangre.
Las conversaciones seguían muy normales por WhatsApp, pero sentía la inquietud de querer contarle a Maria lo que me había sucedido, en ese instante en el que empiezo a hilar las palabras adecuadas para empezar una conversación sobre mi peor trauma, ella pregunta…
-Que pasó en la ópera?
Me quedé helado, empecé a contarle por medio de un audio lo que había sucedido, pero lo detuve al recordar que quizás no lo oiría bien y aunque fuere más tedioso me dispuse a escribir.
-Oh, me imagino que debes ser más fuerte después de eso. Dijo Maria.
A mi mente llegó el recuerdo de mis compañeras de clases mirándome con lástima luego de enterarse de lo que me había sucedido.
-La verdad, tu me inspiras a ser más honesto. Le escribí. -Antes de conocerte, tenia meses planeando matarme. Mira, la máquina que llevo pegada a mi cuerpo, sé que la sentiste, me la pusieron porque unos órganos internos encargados de procesar los alimentos en mi estómago se dañaron cuando me apuñalaron para robar mi celular al frente de mi casa, es duro pasar por ahí día tras día, tener que vivir con la sensación de que soy un hombre incompleto, ya no soy el mismo de antes, no volví a jugar tenis, las chicas de mis clases me miran con lástima, algunos profesores imbéciles me ponen apodos que me molestan creyendo que me van a hacer sentir mejor, ya no soy lo que era antes, finjo siempre la estabilidad, pero por dentro me carcome este sentimiento horrible, que es como un gélido aliento que al rozar mi cuerpo se lleva un pedacito más de mí, día tras día, cuando te conocí me dejaba ahogar en esta sensación y no me incomodaba, sentía que era mi condena y debía aceptarla y punto pero entonces me escribiste tu WhatsApp en el chat de tinder, sin decir ni un hola, fue cautivador, arriesgado pero me gustó mucho y María, estoy llorando, pero desde lo que ocurrió, es la primera vez que le cuento a alguien la verdad de todo esto, que mi optimismo siempre fue una farsa, ni siquiera mis consultas psicológicas eran amenas y lo peor es que me di cuenta de que la doctora siempre lo supo y sus insinuaciones a invitarme a ser honesto no eran solo mi paranoia… Perdón, no podía más, solo quiero decirte que desde el primer instante siempre fuiste una luz hermosa plagada de encanto, y aunque no lo creas, esa luz, me salvó la vida. Nada más, fuiste un salvavidas cuando estaba resignado a hundirme con un vacío en el alma y un frío eterno.
-Wow, no sabía. Pff no sé qué decir. Sabes, yo pasé muchos años sintiéndome así, me molestaban en el cole, imitaban mi voz, robaban amplificador, lo conseguía roto o en basura, pero, yo decidí crecer y volverme fuerte, no por ellos, no, por mi. Mi mamá decía que fuera como bambú, duro y flexible, que luchara por mi sueño de ser músico, a mi, que soy sorda, que cada año escucho menos, me lo dice mi mamá, ella sabe lo único que me hacía feliz, sentir el ritmo. Me contó anécdota de Beethoven, cuando escribió el claro de luna y me dejó pensando que los obstáculos de la vida, como ser ciego, sordo o lo que sea, solo detienen las almas de papel, pero yo soy bambú, fuerte y flexible. Habla con psicóloga, me gustaría tener una pero no puedo pagar, aprovecha. - Dijo María en una larga nota de voz.
Yo la escuché extasiado, una y otra vez, aprendiendo a crear nuestro lenguaje, o quizás queriendo oír su voz por última vez, y sus palabras me daban algo de alivio al alma, pero aún así, pensaba “yo nací normal, no estoy acostumbrado como ella a ésto, no soy yo, quiero ser el de antes”. Y como si leyera mi mente, escribió:
-Sé un fénix.
19/03/20
Artemisia Sícilo.
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asicilo · 4 years
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El prisma.
“Ya van 3 días dentro de la casa, me voy a volver loco hablando solo”. Dijo en voz alta como un pensamiento que se escapó de su mente y logró salir por su aliento, seguido de susurros para sí mismo, lamentos de aburrimiento y angustia. De pronto sonó el teléfono, se levantó en busca del aparato y miró el número, comenzaba con el código +33, supo de inmediato que se trataba de Mariana, su amiga que decidió emigrar a Francia en busca de un “mejor futuro” que el que le ofrecía Bogotá…
-Qué hubo Carlitos, cómo va todo?
-Que milagro oírle la voz chinita, como está la cosa allá en las europas?
- Acá todo está paralizado con el tema del virus, lo bueno es que Macron suspendió el pago de los servicios, arriendos y tienen que pagarnos en el starbucks incluso sin ir al trabajo, a esto me refería cuando decía primer mundo en la universidad.
Ríen con ironía, sabiendo que lo que decía Mariana era verdad.
-Pfff Macron no tiene nada que ver con el doctor tocino, lo vi pidiéndole a la virgen que ayude con la situación, parce que rabia”
Ambos rieron con desánimo y una escasa esperanza.
Transcurridas unas cuantas horas terminó la llamada, tras un concierto en balcón organizado por los vecinos franceses de Mariana, ya era hora de dormir en el antiguo reino de le Roi Soleil, Carlitos se volvió a quedar con la zozobra de la soledad, jugar al LoL lo ayudaba a no sentirse tan solo. 
Eran las 5:30 pm y su mamá lo mandó a buscar un rompecabezas en el sótano, un lugar que solo disponían las casa antiguas de la ciudad, como en la que vivía Carlitos en el barrio San Luis, eran una familia extraña pues se negaban a abandonar el patrimonio que había sido heredado de muchas generaciones antes de ellos, aunque las reparaciones de estos inmuebles fueran costosisimas ellos seguían ahí, rodeados de construcciones emergentes y casas antiguas que habían sido remodeladas para oficinas.
Pasaban los minutos y Carlitos nada que encontraba el bendito rompecabezas, su mamá con su acento rolo le preguntó si se lo había tragado el sótano, que porque no subía, Carlitos estaba perdiendo la paciencia. Finalmente consiguió el rompecabezas y lo sacó del rincón en el que estaba al parecer olvidado, de pronto a sus espaldas, percibió como una alucinación, un montón de destellos brillantes con los colores del arcoíris, al darse la vuelta, quedó en shock, paralizado, la caja del juego de mesa se le resbaló de las manos y las cientos de piezas del rompecabezas con tema de cisnes se posaron sobre el suelo como una alfombra de pequeñas piezas alborotadas.
Lo que vió Carlitos aquella tarde bogotana en cuarentena, no lo dejaría dormir en paz por un largo tiempo. Día tras día y a horas distintas iba al sótano para poder ver nuevamente aquel objeto tan extraño y mágico que parecía un prisma. Carlitos estaba al borde de la locura pero mantenía muy bien su “integridad” ante su madre, con quien vivía en la misma casa y con la que casi no se topaba. No sabía qué hacer, tenía ganas de ir a internarse voluntariamente en La Paz, pero el asunto de la cuarentena lo abstenía de salir y mucho menos acercarse a un centro de salud.
En medio de su desesperación comenzó a escribir durante largas jornadas diurnas y nocturnas en el sótano sobre aquella cosa que había visto fugazmente desaparecer ante su mirada; gracias a ésta medida pudo volver a ver durante un pequeñísimo minuto a lo que él denominó “el prisma”, intentó atraparlo con las manos pero al saltar sobre él, pudo percatarse de que era como una especie de “hatsune miku mágica”, un holograma intangible; en ese momento llamó al 123 para pedir que se lo llevaran a La Paz o cualquier otra clínica psiquiátrica, pero sintió miedo y colgó cuando obtuvo un saludo por parte del número de emergencia. Quedó absorto en sus pensamientos por unos minutos y prosiguió con sus notas y dibujos. Carlitos decidió tomárselo con calma y no decirle a nadie, pues consideraba no tener actitudes psicóticas que pudieran perjudicar a nadie de su entorno, ni siquiera a Misi, su gata blanca que sufría de obesidad y estaba tratando alimentar mejor. Al siguiente día, ya el décimo de la cuarentena, notó que la aparición del prisma era puntual, a las 5:37 pm y siempre duraba no más de un minuto.
Fue el momento en el que Carlitos aceptó su locura en el cual pudo empezar a dormir mejor, se dió cuenta que el miedo a las enfermedades mentales es peor que padecer la enfermedad en sí, entonces, decidió mirar fijamente el prisma cuando apareciera. 
Cuando pudo, observó su forma geométrica ortogonal, era traslúcido y hermoso como ningún otro vidrio, lente Carl Zeiss o material sintético ya existente, daba la sensación de estar iluminado por la luz del sol, sin embargo, toda la luz era propia pues en el lugar del sótano en el cual solía aparecer no había manera de que un pequeñísimo rayo de luz penetrara, éste sótano era como una cámara estenopeica que por sus dimensiones y colores hacía lucir más hermoso de lo que ya era aquel prisma.
De pronto, cuando estaba la figura geométrica bien adentro de su mente, sintió como el color rojo que despedía el prisma atravesaba su retina, todo su ojo, los nervios y su cerebro, todo pensamiento vano abandonó su mente y reapareció una pregunta que le atormentó bastante durante muchos años de la secundaria:
“por qué Pipe dejó de hablarme”.
Como un dejavu, llegó a su mente un recuerdo que no era suyo. Durante un receso del colegio estaba Pipe en primera persona, entregando una flor amarilla a Carmen, la niña que siempre le había gustado, pero Carmen se rió y tiró la florecita silvestre al suelo pisándole.
“Pipe, tu no me gustas, me gusta Carlitos, no quiero que todo el mundo se entere, bueno?”. Dijo Carmen de manera muy fría a Pipe, la niña salió corriendo en busca de sus amigas y la mirada de Pipe cambió a Carlitos, quien estaba jugando fútbol con los demás chicos en aquel momento.
Carlitos por fin había sentido la Anagnórisis y se convenció de que no estaba loco, que quizás, el Aleph de Borges si existió pero no en el sur, sino en el barrio San Luis de Bogotá, en una casa vieja y ostentosa que sus dueños no eran capaces de mantener en buen estado, bien fuera por el dinero o porque las legislaciones no permitían hacer ciertos tipos de remodelaciones a las casas, que como aquella, eran consideradas patrimonio.
Pasaron los días, los años, Mariana perdía progresivamente el buen español bogotano y hablaba cada día mejor el francés, había dejado de trabajar en el Starbucks y por fin había conseguido su sueño de trabajar para el taller de un reconocido artista en París y en la fundación Cruz-Diez, aunque extrañaba bastante Bordeaux; la cuarentena había terminado; doña Rosmira, la mamá de Carlitos falleció, casi al mismo tiempo Misi, quien enfermó de tristeza. Carlitos siguió adelante con todo el dolor del mundo en su pecho, se quedó solo por un tiempo; disfrutó de los placeres hedónicos de la soltería  hasta que decidió crear una familia con Carmen, con la cual se había reencontrado en su trabajo como mercader en “Pancho”, una prestigiosa agencia del país, ella era su jefa pero poco tiempo después se volvieron iguales bajo un mismo techo viejo en una ostentosa casa con estilo de construcción francés próximo al Campín, no tardaron en aparecer un par de mocosos, Abril y Juan Esteban, la vida siguió como si nada, era como el fin del invierno y la consagración de la primavera en su vida, Carlitos siempre mantuvo el secreto del prisma para sí mismo, y religiosamente, cada fin de semana bajaba al antiguo sótano para tener respuestas aleatorias de incógnitas de su vida, la existencia, la vida, el frenesí, la ilusión, las sombras, la ficción, grandes misterios que caprichosamente le revelaba el prisma sin dejarle a él hacer la más mínima pregunta.
Los años seguían pasando, Bogotá era cada año una ciudad nueva, con el pasar del tiempo los amigos fueron falleciendo poco a poco, uno a uno, Carlitos pensaba, “Que se le va a hacer, es el ciclo de la vida, pronto voy yo también para allá”, pero se sintió realmente afligido cuando supo de la muerte de Mariana, ésta se encontraba visitando Auschwitz con su marido y nietos, al parecer había corrido detrás de uno de los niños en un juego y un paro respiratorio acabó con su vida a los 75 años en pleno otoño europeo, Carlitos notó que aquella era una situación que fácilmente podría pasarle a él en algún momento pues también tenía nietos por parte de Abril y Juan Esteban por su parte luchaba junto a su marido por adoptar un  hijo, pero esta lucha era cada vez más ralentizada por las legislaciones antiguas de los años 20 que seguían vigentes en el país para ese entonces, aún así, Carlitos no perdía la esperanza de conocer un nieto por parte de Juan Esteban.
Así transcurrían los días Carmen y Carlitos, viviendo de la pensión con mucho tiempo para las labores de jardinería, la lectura de grandes autores latinoamericanos como Borges, Cortázar, Neruda, Benedetti, García Márquez, Rómulo Gallegos, sus favoritos, y hasta con una hora específica al día para practicar Tai Chi, vivían en una burbuja de conservacionismo en medio de una ciudad moderna y a la vez más caótica que nunca, su casa era de las poquísimas construcciones antiguas que quedaban en pie, ya la alcaldía había permitido la remodelación absoluta de los bienes inmuebles pero ellos seguían atados al sentimentalismo vintage que la casa francesa les hacía sentir.
Un domingo por la mañana Carmen se encontraba escuchando la radio y al poco tiempo después cayó dormida muy cómodamente en su sofá, a Carlitos le pareció aburrida la entrevista que estaban dando en la radio, era algo sobre unos juegos que él no sabía cómo utilizar, añoraba los tiempos de La Grieta y el Aram, entonces decidió bajar al sótano, pues ya casi era la hora mágica del prisma y ver con qué le sorprendía el espectro en esta oportunidad. 
Cuando el color violeta penetró en su mirada, le sorprendió que por primera vez no obtuvo una respuesta inmediata, era como si el prisma en esta oportunidad hubiera devuelto el tiempo a unos segundos esa misma tarde, de pronto tuvo la necesidad de subir a la sala de estar, donde estaba Carmen, con un mal presentimiento tomó su mano y se percató de que no estaba dormida, ya no tenía pulso, sin embargo la expresión de su bello rostro, ya con arrugas se encontraba sereno y con total paz. Carlitos se tiró al suelo desesperado llorando a los pies de su mujer, de pronto sintió un dolor muy grande en el pecho, y presenció su propia muerte a través de la realidad en desfase temporal que le mostraba el prisma, Carlitos salió de la laguna mental producida por el prisma en el sótano y con la sensación de un deja vu, subió a la sala de estar de forma idéntica como había visto en el prisma, tomó la mano de Carmen y en efecto estaba un poco fría y sin pulso, miró su bello rostro, recordó cuando era una niña, recordó los años de universidad en que no estuvo en contacto con ella, la muerte de su madre y su gata, su tiempo de soltería hedónica,  se conectó con el instante en que la reconoció en la agencia, las primeras citas formales, el primer beso, las primeras experiencias sexuales juntos, el nacimiento de Abril, la boda, luego Juan Esteban, más adelante el niño abriendo las muñecas barbies que con tanta ilusión pedía para navidad, la primera borrachera de Abril en unos quince años, los primeros novios de los hijos, los primeros desamores, todo lo que vivieron juntos pasó por su mente en un segundo tan fugaz como la aparición del prisma, Ese fué el último suspiro de Carlitos, en el suelo con lágrimas en la cara, aferrándose al pie de Carmen, pero con recuerdos bonitos que la vida le había dado.
Minutos después llegó Juan Esteban para dar la buena nueva a sus papás de que su solicitud de adopción había sido aprobada, pero en lugar de encontrar a los viejitos contentos oyendo la radio y discutiendo sobre el tema de momento, los consiguió descansando en paz. Al paso de unos meses Juan Esteban y Abril vendieron la casa y fue demolida por la compañía constructora “Francisco de Miranda” para ampliar un centro comercial que estaba próximo a ese lugar.
Con respecto al prisma, no hay registro de que alguien más haya visto el suceso en el estacionamiento del centro comercial, quizás quedó atrapado dentro de una viga de la construcción o por pura melancolía haya decidido no aparecer más y morir con Carlitos.
Artemisia Sícilo.
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asicilo · 4 years
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Hola, en ésta oportunidad he querido mostrarles algunas fotografías que he tomado con mi celular (Xiaomi), este post lo hago con la intención de que valoren sus equipos fotográficos por más básicos que sean, siempre pueden hacer arte con ellos.
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